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ESE RŌNIN TIENE DUEÑA

Yo sí te vi

Título: ESE RŌNIN TIENE DUEÑA

Autor: Coke del Castillo

Obra original. Reservados todos los derechos de autor. Prohibida la redifusión, modificación o apropiación indebida.

Un rōnin (浪人 hombre vagabundo?, —un hombre errante como una ola en el mar—) era un samurái sin amo durante el período feudal de Japón, entre 1185 y 1868. Podía no tener amo debido a la ruina o la caída de este, o a que había perdido su favor.

Prólogo

Rous caminaba alegremente por la avenida donde se ubicaba el edificio de su empresa. Por la misma calle, una imponente limusina negra, se abría paso entre el tráfico, desplazándose lentamente.

Dentro del vehículo, dos hermosas mujeres asiáticas, pequeñas y bonitas, sonreían tímidamente al hombre que sentado frente a ellas, miraba al exterior por la ventanilla.

De pronto la vio y por un segundo sus ojos dieron señales de reconocerla, antes de controlarse y vaciar la mirada, tratándola como a una desconocida.

Capítulo 1

Rous sintió una punzada dentro. Iba con otras mujeres en el coche y además hizo como que no la conocía. ¿A tal punto habían llegado?. Y era culpa de ella, de nadie más. Ese hombre había tratado de conquistarla durante mucho tiempo y ella lo apartó una y otra vez, con la excusa de las clases sociales tan distintas en las que vivían, hasta que él se cansó y decidió mantener las distancias, según le dijo, para recuperarse de su rechazo.

Cuando ella le propuso seguir siendo amigos él la miró casi con rabia y le dijo directamente que no era buena idea. Mantendrían contacto cero y eso era lo mejor para él. Comprendía que ella tenía una gran falta de empatía ya que no compartían sentimientos. Le dio las buenas tardes y desapareció de su vida con la misma velocidad que había llegado unos meses antes.

Rous no volvió a saber de él, salvo por alguna publicación financiera que de vez en cuando daba noticias en referencia al grupo de empresas Masaharu del que el hombre era líder. En general, su familia mantenía un perfil bajo y no eran habituales en el mundillo de las celebridades, a pesar de su estatus social.

Hasta hace unos días que apareció en la primera plana de una revista del corazón, dando la mano y sonriendo, aparentemente encantado, a una bella dama de la alta sociedad japonesa y que según rezaba el artículo había venido a Ciudad S a formalizar el compromiso con el hijo mayor de la familia Masaharu, dueño de Masaharu Tech Ltd., y uno de los solteros más codiciados del país.

Ella, fina y elegante, era la hija y heredera de la familia más rica de la élite asiática. De nacionalidad japonesa, como él, la unión estaba considerada como una de las mejores alianzas empresariales y sociales de la temporada. Tener en la familia a alguien con las dotes de la señorita Itō, se consideraba una gran ganancia en todos los sentidos, debido a sus atributos físicos, sociales, económicos  y morales. Era una adalid de la cultura, generosa en obras de caridad y de ayuda social y estaba dotada de gran sensibilidad musical y artística. Una mujer educada en lo más exquisito y selecto.

Todo eso y más había leído Rous en el artículo de prensa rosa, y si era sincera tenía que reconocer que le había dolido mucho más de lo que hubiera querido admitir. Ese hombre y ella habían tenido no hacía mucho un tórrido romance al que puso fin, no porque no lo quisiera, ya que estaba loca él, sino por el bien de los dos, según ella.

Se encontraban enredados en una relación dispar, que simplemente no podía salir bien. ¿En qué mundo sería posible que alguien como el joven maestro de los Masaharu se relacionara con la hija mayor de los humildes Sánchez?. Ese hombre vivía rodeado de lujos, riqueza y poder y era parte de clase alta, frente a ella, una pobre oficinista sin nada destacable, y ni siquiera era lo suficientemente hermosa como para considerarse adecuada. 

Por eso, sabía que más tarde o más temprano él la iba a abandonar por alguien de su estatura. La idea de terminar y no seguir adelante realmente fue de ella pero eso no significaba que estuviera feliz con la separación. Él no aceptó siquiera mantener un contacto amistoso y aunque lo entendió, no la hizo sentir bien

Los primeros días, después de dejar de verlo, no estuvo tan mal porque la alguna manera estaba asumiendo la decisión que había tomado. Había salido de aquello con su orgullo intacto al ser ella la que terminó.

