Adonis...mon amour,
mientras las flores prevalezcan, podre disfrutar tu presencia,
ruego porque ellas conserven la fragancia de tu vida mundana que se está destruyendo,
con tu partida te llevaste los restos de este destrozado corazón,
pero amor...no te preocupes he bañado con tu sangre los campos de flores,
ahora crecerán nuevas muestras de nuestro amor,
sin embargo, cada que las miro, afirmo que tu vida llego a su final,
más confió en que ellas siempre simbolizaran nuestras memorias y recuerdos,
en cada Adonis aestivalis quedará sellada nuestra historia.
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En una polvorienta habitación de una casa apartada en el bosque, un pequeño niño de rojizos cabellos se miraba al espejo, afirmando entre sollozos su innegable parecido con su progenitora, mientras se colocaba la capa favorita de aquella mujer sobre los hombros para cubrir sus cortos cabellos con el gorro, soñando despierto... imaginando que ella se encontraba frente a él, que seguía aquí, junto a él como le había prometido.
Las lágrimas surcaban su rostro manchando su abrigo, más el infante nunca aparto la mirada de aquel reflejo, asustando por creer que, si lo hacía su madre desaparecería de nuevo, porque si, la persona en el espejo no era él, ya no... ahora era su adorada madre, aquella que había muerto hace unas semanas.
- ¿Sabes?, hoy papá salió a cazar, dijo que volvería en unos días, también...- Su voz dulce y melodiosa, resonó en el desolado lugar, sin embargo, se detuvo al percibir las lágrimas en el reflejo.
-No llores mami, no llores, él volverá pronto, sé que lo quieres mucho, por favor no llores-Suplico en vano.
-Yo...yo seré un buen niño, papá...él dijo, dijo que me llevaría a cazar la próxima vez, te prometo que seré el mejor en todo, te lo juro, pero por favor madre ya no llores- Sujeto con fuerza la capa, buscando el consuelo o alguna señal de afirmación, pero eso nunca llego.
- ¡Ya sé que te pondrá feliz! - Se levantó de inmediato, limpiando los rastros de lágrimas de su rostro. Sabía que a su padre no le gustaba que el fuera débil, que llorara tanto, así que solo podía entrar a la habitación de su difunta madre cuando el salía, para así sanar ese dolor.
Doblo con cuidado la capa, para guardarla. Mientras salía lo más rápido posible en dirección al pueblo, aún recordaba cuáles eran las flores que ella adoraba, compraría las flores más frescas y ella volvería a sonreír. Atravesó el camino del bosque, y llego hasta el pueblo.
Busco, la florería más hermosa, entro en ella, llamando a la encargada del lugar, para que le ayudara a escoger las preciosas, Adonis aestivalis.
-Estas son las mejores de mi tienda-La mujer le mostró, algunos ramos cuidadosamente colocados sobre una mesita.
-Son muy hermosas-Sonrió el infante.
-Sabes, aunque tenga ese nombre, es más conocida como gota de sangre, ojo de perdiz y adonis de primavera- Ella tomó el ramo, más bello y se lo entrego mientras le explicaba.
-A mi madre le encantan- Recibió las flores, mientras sacaba unas monedas de su bolsillo.
-Espero, que estas sean de su agrado, vuelve pronto- La mujer se despidió con una sonrisa, que él devolvió.
Él sabía la historia de esas flores, pues su madre siempre se la contaba, el amante de la diosa del amor, Adonis (joven de singular belleza, hijo del rey de Chipre Ciniras y fruto de su incestuosa unión con su hija Mirra) fue matado por un jabalí en una jornada de caza.
La desventurada diosa detestando una inmortalidad que no podía dividir con su amante, trató al menos de reanimar en él alguna chispa, y recogiendo la sangre que aún corría de su herida, derramó abundantes lágrimas, las cuales no fueron infructuosas: la tierra las recibió y al instante mismo produjo una planta ligera que se cubrió de flores. Las gotas de sangre que manaban de las heridas de su cuerpo fueron convertidas en flores por Afrodita, así tomando su nombre.
¡Flores brillantes y pasajeras, emblemas fieles de los placeres de la vida, vosotras fuisteis consagradas por la belleza misma a los recuerdos dolorosos! Por ello mucho decían que representaba a la perfección la frese de "el amor está sangrando".
