La vida de todos los protagonistas, su camino será iluminado al final de la historia, exactamente cuando la villana es derrotada.
- “Escuchar las palabras de mi verdadero amor, pero no correspondido, hundieron mis sentimientos en un mar de miseria………. Fue cuando entendí que el jamás me amaría………Pero ese jamás llego demasiado tarde” –
Su rostro era radiante como un sol, estaba en completo miedo.
- ¡ANASTASIA DETENTE YA! – grito el hombre de cabellera rubia.
Sebastián era su nombre, cubría el cuerpo de su amada mujer, quien era llamada como Roxana; protegía su cuerpo para que no fuera lastimada.
- ¡Anastasia! ¡Mátame a mí! ¡Pero te pido que no dañes a Roxana! –
El rostro como el de un ángel, lloraba por la desesperación, al mirar como la mujer que conocía de hace años, dañaba a todos.
Parecía que jamás se detendría.
¿Pero quién era esa mujer?
“Anastasia Laurel”
La hechicera más poderosa del Imperio Enrath y la villana de la historia.
Estaba perdidamente enamorada.
“Sebastián Baslan”
Príncipe Heredero del Imperio; un amor no correspondido, porque el corazón de Sebastián ya tiene dueño.
“Roxana Elia”
La Santa del Imperio, la joya más preciosa que habitaba las tierras, el corazón más puro del Imperio, fue quien obtuvo el corazón de un Príncipe que creció lleno de odio.
Los 3, mejores amigos desde su tierna y cruda infancia, sosteniendo sus manos fuertemente.
Un Príncipe dañado por la codicia de su padre, una Santa presionada por ser la mejor en su familia y una Hechicera que nació siendo huérfana y pobre.
Se convirtieron en las marionetas de todos.
Cuidándose y amándose como hermanos, o eso era lo que ellos pensaban en ese entonces.
Las 2 mujeres, terminaron amando al mismo hombre, pero solo una de ella obtuvo su amor.
Haciendo que la otra fuera cejada por celos y terminara siendo consumida por la oscuridad en su corazón.
- Mírame. – Sebastián tomo el rostro contrario. – Yo siempre te protegeré. –
Con una sonrisa en su rostro, el miraba con toda la seguridad, mientras sostenía su cuerpo con bastante fuerza.
- Sebastián. – sollozo. – No lo hagas por favor. –
Roxana acaricio sus mejillas.
Trataban de darse consuelo mutuo, buscando una forma de poder calmar sus corazones.
La escena era observada por la mujer, quien sus mejillas se humedecieron por las lágrimas.
- So, solo, solo desean tu amor. – titubeó.
Al voltear, se encontraron Anastasia quien limpiaba sus lágrimas.
- Yo, yo, yo de verdad te amo…. Hick, Jamás quise dañar a mis queridos hermanos. –
Sus lágrimas se dejaron llevar, cayó al suelo apretando su pecho.
Su corazón estaba roto, se abrazó ella misma para darse consuelo.
Sus celos corrompieron su corazón, termino por dañar lo que alguna vez prometió proteger.
- Ana. – una voz melodiosa, una pequeña y preciosa mano se posó enfrente suyo.
Al alzar su mirada, estaba viendo a Roxana con un rostro rojo.
- Vamos, solo dame tu mano. – sonrió. – Yo ter ayudare a sanar. –
Apreciaba la sincera y dulce sonrisa, quien alguna vez protegió de todo, estaba a punto de asesinarla.
¿Cómo fue capaz de intentarlo?
- Yo, yo, yo no puedo…… Lo lamento tanto. –
Había roto llanto al escuchar sus palabras, ella ya no tenía marcha atrás.
- Entregue mi alma, a cambio de poder, todo para que algún día el hermano Sebastián me amara como yo lo amo, jamás pensé que te lastimaría. – dijo lamentando.
- Vamos hermana, una vez más como siempre, es lo que hacemos ¿No? – dijo entre lloriqueos, sus manos sujetaron con fuerzas los hombros de Anastasia.
- Esta vez. – pauso su respiración. – Yo no lo hare, un contrato por la oscuridad solo puede romperse con la muerte. –
Anastasia sonrió con una tranquilidad, que causaba preocupación, todos quienes las rodeaban sabían perfectamente como romper un contrato maldito.
- ¡¿POR QUE LO HICISTE?! – exclamo el rubio. - ¿Por qué? La abuela nos dijo que jamás lo hiciéramos. –
- Lo lamento tanto hermano, solo que……. – ahora que lo pensaba no estaba segura del por que lo hizo. – No sé en realidad lo que hice, no entiendo ni el ¿Por qué? De mis acciones. –
Seguía tirada en el piso abrazándose a ella misma, tratando de controlar la oscuridad que la consumía por dentro lentamente.
Se sentía tan sola que nunca espero que Roxana y Sebastián, corrieran a abrazarla fuertemente mientras rompían en llanto.
- Lo lamento tanto. – siguió sollozando.
- Anastasia. – Roxana tomo la palabra. – Te dije que no te apartaras de mi vista. – con una voz entrecortada, Roxana la regañaba.
