NovelToon NovelToon

EL BARÓN DE PLATINO - En La 10 Dimensión.

London /2050/ Potosí

...Ya vivís en el presente...

...¿Queréis vivir en el pasado y el futuro al mismo tiempo?...

..."Si esto es real....

^^^como puede ser la existencia,^^^

...Existimos"....

En el año 2050, me encontraba en la plataforma aeroespacial de Londres, explorando los pasillos infinitos del Museo de Historia Universal junto al Director. La mesa plateada frente a nosotros sostenía una réplica perfecta de una espada del año 1555, resplandeciendo con filigranas en oro y platino.

— ¿De qué año es esta espada? —pregunté, maravillado por su belleza.

— Es del año 1555 —respondió el Director con orgullo—. Una réplica exacta según tus especificaciones.

Tomé la espada con reverencia, sintiendo su peso en mis manos y la historia que encerraba entre sus filos.

Un tiempo y tanto, en mi una de mis primeras incursiones al pasado en el Altiplano, por el año 1555, me uní a una caravana que se dirigía hacia Potosí. Entre los viajeros se encontraba María Teresa Alejandría, una joven pelirroja cuyo destino estaba destinado a cruzarse con el mío.

— Haría cualquier cosa por quedarme a tu lado para siempre —le susurré, deteniendo las vicuñas que tiraban del carruaje en el que viajaba María Teresa.

— ¿Qué significa esto? ¿Qué estado? —preguntó ella, desconcertada por mis palabras.

— No soy quien tú crees —respondí, luchando con mis propias emociones.

Desde el inicio:

"Si esto era real, como podía ser la existencia, existíamos."

Un día se abrió el libro salvado de las llamas de la Inquisición. En su interior, había increíbles mapas del mundo nuevo. Para salvarlo, se urdió el plan de la reina Juana de Aragón y Castilla, encerrada por su padre, don Fernando el Católico, en el castillo de Tordesillas, y su hijo, el Emperador Carlos Quinto, cuyo imperio llegaba «hasta donde se ponía el sol». La reina mandaría esconder el libro, en ese nuevo mundo.

Londres. Año 2050. La plataforma aeroespacial. El puente o tubo real-virtual de Londres se abrió en el umbral de la Plataforma Interespacial, hacia la Tierra; iba yo por allí en un móvil de velocidad ultrasónico, hasta el Portal Uno de Londres, al espacio de Historia Universal, amplio, con espejos que agigantan el espacio por las refracciones.

El Director abrió los pasillos infinitos, que oscurecían cuando la luz platinada se apagaba al llegar a esa área, en que había una mesa plateada con tapete de terciopelo guinda, encima una espada tipo sable, con filigranas en oro y platino. La perfección del diseño y los filos del sable chispearon al encenderse las luces del salón.

— ¿De qué año es? –interrogué.

—1555 –me respondió el sabio director del Museo de Londres y prosiguió: —Encontramos el año grabado en el dorso interior del puño. Esta es una réplica real-virtual, de acuerdo a vuestra invención. Es perfecta a como la describiste, según el texto de 1358…. hemos seguido todas vuestras directrices.

— ¿Dónde creéis está la original? –pregunté.

El Director me respondió, muy seguro de su respuesta:

—Sudamérica.

Yo le contesté:

—Supuse.

El Director muy entusiasmado, agregó: —Debéis buscar la original siguiendo el hilo de vuestros textos históricos. Los especialistas de Madrid, nos afirman que han confirmado vestigios de armas enterradas o perdidas en Potosí y ese es el lugar donde sucedió la mayor parte de la leyenda del Barón de Platino.

Yo, expresé entusiasmado:

—Es magnífico.

El Director, pasó su mano sobre la espada, mientras decía: — ¿Quedó excelente, no es cierto? Debéis ahora encontrar la original.

Yo: —Es vuestro plan y mandato.

Director, mostrándose satisfecho:—Vuestra investigación está yendo muy bien, Arlon Durand.

— ¿Puedo utilizarla?

— Por supuesto. Llevaréis otra copia exacta que será vuestra si se encuentra la original, datada de la Edad Media.

— Será un gran honor. Dígame qué debo hacer.

—Sigue la I.A.(Inteligencia ó A.I. Artificial Intelligence).

