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Hasta Que Mi Marido Nos Separe

Capítulo 1

—Te voy a extrañar.

—Solo serán unos días, amor. Este proyecto es muy importante para la compañía, pero te prometo que volveré en cuanto termine.

—¿De verdad?

—Claro, jamás podría estar mucho tiempo lejos de mi bella esposa—  Me siento afortunada de tenerlo como esposo. No habría deseado un hombre mejor para compartir mi vida y aunque mi familia nunca estuvo de acuerdo en nuestra unión y mucho menos que nos hayamos casado tan jóvenes, ambos hemos logrado demostrarles que nuestro amor va más allá que eso. —Mira la hora— Dijo fijándose en el reloj en su muñeca. —Debo pasar antes por la oficina a recoger unos documentos. —Se acercó y dejó un rápido beso en mi mejilla antes de subirse a su auto.

—Te amo— Fue lo último que alcancé a decir antes de que su coche desapareciera de la entrada de nuestra casa.

Tan pronto él se fue terminé de subir a mi auto las maquetas que debía entregar al ingeniero encargado de la construcción del nuevo centro comercial en el que estaba trabajando la compañía en la que trabajo. Era la primera vez que estaba a cargo del diseño de un edificio tan grande y estaba completamente emocionada.

—Ay no puede ser— En uno de los asientos vi una de las carpetas de Jackson. Él usó mi auto ayer debido a que el suyo lo estaban reparando, probablemente la olvidó aquí.

Debería llevársela, ¿No? Tengo algo de tiempo, además, si estos documentos son importantes para su viaje debe estar como loco buscándolos.

Subí a mi coche y conduje dirigiéndome a la oficina de mi esposo, Esta no está muy lejos de mi trabajo por lo que no creo que llegue tarde.

***

Al llegar a la empresa, solo tuve que anunciarme y me dejaron pasar. He venido unas cuantas veces por lo que la mayoría aquí me conoce y sabe que soy la esposa de uno de los socios mayoritarios.

Fui directo a la oficina de Jackson y para mi placer, esta vez no me encontré con el fastidio de secretaria que tiene, la cual al parecer ha sido contratada para fastidiarme.

Cada vez que visito a mi esposo, me detiene en la entrada haciéndome un montón de preguntas estúpidas que lo único que hacen es amargarme el día, como ¿Qué hago aquí? ¿Por qué quiero ver a mi esposo? digo, es estúpido, yo no tengo porque pedirle permiso a nadie para ver a mi esposo.

La puerta de la oficina estaba medio abierta así que ni siquiera me molesté en tocar, aunque hubiese preferido hacerlo, al menos para que aquellos dos pudiesen guardarse algo de decencia.

La secretaria, la jodida secretaria que me había alegrado tanto de no haber visto en su escritorio, estaba sobre el de mi esposo, semidesnuda y siendo penetrada por el sin ningún ápice de vergüenza.

La carpeta que traía se me resbaló de las manos llamando la atención de los dos exhibicionistas frente a mi.

—¡Emilia! Qué..— El rostro de Jackson estaba completamente pálido y me hubiese gustado ver algo de arrepentimiento en su rostro en lugar de vergüenza.

Mis pensamientos estaban completamente revueltos, quería golpearlo y desahogar todo el dolor y furia que estaba creciendo en mi, pero también me sentía sin fuerzas y sin mucho menos ganas de perder todos los estribos frente a ellos.

—Dan asco— Fue lo único que dije antes de salir de esa oficina, si me quedaba un poco más podría hacer una locura, en especial después de ver la estúpida sonrisita descarada de la secretaria mientras se vestía.

—Emilia, espera— Jackson me tomó del brazo antes de que pudiera desaparecer y mandar todo a la mierda.

—No me toques— Dije liberándome de su agarre. —¿Qué no entiendes lo repugnante que te ves en este momento ante mis ojos?

—Esto no es lo que crees. Puedo explicarlo.

—No tienes nada que explicar, Jackson. Me quedó muy claro como te estabas follando a tu secretaria.

—Eso no fue nada.

—No, nada es al parecer lo que había entre nosotros— Volví a intentar salir de ese lugar pero el nuevamente se interpuso, con su ropa toda desalineada y el labial de esa mujer por todo su rostro,

—No puedo dejar que te vayas así. No sin antes dejarme darte una explicación.

—Ya te dije que no quiero nada. Y por favor quítate, no quiero llegar tarde a mi trabajo.

