¡Sonó la alarma!, ahí está el sonido del despertador todas las mañanas, en ocasiones pienso que ese reloj y yo somos tan parecidos, sin rumbo ni horizonte, solo un propósito correr sobre el tiempo.
¡Pero bueno!, aquí voy un día más,barato sobrevivir en este cruel mundo, me llamo Jocelyn, tengo 25 años y mi vida es una ¡uf!, a decir verdad es una mierda, pero eso me toco y mi proposito es ayudar a aquellas chicas desafortunadas de la vida.
¡Trabajo!, en un restaurante muy conocido en las playas de la ciudad de Cartagena, Colombia. ¡Me gusta mi trabajo!, por así decirlo, me levanto todas las mañanas muy temprano, puesto que a las 6:00 am tengo que presentarme en el lobing del hotel, puesto que yo trabajo en el restaurante del mismo para asi empezar mi día laboral, ¡bueno!, en ocasiones tengo que realizar dobles turnos. ¡En las mañana y en las noches!, ¡claro!, que a los que toman los turno de la tarde les va mucho mejor en cuestiones de propinas, pero esa es cosa a la que yo no le doy mucha importancia.
PLAYAS DE CARTAGENA DE INDIAS «COLOMBIA»
Tengo una relación con un chico de mi barrio, aunque muy guapo, pero un patán en todos los sentidos de la palabra, la vida me ha tratado tan mal que ni a eso le doy mucha importancia, ¡al igual! Estoy con él es para que me dé algunos ratos de placer, lo demás no me importa. Después que pasemos un rato agradable en nuestros encuentros, ¡todo está bien!, él por su lado, yo por el mío, ¡suena duro!, pero así son las cosas.
¡El día de hoy!, en particular, me desperté con pésima actitud, si hubiese sabido lo que la vida me tenía preparado este día, ¡no sabría si reír, llorar, gritar, correr, simplemente no tendría idea!
Debí imaginar que el pasado nos encontraría tarde que temprano.
Pero dice un dicho muy conocido que !para adivino Dios!
—Buenos días, Martha como estás —saludo al llegar.
MARTHA.
—Bien Jocelyn — me contesta sentándose en una silla cerca de la barra mi mejor y unica amiga, en este lugar lejos de nuestro hogar.
—¿Cómo te fue anoche con tu adonis? —Me preguntaba con cara de fastidio, ya que él no le caía para nada bien.
—¡Martha!, no me parece nada graciosa, tu ironía sabes —le decía con mis manos puestas en la cintura. A tu pregunta me fue igual que siempre un buen polvo me llevó a casa y listo nada fuera de lo normal.
¿Quieres saber algo? —le dije-
sentándome al lado de ella.
Ya no quiero continuar así, ¡sabes!, quiero algo diferente, sé que él tiene otras relaciones, no es que me importe, pero ya como que me canse de esto. No sé ni que es lo que quiero para mi vida, cada día me siento más vacía—le decía con el corazón arrugado, ya habiéndome puesto de pie, me acomodaba el uniforme, mi pasado cada dia me atormentaba más.
—¡Bueno, Martha!, no es que me voy a entristecer por esto ¡cierto! mejor nos vemos mas tarde, voy a trabajar —le decía mientras iba caminando al restaurante, debia poner mi mejor rostro, y dar lo mejor de mi.
—Como digas, pero de verdad tienes que darle un cambio a tu vida, bueno más bien ¡tenemos! Que darle un giro a nuestra forma de vivir —me dijo mientras empezó a organizar la licorería.
— Pronto pasará te lo prometo, dije mientras seguí mi camino.
¡Así!, paso el resto de la mañana, turista para aquí, turista para acá, en ese son paso mi turno lo más de tranquilo, cuando me estaba alistando para irme, ya que tocaba mi hora de salida.
Cuando vi venir a mí, ¡adonis! Como le decía Martha.
—Hola princesa, ¿cómo estás? —me preguntaba Alfredo.
—Bien y tú —le contesté.
—¡De maravilla!, ¿qué tal si salimos hoy muñeca?, ¿qué me dices? —me preguntaba.
¡Respire profundo!, disimulando la rabia que sentía en ese momento. Cuanto odio que me digan “muñeca” forcé una sonrisa.
