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Prefiero Pretender Que No Te Amo

Capítulo uno.

Stacy

—¡No tendré sus hijos! —me detengo en seco, en cuanto escucho el grito, reconozco la voz en cuanto la escucho, incluso sé a quién ha venido a ver porque yo he hecho lo mismo, mi mano congelada antes de golpear la puerta la bajo, observo el picaporte de la puerta mientras sigo escuchando la conversación que están teniendo dentro del estudio.

—Mason... —la voz de un anciano sé escucha, el abuelo de Mason, el señor McGraw, puedo escuchar la tristeza en su voz, un nudo comienza a formarse en mi garganta, no puedo ni siquiera dejar de escuchar lo que tenga que decir de mí, no quiero seguir lastimándome, pero algo me pide que me quede, que escuche para poder ponerle un fin a todo.

—Ya te lo he dicho abuelo. No tendré hijos con Stacy, porque no la amo en absoluto —trago saliva, pero no hay nada que pueda deshacer el nudo en mi garganta.

Aunque ya sabía de la falta de afecto de Mason, tenía la vaga esperanza de que aún hubiera un poco de cariño entre nosotros, después de todo, llevamos tres años casados, he hecho todo lo que he podido para que me mirará, me quede en casa, sirviendo y atendiendo cualquiera de sus necesidades, ¿qué más...? ¿Qué más tengo que perder en mí misma para que él esté satisfecho?

—Mason, ¿qué es lo que quieres? Stacy ha dado todo de sí misma para complacer tus caprichos, incluso dejo su carrera para dedicarte tiempo, ¿acaso no es suficiente? —no escucho ninguna respuesta de Mason, mis manos comienzan a temblar, ¿quiero escuchar lo que sigue?

—Será suficiente hasta que yo lo diga —entiendo el significado de sus palabras, entiendo correctamente lo que me quiere hacer sentir, no es suficiente, su indiferencia no es nada comparado con lo que me quiere hacer sentir.

Me doy la vuelta, sintiéndome cansada y completamente adolorida, quiero llorar, pero me trago las lágrimas, debido a toda la servidumbre que hay en la casa, no quiero que vuelvan a verme llorar, he durado tanto... fingiendo que nada importa, que puedo seguir sonriendo. Así que mantengo mi sonrisa y la mirada fija mientras subo las escaleras, me encuentro con algunos trabajadores que me saludan y se despiden con una sonrisa.

Llego hasta mi habitación y en cuanto me acuesto en la cama, comienzo a llorar. No es suficiente. Esas palabras rondan por mi cabeza, hiriendo todavía más mi frágil corazón. Nada de esto era lo que quería. Mientras sollozo y cubro mis gemidos contra la almohada, aún puedo recordar cómo fue que comenzó este infierno que por un momento confundí con paraíso.

Hace tres años.

Abro mis ojos, sintiéndome un poco adolorida y algo somnolienta, aún no estoy completamente recuperada, todavía tengo mucho sueño, así que cierro mis ojos, pero los rayos de luz que se deben estar colando por las cortinas me da directo en el rostro, incomodando mi posible recuperación de sueño. Me rindo cuando no me puedo mover de la posición en la que estoy, no puedo alejarme de los rayos de luz. Por lo que abro mis ojos de nuevo.

Parpadeo varias veces, queriendo enfocar lo que hay a mi alrededor, en cuanto puedo ver correctamente, me doy cuenta de que está no es mi habitación, lo sé perfectamente debido a las decoraciones, poco a poco, comienzan a llegarme recuerdos de anoche.

Solo cuando recuerdo que no estoy sola se me quita completamente el sueño que tenía. Me siento en la cama y miro en todas direcciones, queriendo encontrarme con la persona que se me vinculará en cualquier momento y no sé si tengo suerte o tal vez me hace falta demasiada, porque lo veo salir del baño.

Ni siquiera puedo fingir volver a dormir, ya que estoy sentada, su mirada sobre mí hace que recuerde mi desnudez, por lo que cubro rápidamente mi pecho con la sábana de la cama.

No luce ni un poco afectado, de hecho, pareciera que está enfadado. Siento algo de timidez, por alguna razón su mirada acusatoria me recuerda a mi padre, cada vez que cometía algún mínimo error mi padre me observa, primero dejaba que marinara en mi propio miedo y después del sermón, era el castigo. No creo que llegue a golpearme, porque estoy segura de que no he cometido ningún error.

—Puedes usar la ducha —levanto mi cabeza tan rápido que es fácil darse cuenta de que me estaba haciendo sentir intimidada.

—¿Eh?

—¿No quieres ducharte? —no respondo, realmente sí quiero hacerlo, pero no puedo moverme, siento un poco de dolor, pero más que dolor, es miedo. Sé quién es el hombre con el que acabo de pasar la noche, pero su reacción a primera hora... no creo que eso sea normal, podía esperar cualquier tipo de reacción, menos esa. Por eso no quiero salir de la cama, siento que este es un lugar seguro, mí lugar seguro.

No parece importarle que me quede en silencio, sacude su cabello para contrarrestar el exceso de agua, mientras hace eso, puedo detallarlo con la mirada. El miedo es suplantado por la emoción y los latidos acelerados de mi corazón, recordándome que pase mi primera noche con él, con nadie más y nadie menos que Mason McGraw.

El heredero al mayor conglomerado de línea blanca, la empresa McGraw, que no solo se dedica a la venta y fabricación de línea blanca, también que tienen otras ramas en las que se están expandiendo, no es cualquier empresa y Mason no es cualquier persona.

El próximo dueño de todo un conglomerado monstruoso.

Pero eso es lo menos importante, eso es solo un detalle en comparación en quién es Mason McGraw para mí. No solo es un niño rico, también es alguien especial para mí, llevo conociendo a Mason desde hace mucho tiempo, y desde el primer momento en que lo conocí, supe que quería estar cercas de él, que quería amarlo y ser amada por él. Sin embargo, cualquier esperanza se perdió en el momento en que conoció a su novia de años, quien actualmente es una actriz.

Ahora mismo, Mason volvió a estar soltero, no puedo creer la suerte que tengo para poder tener este encuentro con él, aunque no recuerdo bien qué fue lo que paso, estoy segura de que fue lo mejor que me pudo haber pasado en toda mi vida.

O eso solo aplica para mí, puedo notarlo con su mirada, se acerca hasta la cama, contengo la respiración, pero ni siquiera se acerca a mí, solo se inclina para tomar sus ropas, observo sus movimientos y procuro no hacer ruido mientras respiro. Tengo una extraña sensación de esto.

—¿Recuerdas algo de lo que paso anoche? —pregunta y solo me mira de reojo.

—No —susurro, porque es real, en estos momentos lo que menos recuerdo es lo que paso, luego de salir al balcón, ni siquiera sé cómo fue que me encontré con Mason, cómo fue que este momento ha pasado, quisiera recordarlo, quiero intentarlo, pero ahora mismo, presiento que no debo hacerlo.

Mason se detiene, pasan solo unos segundos y vuelve a vestirse como si no pasará nada, no sé a dónde mirar, pero es claro que siente mi mirada, por lo que busco con la mirada mi ropa, realmente no recuerdo nada de lo que paso anoche, ¿debería preocuparme? Sé que nada malo me ha pasado, porque desperté con Mason.

—Me haré responsable —volteo a verlo en cuanto escucho esas palabras, lo veo abrochar los botones de sus mangas, lo hace de manera distraída, como si estuviera acostumbrado y lo hiciera en automático.

—¿Responsable? —pregunto, sin entender a lo que se refiere, se sienta en la orilla de la cama, para poder ponerse las calcetas, no estoy segura de lo que está diciendo, creo que me doy una idea, pero no es posible, Mason no...

