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Rey, Omega Y Esposo (Omegaverse)

Dios Salve al Rey

Marcos no podía creer lo que sucedía. Su vida había cambiado de la noche a la mañana y eso lo aterraba en demasía. Él era un simple príncipe Omega. Odiado por su difunto padre y recluido en un castillo al sur del país. Su hermano, su generoso hermano, había evitado lo peor. El casamiento que vuestro padre ansiaba. Lo había protegido de aquel Lord Chileno. A la muerte del viejo rey, el alfa de su hermano había ascendido al trono y le había asegurado una vida prospera y pacífica, lejos de todo.

Las promesas no habían durado. El nuevo Rey había muerto en poco tiempo, dejando a Marcus al desamparo. Al menos eso creía.

Frente a él se hallaba el Lord Canciller del Reino de Argentina. El olor del viejo alfa era nauseabundo pero Marcos lo resistió con valentía, sin romper el protocolo. Había sido bien educado, se mostraba firme y glacial. Aunque en su interior temblara de miedo por la cercanía de tantos alfa y su futuro en manos de estos.

— alteza- hizo una referencia el Lord Canciller.

— Lord Canciller- saludo gélido sin levantar la mirada del suelo- ¿a que debo su visita?- preguntó, ocasionó un leve murmullo de la comitiva del Lord Canciller. La sola idea de oir a un omega cuestionando a un alfa escandalizó la sala.

— he venido a llevarlo a la capital- respondió el Lord Canciller tragándose su orgullo. El viejo alfa tenía ganas de destrozar la garganta del joven. En lugar de eso se inclinó.

El gesto de inclinación sorprendió a Marcus, por protocolo nadie debía inclinarse delante de un omega, sin importar el título que este portase.

— he venido a llevarlo a la capital- repitió el viejo alfa- para que cumpla con su deber divino y asuma la responsabilidad de guiar a su pueblo.

Marcos ahogo una exclamación. ¿le estaban jugando una broma pesada?, era bien sabido que un Omega jamás sería rey. Las costumbres occidentales eran más flexibles con los de su especie pero jamás permitirían a uno de los suyos en una posición de poder tan alta.

— ¿me dice usted que yo seré el sucesor de mí hermano?- preguntó con desdén- soy apenas un Omega.

— es bien hijo de su padre- habló un segundo Lord. Marcos se atrevió a levantar la mirada. se encontró con unos ojos verdes esmeralda que lo miraban con devoción. Se sintió intimidado, pero también atraído.

— General, le pido encarecidamente que no comparta sus pensamientos sin autorización- lo reprendió el Lord Canciller- Su Alteza, sabemos del impedimento por el cual un Omega no puede reinar. El parlamento lo ha anulado para que usted asuma tal responsabilidad.

— temo no entender semejante privilegio- respondió el príncipe secamente- ¿debo esperar alguna especie de pago por tal caso?.

— es usted o la barbarie Alteza. No existe otra alternativa- el Lord Canciller sonaba desesperado- claramente es hasta que se case y tenga un heredero alfa.

— si me permite hablar- pidió otro Lord. El Lord canciller le concedió la palabra- no tendrá usted que hacer nada Alteza, nosotros nos encargaremos de las cuestiones del Reino. Su imagen será puramente representativa.

— ¿En caso de negarme que sucederá?- Marcos no iba a negarse, pero había sido bien educado y sabía cómo sacar ventaja de cualquier situación.

— su primo lejano, el Rey de Venezuela, accederá al trono- contestó el Lord Canciller.

— por ende la pérdida de identidad de mí reino. No permitiré que eso pase. El reino de Argentina seguirá siendo un estado independiente. Tengo Exigencias.

— usted dirá- el Lord Canciller estaba impaciente.

— Un simple Omega no puede gobernar un reino, ¿no es verdad?- La mayoría asintió a favor de la afirmación- como seré el primero en gobernar uno les pido que no me quiten ese derecho.

— no le comprendo Alteza- gruñó el Lord Canciller.

— tendré tanto voto como ustedes- La comitiva quedó en silencio.

— ¡eso es una aberración! ¡nos llevará a la perdición!- gruñó un Lord. El Lord Canciller ordenó silencio.

— Tiene mí palabra Alteza- aceptó el Lord Canciller, la comitiva murmuró en desacuerdo- No debemos juzgar a nuestro Rey por ser un Omega- lo defendió el viejo alfa- sino por sus convicciones. Recordemos que dicho rey es hijo de un gran soberano- dio medía vuelta y se volvió a inclinarse- acepta la misión Alteza.

