Soy Alexander Jones tengo 35 años y estoy debatiéndome entre la vida y la muerte, no puedo abrir mis ojos, solo escucho los sonidos a mi alrededor, puedo sentir y escuchar todo, pero mi cuerpo yace inerte en la cama de en un hospital cualquiera, la única persona que me acompaña es mi único y verdadero amigo Marcus, no tengo muy claro por qué estoy inconsciente, ni tampoco puedo explicar cómo mi mente puede estar consciente y mi cuerpo no, para iniciar a organizar mis ideas y recordar cómo y cuando llegue aquí debo iniciar desde el principio.
26 años atrás
Estoy solo en las calles de esta ciudad trabajando en cualquier cosa que me de dinero, en ocasiones vendo dulces, en otras ayudo con el aseo de alguna cafetería y también canto para ganar dinero extra, este es un don que herede de mi madre, que tiene una voz de ángel, hasta hace poco ella trabaja en un restaurante y en las noches hacia pequeñas presentaciones a las que yo asistía, para acompañarla y estar juntos.
Tengo hambre pero debo ahorrar todo lo que tengo y así llevar comida a mi madre, a mis escasos 9 años me ha tocado dejar de ser un niño y comenzar a pensar como adulto, todos los días me levanto muy temprano y me dirijo a la tienda que está a dos cuadras cerca de donde vivo con mi madre quien lleva semanas sin poder trabajar debido a una enfermedad que desconocemos, se puede decir que nuestros recursos económicos son muy limitados y no nos da para ir al médico, por lo que me ha tocado dejar la escuela y salir a trabajar, llego diariamente y ayudo a la señora Mey ling a limpiar la tienda antes de abrir por lo que ella me da alguna moneda y algo de comer, lo que no dudo en guardar y llevárselo a mi madre, termino de lavar los pisos y la señora Mey me da un abrazo y me da un sándwich, feliz me dirijo veloz a la casa y mi madre impaciente por levantarse y recibirme con los brazos abiertos cae al suelo por la debilidad de su cuerpo, me asusto al verla caer pero agilizo y la ayudo a levantarse
- Mama sabes que no debes levantarte así, te puedes lastimar – le digo con tristeza al ver el moretón en sus piernas debido a la caída
- Lo siento bebe, mama solo quería recibirte – me dice con un beso en mi frente
- ¿Cómo te has sentido? – le pregunto
- Ahora que te veo me siento muy bien, tanto que podría salir a caminar contigo – me dice con un brillo en su mirada
- Perdón mamá pero debo ir a trabajar, mejor hagamos algo, quédate en cama y te prometo que el sábado salimos a caminar un rato, ¿te parece? – le propongo, ella hace un gesto de desánimo pero asiente con la cabeza
Salgo de casa para llegar hasta el lugar donde hay gran flujo vehicular, en cada semáforo en rojo camino entre los autos ofreciendo los dulces, muchos me compran, pero también están los que me insultan, me gritan, me miran con desprecio y hasta me hacen gestos de desagrado.
Son casi las 9 pm y ha sido un día no muy productivo, me dispongo a ir a casa, no sin antes comprar comida, llego a la tienda de la señora Mey y pago por algunas cosas, salgo y camino rápido entre los callejones que son muy peligrosos a estas horas de la noche, estoy a tan solo una cuadra de mi casa y veo a la distancia un grupo de tres hombres golpeando a alguien, trato de esquivar mi mirada y seguir mi camino, pero los gritos de dolor aquel hombre no me dejan seguir de largo, busco en la calle algo para golpear a esos malos hombres, tomo 4 piedras grandes y aprovecho mi gran puntería y a una distancia certera les lanzo las rocas.
- Oigan, imbéciles, déjenlo en paz – les grito al tiempo que les lanzo las piedras que logran golpear en la cabeza a dos de los 3 atacantes.
