...CONTIGO YO QUIERO…...
...por CHICO LITERARIO....
...Instagram: @chico.literarioo...
...Facebook: Ir Win Sde...
...***...
...DEDICATORIA...
...Para todos los que alguna vez sufrimos un cambio de circunstancias porque la vida es incierta y todo cambió de la noche a la mañana....
...Para ti querido lector que lees esto, esté libro te pertenece. ...
...Para mí yo de 23 años, que aún no se ha cansado de seguir adelante. ...
...30-Agosto-2022...
...Hago público este borrador ...
...PRIMERA PARTE...
...“TENERTE DE FRENTE”...
...Capitulo 1...
¿Algún día podremos ser capaces de entender los sentimientos ajenos a nuestras circunstancias? ¿Cuando aceptaremos que la vida real implica soñar que los planes no siempre saldrán como uno planea? ¿Seremos capaces de tomar en cuanta los riesgos de que algo inesperado pudiera sucedernos en cualquier momento? ¡La vida está llena de cambios inesperados!
Esta mañana me levanté un poco emocionada y algo interesada en querer ver cómo me quedaba mi uniforme nuevo. ¡Esto era realmente alucinante! Resonance sonaba a un volumen considerable desde mi bocina Bluetooth. Era la hora para alistarme e ir a la escuela. Blusa blanca, falda azul cuadriculada y un suéter gris. ¿Me gustaba ver mi atuendo? Alisé un poco la tela de mi suéter, meneé mi cadera al ritmo de la canción con toques futuristas y me regalé una sonrisa amplia. ¡Me sentía totalmente contenta! Saqué unos zapatos de charol negro, no me tarde mucho en atar las agujetas y salí de mi habitación luciendo como la chica nueva. ¡Esto era demasiado genial!
—¡Que guapa te ves!
La voz de mi madre me hace sonreír de tanta emoción en mi interior. Papá sostenía su celular en la mano y leía mensajes de texto en voz baja.
—¿Segura que no quieres que te lleve a la escuela? —dijo él.
Me acerque a papá, dejó su celular sobre la mesa y planté un beso sobre su frente. Me miraba complacido y con demasiada gentileza.
—Tranquilo pa, estaré bien. Igual y no está muy lejos la escuela.
—Eso si, que bueno que no eres una hija chocante. Es bueno que te ejercites un poco para iniciar bien las actividades escolares. ¡Te ira bien este día!
Asentí. Mis padres eran realmente geniales conmigo.
—¿Te sientes nerviosa? —preguntó mamá.
—No, la verdad no. Me siento tranquila y bueno esta noche no pude dormir bien por la emoción de querer estar en esta nueva escuela. Creo que me ira bien, eso espero.
Me ofreció una sonrisa.
—Eso me da gusto. ¡Ven aquí! Quiero abrazarte. ¡Estoy segura de que todo te saldrá bien hoy! Deseo que hagas nuevas amigas y que disfrutes esta etapa.
Sonreí, el calor de mamá es lo mejor del mundo y sus deseos son la cereza de mi pastel.
Después de darle un abrazo a mi madre y de tomar el dinero que papá me suele ofrecer cada mañana, salí de casa luciendo extremadamente segura de mí misma. ¿Alguna vez fuiste la alumna nueva casi a finales de ciclo escolar? Bueno, pues en mi caso, no me siento para nada como esas chicas nerviosas de las series que entran a una escuela nueva. En el fondo me siento afortunada de ser positivamente optimista ante los cambios recientes y claro, la seguridad emocional es algo importante para un momento como esté.
La calle que daba a nuestra casa estaba cubierta de grava, había árboles alrededor y el sonido de mis pies crujiendo con el suelo, me hacía sonreír al ritmo del canto de los pajaritos. ¿Cómo debe sentirse una chica de mi edad en un lugar como este? Solo habían pasado tres días desde que nos mudamos a San Francisco. ¿San Francisco? Un pueblito pintoresco y algo tranquilo; todo lo contrario a vivir en la ciudad. Aquí parecía que la tranquilidad era un regalo para la sociedad y era mi turno el poder disfrutar de algo así. ¡Me gustaba aquí!