¡Tomé aire!, Alfredo, necesitaba hablar contigo, me parece que lo mejor es que dejemos las cosas hasta ¡aquí!, ¡lo pensé tanto para decirlo!, para que el estúpido me mirara con una cara de esa que dice, ¡me da igual!
—si es tu decisión, la respeto— me dijo—. Me sentí tan ridícula en ese instante, pero que más da. Al menos no tengo ese pegoste al lado, ¡hay que verlo de esa manera!
¡Estaba!, recogiendo mis cosas cuando viene Martha, toda afanada, —Jocelyn —me llamo con cara de susto.
—¿Que sucede amiga?-le pregunte preocupada de la manera en la que llegó a mí.
—¡Tranquila! —me dijo viendo lo nerviosa que me puse en ese instante.
—¡No es nada de lo que supones! Simplemente, es que no te puedes irte en estos momentos. ¡Imagínate!, según el jefe, hoy va a venir a cenar una persona muy importante, así que la noche va a estar de locura, por lo tanto, que te necesitamos aquí hermosa - dice con cara de inocente.
—Lo que me faltaba, Martha, ¡amiga, por favor!, dile a otra - le rogaba haciendo pucheros.
—¡No puedo hacer nada! - me dice—.¡según!, el jefe les comento que tú eres la mejor, así que quieren ser atendidos por ti, ya sabes que ahí se me sale de las manos, lo único que te puedo desear es suerte con los misteriosos clientes —me dice soltando un suspiro.
—¡Así!, qué amiga no hay nada que hacer, anda arréglate y manos a la obra, mueve ese hermoso trasero y ponlo a trabajar— me dice riendo la condenada.
—¡Muy graciosa la niña! Parece que no has entendido, ¡cierto! —le dije enojada—. Creo que ya tenemos mucho tiempo en este lugar es ¡peligroso!, así que hay que movernos cuanto antes.
Estas sorpresas no me agradan, ¿me entiendes? Le pregunté enojada sin medir ni un poco mis palabras.
—Si entiendo —me dice con lágrimas en el rostro.
—¡Disculpa!, estoy muy nerviosa con eso de no saber a quién atender, no me siento preparada en estos momentos para una mala sorpresa, no te quise ha er sentir mal me escuse por las lágrimas de mi amiga.
—Si amiga yo tampoco lo estoy, y antes de ser encontrada preferiría morir —me decía ya saliendosé un poco de control.
—Ya cambiemos el tema, todo va a salir bien - le dije dándole un abrazo —¡otra cosa!, termine con el adonis —le dije.
—¡En serio!, qué bueno era un estorbo —me decía con gran cinismo la condenada, vamos a trabajar ¡entonces! A rogar que sea Pura paranoia de nosotras le decía mientras caminábamos hacia el restaurante.
¡Después! del incomodo momento que pase con Martha, al dejar salir el nerviosismo por cosas del pasado continúe en mi lavor atendiendo las mesas.
Hasta que se hicieron las 8:00 pm, hora la cual me comunico el jefe que llegarían los clientes misteriosos, en cuanto llegaran solo me dedicaría a atenderlos a ellos.
—Pilas preciosa, llegaron, los dioses mexicanos,-decía todo acelerado Mauro ¡cuentan!, los que los conocen, que están mejor que el aire que respiramos y qué juntos son un afrodisíaco pecaminoso.
¡Nos contaba!, soplando su rostro con las manos, era nuestro compañero de trabajo, ¡era gay!, por lo tanto, muy divertido, esa noche era nuestro portero, para la buena suerte del condenado.
¡Cuando!, por la puerta venían entrando tres chicos, los cuales las palabras de Mauro quedaron pequeñas para describirlos. Por Dios!, ¡que maravilla de hombre! —exclame— reparándolos de pies a cabeza.
—Si vienen por mí, del infierno!, que me lleven —decía Martha al lado mío, la cual se vino a esperar que llegaran después de los halagos de nuestro loco compañero.
—¡Amiga!, y nosotras pensando que yo estaba con un adonis, ¿cómo llamaremos a estos? —le preguntaba a la chismosa al lado mío, ya que esta no era su área.
—Solo sé decirte que entre más cerca más, ¡buenos!, los condenados —decía Martha mordiendo las uñas de sus dedos
cuando más se acercaban de verdad más guapo se veían
—¡Wao! ser tan wapo debería ser un ¡delito! —dije en voz alta no percatado que ya estaban muy cerca
—Eso es un alago hacia nosotros, ¡señorita! —me dice el chico de los ojos grises ya al frente de mí, con una gran sonrisa en el rostro, extendiendo su mano en forma de saludo.
