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Rencarne Para Su Venganza

Capitulo 1

Ana Martines era una chica hermosa con un carácter frío, despiadado. Ella era temida por todos los que conocía. Pertenecía a una de las familias más importantes del país, reconocidos mundialmente en la fabricación de todo tipo de armamentos.

Su familia no era lo que aparentaba ante la sociedad, pues también era una de las familias cabezas más importantes de la mafia en América.

Desde muy chica fue entrenada para cazar y asesinar a sus enemigos, ya que a su edad adulta sería la encargada de los asesinatos de las personas requeridas en la organización. Ana fue entrenada en la pelea cuerpo a cuerpo, en cuchillos y espadas, en tácticas para emboscar, capturar y asesinar, pero también se le enseñó a interrogar y torturar. Era buena en eso. Muy buena.

Sus hombres tiemblan de miedo cuando era la encargada de los interrogatorios, ya que no mostraba piedad y se las ingeniaba para hacerlos hablar a cualquier precio, no importaba la manera, si tenía que cortarlos en pedacitos lo hacía.

Su padre tenía la esperanza de poder dejar su imperio a cargo de Ana, para que ella se haga cargo de todo el negocio. Ella era su segunda hija, se supone que el hijo primogénito es a quien se le encarga el negocio, pero no quería dejarle el poder a su primera hija, Natalí, ya que era muy inestable. Desde muy pequeña dio signos de estar desequilibrada mentalmente. Así que piensa dejar todo a Ana y si alguien se mete en su camino, los acabará. No importa si es a su hija Natalí. La quitará del camino.

Cuando Ana tenía 19 años ya era toda una asesina profesional, siendo la mano derecha de su padre no por ser nombrada, sino por mérito. Al principio los soldados y capitanes se opusieron, pero al ver de lo que era capaz Ana Martines, ya no lo estuvieron. Al contrario, le dieron su apoyo incondicional.

Un día se le encargó un trabajo muy importante para su padre. La eliminación de un jefe de una familia rival, los Monteros.

Todo marchaba bien hasta que no lo fue. De pronto, en el lugar donde estaba ella, se llenó de gente apuntándole con armas de alto calibre. Antes de poder defenderse fue disparada en la garganta. De detrás de una puerta aparece su preciada hermana Natalí. Ella se acercó con una sonrisa a Ana, quien ya estaba arrodillada en el piso por la falta de sangre, sosteniendo su cuello.

-¿Por qué? - pregunto Ana como pudo.

-¿Como que, por qué? Pues es obvio. Papá te iba a dejar su puesto cuando se retirara. Eso no lo puedo permitir. ¡Yo seré su sucesora!

Ana no podía creer que su hermana, a la que ama con todo su corazón y admira desde pequeña, le pudiera hacer esto. Y por una razón tan estúpida. Ella no quería tener el poder de su padre. Si ella se lo hubiera pedido, se lo habría dado.

Pero antes de poder decir algo más, sus ojos se cerraron y su cuerpo cayó hacia delante, dando así por terminada su vida.

Capitulo 2

Luego de su muerte, Ana había estado en un lugar muy oscuro, pero por más que gritara y gritara nadie le respondía. Así había sido por lo que le pareció una eternidad. Ana ya estaba superaburrida e irritada de no hacer nada, solo flotaba sin rumbo alguno.

Con el tiempo dejo de pedir ayuda y de esperar que su alma se vaya al infierno, ya que desde antes de morir, estaba bastante segura que cuando muriera no iría al cielo. Sus pecados eran incontables.

De la nada, después de lo que pareciera una eternidad, una vos se escuchó, alto y claro.

-Holis niña!!

Ana, completamente sorprendida, respondió.

-¿Hola? ¿Quién está ahí?

-Hola, pequeña, ¿cómo estás? ¿Ya te has aburrido de esperar aquí?

Ana no entendía nada. No veía a quién estaba hablando, solo la podía escuchar. Era la vos de una mujer joven... Aun así respondió.

- Sí\, la verdad estoy muy aburrida de estar aquí sin hacer nada\, ¿pero\, qué tenía que esperar?

- Pues a que yo viniera y te dijera que ya es tiempo.

- ¿Tiempo de qué? Explícate!- le gritó.

- Bueno\, bueno. ¡A mí no me levantes las vos\, niña insolente!

Grito esa vos en la oscuridad.

- Yo que te venía a traer la buena noticia de que ya te irías de acá y me gritas! Creo que mejor te dejo aquí para siempre.

- ¡No! Perdón\, soy muy tonta en hablarte así. Discúlpame

Ana se dio cuenta de que a esa vos la tenía que tratar bien si quería salir de ese lugar, así que su vos sonó sumamente arrepentida.

- Ok. Te perdono. Soy una persona compasiva\, ja ja ja. Verás\, estás en un sitio que la gente de donde vienes llamaría El Purgatorio. Es un lugar donde se supone\, debes pensar en todo lo malo que hiciste.  Pero viéndote con el carácter y la personalidad que te cargas\, me doy cuenta de que no estás arrepentida para nada de lo que hiciste.

- Pues la verdad no. No he pensado en todo lo que hecho.

-Eh… Si ya losé Ana. Por eso, para que no pases más tiempo aquí haciendo nada, te daré la oportunidad de salvar tu alma. Deberás reencarnar en el cuerpo de una mujer que no la estaba pasando nada bien. Su nombre es Luna y es esposa de un príncipe. La pobre sufrió tanto que ya no aguantó más y decidió acabar con su vida. Ayuda a su alma a descansar en paz y tu alma también lo hará.

- Está bien\, lo haré.

- Ok. Pues buena suerte.

