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INDOMABLE

Prólogo

En una mansión magistral, se encontraban las familias más poderosas que puede existir, los D'Angelo provenientes de Italia y los L'ouvrier una familia Francesa la más influyente y peligrosa, reunidas para realizar una alianza la menos pensada, pero por una guerra de poderes y caracteres, terminan enfrentados entre los miembros que la integran, para demostrar ¿Quién tiene el mando? O ¿Acabar en un derramamiento de sangre?.

— A mi nadie me domina, mucho menos un ser inferior como tú.

El con su porte dominante curvo una sonrisa cínica, contestó de manera descarada, acercándose desafiante

— Siempre hay una primera vez para todo, pero te diré una cosa: La persona que está acostumbrada a tener todo a la fuerza, no puede recibir nada de otra forma, así que no me provoques la mia Dea.

Ella iba a contraatacar, pero fue callada con un beso, apasionado, hambriento, demandante, nublando su pensamiento y razón, mostrándose el deseo, pero manteniéndose firme en demostrar. Quién de los dos tiene el control.

Capítulo I

Hora de hablar

Narrador omnisciente

En la ciudad de Sicilia, en una mansión extravagante, se paseaba de un lugar a otro, como un León enjaulado, Augusto D'Angelo Patriarca del Imperio D'Angelo un hombre poderoso e imponente, de unos 47 años ojos azules, cabello negro, piel blanca alto y elegante, se encontraba ansioso esperando la llegada de sus hijos para tener una explicación de los sucesos ocurridos en nombre de su familia, que sin lugar a dudas será un caos de ser cierto.

El ruido de la puerta abierta, llegó hasta la sala de estar donde se encuentra, levantándose de su asiento a paso rápido, va al encuentro frente a frente con sus hijos.

— Ustedes dos hora de hablar— dijo con un tono de voz grave y frío.

Se apresuró a caminar adelante de sus hijos, ya entrando y tomando asiento, al ver un gran silencio se dispone a tomar la palabra.

— ¿Tengo que preguntar? o ¿Ustedes empezarán a explicarme?— inquirió con impaciencia, tratando de controlarse para no cometer una locura.

Su hijo mayor Massimo D'Angelo es el primero en contestar con un tono frío y postura imponente al igual que su padre.

— Padre no tenemos nada que ver con el atentado al clan Salvatore— dijo firme y de manera segura.

Su padre meditó sus palabras y dejó salir todo el aire en un respiro de alivio

— Entonces ¿Quién pudo hacerlo? — se mantuvo pensativo por un momento y prosiguió—.Los Marconi, tenían problemas en el manejo que los Salvatore le estaban dando al traslado de la mercancía, me llegaron pidiendo ayuda para que interviniera y no quisieron ceder.

Alessandro el hijo menor de Augusto, se dispuso a hablar.

— Si lo hubieran hecho, ¿Porque actuar en nuestro nombre?, eso no tiene sentido— pero Massimo si entendió el punto.

— Para armar discordia, que piensen que somos traidores y derrotarnos — llegó a esa conclusión mucho antes de su hermano realizará dicha pregunta.

— Si eso es así hay que pensar en algo para hacer más fuerte nuestro clan y territorio— Alessandro era una persona que no se metía mucho en ese mundo, pero cuando se tenía que dar la cara por el prestigio y reputación de su familia nada era más importante.

Augusto estaba orgulloso de ver el carácter e inteligencia de sus hijos, pero todavía el tema no se podía dejar de lado ya que está en riesgo su liderazgo, así que dió con la solución inmediatamente, aunque sus hijos no estén de acuerdo igual se llevará a cabo.

— Ya había pensando en eso mucho antes de hablar con ustedes — sus hijos lo miraban sorprendidos, así que continuó diciendo —. Confieso que lo hice creyendo que era verdad y así terminar con una futura guerra al menos por un tiempo, sin embargo, ya con la verdadera versión de los hechos, igual la estoy pensando en tomar en cuenta para acallar a la multitud y mantener el orden.

— Y ¿Cual es esa gran idea? — preguntó Massimo, estaba expectante a lo que su padre había hablado, aunque ya más o menos tenía algo en mente.

— Fácil y sencillo se casaran los dos— sentenció.

