...*****NOTA DE LA AUTORA****...
Bienvenidos a esta nueva historia, para mis FIELES LECTORES, lo prometido es deuda, y a los nuevos SEGUIDORES, esta novela es la cuarta de la saga, así que les invito a leer antes de esta historia, mis novelas anteriores, ya que todas se complementan, para una mejor comprensión debes leerla en el siguiente orden:
UNA NOCHE LO CAMBIA TODO.
SÓLO MÍA.
LA FIERA LATINA Y EL SEXY RUSO.
Después si te doy la bienvenida para acompañarme en esta gran aventura, está historia es un gran reto para mí. Prometo dar lo mejor para no decepcionarlos.
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CAPÍTULO 1
Mi nombre es Maddison Pearl y como siempre, voy de regreso a mi casa. Hoy es una noche fría y lamentablemente, solo un pan dulce, pude comprar para llenar mi estómago que ya gruñe del hambre.
El frío invierno, hace que todos se refugien en sus casas y son muy pocos los que acuden al Bar- Restaurante donde trabajo, como operadora de limpieza, sumando otro problema a mi lista. Falta de propinas.
En realidad, lo que gano solo alcanza para pagar mi arriendo y mis estudios. Las propinas son para comprar mis alimentos.
Pero al parecer, el invierno se adelantó este año, sin previo aviso. Lo que nos dejó a muchos sin provisiones.
Afortunadamente, en el bar cuando ayudo a fregar los platos, Alberto, me deja comer las sobras de algunos comensales, sobre todo de las supermodelos, que casi no tocan la comida para mantener su figura y aparentar.
En fin, sigo mi camino lamentándome. Hasta que a lo lejos, escucho un gemido. En realidad, se escucha como un animal herido. Trato de alejarme lo más rápido posible, pero escucho a la persona pedir auxilio.
Maldigo mi buen corazón y me acerco. Se trata de un hombre que está tirado en el piso, al parecer tiene una herida en la cabeza. Trato de ayudarlo a levantarse y se apoya en mi hombro. Su cuerpo se mueve por inercia, pero cuando estamos en la puerta de mi casa, se desmaya.
No puede ser. Todo su peso cae sobre mí. Con mucho esfuerzo, doy los últimos pasos. Gracias a Dios que vivo en la planta baja. Entonces como puedo, saco mi llave y termino de arrastrar al hombre hasta adentro.
Lo dejo tirado en el piso. Cierro la puerta y voy hacia mi habitación. Regreso con una almohada y una colchoneta, la tiendo al lado y lo volteó hasta que logro acomodarlo ahí.
Luego, regresó a mi habitación, me cambio de ropa y busco un pequeño botiquín médico.
Me acerco a él y reviso su herida, tomo algodón y alcohol, para limpiar la herida. También traigo una tijera y le corto un poco de cabello, para tener mejor acceso a la herida.
Cuando veo la herida me sorprende, es muy profunda. La limpio muy bien y con la aguja, le doy ocho puntos de sutura. Afortunadamente, ser la hija de una enfermera me ha permitido, aprender algunas técnicas de primeros auxilios.
Colocó su cabeza despacio sobre la almohada, para que esté más cómodo y luego camino hasta sus pies, le quito los zapatos y me sorprende lo grande que se ven. Por curiosidad revisó el número y me fijo que son talla 45. Después de quitarle los dos, los coloco a un lado.
Después voy a la cocina y busco un poco de agua limpia, un pañito limpio y comienzo a limpiar su rostro. Está muy sucio, también tiene mucha sangre seca. Al acercarme, puedo sentir su leve respiración y observo cada detalle.
Sin dudas, es un hombre hermoso. Tiene la piel color canela, cabello negro azabache, barba y bigote bien arreglado. Por su apariencia, calculo que debe tener, como treinta y cinco años. A leguas se ve que es un hombre adinerado. Espero que reaccione pronto.
Puse un poco de alcohol en la nariz y cuando lo inhaló, reaccionó un poco, solo abrió los ojos.
—Gracias —susurró y volvió a cerrarlos.
