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Después De Un Tiempo

Uno

Parpadeo un par de veces hasta que mi vista se acostumbra a la luz . Distingo dos asientos delanteros del auto, mi auto, pero estaban de costado. Me había dormido en los asientos traseros de este. Me siento y noto mis piernas dormidas, pues estaba la puerta abierta y la mitad de estas afuera. ¿Qué hora es? Bostezo y miro mi reloj de muñeca, cinco y media pasada de la madrugada. Salgo del coche para estirar mis piernas y la veo sentada en el baúl cerrado. Instantáneamente sonrío…

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—Ray— abro los ojos. Veo a mi mamá abrir lentamente la puerta— Me voy a comprar, levántate— me avisó. Respondí con un “mmm” y volví a cerrar los ojos— Ahora— levantó la voz de una forma autoritaria y cerró la puerta, no de golpe, pero sí fuerte.

Me senté en la cama de mala gana y me estiré. Bajé mis pies a la alfombra y, después de un tiempo mirando la nada, caminé al baño. Mientras me cepillaba los dientes recordé el sueño. No es la primera vez que sueño algo así, hasta ya le había visto la cara a la chica, pero no es algo a lo que le de importancia, ya había leído que soñamos con desconocidos que vemos por la calle. Ahora, el porqué sigue apareciendo puede ser porque me parece atractiva, tiene sentido ¿No?

— ¿Me estás escuchando?— miré a mi mamá ¿Cuándo llegué a la cocina?

—No, perdón.

—Hijo— ríe— Te decía qué vas a estar solo la próxima semana.

—¿Trabajas en vacaciones?— pregunté algo molesto y ella sólo asintió— ¿O es qué te estás viendo con alguien y no me querés decir hasta que sea oficial?— alcé una ceja. Me miró un corto rato analizando mi pregunta, supongo.

—Es una pregunta muy específica ¿No crees?— encogí los hombros con indiferencia— ¿No será que vos te estás viendo con una chica?— abrí la boca para responder pero me interrumpió— O chico, yo no te juzgo, sos mi hijo y te amo sin importar tu orientación sexual— agregó poniendo su mano sobre la mía.

—Tengo por seguro que soy heterosexual, pero agradezco tu apoyo— ríe y saca su mano.

—Antes que me olvide, cuando termines de desayunar ordena la oficina ¿Si?— rodeó el desayunador y dejó un beso en mi frente— Me voy a comprar, desayuna bien— sin más, se alejó y los segundos oí la puerta cerrarse.

Agarré el cereal y comí directamente de la bolsa para no ensuciar ni lavar. Me metí de nuevo en mi cuarto, miré mi cama desordenada para luego sentarme en la silla giratoria de escritorio, nadie iba a venir. Dejé la bolsa de cereales de lado, sacudí mis manos frotándolas entre sí y agarré el libro que no había terminado de leer porque era una tortura. Era una romantización de las relaciones tóxicas y abusivas, le estaba dando un prototipo de relaciones amorosas muy erróneo a los y las lectoras influenciables. Ella tierna e inocente y él un estúpido manipulador con problemas de ira que se aprovecha de la falta de experiencia de la protagonista, pero ojo, él la “ama” y eso es todo lo que cuenta. Podría estar buscando trabajo para estas vacaciones, y no perder mi tiempo en esto, pero ya lo empecé y lo tengo que terminar. Lo bueno es que falta poco.

A la hora lo volví a cerrar, puse mi dedo índice y pulgar en el puente de mi nariz irritado, simplemente no entiendo porque vuelven si no se hacen bien.

— ¡Llegué!— al escuchar la voz de mi mamá me hizo recordar que tenía que hacer algo— ¿Ordenaste la oficina?— quedé estático. La oficina, tenía que ordenar la oficina.

—Eeh, no...— dudé. Escuché sus pasos acercarse, esperé nervioso, no es que me grite o me alce la mano, pero cuando está molesta me intimida, aunque no es obstáculo para hacerlo a propósito y divertirme un rato.

—Ray— apareció en el marco de la puerta— La oficina la usamos los dos, por lo que los dos tenemos que poner de nuestra parte. Los dos— remarcó “los dos” cada que lo mencionó.

—Yo ordeno ¿Y vos...?