¡Tal!, situación me sacó del lumbral donde me encontraba en ese instante
—¡Qué pena! —dije—.¡Disculpen! Me parece que opiné en voz alta —dije muy descaradamente.
—Mucho gusto —me dijo sin decir su nombre, no está de acuerdo que lo dicho ya se dijo y ni modos. ¿No cree?, ¿señorita?, me decía como preguntándose mi nombre.
Estire mi mano estrechadla con la de él para responder el saludo
—Mucho gusto ¡Jocelyn!, hoy seré su mesera —le dije—. Con cara de inocente, ¿con quién tengo el gusto? —pregunte-
—¡Cruz! —me respondió.
—Mucho gusto señor cruz - a su pregunta las personas no se tiene que arrepentir de lo que dijo, sino más bien de lo que no pueda expresar. Ustedes están como se les da la gana y no hay más nada que decir - dije con un gesto despreocupado.
—Pasen por aquí, los guio a su mesa —les dije— tratando de salir de momento incómodo.
Los otros dos no están para nada mal, considero que se escaparon del infierno - pensé riendo sola de mis locos pensamientos.
—¿Algo gracioso?, señorita Jocelyn.
—Me pregunta el demonio mayor que no tengo ni idea como se llama aún.
—Pará nada, señores - les dije—. Entregándole a cada uno la carta, ¿algo que tomar antes de ordenar? - les pregunte ya con profesionalismo.
—Si traiga una botella de vino blanco - me ordenó el moreno del grupo.
Fui en busca la botella en la barra ¡allí!, se encontraba Martha muy picarona, dijo acercarse.
—Están como para escabullirse con uno de ellos, enloquecer y olvidarse que el resto del mundo existe ¡cierto! —me decía para hacerme reír.
—No tienes remedio, ¡mujer!, le recriminaba negando con mi cabeza.
—¡Ahí que admitir!, que de verdad están como les da la gana, pero solo servirían para un ¡revolcón!, para que me dieran como cajón de escaparate viejo. ¡Toda una noche! —decía la condenada mujer mordiendo uno de sus labios.
—Creo que esta noche vas a necesitar buscar quien te haga una limpieza de telarañas. Deleitar los ojos no es suficiente —le decía mientras me iba con el pedido.
Estaba llegando a la mesa, de verdad que las miradas que percibí de estos hombres fueron algo extrañas, que hizo que hasta se me erizara la piel por completo, cosa que no me agrado para nada.
Decidí no prestar mucha atención a mis paranoias y seguí atendiendo y pero con algo de desconfianza ahora.
Estaba muy entretenida atendiendo a los tres dioses griegos, aunque diferentes físicamente, pero guapote los tres, como expreso Mauro en un instante que se acercó a mí.
¡Los! ¡Tres!, en esos momentos me daban unas miradas que hacían crear unas películas extrañas en mi cabeza. ¡No sé!, si es que no se percataban que yo los había descubierto ya hace un buen rato, ahora si me queda claro que acá hay algo más.
Iba llegando a la mesa con el pedido recibido, ¡cuando!, de repente suena un estallido muy fuerte en la entrada principal, mis más oscuros temores se pusieron alerta, todo de lo que había ¡huido!, en todo este tiempo, al final nos alcanzó.
¡En ese instante!, todo se convirtió en un ¡caos!, por suerte eran pocos los clientes que se encontraban en el lugar en ese momento. Cuando siento los disparos mire al lobing a ver si localizaba a Martha y no la enfocaba por ningún lado, eso hizo que me pusiera nerviosa.
—¡Maldición!, esto no puede estar pasando, no a mí - dije en medio de la decepción hace mucho debimos irnos-
¡Cuando!, vi a mi amiga arrastrando su cuerpo, llegando a donde estaban los tres clientes, ¡misteriosos!, que al verlos me quede ¡asombrada!, de ver lo armado que se encontraban, cosa de la que yo no me había percatado, como pude llegué a ellos.
—¡Martha!, mírame, ¿estás bien? —le pregunté —reparándola por completo, ella me miró y se echó a llorar.