Entonces, me aleje. Busqué un cobertor para acostarme en el sofá a su lado. De lo contrario, no escucharía si me llama, estando en mi habitación y no puedo cargarlo hasta allá.
Después de dejarlo lo más cómodo posible. Me acuesto y me quedo dormida de inmediato. A las pocas horas siento un ruido, más bien como un murmullo.
Me levanto y veo que está temblando, murmura algunas palabras. Pero no se entienden y al tocar su frente, siento que me queman los dedos. Me levanté hacia la cocina y busqué una pastilla para la fiebre y un vaso con agua.
Lo despierto y levanta un poco su cabeza con dificultad, se toma la pastilla y también el agua.
Comienzo a ponerle pañitos en la frente para ayudarlo a bajar la fiebre.
Él está despierto, pero sigue sin hablar a los pocos minutos se vuelve a dormir y se lo agradezco. El silencio entre ambos, es demasiado incómodo. Yo hago lo mismo, pero está vez, me acuesto a su lado. Pero sin abrazarlo, mi única intención era darle un poco de calor. Porque mi sistema de calefacción, es muy deficiente.
Su aroma varonil, me envuelve y me hace suspirar. Hasta que me quedé profundamente dormida. Me gusta, esta sensación de seguridad que él me transmite.
Cuando amaneció intenté levantarme. Pero, siento un peso en mi cuerpo, porque el señor se ha volteado hacia mí, me ha abrazado y también su pierna estaba encima de mí.
A pesar de estar herido, creo que sentí algo duro rozando por mi espalda. Por eso, me levanté rápidamente y él ni se despertó. Voy hacia mi habitación y me encierro ahí.
🙏—Dios, haz que este hombre se recupere y siga su camino. Su aroma me embriaga. Mi piel se eriza cada vez que lo toco y su voz varonil me seduce —susurre, mirando al cielo por la ventana.
Claro yo jamás tendría oportunidad de estar con un hombre como él. Primero, porque después de lo que me pasó hace cuatro años, no he estado con ningún otro hombre y segundo, porque soy una chica simple y aunque antes era muy hermosa, ahora tengo una cicatriz en mi rostro, que me hace lucir repugnante ante los ojos de mucha gente.
Si, aunque sea difícil creer, con tan solo veinte años he sufrido mucho. En otro momento le contaré mi historia. Ahora debo darme prisa, empiezo a trabajar a las diez, pero necesito resolver que hacer con el señor, porque no puedo dejarlo aquí.
Cuando salgo de mi habitación, me sorprendo al verlo despierto y sentado en el sofá
—Buenos días. ¿Cómo te sientes? —le pregunté, manteniendo una distancia prudente.
—Buenos días. Me duele mucho la cabeza ¿Me puedes decir, que me paso?, ¿Quién eres tú? y ¿Dónde estoy? —me preguntó, el hombre mirando despectivamente, a su alrededor.
Eso me molestó mucho y no traté de disimularlo. Entonces, me acerqué a él.
—Hey, hey, hey. Calma vaquero. Aquí las preguntas las hago yo. ¿Quién eres? Y ¿A quién podemos llamar, para que venga por ti?
El hombre se sorprendió, al parecer no está acostumbrado a ser tratado así
—No lo sé. No recuerdo nada, no sé quién soy. Solo recuerdo que anoche, me estabas atendiendo y después al dormir me estabas abrazando.
—¿Qué yo, qué? Definitivamente, ese golpe te dejó mal de la cabeza.
El hombre mostró una sonrisa ladina y le respondió:
—En serio. Pensé que eras mi esposa o algo así
—¿Tu esposa? Ja, ja, ja. Por lo menos tienes sentido del humor. Ahora, en serio, ¿A dónde te llevo? O ¿A quién llamo? Tengo cosas que hacer y no puedes quedarte aqui.
—Lo siento, pero no me quiero ir así, ¿Me puedo quedar, por lo menos hasta que me recupero? No sé qué hacer, ni a donde ir. Prometo no molestar y ayudarte en lo que necesites.