Pero para su madre estas flores eran recuerdos, no solo los dolorosos, no, también los buenos, porque la vida era eso. O al menos eso era lo que ella aseguraba.
Pronto un pequeño ruido lo obligo a detener su caminar, y mirar a su alrededor buscando su provenir. Grande fue su sorpresa al ver a una pequeña ave piando bajo un enorme árbol.
Dejo las flores a un lado, para tomar a la avecilla entre sus manos, y colocarlo de vuelta en el nido de donde parecía haber caído, sin embargo, ni bien dejo al animalito en su hogar, su pie resbalo.
Las ramas del árbol lo golpearon hasta llegar al suelo, oscureciendo todo a su alrededor.
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Las voces e imágenes llegaron a él como un huracán, parecían una especie de película, ¿película? Como sabía el que era eso, no tenía idea, todo se estaba mezclando de una manera extraña, ¿Quién era él? ¿un niño, acaso un adulto, un joven?, aún más importante ¿Cómo estaba seguro de que era un "el " y no "ella" ?, ¿Dónde estaba?, en aquel lugar donde pareciera nunca anochecer o en las afueras de ese oscuro bosque.
Podía ver las luces brillantes de una ciudad, los gigantescos edificios, los limpios cristales donde podía ver su propio reflejo, su traje limpio, su pelo castaño bien peinado, y en su muñeca un reloj digital, ¿Cómo sabía lo que era?, ni el mismo lo entendía, pero ese lugar era tan familiar, como si hubiera pasado toda su vida ahí, ¿y si era así?, pero entonces ¿la cabaña donde ha vivido con sus padres por 8 años? ¿era solo una ilusión?
Era extraño, sumamente raro, porque se sentía como si callera al mar, era tan real, podía jurar sentir el agua entrar a su boca, llenando sus pulmones, ver como las pocas burbujas de aire llegaban a la superficie, y extender su mano llamando a "Eliza" ¿Eliza? ¿Quién era ella? Quizás era importante, para que él gastara su último aliento llamándola.
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Despertó de golpe, con la respiración acelerada, apretando sus puños, todavía temblando de miedo...si, miedo a su muerte. Mirando a su alrededor, estaba sentado sobre el pasto, con las flores que compro a su lado, estás ya rotas, sumamente aplastadas y sobre ellas unas gotas de sangre, noto que era suya hasta que una gota se resbaló desde su frente manchando su pantalón.
Adonis aestivalis, la flor de los recuerdos, le devolvió los suyos, los de su vida... pasada.
El cubre sus oídos cuando cantan las aves,
creyendo que así desaparecerán,
no se puede vivir en el pasado,
pero no se puede mirar al futuro.
Has estado atrapado en este maldito tiempo,
pobre alma joven atada a un destino cruel,
esperando el final catastrófico en el que alguien gane y,
por supuesto, ese alguien no eres tú.
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Aun temblando regreso a casa, con pasos torpes llego hasta su cama, se envolvió con las sabanas hasta la cabeza, agradecía que su padre no estuviera, de lo contrario sería aún más estresante tener que lidiar con su progenitor y consigo mismo.
Su cabeza dolía horrores no sabía si era por el golpe, o por esos recuerdos, aún le faltaba limpiar sus heridas, pero para este punto, ya no le importaba, ahora que ni siquiera sabía quién era.
Su vida pasada era un caos a sus ojos, todo lo que vio no tenía ningún orden. Ahora incluso estaba confundido por esta nueva vida. Y de alguna forma sus pensamientos ya no eran lo mismo, si, estaba en el cuerpo de un niño de 7 años, pero de extrañamente pensaba como su yo "adulto", aunque en realidad no tenía ni la más remota idea de que genero era este.
Solo una cosa era segura él era Gastón, y a partir de ahora debía seguir en este mundo, con esta nueva vida.
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Claro era muy fácil solo decirlo, pero después de todo un día, al fin se aclararon sus ideas. Es decir, a qué clase de persona se le ocurre darle esta clase de "nueva vida". Para empezar, aún es un niño, y ¡vamos! su vida tampoco es muy buena.
Pero empecemos a aclarar eso. Siendo un niño no lo comprendía bien, pero ahora, ¡oh!, ahora de verdad se da cuenta de que su antiguo yo de este mundo, estaba a solo un paso de la locura. Él, siendo hijo de un cazador y de una mujer noble, si tal vez sonaría como el cuento de hadas perfecto, en el que a pesar de las clases sociales el amor triunfa, pero déjenme recordarles que esto es la realidad.