Levanté y sostuve el arma platinada, rescatada por la Realidad Virtual, que la elevó. Una estela de luz rebotó el movimiento que ella hacía en el aire mientras me llevaba a ejercer posiciones de esgrima.

De pronto estoy en el comienzo... Consigo los mejores movimientos de guardia y avance; la espada en mis manos, fortalece el diseño de esta historia. Entonces, se abren los ventanales de cada continente y la plataforma navega en torno a la circunferencia de la tierra, deteniéndose en el portal que deberé ingresar según el plan de acción.

🌍1555. El Altiplano, anaranjado, en la planicie rectilínea de la línea del horizonte, vibra la salinidad de la superficie, siluetas, distantes, cansadas, avanzan lento a cuatro mil metros de altura sobre el nivel del mar.

En la caravana de encomendados iban tres mujeres jóvenes, en unos camastros de totora, amarradas en el dorso de vicuñas y alpacas para no caer; las retrato y tomo imágenes con una cámara transparente, de 2040. Las banderolas del imperio español, vuelan al viento, en la proximidad del gran Salar, voy abrigado con poncho de lana de alpaca y solamente una espada y un arcabuz, traído desde Sevilla, para no levantar sospechas de que están a 500 años atrás en el tiempo.

Dejo la mula a cierta distancia para apegarme al carruaje en que acompañan varias monjas y novicias y una joven pelirroja me interroga: —¿Qué pasó? Por qué desapareció.

Yo le contesto: Vuestra madre no es mi madre.

Ella: —Entiendo… lo sé…

Yo: Mi madre era una gitana… mi padre era un pirata.

Ella:—Por qué me escondió que sabía.

Yo, teniendo que hacerla entender, le contesto: — No podía deciros, vuestra madre, me dijo, vete hijo, y abrió la puerta de mi aposento… entonces salí, corrí, subí al caballo y fui hasta el mar… embarqué en una Nao, y vine a este continente.

Ella parece avergonzarse: —Vos, José, fuiste criado conmigo, ¿y sabíais?

Yo que en realidad no soy José Trejo:—Sí, mi padre, no es vuestro padre, mi padre fue ese pirata llamado Mazar, el magnífico, y vuestro padre, enamoró a mi madre, se llamaba Malena, era una gitana, y ya venía yo en su vientre.

Ella :— Béseme.

La beso muy suavemente. Una ráfaga de frío se viene encima nuestro. Ella se esconde en el hábito y se cubre más, con la ruana de lana de vicuña, muy tibia.

Ella: — Amor... Pensé que esto era un pecado y entré al convento.

Yo:— La amo a usted. No pude quedarme en ese estado.

Ella: — ¿Qué dice? Qué estado.

Yo:— No soy lo que usted cree.

No se cómo decirle que no soy el Trigueño, José Trejo, de quien tomé su cuerpo en la inmersión real virtual.

Ella, ingenua y sin culpa, me escuchó sin comprender algunas cosas:

Ella me reclama mientras me larga la mano que me sostuvo mientras la acariciaba la mejilla paspada del sol y el frío de la cordillera y el gran altiplano de los Andes: — ¡Usted otra vez me viene a decir que no es de este tiempo!

Yo: — No sé cómo explicarle... pues no entenderá jamás. Nunca supuse amar así...– le afirmo hablándole cerca a su rostro – El hombre detiene a las vicuñas que arrastran ese carromato pequeño, en que va la condesa María Teresa Alejandría del Río Tajo, para que yo pueda hablar mejor con ella, en cuanto le susurro al oído: – Soy capaz de dejarlo todo por quedarme a su lado para siempre.

Ella: — Tendrá que decidirlo. Ya ve, voy llegando a mi destino... me enviaron a Potosí, al convento de las...

Yo: — No me lo diga...sé que hay varios conventos. No quiero saber. No puedo...

— No puede qué...

— No puedo y no debo interferir... en...su vida.

Ella: — Ya le dije, no es por vocación que entré al convento, fue por su amor. Cuando vi que usted era alguien imposible para amarlo.

Yo: — Intentaré verla... la buscaré por los subterráneos...

Ella:— ¿Hay subterráneos?

Yo: — Una red de subterráneos para sacar la plata por los conventos.

Ella suspira, es bella la pelirroja: — Ah... no sé qué será mi vida allí, tan lejos de España y usted no estará cerca mío.

Yo: — Por favor, si me quiere, no hable de esto a nadie... ¿Entendió?