—Mira, voy a ser sincera contigo. Yo apenas logro mantenerme. No puedo alimentar otra boca. Aparte de que, no te conozco y al parecer, ni tú mismo te conoces, y ¿Si eres un asesino en serie o algo así?
El hombre no pudo evitar sonreír y asintió con la cabeza. Antes de contestar.
—Te entiendo, pero te prometo no lastimarte
—No. Lo siento, ya pasé por esto y la persona que juró cuidarme toda la vida, fue la que más daño me hizo —le dije esto. Bajando la cabeza y tocando mi cicatriz.
—Ok, lo entiendo. Pero déjame decirte que, no debes avergonzarte eres muy hermosa. Y si fuiste lastimada de esa manera y aun así, no dudaste en ayudar a un desconocido, eso me dice que eres un ángel y yo jamás te dañaría, pero tienes razón me iré. Pero ¿Puedo usar tu baño?
—Si, por supuesto. —le dije y le señale dónde quedaba. Después ambos salimos de la casa yo agarre hacia la derecha y él hacia la izquierda.
Debo confesar que sentí una gran tristeza y pena por él. Debe ser horrible, no recordar nada y andar vagando por ahí. Pasé el día inquieta en el trabajo y cuando salí, me fui directo a mi casa. Cuando iba llegando, lo ví sentado en el parque que está cerca. Llevaba la misma ropa, pero decidí ignorarlo y seguí directo. No es mi problema ahora.
Entre a mi casa, cerré la puerta y me senté en el sofá a ver la televisión. Hoy traje para cenar, unos panecillos dulces y un poco de chocolate caliente, que sobró en el Restaurante y Alberto me lo regaló.
Cuándo comenzó a bajar la temperatura, prendí la calefacción. Aunque no funcionaba bien era lo mejor que tenía. Pero me sentía inquieta y no pude evitar asomarme por la ventana. La ventisca golpeaba el vidrio y pude observar que había empezado a nevar.
Mi conciencia me atormentaba. No podía imaginarlo sentado afuera con este clima. Entonces tomé una manta, me abrigué y salí hacia donde lo había visto la última vez.
Afortunadamente, no estaba ahí. Sentí un gran alivio, al pensar que lo había ayudado alguien más. Entonces decidí regresar y al caminar, fijé la mirada hacia la parada del autobús.
Y ahí diviso algo o mejor dicho, a alguien sentado. La persona tiene la cabeza entre sus piernas, tratando de mantener el calor.
Maldigo internamente mi buen corazón y me acerco a él. Sin perder tiempo. Coloco la manta sobre sus hombros. Él levanta su rostro y me observa fijamente. Tiene los labios morados y la piel pálida, de ese hermoso color canela no queda nada.
Entonces me agachó y le susurró:
—Ven levántate. Vamos a casa.
Pero él niega con la cabeza y con una voz temblorosa me responde:
—No, no es necesario. No quiero molestar con la manta es suficiente. Mañana resolveré que hacer.
—Vamos. No seas terco, no sobrevivirás esta noche y no quiero cargar con tu muerte en mi conciencia.
El hombre sintió mucha calidez en su corazón.
Yo no quería ser una carga para ella. Pero no tenía opción. Por eso, decidí aceptar su ayuda. Entonces me levanté, pero me sentí mareado y ahí caí en cuenta, de que no había comido nada desde ayer.
Me apoyé en su hombro y caminamos despacio. Me sentía muy débil. Pero cuando llegamos a su casa, sentí el agradable calor rozando mi rostro y le agradecí.
Ella fue hacia la cocina y me trajo unos panecillos y un chocolate bien caliente y me los entregó.
—Toma, es todo lo que tengo. Yo ya cené. Voy a ver si te consigo, algo de ropa para que te cambies.
Ella fue a la habitación y vino con un pantalón y una camisa, eran de talla grande. Pero era de color rosa, ella reía a carcajadas, mientras me extendía la mano con esa ropa.
—Lo siento, pero es todo lo que tengo y debes cambiarte no te puedes quedar con esa ropa mojada. Vamos ve a cambiarte y dame tu ropa para ponerla en la lavadora.