Cuando su madre eligió el amor, cavo su propia tumba, y es que ¡dios, una joven dama noble, que ha crecido entre almohadones llenos de plumas, con la mejor comida y sin mover un solo dedo para algo más que tomar el té! ¡¿Cómo podría alguien creer que sobrevivirá?! Aún más con la tan carente salud que tenía. Su querida progenitora que había renunciado a todo por su padre, además de que su misma familia la echo y fingió no conocerla, trajeron en solo unos años su muerte, la enfermedad que la consumió poco a poco, hace varias semanas ella por fin dio su último suspiro.
Además del niño que no superaba la muerte de la persona que más amaba, aquello le causo tal trauma que busco cualquier forma de contener ese recuerdo, y es muy comprensible que él buscara curar su dolor por sí mismo, cuando su padre permanecía tanto tiempo ausente, eso no significaba que él no amara a su madre, por supuesto que no, en sus recuerdos él siempre la trato con cariño, pero él había buscado sanar el dolor de su perdida concentrándose en otras cosas para no pensar en ello, tal vez no viendo el daño que le causaba a su hijo o él no quería verlo.
Pero sin duda de algo estaba seguro, si él no hubiera obtenido los recuerdos de su vida pasada seguiría caminando por ese sendero que le recordaba el dolor y probablemente lo llevaría a la locura.
Y aunque ahora poseía recuerdos de su antiguo yo, esto no significaba que dejara de amar a su madre de este mundo y que no sintiera nada por su muerte, todos sus recuerdos y sentimientos seguían presentes. Así que decidió que debía salir, alejarse un momento de aquel lugar tal vez lograría calmarlo un poco y despejar su mente.
Se levantó con calma, aun con el palpitante dolor. Buscando lo más rápido que pudo algo para curar sus heridas, encontró una pequeña caja de madera con el material necesario, pero fue hasta que se miró al espejo que se percató de cuan herido estaba.
Un rastro de sangre seca se mostraba desde se cabelló rojizo, y llagaba hasta el inicio de su cuello, y podía apostar a que las sabanas se encontraban tan manchadas de sangre como él, suspiro derrotado y procedió a limpiar y vendar su herida. Una vez hecho eso, tomo unas cuantas monedas para comprar algo de pan, puesto que en este momento se estaba muriendo de hambre.
Tomo de nueva cuenta el camino del día anterior, y una vez llego al pueblo se permitió admirar el lugar, como alguien que había vivido en un mundo moderno, esta experiencia era realmente emocionante y nueva, hacía que su piel se erizara con la más mínima cosa. Era un poco incómodo y como si estuviera fuera de lugar, pero al mismo tiempo fue sumamente sorprendente. Ver las pequeñas casas de madera, los caminos principales hechos de piedra, los rústicos carteles de madera de los negocios, incluso la fuente en el centro del pueblo, se maravilló una vez más con la vestimenta de los habitantes del pueblo, se sentía como algo surreal, como si fuera una película histórica.
Quería seguir disfrutando del lugar, pero su estómago le reclamaba alimento y bueno, no era para menos si llevaba un día completo sin probar bocado. Así que cuando encontró la panadería no lo pensó dos veces y entro en ella. Se acercó a los estantes con panes, baguettes, panecillos, pasteles, y otros más. De inmediato aumentaron las ansias de comer algo.
Se acercó al mostrador para pedir unos panecillos, los pago y mordisqueo uno, pero justo cuando se dirigió a la salida encontró una niña pequeña tal vez de su edad, castaña de tez clara y con las mejillas ligeramente rojizas, sin duda era linda, lo primero que le vino a la mente fue que se parecía mucho a su sobrina, ¿sobrina? ¿Tenía hermanos en su otra vida? No lo recordaba bien, pero en su memoria estaba su yo pasado sentado con las piernas cruzadas en una alfombra, frente a él una pequeña niña con un rostro borroso.
En sus manos sostenía un libro, que suponía estaba leyendo al infante. No era muy claro, y aunque intentaba saber que estaba leyendo o como se veía exactamente la pequeña no lo logro, seguía perdido en sus pensamientos, pero lo siguiente que escucho lo trajo de vuelta a la realidad.
-Bonjuor Bella, ¿Qué vas a llevar hoy? -Saludo el panadero. Y aunque no sabía por qué le tomo tanta atención a la conversación, puesto que algo le decía que era importante.