¿Por qué razón nos mudamos a un lugar campestre? ¡Hay tanto que decir! Y no hay mucho tiempo para poder explicar el motivo. Quizá después me den ganas de poder contarte más detalles.
Justo al doblar sobre la calle principal adoquinada veo a unos cuantos estudiantes caminar hacia la misma dirección que yo. Chicos al lado de sus amigos, mochilas en la espalda o bolsos de colores con botones de algún anime de moda. ¡Íbamos para la misma dirección! ¿Como era mi mochila? Una mochila tejida artesanalmente con estambre de colores; papá dice que ese es un bolso hippie y que se me ve bien. Que combina con el color de mis ojos. ¡Porque tengo los ojos un poco hippies! Un poco bonitos y demasiado peculiares.
—¡Hey vamos a llegar tarde! —escuchó que dice un chico adelante de mí por pocos metros.
Compruebo la hora encendiendo la pantalla de mi celular, faltan diez minutos para que la escuela cierre sus puertas y enserio que no me siento sola o nerviosa. ¡De verdad que no extrañaba mi antigua escuela!
Estoy por llegar al comienzo de la subida del cerro cuando veo a un par de gorriones pelear en el suelo por una migaja de pan. ¿Una escuela en la cima de un cerro? ¿Una escuela en un lugar como este? ¡Pues sí! Así es que durante varías mañanas del futuro, mi rutina también implicaría que yo hiciera un poco de caminata pesada para llegar a la prepa. ¡Y esto era parte de los nuevos cambios a los que yo me tendría que acostumbrar!
De pronto, veo a una pareja de chicos empezar a molestar a una chica. Le hacían burla con alguien que seguramente iba en tercer grado y cuando estaba llegando a la mitad de la subida, él pasó a mi lado. Me acomodé un poco los tirantes de la mochila y mis ojos siguieron sus pasos con detenimiento porque hubo una chispa de curiosidad en mi interior. ¿Quien era él?
Chico alto, un poco delgado, con algo de músculo en las piernas y en la forma de sus hombros. Su cabello era de color café oscuro, con destellos de ser el chico popular de la preparatoria. Todos comenzaron a saludarle de forma muy agradable, ¡como si se tratase de una celebridad! Sonreí, rápidamente me di cuenta de que este chico tenia a todos a sus pies y la curiosidad se me fue.
Los dos chamacos tremendos se acercaron a él y todos los miraban con mucha emoción. ¡Seguro que eran los más guapos de la escuela!
—¡Germán! ¿Cómo es que te fue en estas vacaciones? —le preguntó un chico que caminaba a su lado izquierdo.
Estábamos regresando de las vacaciones de semana santa.
—¿Escucharon que alguien se iba a trasladar a nuestra escuela?
El otro chico interrumpió la pregunta hacía Germán.
—¿Ora?
—¡De verdad!
—¿Como lo sabes?
—¡Otsss! Yo siempre se todo.
Germán y su otro amigo dejaron escapar unas risitas incrédulas.
—¿Chica o chico?
—Escuché que iba a ser una chica. La neta no se de donde viene, pero sí, es una chica.
Comenzaron un barullo entre ellos. Parecían realmente muy unidos y algo alocados. No había duda de que ellos eran los galancitos de esta prepa.
—¿Creen que sea bonita?
¿Bonita? ¿Tan pronto hicieron esa pregunta? ¡Que simples!
—Quien sabe. La neta es que no la conozco. Pero bueno, yo creo que si no es bonita ella no será muy popular entre nosotros.
¡Así de básicos y tontos sonaban estos chicos! Parecían no notar mi presencia.
—¿Y si es realmente una belleza?
—Entonces podríamos intentar conquistarla. ¡Germán tiene experiencia en eso! Lo bueno es que estás libre y por supuesto que te apoyaríamos en esa conquista.
¿Libre de..?
—¿Dices que tengo experiencia por que soy un mujeriego?
—¡Pues sí! Ya has tenido varias novias y todas en esta escuela se derriten por tu cara de mitología griega.
Rieron tontamente. ¿Mitología griega? ¡Más bien parecía figura prehispánica!