— es un honor- dijo Marcos, Solemne.

— ¡Dios salve al Rey!- exclamó el Lord Canciller. Toda la comitiva de alfas se arrodilló ante el Omega- ¡Dios salve a Marcos Alcorta de Argentina!.

Marcos sintió como sus piernas le temblaban. Su hermano había muerto y el era el próximo rey. Habría muchas dificultades en el camino pero confianza que lo haría bien, por su hermano. Levantó la mirada y se encontró con una docena de alfas arrodillados a sus pies. Le llamó la atención cierto alfa corpulento, el de los ojos verde esmeralda. Al observar lo detenidamente sintió un extraño sentimiento en su vientre. Su Omega interior emitió un Ronroneo.

— ¿acaso será él?- pensó- no puede ser él.

Marcos Alcorta III, Rey de Argentina

A Marcos el viaje a Buenos Aires se le hizo corto. Quizás fue por la emoción de ser parte de algo grande o por el simple hecho de que el tren real era muy ágil. Agradeció dejar Ushuaia, con sus fríos vientos y su caótico mar. Buenos Aires era más cálida y el Río de la planta de comportaba de maravillas.

— ¡hemos llegado majestad!- habló un guardia Real, un beta quién no conocía- La caravana real lo transportará hacia la Casa Rosada, dónde será coronado. De allí tomara un carruaje hacia el teatro Colón para presenciar la ópera y al final será llevado al palacio de Olivos.

— ¿dónde me cambiaré?- pregunto mirando su vestimenta. Era cierto que iba vestido acorde en todo momento, pero esas ropas no eran aptas para un futuro monarca.

— oh, disculpe mí descuido Alteza, hemos preparado una habitación especial en el tren, allí encontrará todo lo que necesita- el guardia hizo un gesto con la mano y apareció una Omega- la mujer lo llevará y lo ayudará a cambiarse.

Marcos fue guiado por la omega, quién no paraba de sonreírle y hacer reverencias cada vez que él le dirigía la mirada.

— Usará esto Alteza- señaló unos pantalones tiro alto de seda azules, una camisa blanca y una inmensa capa de armiño. Marcos miró al atuendo con pena. Sin más que objetar se vistió en silencio. Al verlo la Omega echó a llorar.

— ¿que sucede?- preguntó.

— es histórico ver a un omega a punto de ser rey. hace que tengamos esperanza- Marcos se sintió enfermo. Había mucha responsabilidad en sus hombros.

— Las joyas majestad, no olvidé las joyas- lo llenaron de anillos, colgantes y medallas. Las medallas parecían innecesarias, puesto a que él jamás había estado en una guerra. Respiró hondo y salió para subirse al vehiculo que abriría la caravana.

La caravana real estaba compuesta por una limusina totalmente blanca; escoltada por dos regimientos de soldados a caballo, el regimiento de Patricios de un lado y el regimiento de Infernales del otro. Adelante del vehículo iban tres hombres a caballo portando la bandera nacional, dos vestidos de celeste y el del medio de blanco. detrás de ésta había una formación de a pie, con todas las banderas de las diferentes provincias que componían el reino.

— ¿está listo majestad?- preguntó el Lord Canciller, mientras le invitaba a subir a la limusina.

— Supongo que sí- dijo entrando. La caravana comenzó su rumbo hacia Plaza de Mayo.

La llegar a las puertas de La Casa Rosada, sede del gobierno Real, Marcos divisó una gran multitud congregada en la plaza, en su mayoría omegas. Sonrió y saludó con la mano.

En las puertas de la sede de gobierno lo esperaba el general que había llamado su atención. Marcos sofoco una sonrisa de colegiala y muy gélido preguntó al Lord Canciller quién era.

— es el general mayor de su ejército majestad- habló el viejo alfa- lo tendrá pegado en sus talones todo el día. Se ha ofrecido voluntariamente a cuidar a Su Majestad personalmente.

Marcos no sabía si ilusionarse por aquello o aterrarse. Lo iría viendo sobre la marcha.

El próximo rey bajó del auto seguido por una comitiva de alfas y llegó frente al General de ojos verdes. El Soldado de alto rango se inclinó y beso su mano.

— me permite majestad- pidió guiarlo. Marcos le tendió la mano.