-Espera, ¿no me explicarás nada más? ¿Solo me mandarás allí sin saber nada?

-Tranquila, cuando despiertes allí, los recuerdos de esa joven vendrán a ti.

-¿Estás segura?

-Sí, te lo dije. Tendrás los recuerdos de ella.

-Ok, entiendo.

- ¡Entonces hasta luego!

 - ¡Espera!

-¿Y ahora qué?

- ¿Eres dios?

-¿Qué te importa? ¡Chusma!

Luego se escuchó un sonido como de dedos chasqueándose y una luz inundó el lugar y cerró los ojos por la impresión.

Esto que ha sucedido es muy raro para Ana. Piensa que tal vez, ya se volvió loca, podría ser enviada a un loquero. Pero claro, se supone que está bien muerta, tendrá que ver qué es lo que le deparará el destino una vez que reencarné en esa otra chica que le dijo la voz.

Capitulo 3

Cuando Ana abre sus ojos, ya no había ni esa luz cegadora, ni esa oscuridad atemorizante. Aunque bueno, no es que Ana se estuviera muriendo de miedo, al contrario, ella ya estaba aburrida de esa oscuridad, quería salir de allí y matar a alguien o solo torturar, con eso se conformaba. No era ambiciosa en ese sentido.

Cuando su vista se enfocó ella podía ver una habitación sumamente enorme, pero oscura, era como si no hubiera vida en ella. Había muebles elegantes, la cama era muy grande y se notaba que las sabanas y mantas eran de hilos finos.

Cuando Ana quiso incorporarse todo su cuerpo dolía. No entendía por qué, hasta que con su mano toca su espalda, podía sentir la carne desgarrada y la viscosidad de su propia sangre empapando su mano. Las heridas dolían muchísimo, pero no eran algo que ella no pudiera soportar. Así como sabía impartir dolor, sabía aguantarlo.

De golpe un dolor muy fuerte le llego a su cabeza y una serie de imágenes que podía ver claramente eran metidas en su memoria. Escenas de sucesos que le pertenecían a la dueña de ese cuerpo pasaban como si de los suyos propios se trataran. Ana comprendió algo que le hizo sentir triste, la pobre era completamente infeliz.

Su nombre era Luna Mondragón, hija del duque Mondragón, el hombre más importante después del emperador Máximo Contreras.

Luna era una joven preciosa de bellos cabellos largos y rubios, ojos celestes muy claros. Su figura era envidiable para cualquier señorita de noble familia. Aunque por lo general llevaba puestos vestidos infantiles para su cuerpo de mujer.

A la edad de dieciocho años se había casado con el príncipe heredero del imperio, Max Contreras, quien en ese entonces ya tenía veintidós años. El príncipe la enamoró solo por el poder que su familia tenía, para así poder asegurar su asenso al trono, al tener el apoyo del duque.

Max tenía cinco hermanos más. Pero solo uno ponía en peligro su asenso y ese era Frederick Contreras, el segundo príncipe del imperio. Frederick era el hijo más querido del emperador, ya que es hijo de la primera concubina, el amor de su vida. Si bien el emperador tiene su emperatriz, solo se casó con ella por obligación. Luego, por obligación, también se hizo de 4 concubinas más, pero por el hecho de que los nobles le insistían tanto, también aprovechó y puso en la lista de elegidas al amor de su vida, la concubina Mariana, como la candidata número cinco. A la cual subió de puesto al poco tiempo, dándole los mayores privilegios que podía, sin sobrepasar los de la emperatriz. Por eso ahora tiene un hijo con la emperatriz y uno con cada una de sus concubinas.

Luego del matrimonio, la vida de Luna se volvió un infierno, ya que al día siguiente, en la madrugada, su padre tenía que irse rápidamente del imperio hacia el campamento del ejército del imperio, el cual estaba colocado en la frontera. Así que Max aprovecho este hecho y dejo al descubierto su verdadera personalidad.

Cuando la fiesta acabó y su padre ya había partido hacia el campamento, fueron a su habitación donde pasarían la noche juntos. Ella, muy tímida, se acercó hacia él para poder besarlo en los labios, algo que jamás habían hecho. Aunque llevaran varios meses, ya casi un año de haberse conocido, Max nunca la beso. Ella pensaba que no lo hacía porque la respetaba mucho, cosa que demostró que no era así cuando de golpe estaba en el piso con el rostro completamente caliente y la marca de una mano en su mejilla. Un segundo después se dio cuenta qué había pasado. Max le había dado una cachetada tan fuerte que la lanzó al piso. Levanto la cara, un poco aturdida por el golpe, y lo miró. Él solo sonreía.

-¿En verdad pensabas que tú me gustabas? Si jamás te he besado, ¿creías que te lo permitiría ahora?

-- ¿Qué? ¿De qué hablas? ¿Por qué me golpeaste?

Luna lloraba por sus palabras y acciones. No entendía qué le había pasado al hombre tierno y cariñoso que la enamoro con pequeños detalles, siempre siendo un caballero respetuoso.

-Pues la verdad estoy cansado de fingir. Pero aprovechando que tu padre se fue al campamento, ya no tengo que fingir que siento algo por ti, cuando no es así. Solo me das asco. Tu forma de ser me da ganas de golpearte para que ya te quedes de una vez callada y quieta en un rincón.

-¿Qué? ¡Max, tú jamás me has hablado de esta manera! ¿Qué te pasa?

-Pasa que ya no tengo que fingir. Te usé, me casé contigo para poder ascender al trono más fácil. Pero yo ya tengo a alguien que amo y la traeré aquí al palacio. En una semana vendrá y la tratarás como una reina, porque si te atreves a faltarle el respeto te castigaré de las peores formas.

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