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La Enfermera Y El Reo

LA ENFERMERA Y EL REO

   

Es una tarde lluviosa del mes de junio, las visitas han sido suspendidas por orden del director general a causa de una revuelta que ha habido, aquellos pasillos oscuros y con olor a humedad, se tiñen de sangre y se alborotan ante la algarabía de los heridos y los muertos, los gritos de los presos y los policías se mezclan entre el eco de los barrotes

El pequeño consultorio, se colapsa con tantos heridos, que van llegando.

Entre Emma y las otras dos enfermeras se dividen en medio de la emergencia, guiadas por el medico de turno

Este es el primer mes como pasante de enfermería en la Prisión “San Pedro” la más peligrosa del país, la chica del uniforme blanco, comienza a sentir como el sudor recorre su espalda, ella es Emma Sánchez, hace tres meses termino la carrera de enfermería, su vocación por ayudar a los demás la hace muy querida entre los que la conocen, tiene veintitrés años, su piel rosada, contrasta con el blanco de su uniforme, su cabello escondido en la cofia que deja escapar algunos hilos tímido de sus rojizos cabellos

El médico les decía una y otra cosa, Emma se sentía abrumada por no entender muy bien, ese caos la ponía nerviosa pero trataba de mantenerse concentrada en lo más posible que sus emociones se lo permitían.

Buscaba el instrumental estéril y se lo entregaba al médico, el olor a sangre se mezclaba con el del alcohol y betadine, sumado al del sudor de los presos, nunca antes su adrenalina había sido puesta a prueba con tanta intensidad como en ese momento.

Su compañera Patricia le hace un llamado

-¡Emma! Ven te necesito aquí- la enfermera tenía su mano tapando la herida en la cabeza de uno de los heridos, trataba de parar la hemorragia incontrolable, Emma corrió para ayudarla.

El medico tomaba una vía rápidamente, mientras las dos enfermeras se turnan para cambiar las compresas llenas de sangre.

Los policías llegaban a cada momento con más heridos, el grito de auxilio de cada moribundo era insoportable en los oídos de Emma, tanto que hasta se llegó a preguntar “¿Qué diablos hacia ahí? Al parecer ya no estaba tan segura de que había escogido bien la carrera a la que le dedico cinco años de estudio, sintió tanta pena por cada uno de los que ahí estaban, pensaba en sus padres, sus hijos y demás familiares, se desconcentro tanto que el tapon que hacia con esa gasa enorme cayo al piso, Patricia su compañera, la saco de ese letargo de inmediato

-¡Emma! No te distraigas, ¡se desangrara el paciente!

-lo… siento - buscó otra gasa y se colocó en el lugar que ocupaba minutos antes

Escucho a uno de los presos decir casi llorando

-¡nos agarraron descuidados! Nos querían matar- el doctor le responde

-ya les he dicho que no se metan en problema, esos tipos son peligrosos, ellos son los que comandan todos los pabellones

-pero doctor, no podemos dejarnos amedrentar por ellos

-ya ves lo que les paso, ya van setenta muertos, por toda esta guerra que tienen entre ustedes mismos-

La lucha entre los bandos de la cárcel era sin tregua, casi siempre había enfrentamientos por tener el poder, pero esta vez fue demasiado lejos ya que la cantidad de muertos y heridos era impresionante.

El médico le dijo a Claudia, la tercera enfermera

-por favor Claudia, avisa que hay que hacer algunos traslados a los hospitales, porque tenemos pacientes muy graves- la enfermera salió para cumplir con la orden del medico

La sala continuaba en caos, muertos tirados en las entradas del dispensario, heridos entrando y saliendo y el personal de emergencia improvisa ante la falta de algunos insumos

Emma mira como el paciente de la hemorragia poco a poco va perdiendo su color y su piel se torna amarilla, sus ojos quedan fijos mientras la mira, ella cree que él tuvo la intención de decirle algo, solo que la vida no le alcanzo para decirlo, sintió ganas de vomitar y de llorar, entonces le dijo a Patricia que parecía no haberse dado cuenta

-Patricia, creo que este paciente, fallecio- patricia lo miró y efectivamente era así, llamó al médico quien coloco un aparatico en el dedo de aquel y un monitor, y ya los signos vitales se habían escapado de el sin poder despedirse de los suyos.