—¡Jocelyn!, ¿qué sucede?, no nos encontraron ¿verdad?, si es así prefiero morir —decía en medio de lágrimas aferrandose a mis manos.
—¡Tranquila!, no lo creo —le dije tratando de tranquilizarla mientras en el lado de afuera del hotel se estaba perpetuando una batalla.
—¡no sueltes mi mano! —le sugerí —estoy aquí, nada nos va a suceder.
¡Estábamos!, bien agachados para no ser alcanzada por alguna de las balas. Los tres al lado de nosotros solo nos miraban en silencio.
—Los voy a sacar de acá, ¿pero?, considero que tienen muchas cosas que explicar-dije puntualizando antes de salir de este lugar.
Debían saber que yo no era tonta y algo debían saber, su mirada, sus gestos y ahora sus actos me confirman que algo de mi asado esta arraigado de ellos.
—¿Qué piensas hacer?, me pregunto Martha, muy nerviosa.
—Lo que mejor sé hacer ¡huir! - le dije regalándole una sonrisa tranquilizante.
Me miro con mucho ¡miedo!, reflejado en su rostro, algo que me hacía odiar cada día más a ese ser repugnante hombre, asu como ella muchas mujeres viven a diario sin poder soltar su pasado.
—Tranquila, todo va a estar bien, ¿confías en mí? -le, pregunte, regalando una cálida sonrisa.
—¡Claro!, que confío en ti a ¡ojos!, cerrados —me respondió ya un poco más tranquila y tratando de recomponerse.
Me regalo una corta sonrisa, algo que agradezco, ya que me deja un poco más relajada, a la batalla que se estaba viviendo en las afueras del hotel podría ser por muchas ¡razones!, por lo tanto, no iba a sacar conclusiones innecesarias.
—¿Tienen idea de lo que está sucediendo? —pregunte mirando a los tres chicos, me quedaron mirando con expresión de incredulidad.
—¡No lo creo!, pero por lo visto ya nos encontramos envueltos en ello —me respondió el Moreno con la mirada puesta en nosotras.
—¿Qué sucede?— le preguntó.
—¡Que crees! - dice cruz con ironía.
—Ten presente que por nosotros no vienen, ¿y por ustedes?— pregunta el Moreno, con semblante de fastidió.
—Si no vas a ayudar, ¡al menos! Manténganse protegidas, no veo que haces aquí, esta situación no es para niñas inmaduras, no ves que te pueden matar —dijo el otro chico que no habia hablado.
Su comentario no me agrado para nada, cosa que me hizo hervir la sangre del enojo. No veo porque las situaciones peligrosas son solo para hombres.
— Tranquilo los chicos sabrán calmar la situación, dijo cruz palmera donde el hombro del hombre alterado.
—¿Qué vamos a hacer?, no mencionaste que nos sacarías de aquí, no es el momento para saber muchas cosas. ¿No crees?, nos tienen acorralados y los guardias no van a resistir mucho más tiempo —decía cruz.
—No vamos a poder salir de aquí —replicó el otro.
—¡Maldición!, como no deduje que esto pudo haber pasado —gritaba Cruz.
—Les, comente que podía sacarlos de aquí y lo pienso hacer dejen de llorar como niñas —decía ya cansada de sus quejas, mientras miraba la puerta que daba a la zona de vestirse. ¡Analizando!, la huida que tenía planeada si llegase a ocurrir algo similar.
En ese instante sentí que las balas se iban intensificando y cada vez estaban más cerca, una de ellas alcanzó a rozar mi brazo, eso fue la chispa que necesite para que hicieran regresar, algo que había perdido en mí.
Los tres me miraron suponiendo que me iba a inmovilizar, pero todo lo contrario si queríamos salir con vida de este lugar debíamos realizar un plan estratégico y defendernos.
¡Observe!, que tenían un portaequipaje con armas, qué niñas tan lindas frente a mí, ¡opiné!, les di una sonrisa triunfal a ellos y tomando un arma en cada una de mis manos dispuesta a escapar, no importando cuál fuese el motivo de la toma del sitio.
¡Respire!, intentando tomar el control del momento, empecé a disparar en dirección de donde venían los disparos.
—¡Síganme! - les grite mientras disparaba a los hombres qie por sus vestuarios reconoci al instante.