- Cojan ese maldito niño – grita uno de los mal heridos y salen todos detrás de mi
Corro demasiado rápido porque mi vida depende de ello, les llevo suficiente ventaja, paso entre los jardines y caminos de algunas casas hasta perderlos, voy nuevamente veloz hasta donde quedo aquel hombre, lo tomo entre mis brazos y lo ayudo a medio caminar para llevarlo hasta mi casa, al llegar mama se sorprende al verlo, le explico lo sucedido, mi casa es muy pequeña y solo tiene dos camas lo suficiente pequeñas para 1 sola persona, acuesto al hombre en mi cama y voy a tomar un poco de agua y alguna prenda limpia para asear sus heridas, humedezco la prenda y comienzo por su rostro que está demasiado golpeado, ya en la tenue luz de la habitación puedo observar a un hombre de unos casi 50 años, con su cabello entre blanco y negro, alto, de piel blanca y muy bien vestido, no parece un vagabundo, más bien parece alguien de buenos recursos, termino de limpiar sus heridas y voy a preparar algo de comer, aquel hombre le doy un té caliente porque no creo que en su estado pueda masticar, trato de ayudarle con su cuerpo para que pueda sentarse y beber lo que le doy, luego lo dejo descansar, llego donde mama y le ayudo a ponerse de pie para que se siente a la mesa conmigo.
- Eres un buen niño – me dice mama
- No podía dejar aquel hombre en la calle – le digo
- Lo se hijo, tu corazón es muy grande y tu conciencia no te hubiera dejado ignorar ese mal – me dice
- ¿Cómo has estado hoy mama? – le pregunto por su estado
- Igual hijo – me dice
- Voy a buscar algún lugar donde pueda trabajar de noche y así reunir el dinero necesario para ir al médico – le digo
- No hagas eso hijo, tu ni siquiera deberías estar trabajando, deberías estar en la escuela y jugando con los niños de tu edad – me dice con llanto
- Si hago eso mama no podríamos comer – le digo
- Soy una mala madre – me dice con lagrimas
- No digas eso mama, eres la mejor del mundo y te amo, yo solo quiero que te mejores y te prometo que cuando sea grande voy a tener mucho dinero y nunca más nos tendremos que preocupar por nada – le digo con entusiasmo
- Lo se hijo, sé que serás un gran hombre – me dice con gracia por mi efusividad.
Pasan dos días desde el incidente con el hombre, esta vez se levanta de cama con dificultad pero puede hablar y se presenta
- Me llamo Alan Jones y te debo la vida – me dice
- Mucho gusto señor, mi nombre es Alexander Carter y ella es mi madre Grace Carter – me presento, veo que el observa mama y ella a él, es como si se conocieran
- Lo sé, tu trabajo conmigo un tiempo – me explica
- ¿De verdad? – pregunto sin entender porque mama aparento no conocerlo
- Debo regresar a mi casa, puedes ayudarme – me dice
- Claro señor, lo llevo a una parada de autobús – le digo
- Prefiero tomar un taxi – me dice
- Señor creo que no tiene dinero, recuerde que le robaron todo lo que tenía – le digo
- Lo sé, pero ya solucionare cuando llegue a casa – me responde
- Mire tome esto, creo que al menos le alcanzara para pagar algo del taxi, ya en su casa ajusta el resto – le digo dándole las pocas monedas que tenía para la comida
- ¿Pero y tú? – me pregunta
- No se preocupe hoy será un gran día y recogeré mucho dinero, ahora vamos que se nos hace tarde – le digo tomándolo del brazo y saliendo rápido de la casa
El alcanza a despedirse de mama con un dejo de nostalgia en su mirada y sale conmigo, caminamos un par de cuadras y llegamos a la vía principal, le ayudo a parar el taxi
- Suba señor – le digo abriéndole la puerta del auto e indicándole que se suba
- Gracias niño, no sé qué hubiese pasado si no llegas para ayudarme – me dice con agradecimiento
- No se preocupe señor Alan, lo importante es que está bien, le deseo una vida feliz – me despido
Veo como se aleja el auto y camino lento hasta llegar al lugar habitual para otro días más de trabajo, parado a un costado de la calle vendiendo mis dulces o cantando, eso depende de las circunstancia
Pasan los días y mama se ha sentido más decaída que de costumbre, he logrado conseguir un trabajo en la noche en un restaurante sacando la basura y lavando platos, estoy reuniendo el dinero para ir al médico, me paso los días de la siguiente manera, en la mañana voy y ayudo a la señora Mey; en el día me paro en un semáforo para vender dulces y en la noche trabajo en un restaurante en diferente labores, muchas veces me he sentido desmayar del hambre o del cansancio, pero el recordar a mama tan enferma me da fuerzas para seguir.