Entro al pequeño baño y se me ocurre dejar, quinientos diez dólares en el bolsillo y esconder lo demás. No quiero asustarla. También escondí mi cartera con mis documentos de identificación y mis tarjetas de crédito.
Gracias a Dios que fue por mí. No podía alojarme en ningún lugar cercano. Mis enemigos pueden localizarme y terminar su trabajo.
Necesito quedarme aquí. Hasta que mis hombres vengan por mi. Entonces me desvestí, me metí en una pequeña tina improvisada con agua tibia, me relajé un poco e hice un resumen mental de los últimos acontecimientos.
"¿Cuántos días tardarán mis hombres, en venir por mí?", no puedo llamarlos. Porque no sé, en quien confiar. Solo mis hombres de confianza sabían de mi viaje a este país. Por eso, creo que lo más conveniente es esperar a que mi hermano, llegue la semana que viene de su viaje y llamaré a su empresa.
Me avergüenza mucho, tener que engañar a esta niña. Pero en este momento es mi tabla de salvación. No conozco a nadie en este país. Por eso, lo más conveniente por ahora es seguir fingiendo amnesia.
Pero ahora, debo buscar la manera de comprar comida. Claro que tengo dinero y no es justo comer lo poco que ella consigue. Ya me las ingeniare para justificar el dinero ante ella.
Salgo de la tina, me seco con un paño de color rosa y cuando me termino de vestir, me veo al espejo y me burlo de mi mismo.
"¿Qué dirían en Italia. si vieran al jefe de la mafia más temido, vistiendo ropa de una mujer gorda?"
En eso, escuchó que tocan la puerta y salgo, para convertirme en la burla de mi pequeña anfitriona.
Ella reía a carcajadas y me señalaba con el dedo. En realidad, me molesté un poco y en un impulso la agarré por el brazo, la atraje hacia mí y la presioné contra mi pecho y la miré fijamente a los ojos.
—¿Vas a seguir burlando de mí? —le pregunto, riéndome y ella solo niega con la cabeza. En un momento nuestras miradas se cruzan y siento su dulce aliento a chocolate, su aroma me embriaga y mi cuerpo reacciona, mostrando mi excitación con una prominente erección.
Me alejo apenado. Porque creo, que se dio cuenta.
Ella se sonroja y después me toma por el brazo y me lleva hasta el sofá.
Extiende su mano y me entrega en dinero. Me dice que lo encontró en mi pantalón. Yo me hice, el sorprendido y los tomé. Había quinientos diez dólares exactos. Afortunadamente, ella pasó la prueba y me di cuenta de que es honesta.
Ella se acercó hacia mí y me susurró:
—Déjame curarte la herida, debe estar húmeda.
Me quedé embobado, viendo como se alejó hacia la cocina y regresó con un botiquín de primeros auxilios. Buscó todo lo necesario y con mucho cuidado, me limpió y me cambió la venda.
Luego me vio directo a los ojos y tuve un impulso de besarla, pero con mucho esfuerzo, me controlé ella se sonrojo y me dijo:
—Vamos a ver televisión, —me dijo y es cuando me doy cuenta de que improvisó la cama de ayer.
—¿Vas a dormir conmigo? —le preguntó sin poder disimular la emoción.
Pero, ella niega y me responde:
—No. Solamente me acostaré aqui, mientras termina la película.
—Ah ok.
Ella me mira fijamente a los ojos y me preguntó:
—¿Puedo pedirte algo?
Yo le sonrió.
—Soy todo tuyo —le respondo, bromeando.
Oh. Por Dios, este hombre definitivamente, va a enloquecerme con esa sonrisa seductora.
Pero debo mantenerme firme. Entonces me pongo sería y le respondo:
—No es eso. Pervertido, es una promesa o mejor dicho un juramento.
Al terminar de decirle esto. Me siento frente a él y me observa con esos hermosos ojos profundos y yo dudo, pero bueno necesito una garantía
—Usted dirá, señorita.