Ella — Entendí...

Yo: — Está bien, mi amada María Teresa Alejandría, qué nombre hermoso. La volveré a ver...

Ella, muy tristona:

— ¿Cuándo?

Yo, caminando de prisa pues la caravana avanza e insisten en que el hombre arree de nuevo y vaya más rápido: — No le prometo un tiempo determinado... demorará, posiblemente bastante.

— ¿Cómo cuánto?

— Varios meses, quizá un año...

— Me cansaré de esperar.

— Ore... ore harto. Entréguese a Cristo. Espéreme. Debo hacer un trabajo grande. Aún debo definir quién soy yo.

Ella algo trémula: — ¿Esto es brujería?

Yo: — No, es una cuestión del futuro y el tiempo...

— Usted es un ángel...

— Seré tu Ángel, novicia hermosa, te cuidaré, desde lo alto... Me voy...

— Me asustas, eso de lo alto, solo puede ser el cielo... pero bueno, os esperaré... Ha,ha,ha —Ríe y luego se tapa la boca muy graciosamente, mirando si las monjas no la han escuchado –. Guardo de usted un recuerdo.

— ¿Qué?

— Su pieza interior...

— Graciosa... es usted única...no la olvidaré amor mío. La beso sin importarme nada. Se entregaría aquí mismo de nuevo, no puedo hacerlo. Su mente volvería a verme como a un espíritu.

— No tengo miedo de lo que usted sea. Si es un espíritu, un alma de otro mundo, un brujo, un diablo inclusive, lo amaría.

— Cállese... no quiero que piense nada de eso.

Ella, casi lagrimeando: — Si quiere aquí mismo, me voy con usted. Quiero ser suya para siempre.

Yo: — Adiós, la buscaré. Debo desaparecer.

María Teresa Alejandría se queda temblando. El espectro cibernético le produjo temblor y se cubre con las mantas. La caravana sigue su camino, por ratos resbalando las ruedas y patas de los animales en la sal y el hielo de la nevada de hace tres días.

A pocas horas de pasar al borde del salar de Uyuni está:

La Villa Imperial del Emperador Carlos Quinto en la América del Sur: Potosí-.

🌍 En la actualidad

de 2050

Ciudad de Potosí

Llegué aquí hace dos semanas. Mi nombre es Arlon. Visité varios lugares, pero faltan algunos monasterios y conventos.

Estoy iniciando mi trabajo para mi tesis de Masterado en Realidad Virtual e Inteligencia Artificial mancomunada con la cibernética e ingeniería y ciencia ficción, en el cine y la literatura.

Tengo 23 años, estudié cinematografía y ciencia ficción en I.A. o A.I. realizando cursos especializados en varias metrópolis del mundo.

Tengo una sala montada con un equipamiento A.I. o I.A., producto de la quinta revolución industrial, apta para lo que estoy ejecutando en el Museo de Historia Moderna de Londres enlazado con el Museo de la Plata en Potosí, que me ha otorgado la Unesco, como espacio para armar esta odisea virtual, recuperada de un argumento antiguo, escrito al final de la edad media, un legajo histórico: los documentos inmersos en el cerebro de la fuente electrónica que accedo al apretar comandos de Entrada (Enter) en mi pulso.

Flota el teclado y amplía la dimensión de la pantalla tipo cinemascope en tecnología de Quinta

En cierta parte el camino, las caravanas ingresadas por el Pacífico hasta el altiplano, se dividieron, una alcanzaría más hacia el sur, la ciudad de Potosí, y la otra se fue a Chuquisaca. Allí a esa lugar llamado Charcas en que se levantaba una ciudad, iba a un convento la bella María Teresa Alejandría.

Mientras cruzaba lo último del deslumbrante paisaje del salar de Uyuni, quedé maravillado por la vasta extensión de sal que se extendía hasta donde alcanzaba la vista. La luz del sol brillaba intensamente sobre la superficie blanca y reflejaba un resplandor deslumbrante que casi cegaba los ojos. A lo lejos, pude divisar la caravana en la que viajaba María Teresa Alejandría del Río Tajo, reflejada en el espejo natural creado por el agua que cubría el salar en esa época del año.