—Tampoco recuerdo nada de lo que ocurrió, pero es obvio lo que hicimos —dice y voltea a ver las sábanas, sigo su mirada y me doy cuenta de lo que se refiere, hay manchas en las sábanas, manchas que confirman aquello que yo no quería decir. Fue mi primera vez.

Siento calor en mis mejillas y me quedo muda.

—No planeo avergonzar a una señorita respetable, por eso, tomaré la responsabilidad, así como espero que usted tome la suya —mi ceño se frunce, entiendo la parte de tomar la responsabilidad, pero ¿cómo puedo hacerlo? Antes de preguntarle, se pone de pie y toma su saco que estaba bien doblado encima de la cama.

Aunque mis recuerdos están difusos, estoy segura de que ese traje no lo llevaba anoche, él tiene un repuesto de ropa, ¿cuándo...?

—Hay ropa limpia en el baño, espero que sea de tu talla —deja de lado la formalidad, hablándome como si me conociera, pero estoy segura de que ni siquiera me llegó a mirar de reojo cuando estaba a lado de su novia—. Stacy —me llama y eso me sorprende todavía más, creo que mi sorpresa lo enfada de tal forma que sonríe con cierto sarcasmo y burla—. ¿Imaginaste que pasaría la noche con una mujer que no conozco de nada? —ni siquiera me deja responder cuando sigue hablando—. Está noche invitaré a tu familia para cenar en un restaurante, debo hacer la pedida de mano, de manera correcta.

—¿Pedida de mano? —pregunto, sé lo que significa, pero no sé por qué llega a estos extremos. Me mira de reojo y no hay ninguna emoción reflejada en su rostro.

—No usamos protección, ¿crees que puedo actuar como si nada cuando hay probabilidad de que puedas quedar embarazada?

—Pero yo... —me apresuro a decir, aunque me callo apenas veo su mirada que me advierte de hablar, debería quedarme callada, guardar cualquier pensamiento que pueda tener con respecto a está repentina propuesta—. Usted... ¿quiere casarse conmigo? —pregunto, aferrando todo mi coraje en esas palabras.

Lo último que quiero es que Mason se siente obligado, lo que paso entre nosotros... no debería ser un impedimento para seguir con nuestras vidas como si nada hubiera pasado, sin embargo, de mi parte no estoy segura de ello. Posiblemente Mason no sienta ningún cambio, tampoco recuerde este momento y lo más seguro es que olvide mi rostro una vez que salga de está habitación.

Pero eso no funciona así para mí, me quedaría con la duda todo el tiempo, pensaría en él una vez más y querría repetir el mismo momento una y otra vez, aunque no haya recuerdos de ellos, podría imaginar todo tipo de cosas, haciendo que mi imaginación vuele. Las cosas no volverían a ser iguales, al menos no para mí.

Pero eso no significa que deba detener la vida de alguien más, tal vez los rumores de que Mason dejó a Kristel sean falsos y al final, ellos solo se encuentren en un tiempo fuera.

—Me casaré contigo.

No me deja replicar en ningún sentido, solo toma sus cosas y se marcha, ignorando por completo lo que está diciendo.

-

Después de la mañana, todo se volvió difuso para mí, estoy segura de que fui a la universidad, que tuve mis clases, con una ropa que no era mía, con un olor de un hotel de primera gama, aunque estaba segura de todo lo que estaba pasando, nada fue importante, yo solo me quede en el momento en el que Mason dijo que se casaría conmigo.

Me siento como en una nube el resto del día.

Una vez que llegué a casa, mi padre me recibió con una enorme sonrisa y los brazos abiertos.

—Stacy. Mi adorada y amada hija —me dejo de mover, esto no es normal.

Mi padre siempre fue estricto y algo agresivo cuando se trataba de mí, debido a que era mujer, y desde su punto de vista, mi hermano tenía más valor que yo, por lo que nos educaron de maneras diferentes. Actualmente mi hermano estaba perdido en algún lugar, mientras yo debía estar en casa, estudiando y mostrándome frente a mi padre al menos una vez al día, para que no se molestara por mi repentina desaparición, no puede dejarme ir fácilmente. Para mi padre solo soy una moneda de cambio.

—Papá... —quiero explicarle sobre dónde pase la noche, quiero decirle algo antes de que me golpee o simplemente de que me encierre en mi habitación, no obstante, a pesar de que sentía que su felicidad solo era una máscara para encubrir su furia, fue todo lo contrario, apenas llegó a mí, ya me tenía abrazada—. ¿Papá? —esto es todavía más raro. ¿Acaso ha pasado algo de lo que yo no me entere? Mi padre se aleja de mí y me sonríe.

—Después hablaremos, ahora ve a tu habitación, te he comprado un vestido nuevo, debes estar deslumbrante para esta noche.

Cuando menciona planes para esta noche, solo puedo recordar a Mason, dijo que cenaría con mi familia para pedir mi mano, creo que dijo que sería está noche, pero de todo lo que dijo, la fecha no fue lo importante.

—Ah... claro... voy... —me alejo de mi padre, quien luce más feliz que en todo lo que llevo de vida y que recuerde.

-

En cuanto llegamos al restaurante, puedo vislumbrar a los McGraw en una mesa, en cuanto me ve Mason, se pone de pie, le dice algo a su abuelo, el señor McGraw, a quien conozco desde hace mucho tiempo, pero jamás pude acercarme más de lo normal, si mi padre se enteraba de que estaba vinculada de alguna forma con los McGraw, intentaría sacar provecho de eso y es lo que más quiero evitar. No quiero que mis buenas intenciones, se vean con malos ojos.

—Están aquí —murmura, mi padre me hace a un lado para poder obtener la atención de Mason.

—Señor McGraw, es todo un placer poder verlo tan de cercas, aunque acudimos a los mismos eventos, pocas veces puedo entablar una conversación —Mason ni siquiera reacciona a las palabras de mi padre, el silencio que le sigue es un poco incómodo.

—Mason —lo llamo, parece sorprenderle que sepa su nombre, pero yo tampoco puedo involucrarme con alguien que no conozco de nada, le sonrío y parece dudar—. Él es mi padre, el señor Thames. Padre, él es Mason McGraw.

—Claro que sé quién es, Stacy —murmura mi padre enfadado, Mason aprovecha está oportunidad para acercarse a mí y tomarme del brazo.

—Ven conmigo, quiero presentarte a mi abuelo —asiento y lo sigo, ignoro la mirada de duda de mi padre, no creo que sepa por qué hemos venido aquí, entonces ¿cómo fue que Mason logró atraer a mi padre?

Llegamos hasta la mesa en la que ya están colocados, la única familia presente de Mason es su abuelo, el amable señor me mira y sonríe, se levanta de su asiento, me acerca hasta él.

—Abuelo, ella es la señorita de la que te hable. Stacy Thames —el señor asiente y me estira su mano, la tomo enseguida y me da un pequeño apretón.

—Es un gusto conocerlo, señor McGraw —suelta mi mano y nos alejamos, mi padre toma su asiento luego de saludar rápidamente al abuelo de Mason, no parece interesado en los demás, su única intención es entablar una conexión con Mason, lo sé bien.

Mason recorre una silla para que me siente, se sienta a lado de mí, y no hablamos mucho durante la cena, algunas cosas sin importancia, su abuelo me pregunta por mi hermano, quien no se pudo presentar, omitimos la información de que simplemente está desaparecido.

También hablamos de mi carrera, que estoy a punto de terminar, es divertido escuchar las historias del abuelo McGraw, las cosas se calman una vez que estamos en el postre, el humor de mi padre es todavía peor que otros días, debido a que no ha tenido la oportunidad de hablar de negocios durante está cena tan importante.

Estamos degustando el postre cuando Mason habla.

—Me voy a casar con Stacy.