—Júrame que jamás, jamás me harás daño de ninguna manera. Júrame que no pagarás mi bondad, con maldad.
Él fija su mirada en mí y siento que está pensando, en que responderme y eso me llenó de dudas.
Yo escuché lo que ella me dijo y sus palabras, me llenaron de ternura. Pero también de remordimientos. Porque no sé, si puedo cumplir esa promesa. Yo solo usaré de ella lo que necesite y después la desecharé. Está en mi naturaleza. Es lo que siempre hago con la gente que me rodea. Gracias a eso he llegado a donde estoy. No tengo corazón, ni sentimientos para nadie. Pero en este momento, debo seguirle el juego.
Entonces levanto mi mano derecha y le respondo:
—Te lo juro y también te lo prometo. Ahora dame un beso para sellar el pacto.
Ella solo se ríe. Me besa en la mejilla y me dice:
—Listo. Pacto sellado. Ahora vamos a ver la película, que se nos van a enfriar las palomitas de maíz.
—¿Ó sea, que tendremos una pijamada o algo así?
—Si ¿por qué, te parece infantil? —Me dijo ella, haciendo un pequeño puchero.
Y yo mordí mis labios, para evitar besarla, mientras le respondí.
—No, tranquila. Me parece muy bien.
Ambos nos sentamos en el sofá y sin perder tiempo, la atraigo hacia mí y la abrazo. Sentir el calor que emana de su piel y su aroma me excita demasiado.
Esto que ella despierta en mí, me asusta. No he logrado estar con una mujer desde hace cinco años. Cuando mi mujer me engañó, con mi mejor amigo y los asesiné a los dos.
Después de eso, he intentado estar con otras mujeres. Pero no logró excitarme lo suficiente. Aún no entiendo. Porque mi amigo no me responde.
Según los médicos, físicamente estoy en perfectas condiciones. El psicólogo dice que tengo un bloqueo mental y que es mi forma de castigarme por lo que hice. Que cuando yo considere que he purgado mis pecados. Mi cuerpo volverá a reaccionar. Pero con esta niña, es la segunda vez que me pasa. La primera vez, me hice el dormido. Pero esta vez, me tocará pasar la vergüenza.
Pero no puedo contenerme. Entonces me disculpó con ella, me levanto y me voy al baño.
Tengo que aprovechar para desahogarme. Apenas entro y cierro la puerta, me bajo el pantalón y comienzo a satisfacerme. Por más que trato de contenerme, unos pequeños jadeos se escapan de mis labios.
Siento que estoy muy cerca del orgasmo, trato de apretar más mis labios, para que no se escapen mis gemidos. En ese momento, comienzo a correrme y doy un último gruñido de placer.
Cuando escuchó que tocan la puerta y escuchó su voz.
—Oye ¿estás bien?
—Si, si, fantástico —le respondo, todavía agitado y feliz. Hace más de cinco años, que no tenía un orgasmo.
Y para dar risa, el Gran Luciano Costello se ha masturbado, pensando en una chica simple de Canadá, con una fea cicatriz en la cara. Esto debe ser una maldita broma.
Después de burlarme de mi propia desgracia. Salgo del baño y la consigo acostada en la cama envuelta en la sabana, parece una oruga.
Me acerqué y me acosté a su lado. Pero ella, ya no está viendo la televisión. Ella solo me abraza y se acomoda para dormir, metiendo su cabeza en mi cuello.
Por Dios, pero esta niña va a acabar con mi cordura. Ahora estoy duro otra vez, trato de ignorarlo y cierro los ojos para tratar de calmarme y en ese momento ella suspira.
Y al sentir su aliento caliente, mi amigo comienza a palpitar, la dejó caer sutilmente a mi lado, para no despertarla y me levanto corriendo hacia el baño y apenas, cierro la puerta y me corro, casi me ensucio la ropa.
Me veo al espejo y tengo las pupilas dilatadas, estoy muy excitado. Mañana tendré que salir para ver, si consigo una mujer que me ayude. Necesito saber, si en verdad me curé o si es con ella, nada más que me excito.
Mientras tanto, en la Sala Maddison abre los ojos.