La imagen de la caravana perdida en el horizonte, reflejada en el espejo natural del salar, me dejó sin aliento. Era como si estuviera viendo una ilusión en medio de aquel vasto mar blanco. El contraste entre la calma del paisaje y la emoción que sentía al contemplar la escena me hizo reflexionar sobre la extraordinaria aventura en la que me encontraba. Era un momento de asombro y contemplación, que quedó grabado en mi memoria para siempre.

De vuelta en el presente, en Potosí, continué mi investigación con la ayuda de mi androide humanoide asistente Stephen Caveinter. Cada descubrimiento me acercaba más a desentrañar los misterios del pasado y encontrar la legendaria espada que tanto ansiaba.

— ¿Cómo te sientes acerca de este descubrimiento, Arlon? —preguntó Stephen mientras revisábamos los datos en el museo.

— Es emocionante, Stephen. Estamos más cerca que nunca de encontrar la verdad —respondí con determinación.

Pero mientras avanzaba en mi búsqueda, el recuerdo de María Teresa seguía tras de mi. La promesa de un amor imposible y las emociones encontradas se mezclaban en mi corazón mientras continuaba mi camino hacia el pasado.

Finalmente, al llegar al Salar de Uyuni, contemplé el reflejo de la caravana en el espejo natural del salar. Era como si el tiempo se detuviera por un momento, y en ese instante, supe que mi aventura apenas comenzaba.

Con estos pensamientos en mente, continué mi viaje con renovado vigor, decidido a enfrentar cualquier desafío que se interpusiera en mi camino. Porque sabía que al final del camino me esperaba la verdad que tanto ansiaba descubrir.

La montaña que lloró plata

SUMACK ORCKO

ALTO PERÚ, 1545.

...Silencio total del cielo…...

...Vacío de viento, el espacio y el tiempo se transportan, pasa en fusión singular de luz y color partiendo de una hoguera. ...

Dos continentes, dos tierras, casi iguales en siluetas cordilleranas, convergen desde una montaña de libros, en Tordesillas, retratada en mapas y escritos que cuentan del fuego de la inquisición, y me sale en la pantalla virtual, una escena en que se fusiona otra idéntica que es una montaña andina en el altiplano del Virreinato del Perú. En la que, el personaje, Diego Huallpa, al amanecer de un día para la historia, mientras buscaba una oveja extraviada, quedaría sorprendido al descubrir el cerro que hubo de llorar plata en la madrugada de la revolución industrial.

La fogata encendida luego de haber apreciado el eclipse de sol y luna, apartó nubes y vientos, iluminó, increíble el lugar sagrado de los Incas, calentó la superficie de la montaña cónica derramó hilos del precioso metal plateado, dejando contento al joven andino, que corrió feliz, por la planicie ondulada en que se construirá la Villa Imperial y exaltado fue a contarle a su patrón, en Porco, un paupérrimo poblado andino.

El patrón, un encomendado español, descuidó su instinto individualista y participó de inmediato la noticia a España.

El hallazgo universal del encuentro de ese cerro repleto de plata, resultó en el más increíble de la historia moderna, y se inicia la epopeya de la plata, levantando la villa, de Potocsi, que significa:

El que lloró plata.

En mi pantalla, fue fantástico el efecto de retroceso: se produjeron imágenes fundiendo la historia cual una película que termina exactamente como en el guión diseñado; o como lo vayáis pensando. Mientras el texto, se amplíe, el armado visual, será mejor, pues tiene dominio propio al crear sobre las bases reales supuestas, bajo mecanismos virtuales, pero se debe dirigir bajo precaución y exactitud, cualquier esquematización de inserts, (injertos en la edición) que puedan interactuar junto a personajes ya existentes en la inmersión sobre el argumento creado previamente por uno o un grupo de guionistas de la historia que queráis crear virtualmente.

Este es el primer capítulo, ahora debo organizar trechos sueltos de escritos anteriores o posteriores que se acoplarán según el orden que decida, al mismo tiempo que me sitúo físicamente en lugares posibles del relato, y ya inmerso en la realidad virtual creada, los datos captados por la relación de informes o fuentes obtenidas, bien descritas y que se puedan estructurar, se verán en la pantalla como un film.

Después de tomar mate de coca para mantenerme bien a la altura de 4.067 metros sobre el nivel del mar, pasé a ver unas casonas antiguas de la antigua Villa y he aquí lo que armé y vi en la pantalla:

POTOCSI

1555

Cinco años después de aquel momento de Diego Huallpa, la llanura al pie del Sumac Orko, en la Villa Imperial de Carlos V, ha cambiado. Son dos mundos. El antiguo y el nuevo, pero la reproducción arquitectónica tomó características de cualquier ciudad de España, conviniendo en que, cualquier viajero se siente transportado en la realidad y tiempo.