—Pago la luz y el internet— fruncí el entrecejo pero no dije nada, tenía razón— Esta es la parte en la que te levantas y caminas hacia la oficina para empezar lo que tenías que haber empezado hace rato— contuve un suspiro e hice lo que ella me dijo.

Una vez dentro de la oficina cerré la puerta de atrás de mí. Me detuve, puse mis manos en mis caderas y observé el desorden. Nadie había desempacado esta habitación y llevamos viviendo acá más de seis meses. Al menos me voy a entretener.

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Camino por el pasillo cargando una caja, media grande, cerrada con cinta, en una de las paredes tenía escrito “Victoria”, el nombre de mi madre. Estaba algo pesada ¿Qué guardaba dentro? Sonaba a cada paso que daba, como un llavero de llaveros. Llegué a la sala donde se encontraba la única mujer con la que conviví en mi corta vida, sentada en el sillón mirando unos papeles que tenía en la mano y otros en la mesa ratonera. Me acerco y dejo la caja arriba de los papeles que se encontraban en la mesa soltandola solo a centímetros de esta haciendo un, no tan fuerte, ruido, pero aun así, haciendo sobresaltar a mi mamá. Me miró con el entrecejo fruncido.

— ¡Ray, son papeles importantes!— chilló molesta y paseó su vista hasta la caja. Su expresión cambió completamente al verla. Serán sus recuerdos entonces.

—La encontré detrás de otras, abajo de algunas telas, creo— dejó los papeles que tenía en mano de lado para agarrar la caja y dejarla en el piso frente de ella.

—Hace cuanto no veo esta caja— dijo nostálgica.

— ¿Desde la mudanza?— me miró por unos cortos segundos y después agarró una tijera de su cartuchera para poder cortar la cinta que mantenía la caja bien cerrada.

Yo, por mi parte, me senté en el sillón individual para mirar. No había nada que ocultar, tenía algo de curiosidad. Cuando abrió la caja pude ver más cajas chicas, libros, papeles sueltos, cuadernos, entre otros objetos. Parece como una cápsula del tiempo de sus cosas. Había fotos en la que se podía ver ella de “joven” junto con mis abuelos. Es interesante, no sé casi nada sobre la adolescencia de mi madre, excepto que se enamoró del equivocado y que después de su “hermoso error” (yo), el hombre de sus sueños desapareció. Pero dejando eso de lado, estoy seguro que no era como yo y sí salía con sus amistades, digo, me estoy guiando por su actitud y comportamiento del ahora.

Sacaba cosas y me contaba su historia, como la consiguió, quien se la regaló, donde la encontró, etcétera. El entusiasmo se notaba en cada palabra, era imposible no mostrarse interesado en cada detalle.

—Mirá, hijo— me pasa una foto mediana con una sonrisa en el rostro— Yo también me gradué en tu secundaria.

—Debe tener años entonces— bromeé agarrando la foto. Sentí como algo me rozó la cabeza haciéndome reír, me había tirado una goma de borrar.

—Soy la que está en la fila de atrás, en el medio— indicó.

Miré donde me dijo pero me llamó la atención una cara en particular. Había una chica delante de ella, sentada en una de las sillas, derecha y con las piernas cruzadas, sonriendo levemente. Un escalofrío me pasó por la nuca, era idéntica a la chica que aparecía en mis sueños pero ¿Cómo? Nunca había visto ninguna foto ni nada por el estilo… Capaz es alguien muy parecida, sí, es alguien muy parecida.

—¿Ray?

Dos

—¿Ray?— miré a mi mamá— ¿Qué pasa, cariño? Estás algo pálido— notaba algo de preocupación en ella, en su tono de voz y mirada. Aclaré la garganta.

—Nada— tomé aire y lo solté suavemente, como un leve suspiro— Me duele un poco la cabeza— sonreí levemente y miré nuevamente la foto.

Y ahí está la duda, preguntarle o no, dudo que valga la pena… ¿Por qué no? No sé, pero estoy completamente seguro de que sí deba…

—Mamá— escuché un “mmm” de su parte— ¿Quién es la chica que está frente tuyo?— estiré el brazo con la intención de que ella tomara la foto. La agarró y miró.

—Elizabeth Nilsson— me miró— ¿Te gusta? Tenía o tiene mi edad— me miró raro.