La mesa se queda en silencio, alguno de ellos suelta su cubierto, ya que el plato tintinea, yo mantengo mi vista fija en la mesa. No puedo mirarlos a los ojos, estoy muy emocionada de que esto este sucediendo, pero ¿cómo podría explicarles el motivo por el que nos casaremos?

—Mason, no puedes bromear de esa manera —levanto mi cabeza para ver al abuelo McGraw, luce preocupado por lo que sea que se está imaginando de Mason, mientras que mi padre apenas y contiene su risa.

—¿Casarse? ¿Hace cuánto que se conocen? —pregunta mi padre, ignorando por completo la posibilidad de que se trate de una broma, aunque es obvio que estamos hablando de Mason, él no sería capaz de bromear con eso.

—Las cosas se dieron de tal forma, espero que contemos con su apoyo y su bendición. Lo que menos quiero es que este matrimonio sea una molestia para los demás —el abuelo McGraw me mira y aunque parece un poco contento, todavía luce preocupado.

—¿Y tú, Stacy? —pregunta con suavidad—. ¿Quieres casarte con Mason? —su pregunta me toma por sorpresa, creo que el simple hecho de que este aquí presente, es suficiente respuesta, pero quiere que le confirme. Miro a Mason, quien ni siquiera me está viendo, mantiene su mirada fija en otro lado, luego miro a mi padre quién parece desesperado porque responda.

—Claro que Stacy se quiere casar con Mason, no encontrará mejor esposo que el señor McGraw, ¿no es así, Stacy? —aunque es cierto lo que dice mi padre, me siento un poco incomoda y algo presionada.

El abuelo McGraw tiene buenas intenciones al preguntarme algo como eso, pero estoy segura de que todavía tiene dudas, de seguro que sabe que Mason y yo nunca habíamos entablado una conversión, lo que estamos haciendo ahora, es solo para tomar la responsabilidad del otro.

—Sí, quiero casarme con Mason —sonrío, no puedo evitarlo, todo este tiempo conteniendo mi emoción, al fin puedo expresar solo un poco de mi felicidad. Miro a Mason y él apenas me ha volteado a ver, al final asiente y nadie más dice nada, mi padre está feliz y nos felicita luego de un rato.

-

Me estoy poniendo mi abrigo antes de salir del restaurante, cuando mi padre llega hasta mí y me abraza emocionado, miro de reojo a todos lados, Mason está ayudando a su abuelo a moverse con calma, así que mi padre aprovecha para decirme algo.

—¡Estoy tan feliz! Cuando no llegaste anoche, no supe qué imaginar, me alegra tanto que al fin hayas servido de algo —me tenso, apenas escucho lo que dice, miro de reojo a Mason que está acompañando a su abuelo al sanitario.

—Padre, por favor... —lo que menos quiero es que alguien escuche cómo mi padre me trata.

—¡Stacy, hiciste muy bien en seducir a Mason McGraw!

—Papá, no... —me interrumpe, ignorando cualquier cosa que pueda decir.

—¡No puedo creer que al fin hayas hecho algo bien! Créeme, este es el inicio de una mejor vida para nosotros. Con el dinero de los McGraw, podremos sacar adelante muchas de nuestras empresas... me alegra que te hayas enredado con él, no creí que fueras tan buena en la seducción —agacho mi cabeza, no importa qué le diga, incluso si le explicó que no recuerdo nada de la noche anterior, no me hará caso.

—Papá...

—Hiciste bien en meterte en su cama, justo cuando estaba despechado porque lo abandonaron... —me tenso y levanto mi cabeza, por alguna razón siento una mirada en nosotros, detrás de mi padre veo a Mason, viene solo, ¿en qué momento llegó tan rápido hasta nosotros?

—Señor Thames —mi padre ni siquiera luce avergonzado por sus palabras, se gira para encarar a Mason—. En la semana estaré yendo con usted para confirmar algunos datos, celebraremos la boda lo más rápido posible... —mi padre asiente emocionado y se marcha luego de que le llaman a su celular.

—Mason... —quiero aclararle lo que escucho, no sé qué tanto escuchó, pero lo que menos quiero es que comencemos con mentiras está relación que pronto se convertirá en matrimonio.

—¿Solo quieres mi dinero? —me pregunta, acercándose a mí, invadiendo mi espacio personal, me quedo quieta, escuchando mis latidos acelerados contra mis orejas.

—No, lo que ocurre es...

—¿Por qué confíe en ti? Ni siquiera te conozco —suspira y se aleja, voltea a un lado y yo sigo su mirada, su abuelo se va acercando a nosotros con calma—. Pero eso ya no importa, dije que me haría responsable y eso es lo que estoy haciendo, espero que cumplas con tu parte, al menos el de ser una esposa útil para mí —me quedo quieta, sin poder procesar lo que está ocurriendo, ¿cómo es que hemos llegado a esto?

En la actualidad.

La boda se celebró demasiado rápido, apenas termine mi carrera y me gradúe se celebró la boda, aunque tuve oportunidades de trabajo, quise abandonar todo eso para concentrarme en servirle a Mason, después de todo, sentía que era mi culpa su indiferencia. El no haberle explicado las cosas, las duras palabras de mi padre y sus intenciones, que nada de eso tenía algo que ver conmigo.

No pude explicarle nada y eso solo empeoro las cosas entre nosotros. De un tiempo a otro, poco después de nuestra boda, comenzaron a ver escándalos donde relacionaban a Mason con otras mujeres que iba y venía de hoteles, él nunca dio ninguna declaración y todo se tomó como falsos rumores, pero yo lo sabía.

Sabía cuándo no llegaba a casa, sabía cuándo llegaba con un olor diferente, sabía cada una de sus aventuras, pero las ignore, de nuevo, culpándome.

Mi padre se volvió más insistente que antes incluso cuando deje la familia Thames, quería que me embarazará de Mason, pero nunca ocurrió, le di tres años de mi vida a Mason, esperando que su corazón se abriera a mí.

Quería que me escuchará, que me mirará, pero no importa cuánta devoción y cuanto amor le dedique, nunca me miro, nunca le importe. Pensé... tontamente pensé, que tal vez si teníamos un hijo podríamos estar juntos, podríamos... acercarnos, un bebé podría acercarnos, no pude sugerirle nada a Mason, ya que casi no lo veía.

Así que lo hable con su abuelo, quien es mi mayor confidente en este lugar, pero después de esa estúpida sugerencia para que convenciera a Mason de tener un hijo conmigo, de repente, comenzaron los rumores de que Kristel Davies, la exnovia de Mason había vuelto y para confirmar mis sospechas... poco después de que ella volvió, Kristel me envió una prueba de embarazo.

Ella había recibido lo que yo tanto pedía, un hijo de Mason.

Contengo un sollozo y solo puedo recordar las palabras de Mason, él no quiere un hijo mío, él no puede amarme... no importa cuánto dé de mí, no importa cuánto me esfuerce, al final nada de eso importa, porque Mason no está dispuesto a conocerme.

Llevamos tres años casados y en ningún momento hemos podido tener una charla más allá de unos simples saludos y unas preguntas tan fáciles de contestar.

Logro controlar mis lágrimas y sollozos, justo cuando la puerta se abre con un golpe fuerte, me siento en la cama y miro a Mason acercándose rápidamente hasta la cama, quiero ocultar mi rostro, que no vea que he llorado, que no se entere de lo que ya sé, pero es difícil cuando toma mi muñeca y me jala, haciendo que lo mire mientras me habla enfurecido.

La vena de su cuello resalta y su rostro está rojo.

—¡¿Qué fue lo que le dijiste a mi abuelo?! —me jalonea un poco, por la ira que siente, no creo que se haya dado cuenta de que estaba llorando antes de que entrará.