El nuevo mundo, recién comienza a poblarse. Es el tiempo de la plata. Como en Potosí que va creciendo jalado por cuerdas ásperas a la manera de los barcos, levantando en vez de mástiles y velas, torres, casas y templos españoles, cuyas barandas de bronce en rejas y balcones, puertas de finas maderas, portones armados y clavado vistosamente por enormes tachones y clavos de cabezas talladas en bronce y plata, que forman botones de rosas y lirios, parecen más bellas que en la península ibérica; las tijeras y vigas se cruzan en andamios cual plataformas, donde los albañiles traídos de España y Portugal, cierran techos, sostienen escaleras, se detienen casi pisando en el aire; martillean el espacio; el cerro Sumac Orko (el que llora plata) al fondo, parece observar, en silencio. Ha corrido la voz al mundo. El cerro es imán. Hombres llegan del otro lado del orbe, indígenas claman. Una levantada produce muertes. Potosí, crece. Las minas extirpan metal convertido en lingotes, bordearán el inmenso salar de Uyuni, perdiéndose por montañas andinas, al litoral, en que embarcan en naos de retorno, veleros que zarpan de Chile y bordean la costa del Virreinato del Alto Perú; salen de América del sur, en corrientes propicias de la ruta del Pacífico, cruzan Panamá, al Caribe, atraviesan el Atlántico, hacia la Iberia; van y vienen las naos, los puertos europeos, especialmente en España y Portugal, se ha dividido el mundo mediante el Tratado de Tordesillas.

Es común, venta de pasajes, subir a marineros en esos puertos; presos, engrillados aún, cadavéricos, perdidos mentalmente, transportados desde oscuras celdas a espacios de sol, mar, montaña y nieve, desiertos, indios, oro y plata.

Pero en esas carabelas y enormes naos de la marina, no solamente van aquellos, arriba de los sótanos, en camarotes se acomodan pasajeros independientes, abajo esclavos, pobres, abandonados, claman subir y pagar, limpian vómitos en babor y estribor; en la borda, casi siempre repleto, en las naos mayores, se albergan grupos de damas y nobles de corte, en calidad de encomendados para fundar pueblos en los virreinatos.

El movimiento marítimo que mueve el traslado al nuevo mundo, acarrea también vacas, caballos, especias y mercados completos.

Es una sensación increíble lo que siento más allá de mi imaginación al escribir estos primeros capítulos. Otro texto escrito también años atrás, me proporciona las siguientes imágenes:

EL CASTILLO

DE TORDESILLAS

ESPAÑA 1555

La reina Juana la Loca, agoniza…

Las imágenes me enternecen, son dolorosas, allí está la famosa reina de la cual leí bastante, pero cada vez me fascinaban más los filmes sobre ella, y ahora me aparece y casi puedo ya hablar con ella en persona, pero es imagen virtual aún. Debo atender y respetar la secuencia:

Una mujer llega. Habla al carcelero de la reina. Ingresa en la celda. «Debéis llevarla inmediatamente a su aposento», dice Doña Virginia Lerán.

— Señora, yo soy el encomendado para velar por la reina, ella está loca, no podemos permitir que...

— Es demasiado para una mujer y más para una reina… inaudito que ella padezca de esta manera. ¿No veis que va a morir? Déjeme hablarle: ¡Señora, mi señora, mi señora! – Se aproxima a su oído suavemente. Le acaricia las manos. Doña Juana parpadea. Reconoce la voz. Su espíritu crece, saliendo a flote de las profundas aguas de su inconsciencia, le mira y sonríe levemente – Estoy aquí, junto a usted, he venido para acompañarla unos días, quiero que se sienta tranquila – Mira al hombre y le grita: – ¡Usted está peor que don Luís Ferrer! Ya es bastante, déjenla vivir como merece. Es madre de don Carlos Quinto. Él puede saberlo y...

— Ja, ja, ja. Don Carlos Quinto está recluido como ella en otro castillo.

— Entonces el hijo de don Carlos y nieto de mi señora, don Felipe, tendrá que saber que tratáis a su abuela de esta manera.