—Yo no…

—Aunque te gustará, sería imposible— agregó interrumpiéndome y miró nuevamente la foto— No sé si decirte que tuvo un destino trágico porque nadie sabe explicar qué pasó con ella— fruncí el entrecejo y me incliné hacia adelante, apoyando los antebrazos en mis piernas.

— ¿Qué le pasó?— pregunté sin ocultar mi curiosidad, a parte, la forma en que lo dijo ¿A quién no le interesaría?

—No sé ¿O no escuchás?— puse los ojos en blanco.

—Hasta donde sepas— insistí y ella bufó.

— ¿En verdad te gusta? ¿Es por eso que no me presentaste a nadie como tu pareja? ¿Te gustan mayores?— me interrogó— Yo sabía que tenía que insistirte a jugar con otros chicos de tu edad en vez de dejarte leer solo en casa, sabía que te desarrollarías algún gusto extraño…— empezó a quejarse dramáticamente molestandome. La amo, pero este lado inmaduro a veces me irrita un poco.

—Mamá, no me gusta, no me gustan mayores y no traje a nadie como pareja porque no me interesa tener una— le respondí tratando de sonar calmado— ¿Ahora me podes responder?— volví a intentar, miró el piso y quedó pensativa.

—Es una lástima su desaparición, ella era querida por todos, era tan amable como un ángel, juro que su sonrisa te transmitía una gran tranquilidad— sonrió— A parte era súper atractiva, sacaba buenas notas y era buena atleta. Como la perfección en persona. Trabajaba como modelo, entonces tenía como un grupito de fans pero ella los consideraba como parte de su círculo amistoso…

—Suena como una persona irreal— la interrumpí— ¿No era su máscara? Capaz era solo una caprichosa que en uno de sus arranques hizo enojar a la persona equivocada y la desapareció— teoricé. Nadie es tan bueno, en algún lado ella escupía sus demonios.

—No sé, sólo sé que siempre trató bien a todos, hasta a aquellos que no a ella. Tenía la paciencia que yo no, si hubiera estado en su lugar les hubiese roto la nariz, pero ella solo les hablaba… con un tono intimidante y una mirada que tenía hacía sentir la persona más miserable. Sabía perfectamente por donde atacarte.

—Ahí está, era una manipuladora o una controladora— me miró, miró la foto y la guardó.

—Puede ser— suspiró— Pero me ayudó a pasar de año así que no tengo de que quejarme— Ahora sacame la caja de arriba de la mesita que tengo que terminar el papeleo.

—Es tuya.

—Vos la trajiste.

—Sigue siendo tuya— me miró amenazante y yo sólo sonreí, automáticamente, nervioso— ¿Dónde la dejo?— cambió su expresión por una amable.

—En mi cuarto, gracias— cerró la caja así no más.

Me levanté para hacer lo que me ordenó. La dejé en los pies de su cama pero en el piso. Ver la caja tan fácil de abrir hizo que me entrasen ganas de ver la foto nuevamente, solo para estar seguro. Me tomó solo unos segundos para decidir seguir el impulso y mover para afuera las partes de arriba que tapaban el contenido dentro de esta, fruncí el entrecejo mientras buscaba cuidadosamente la foto. Se había caído entre un cuaderno guardado horizontalmente y una caja chica. La saqué y mire detalladamente. Tiene un gran parecido, pero por alguna extraña razón no siento que la información que me dio mi mamá sea suficiente para llenar la intriga que siento en estos momentos. Capaz solo quiero confirmar mi teoría.

— ¡Ray!— tragué saliva.

— ¡Ya voy!— saqué mi celular y le tomé una foto. Con lo avanzada que está la tecnología, a parte de buscarla por su nombre también puedo por su foto. Traté de dejar todo como estaba y fui a dónde mi madre estaba.

— ¿Qué cenamos?

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La única luz era la del monitor de mi computadora. Está vez Chrome se tardó en cargar, empezaron a aparecer distintos enlaces con diferentes nombres, bajé para ver cuántos sitios hablaban de lo que yo buscaba y solo eran tres, los demás hablaban de diferentes chicas. Suspiré y me metí en el primero.

«Buscan adolescente modelo desde el viernes» publicado en el 2003… Mi mamá tenía dieciocho años, entonces Elizabeth desapareció a esa edad.