Narra Alex
Después de casi un mes de duro trabajo he logrado reunir lo necesario para la cita, voy directo a casa con la comida que me han regalado en el restaurante, corro tan deprisa que no me doy cuenta que me siguen, llego a casa pero antes de entrar me tiran al suelo de un golpe, volteo a mirar y mi sorpresa es grande al ver a los tres hombres de la otra vez que estaban golpeando aquel hombre.
- Con que aquí vives maldito niño – me dice uno de ellos
- Por favor déjenme – les grito suplicante cuando dos de ellos me están agarrando de mis brazos
- Ya no eres tan valiente, ¿verdad? – me dice uno de ellos
- Lo siento, no fue mi intención golpearlos – les grito muy asustado, en ese instante sale mama casi arrastrando sus pasos
- Suelten a mi hijo inmediatamente – les dice amenazándolos con un palo, ellos se miran entre si y se ríen
- Deja de jugar mujer – le dice otro quitando el palo que ella llevaba y lanzándola al suelo
- Deja a mi mama en paz maldito – le grito con furia
- Tu nos debes una golpiza – me dice con risa
Luego de eso todos comienzan a golpearme, en medio de todo ese dolor, escucho los gritos y el llanto de mama, ellos no se molestan el ver la tristeza de ella y en cambio me golpean con más fuerza, siento caer nuevamente al suelo, pero antes de perder la consciencia veo a mi mama caer al y convulsionar.
Me levanto en la cama de un hospital con uno de mis brazos fracturado, siento que mis ojos son tan grandes que ni siquiera puedo abrirlos bien, grito para ser escuchado y que alguien me dé razón de mi madre, en ese instante llega una enfermera
- ¿Qué sucede? – pregunta
- ¿Dónde está mi madre? – le pregunto con insistencia
- Lo siento pequeño, ella murió – me dice, me quedo sin entender sus palabras
- No es posible, quiero verla – grito
- Perdón niño, pero creo que eso ya le corresponde al doctor, ¿tienes familia a quien contactar? – me pregunta
- No, solo somos mama y yo – le digo llorando, ella se acerca y acaricia mi cabello
- Es una pena que tu mama ya no esté – me dice mientras me abraza para tratar de consolarme
- Ella no puede estar muerta – grito y en ese instante entra el doctor
- Buenas tardes, soy el doctor Smith – se presenta
- Quiero ver a mi mama – le exijo
- Tu madre sufría del corazón, tenía una miocardiopatía, que es cuando el musculo cardiaco se vuelve débil y es algo congénito, cuando la ingresaron a la clínica ya no tenía signos vitales – me explica y no entiendo, solo recuerdo el nombre de la enfermedad de mama.
Paso el resto del día llorando y sin querer probar bocado, las enfermeras pasan regularmente para revisar mis signos vitales y el estado de mis heridas, horas más tarde llega una mujer con una apariencia sombría, dice ser de servicios infantiles, me informa que de ahora en adelante el estado se hará cargo de mi al no haber ningún familiar que se ocupe de por mí, en este preciso momento casi desee conocer el nombre de mi padre, de esta manera no me sentiría tan solo, pero mama nunca me hablo de él, solo me dijo que ella lo amaba mucho y que no podía decirme quien era, ya que él nos abandonó, que lo único que yo necesitaba era ella y todo su amor, lo odio por dejarnos sin importarle nada, pero solo hoy quisiera conocerlo y hacerle tantas preguntas, mama ya no está y no sé qué será de mi vida en adelante.
Pasan los días y me llevan a un lugar de acogida, al llegar me conducen a una habitación donde hay varias camas, me indican donde debo guardar mis cosas para luego mostrarme el lugar, en comparación con mi casa es mucho mejor, pero eso no quita lo solo que me siento, después de terminar el recorrido me acomodo en mi cama, minutos más tarde llega otro chico de unos 12 años promedio y se presenta como Marcus, me cuenta que ingreso aquí desde los 4, que vivía con su madre, pero que ella un día se cansó de él y lo abandono, su historia me conmueve.