— El Rey Felipe, recién será coronado, por ahora no tiene poder y cuando lo tenga, no querrá saber de una abuela que desvaría y habla a los muertos, especialmente a quien fue su esposo y sus mismos padres, los reyes católicos.

— Sois un despiadado.

— Señora, no os permito, dejé que pasaras a verla, pues sé que fuisteis una de sus principales azafatas.

— Era muy joven cuando vine aquí la primera vez, a este castillo maldito – se persigna –. ¡Por Dios! Que la reina tenga una muerte más digna. Vengo desde el río Tajo, quiero ayudarla, limpiarla, bañarla, cambiarle ropas; ella me ha reconocido, vengo cada año, no penséis que saldrá algo malo de todo esto. Me mantendré en la línea de las reglas del castillo.

— Está bien señora doña Virginia. Pondré a vuestra disposición dos ayudantes para hacerlo. Pero os advierto: cuidado de intentar hablarle lo que ella cree que es verdad y es mentira.

— No os preocupéis.

Virginia Lerán, ayudada por unas damas jóvenes de Tordesillas, la sumergen en la tina, mientras ella abre los ojos dentro del agua y mira ese estado líquido y su mente la transporta al mar en escasos segundos, pero levantan su cabeza y le dan baño aromático preparado de claveles y rosas. La secan cubriéndola de toallas tibias y peinan desenredándole las canas, le hacen un moño; la sientan en un sillón de almohadas finas. Luego la acuestan. El cuerpo de la infeliz reina se lo pide y descansa en la tibieza de las frazadas.

El custodio de la reina le mira, pasando discretamente la puerta, por la cual entra el frío de las montañas.

— ¿Me permitís leerle un cuento? ella siempre se ha tranquilizado escuchando cuentos – el hombre hace un ademán, pide mirar el libro. - Son apenas cuentos de niños, se quedará tranquila, dormirá. Luego veremos cómo reacciona a estos últimos momentos, vos, señor, quedaréis tranquilo ¿o preferís escucharla llorar y gemir y guardaros eso en vuestra mente toda la vida?

— Está bien.

El libro es abierto. Virginia Lerán de Hungría, se sienta próximo a la reina. Y comienza:

«Era una vez una princesa, que en sus manos tuvo un libro azul, y su niña amiga sopló el fuego y quiso quemar las hermosas páginas, que han volado cual tres mariposas, hacia la mar, y las tierras nuevas serán sus próximos jardines».

— ¿Qué historia es esa? – Pregunta el custodio de la reina.

— Son palabras de sentido oculto para personas como ella.

— Señora...

— No son claves... ¿Qué entendería una reina loca, si no el encanto luminoso de la primavera, expresado simplemente así?

— Cualquier palabra demás, será un problema para vos, señora.

Virginia sonríe y prosigue.

“Han de navegar las bellas damas, llevando en sus manos las hojas para ese jardín azul...

Entonces, como en un corte cinematográfico directo, entra la siguiente escena, tras un sutil movimiento de lugares:

Puerto de Cádiz: velas, timones, sogas

PUERTO DE CÁDIZ

1555

Esto es espectacular…

Me acomodo para ver el paisaje marítimo de la más bella ciudad costera de España desde la época de los fenicios:

Todos sus puertos repletos de movimiento, velas, sogas, mástiles, timones; caminos hacia el interior del reino, carruajes y castillos.

Por una de las calles que llegan a la plataforma de las catedrales de Cádiz y al Templo de Santa Cruz, un carruaje se detiene y bajan tres figuras femeninas que se dirigen hacia la orilla del mar. Se pierden entre mercaderes y soldados, miserables y nobles, capitanes, esclavos y marineros que van y vienen en la misma dirección.

El mar desde arriba es una magnífica visión del orbe. Redondo como una naranja – había dicho Cristóbal Colón.

Tres pares de pies femeninos enfundados en botines de cuero fino pero buenos para todo camino, llevan a esos cuerpos perfectos, lineales ondulados, como los perfiles de las montañas de Extremadura, de dónde son oriundas esas preciosas joyas humanas, vestidas discretamente elegantes.

Entre los velos que penden del sombrero arqueado que cubre parte de los rostros, se distingue la belleza extrema. Sí, son bellas, una es morena clara, de cabellos negrísimos, la nariz perfecta apunta entre el velo verde esmeralda, mientras sus ojos indagadores revisan el puerto. Allá las velas, las naves se aprontan para una emigración más.