Pero según pasaban los días se daba cuenta de hasta qué punto él se había ido metiendo insidiosamente en su vida. Cómo sin ser consciente el hombre había calado hondamente en Rous. Empezó, poco a poco, a extrañarlo. Pensaba en él con frecuencia y a cada rato la asaltaba el deseo de llamarlo para contarle algo gracioso o anecdótico o curioso.

"Azaki me hubiera dicho esto o se habría reído con lo otro". Esto, que al principio fueron pensamientos aleatorios, pronto se convirtió en casi una obsesión. Él había estado mucho tiempo ahí para ella, siempre disponible y de repente eso se convirtió en que Rous no podía acercarse a él en absoluto. No sé dio cuenta hasta que fue tarde del alcance de su petición de no verse más. Cuando él dijo lo de contactos cero, quería decir que ella no tenía permitido acercarse a él de ninguna manera.

Con el pasar de los días las cosas empeoraron y empezó a buscar su imagen en revista y redes sociales, pero él mantenía suma discreción con respecto a su vida y su entorno y lo único que encontraba de vez en cuando era alguna referencia a temas empresariales. Cuando vio la foto en aquella revista de él y una hermosa mujer, se quedó impactada. Realmente cuando compró la revista y leyó el contenido, terminó con ganas de llorar.

No entendía cómo era posible que alguien como él le hubiera ofrecido el mundo y ella simplemente hubiera dicho que no por sus inseguridades y sus miedos. Ahora era cuando se daba cuenta de que había usado la excusa de las clases sociales diferentes para alejarlo, pues tenía demasiado miedo a ser amada por alguien como él.

Según la percepción de Rous, ella no era suficiente y no lo merecía y eso era algo que tenía enfrentar. En sus peores pesadillas imaginaba los comentarios alrededor de ella y los cotilleos de la gente si estuvieran juntos. Sabía que muchos la hubieran criticado y tachado de oportunista e interesada. Y todos se hubieran preguntado qué hacía un hombre como él, que era un dios en todos los aspectos y tenía belleza, éxito y riqueza, con alguien como ella que era tan poca cosa y no tenía nada que ofrecer.

Ahora, al verlo pasar en la limusina en compañía de esas mujeres que lo miraban con deseo, se sintió mal. Y aún se sintió peor cuando él le hizo el vacío. Eso confirmada lo que ya sabía: que ella no valía nada.

Ese Rōnin tiene dueña

Capítulo 2

Rous se queda en la acera, con la sensación de que el mundo se ha ralentizado. En un minuto le vienen cientos de imágenes y recuerdos a la cabeza. Se siente aturullada por un montón de pensamientos negativos sobre sí misma. 

Y al mismo tiempo se da cuenta de que se está dejando llevar por un impulso dramático y pesimista. Si ahora mismo se siente triste la culpa es solamente suya por dejar pasar a un hombre bueno que la quería. Y no es la primera vez que hace algo así. Todo por sus sentimientos de inseguridad y esa maldita manía de hacerse de menos, cuando sabe perfectamente que ella es tan válida como cualquier otra persona.

Azaki estuvo todo el tiempo intentando explicarle que para él era una mujer muy valiosa y que quería estar con ella, sin embargo, no lo escuchó. Permitió que el miedo a ser demasiado feliz "sin merecerlo" la ganara. Eso y el estar pendiente a la desaprobación de los demás como si eso fuera más importante que su propia opinión o la de aquellos que la aman.

El resultado fue que estropeó algo bonito que apenas estaba iniciando, con un hombre hermoso y digno. Ahora mismo daría lo que fuera por volver atrás a cambiar las cosas. No hubiera rechazado a Azaki, ni discutido con él por los motivos equivocados. No lo habría decepcionado metiendo por medio a otro hombre que no valía un carajo al lado de su hermoso samurái ahora convertido en su rōnin.

Desearía haber sido más valiente y enfrentar lo que estaba sucediendo realmente con ella y Azaki y que no tenía nada que ver con la clase social ni con el estatus de él, ni con las familias o el que dirán y ni siquiera con la opinión de su hermana Alexa, que ya le había dejado claro que no le importaba que estuviera con el hermano mayor de Ran, su exnovio, el que le puso los cuernos.

Pero Rous estaba cegada por sus peores temores y no quiso escuchar a nadie. Se encerró en su burbuja diciendo que ella tenía razón y se empezó a victimizar. Se puso en el papel de la pobrecita chica humilde, fea y poca cosa. Y de esa manera saboteó la posibilidad de estar con un hombre tan impresionante como el Masaharu, a pesar de que él le demostró de mil maneras que la deseaba y que quería estar con ella. 

Y ahora él estaba con otra chica. Dándole todo lo que ella no quiso aceptar de él. Había sido una jodida estúpida dejando pasar un hombre como ese. Todo esto le llegó de golpe, así parada en medio de esa calle, con la misma intensidad que si le hubiera caído un rayo. 