Pasan los días y Marcus se ha convertido en mi mejor amigo, los niños más pequeños son lo que tienen más probabilidad de ser adoptados, mientras que los más grandes no, solo deseo crecer y salir de aquí, Marcus me enseña cómo sobrevivir a los más grandes que siempre se quieren aprovechar de nosotros, nunca me he dejado de nadie, por lo que me he involucrado en varias riñas por hacerme respetar, así como a mi amigo. Pasan los días, las semanas y mi tiempo aquí se me hace eterno, cada segundo es como una aguja de reloj detenida en el tiempo.
hoy cumplo dos años de estar en este lugar y aunque los adultos nos tratan bien, no me siento bien, todo el tiempo extraño a mama y siento una angustia en mi corazón por el futuro, en el estudio me he destacado lo suficiente como para lograr algunos reconocimientos deportivos y académicos, no tengo más a que dedicarme, así que solo estudio, si en algún futuro quiero ser exitoso y demostrarle al mundo que si pude lograrlo, en especial a mi madre desde donde quiera que me vea.
Estoy sentado en mi cama estudiando y una de las cuidadoras viene para decirme que me esperan en la oficina de la encargada, me sorprende pues llevo semanas sin meterme en alguna pelea. Cierro mi cuaderno y guardo mis cosas y voy hasta el lugar, toco la puerta y me hacen pasar, entro con mi mirada al suelo de este modo demuestro sumisión y evito un castigo más duro.
- Alexander alguien vino a verte – me dice la encargada alzo mi rostro con sorpresa de mirar a la persona que vino a verme
- ¡Señor Alan! – digo sorprendido
- Hola niño ¿Cómo estás? – me saluda
- Bien señor ¿y usted? – le pregunto
- Mucho mejor desde aquella vez – me dice con un guiño
- Me alegra señor – le respondo y la habitación se llena de un silencio
- Alexander el señor Alan Jones es el dueño de una de las industrias hoteleras más grande del país – me dice la encargada y me quedo pensando que no es un dato que me interese
- Ok – les respondo con indiferencia
- Y ha venido por ti – me dice y no entiendo
- No entiendo – les digo
- Que quiero que seas parte de mi familia pequeño – me dice el señor Alan poniéndose a mi altura y yo lo miro con duda
- Señor si es porque lo ayude la vez pasada, no es necesario hacerlo, es más ojala ese día nunca hubiese pasado – le digo con tristeza recordando lo sucedido con mama
- ¿Porque lo dices? – me pregunta
- No es por usted señor, pero si no hubiese intervenido por ayudarlo esos maldito no me hubieran golpeado casi hasta matarme delante de mi madre, ella no pudo soportar tanto dolor, si todo eso no hubiera pasado quizás ella estaría conmigo – les digo con lágrimas en mis rostro, que por más que intente detenerlas no resulto
- Lo siento mucho Alex, me he demorado mucho en venir a buscarte, tal vez no pude hacer nada por tu madre, pero si por ti, quiero que seas mi hijo y que tengas una mejor vida –me dice
Después de esa conversación me quedo sin decir nada, me hacen retirar para ellos adelantar el proceso.
Semanas después me encuentro en una casa muy grande, me sorprender ver un lugar así, el señor Alan me enseña todo el lugar, que está compuesta de la siguiente manera: en la primer ala esta un recibidor, una sala que parece un estadio, la oficina del señor Alan, una cocina enorme con un espacio abierto con vista a la piscina, y varias habitaciones; en el segundo piso hay alrededor de 10 habitaciones, otra sala enorme y dos terrazas grandes; en la última Ala hay algunas habitaciones y lo que parecer un gimnasio, me llena de alegría poder vivir en un lugar así, pero no demuestro ninguna emoción.
El señor Alan me lleva a la que será mi habitación, entro y es un espacio muy grande, incluso podría decir que es más grande que la casa donde vivía con mama, está llena de libros, juguetes y varias cosas para mi entretenimiento, me acomodo en la cama para comprobar lo cómoda que se ve, el señor Alan se retira y me deja para guardar mis cosas.