—Mason... yo... —tartamudeo, no encuentro las palabras para enfrentarlo.

—¡¿Cómo te atreves a involucrar a mi abuelo en esto?! ¡¿Qué esperabas?! ¡¿Que aceptará solo porque mi abuelo me lo pide?! No tienes suficiente con ser la señora McGraw, ¿ahora también quieres un hijo? ¿Para asegurar tu posición? ¿Para quitarme más dinero? —no me atrevo a hablar mientras me sigue gritando—. Eres solo una zorra que se ha metido en mi cama para amarrarme, ¿cómo te atreves a querer amenazarme con un hijo?

Sus palabras son frías y todavía más crueles de lo normal, se siente como si apuñalara mi corazón una y otra vez con esas duras palabras, recuerdo todo lo que ha pasado entre nosotros, todo lo que no pudo suceder y se me ocurre preguntar una vez, solo una última vez, tomando toda la fuerza que puedo, le hago una única pregunta.

—Mason, ¿me amas? —es todo lo que le puedo preguntar, sus palabras solo iniciarán algo maravilloso o pondrán fin a todo este infierno. Mi pregunta lo toma por sorpresa, al principio solo parpadea y luego comienza a reírse.

—¿Amarte? ¿Cuándo siquiera he aparentado un poco de interés en ti? Si crees que podría amarte, después de cómo te trato... eres más estúpida de lo que imagine.

Capítulo dos.

Stacy

Después de escuchar eso, me quedo en silencio, Mason parece haber recuperado el humor, luego de burlarse de mí y de mis sentimientos, simplemente se marcha. Una vez que me deja sola, pienso en todo lo que está pasando.

Abro el cajón próximo a mi cama y saco los análisis que me envió Kristel, no creo que Mason sepa de lo que hizo su amante, leo de nuevo el diagnóstico, tal vez lo hago para herirme un poco más y reafirmar el pequeño pensamiento que se estaba cruzando en mi mente y que llevaba algunos días susurrándome, lo ignore, pero ahora esa voz sigue insistiendo y se escucha más fuerte que antes.

Recuerdo cuando me llegaron los análisis, llegó por mensajería, junto con una carta de Kristel, al parecer Mason le había dicho que estaba casado, y aun así se embarazó de él, no perdieron el tiempo desde que ella volvió. Por eso me envió sus resultados, junto con una carta donde aseguraba que Mason era el padre del hijo que estaba esperando.

Aunque podía negar ese hecho y hablarlo con Mason, no dude de ella, incluso si me está mintiendo para deshacerse de mí, ya no me importa. Si es real o no, lo que ella me ha dicho, está bien, a pesar de eso, Mason siempre estará a la espera de Kristel y de nuevo quedaré tirada a un lado.

—Debo divorciarme —susurro, mirando los análisis.

Ya que Kristel está embarazada, la mujer que Mason nunca dejó de amar es obvio que se casará con ella tarde o temprano, por lo tanto, me pedirá el divorcio en algún momento, cuando haga eso... perderé todo lo que me queda, mi dignidad. Todo este tiempo había fingido que nada me dolía, que nada me importaba mientras que obtuviera el amor de Mason, pero nunca tuve nada de eso y, aun así, seguí esperando.

Es tiempo de ponerle fin a esto. Tengo que tomar la iniciativa está vez, no puedo dejar que Mason y Kristel se sigan burlando de mí. Para conservar la última dignidad que me queda, debo decirle adiós a está estúpida vida como esposa de Mason.

-

Me despierto cuando escucho algunos ruidos, parpadeo y enfoco mi mirada en la oscuridad de la habitación, tomo mi celular, no sé en qué momento me quedé dormida, ni siquiera pude cambiarme de ropa, enciendo mi celular, el brillo de la pantalla me ciega unos segundos. Veo algunos mensajes del abuelo McGraw.

Al parecer Mason fue a un banquete, no me dijo nada de eso, pero no es como que me cuente a dónde va o a qué hora regresará. El abuelo también tuvo que asistir al banquete, no era necesario que yo fuera... bueno, nunca es necesario. La boda que celebramos fue muy íntima, Mason nunca me lleva a sus eventos. Por eso es por lo que sus casos de infidelidad no se toman con tanta importancia, porque nadie sabe que Mason está casado, solo pocas personas.

Veo la hora y son pasadas de las dos de la madrugada, vuelvo a escuchar ruidos, todos los trabajadores deben estar dormidos y en sus respectivas habitaciones, así que la única persona que debe estar haciendo el ruido es...

—Mason —lo llamo en cuanto abre la puerta y entra a trompicones, está ebrio. No me sorprende verlo así. No parece notar que estoy despierta, así que aprovecho para cerrar mis ojos y ocultar mi celular, ahora mismo no quiero lidiar con él, estoy cansada, poco a poco me estoy cansado cada vez más.

Creo que se irá en cuánto noté que estoy dormida y que no puede pelear conmigo, ni ofenderme de ninguna manera, sin embargo, escucho algunos ruidos, el roce de las ropas y sus choques con cualquier cosa que este en su camino, se está acercando a la cama y de repente ya lo tengo detrás de mí, en la cama. Mi corazón se acelera, sé a lo que ha venido una vez que no se ha ido después de creerme dormida.

Acerca su rostro hasta mi cuello y comienza a besarlo, es entonces que dejo de fingir estar dormida, me hago a un lado, levantándome en el proceso, me siento en la cama y me giro para verlo, ya está recostado en la cama y con su camisa desabrochada.

—¿Qué tratas de hacer? —toma mi mano y me jala, me tira en la cama y se pone a horcajadas de mí, besa mi cuello y puedo oler el alcohol a esta distancia—. Mason... —trato de detenerlo, empujándolo lejos de mí, pero está tan pesado, tan perdido que me ignora por completo—. ¡Mason! —logro moverlo y alejarlo de mí, justo antes de que llegue a escabullir su mano debajo de mi ropa, arquea sus cejas.

Aunque la habitación está oscura, puedo ver un poco de sus facciones debido a la luz de afuera, las linternas del balcón están encendidas y la luz se cuela por las cortinas, por lo que puedo ver su expresión de confusión y sus ojos un poco encandilados.

—¿Qué? —arrastra un poco la palabra, respiro hondo, me siento algo agitada, nunca me negué o me resistí cuando Mason quería pasar la noche, imaginaba que venía a mí, porque me extrañaba, pero ahora me doy cuenta de que no es nada de eso, solo quiere controlar su deseo usándome como un medio.

—Quiero el divorcio —no creo que sea el momento para decirle esto, no es el momento ni el lugar, estando en mi habitación, en la madrugada, y él ebrio, ¿servirá de algo que le diga mi deseo actual?

—¿Qué? —vuelve a preguntar, luce un poco más lucido.

—Quiero el divorcio, Mason. Lo pensé bien y quiero que nos divorciemos —parpadea varias veces, no sé qué reacción estoy esperando, pero como siempre Mason me sorprende haciendo algo que nunca me imagine, se ríe. Se sienta en la cama y comienza a reírse, haciendo demasiado ruido en el proceso. Mi ceño se frunce. No puedo entender qué es lo gracioso.

—¿El divorcio? —pregunta entre risas, no se está creyendo lo que he dicho, se calma un poco y respira hondo antes de seguir hablando—. Tú... Stacy Thames... te quieres divorciar, ¿de mí? ¿Mason McGraw? —vuelve a reírse apenas termina de hablar, me siento en la cama y me recargo contra el respaldar, solo para separarnos.

—No entiendo la gracia en lo que he dicho —se sigue riendo, incluso vislumbro unas lágrimas que se derraman, se está burlando demasiado.