—¿Crees que sería bueno andar de pica flor? —le preguntó el tal Germán.
—Yo creo que sería bueno andar de loco entre la chicas. Después de todo eres el más carita de nuestra generación y bueno, no esta mal jugar con ellas. Eso es lo que hacemos los chavos, mi jefe dice que el hombre puede llegar hasta donde la mujer quiere. Y por lo que se ve, muchas quieren que tú seas su novio.
¿Hasta donde quería yo que llegarán esos bobos? ¿El más guapito tenia derecho de ser el más mujeriego, solo por tener una cara bonita? ¡Que pasados de lanza!
No pude evitar dejar escapar una risa por lo absurdo de toda su plática. Se giraron a mirarme y agradecí no estar demasiado lejos de ellos para que pudieran notar que no estaban caminando solos por la banqueta. ¡Canijos chamacos de prepa!
—¡No te creas tanto lo que te dice tu amigo! Deberían salir de este pueblo, hay caras más chulas que la tuya.
Vi sus caras sumamente sorprendidas, como si hubiera terror en sus miradas y la forma en que sus ojos se abrieron de golpe; eso fue lo mejor de esta mañana. ¡Bobos!
—¿Y tú eres…? —me preguntó Germán.
—¿Soy…? —me le quedé mirando fijamente.
—Lo que quiero decir es que…
—¡Soy una belleza! Y tú pareces ser, nada.
El contacto visual entre nosotros fue el detonante para que sus pupilas se perdieran en mi heterocromia tan rara. Mientras sus ojos se perdían en mí, capté a un perro correr en dirección a ellos con toda la intención de morderlos. Rápidamente me agaché al suelo y simule que recogía una piedra para asustar al animal. ¡Ellos parecían asustados! El animal frenó.
—Pero…
—No me interesa escuchar lo que quieres decir. ¡No vale la pena! Bola de miedosos. ¡Nos vemos luego!
Sin esperar una respuesta, me concentre en seguir caminando para entrar a la escuela, pase justo en medio de ellos y los dejé con la boca bien abierta. ¿Fui demasiado descortés? ¡Para nada! Después de todo ellos habían sido demasiado desconsiderados conmigo al tratar de imaginar lo mas superficial de la chica nueva.
—¿Como te llamas? —preguntó uno de ellos.
No quise responder su pregunta, ni siquiera me frené para darle mi respuesta.
—¡Nos vemos luego bellezas! —dije y volví a reírme
¡Así inicie mi primer día de clases!
... *** ...
—¡Muy bien! Pues miren chicos esta mañana tengo buenas noticias, queremos darle la bienvenida a una nueva compañera que acaba de llegar esta mañana. Ella recién se mudó de la ciudad y… bueno, la dejaré que se presente.
El ademán de la profesora me alentó a dar un paso al frente de toda la clase. Pizarrón de color blanco detrás de mí, de frente un salón lleno de chicos que me miraban con curiosidad y el sol iluminando todo, gracias a las enormes ventanas. ¡Esto era agradable! Demasiado diferente a mi antiguo salón de clases, las escuelas publicas son demasiado geniales.
—¡Hola a todos! Mi nombre es Keyla y este es mi tercer día en San Francisco. Solía vivir cerca de la ciudad, por Angelópolis y estar aquí me transmite tranquilidad. Me gustaría poder decir más cosas pero prefiero que ustedes mismos las vayan descubriendo ¡Espero llevarnos bien!
Todos me observaban de forma curiosa, algunas sonrisas eran dedicadas a mí y no vi necesario tener que dar demasiados detalles de mi vida o sobre mis gustos porque no quería darme a conocer de forma fácil. A menos que ellos preguntaran.
—Muy bien, gracias por presentarte Keyla. ¿Alguien tiene alguna pregunta para su compañera?
Nadie parecía animarse a entrevistarme. ¡Que chistoso! Los chicos me miraban de forma atenta y las chicas murmuraban cosas que no eran importantes.
—¿Cuántos años tienes? —preguntó un compañero.
—Tengo quince años.
—¿Por qué te mudaste aquí? —preguntó una compañera.
