—Y Amelia se cayó al lago jajajajaja
—Jajajaja ¿en serio? —preguntó su padre
—¡Eso no es cierto! —se defendió la pequeña
—Jajaja claro que si... —hablo Sarina, su hermana mediana —Espantaste a todos los peces.
—¿Te caíste? —preguntó Erika, su hermana mayor mientras traía entre las manos una bandeja de té
El Duque vio discutir a sus hijas y sonrió al ver que la más pequeña se divertía de la situación, en vez de enojarse.
El orden era: Erika, la mayor de 16, Sarina, la mediana de 13 y Amelia, su pequeña de 8 años.
Sin embargo no podía dejar pasar a una...
Como si fuese invocada, la puerta de la habitación se abrió y entró Dafne, su hija, la mayor, de todas pues tenía 20 años.
—¡Dafne! —Amelia chilló, se levantó del sofá donde estaba y junto a su hermana Sarina, la ayudaron a sentarse.
—¿Qué haces aquí? —le cuestionó su padre
La joven lanzó un suspiro y se acomodo el chal que tenía sobre los hombros —Me canse de estar todo el tiempo en mi habitación...
Dafne estaba débil y siempre se enfermaba por todo, por lo que debía guardar mucho más reposo que sus hermanas.
—Sabes que no puedes estar haciendo mucho esfuerzo —le reprendió Erika poniendo sus brazos en jarras.
Dafne sonrió —Prometo quedarme aquí... —susurro, mientras parpadeaba con inocencia.
Erika suspiro, su hermana siempre era cabeza hueca.
Desde la muerte de su madre todos han intentado salir adelante a pesar del dolor.
El Duque era el gobernante del reino del Occidente, un reino pequeño sin nada potencial que ofrecer más que sus hermosos paisajes, era un lugar turístico muy conocido ya que hace aproximadamente cinco años el Príncipe Alexander subió al trono, desde eso muchas guerras se han librado y el reino del Norte en tan sólo tres años dominó todo el mundo.
Lo único que no sometió bajo su dominio fue el reino del Occidente.
Todos creían que era por no ser muy importantes tanto estratégicamente como potencialmente.
Dafne miro a sus hermanas, todas estaban llenas de energía, lamentaba estar muy frágil como para poder jugar con ellas como antes, pero siempre se alegraba de estar a su lado aunque sea para verlas jugar entre ellas.
La joven se levantó y se acercó a su padre —Padre, ahora vengo voy al dar un paseo.
—Hija, deberías descansar... —le aconsejo su padre.
—Por favor, padre...
—Deberías hacerle caso a papá —le pidió Erika
—Vamos, por favor, sólo iré a recorrer el lugar eso es todo.
—De acuerdo —asintio su padre —Pero irás con Amelia
—Siiiiiiiiiiiii —chilló la menor dando saltitos de alegría
Dafne sonrió —Vale, estoy de acuerdo.
Amelia y Dafne se levantaron del sofá y salieron de la sala real.
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Caminaron por los pasillos del palacio mirando las flores que habían, Amelia recogió un clavel para su hermana y Dafne encantada lo tomó y la olio.
—Es muy bonita... Gracias Amelia.
—De nada —respondió encantada
—Dime ¿me quieres acompañar al invernadero?
—¡Siiiiiiiiiiiii! —aplaudió —Rara vez vamos ahí, después de lo de Mamá... —suspiro
Dafne la miró con tristeza, es normal que se sienta mal, pues su madre murió después de darle a luz.
—No tienes que sentirte mal —se agachó para quedar a su altura —Mamá no quisiera eso... Así que sonríe ¿sí? —le dio una gran sonrisa para alentarla
Su hermanita sonrió.
—Así me gusta, ahora vamos al invernadero.
—¿Podrás? Está muy lejos y alto...
Dafne miro la colina, era cierto pero no quería dejar de lado sus planes. Así que la tomó de la mano y caminaron hasta el invernadero.
—Claro que podré
Cuando llegaron, Amelia soltó su mano y corrió por todo el lugar.
—¡Es hermoso! —gritó
Dafne sonrió, le gustaba ver a su hermanita feliz. Ella camino hasta la fuente que estaba en medio del invernadero, al llegar unos pájaros se posaron en el borde para bañarse en ella.
Dafne río —Que peculiar... —ladeo la cabeza
Ella estaba absorta en sus pensamientos como su enfermedad, ella estaba débil y la única forma de curarla era ir al desierto de Somera para ir a visitar al vidente Petros, ya que su enfermedad era "mística".
Ella creía que estaba resfriada.
—Claro, un resfrío de hace 20 años... —se burló
Dafne observó a los pájaros, como deseaba ser como ellos, de pronto y sin previo aviso, todas las aves salieron volando asustados.
—¿Qué pasa? —se levantó asustada
—¡Dafne! —su hermanita llegó corriendo —Un ejército está llegando al castillo...
Dafne corrió hacia la puerta y vio que en efecto, se veía a lo lejos un ejército marchando hacía la entrada del castillo.
—¿Quiénes son? —preguntó su hermanita
—N-no lo sé, pero tenemos que ir con papá...