—¿Te estás escuchando? —respira hondo varias veces—. ¿Le dijiste a tu padre? Me refiero a que, si consultaste con tu padre tus planes de divorciarte de mí, ¿lo hiciste? —desvío mi mirada unos momentos, la verdad es que está es mí idea, este es mi plan, no es como que deba consultarlo con alguien más.

Mi silencio le da más motivos a Mason para reírse.

—Por todos los cielos, ¿la maravillosa y tierna Stacy planea darle la espalda a su hermano y a su padre? —escucho el sarcasmo en su voz—. ¿Cómo puedes sugerir algo que ni siquiera podrás cumplir? Recuerda que tu familia vive de mí, son igual que unos parásitos —chasquea su lengua, enfadado.

Me imagino que está recordando todas las veces que mi padre y hermano obtuvieron dinero de la familia McGraw. Todos los años, la empresa de mi padre sufre pérdidas, ahora es más notorio que antes, la única razón por la que no se han ido a la bancarrota ha sido por el Grupo McGraw, quienes lo respaldan solo porque estoy casada con Mason.

—No podrías divorciarte de mí cuando soy el alimento y sustento de toda tu familia, por favor, Stacy, sé más coherente.

Hago mis manos puños, esto se está volviendo insoportable. Sus burlas, sus duras palabras, su sarcasmo, ¿cuánto de esto debo seguir soportando?

Cada vez que mi familia cometía un error, Mason me culpaba a mí, creyendo que yo era el origen de la falla, y tal vez fue así. Todo comenzó desde aquella cena, en la que Mason escuchó a mi padre decir que yo seduje lo por su dinero, ¿quién diría que la persona que me metió a la cama de Mason fue mi propio padre?

Lo descubrí poco tiempo después de haberme casado con Mason, mi padre me lo confeso durante una visita que hizo a nuestra casa, hablo conmigo, preguntando si había quedado embarazada, si tenía noticias de eso, la seguridad con la que habló, la seguridad que mostró cuando me preguntó, solo me hizo sospechar y entonces le pregunté.

Tres años atrás.

—¿Cómo lo sabes? —le pregunto, mi padre arquea una de sus cejas mientras le da un sorbo a su bebida. Finge ignorancia, aunque es claro que lo que acaba de decir no es sin fundamentos. No le dije a nadie que el motivo por el que Mason se quería casar conmigo, fue porque pasamos la noche juntos y por el miedo de que había quedado embarazada, por eso se quiso responsabilizar de mí.

No le conté a nadie para evitar los problemas con Mason, sin embargo, mi padre sabe demasiado de ello, incluso lleva la cuenta, como si supiera lo que hice ese día. Es cierto que sigo sin recordar lo que sucedió esa noche, solo sé lo que la gente que me vio me cuenta.

Yo salí al balcón para tomar aire luego de haber bebido demasiado y después de eso, nadie supo a dónde fui o con quién fui. Es claro que en ese balcón me encontré con Mason, pero ¿cómo fue que me encontré específicamente con él? Entiendo que puede ser casualidad, pero había demasiados cabos sueltos en ese hecho. Ahora todo parece encajar.

—¿Saber qué? —mira a otro lado, no creo que sienta arrepentimiento de lo que me hizo.

—¿Cómo sabes lo que sucedió esa noche? —deja su bebida y la mirada de inocente que se había puesto cambia por una más seria.

—¿Quién crees que hizo tu sueño posible, querida? —mi ceño se frunce y retrocedo.

—¿Me drogaste? —pregunto, asustada. Mi propio padre... mi corazón se acelera y miro a todos lados, esperando que nadie más este escuchando, pero estamos solos en el estudio, Mason salió a trabajar y no llegará hasta más tarde, el abuelo McGraw ya no vive con nosotros—. ¿Cómo pudiste? —le pregunto, enfadada, sintiéndome traicionada y usada. Entiendo que nada malo me paso debido a que termine en los brazos de Mason, pero ¿y si no hubiera sido así?

¿Y si Mason no hubiera estado ahí? ¿Qué habría pasado conmigo? Mi padre se pone de pie y deja su vaso en la mesa y se acerca hasta mí.

—Por favor, Stacy, no seas tan dramática —me hace una mueca de asco y llega hasta mí, palmea mi mejilla con un poco de fuerza, me quedo quieta—. Es gracias a mí que tienes todo esto, que vives con lujos, que nunca tendrás que preocuparte por tu comida o tu vestimenta...

—¡Padre...!

—¡Cállate! —me palmea con más fuerza, arde un poco mi mejilla, mis ojos se llenan de lágrimas—. ¡Mira todo lo que te he dado! —grita y extiende sus brazos, señalando todo lo que hay alrededor—. ¡Ningún padre sería tan considerado con una hija como tú! ¡Solo eres una moneda de cambio, Stacy! ¡Di que sirves para algo! Cualquier otro padre te habría abandonado...

No digo nada, es obvio que lo que dice es falso, pero no lo contradigo o podría golpearme, no quiero que Mason se dé cuenta de lo rota que está mi familia.

En la actualidad.

Recordar ese horrible momento, solo me hace pensar en lo peor, en que Mason escucho todo ese día. Cuando salí del estudio Mason ya me estaba esperando, intente hablar con él, pero solo me ignoro, para Mason yo no fui nada más que una zorra astuta, nunca me dejó explicarle nada. Nunca creyó en mí.

Siempre tuve la mala suerte de que Mason escuchara a mi padre cuando se expresaba de ese modo, todas las artimañas de mi padre las descubrió y me culpó de ellas, porque soy su hija, porque tengo su sangre y porque para Mason yo solo era una marioneta más de los Thames.

No importaba cuánto me explicará, Mason jamás me escuchó, entonces un día deje de intentarlo. Deje de rogarle por un poco de su tiempo para que le pudiera explicar todos los malentendidos, de todos modos, ha vista de Mason, no era nada más que una vil mentirosa que se aprovechó de un momento de debilidad.

Y así fue como me quede sola.

Mi familia, mi padre que solo me veía como simple mercancía, mi hermano desobligado que solo se interesaba por el dinero de mi esposo y mi esposo infiel, que nunca me dio atención o cariño, al que nunca le importe a pesar de todo el tiempo que le dedique... realmente, no me quedaba nada.

Las personas que yo amaba, las personas que quería que me miraran, al menos una vez, me habían dado la espalda. Para ellos solo era una inútil, cuando nunca fue así.

Di todo de mí, por ellos. Me gradué de una prestigiosa universidad, con las notas más altas, tenía sueños y deseos por cumplir, porque me esforzaba todo el tiempo y cada vez que lo hacía obtenía algo que quería, en cambio, dejé todo eso para perseguir un único sueño, el ser amada por Mason.

Renuncié a todo lo que conocía, a todo lo que perseguía desde un inicio, solo por amor. Renuncié a mí misma por Mason, para Mason y eso es lo peor que pude hacer. Ahora me doy cuenta de eso.

Me mantengo callada un rato más, luce un poco desesperado, como si ya quisiera acabar con lo que vino a hacer y se quisiera ir, aunque es cierto lo que dice, gracias a Mason mi familia aún cuenta con su empresa únicamente por la familia de Mason y su dinero, sin embargo, estoy cansada de vivir para los demás, dejándome de lado a mí misma, yo soy mi prioridad ahora.

Miro mi celular oculto entre las sábanas y pienso en lo que hice antes de quedarme dormida. Vuelvo a mirar a Mason, quien tiene ladeada su cabeza, como si quisiera escucharme decir que me retracto.

—Mañana a las ocho treinta de la mañana, iremos a la oficina de asuntos civiles, obtuve una cita —una vez más, gracias al apellido McGraw, sacar la cita fue demasiado fácil, no tuve que dar ninguna explicación, solo con decirles que es una cita para el señor Mason McGraw, con eso basto para que me dieran tiempo en la primera hora del día de mañana.