El salón del trono estaba reluciente como siempre. Los dos tronos al fondo, en lo alto de un escenario. Los palcos de los nobles dorados como siempre y el hermoso cielo raso adornado con la pintura de las Pampas Argentina, de las cuales colgaban tres inmensas arañas de cristal.

La multitud cayó al ver llegar al Príncipe. Sonaron las trompetas y Marcos caminó hacía el trono con paso solemne. El excesivo olor a Alfa lo mareaba. Su Omega interior quería salir corriendo de esa habitación. Respiró hondo y siguió su camino. Al llegar al trono, dió media vuelta, miró a la multitud de Lores y parlamentarios. Se sentó en el trono.

— En nombre de la Constitución Nacional del Reino de Argentina- habló el obispo- y el poder conferido por Dios. Tomo en mis manos La flor de ceibo y te la entrego, Marcos Bartolomeo Alcorta de Ushuaia, para que te guíe en tu camino. Tomo el bastón de mando y te lo cedo para que rija tu voluntad con rectitud y sabiduría- Marcos tomo la rama con las flores y el cetro- ¿Jurais defender y guiar a tu pueblo con coraje y rectitud?- preguntó el obispo.

— Yo, Marcos Bartolomeo Alcorta de Ushuaia, hijo de Bartolomeo María Alcorta de Córdoba y Hermano de Facundo María Alcorta de Córdoba, juro llevar mí reinado con justicia y rectitud, amparando en mí la paz y la prosperidad. Si no fuese así, que Dios y el Pueblo me lo demanden.

El obispo tomó la corona Argentina, que era muy diferente a las del resto del mundo, está era de plata, de diseño simple, solo tenía labrada flores de ceibo, flor nacional. La alzó en lo alto y la colocó en la cabeza de Marcos.

— Salve el Rey Marcos Alcorta III de Argentina- exclamó el obispo.

La multitud contestó:

¡Gloria al Rey Marcos Alcorta III de Argentina!.

Marcos miró a los congregados con impotencia. Se calmó cuando encontro la mirada del General en él. Le sonrió y el militar esquivó la mirada.

Marcos deseaba hablarle más que nada es este mundo. Ya encontraría la forma de estar unos minutos a solas con él.

El Cuadro Real

—Alteza- saludó el mayordomo del Palacio de Olivos al ver entrar al Rey por la puerta principal. Formados detrás de él estaba toda la servidumbre del lugar.

— está como siempre- murmuró Marcos al ver la residencia. Su mente se llenó de recuerdos. Había sido un niño muy feliz, cuando su madre, la reina consorte vivía.

—Alteza- habló con delicadeza una voz grave. De solo escucharla su cuerpo sintió una ola de calor.

— ¿qué ha dicho?- se volvió hacia el general, que no se había despegado de él desde el teatro.

— le quiero presentar a su secretario real y a sus damas de compañía- el rey asintió con la cabeza- este es Lord Marcelo, Conde de Córdoba- el beta se arrodilló ante Marcos y le beso la mano- ellas tres sin Laila, Leticia y Francisca, lo ayudarán con la ropa y todo lo que necesite- Las tres omegas sonrieron y se inclinaron con respecto.

Marcos se sintió increíblemente solo al ver que, si bien era la casa donde se había criado, no conocía a nadie ahí. No tenía a nadie en quien confiar. Sonrió con desganada.

— si me permite Su Majestad deberá ir a sus aposentos a descansar- habló Marcelo- Mañana le espera un día largo. Los Lores principales le esperan para debatir la situación del reino.

— antes quisiera hablar con el General- pidió Marcos con el corazón acelerado. La idea había nacido de un impulso, no creyó capaz de ejecutarla- ¿cuál es su nombre General?- preguntó.

— General Lucio Dukoi, Su Alteza- contesto el militar cuadrandose frente a su soberano.

— me permite unos minutos de su tiempo, a solas- miró al secretario y al Mayordomo. Los sirvientes y el secretario se retiraron- preferiría que ustedes también- pidió a sus damas de compañía. Estás asintieron y se retiraron en silencio.

— usted dirá Majestad- habló el General.

— me crié aquí sabe- comenzó el rey, recorriendo el salón maestro que comunicaba todo el palacio- incluso odiaba este cuadro- dijo señalando uno de los cuadros que colgaba en las paredes del lugar, un barco hundiéndose- en el fondo era negación, lo odiaba porque representaba a los omegas, seres que nacen para hundirse. El agua nunca aprecia el valor del barco, solo lo toma como su propiedad.