Tal fue así, que se puso en cuclillas y se abrazó las rodillas para controlar las ganas de llorar que tenía en ese momento. No se quitaba de la cabeza la mirada vacía de Azaki cuando la vio. 

De esa manera estaba, cuando escuchó una voz gritar su nombre.

—¡Rous!

Giró la cabeza a la derecha y ahí estaba su dios japonés, su samurai sin dueña, llamándola. Azaki estaba, parado en todo su esplendor, a unos metros de ella con las manos en los bolsillos. Ella pensó que visto desde abajo, era todavía más impresionante. Lo miró enfurruñada. 

—Míralo, ahora me conoce. Hace un minuto paso por aquí y yo era transparente para él. Anda y que te zurzan, rōnin —murmuró bajito. Él volvió a gritar su nombre con más fuerza. 

—¡Rous!. Sí te vi —le dijo. A Rous le pareció alucinante. Era como si le hubiera leído el pensamiento o supiera lo que estaba hablando por lo bajo, aunque era imposible desde la distancia a la que estaba que la hubiera escuchado. Era imposible. Quedó impresionada, pero apartó la vista. No quería que él la descifrara de esa manera.

—Rous, mírame —le volvió a decir y ella giró la cabeza, con disgusto, al lado contrario. —He bajado del coche por ti. Así que no hagas eso. No pongas esa cara al verme. 

Rous aceptó mirarlo, porque tenía razón. Se estaba haciendo la digna, pero en realidad estaba agitada y emocionada de que él hubiera venido a por ella.

—¿Estás triste porque te ignoré?. Y di la verdad, no me mientas —dijo él. Ella contestó que sí con la cabeza porque no le salía la voz y además él estaba un poco lejos. Seguía en la acera parado a cierta distancia y los brazos cruzados sobre el pecho, pero sin acercarse. Le dijo:

—Sí te vi. Solo que todavía me duele

Ella pensó, "¿le duele?". ¡Qué falso era!. Se puso en pie inmediatamente y se dio la vuelta quedando frente a él con los brazos en jarras. 

—Ya veo que la pena te consume y para superarlo te vas revolcando con mujeres, de dos en dos. Yo también te vi, ¡muy bien acompañado!

Azaki primero se quedó en silencio, sorprendido por esa declaración que no esperaba y que sonaba a... ¿Celos?

—Eso fue... bueno. Tú no quisiste quitarme las penas 

Cuando Rous iba a contestarle como se merecía, por detrás del hombre aparecieron las dos exquisitas asiáticas que iban con él en el coche antes. Se acercaron y una de ellas se quedó mirando a Rous de arriba abajo con cara de asco. Hizo un mohín de desprecio y se giró hacia Azaki diciéndole:

—Querido, ¿qué haces hablando con esta desharrapada?. La limusina está esperando, vámonos —ella intentó cogerlo por el brazo y arrastrarlo, pero él la esquivó y le dijo:

—Espérame en el coche si quieres o márchate en un taxi. Yo estoy hablando con la mujer de mi vida y es importante. No me molestes, Ayaka

La japonesa puso una cara de espanto en su perfecto rostro y miró a Rous con todo el desprecio de que fue capaz.

—¿Te refieres a esa zo...? —Pero antes de que pudiera continuar la frase, Azaki la cortó bruscamente.

—Cuidado con lo que vas a decir. A mi mujer no le faltes al respeto. 

La mujer abrió la boca igual que su amiga, horrorizadas las dos, porque antes jamás Azaki, siempre tan correcto y educado, les había hablado de esa manera. Se calló y le lanzó a la cara un reproche, iracunda.

—¿Entonces nuestro compromiso?

—Yo jamás dije que me fuera a comprometer contigo. Esos son tus inventos

—Pero la prensa ha dicho...

—Tú te has metido en ese problema, sácate tú misma de él. Eres tú la que ha estado lanzando noticias falsas aquí allá para obligarme a un compromiso que yo no iba a aceptar jamás y lo sabes

—¡Pero mis padres han hablado con tus padres sobre nosotros! ¡Han mencionado la boda!

—Me parece bien, pero el que se casa soy yo, si quiero. Y contigo no quiero. No eres una candidata apta para mí. No me gusta la gente como tú que pone cara inocente y en realidad se porta como una arpía. Y, francamente, conociendo a mis padres, dudo que hayan aceptado nada en mi nombre.

Eso era totalmente cierto. La señorita Ayaka Itō, había intentado por todos los medios comprometer al guapo CEO, incluso usando a sus padres para presionarlo. Pero la visita no había tenido éxito.