Pasan los días y ya me siento como en casa, hoy conoceré al único hijo del señor Alan, quien se llama Robert y está casado con Helen, ambos están esperando un bebe y al parecer es una niña.
Llega la noche y con ella la dichosa reunión familiar, me termino de vestir y arreglar para ir al comedor, bajo y me siento al lado del señor Alan.
- ¿Cómo te has sentido? – me pregunta el señor Alan
- Muy bien señor – le respondo automáticamente
- Ya te he dicho que no me llames señor, ahora yo soy tu padre – me dice con ternura y despeinando mi cabello, en ese instante tocan la puerta y son los invitados
- Papa – habla el que creo es Robert
- Hijo ¿cómo estás? – saluda a el señor Robert
- Sorprendido de tu repentino cambio, ahora se te ha dado por recoger pordioseros en la calle – dice Robert mirándome con desprecio y yo le lanzo una mirada igual
- No digas eso hijo, Alexander ahora es tu hermano – le dice
- ¡Estás loco! – grita Robert
- Señor Alan ¿como esta? – saluda la mujer embarazada que creo es la esposa de Robert y quien me ignora por completo
- Helen ¿Cómo estás? – la saluda el señor Alan
- Muy bien como puede ver – le dice ella
- Eso veo, como va mi hermosa nieta – le pregunta Alan
- Muy inquieta por salir – le dice con gracia
- Helen te presento a mi hijo Alexander – me presenta, ella me mira y asiente pero sin dirigirme la palabra
- Mejor vamos a cenar – dice Robert
Nos dirigimos al comedor y los empleados comienzan con su desfile de comidas y dentro todo está mi comida preferida. Pasamos la velada sin decir ni una sola palabra, solo observándonos o más bien Robert y Helen mirando cada uno de mis movimientos, después de algunas horas se rompe el eterno silencio.
- Papa creo que es hora que me dejes manejar la compañía – le dice Robert a Alan
- Hijo solo tengo 50 años, creo que aún estoy joven como para jubilarme ¿no crees? – le responde Alan
- Papa entonces cuando tomare control de mi compañía – responde Robert muy molesto
- Perdón Robert, creo que te estas equivocando, si me miras bien yo aún estoy con vida y por lo que se, esa empresa es mía, yo la funde hace más de 20 años así que tu aun no eres el dueño, sin contar que aún no te has ganado mi confianza después del desvió de fondos para tu propio beneficio y el cual creo es por tus malditas apuestas, no creo que estés preparado, además ya no tengo solo un hijo, Alex también es mi hijo – dice el señor Alan y yo me quedo mudo
- No señor Alan, yo no soy su hijo – le digo para dejar claro que no me interesa su dinero
- Así que todo este maldito asunto es por venganza, trajiste a este malnacido de la calle a nuestra casa para castigarme por algo que ocurrió hace meses – grita Robert
- Tu no me puedes obligar a darte lo que es mío y si me da la gana se lo doy todo a Alexander – grita con ira Alan
- Ok, si ese es el caso, entonces creo que no me necesitas – dice Robert amenazante
- ¿Me estas amenazando? – le pregunta Alan
- Si así lo quieres ver, entonces sí, de ahora en adelante dejas de ser mi padre, renuncio a tu apellido, a tu fortuna y todo lo que tenga que ver contigo
Robert se levanta tan furioso que toma a su esposa con fuerza del brazo haciendo que deje salir un sonido de dolor, para sacarla casi a rastras de la casa, después de toda esa escena veo a Alan dejar rodar unas pequeñas lágrimas por sus mejillas.
- Señor Alan si esto es por mí, no se preocupe puedo volver al lugar donde estaba – le digo con lastima por su situación
- No Alex, tu eres mi hijo y si él no lo quiere ver es porque solo quiere poder y dinero, me duele ver en lo que se está convirtiendo mi hijo y no sé en qué momento se me perdió tanto del camino, creo que le permití todo después de la muerte de su madre y jamás le puse limites– dice con lágrimas.
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