Me despierto y estoy sola. Creo que este hombre, está en el baño otra vez.
—Ja, ja, ja. Lo he hecho masturbarse dos veces, es muy bueno sentirte deseada. Si él se diera cuenta de que también me enloquece, hasta me hace mojar mis pantis.
Pero debo tratar de controlarme. No puedo entregarme a un desconocido. Aunque sea un Dios griego.
Mientras tanto, seguiré haciéndome la niña inocente y virgen.
Cuando siento que sale del baño y me hago la dormida. Entonces él se acerca lentamente y me da un pequeño beso en los labios. Yo finjo despertarme en ese momento y él se aleja.
—¿Qué haces despierto?
—Tenía sed y fui por algo de tomar.
—Ven a acostarte. Mañana tengo que madrugar para ir a clases.
—¿Estudias?
—Si estoy estudiando Administración de Empresa en la Universidad. Soy una excelente estudiante. Por eso, me otorgaron media beca. Solo me falta un año para graduarme.
—¿Y en qué tiempo, trabajas? —le preguntó asombrado.
—Cuando no tengo clases. En verdad soy amiga del dueño y me apoya con un horario flexible.
—¿Qué, tan amiga? —le preguntó con un tono de molestia.
—Muy, muy, muy —me responde la descarada, mordiéndose el dedo índice y mostrando una sonrisa traviesa.
Inexplicablemente, siento que los celos se apoderan de mí y ella de inmediato lo nota. Al parecer, la muy descarada, está disfrutando verme celoso.
Pero solo la atraigo hacia mí y la abrazó.
—Ay muchachita ¿que voy a hacer contigo?
Solo se sonríe y me responde:
—Con que cumplas tu promesa, es suficiente. Ahora vamos a dormir.
Ella se va a su habitación y yo lo agradezco. Porque tenerla tan cerca es una tortura para mí, siento un deseo desenfrenado de arrancarle la ropa y hacerla gritar de placer. Sacudo esos pensamientos de mi cabeza y después de tanto pensar, me quedo profundamente dormido.
Cuando de pronto, me sorprendo siento una presión en mi pantalón, mi hombría parece tener vida propia. Entonces trato de levantarme, pero siento un peso encima de mi y cuando abro los ojos ahí está, la chica de mis pesadillas usando mi cuerpo de almohada.
Cuando me muevo ella se levanta, se restriega los ojos y me dice:
—Disculpa que me viniera para acá, pero creo que la calefacción está fallando. Literalmente me estaba muriendo de frío y como tu cuerpo es tan caliente, no aguanté la tentación de venir a robarte un poco de calor.
Yo solo me sonrió y le respondo:
—Te disculpo, con una condición.
Ella me mira, con los ojos entrecerrados, como advirtiéndome que piense bien lo que voy a decir y eso me causa mucha risa, pero me contengo al oírla hablar.
—¿Cuál, condición?
—No me mires así, solo quiero que me disculpes de antemano, cuando yo tampoco aguante la tentación.
—¿De qué hablas? Pervertido
—Yo, ¿pervertido? Ja, tú eres la que siempre, tienes esa mente llena de pensamientos eróticos. Ahora no te digo nada. Ve a estudiar y cuando regreses te digo.
—Si, tienes razón. Se me hará tarde. ¿Y tú que harás? No deberías salir, hasta que recuperes la memoria. Podrías perderte.
—No me alejaré mucho. Pero quiero comprar algo de comer. Hagamos algo, anótame tu número de teléfono aquí y si me pierdo te llamo, para que vayas por mí. ¿Te parece?
—Está bien, te daré el teléfono de mi trabajo. Porque no tengo celular, pero trata de que no suceda, porque tengo muchas cosas que hacer hoy. Adiós. Cuídate. Nos vemos en la noche.
Ella se despide agitando la mano y se marcha. Yo, sin perder tiempo, me baño, me pongo mi ropa y voy a una tienda cercana. Compro tres cambios de ropa para mí, tomó un par de conjuntos deportivos iguales, uno para mí y otro para ella.