Capítulo 2

No tengo ni idea de como que llegué a mi trabajo, estuve como en un trance la mayor parte del camino. ¿Cómo? ¿Cómo pudo hacerme esto? yo he entregado todo a este matrimonio, se lo he entregado todo a él y así es como me paga.

Es un maldito, lo odio, lo odio y me odio más a mi por haber estado tan ciega. Estaba tan sumergida en el sueño del matrimonio perfecto que no quise escuchar a nadie, ni siquiera a mis padres.

—Buen día señora Martin— Señora Martin, en este momento me siento de lo más ridícula mientras me llaman así.

—Buen día, Ralph. ¿Sabes si el ingeniero y el jefe de obra ya llegaron?

—No, el señor Evans me pidió que le informara que llagarían un poco más debido a que pasará a inspeccionar el terreno para la construcción.

—Okey, entiendo. Gracias Ralph— Quizás es algo bueno que no hayan llegado aún, necesito salir y tomar algo de aire porque en este momento no creo poder concentrarme en nada.

Acomodé las maquetas y decidí salir un momento a la terraza del edificio. No estaba planeando lanzarme ni nada por el estilo, pero ver la inmensidad de los edificios comparado con las personas, de alguna forma hacen que vea mis problemas más pequeños.

Quiero llorar, pero hasta ahora sigo sin entender porque no lo he hecho. Es como si mis lagrimas estuvieran tratando de que conserve algo de dignidad para mi.

—¿Te encuentras bien?— Una voz masculina tras de mi, me hizo regresar de mis pensamientos.

—Si digo que no, ¿Hará alguna diferencia?

—No, pero al menos sabré que aunque no pueda dejarte sola, debo guardar silencio.

—¿Qué haces aquí, Steven?— Es a la última persona que pensé en cruzarme el día de hoy.

—Debería preguntar lo mismo— Me di la vuelta cruzándome de brazos mientras me recostaba contra el barandal de seguridad. —Suelo venir aquí seguido, es mi lugar para escapar un poco del trabajo. Cuando te vi subir tan temprano, me pareció extraño, así que te seguí.

—¿Me seguiste?

—Aja, pero solo con fines de seguridad. No pareces encontrarte bien— Steven siempre ha sido perceptivo, incluso después de que rompimos.

El fue mi primer amor y también mi primer novio, todo iba bien entre nosotros hasta que un día, Jackson Martin se cruzó en nuestro camino.

Terminé con él, el día en que me di cuenta de que me había enamorado por completo de Jackson. Lo último que supe de Steven es que se había mudado con sus padres a otro país, pero hace a penas un año volvimos a encontrarnos cuando el empezó a trabajar para la misma compañía que yo y desde que nos volvimos a ver, él siempre supo mantener la distancia entre nosotros, así supongo que hoy debo verme realmente mal como para que él haya decidido acercarse.

—Pues tienes razón, no lo estoy.

—¿Puedo ayudar en algo?

—No, al menos que tengas una forma de retroceder cinco años.

—Retroceder el tiempo, aún no puedo hacerlo, pero olvidarlo si— Bufé ante su comentario. —El alcohol suele ser una gran ayuda. Mucho mejor que encerrarse en la azotea de un edificio.

No creo que el alcohol pueda hacerme superar esto, mucho menos cuando un sentimiento tan fuerte como el sentirte traicionado está en mi. Quiero hacer que Jackson pagué, que sienta lo mismo que yo. Que sienta en carne propia el ser traicionado por quien menos te lo esperas... Alto, ¿traicionarlo? no se si será una buena idea, pero a la mierda. Acabo de descubrir la infidelidad de mi esposo, así que voy hacer lo que se me de la gana y luego, luego voy a pedirle el divorcio.

—Steven, solo aléjame si crees que me volví loca— Dije mientras me acercaba a él con pasos decididos.

Mis manos rodearon su nuca atrayéndolo a mis labios, no deseaba ser gentil y mucho menos delicada. Estaba dolida, herida y fastidiada por lo que mi futuro ex esposo me hizo y solo quería desquitarme.

—Definitivamente estás loca— Dijo separando nuestros labios.

—¿Vas a detenerme?

—Ni pensarlo— Dijo al tiempo que retomaba nuestro beso.

Las yemas de sus dedos junto a su boca recorren el camino de mi cuello y en cada avance Steven no duda en dejar besos por encima de la fina tela que me cubre y la cual pronto parece estorbar.