Dafne tomó la mano de Amelia y bajaron lo más rápido que pudieron, cuando la duda pudo más con ella, ambas corrieron.
Un ejército... ¿Para qué? ¿El reino del Occidente estaría en guerra?
Dafne corrió tomada de la mano de Amelia, al llegar al castillo entraron y rápidamente se dirigieron al salón del trono.
—Padre... —hablo agitada mirando por la habitación
Sus dos hermanitas la miraron con preocupación y le hicieron señas de silencio, Dafne vio que ambas estaban arrodilladas.
—Ssssh... —le pidió Sarina
Dafne miró a su padre y con asombro lo vio arrodillado delante de un joven, tenía la cabeza baja, mostrando sus respetos a aquel que estaba en el trono de su padre.
La joven apretó los puños y observó al usurpador. Tenía el cabello negro, sus ojos eran verdes y reflejaban dureza, si se levantaba podría decir que era unos cinco centímetros más alto que ella.
Él joven sonrió y alzando una ceja, habló —Su hija, supongo...
Su padre asintio —¿A qué debo el honor Majestad?
Dafne abrió la boca en una gran O al reconocerlo al fin, era el Rey del mundo, el Príncipe que en tan sólo tres años era dueño de todo.
—He venido porque me falta algo por conquistar aún...
Bueno, de casi todo.
—Pero primero —dijo con seriedad —El respeto.... —miro a Dafne con superioridad
Ella miro a su padre y él reflejaba en la mirada súplica, le pedía, más bien, le rogaba silenciosamente que se arrodillara.
El Duque sabía que su hija era una muy testaruda.
Dafne por otro lado, nunca se había arrodillado a nadie que no fuese su padre.
El joven la miró con reto y diversión, con el dolor de su alma, Dafne se arrodilló poco a poco mientras tomaba la mano de Amelia.
—Amelia, arrodíllate querida...
Su hermanita le hizo caso y ambas saludaron con respeto al Rey.
Dafne alzó la mirada y vio que el Príncipe sonreía satisfecho.
—Bien, una vez arreglado eso... —se levantó del trono. —Usted sabe Duque, que el reino del Norte no ha invadido su reino desde la guerra y el Occidente ha sido independiente desde entonces.
—Y le estamos muy agradecidos por eso...— respondió el Duque con la cabeza baja, sin mirarle.
—Su nación es muy pequeña y no digo que insignificante, y nunca ha tenido conflicto con nuestra nación antes.
—Le está diciendo insignificante... —susurró Dafne, logrando que Amelia se riera por lo bajo.
—Y... ¿Qué lo ha traído aquí? a esta pequeña nación, su Majestad —preguntó el Duque
El príncipe se movió por toda la sala mirando los cuadros que el Duque tenía con sus hijas, acercándose a uno, lo observó detenidamente antes de hablar con seriedad —He venido a llevarme a una de sus hijas al Norte para casarse conmigo...
Todos alzaron la vista rápidamente y miraron al príncipe con asombro, ¿estaba loco?
—¿Ca-casarse...? —susurró el Duque
El príncipe sonrió —Creo que es lo correcto, para preservar la paz entre los reinos, ¿no cree?
El Duque trago saliva salvajemente —P-pero... Majestad, usted sabe que nunca nos pondríamos en su contra... S-se lo ruego.
—Por ello mismo sellaremos nuestra alianza con la boda del Rey del mundo y una... —las miro —Y una princesa del Occidente...
—Mi señor mis hijas no son princesas...
—No importa, me puedo dar la idea de que se comportan como unas...
Todos guardaron silencio, nadie dijo nada ya que estaban tratando de procesar toda la información que el Rey les había soltado en tan poco tiempo.
El rey, satisfecho, miro a cada una: miro a Amelia, Sarina, Dafne y Erika...
—Mi prometida será ella —apuntó a Erika
Todos la miraron y antes de poder hacer algo unos guardias la tomaron de los brazos y la acercaron al príncipe.
—¡Erika! —gritaron sus hermanas quienes se levantaron con prisa
Erika, estando aturdida no dijo nada, su padre en cambio se levantó con premura para acercarse al rey —Majestad... Se lo imploro...
El joven alzó su mano mostrándole la palma. —No diga más...
Los guardias se estaban llevando a Erika fuera del castillo. Dafne miró aquella escena con el corazón desbocado... Busco con la mirada a su padre y éste lloraba desconsolado.
Apretando los puños, Dafne se acercó al príncipe pero antes de llegar otros dos guardias la detuvieron.
—Por favor majestad, a ella no... —suplicó
El príncipe se detuvo y la miró por encima del hombro —¿Y por qué no?
Dafne miró a su padre antes de responder —Ella es apenas una niña, no le serviría...
—¿Me estás diciendo que puedes hacerlo mejor que ella?
Dafne asintió. Había jurado cuidarlas luego de la muerte de su madre y no iba a fallarles...
—¿Tú tomarás su lugar? —le miro interesado
Dafne miro a Erika, ella movía la cabeza en un silencioso y rotundo "no", sus ojos estaban vidriosos, pero tenía tanto miedo que no podía emitir palabra alguna.