«La modelo Elizabeth Nillson se encuentra desaparecida desde el pasado miércoles […] Familia y amigos se juntan en la tarde para buscar desesperadamente por el pueblo […] Uno de los sospechosos es el padre, Richard Nilsson, quién fue el último que estuvo con ella antes de la tragedia…» Habla vagamente de la noticia, como si no importara.

Di click en el segundo, «Pueblo busca incansablemente a Elizabeth Nilsson». A ver…

«Elizabeth Nilsson, una joven modelo de tan solo dieciocho años, está desaparecida desde hace ya cinco días […] La madre afirma que esto no es lo que la joven acostumbra hacer y que es culpa de su padre por presionarla demasiado […] Richard Nilsson no quiso dar aclaraciones sobre las demandas y acusaciones de su esposa hacia él de maltrato…» Podría tirar mi teoría a la basura, pero es mejor seguir leyendo. Aunque esta nota de más que la anterior, deja más dudas.

Entre a la última esperanzado, ni siquiera me molesté de leer el encabezado. Bajé y bajé pero decía básicamente lo que leí en las otras dos, solo que la hicieron más larga ¿En verdad era un misterio?. El último párrafo termina y abajo de este había un link, suspirando entre a él.

«Devolveme a mi bebé» fruncí el entrecejo, solo decía eso y al lado había otro enlace. Dudé, puede ser cualquier cosa. Lo miré hasta que lo apreté y rogué que no sea un virus. «Después de pasar por tanto ella iba a ser libre de tus garras, animal, pero no la dejaste. ¿Qué tan miserable tiene que ser para que la dejes en paz? ¿Vivir para siempre? ¿Qué tenés en la cabeza? Devolveme a mi hija, a mi bebé, damela por lo que más quieras, no puedo vivir si sé que está con vos.» Una carta escrita solo para que la persona a la que va dirigida la entienda, pero nada me hace dudar que es una mamá, muy probable, la mamá de Elizabeth.

Tres

— ¡No, Ray!— antes que el objeto impacte conmigo cierro los ojos.

⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀

Desperté de golpe y asustado ¿Por qué? No sé, supongo que tenía que ver con el sueño. Aunque recuerde solo su grito, sentía mí corazón acelerado. Traté de calmarme inhalando y exhalando lentamente, me destape y bajé los pies de la cama todavía algo confundido. Dejé el tema de Elizabeth de lado, o al menos lo intenté, pero cuanto más tiempo pasa aumenta mis ganas de meterme en el tema y curiosear porque sé que hay más, ni hablar de la carta. Es como que el universo conspira para que yo investigue, aunque parece que es bucear en aguas turbias.

—Ray...— mi mamá entra de la nada y se queda en el lugar al verme sentado— ¿Estás bien?

—Deberías sacarte esa costumbre de entrar sin golpear— la regaño.

—Perdón, supuse que estabas durmiendo— caminó a la ventana y abrió las cortinas par en par obligandome a entrecerrar los ojos por la luz. Admito que no soy una persona risueña y menos a la mañana, soy fácil de irritar a estas horas y su reciente acción en verdad molesta.

— ¿Pasó algo?— pregunté sin ocultar mi desagrado.

—Como me voy mañana, es mejor que te acostumbres a levantarte más temprano— ¿Mañana? ¿Qué tan rápido pasó la semana?— Vas a estar a cargo de tu seguridad, tu alimentación, hasta podría decir de tu salud.

— ¿De qué hablas? Si soy más responsable que vos— me defendí— Hubiese llegado toda la primaria tarde por tu culpa, la verdad no sé cómo llegaste tan lejos en el trabajo, a parte que compras la comida para todo el mes solo para no ir cada semana al supermercado que está a diez minutos… y tenes auto.

—Que ofensivo— encogí los hombros— Dale, levantate y pasa este último día con tu “madre la irresponsable” pero que te mantuvo vivo por veinte años— dijo saliendo de mi cuarto.

—A penas— agregué y me levanté para prepararme.

Una vez listo bajo directo a la cocina, me siento en una de las bancas del desayunador y mi mamá pone una taza de submarino frente mío. Se está tomando en serio lo del último día de madre e hijo. Agarro la taza de la manija y con la otra mano la barra de chocolate para empezar a mezclar con esta la leche, entonces Elizabeth me vino a la mente.

—Estuve averiguando sobre Elizabeth— solté de la nada.