La copa de whisky que Alessandro tenía en sus manos, fue a parar al suelo hecha pedazos, las palabras de su padre lo tomaron por sorpresa y no era el único.

— ¿Casarnos? Esa es tu solución — reclama Massimo, su padre no hizo más que asentir— Y ¿Con quienes llevarás a cabo dicha alianza? Sabes perfectamente que nadie haría eso por encima del estatus y poder de la familia no puedes siquiera....

— Si puedo, de hecho ya lo hice— interrumpió a su hijo para terminar de explicar su idea—. Se casarán nada más ni nada menos que con las hermanas L'ouvrier, quienes llegaran en unos días para dar su respuesta, así que dejen de replicar y prepárense, hay que estar muy al pendiente de esta visita, si todo sale bien nadie en su sano juicio hablará mal de nosostros.

Y con eso Don Augusto D'Angelo sale del salón dejando a sus hijos asombrados y desconcertados con lo que acaba de ocurrir.

Capítulo II

Son mis hijas

Narrador omnisciente.

En la ciudad de París, en un edificio imponente se encontraba trabajando Angélique L'ouvrier que a sus 45 años sigue siendo una mujer hermosa, de carácter dominante, fría, calculadora y poderosa, alta de ojos verdes, cabello castaño oscuro, piel blanca, con una excelente figura además de ser elegante y distinguida.

Angélique estaba revisando unos contratos, cuando recibe una llamada de la persona menos esperada.

— Vaya, vaya, pero si es Don Augusto D'Angelo, ¿A que debo tu llamada? — contestó de manera tranquila.

— Angélique ¿Como estás?, hermosa como siempre me imagino — lo dijo de forma cálida y amable.

— Ve al punto, D'Angelo, no estamos para formalidades, tú no eres amable, eso no va contigo — dice seria.

— Solo quería ser amable, pero bueno vamos al punto, ¿Estas enterada de lo que pasó en la frontera de Sicilia? — su voz sonó fría y prepotente.

— ¡Este eres tú! No la persona que estaba hablando antes, sino esta, una fría, calculadora y prepotente, pero respondiendo a tu pregunta si, me enteré del mal liderazgo que están realizando tus hijos, además de atacar a los Salvatore — mencionó con burla haciendo molestar a Augusto.

— No fueron ellos, sino los Marconi, lo hicieron para armar una rebelión y quitarnos el puesto — repuso firme.

— Te creo que los Marconi harían algo como eso, ellos siempre han querido el liderazgo y no descansarán hasta obtenerlo, pero lo que no entiendo es ¿Qué tiene que ver mi familia en todo esto? — ya tenía una idea pero esperaría a confirmarlo.

— Quiero hacer una alianza de sangre, entre tu familia y la mía, así podemos realizar un nuevo Imperio más poderoso y... — no continuo ya que del otro lado de la línea se escuchó una carcajada.

— Quién lo viera de ti, tienes un buen sentido del humor D'Angelo, venir a decirme a mí que quieres hacer una alianza involucrando a mis hijas, ¡Son mis hijas! Nadie opina nada de ellas sin mi consentimiento, ¡Quién te crees! — exclamó molesta.

— ¡Por eso te estoy llamando! Pero primero debes calmarte y escucharme Angélique.

— Está bien, te escucharé, pero en persona, no por teléfono — propuso un poco más calmada —. En una semana tengo que viajar a Sicilia a firmar un contrato, llevaré a mis hijas, ellas serán quienes decidan si no aceptan no me pienso meter.

— Es lo justo. Gracias Angélique, sabía que... — el sonido de la llamada siendo colgada lo detuvo, pero eso no evitó su sonrisa, sabía que ella aceptaría.

Angélique después de colgar la llamada, se dejó caer en su asiento.

— Augusto D'Angelo, cuanto tiempo ha pasado, y no te he podido olvidar, ¿Porqué me tuviste que traicionar, si yo tanto te quería?— susurró dolida.

Una lágrima se resbaló por su mejilla, ella rápidamente la limpio con el dorso de su mano, y retuvo las demás que estaban por salir.

Se concentró en olvidar sus pensamientos del pasado, y volvió a seguir con su trabajo, además de pensar en como decirle todo a sus hijas, quienes no lo tomarían nada fácil, sobre todo Annelise, conocía su carácter.

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