- “Lo siento hermana Roxana, de verdad lo lamento” –
Su abrazo fue interrumpido por los fuerte gritos de desesperación de Anastasia, al sentir como era devorada en su interior, lo escalofriante que Roxana sintió al ver a su amiga de toda la vida estaba retorciéndose en su propio dolor.
- Tranquila, tranquila querida, yo te cuidare. – tomo su mejilla.
El consuelo de sus palabras, Roxana puso su cabeza entre sus piernas; la suave voz de un ángel la llamaban.
- Solo, deseo que acaben con mi dolor. – suplicó.
- No, no, no dejare que te mantén. –
Detrás de Roxana un hombre se detuvo, portaba el símbolo de un caballero Imperial, tomo a pelirroja entre sus brazos, a jalones se la llevo lejos de Anastasia que permanecía en el suelo.
Podía seguir escuchando el grito desgarrador de Roxana quien pedía que no la apartaran de su lado.
Solo ella junto a un grupo de 6 personas, se quedaron mirando el escenario lleno de sangre; entre ellos destacaba el rubio, quien su mano con una espada temblaba completamente aturdido.
- No, yo no puedo. –
Su mano no podía moverse, sus fuerzas se querían desvanecer, al ver a su amiga en ese estado.
- Debes poder Sebastián……. Cuida de la hermana Roxana y hazla feliz. –
- No me lo pidas, deberías hacer eso. – su ceño frunció.
- Por favor…… Sebastián eres el futuro del Imperio, deberás hacer estas cosas muy seguido. –
Le era difícil mantener todavía su vista fija en las personas, todo volviéndose borroso, pero logro apreciar el preciso rostro de primer amor, el asintió ante su petición.
Devolvió una sonrisa como respuesta; lentamente cerro sus ojos esperando su final.
La espada se empuño en el corazón de la villana que yacía en el frio suelo, Sebastián sostuvo la espada dentro de su cuerpo hasta que su corazón dejo de latir.
Anastasia al fin había muerto.
O era eso lo que todos creían.
¿Me pregunto si ellos serán felices?
La respuesta era si, ellos se tendrían uno al otro; sostendrían sus manos fuertemente y jamás se soltarían, vivirían un “Final Feliz” ……. Para siempre.
Sebastián prometió que amaría y protegería a Roxana hasta el último día de sus vidas.
Y la villana había muerto, quien no los dejaba ser felices, el final se aproximaba con un.
“Y vivieron felices para siempre……”
- Me hubiera encantado verlos felices……. – sentía como caía en un vacío sin fin, era el borde directo al infierno donde merecía estar. – Desearía cambiar mi destino. –
Tener una vida tranquila, un final propio.
Volver a ser quien fue antes…….
Un final feliz…….
La muerte fue lo único que obtuvo, el camino de una villana fue su peor decisión.
Nada la traería de nuevo al principio.
**
Sentía una luz chocar directamente a su rostro, era como el sol de todas las mañanas.
En un suelo frio, parece ser que era de madera, yacía dormida, una sábana delgada cubría lo que podía de su cuerpo.
- “¿Qué sucede?” –
Pestañaba suavemente evitando que la luz no le afectara, tallo sus ojos tratando de acostumbrarse a la luz del día.
- ¿Qué paso?....... – bostezo. – Acaso solo fue un sueño. –
Su voz era bastante frágil.
- Que, que, ¿Qué me pasa? –
Se sentía confundida, su propia voz sonaba diferente a lo particular, su vista se levantó para encontrarse con un lugar desconocido para ella.
- ¿Dónde estoy? –
En el dichoso lugar, había varios niños durmiendo en el suelo.
Era algo que alguna vez vivió, antes de morir.
- No, no, no…. – titubeo. – No me digas que…… -
Sus ojos se agrandaron llenos de asombro no podía creer lo que le estaba sucediendo.
- Esto no puede haber pasado……. –
Escaneo todo el lugar, en busca de un espejo; cuando visualizo uno, se levantó corriendo rápidamente.
Por su cabeza una idea paso.
- “Volví a la vida” –
Debía confirmarlo con sus propios ojos.
El reflejo que se encontró, hizo que agrando más sus ojos llenos de sorpresa.
Ojos color naranja, o eran ¿Color oro?, blanca cabellera como la nieve que caía por debajo de sus hombros, un rostro pálido.
Se había equivocado.
No había vuelto en el tiempo siendo ella misma…… Ella volvió en un nuevo cuerpo.
- Yo, yo, yo, ¡Estoy viva! – golpeo sus mejillas, tratando de despertar del sueño, pellizco su mano para confirmar si estaba dormida, pero todo la hacía ver que no lo estaba.
La habitación que era una completa pocilga, la hizo pensar que había vuelto en el tiempo; era un ambiente familiar con el que vivió sus primeros 7 años de vida.
Diferente cuerpo, pero mismo destino……
- Sigo siendo una huérfana, es esto mi castigo, una vida como la anterior. – murmuro.
Era inevitable no querer llorar, no estaba lista para tener otra vida como la anterior; había cometido tantos errores que el tener otra vida u oportunidad no se la merecía, especialmente si no le aseguraba que viviría de la misma manera.