—Mi abuelo vive en San Francisco. Nos mudamos para poder cuidar de él porque ya no puede valerse por si mismo.
—¿Tienes hermanos?
—Un hermano mayor.
—¿Pasatiempo favorito?
—¡Tengo varios!
—¿Te gustaría…?
—Perdón chicos pero ya es tiempo para empezar la clase. Podrán hacerle más preguntas a su compañera en la hora de receso. ¿De acuerdo?
—¡Si profesora! —dijeron al unísono.
Ella asintió.
—Hay un asiento disponible justo atrás, puedes acomodarte en esa banca. ¿Te parece bien Keyla?
—Si profa. ¡Muchas gracias por la bienvenida!
Sonreí y ella correspondió.
—¡Me gusta tener alumnos nuevos!
Ella parecía ser una mujer amable.
Segundos después comencé a caminar entre mis compañeros hasta poder llegar a mi nuevo lugar. Era una banca de madera barnizada al natural y me causó curiosidad la forma en que estaba diseñada. ¡Así que esto era un telebachillerato! Realmente alucinante.
—Bien muchachos, vamos a comenzar la clase de hoy. Por favor presten atención a la clase televisada de español. Gómez, por favor apaga las luces.
Las luces se apagaron, corrieron las cortinas y el proyector disparó en la pizarra el video de la clase. ¡Esto era realmente muy ingenioso!
No tenía idea de que así fueran las clases en una preparatoria cómo está. Era como si estuviéramos en el cine pero de forma mas compacta y publica. Ademas de que el ambiente entre los estudiante parecía ser genial.
¡Que lastima que no todo siempre es como lo imaginamos!
... ...
A la hora del receso, había varias chicas que intentaban acercarse a mí y de verdad que eran amables. Parecían interesadas en unirse a la chica nueva, pero yo no estaba tan interesada en responder sus entrevistas. Más que nada porque el receso es corto y yo tenía mucha hambre. ¡Ya sabes! Mil veces prefería poder alimentarme a estar respondiendo preguntas superficiales.
Fui a la cooperativa escolar y compré una torta de milanesa.
—¿Eres nueva? No te he visto antes —me preguntó una de las señoras que atendía.
—Sí, hoy es mi primer día en esta escuela.
—¡Pues un gusto en conocerte! Yo soy Micaela, pero todos los chicos me dicen doña Mica.
Ella parecía ser una mujer agradable.
—Un gusto en conocerla doña Mica. Yo me llamo Keyla.
—¡Que bonito nombre! Seguro te lo pusieron por lo bonita que estás. Esos ojos mija… tienes una mirada muy chula.
Sonreí con un poco de rubor en las mejillas.
—¡Que va! Gracias por sus halagos, pero ni que yo fuera la belleza de la escuela.
—Yo creo que si lo eres. ¡Es más! Toma, por ser tu primer día te regalaré los dulces que quieras. ¡Anda! Agarra los que quieras.
Y fue así que trabé una buena relación con la señora de la cooperativa. Agarré dos pulparindos y solo me conformé con eso.
—¡Gracias! Ya me voy porque aún no como y el receso está por terminar.
—Si mija está bien. ¡Buen provecho! Encantada de conocerte.
—¡Gracias doña Mica! El gusto es mío.
Mientras caminaba hacia una de las mesas de la tienda escolar, vi como Germán y sus compañeros jugaban basquetbol de forma intensa. El balón se movía rápidamente y ellos sudaban mucho a causa del calor del sol. ¡Un montón de chamacas estaban bien desvividas por ellos! Encontré un lugar disponible para desayunar debajo de la sombra de un árbol, recargué mis codos contra la cubierta de la mesa, desenvolví la torta y di un bocado. ¡Sabía tan bien!
—¡Hey! ¡Que tonto! —exclamó alguien desde la cancha.
—Armin, mejor no comas cerca de la cancha. Por eso te pasan esos accidentes.
—¡Que bobo se ve!
¿Accidente? Si ese par de mocosos habían hecho sus movimientos de forma muy intencional. Sus risas eran el resultado de ser bravucones y los jugadores mas asquerosos que podías ver en este lugar. ¿Que podías esperar de unas figuras prehispánicas como ellos dos?