Dafne miro al príncipe y respondió con sequedad —Si... —susurró bajando la cabeza, sintiéndose después de mucho tiempo, derrotada.
El príncipe asintió, le era indiferente quien fuese la elegida, miro a sus soldados antes de hacer un gesto con la mirada por lo cual, ellos soltaron a Erika quien rápidamente corrió hacia Dafne.
—¡Dafne! No tienes que hacer eso...
—Erika escúchame... —le tomo la cara —Todo saldrá bien ¿vale? Cuídalas... —miro a sus hermanitas
Erika llorando, asintió.
—¡Vámonos! —ordenó el Príncipe
Los soldados tomaron ahora a Dafne del brazo, y la llevaron con ellos.
—¡Dafne! —su padre se acercó a ella impidiendo su paso y la tomó del rostro
—Padre, todo estará bien, cuídate, cuidalas...—murmuró ella, sólo para él
—Me preocupo por ti y...
—Ssssh... —susurró, pidiendo silencio —No se te ocurra decir nada ¿o quieres que se lleven a Erika? Puedo cuidarme sola padre... —No pudo decir nada más, ellos la alejaron de él y la sacaron del castillo.
Amelia corrió hacía ella pero su padre la detuvo.
Dafne sonrió y moviendo los labios, trató de consolarla —Todo está bien...
Los soldados la llevaron a un carruaje y se pusieron en marcha, Dafne miro a través de la ventana a su padre y sus tres hermanitas llorando en la entrada de su ahora, antiguo hogar, cuando se hubo alejado, lloró sin poder controlarse.
No sabía con certeza lo que le esperaba en el Norte, pero si sabía que sería un tormento.
Dafne estaba dormitando recostada en el carruaje cuando escucho a los soldados hablar.
—Estamos por llegar al puerto, bajen las cosas y lleven a la princesa al barco...
Dafne se sentó con elegancia y espero, no tardó para que un soldado tocará a su puerta.
—Princesa, tiene que bajar...
Dafne sacó su cabeza por la ventana —¿Por qué? —preguntó
La joven miró al soldado, que si bien calculaba, podría tener la misma edad que ella, era unos centímetros alto, pelirrojo y tenía los ojos color verde.
—Porque... —el soldado sacudió la cabeza y se afino la garganta —Iremos al Norte y viajaremos por barco
—¿Por qué no por tierra? —pregunto ella, alzando la ceja
—Porque... —el soldado no sabía que decir realmente a esa pregunta
Dafne río al ver la confusión del soldado —Perdóname... —se disculpó —Es que no me había sentido tan tranquila desde lo que pasó, ¿cuánto hemos viajado?
—Medio día... —asintio el soldado
Dafne se apoyó en la ventana y sonrió —¿Cómo te llamas?
El soldado la miro con asombro, se estaba dirigiendo a él por tú, algo impropio de la realeza o nobleza —Princesa...
Dafne hizo un movimiento con su mano de indiferencia —Llámame Dafne, simple ¿no?
El soldado sonrió, esto sería divertido, nunca había conocido a una princesa que no le guste mostrar diferencia entre clases o posiciones.
—Prin... —tocio —Señorita Dafne...
—Es un comienzo... —ella le devolvió la sonrisa
—¿Usted siempre ha sido así?
Ella asintió —Pero recuerda, de tú...
El soldado asintió —¿Haz sido siempre así?
—¡Mejor! —rio —¿E-es extraño?
El soldado asintió —Un poco si...
—Todos en el castillo me llaman Dafne o señorita Dafne así sencillo, sin tantos protocolos...
—¿Todos?
—Ajá —sonrió —En el pueblo o en mi casa —se encogió de hombros —Da igual... ¿Puedo hacerte una pregunta?
—La que usted desee...
—¿Cómo es el príncipe?
—Bueno... El príncipe...
—¡Soldado Butler!
Dafne y el soldado se sobresaltaron, miraron al Príncipe Alexander caminar hasta ellos.
—¿Puedo saber qué hace? —le cuestionó él
—Majestad yo...
—Me estaba diciendo que bajará de una vez para subir al barco —interrumpió Dafne, defendiendo al soldado
Alexander le plantó mirada a Dafne y ordenó sin despegar los ojos de los de ella —Puede regresar con los demás soldado, ¿o acaso piensa escoltar a mi prometida?
—No... —susurró
—Entonces, puede retirarse.
Dafne mantuvo los ojos en el soldado quien se alejó sin decir palabra para regresar con los demás.
Alexander la miró con detenimiento, ya que luego del drama vivido en el palacio, no le había prestado suficiente atención.
Dafne era unos centímetros más baja que él, tenía los ojos color miel a diferencia de Erika quien los tenía verdes, su tez era trigueña, como la arena del mar. Era la única en tener la piel así, ya que sus hermanas la tenían clara como el algodón.
Dafne miro a Alexander al sentir su mirada sobre ella, él le sostuvo la mirada a modo de reto.
Ambos se quedaron así unos minutos, hasta que inevitablemente, parpadearon y se frotaron los ojos.
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