-Buenos días, señor, me llevaré dos baguettes por favor- Contesto la pequeña con alegría. Por algún motivo la conversación le resultaba familia.
-Por supuesto, por cierto ¿Cómo sigue tu padre? -Cuestiono mientras ponía su pedido en una cesta, y recibía las monedas.
-Se encuentra mejor, mañana seguirá trabajando con...- Fue interrumpida abruptamente.
- ¿Ah sí? ¡Eh\, Marie! el pan! rápido! -Llamo a su esposa. Y la niña solo pudo dar una pequeña risa.
Intento buscan en su memoria a la pequeña, pero al parecer no había ningún recuerdo de ella, por lo que dedujo que era nueva en el pueblo, sintió un poco de lástima al ver como la ignoraban, y aunque no fuera un niño, o al menos no mentalmente, decidió que tal vez no le vendría mal ser su amigo.
-Hola, ¿Bella verdad? - Saludo algo avergonzado.
-Hola, si- Contesto animada.
-Un placer conocerte- Se regañó mentalmente al hablar tan formalmente con ella. Sin duda algunos hábitos no se olvidan.
-Igual, um...- Se detuvo instándolo a continuar.
-Gastón, ¿eres nueva por aquí verdad? No te había visto antes- Quiso darse un golpe al hacer una pregunta tan tonta, no sabía si eran sus nervios o por su desordenada mente tratando de procesar todo lo anterior.
-Sí, me mude con mi padre hace una semana- Pareció que a ella no le había importado su torpeza.
-Oh, ya veo, umm...-Murmuro pensando algo de lo que hablar, y entonces se le vino a la mente el recuerdo de hace un momento, basándose en ello, tal vez él disfrutaba la lectura. Y busco en su memoria algún libro interesante que haya leído, y que fuera apropiado para incluso alguien de su edad actual.
-Sabes he estado leyendo un libro muy bueno, se llama el principito... ¿te gusta leer? - Él cuestiono, esperanzado en que esto funcionara.
-Sí, me encanta- Asintió emocionada, juraría que vio un ligero brillo en sus ojos.
Salieron juntos del pequeño establecimiento y siguieron caminando mientras conversaban alegres. Ella le contó sobre obras de esa época y aunque no reconoció a ninguno de los autores o los títulos, fue interesante.
- ¿Te gustaría almorzar en mi casa? Apuesto a que a mi padre le agradaras mucho- Comento la pequeña. Y aunque no era le agradaba mucho el hecho de que ella confiara en el tan rápido\, decidió aceptar\, tal vez el padre de la niña sería igual de agradable que ella\, y no le vendría mal conversar con un adulto.
-De acuerdo- Acepto, y luego de ello partieron rumbo a la casa de la pequeña, pero lo que vio detuvo su andar y le produjo escalofríos, la casa de esta niña, esa casa... la recordaba. Era la misma pequeña cabaña que el vio en....en aquel libro ilustrado de "La Bella y la Bestia".
Miro a la niña a su lado, y entonces unió todos los puntos sueltos, ella era Bella, de aquel mundialmente famoso cuento, y el...él era Gastón, entonces eso solo podía significar...Oh, no. Él era el villano de la historia.
Debido a que el destino cruel se ha apoderado de mí, ahora cada paso parece apretar más la cuerda alrededor de mi cuello, cada día solo significa un paso más hacia mi tumba. Ahora soy el villano engreído.
¿Puedes sentir la sangre que emerge de tu tumba?,
cuando la desesperación se llevó la esperanza,
¿puedes parar las lágrimas hechas por el rencor?,
cuando el egoísmo ha cegado tus ojos.
Ahora las flores se han desvanecido,
y el plan perfecto para tirar de los hilos está listo,
¿podrás escapar de este sin ser lastimado?,
¿te sacrificarás solo para ser abandonado?
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Podía sentir como su estómago se revolvía y con ello le llegaban las inmensas ganas de devolver los pocos trozos de pan que había ingerido, apretó fuerte su mandíbula en un acto reflejo, e incluso por un momento se abstuvo de respirar.
- ¿Qué sucede Gastón? - Escucho la suave voz de la niña\, similar al dulce sonido de las campanillas\, claro que en estos momentos solo le podía causar escalofríos.