Fue ahí cuando descubrí que algo no andaba bien en esta escena. Todos miraban y decían cosas. Se burlaban del chico en el suelo y este a su vez parecía estar demasiado avergonzado. ¿Que sentiría en ese momento? ¿Por que nadie tenia consideración de él?
—¿Estas bien? —pregunté extendiendo mi mano hacia él.
El chico alzó la vista a mí y parecía dudar de este gesto.
—¿Acaso importa? —sonaba a resentimiento.
—Si no importaras, ¿por qué crees que te estoy preguntando? —hice que mis cejas se curvaran de forma curiosa.
Sus ojos abandonaron mi contacto visual, los segundos pasaron, el balón estaba a un lado de nosotros y varios ojos estaban enfocados en la escena.
—¡Guapa! Pásanos el balón —pidió el bravucón.
No les di mi atención. Mi mano seguía extendida hacia el chico en el suelo y al ver que no tomaba una decisión, no dude en agacharme un poco para poder tomar su mano. ¡Tire de él! Se sorprendió por mi movimiento.
—¿Por qué me ayudas?
—¿Debería no ayudarte?
Los jugadores le habían dado un balonazo a propósito.
—Pues si, la neta es que todos saben que soy la burla de esta escuela. ¡No entiendo porque intentas ser amable conmigo!
Su respuesta me sorprendió mucho.
—¿La burla?
—Siempre me están molestando y…
—¡El balón guapa! —repitió el jugador de básquetbol.
Suavemente me giré a mirarle, era el mismo chico de esta mañana, un amigo de Germán. ¡Que fastidio! Me limite a hacerle ojitos y le sonreí de forma cordial.
—No sé de que me hablas guapo, creo que tú mismo deberías venir a recogerlo. ¡También tienes manos!
Se quedó con la boca abierta. Le di la espalda. Armin estaba acomodándose en el pasto. Había restos de comida regados cerca de nosotros, el impacto provocó que su desayuno se desperdiciara y su camisa tenia una mancha de salsa.
—¿Prefieres estar en el suelo?
No respondió tampoco, parecía estar sorprendido por mi actuación. El viento sopló de forma suave y no pensaba hacer caso de su resentimiento.
—Yo…
—De acuerdo, me sentaré a tu lado. ¿Te molesta que te haga compañía?
Sus ojos parecían brillar con el sol, faltaban diez minutos para que el receso terminara. Las miradas comenzaban a abandonar nuestros movimientos y me sentí bien al hablar con él.
—¿Por qué dices que eres la burla de toda la escuela?
El jugador tuvo que abandonar la cancha para ir a buscar el balón que claramente estaba detrás de nosotros. ¡Obvio que no le iba a dar el balón! Era todo un groserote.
—¿Acaso eres nueva?
—Sí, veo que lo has notado. Es mi primer día en esta escuela.
—Eso explica el porque de tu amabilidad. ¡No sabias nada sobre mí!
—¡Está chido! ¿No?
—¿El no saber sobre mí?
—Ajá. Así puedo conocerte más y hasta podríamos…
—¡Gracias por intentar ser buena onda conmigo! Pero...no creo que sea buena idea. Prefiero estar solo la mayor parte del tiempo y ademas, una chica como tú hace mal tercio con alguien como yo.
Le regalé una mirada curiosa.
—¿Como que mal tercio? Presiento que estas muy acostumbrado a menospreciarte. ¿Me equivoco?
—¡No tiene caso nada de esto!
—¿Entonces porque vienes a la escuela? Digo, si no te gusta nada de esto que te pasa, ¿para que venir? A eso es a lo que yo no le veo caso
—¿Tú por que vienes? —contraataco con otra pregunta.
Sonreí, conocía la respuesta.
—¡Pues porque este lugar se me hace chido!
—¿Por qué estaría chida la escuela?
—¿Cómo que por qué? ¡Es obvio! Nunca había venido a un telebachillerato y creo que esta experiencia es genial. Papá estudio en esta escuela y bueno, ahora estoy aquí. La verdad es que a mí si me gusta la escuela.