— no entiendo a dónde quiere llegar- El general parecía nervioso.

— creo que lo sabe- desafío el Rey- lo sabe tanto como yo.

— mí deber es protegerlo- se defendió Lucio.

— pero no lo necesito detrás mío todo el tiempo ¿o si?- el rey lo miró directamente a los ojos. Se perdió en aquel mar Jade.

— sabe cómo somos los alfas- gruñó el general perdiendo la compostura. Se abalanzó hacía el rey y lo chocó contra la pared- sabe que no podemos permitir que nada le pase a nuestro Omega- El alfa coloco una de sus manos en su cuello- sobre todo si aquí no hay una marca- continuó haciendo círculos con su pulgar al inicio del cuello.

— le pido que se controle- exigió Marcos haciendo uso de la poca compostura que tenía. El tacto firme y tosco en su cuello le hacia templar las piernas. En ese momento solo pensaba en una cosa, estar acucurrado dentro de los brazos fuertes de su General.

— ¡no puedo!- gruñó el alfa- su sola presencia me atormenta. Quería tomarlo en plena coronación para que todo el reino viera que me pertenencia. Quiero tomarlo ahora, aquí mismo y hacerlo mío. Solo mío.

— ¡pero no lo soy!- exclamó el Omega- ¡pertenezco a Argentina!.

Reinó el silencio por unos minutos. Luego el dichoso cuadro del barco hundiéndose fue perforado por un puñado. Lucio respiraba entrecortado, una mano en el cuello del rey y la otra enterrada en el cuadro.

— ¡no digas eso!- le advirtió- ¡no es verdad!.

— Lo sabe General Lucio- habló suavemente Marcos.

— deberá tener un hijo, un heredero. Deberá casarse y yo seré su esposo- A Marcos no le gustó el tono amenazante del alfa.

— eso no lo decide usted.

— Controlo su ejército majestad- dijo apartándose, Lucio- verá que puedo hacer muchas cosas. Además no hay Alfa de rango, aparte de mí, con edad de casarse. Y usted no aceptará un esposo viejo.

— ciertamente- asintió el rey- Pero no tengo intenciones de casarme aún.

— no espero que lo haga a la primera- reconoció el General- primero debo ganarme su afecto, luego su atención y cuando usted esté a mis pies lo haré mío.

— ha roto el cuadro- atinó a decir el Omega- espero recuerde la enseñanza.

— se equivoca. No sabe lo que vale un Omega para un alfa. Es su tesoro más preciado.

— tanto que se atreven a arrebatarle su libertad- replicó Marcos- porque eso hacen, nos sobre protegen porque nos concideran débiles.

— yo no le considero débil majestad. Y si, Le protegeré con mí vida si es necesario.

— ya lo veo General. Dejemos las cosas claras. Es obvio que estamos destinados, pero eso no significa nada. Yo soy el Rey y tengo un deber con mí pueblo. No consentire muestras de sobreprotección hacia mí persona. Si quiere ser tóxico deberá hacerlo lejos de mí presencia.

— amarás que sea sobreprotector contigo- dijo el alfa mientras le acariciaba la mejilla- sé que lo anhelas.

— se equivoca. Lo considero una idiotez- dicho esto el rey llamo a sus Damas. Estás entraron en silencio- Vamos a mis aposentos, necesito descansar- las damas le hicieron un gesto para guiarlo.

— al menos permítame cortejarlo- exigió el General- no lo consideraré una muestra de afecto si usted lo acepta, ni me creeré su dueño. Al menos hasta que usted cambié de opinión.

Marcos lo miró cansado. El General era el hombre que siempre soñó. Aquél alfa que lo protegería del mundo y no permitiría que nada le pasara. Sin Embargo las cosas habían cambiado, se debía proteger a si mismo. Él debía proteger a los demás, él era el rey.

— le permito el cortejo- contestó. No pudo resistir. El alfa lo volvía loco. Trataba con todas sus fuerzas controlar ese pensamiento irracional de arrojarse a sus brazos- pero está advertido, Soy de Argentina, no de usted.

— tiene mí palabra de lo que ocurrió hace un rato no sucederá de nuevo, Su Alteza- el General hizo una pose militar.

— y haga el favor de cambiar ese maldito cuadro. Elija uno que vaya con su personalidad. Si quiere cortejarme querré conocer un poco del alfa que me pretende.

Lucio Dukoi sonrió. A Marcos su sonrisa le ardió como mil soles sobre su vientre.

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