Le doy un breve vistazo a la puerta de la azotea asegurándome de que está cerrada, aunque no creo que sirva de mucho si alguien decide subir.

Ambos nos dejamos caer al suelo mientras el logra deshacerse de la parte superior de mi ropa. Él continua el camino de besos que empezó antes, esta vez en mi piel.

Su gesto despierta en mi pasión, ganas y sobre todo deseo de más. Al ver sus intenciones de quitarme el brasier y explorar mi cuerpo sin ninguna restricción, se lo permito.

Las caricias que da a mis pechos con sus manos e intercalando su boca y lengua en aquellas, me hacen retorcer bajo de él. El placer se dispara por mi cuerpo al ver sus manos deslizarse hasta la bragueta de mis pantalones.

—¿Estás segura de esto?— Se que su pregunta no es más que mera formalidad porque su cuerpo expresa por él lo mucho que desea esto.

Presiono mi boca contra sus labios y la manera en la que me devuelve el gesto parece más una caricia que un beso. Se deshace de mis pantalones y bragas intermediando constantemente su mano entre las prendas y mi cuerpo. Nuestros besos son largos y mojados, estamos en el exterior pero aún así hemos logrado crear nuestro clima perfecto. La ciudad se esfuma, los ruidos, el viento...tan solo se escucha el sonido de nuestras agitadas respiraciones.

Me deshice de su cinturón y desabroche su pantalón en cuanto sentí que su miembro estaba por explotar tras su ropa interior. Mordí mis labios tan pronto deslizó sus dedos por mi intimidad y comenzó a tocarme, suave, lento y delicioso. Mi cuerpo se encendió en un vaivén tortuoso, pero que me estaba encantando. Introdujo un dedo y tuve que ahogar el gemido que quería salir de mis labios, cuando agregó el segundo, cubrí mi boca con mi mano, estábamos en la azotea, pero eso no impide que seamos un poco precavidos por si alguien llega a acercarse.

—Quisiera estar dentro de ti en este momento— Susurró. —Quiero hacerte tan mía que ni siquiera puedas levantarte.

Jadeo, no se si por su comentario o por los movimientos que aun continúan en el centro de mi excitación. Mis pechos son presionados por su cuerpo, su mano se aleja de mi parte baja y lo veo sonreír cuando su miembro roza mi entrada. Respiro profundamente e instintivamente abro más las piernas para él, me abrazo a su espalda mientras bruscamente él desliza su miembro dentro de mi. Mis uñas se clavan en su espalda debido a lo precipitado de su acción lo que hace que un gruñido salga de su garganta.

—¿Estás bien?— Se detiene y asiento con la cabeza mientras muevo un poco mi pelvis para que continúe su movimiento.

Él retoma el movimiento y me contraigo con solo escuchar los jadeos que deja escapar de vez en cuando. Su cuerpo invade el mío humedeciendo cada vez más mi interior, entra y sale, su boca ahoga mis gemidos mientras empuja rítmicamente sus caderas contra mí. El obsceno sonido de nuestros cuerpos uniéndose en un frenesí retumba en la azotea, invadida de gemidos mientras estallamos de placer.

Gimo por el éxtasis y el hormigueo que me atraviesa mientras trató de recuperarme bajo el cuerpo de mi ex.

Capítulo 3

Volví a la casa después del trabajo y al ver las luces encendidas pude darme cuenta de que Jackson estaba ahí. ¿Qué no se supone que debía ir a un viaje importante?

Estuve varios minutos dentro de mi auto, tratando de decidir si entraba o mejor ponía el auto en marcha y me largaba definitivamente, pero al final decidí bajar de este y entrar a la casa; después de todo esta es mi casa, no tengo porque huir, el fue quien cometió la falta y quien debería irse.

Atravesé la puerta y lo primero que vi al entrar fue a él con la cabeza sostenida por sus manos, su pelo rubio revuelto y su traje hecho un desastre. Se puso de pie en cuanto me vio y sin dudarlo se acercó a mi, dejándome ver las enormes ojeras que se habían creado bajo sus ojos azules. Tan pronto como su proximidad me pareció excesiva, lo esquivé.

—Por favor, Emilia. Tenemos que hablar sobre esto.

—Ya te dije que no tengo nada de que hablar contigo, Jackson.