Los padres de Azaki habían recibido a la familia Itō con toda cortesía, pero en ningún momento aceptaron ningún acuerdo de compromiso, ni siquiera permitieron a los padres de Ayaka mencionarlo. Por eso, ella había utilizado a la prensa como un medio para asentar un compromiso que sabía, era inexistente.

La delicada señorita, tenía la confianza de seducirlo con el tiempo, pero nunca conseguía acercarse a él. Incluso hoy, lo había obligado a llevarla a ella y a su amiga Sakura, haciendo un pequeño montaje para engañarlo. Y ahora la dejaba tirada por esa zarrapastrosa y la insultaba llamándola arpía. Era demasiado para una señorita de alcurnia. Se había equivocado completamente con él ya que era un desvergonzado sin clase.

Cuando oyó lo que le decía Azaki a la mujer, Rous no sabía si ponerse a saltar de alegría o seguir manteniendo su orgullo de mujer ofendida. Y de repente, vio como la arpía nipona le soltaba tremenda bofetada a su crush. Con lo pequeña que era parecía mentira que tuviera tal contundencia, pues la cara de hombre quedó inmediatamente marcada con los cinco dedos.

Él la miró imperturbable y por supuesto que no se iba a defender, porque jamás pegaría a una mujer. Pero Rous no tenía ese tipo de consideraciones. Saltó hasta la japonesa cuando vio que le iba a volver a pegar y la cogió por los pelos. La lanzó lejos de él y se puso entre los dos con los brazos extendidos en defensa de su hombre.

La mujer, que no se esperaba esa reacción, cayó al suelo. Rous, delante de Azaki, la señaló apuntándola con el dedo y le dijo:

—¡No te atrevas a tocarlo zorra! —y a voz en cuello, le espetó. —Quita tus sucias manos de élite de él

¡ESTE RŌNIN TIENE DUEÑA!

Japón, va a caer

Capítulo 3

Rous, estaba sentada en la oficina terminando de ordenar el papeleo del día. Le quedaba apenas media hora para salir del trabajo. Después de eso había quedado con su hermana Alexa para cenar y ponerse al día de sus cosas. 

Además quería verla para contarle lo que le había pasado ese día con Azaki y la nipona salvaje. Su hermana se había convertido en su mejor amiga y su confidente. Alexa estaba casada con un importante hombre de negocios llamado Aron. Él era el CEO de una gran corporación y Alexa había sido su asistente durante diez años.

En todo ese tiempo ellos habían sido simplemente jefe y empleada y de hecho Alexa era la novia del hermano menor de Azaki, llamado Ran Masaharu. Cuando Ran engañó a Alexa y le fue infiel ella tuvo una catarsis en su vida. Rompió la relación y además se fue del trabajo. Cambió completamente de vida y fue cuándo comenzó la historia de amor entre ella y él CEO.

Y todo lo que pasó con su hermana fue justamente lo que propició que Rous conociera a Azaki en aquel entonces. De eso hacía más de un año. Alexa finalmente estaba casada con su ex jefe y no hacía mucho tiempo que había llegado de la luna de miel. 

Cuando Rous rechazó los intentos del japonés por conquistarla, Alexa la apoyó, pero le comentó que le parecía una pena porque Azaki era un buen hombre para ella. Y que tener un origen humilde no era importante a la hora de estar con alguien. 

Lo único importante era que las dos personas estuvieran dispuestas a poner de su parte en la relación. Alexa le dijo que el amor es una construcción que cada día requiere poner un ladrillo para hacerlo crecer. Lo que menos importaba en cualquier caso era el estatus. Y para ejemplo, se ponía ella misma ya que en ese sentido Aarón y Alexa eran igual que Rous y Azaki. Ellas venían de una familia de clase media mientras que ellos habían nacido con cuchara de plata. 

Rous le daba la razón ahora. Pero en aquel momento, se le juntaron varias cosas y no fue capaz de ver la situación más objetivamente. Reconocía que había metido la pata. 

Aunque hoy, había recuperado un poco de esperanza y el destino parecía que estaba siendo bondadoso con ella. El encuentro que había tenido hoy con su hombre bello, había dado un giro inesperado al asunto.  

......................

Después de que le gritó  a aquella mujer malvada, la japonesa se levantó ayudada por su amiga y roja de la rabia se marchó en la limusina que aún esperaba por ellos. 

Rous se dio la vuelta para mirar a la cara a su adorado japonés, compadeciéndose por el golpazo, que le había dejado la cara hinchada y marcando su hermosa piel blanca.