Instintivamente giro hasta encontrase con su figura, ahí estaba ella, con sus mejillas sonrojadas y su cabello castaño, dándole una expresión de preocupación.
Esa niña, ella era la protagonista si su memoria no le fallaba.
-Por favor, vamos a verla otra vez ¿sí? - Escucho una ligera voz aguda y el recuerdo de una pequeña pelinegra mirándole mientras sostenía un control remoto y lo apuntaba a un televisor, llego a él.
Su yo del otro mundo no emitió ni un sonido, solo suspiro y supuso que asintió pues la niña mostró una gran sonrisa para dejar de mirarle y se enfocó en la pantalla, él hizo lo mismo y pudo ver como se reproducía una película.
Comenzaba contando una historia a través las hojas de un libro, las imágenes eran borrosas, casi indistinguibles y solo había silencio, sin embargo, tal parecer que al final de esto se mostró el nombre del famoso cuento "Beauty and the Beast". Y ese fue el punto culminante, recordó que su pequeña sobrina a menudo le había obligado a verla, como conocía el famoso cuento.
-Lo siento, debo irme- Menciono totalmente pálido, y con movimientos torpes se giró de regreso, tirando algunos panques en su acto.
-Pero...- La pequeña intento protestar, más él la interrumpió de inmediato.
-Tal vez...tal vez en otra ocasión. - Apenas si pudo articular mientras luchaba por obligar a sus piernas a moverse más rápido, huyendo de ese lugar, mejor dicho, de ella.
Corrió lo más rápido que pudo, saltando y esquivando a los transeúntes, podía escuchar el sonido de su corazón en sus oídos y sentir su pesada respiración, pero no podía permitirse parar, no hasta que estuviera lo suficiente lejos de ella.
Pronto la visión antes sus ojos le mostró la anhelada naturaleza del bosque, ni siquiera sabía dónde estaba, o si esta era la dirección correcta en camino a su casa, pero ahora nada de eso le importaba solo buscaba una salida, un lugar recóndito donde esconderse. El camino marcado pronto se borró, las ramas comenzaron a arañarlo y golpearle dejando notorios signos de la agresión. Y todo eso se detuvo cuando tropezó, cayendo espléndidamente de cara al suelo.
Levantándose lentamente, noto las nuevas heridas que se había creado por su torpeza, sus pantalones tenían agujeros dejando una vista notable de sus rodillas ensangrentadas, intento quitarse la tierra de ellos, pero al hacerlo percibió que ellas también estaban lastimadas y ni que decir de su mejilla que comenzaba a palpitar.
- ¿Acaso al mundo le encanta que me lastime estos días o soy muy torpe? - Exclamo soltando un suspiro.
-Maldición ¿por qué a mí? - El bermejo tomo sus cabellos entre sus manos y se dejó caer sobre un viejo tronco.
-Veamos, si lo que recuerdo es correcto, ella es la protagonista, um...que es ¿secuestrada? Sí, es secuestrada por una Bestia a cambio de una ¿rosa?, ¿todo por una maldita rosa? -Se cuestionó histérico, y es que ¡vamos! ¿en serio su sentencia de muerte empezó por una estúpida rosa?
-Ok, cálmate por favor, así no llegaré a nada- Se dijo a sí mismo.
-Bien, se supone que la Bestia es en realidad un ¿un qué? Diablos ¿por qué no recuerdo eso? Bueno no debe ser importante, ¿en qué me quede?, ¡oh, sí! Ella comienza a enamorarse de el- Declaro lo último, y por un segundo se quedó sin habla, procesando aquella oración.
- ¿Se enamoró? ¿por qué se enamoró de él? ¿Cómo fue que todo eso sucedió? Si no lo recuerdo a tiempo será mi fin. Demonios ¡¿por qué no recuerdo toda la trama?!- Sus manos temblaban con ese pequeño tic nervioso que le daba siempre que estaba temeroso.
-Mierda- Susurro asqueado, no solo por lo antes dicho, no, era porque hace solo unos momentos conoció a esa mujer, bueno, en estos momentos es solo una "niña".
-Bueno, luego de eso, ella lo deja y regresa con su padre, pero es en ese momento que todos se enteran de aquella Bestia que vive en lo profundo del bosque, liderados por mí, todos van en busca de aquel monstruoso ser, es entonces cuando se pone a prueba su "amor", al llegar al lugar que habita la Bestia yo intento asesinarlo, pero antes que eso suceda ella lo salva de mí, sin embargo, mi vida acaba cayendo al vacío, a causa de mi maldad, egoísmo y orgullo. -Todo aquello era una locura, sin duda alguna quiere encontrar a aquel que le dio tal destino, le diría de todo, menos felicitaciones.