Retiraron todo lo que tenía y colocaron una manta blanca sobre su cuerpo, Patricia se hizo la señal de la cruz, el medico sin mostrar alguna emoción, mando a retirarlo mientras que Emma seguía con el estómago revuelto, tratando de huir de ese horrible lugar.

Después de algunas horas de correr de un herido a otro, camino entre los que se encontraban en la entrada tirados, habían tres que acababan de ingresar, al parecer estaban muertos, dos estaban con la mirada fija tendidos en el suelo, tenían aquel color del que había muerto horas antes, el tercero tiene los ojos cerrados, pero también estaba tan pálido, se acercó a los tres cuerpos quedando de pie frente a ellos, piensa que ya no hay nada que hacer, le da aviso al médico, para que confirme el deceso de cada uno, Claudia la llama para que la ayude con otro paciente, cuando se dispone a realizar la marcha, siente que una mano fría y temblorosa agarra su tobillo.

 

MAX ROBINSON "EL GRINGO"

La chica suelta un grito llamando la atención de sus compañeras, el médico y los guardias que se encontraban ahí, sintió tanta vergüenza cuando vio la cara de todos, bajo la cabeza y se dio cuenta que uno de los heridos que pensaba muerto estaba vivo, estaba lleno de sangre, su cara estaba irreconocible y se quejaba adolorido, con temor se arrodillo para hablarle

-¿estás bien? – el hombre le hablo en un idioma que ella no entendió  -help, help me please – y perdió el conocimiento- Emma comenzó a llamar al médico para que la ayudaran a llevarlo a una de las camillas.

Al cabo de un momento el hombre yacía en una de las camillas, el medico lo revisó y vio sus heridas, curando todas, luego le dijo a Emma que le hiciera el baño de cama, ella agarro la tina con agua tibia, el jabón y la toallita para limpiarlo, Patricia se ofreció ayudarla, ya que este hombre era de gran tamaño y musculoso, la enfermera comenzó a desvestirlo, mientras el permanecía inconsciente, probó la temperatura del agua, mojo el cabello y coloco el champú, enjuagó descubriendo que era rubio, al limpiar la cara, noto sus mejillas rosadas, y aquella expresión tan relajada, era blanco y hermoso, se preguntó en su mente- ¿Cómo un hombre tan simpático, puede estar en un lugar tan horrible como este?, retiró la camisa ensangrentada, tenía varias heridas en los costados, paso el pañito por aquellos pectorales tan bien formados, su abdomen se sentía fuerte, ahí tenía una herida más grande, corto  el pantalón con una tijera y retiro la ropa interior, no pudo evitar sonrojarse, era la primera vez que veía un hombre con tan buena anatomía muscular.

Se apresuró a limpiar toda el área y le coloco una bata clínica , se retiró con la imagen de aquel cuerpo en su mente.

Antes de cerrar su guardia, busco la historia clínica de aquel paciente en particular, entonces supo que se llamaba Max  Robinson, tenía treinta años y era de Norte América, Claudia se le acercó y le dijo

-ese es el “gringo” es  la mano derecha del jefe de una de las bandas que se enfrentaron está tarde- Emma le pregunto interesada en la información

-¿y cómo es que esta en este lugar? ¿Qué hizo?

-lo atraparon cuando él y tres  más robaron una gran suma en el Banco Nacional, al parecer habían robado varias joyerías, pero eso no se le ha demostrado, solo está aquí por lo del banco, según uno de los que estaban con él en el robo del banco, huyó, a otro lo mataron y solo él y su cómplice están aquí presos

 Emma lo miro desde donde estaba, se veía tan inofensivo ¿Cómo pudo caer en malos pasos? Quizás estaba solo en este país ¿Qué pensarían sus padres?- su compañera Claudia la saco de sus pensamientos