Sin embargo, el hombre tenía los ojos llenos de lágrimas de risa. Él no podía estar más contento después de ver la defensa que hizo la enana pecosa, defendiéndolo de la arpía aquella.

Y no contenta con jalarla por los pelos, terminó señalándola endemoniada y declarando en medio de la calle a grito pelado y para asombro de todos los transeúntes que ella era su dueña. 

El ni siquiera sabía porque le había llamado rōnin. Ese era un término japonés bastante peculiar ya que un rōnin representaba a la figura de un guerrero samurái caído en desgracia y en general se les consideraba ladrones y gente de mala vida y mala reputación. 

Se quedó pensando que en algún momento más adelante le preguntaría por qué lo había llamado así. Rous siempre tenía ese tipo de ocurrencias. 

Ella simplemente parecía seguir una línea de pensamiento totalmente distinta al resto de la humanidad y de repente soltaba frases como esa, tan loca. El significado exacto solo lo conocía ella. De todos modos la insinuación de que ella era su dueña lo hizo temblar. 

Y en su corazón sintió el aleteo de una pequeña esperanza. No quiso emocionarse demasiado puesto que si algo había aprendido es que con Rous era difícil saber a qué atenerse y aunque eso era algo que le atraía de ella, también lo hacía sentir desconfianza y estar inseguro. 

Estaban en medio de una calle transitada y ese no era el sitio ni el lugar apropiado para una conversación. Ni él tenía claro tampoco que quería decirle.

Ahora está aquí, frente a ella, que lo mira desde su altura, mucho más abajo, cabreada con él. "Que cambiante es" piensa Azaki. "Hace dos minutos estaba defendiéndome de Ayaka porque me pegó, y ahora está a punto de pegarme ella".

- No te rías así. Te merecías la cachetada. Pero no permito que te la de otra que no sea yo. No tardaste ni dos meses en buscarte un pendón desorejado para sustituirme. Eso no te lo perdono.

Él sonríe de oreja a oreja, todo contento, levanta los brazos y dice:

- Le recuerdo que usted me abandonó, señora. ' Ahora que la tiene cerca no puede evitarlo y la coge por la barbilla - Con su permiso tengo que ir a trabajar

Se da la vuelta y la deja ahí en medio de la calle y hablando sola. Ella también se da la vuelta y entra en su oficina. Aún le quedaban algunas horas de trabajo. 

......................

La tarde se le pasa deprisa, pensando en Azaki. Verlo de nuevo la hace recuperar muchos momentos con él. Ese hombre es uno de los más bellos del mundo, está segura de eso. Si quisiera podría ser modelo y no lo piensa porque a ella le gusta, es que es extraordinario. El corazón le estaba saltando en el pecho por muchos motivos.

Uno era por volverlo a ver y tenerlo tan cerca pero también porque estaba segura de que Azaki se había sentido mal por ignorarla y por eso fue a buscarla. ¿Eso significaba que aún sentía algo por ella? ¿Entonces la japonesa que pintaba en esta fiesta?. No le había quedado claro del todo, aunque él la había rechazado, ¿no?.

Y habíale dicho que ella, Rous, era la mujer de su vida. Se había quedado tan impresionada con toda la escena, que ahora estaba dudando de si había escuchado bien. De lo que sí estaba absolutamente segura es de que él le había abierto una puertita. Y esta vez Rous iba a aprovechar para entrar sin tocar ni pedir permiso. 

Estaba deseando ver a su hermana Alexa para que la aconsejara y además de eso la ayudara a pensar la forma de acercarse a Azaki y conquistarlo definitivamente. Sabía que su hermana menor era la mejor estratega del mundo. 

Ella le había contado todo lo que había planificado en el pasado cuando su ex novio la había engañado y realmente se había quedado impresionada con el nivel de inteligencia organizativa de su hermana. Ni un general lo haría así de bien. 

Ahora era Rous la que necesitaba una estrategia definitiva para traer de vuelta al rōnin de sus entretelas y convertirlo en samurái de nuevo.

En el pasado había cometido el tonto error de dejarlo escapar por un "quítame allá esa paja", o sea, por una bobada. Pero esta vez Rous, estaba dispuesta a superarse a sí misma para enfrentar sus miedos, trascender sus inseguridades y finalmente poner un pie en territorio asiático. 

Y que pedazo de territorio tenía Azaki, por Dios y la Virgen…

Cuando se conocieron, él fue siempre el que no paró de acorralarla intentando conquistarla y ganarse su amor. Esta vez le tocaba a ella dar la cara por él ¡y saldría vencedora, sin dudarlo!

Japón, iba a caer. 

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