Salgo de la tienda y voy a comprar un celular para cada uno. Después, quiero llamarla a su trabajo. Pero me acabo de dar cuenta, de que no sé su nombre, ni donde trabaja. Eso me da un ataque de pánico y sin demora regresó a la casa.
Llegó a la casa. Entró directo a la habitación del fondo y dejo las bolsas escondidas. Después iré sacando la ropa poco a poco, para que no se dé cuenta de cuanto gasté.
Me doy un baño, me visto con ropa nueva, me coloco una gorra y unos lentes oscuros. Porque aunque me atacaron lejos de aquí, no sé si aún me estarán buscando.
Logré escapar porque subí a un camión que venía pasando en ese momento y sin saber su destino me bajé aquí, solo porque la calle estaba sola y oscura. Sin saber que conocería a ese ángel, ella es muy hermosa, ¿Que le habrá pasado en el rostro?
No quisiera irme, sin conocer su historia.
Después de estar listo. Volví a salir fui al súper. Quiero sorprenderla con una cena romántica, prepararé una caponata siciliana, la acompañaremos con un buen vino, velas y flores. También compraré la dispensa, quiero que nos alimentemos bien todos los días.
En el camino, pasé por un casino que me dio una gran idea. La buena suerte, será mi excusa para justificar el dinero. Así que decidí gastar un poco más.
Fui un poco más allá y compré una cama King size y varias cosas para la casa. Si por mí fuera, le comprara un Pent House y un auto, pero no quiero alejarme de ella y con estos gastos me delataría. Y se supone que cuando recupere mi memoria, debo irme.
Después de pagar todo. Tome un taxi hasta la universidad y hablé con el Director con la intención de pagar todos sus mensualidades por adelantado e incluso dejé pago el paquete de graduación. Pero a ella, deben decirle que ganó la beca completa.
De verdad me desconozco. Jamás me hubiese imaginado, haciendo algo bueno por otra persona. Aunque yo no me engaño, en el fondo solo quiero acostarme con ella y ojalá que sea por las buenas, porque ella será mi mujer si o sí.
Salgo de la universidad y aprovecho de entrar a un bar, donde las mujeres dan placeres por dinero. Busqué una rubia muy parecida a mi niña, porque necesito saber si superé mi problema.
Escogí una y me llevó a una habitación. Ahí comenzamos a besarnos. Me tomé dos tragos y cuando los besos se iban subiendo de tono, la llevé a la cama. Ella comenzó a tocarme, a besarme y comenzamos a desnudarnos.
Pero la chica, no lograba levantarme el ánimo, entonces se llevó mi hombría a su boca y comenzó a besarlo ahí si reacciono. Pero no lo suficiente. Trataba de concentrarme, la agarré por los cabellos, para marcar el ritmo. Mientras, yo pensaba en mi niña, así que cerré los ojos y logré terminar en su boca. Quería seguir, entrar en ella, saciar mis deseos, pero mi amigo no se dejó engañar de nuevo.
Me sentí frustrado. Aunque había avanzado algo. Por lo menos logré tener un orgasmo. Después me vestí y salí directo a la casa.
Apenas llegué fui a la cocina y preparé la cena. Luego me metí al baño y cuando estaba en la ducha, recordaba lo que hice con la rubia y me sentí avergonzado, sentía como si había traicionado a mi niña. Pero necesitaba confirmar lo que sospechaba, solamente ella logra excitarme y volverme loco de pasión. Por eso, no podrá librarse de mí. No tan pronto.
Salgo del baño, me vestí con mi conjunto deportivo y dejo el de ella en una bolsa de regalo.
Recojo todas las colchas del piso. Porque, ya no será necesario dormir aquí. También compré un sistema de calefacción nuevo. No quiero que ella pase frío, cuando me vaya.
Después de terminar la cena y de colocar la mesa. Escucho que abre la puerta, apago las luces y enciendo las velas. Cuando ella se acercó le cubro los ojos con mis manos. Ella sonríe, mientras le quito el bolso, los libros y le susurró al oído:
—¡Sorpresa!
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