- ¡Dios\, ni siquiera alguien lamenta mi muerte!\, al final...al final solo muestran a la feliz pareja y a mí me olvidan\, ¡claro! solo fui un escalón para hacerlos brillar\, ¡¿y quieren que no esté furioso?! Hacen ver mi horrible muerte como algo que debía pasar ¡¿Cómo si fuera necesario para que fueran felices?! ya veo porque todos los que veían aquella cinta no sentían ni la más mínima empatía por mí. - Escupió con rabia\, era una locura\, ¿por qué él se merecía aquello? ¿Por qué él?
-Bestia- El grito de su sobrina hacía eco en sus pensamientos, la pequeña estaba sentada en un sillón gris individual, abrazando a su oso de peluche, su atención paso de ella a la pantalla, y en ese momento justo lo presencio, como el villano caía y en sus ojos vislumbraba la muerte, podía sentir el temor del personaje a su inevitable destino, en el mejor de los casos moriría al instante, pero si no ¡oh que dios lo ampare! porque estaba seguro que con su roto cuerpo solo podría quedarse ahí, agonizando de dolor, y posiblemente siendo devorado por los animales salvajes.
Se imaginó a sí mismo en ese escenario, la angustia en su pecho al ver todo a su alrededor se desvanecía con su caída, podía sentir su respiración contenida, y su pecho que retumbaba con vigor creando un ruido ensordecedor, incapaz de saber si había algo más alrededor, la agonía de tener los huesos rotos, luchando por levantarse y luego escuchar los gruñidos de las bestias, que atraídas por el olor de su sangre se acercaban, la impotencia de no poder mover ni un músculo mientras el dolor lo consumía, como los animales destrozaban su carne sin demora y él sin poder hacer más, observaba todo aquello. Una escena que sin duda cualquier persona cuerda evitaría ver.
- ¡Por favor\, NO! - Grito aquello mientras las lágrimas comenzaban a bajar por sus mejillas. Sostuvo sus cabellos en un intento vano de calmarse\, puesto que esa imagen sangrienta no podía dejar sus pensamientos.
- ¡¿Por qué YO?!- Exclamo lleno de ira\, a causa de ello comenzó a tirar con fuerza de sus cabellos\, infligiéndose a sí mismo más dolor\, pero en ese momento era imperceptible.
No podía controlar esto, eran tantas emociones que emergían de él, como si una bomba que estaba contenida de pronto explotara, tenía miedo por no saber si podría evitar eso en el futuro, la incertidumbre de poder repetir ese patrón de conducta inconscientemente, la angustia que tal vez el mundo le robara aquella información de su terrible final así como le fue dada en tan solo un segundo, la terrible cólera que crecía por el destino que le habían dado, esas personas que sellaron su vida con sus propias manos en aquella obra, el terrible asco que le daba pensar en la maldita vida que le depara, sin duda todo esto era demasiado para él.
No sabía si era porque estaba en el cuerpo de un infante y por ello se sentía más caótico, tal vez si fuera un adulto podrías haberlo procesado mejor.
Pronto sintió como su pequeño estómago se apretaba, le costaba respirar, y las lágrimas que empañaban sus ojos no mejoraban nada, y para empeorar la situación de pronto le llegaron unas inmensas náuseas, corrió como pudo al arbusto más cercano y ahí vomito los pocos trozos de pan que había probado desde que recupero sus recuerdos.
Estaba cansado, sucio, triste, hambriento y para colmo lastimado, ahora solo quería tumbarse sobre el suelo y que su madre lo abrazara, que le dijera que todo estaba bien, pero era imposible para cualquiera de sus madres, ya sea la de esta vida o la de la anterior, hacer aquello ahora.
-Debo encontrar la manera de detener esto- Suspiro resignado a vivir con el presente temor de llegar a ese fatídico final.
-No importa lo que pase, ahora...ahora yo soy Gastón- Una sonrisa pequeña se forma en sus labios, si no estaba loco ahora pronto lo estaría.
Por qué... ¿Qué otra cosa le espera a un villano, sino un mal final?
-Yo, Gastón...me niego a aceptarlo-
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