Mason me mira durante unos largos segundos, puedo ver la mirada de desconfianza en sus ojos, estoy segura de que está dudando de mí, de que no soy capaz de firmar los papeles de divorcios.

No podemos divorciarnos si una de las partes se niega, estoy segura de que Mason firmará el divorcio sin ninguna queja, pero ¿yo? ¿Podré hacerlo? ¿Podré darle la libertad que tanto quiere? Debe estar preguntándose eso, no sabe lo decidida que estoy por alejarme de él y de todas las personas que me hacen daño.

Mason aprieta su quijada y asiente de manera brusca.

—Está bien, te daré el divorcio —por unos segundos, dejo de respirar, creí que se negaría, parece que me seguirá, suspiro y antes de poder agradecerle por la poca compresión que al fin me da, toma mi pierna y con una fuerza que desconozco de dónde la saca, en especial, estando borracho, me jala y vuelve a ponerse encima de mí.

—¿Mason? —pregunto, dudosa de lo que sea que vaya a hacer a continuación, ¿acaso me mintió? ¿Acaso planea lastimarme? No sé qué esperar, se acerca hasta mí, invadiendo mi espacio personal, su aliento alcohólico choca con mis labios, es cálido y apesta a alcohol, ¿cuánto fue lo que bebió?

—Aunque mañana te daré el divorcio que tanto pides, está noche sigues siendo mi esposa —mi ceño se frunce y me encojo, sintiéndome pequeña, teniéndolo encima de mí—. Está noche deberás cumplir con tu obligación como mi esposa —susurra cercas de mí.

¿Acostarme con Mason? ¿Debería hacerlo? No hace ningún movimiento, se queda quieto, esperando a que acepte su propuesta, es como si estuviera jugando conmigo, se siente como una pregunta con trampa y es obvio que he caído en ella, en especial cuando miro sus ojos.

Aquellos ojos que siempre me derritieron, que los veía y sentía como mi corazón se aceleraba sin razón alguna, solo por su bello rostro me deje engañar muchas veces, miro su pecho descubierto, la camisa queda a voladas de su cuerpo, falta mucha luz, pero he visto ese cuerpo muchas veces en los últimos tres años que llevamos de casados.

He pasado noches llenas de pasión con él, aunque no había amor de su parte, siempre hubo pasión, siempre hacia acelerar mi corazón y vibrar mi cuerpo entero, no creo que aquello que me mostraba, su rostro lleno de satisfacción, su mirada lujuriosa, nada de eso podría haber sido falso, de eso me queda claro.

No importaba qué tan horrible fuera nuestra relación, en la cama siempre hubo química, siempre hubo pasión y demasiado placer.

Mason era el peor marido, pero el mejor hombre para proporcionar satisfacción. Estando con él, a veces me ilusionaba de más, creyendo que me amaba, debido a que me hacía sentir como una completa mujer estando en sus brazos.

Debería negarme, pero no quiero hacerlo. Tiene razón, si mañana nos divorciamos, esta debería ser la última vez que podamos estar juntos, él me quitó tres años de mi vida, ¿por qué no puedo quitarle una noche? Solo una última vez, disfrutaré de este momento y mañana... mañana me alejaré de él para siempre, rodeo su cuello con mis brazos, eso lo hace sonreír, se inclina hacia mí, acortando la distancia y besando mis labios. Solo está noche, dejaré que amase mi cuerpo, aunque no me amé a mí.

Capítulo tres.

Stacy

Apenas me despierto, Mason ya no está a mi lado, no me extraña, como siempre se marcha apenas se despierta y se da cuenta de que de nuevo está en mi cama. Miro el reloj digital que está a un lado de mi cama, son las seis de la mañana. Mason ya debió irse a trabajar.

Aprovecho el tiempo que tengo para arreglarme, hoy debemos firmar esos papeles de divorcio. Así que me meto a la ducha y proceso todo lo que haré una vez que firme los papeles, no puedo quedarme aquí, tampoco podré volver a casa, mi padre estará hecho una furia apenas se entere de lo que hice.

Me visto con un pantalón ajustado de mezclilla, unas botas, una blusa blanca y una chaqueta, me maquillo levemente y me pongo un labial suave. Una vez que estoy lista, bajo a desayunar y me marcho.

—¿Quiere que la lleve a algún lado, señora McGraw? —me detengo apenas me encuentro con el chofer de los McGraw, no esperaba que estuviera aquí, creí que llevaría a Mason al trabajo, niego con la cabeza y le sonrío.

—Muchas gracias, tomaré un taxi —me mira con los ojos entrecerrados, si el abuelo McGraw se entera que me fui en un taxi teniendo al chofer disponible, se enfadará un poco, pero él no tiene por qué saber a dónde voy o qué hice.

Duda, pero al final, asiente y me deja ir. Salgo de la residencia y tomo el taxi que se para casi de inmediato, le doy la dirección a donde quiero que me lleve.

Luego de un rato llegamos a las oficinas de asuntos civiles, le pagó al taxista y salgo del auto, he llegado a tiempo, diez minutos antes de la cita, me quedo afuera esperando a que Mason llegue, por suerte y por lo que llevó de conocer a Mason, sé que es una persona muy puntual, así ha sido criado.

Son las ocho treinta y Mason no llega, me parece un poco extraño, aun así, espero, cualquier cosa podría haber pasado para que se retrasará, sé que, de los dos, quien está más desesperado por obtener el divorcio es él, así que no dudo de que venga.

Sin embargo, pasan treinta minutos y Mason no llega, pasa una hora y ya estoy algo cansada de esperar, sé que si le explico a la señorita de asuntos civiles el motivo de nuestro retraso nos entenderá y procederá con el divorcio, pero comienzo a dudar de que Mason llegue cuando han pasado dos horas.

Es entonces que tomo mi celular y decido marcarle, pocas veces le he llamado, ya que nunca quise ser una molestia para él e interrumpirlo en sus horas de trabajo, sin embargo, ayer... o bueno, hoy en la madrugada quedamos que nos veríamos a las ocho treinta en la oficina de asuntos civiles, pero no ha llegado.

Al menos quiero una explicación de por qué no ha llegado dentro de las dos horas que estuve esperando. Creo que me mandará al buzón, pero en el último tono me contesta.

—¿Hola? —saluda de manera dudosa, respiro hondo, esto se siente nuevo para mí, pero no me contengo las ganas de pedirle una explicación.

—Mason, estoy frente a las oficinas de asuntos civiles, ¿dónde estás? Quedamos en vernos a las ocho treinta para poder firmar los papeles de divorcio —miro a todos lados, sintiéndome intimidada por las personas que entran y salen, siento sus miradas en mí, es bastante extraño ver a una mujer esperando por dos horas en el mismo lugar.

—Ah —escucho su suspiro del otro lado de la llamada, mi ceño se frunce y olvido a las personas que segundos antes me estaban intimidando.

—¿Ah? —pregunto, queriendo confirmar que lo he escuchado bien.

—¿Realmente fuiste a ese lugar? —mi ceño se frunce todavía más y siento una molestia burbujeante en mi estómago.

—¿Dudas de mí? Claramente acordamos que hoy estaríamos en asuntos civiles para firmar nuestro divorcio, Mason, estuviste de acuerdo conmigo, fue por eso por lo que... —me callo cuando me doy cuenta de lo que estaba a punto de decir, casi hablo sobre el hecho de que acepte tener relaciones con él, porque dijo que sería la última vez. ¿Acaso me ha mentido?

Escucho una pequeña risa burlesca del otro lado de la línea.

—Fue por eso por lo que, ¿qué? —me pregunta, instando a que termine lo que sea que iba a decir, me callo y escucho una voz de mujer de fondo.