La otra es pelirroja, su nariz casi griega bien delgada en el tabique, le da una puntilla preciosa como una espina que guarda la rosa de un jardín. Su velo color naranja tierra, le va a la cabellera ondulada, que cae hasta los senos y media espalda, la cual es arqueada y cuyo torso armado le diseña una silueta bien más delgada y espléndida que de la primera.

La tercera es rubia, de piel sonrosada, labios quizá mejor diseñados que de las anteriores, sus ojos son del color del mar, pero de ese claro azul que bordea los arrecifes y de encima de los corales que existen solamente en los mares tropicales del orbe. El cabello rubio le cae débilmente ondulado, casi lacio, hasta la mitad de la cintura, y como es resbaladizo, le sale del sombrero, incomodándola al levantarlo de entre el velo azul celeste.

Suben la rampla que lleva a la plataforma del templo de la Santa Cruz, frente al mar. En el umbral, se quitan el velo de color y cubren sus cabezas por tules negros calados, que llevan aplicaciones de finísimo y liviano encaje; esas muchachas de diferentes tonos de cabellera, que han mirado hombres y las mujeres en el recorrido al bajar del carruaje y siguieron disimuladamente algunos por varias cuadras, mientras ellas caminaron, disque mirando como si conocieran el lugar, mezclándose entre la gente para no llamar demasiado la atención.

Así, medio despistadas, entran al templo, como para que alguien diga: estas tres damiselas, son buenas, y no como las que más, que van embarcando a las naos, para bailar flamenco en las noches de mar adentro. Estas jovencitas, no tienen más de veinte años; la mayor, parece la morena clara, y la menor, la rubia de dieciséis años; aparentan ser de este puerto, de aquí mismo y que conocen a la gente; entonces no les miréis mal, que sus padre, puede ser el de la espada de plata que hace parte de la corte del rey de España y según dicen, vive en un lugar apartado y secreto entre las montañas de Badajoz.

Podemos ingresar junto a ellas al sacrosanto altar de ese templo precioso, que tiene en el centro una hermosísima cruz del tamaño de la que alzó al Cristo, y que le brotan en la corteza de madera antigua, rubíes de varios tamaños semejando gotas de sangre.

Las tres bellas, van hacia el altar y asientan una taleguilla dorada repleta de piedras; y sabemos que es eso; pues suenan y retumban en la preciosa cúpula; apócrifamente hecha por Michelangelo Buenarroti en una supuesta estadía del genial pintor en Cádiz, por los años cuatrocientos y tantos.

Los cendales de las muchachas, les caen al suelo, cuando, como arábigas preciosas, se mueven lentamente entre los espacios taciturnos del altar.

Una monja muy humilde, viene y habla a la morena clara y alza el saquillo de piedras y vuelve hacia el interior del templo. El esplendoroso piso, relumbra al reflejo de las velas encendidas, que portan algunas beatas y lloran suplicando piedad para quienes partieron al otro mundo. Al nuevo mundo, quiero decir.

Ahí las disfrutáis, ahora sí, de rostros nítidos frente al Cristo y a la cruz de márgenes de oro y esmeraldas que encuadran la sangre rubicunda artísticamente creada por un gran orfebre, utilizando piedras y brillantes.

— Orad conmigo – pide la morena clara.

— Sí, Isabela – responde la pelirroja.

— No habléis fuerte pues las señoras de la Candelaria os conseguirán escuchar.

— Sí.

— Comenzad vos – pide la morena clara mirando a la rubia.

En fin que os las presentaré… pero no digáis mucho sus nombres pues lo llevan en secreto, y este momento único, es muy delicado. Ellas se están despidiendo, evitando lágrimas, pues deberán iniciar pronto el primer viaje de sus vidas, así de largo digamos, como ir al otro lado de la mar… dese océano, allí al frente, que les intriga, pues habían escuchado que el mundo acababa después de la línea del horizonte…ellas son de menor a mayor:

Fenicia Helena Romana, la rubia; María Teresa Alejandría la pelirroja, e Isabela Lerán, la morena clara: Condesas del Rio Tajo, Trujillo. Son las hijas de doña Virginia Lerán de Hungría, la azafata que estaba hace un momento hablando al carcelero de la reina Juana de Aragón y Castilla, la pobre reina loca, que es madre de don Carlos Quinto, el emperador de todo el nuevo universo, que se está agigantando ante los descubrimientos de Colón, Américo Vespucio y otros que serán inmortales.