-¿Qué? ¿Te gusta? No te culpo, está buenísimo, yo por ese papacito me dejo encarcelar- Emma se mostró molesta

-¿Qué dices Claudia? ¿Cómo puede gustarme un ser así? ¿Quién sabe a cuanta gente habrá matado? Mejor me voy, se me hace tarde y papa ya debe estar esperándome allá afuera, sabes cómo es de sobreprotector

-sí, anda, se puede preocupar si no te ve allá afuera y ya se habrá enterado de la revuelta de hoy- las amigas se despidieron con un beso en la mejilla

 Emma pasó todos los puntos de control de aquella fría prisión, al salir consiguió a su padre esperándola en su viejo auto, al verla le hablo algo molesto, mientras le mostraba el reloj que llevaba en su muñeca

-¡mira la hora que es! Tu mama te ha llamado varias veces y no le contestas, está preocupada por lo que paso aquí en este lugar, tienes que pedir cambio para otro sitio esto no es lugar para una señorita como tú- ambos se montaron en el auto, la joven no dijo ninguna palabra en todo el camino, mientras pablo su padre no paraba de hablar y regañarla, ella solo pensaba en aquel reo, en el momento que lo lavaba y tocaba cada parte de su cuerpo, su rostro tan tierno para ser un antisocial.

 Pablo Sánchez, padre de Emma un hombre demandante con ella por ser la primogénita, era taxista, su familia conformada por Asunción Pérez, mujer sumisa, casi un ángel, la única que soportaba sus malcriadez y mal humor y dos hijos Pablito de diez años de edad y Luisito de doce años, eran una familia que sobrevivía con el sueldo del padre que con esfuerzo logró pagar la universidad de su hija Emma, con la esperanza que algún día ayude a pagar los gastos de la casa.

   Prisión San Pedro

Esa noche, Max tuvo mucha fiebre, el médico y el personal de guardia hacían lo posible por estabilizar sus signos, temblaba en su cama, los antibióticos parecían no estar haciendo efecto, la sala estaba fuertemente custodiada, por si algún enemigo se le ocurría aprovecharse de su estado para cobrar venganza.

El medico llamo a uno de los guardias, este se presentó y le dijo

-dígame doctor ¿pasa algo?

-este paciente está empeorando, será mejor que le informe a sus familiares

-doctor ese reo no tiene familiares, recuerde que no es de aquí

-entonces, mañana lo trasladaremos a un hospital, si es que amanece

- está bien, doctor informare al director, a ver qué piensa hacer con el “gringo”

 

CARA A CARA CON EL GRINGO

Ya habían pasado dos días desde el enfrentamiento entre bandas en la prisión “San Pedro”, Max se estaba recuperando satisfactoriamente, aunque aún no despertaba, Emma se dedicaba a cuidarlo, le tomaba los signos vitales cada cierto tiempo, lo cambiaba de posición para que no se le hicieran ulceras, aunque no entendía bien lo que le sucedía con ese hombre tan malo, ya que se preocupaba por saber su evolución y tenerlo lo más cómodo que le fuera posible, no olvidaba aquellas palabras que le dijo en ingles pidiendo ayuda, quizás eso era lo que la hacía preocuparse por él, pensó, a pesar que ninguna de las enfermeras querían atenderlo porque le tenían miedo y por temor a las represarías de los demás presos

Emma buscaba la forma de cuidarlo, ya que sabía que no tenía familia y nadie lo visitaba. Se dedicó hacer las otras labores que tenía pendiente, alguno que otro preso enfermo o hasta con algún herido de la guerra que se formó hace días atrás

Ese día como de costumbre recogió todas las historias clinicas correspondientes y se dedicó a cumplir con su trabajo, acomodo la tina para el baño del “gringo” y llevo consigo todo lo correspondiente, ya había lavado la cabeza, lo afeito cuidadosamente y seco su cara, ahora se veía más bello, sentía algo extraño que la obliga estar cerca de ese hombre, paso la toallita por sus pectorales, sus manos delicadas parecían danzar mientras limpiaba el cuerpo de él, estaba tan concentrada en lo que estaba haciendo, cuando sintió como la mano de él le apretó la muñeca con fuerza, sus ojos se encontraron, ella sintió como una corriente subió desde su estómago, se perdió en esos azules ojos, pero esa magia duro poco al ver la rabia con la que él la miraba, pudo sentir en esa mirada azul, tanta rabia y odio, se puso nerviosa al ver la ira de su cara, tratando de soltarse de las esposas que lo atan a las barandas de la cama, mientras cualquier insulto salía de su boca