Algo en su mirada me hizo pensar en los posibles pensamientos de este chico. ¡Era obvio que algo negativo rondaba en su alma! ¿Que era eso?
—¿Por qué eres amable conmigo?
—Pues porque como ya te dije, soy la chica nueva y quiero ser amable contigo.
—Pero…
No le di oportunidad de responderme.
—Además ya lo decidí. ¡Seremos buenos amigos!
—¿Amigos?
—¡Claro! Por lo que veo eres un chico solitario y por eso es que los demás te molestan.
—No. Bueno. ¿Que sabes de mí?
—La neta no se nada sobre ti, pero como que me causas curiosidad. Como si necesitara conocerte. ¡Entonces quiero saberlo todo de ti! ¿Como ves?
Sus cejas se arquearon. Mi intensidad era evidente.
—¿Tanta necesidad?
—Creo que eres un buen tipo. Y sabes que, el receso está por terminar y yo no he terminado de almorzar mi torta de milanesa. ¡Anda! Sentémonos en la mesa a desayunar.
—Bueno. ¿Segura que estás bien de la…?
—¿El hablar contigo me convierte en una loca?
—Pues…
Era evidente que este chico lo veía todo de forma negativa.
—Mi nombre es Keyla y espero llevarme bien contigo, Armin.
—¿Cómo sabes mi nombre?
—Lo escuché cuando ese patán te lanzo el balón.
—¡Ah!
—¿Quieres la mitad de mi torta?
—Pero…
—¿O prefieres que te de un pulparindo?
—¿Tienes pulparindos?
—Sí, doña Mica me regalo dos por ser la chica nueva.
—¿Cómo te fue en la escuela? —preguntó papá.
Estábamos sentados alrededor de la mesa, comíamos adobo con arroz blanco y eran las cuatro treinta de la tarde. Era una buena hora del día.
—Yo diría que me fue súper bien. ¡Me gustó esa escuela! Es un poco diferente porque literalmente estas viendo videos casi todo el tiempo, pero pues de eso se trata. Por eso es un telebachiller.
—¿Hiciste nuevas amigas? —preguntó mamá.
El abuelo estaba sentado a la derecha de papá. Sus manos sostenían firmemente la cuchara y removía el arroz en el interior de su plato.
—¿Entraste a la escuela hija? —mi querido viejito me miro por algunos segundos.
—Si abuelito. Hoy fue mi primer día en la escuela y me siento feliz.
—¡Me da gusto por ti hija!
—¡Gracias abuelito!
Una sonrisa en sus labios arrugados me hizo sonreír.
—Y bueno sobre lo de hacer nuevas amigas, la verdad no. Hice un nuevo amigo —dije en respuesta a la pregunta de mi madre.
—¿Un amigo? ¿Cómo se llama? —mamá tenía curiosidad por saber los detalles.
—Su nombre es Armin.
—¿Armin? Nunca había escuchado ese nombre —dijo papá.
—Pues yo tampoco. Pero hoy fue la primera vez que lo escuché. Este chico parece ser agradable. Un poco tímido, algo reservado y bueno, los demás lo molestan.
—¿Lo acosan?
—Podríamos decir que si. Aunque bueno, hoy lo defendí de unos chamacos pasados de lanza.
—¿Lo defendiste?
—¡Sí! Es que no se. Como que Armin me transmite algo genial y frágil a la vez.
Papá me miraba con detenimiento. Partió una tortilla y con un trozo cuchareo su guisado.
—¿Cuántos años tiene ese chico?
—La verdad no sé.
—¿Es de tu clase?
—Creó que es de tercer grado.
Noté algo de sorpresa en el rostro de mamá.
—¿Un chico de tercer grado que no se puede defender? —preguntó papá.
Su pregunta me puso a pensar en las posibilidades del carácter de mi nuevo amigo.
—Bueno es que ahora creo que todos corremos peligro. O sea, ¿te acuerdas de lo que le paso a Oscar?
El abuelo se levanto de su silla. Nuestra conversación terminaría allí y mi plato de comida también. Mis padres se quedaron pensando en lo que le había pasado a mi querido hermano años atrás en la escuela primaria. ¿También lo molestaban?