—El vuelo AF-2045 está a punto de despegar, pasajeros que van con destino a... —no escucho lo que dice la voz de los altavoces, ya que pregunto apenas reconozco esa voz medio mecánica.

—¿Estás en el aeropuerto? ¿Qué haces en el aeropuerto? —le pregunto, cuestionando mi propio entendimiento, vuelve a suspirar.

—Señor McGraw, es hora de abordar —dice alguien de fondo.

—Escucha, estoy en un viaje de negocios. No iba a cancelar este viaje, únicamente por tu repentino berrinche y arranque rebelde.

—¿Berrinche? —pregunto.

—Señor McGraw...

—Debo colgar...

—Mason, dijiste que me darías el divorcio —se ríe de fondo, le insisten, supongo que nuestra llamada lo está reteniendo, no puedo creer que se haya ido a un viaje de negocios, cuando fui demasiado clara y decidida con lo del divorcio.

—Hablaremos cuando vuelva. Ahora, debo tomar un avión —termina la llamada, sin dejar que diga nada más. Eso solo me enfada mucho más de lo que ya estaba. También me hace sentir un poco triste, para Mason de verdad que nada de lo que dijera sería tomado en serio, ni siquiera se tomó en serio lo del divorcio, se está burlando de mí, otra vez.

Quiero llorar de la frustración, pero eso no arreglará nada. Así que decido tomar un taxi y darle la dirección de la única persona que podría entenderme en estos momentos. Respiro hondo y trato de controlarme, hasta que llego a la residencia de Bella Derrickson, mi mejor amiga y también una actriz actualmente popular, demasiado, mucho más que Kristel.

Bajo del taxi, luego de pagarle, me encamino hasta el portón de la casa de Bella, en cuanto los de seguridad me reconocen, me dejan entrar. Les agradezco y en cuanto entro a la casa, me encuentro con Bella, quien viene saliendo de la cocina con una copa de vino en su mano y en la otra un plato lleno de frutas.

—¿Debo darles gracias a los cielos por tu presencia? —me pregunta, apenas me ve. Hago un puchero y eso parece alertarla. Deja su copa de vino y su plato para acercarse a mí, extiendo sus brazos, llega hasta mí y me abraza.

—Estoy cansada —susurro y me recargo un poco contra ella, Bella suspira. Ella es una de las pocas personas que sabe sobre mi matrimonio con Mason y el motivo por el que nos casamos.

—Vamos, tengo una reserva completa de vino, no importa si te la acabas —se aleja de mí y me insta a subir las escaleras. Supongo que vamos a su habitación. Conozco el camino, no me dice nada mientras subimos las escaleras, creo que se está conteniendo de preguntarme cualquier cosa y yo estoy tratando de acomodar todas las cosas que quiero decirle.

Luego de casarme con Mason, deje de ver a Bella, claro que la seguía viendo, pero ya no con la frecuencia de cuando era soltera, esto porque quería dedicarle todo mi tiempo a Mason, intentando conquistarlo. Bella nunca me dio la espalda, aunque debía estar enojada debido a mi estúpida actitud.

Apenas llegamos a su habitación, me tiro en su enorme cama y no tardo en contarle todo lo que ha pasado.

Durante estos tres años, le oculté muchas cosas a Bella, porque lo que menos quería era que ella se preocupara por mí, no merecía que ella estuviera alterada por mi culpa, cuando fui yo la única que se buscó todo eso.

Le cuento sobre mi padre, lo que hizo para amarrarme a Mason, todos los malentendidos que Mason escuchó por la imprudencia de mi padre, las decenas de chismes sobre Mason y sus amantes y el motivo por el que nunca hizo público nuestro matrimonio, debido a que todavía esperaba a Kristel.

Le habló sobre lo más reciente, el hecho de que Kristel está embarazada, de que Mason se había negado rotundamente a tener un hijo conmigo, su maltrato emocional y sus terribles palabras que siempre me lastimaron, su odio por mí y mis deseos de divorciarme.

—Planeo divorciarme —al fin le digo a alguien más de este hecho que no sea Mason, Bella parpadea sorprendida.

—¿Quieres divorciarte de Mason?

—Sí —asiente lentamente, está demasiado callada para alguien como ella, aun así, sigo hablando, queriendo que escuche un poco más de mis planes—. Bella, quiero volver a estudiar y planeo hacerlo en el extranjero —respiro hondo antes de confesar algo que no le había dicho a nadie en los últimos tres años—. De hecho, aunque puede ser que haya abandonado mis sueños, únicamente para poder servirle a Mason, en realidad, nunca los dejé de lado. Es cierto, que le di más prioridad a mi matrimonio que a mis sueños, pero no lo dejé.

—¿A qué te refieres? —veo un poco de emoción en su mirada, como si supiera lo que estoy a punto de decirle, me armo de valor y le cuento.

—Tengo un seudónimo, de hecho, he creado algunos guiones que hasta el momento han obtenido una buena respuesta ante el público. Ahora lo que quiero hacer, después de obtener el divorcio planeo retomar mi sueño de ser guionista y me iré al extranjero a estudiar.

—¿Por qué quieres irte, Stacy? Por favor, sé sincera conmigo —toma mi mano y le da un apretón, sé que estoy en confianza con ella, que todo lo que diga quedará entre nosotras.

—Si me quedo, las cosas serán horribles —confieso mis miedos—. Mi padre, mi hermano... me culparan de lo que pase de aquí en adelante, aunque no tenga nada que ver conmigo —asiente lentamente, ella entiende a lo que me refiero, ha escuchado a mi padre e incluso ha intentado defenderme de él, pero nunca quise involucrarla más de lo normal—. Quiero volver a soñar —me encojo de hombros y mi voz se quiebra.

—¿Sabes? —se acerca hasta mí, aunque ha pasado un tiempo desde que nos vimos, se siente como si apenas hubiera pasado un día—. Nunca me gusto Mason para ti —susurra, como si fuera un secreto, aunque en toda la boda estuvo haciéndole muecas, me río y las lágrimas que querían salir se secan—. Siempre creí que merecías algo mejor que Mason McGraw, un maldito engreído como él, no te merece.

>> Eres demasiado, Stacy. Demasiado para un maldito bastardo, que ni siquiera te deja explicarte —la abrazo y todo la tristeza y el dolo que sentía en mi pecho, se van disminuyendo a tal grado que me siento un poco más valiente que antes.

—Gracias —susurro, con la voz rota de nuevo.

—Siempre contarás conmigo, Stacylu —susurra y me hace reír—. Ahora, es momento de ver películas que nos hagan burlarnos de los protagonistas y sus situaciones exageradas a lo grande.

—También eres actriz —me alejo de ella y la veo rodar sus ojos.

—Sí, pero yo soy una profesional —me río por su vanidad, se levanta para poder encender su televisión.

Paso todo el día con ella, no me preocupo en volver a casa, cuando sé que nadie estará esperando conmigo, tampoco reviso mi celular, no contesto ninguna llamada o mensaje que me llega, solo me doy atención a mí y a mi mejor amiga que he extrañado tanto.

Bella me cuenta sobre su vida, lo que ha estado haciendo y los papeles que le han ofrecido.

-

—Buenos días, Stacylu—me saluda Bella, en cuanto me ve entrar al comedor, me estiro y bostezo, dormí mejor en su cama de lo que he dormido en toda mi vida, o al menos así se siente. Quiero saludarla, pero Bella responde una llamada—. ¿Sí? Estoy desayunando. ¿Tengo que ir? Hablaré con el señor Ralston. Sí. Gracias —termina la corta llamada y yo ya estoy sentada en la mesa, los trabajadores de Bella se movilizan para servir mi desayuno.