—Me sorprende tu insistencia— se sentó en la banca al lado mío con su taza— ¿Sacaste algo?— me miró expectante. Ella también tiene curiosidad, bueno, fueron compañeras.

—No mucho, pero rompió mi teoría de que podría ser una chica malcriada— dejé la barra dentro de la taza en paz para mirarla— Pudo ser víctima de un feminicidio…

—Eso es terrible.

— ¿Sabías que su padre tenía denuncias por abuso y maltrato?— negó con la cabeza sorprendida— Él no habló pero parece que la desaparición fue como un empujón para que la madre confesara, porque solo ella habló sobre la desaparición de su hija— con los ojos muy abiertos y las cejas algo elevadas, me quedó mirando por unos cortos segundos procesando la información.

—Yo…— quedó pensando— Me gustaba más la idea de que se fue para tener una vida tranquila, pero, sabiendo que es un tema tan serio, no puedo mantenerme en la ignorancia— soltó un suspiro— Espero que ese supongo sea solo eso y que esté bien— me sentí mal, no sé si mi mamá le tenía afecto y no consideré su sensibilidad a estos temas. Puse mi mano arriba de la de ella como suele hacer conmigo cuando la situación es al revés. Me miró y solo sonrió ligeramente.

—No hay que adelantarnos a nada, tu teoría tiene más sentido. Puede que la haya pasado mal y es por eso que escapó para vivir en paz en otro lugar— le devolví la sonrisa. Ella sacó su mano debajo de la mía y la apoyó en mi mejilla, pensé que iba a acariciar pero pellizcó mientras arrugaba la nariz y, con su sonrisa más amplia, se mordía el labio inferior.

—Más tierno mi nene— soltó con ternura—Que bien te eduqué, y vos quejándote— alejé su mano con el entrecejo fruncido pero no borró su sonrisa.

Después de un rato hablando, salimos del departamento a la plaza central de la ciudad a pasear, quedaba a quince minutos. Yo tenía las manos en mi campera y ella su brazo izquierdo entrelazado con mi brazo derecho, mientras mamá contaba anécdotas yo sólo la escuchaba y asentía o respondía un “sí, ajá” indicando que la escuchaba. Nos compré un algodón de azúcar a los dos y nos sentamos en una de las bancas que rodeaban la fuente que estaba en el corazón de la plaza.

Me recosté en el respaldo de esta y mientras mi mamá revisaba la lista de cosas que tenía que llevar en su celular. Mirando alrededor, y la gente pasando mientras conversaba o se apuraba, mi vista paró en unos ojos que reconocí al instante.

«Elizabeth» sentí como se me cayó el alma, simplemente me quedé helado viéndola. Ella dió media caminó para la dirección contraria a la mía y se perdió en la gente. ¿Estoy alucinando?

—Ya vengo— sin esperar respuesta, ni pensarlo dos veces, caminé, casi troté, a la dirección en la que se fué pero no la veía en ninguno lado. Seguí mientras la buscaba con la mirada, hasta se me cruzó la idea de gritar su nombre. Me obligué a parar cuando choqué con alguien— Perdone…

— ¿Ray?— esa voz…

— Charlie…

— ¡No te veo desde que empezaron las vacaciones!— dijo con entusiasmo y me agarró de los hombros sin aplicar mucha presión— Estás exactamente igual.

—Será porque hasta ahora solo pasó una semana— contesté con una sonrisa falsa.

—Una semana es mucho, y más si no envías mensajes ni los respondes— me soltó.

—Bueno, los leí— miró mi algodón de azúcar que no había soltado en ningún momento.

—Pensé que odiabas esas cosas, recuerdo que dijiste que era pura azúcar y que era diabetes segura…

—¡Charlie!

—¡Victoria, usted cada vez que la veo es más joven!— rodé los ojos.

—¡Qué adulador!— rieron— ¿Qué te trae por acá? ¿Cómo están tus papás? ¿Cómo estás vos?— empezó a interrogarlo. Suspiré mientras charlaban animadamente y empecé a buscar alrededor con la mirada a ella.

Era imposible su aparición, bueno en realidad no, pero debería verse más… adulta, y no como de dieciocho años. No es lógico, no tiene sentido. Descarté completamente lo paranormal, es imposible que un fantasma ande deambulando porque no existen, ¿Estoy alucinando? ¿Es eso? Debería mantenerme distraído con algo.

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