Ahí, entonces tenéis a los personajes femeninos protagónicos de este momento histórico, en muchos años que ellas vivirán, desde este período y les contaré amablemente algunas facetas de su juventud.

—Orad… no tembléis, Fenicia Helena Romana, debéis aprender a orar sin miedo en momentos como este… serán muchos – solicita Isabela a Fenicia.

La joven rubia inicia su oración y su voz tiembla, como si un hombre la estuviera mirando, pues es tímida, muy movida por el intelecto, se dirá, siglos adelante, cuando se descubra que la mujer es pensante y creadora, y que su mente es tan ágil como la del hombre para soñar despierta, mientras hacen cosas menos arriesgadas que luchar en las cruzadas, pues se cree que lo más molesto es caminar descalzas sobre las piedrecillas de las aguas de un riachuelo pedregoso como el de las Antillas hasta los Alpes, o como en el río Tajo, esas tres doncellas corrían a bañarse mientras pasaban días en el campo.

—Señor, guiadnos, acompañadnos, cuidadnos, estaremos en la mar, en esas lejanías terribles, repletas de añoranza por la casa amada, y el calor de las pieles, de las sábanas planchadas por orden de… oh madre mía, nos vamos, señora, estaréis lejos y no sabemos hasta cuándo. Señor… que este viaje sirva para la causa que llevamos a cumplir.

— Está bien – la detiene Isabela – Ahora vos María Teresa Alejandría.

— Señor, puesta la fe en vos, que la maravilla de vuestra creación, que os permitió ser padre, hijo y espíritu santo, nos ilumine, en este camino hacia…

Alejandría como le llamaremos únicamente y a veces María Teresa Alejandría, se calla, sostiene lágrimas. Mueve la cabeza pidiendo no más sufrimiento… no más despedidas.

— Continuad — suplica, casi ordena, Isabela.

— Señor, mi hermana Isabela es la más fuerte, la más estudiada, la mayor, y aquí, ahora ella nos lleva, por tanto, os doy gracias señor, nada más, que por darle a ella, todo lo que pida, todo, que se cumpla como estimado y deseado.

— Amén – se persigna Isabela.

— Amén…amén… expresan Fenicia y Alejandría.

— Señor — expresa ahora Isabela, mirando a la cruz – No me abandonéis nunca. Llevadme de la mano, hacia donde debo ir. Que mis sueños se cumplan, que los realicemos sabiamente, que lo que ha querido nuestra madre y nuestro padre, nuestra reina, sean realidades alcanzadas para el bien de la humanidad, para el bien de todos quienes estaremos en este tiempo y esta historia.

Amén.

Algunos minutos más de oración profunda, personal, las mantiene allí hincadas, después se levantan lentamente y caminan hacia atrás mirando siempre al altar, van como los cangrejos. Al acabar los asientos, se hincan y persignan. Ya afuera, les espera el océano Atlántico, mirándolas enormemente feliz.

El planeta es aún incognito. Por los menos ya saben algunos que gira…y el nuevo continente está allí, al otro lado, y sospechan los españoles y los italianos que eso de más allá, de donde se acaba la tierra y se pone el sol, no es el mismo mundo, sino uno nuevo.

Son continentes claro. Ya tiene nombren, se llama América y el encuentro de los dos mundos le está generando cambios terribles en su cuerpo y alma, pero más en los bolsillos y en los costales de oro y plata que desembarcan las naos que aparecen en el horizonte sin fin y que encostan en cualquier parte de la orla de Cádiz, pois falta campo, ingresando también por el canal hacia la Bahía de Cádiz, que parece oculta tras esa bella e inquietante forma que tiene el enorme archipiélago y ese esquelético arrecife de tiempos atlánticos quizá, fundido en la tierra del borde continental de esta punta europea donde se encuentra el puerto más famoso del mundo por estos tiempos.

Y sigue bajando oro y plata, viniendo en más y más naos que son de la riquísima corona española.

Desde Guanajuato hasta Potosí la tierra es excavada en minas que generan la riqueza dorada y plateada.

Download MangaToon APP on App Store and Google Play

novel PDF download
NovelToon
Step Into A Different WORLD!
Download MangaToon APP on App Store and Google Play