—¿Tienes que irte? —le pregunto, no sé bien el horario de Bella, pero su agenda debe estar llena, sin embargo, ayer ocupe todo su tiempo, aunque me encanta estar con ella, no puedo aprovecharme de su buena voluntad, se da cuenta de mi mirada de pesar y me sonríe, toma mi mano por encima de la mesa y me da un apretón antes de alejarla y concentrarse en su desayuno.

—Descuida, no eres una molestia. Me encantó tomarme el día libre de ayer, esto de ser famosa es un poco cansado y quiero tirar la toalla a veces, pero justo ayer me recargaste cuando más lo necesitaba —sonrío un poco avergonzada por sus dulces palabras. Se da cuenta de ello y me guiña un ojo, Bella siempre fue más coqueta y abierta que yo, debido a la libertad y su grande personalidad que expresa a miles de kilómetros de distancia.

—¿Tienes algo que hacer? Puedo acompañarte, tengo todo el día libre —quiero seguirla, divertirme y pegarme a ella como un chicle, quiero más fuerzas y ánimos y evitar la tormenta, esto es solo la calma.

—Claro, iremos a un rodaje y de ahí... —duda, pero me mira y me sonríe de lado—. Quiero llevarte a que conozcas al presidente de la empresa en la que trabajo, el presidente Ron Ralston.

—¿Por qué quieres...? —no me deja terminar de preguntar, ella me contesta.

—Él te escuchará, es un hombre de negocios, y aunque soy tu amiga, sé bien del talento que tienes para escribir guiones, así que quiero que lo conozcas, te dará las oportunidades que te hacen falta, ¿de acuerdo? —mis ojos se cristalizan, el apoyo que recibo de Bella, jamás podría recibirlo de alguien más.

>> Stacy, estoy muy feliz porque hayas decidido divorciarte de ese infeliz, y porque quieras continuar con tus sueños. Cuando decidiste renunciar a ellos para casarte, la verdad es que deteste tu situación, tienes tanto talento y estabas a punto de echarlo a la basura únicamente por un sujeto que ni siquiera se molestó en escucharte...

>> Por eso ahora, quiero apoyarte en esto, quiero ayudarte a que puedas ser libre y alegre como lo fuiste antes, ¿me dejarías?

Me levanto de la silla y me acerco a ella para abrazarla.

—Muchas gracias, gracias, Bella. Creo que no encontraré una mejor amiga como tú en ninguna otra vida —se ríe y me regresa el abrazo.

—Ahora desayuna, debemos movernos rápido —asiento y me siento todavía más contenta que antes.

-

—¡Estoy seguro de que dije que no! —me quedo quieta en cuanto escucho esos gritos, miro a Bella un poco dudosa, tal vez hemos llegado en el momento equivocado, pero mi amiga entra con toda confianza a la oficina, ignorando por completo el estado de ánimo del presidente Ralston.

En cuanto llegamos a la empresa, Bella me dio un pequeño recorrido y me mostro todo el equipo de escritores y directores de la empresa, quienes producían dramas que eran tan bien recibidos, incluso yo era fan de muchos de sus dramas. Es un grupo monstruoso, cuando Bella me dijo el nombre del presidente, no pude relacionarlo con nadie, por unos momentos olvidé que mi amiga es una estrella reconocida mundialmente.

Era obvio que solo trabajaría con lo mejor de lo mejor y está empresa es la mejor de todas.

Bella se sienta en un sofá, y me señala el asiento próximo a ella, la sigo, y aprovecho para mirar al presidente Ralston, nunca tuve el honor de conocerlo, aunque he escuchado su nombre muchas veces.

En cuanto lo veo luce tan joven, creo que es más joven que yo y eso que tengo veintiséis años, apenas estoy en el inicio de mi juventud, no puedo creer que alguien tan joven sea el presidente de una empresa tan enorme como está, pero no soy nadie para juzgar. Lo veo revolver su cabello y desatar su corbata y volverla atar mientras sigue hablando por teléfono.

—Entiende, esas son las condiciones, no planeo desfavorecer a mi gente. Tómalo o déjalo, no estás obligado a nada, solo no quiero que te aproveches de mi gente —ata su corbata por tercera vez, me gusta su voz es algo grave y muy varonil.

—Puedes ignorarlo —volteo a ver a Bella, ni siquiera me está viendo, mantiene su mirada fija en su celular—. Es un loco que siempre ata y desata su corbata, lo hace todo el tiempo, que tu trastorno de orden compulsivo no se active —se encoge de hombros y yo me río entre dientes, lo que dice es exagerado. Miro de nuevo al jefe de Bella y nos está observando, ladea su cabeza cuando me ve.

—Lo siento, pero ¿cuál es su edad? —le pregunto en un susurro a Bella, al fin obtengo su atención, me mira y luego al presidente—. Se ve demasiado joven, pero no juzgo nada de lo que hace, parece que lo hace muy bien —Bella se ríe entre dientes por mi nerviosismo.

—Luce muy joven, ¿no es así? Pero es un completo estafador —lo señala con su barbilla y niega con su cabeza decepcionada, parpadeo confundida y Bella suspira, voltea a verme y con una gran sonrisa en su rostro me responde mi duda—. No sé su edad exacta, pero está a punto de llegar a los cuarenta años —no puedo evitar la exclamación que le sigue a eso.

—¡¿Qué?! —llamo la atención de su jefe y me avergüenzo, Bella se ríe y antes de poder bromear con eso, su jefe termina la llamada y se acerca hasta nosotras.

—Parece que estabas entreteniendo a nuestra invitada, señorita Derrickson —llega hasta el sofá frente a nosotras y se deja caer, desatando su corbata en el proceso—. Lamento la grosería, ¿quieren algo de beber? —niego con la cabeza, pero Bella se pone de pie.

—Sé dónde están las bebidas —se toma el atrevimiento de ir al bar de su jefe para servirse.

—Señorita Thames, ¿verdad? —el jefe de Bella la ignora y me observa, quiero corregirlo, pero no importa, de todos modos, volveré a usar mi apellido de soltera una vez que me divorcie de Mason.

—Así es —asiente y se inclina.

—Le seré sincero, en cuanto Bella habló de usted, creí que solo estaba hablando desde el punto subjetivo, ya que es su amiga —asiento lentamente—. Sin embargo, una vez que me paso sus datos, entre ellos su seudónimo... —se detiene, al parecer Bella hizo mucho más por mí de lo que me imagine—. La reconocí —mis ojos se agrandan y él me sonríe.

—¿Perdón?

—Llevo un tiempo queriendo contactarme con usted, señorita Thames. Su trabajo es fresco y muy agradable, quiero trabajar con lo que tiene, quiero que trabajemos juntos —no puedo procesar lo que me dice, mucho menos cuando me entrega unos papeles que estaban en la mesa, pero que ignore porque no es mi estilo chismorrear en los papeles ajenos, al parecer es un contrato—. ¿Quiere trabajar con nosotros, señorita Thames?

—Yo... —tartamudeo y veo el bolígrafo a un lado, respiro hondo y levanto mi mirada, lo enfrento y luce sorprendido de que al fin lo mire a los ojos—. Quiero irme al extranjero en unos meses como mucho, para estudiar —asiente lentamente—. ¿Eso es un problema?

—Claro que no, esa es una ventaja. Señorita Thames, admiró su trabajo desde hace unos años, estaba esperando conocerla algún día, pero tanto su identidad como su información eran un completo misterio, ¿cree que quiero perder está oportunidad? Le ofrezco esto, la empresa se encargará de cubrir todos sus gastos de estudio en el extranjero, si usted se une a nosotros —la sorpresa y emoción no caben en mí.

Es lo mejor que me han dicho en estos días, así que no dudo de él, no dudo de Bella quien me lo presento, firmo y ambos lucimos emocionados por este contrato. Lo mejor que puedo hacer ahora es divorciarme e irme al extranjero.

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