—Por favor, amor— Y tal como hizo esta mañana en su oficina, volvió a atravesarse en mi camino. —Lo que viste fue un error. Fue la primera vez que ocurrió, lo juro. Lo que pasó, es que desde que obtuviste el nuevo proyecto estuviste muy ausente y como hombre, necesitaba buscar alguna forma de liberar algo de tensión— El de verdad cree que soy estúpida. Piensa que me comeré el cuento de que es la primera vez que se coge a su secretaria y lo peor, ¿Qué clase de disculpa es esa? me hecha la culpa de haberlo empujado a los brazos de esa mujer. —Emilia, por favor, mírame. Te lo suplico. No eches a perder cinco años de matrimonio por una estupidez.

—¿Yo soy la que lo está echando a perder? ¿De verdad Jackson? eres increíble. El único que arruinó aquí las cosas fuiste tú, tu te acostaste con esa....con esa tipa y ahora me vienes a reclamar.

—Eso no fue lo que quise decir. Tan solo te estoy pidiendo que no te dejes llevar por la rabia e intentemos hacer como que nada paso— Diosito que estás en los cielos, de verdad que no entiendo como es que estoy logrando comportarme tan razonable con este hombre.

—¿Y cómo pretendes que olvide eso? Te encontré tirandote a tu secretaria con todo el descaro del mundo y me atrevo a pensar que ser un hombre casado no era lo que estaba pasando por tu mente en ese momento.

—¿Entonces, qué? ¿Vas a pedirme el divorcio?

—¿Tu que crees?— Una vez intenté avanzar hacia las escaleras para ir a mi habitación, pero Jackson se puso frente a esta y se arrodilló.

—Por favor, mi amor. Dame una última oportunidad, haré lo que me pidas, lo que sea, incluso despediré a Samantha. Pero por favor, por lo que más quieras, no me dejes— Se acercó a una de mis piernas y se aferró de ella como un niño.

Que lamentable es, pero me divierte un poco verlo de rodillas y suplicándome como el gusano que es. Me divierte verlo así, tan sumiso, dispuesto hacer lo que le diga, completamente ignorante de que hace a penas unas horas me acosté con mi ex novio en la azotea de un edificio.

—Jackson, ya basta. Levántate.

—No hasta que digas que me perdonas— Perdonarte, jamás. Hacerte creer que si, claro.

—Está bien— Levantó la mirada sin soltar su agarre de mi pierna.

—¿Lo dices en serio? ¿Vas a perdonarme?— No, pero ya que evitar que me divorcie de ti es más grande que avergonzarte a ti mismo como lo estás haciendo, te dejaré creer que si, mientras conseguiré un abogado que logré divorciarme de ti cuando menos te lo esperes y me ayude a dejarte de patitas en la calle. Quiero que sufras al menos una parte de lo que yo estoy sufriendo, que sientas lo que es ser traicionado por la persona que menos esperas.

—Si, por favor, ya levántate.

—Sabía que me perdonarías. Se cuanto me amas y jamás me dejarías por un pequeño desliz como este— Que poco me conoces querido. —Nunca podrás amar a otro hombre en tu vida como me amas a mi y yo tampoco podré entregarle mi corazón a ninguna otra mujer— Tu corazón no, pero al parecer eso que te cuelga entre las patas es de todas y para todas.

—Tienes razón, pero estoy algo cansada. Ahora solo quiero descansar— Dije al ver sus intenciones de querer besarme.

—Lo entiendo amor y yo debería marcharme, se supone que ya debería estar en con los demás socios en Portugal, pero no podía marcharme y dejar las cosas entre nosotros así.

—No te preocupes. Ve tranquilo, yo haré lo que dijiste. Olvidaré todo y haré como que nada paso.

—Esa es mi nena— Se acercó y dejó un pequeño beso en mi frente antes de tomar sus cosas y marcharse.

Ahora que estoy sola y después de haber estado frente a frente a la causa toda la ira que estuve conteniendo todo este tiempo, exploté.

Exploté como solo una persona razonable podría hacerlo.

Cojines, mesas, cuadros, adornos, sillas, todo eso fue lanzado, roto triturado y todas las demás formas de destrucción posible. Me sentía como la estúpida más estúpida de todas. ¿Cuántas veces habré caído en sus mentiras y manipulaciones? estaba tan cegada de amor por el que ignoré cualquier sospecha de que me pudiera ser infiel.

Pero al fin, aunque no de la mejor forma, me enteré. Y para bien o para mal, planeo mandar a Jackson, a su secretaria y a todas las demás mujeres con las que seguro me estuvo pegando el cuerno, a la mismísima mierda.

Jackson Martin, 25 años

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