-¿who you are?-siente la fuerza que el ejerce en su muñeca, y ella reacciona con mucha rabia y le contesta

-¡no entiendo ingles!- se suelta la mano y continua hablando- solo hablo español, mi nombre es Emma, soy una de las enfermeras que te atiende, estuviste inconsciente, estos días- pareció que al escucharla se relajó tratando de recordar lo sucedido, en un torpe español le contesto

-heee…yo no, recordar lo que pasó- Emma al verlo más tranquilo le contesto mientras seguía aseándolo, esta vez tratando de ser más discreta

-ya le dije, lo trajeron inconsciente, tiene varias laceraciones, pero a pesar de todo ha evolucionado muy bien

-ya yo querer salir de aquí, no gustarme el olor a hospital

-bueno eso lo dirá su médico- Emma sin querer lastimo una de las heridas el "Gringo”  despertando su furia nuevamente, este soltó un grito y brincó molesto

-¿Qué haces? ¡Me lastimas! ¡Déjame en paz! ¡No quiero que me toques! ¡help me! ¡help me!, ¡ayuda!- lanzo con las piernas todo el agua de la tina y lo demás que estaba a su alcance al piso, Emma lo regaño

- ¿puede dejar el escandalo? ¡Recuerde que no es el único en esta sala!- Emma comenzaba a desilusionarse, lo prefería dormido, era todo lo contrario a lo que imagino en estos días, este tipo era un malhumorado y grosero mal agradecido, ¿gritarle después de todo lo que ha hecho por él? pensaba Mientras limpiaba todo el desastre en el piso, entonces fue ahí, el comienzo de una batalla entre los dos, como pudo, lo secó y vistió, pero también se desquito, mientras acomodaba su camisa lo jaloneaba con brusquedad mientras el lanzaba un lamento de vez en cuando

-¿Qué pasa señor Max? ¿Le duele algo?- esto lo dijo con sarcasmo, continuo con lo que hacía, esto si era humillante para el, porque al estar inconsciente, tenía que usar pañal, Emma supo que esa era su oportunidad de humillarlo más y le dijo con autoridad

-trate de levantarse para cambiarle el pañal- este hombre pego un grito

-¿pañal? ¿Cómo se atreve?

-¿Qué pensaba usted? ¿Que lo íbamos a llevar dormido al baño?- Max estaba furioso, se sentía tan prepotente de no poder hacer nada y esta mujer de pequeña estatura, en este momento tenía más poder que él, que no era nadie tirado en esa cama

-¡le dije que no quiero pañal!- ella continuaba colocándoselo ante la negativa de el

-entonces espere que sea el doctor que dé la orden

-what the fuck!- “que mierda!” Le dijo en inglés, Emma lo ignoro, aunque tampoco supo que fue lo que le quiso decir, le colocó como pudo el pañal, lo arropó, recogió todo el desastre que había hecho el grosero que desde ese momento le cayó mal,  dio la espalda ante los gritos de él y se marcho

-¡ya lo veras! ¡Me las vas a pagar perra!- al ver que ella lo ignoro por completo comenzó a gritar enloquecido, los guardias tuvieron que intervenir.

Patricia al ver el escándalo del paciente “el reo 33” le pregunto a Emma, quien acomodaba las cosas en su lugar

-¿Qué le paso a ese? ¿Por fin reacciono?

-sí, pero es un malagradecido, un grosero

- me imagino, recuerda que aquí hay puras joyitas no esperes nada bueno de ellos

-ya me di cuenta, sentí un poco de empatía por ser  extrangero y que quizás aquí no tiene familia- ambas enfermeras acudieron al llamado del médico.

 

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