—Quiero salir a caminar —pidió mi viejito.
—¡Vamos abuelito! Yo te llevo. ¿Quieres ir a ver a las gallinas?
—No lo lleves al…
—¡Sí! Llévame a darles maíz.
—Carlos yo creo que… —mamá siempre solía preocuparse demasiado por las cosas que mi abuelito pedía.
—¡Esta bien! Que Keyla saque a pasear al abuelito. Solo un rato, eso le ayudara a tranquilizarse.
¿Sacar a pasear al abuelito?
—Bueno. Pero regresen pronto —advirtió mi madre.
Mi abuelito se puso de pie al instante, tomé su mano derecha. Su piel era muy suave, arrugada y demasiado frágil. Caminamos hasta la salida, fuera de la casa el viento de la tarde fue lo primero en refrescarnos. Caminar sobre el pasto me hacía sentir demasiado bien y el cariño que yo sentía por mi abuelito era muy grande.
—¿Me llevarás a ver las gallinas?
—Si abuelito. Te llevaré a ver a las gallinas.
—¡Gracias hija!
Sonreí.
Nuestras manos estaban entrelazadas y me parecía muy íntima la sensación de poder demostrarle mi cariño.
—¿Abuelito?
—¿Qué pasó?
—¿Por qué te gusta venir a ver a las gallinas? Siempre estas algo inquieto por poder venir a ver a las gallinas.
Una sonrisa apareció en su rostro, sus labios se curvaron de forma bonita y quise poder saber más sobre sus sentimientos.
—Las gallinas me recuerdan a tu abuela y a todos esos años en los que estábamos jóvenes. ¡Ella siempre está allí! Me espera todos los días para recoger los huevos y yo a veces no puedo salir a ayudarle. ¡Soy un ingrato!
¿Ella estaba allí?
—No te preocupes abuelito. Ella entiende la razón por la que tú no puedes ayudarle.¡Tranquilo! Ella te quiere mucho.
¿Y cuál era la razón de todo esto? Llegamos al gallinero, dejé a mi abuelito mirando a través de la malla del corral y fui a buscar algo de maíz quebrado. Al regresar a su lado, noté que estaba demasiado feliz y decía cosas.
—¿Donde te escondes bonita? ¿No me quieres ver? ¡Te extraño mucho!
Escucharlo decir esas cosas me partía el corazón.
—Abuelito.
—Regresaste hija. ¿Trajiste el maíz?
—¡Aquí está! Mire, vamos a darles un poco a las gallinas.
Sus manos se introdujeron en la cubeta de maíz y aventamos algunos puños del cereal a las ponedoras. De pronto, mi viejito se quedo estático mirando hacia el infinito.
—Hija.
—¡Mande!
—¿Has visto a tu abuela? Parece que esta vez no quiere verme. Seguro que se ha escondido de mí. ¿Crees que ya no me quiera?
¿Como se supone que se deben comprender los sentimientos de alguien que está enfermo? ¿Enfermo? ¡Pues si! Mi viejito no estaba bien. Hay cosas que no puedo cambiar y creo que la vida sería diferente si las enfermedades no existieran
—¡Mi abuelita te ama mucho! Solo que ella ya está durmiendo a esta hora.
—¿No vino a ver a las gallinas?
—Hoy no pudo venir abuelito, se quedo dormida. Ella se sentía muy cansada.
—¿Esta durmiendo?
—Sí, ella esta descansando.
—¡Crees que yo podría ir a dormir con ella!
—A lo mejor si podría ir, pero ella se despertaría y dijo que se sentía muy cansada. ¡Mejor déjela dormir!
En su mirada había rastros de nostalgia, de amor intenso y de fragilidad. Se acerco a mí, me tomo de la mano y sentí mi corazón encogerse ante aquella muestra de sentimientos.
—¿Cuándo despertará?
Dejé escapar un suspiro, era obvio que no podía decirle que ella había muerto años atrás. ¡Él no se acordaba de ello! ¿Y que podía decir para no romperle el corazón?
—¡Pronto lo hará! Ella despertara pronto.
Download MangaToon APP on App Store and Google Play