Me siguieron a la puerta trasera donde se encontraba el, vestier de los trabajadores, llegue a mi closet abrí y saqué un bolso que tenía allí en caso de emergencia.
cuando saque todo lo que necesitaba le grite que me siguieran ¡Corrí!, con ellos a la salida del parqueadero privado, ahí estaba mi auto, no el que usaba usualmente, era uno por si esta situación llegase a suceder.
El chico moreno, tomo la delantera y subio en el asiento del conductor saliendo de ahí a un rumbo que me imagino, ellos sabrían.
Mire por el retrovisor y me percate que nos seguían dos camionetas.
—¿Tienen a donde ir? —pregunte.
—Sí, pero se nos va a ser difícil, ¡llegar!, no está lejos de aquí el lugar, pero ellos están muy cerca de nosotros - contesto el chico manejando lo más rápido posible.
El otro hombre sacó, su móvil y llamó supongo al personal que estaba fuera del hotel, debido a que dijo que habían logrado salir de ahí, que salieran y se dirigieran al lugar acordado.
—Espero que de verdad estén preparados - le dije y les gruñí un ojo causando en el Moreno una sonrisa como imaginando alguna reacción de mi parte.
De mi bolso, saque una mini bazuca que es un ¡obsequio!, de un querido amigo fabricante de armas, amaba esa niña, era la ¡consentida!, todos me miraron menos Martha que dio una sonrisa picara, sabía que yo no me atemorizaría por esta situación.
—Espero seas buen conductor y no choquemos, vamos a acabar con esto de una buena vez —dije al Moreno que era el que conducía.
—¡Adelante!, preciosa, con toda confianza, estas en mano de un experto —decía dándome una pícara, sonrisa.
Saque mi cuerpo por la ventana y apunte a la camioneta que teníamos más, ¡cerca! dispare directamente a ella haciéndola volar por los aires.
El moreno ¡Aceleró!, el auto lo más rápido posible haciendo varias maniobras para equilibrar el auto que se quiso desestabilizar con la onda explosiva para alejarse del que voló y quedo en llamas en mitad del camino dejando atascado el otro vehículo.
Deje salir una sonora, ¡carcajada!, hace tiempo que no me sentía tan, ¡viva! Todos me miran como si hubiese hecho la ¡gran!, maniobra, y yo me senti viva como no me sentia hace mucho tiempo.
—Que hacemos ahora —dice el rubio con su primera sonrisa desde que lo vi.
—Al puerto llama a Manuela, dile que partimos antes —dice cruz, así mismo hizo el Moreno, sin poner en duda la orden.
Llegamos al puerto y había un yate muy grande y lujoso con mucho movimiento a su alrededor.
Bajamos del auto, y todos voltearon a mirar hacia nosotros, mire a mi alrededor y note que este grupo de hombre no son cualquiera.
—¿Qué pasó camaleón? -pregunta unos de los chicos que estaban en el yate al momento de llegar a nosotros corriendo.
Cuando escuche el apodo del hombre moreno retrocedí un poco atrás acercándome a Martha.
—¡Camaleón!, creo que no es nada bueno lo que se nos viene -dije mirando todo a mi alrededor.
Del yate se abaja una chica muy bonita y con unos tatuajes impresionantes muy llamativos.es la primera en preguntar.
—¿Son ellas? —pregunto—. Antes que cualquiera responda o diga algo más lo hice yo.
—No entendí tú, pregunta, pero si es por lo del ataque fui quien les salvo el trasero a esos tres -conteste murandola de arriba abajo.
—¿Por qué?, acaso tienes algún problema con nosotras —pregunto Martha, ya que su actitud no fue de nuestro agrado, se carcajeó y me desconcertó.
—¡No!, ninguno, ¡ellos!, salvaron los de ustedes bellezas, puesto que vienen es por ustedes no por ellos —contesto ella acercándose un poco más a nosotros.
Cuando escuche esas palabras sentí que subí y baje en ese mismo instante, cuando siento unas grandes manos que me sostienen por detrás.
—¡Tranquila!, todo tiene una explicación, no sabíamos que venían hoy por ustedes, todo fue una casualidad. Les explicamos luego, pero es hora de irnos, somos tu salida ahora mismo, ya que vemos que te agarro ¡desprevenida! —dijo el rubio de ese grupo, que habia estado neutraltodo el tiempo dejandome estática.
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