- ¿Cuántos años habrán pasado? –
Esa pregunta le encendió el foco, qué tal si no estaba en la misma línea del tiempo, o quizás en el mismo lugar.
Recordaba la teoría de poder rencarnar o transmigrar a otro cuerpo en otra dimensión, en otra época.
Sentada cubriendo su rostro entre sus rodillas, trataba de entender la situación.
- “Vamos, piensa ¿Qué acaba de pasar?” –
Estaba tan perdida en sus ideas, que no sintió la otra presencia acercándose a ella, al mirarla se encontró con unos ojos azules curiosos, la rubia que la miraba se sentó a su lado sin decir nada.
Hizo un movimiento que la asusto, su pequeña cabeza se recostó en su hombro.
- Hermana Maylea ¿Tiene hambre? – susurro cerca de oído.
- ¿Qué? –
- No ceno nada anoche, se despertó bastante temprano. – acarició su cabellera. – Su barriga se siente vacía. –
La pequeña niña la miro entristecida, de sus bolsillos de la prenda casi desgasta, saco una galleta de chocolate.
- La tome para mi hermana, no se preocupe, nadie miro que la robe. –
Estiro su mano ofreciendo la galleta, una sonrisa sincera se posó en su rostro; con la duda todavía tomo cuidadosamente la galleta.
- Muchas gracias. – devolvió la sonrisa.
- Disfrútela hermana. –
La rubia asintió complacida, se quedó a su lado esperando que acabara con el aperitivo.
- “Con que mi nombre es Maylea……. Esta será mi nueva identidad, mi nueva vida” –
Era posible que se adaptara al lugar, no quería afirmar nada por ahora y entender lo que había pasado.
- “Tengo que saber más” –
¿Qué sucedió después de su muerte?
<< 2 Semana Después >>
Cuando despertó le era imposible creer que había vuelto de la muerte, al principio creyó que volvió al pasado, pero su idea era errónea.
- “No era eso lo que más me sorprendió” –
Mientras los días transcurrían con bastante normalidad para todos, descubrió que había vuelto a nacer en el mismo país y en la misma línea del tiempo.
Existía la posibilidad de toparse con Sebastián y Roxana.
- Vamos…. – apretaba con fuerzas su cabeza, de vez cuando la masajeaba para tratar de sentir dolor. – Volvamos desde el principio de todo. –
Estaba lejos de todos, sentada en los pastizales del patio trasero del orfanato; con ella cargaba una pequeña libreta donde anotaba las cosas importantes que escuchaba de los adultos.
- Volví a la vida, en el mismo año……. No fueron días, semanas o meses, regrese a la vida el un día después de haber muerto…… - mordió la punta del lapicero. – En el cuerpo de una niña de 12 años…. ¡Aghhhhh! –
Le fue imposible el no querer del enojo, estaba comenzado una nueva vida hace apenas unos cuantos días, o bueno si era así como se le llamaba a esa basura.
- El ciclo ¿Se volverá repetir? – rasco su nuca. – Si es así debería evitar volver a entrometerme con alguien que tenga conexión con la familia Imperial. –
Si esto era una segunda oportunidad, debía cambiar su destino y no volver a cometer los mismos errores; tendría que aprovecharla al máximo.
La única manera de cambiar, era salir de ese lugar.
Todo era como un deja vu de su pasada vida; un orfanato donde tratan a los niños peor que un animal de circo, los enviaban a mendigar a las calles por dinero y los alimentaban como bestias.
La gran diferencia entre la línea de las 2 vidas, era que en esta en vez de echarlos a la calle cuando ya no les servían, el orfanato los vendía como esclavos.
- Tengo que salir, lo más pronto posible. –
Estaba ideando un plan para salir sin dejar un rastro, la mujer que estaba a cargo del orfanato tenía conexiones y si un niño trataba de escapar lo buscaba y cuando daban con él lo mataban a golpes.
- De solo pensarlo me causa un escalofrió. –
Si no era cuidadosa volvería a morir.
- ¡Hermana! –
A la lejanía una voz chillona la llamo, miro a la rubia que corría con bastante alegría hacia ella.
“Celeste”
Era el nombre de pequeña rubia, tenía un apego muy especial a la dueña original del cuerpo que había poseído; siempre corría con emoción y la abrazaba con tanta alegría.
No le molestaba o desagradaba su presencia, pero solía ser un poco sofocante tanto apego.
Trato de mostrarle una sonrisa sincera, pero sentía su cara se deformaba de una manera extraña cada vez que lo intentaba.
Hizo eso con muchas personas, no las terminaba de conocer y no podía levantar más sospechas, en especial con los adultos que la llamaban.
- Celeste ¿Qué haces aquí?, no debería estar con los demás niños vendiendo flores. –
- ¡Hermana corre! – Celeste había ignorado sus palabras.
Jaloneaba con bastante determinación, tratando de levantarla.
- Pero ¿Qué sucede? Celeste ¿Por qué debo? Y ¿A dónde? –
Su insistencia la hizo levantarse, se dejó llevar por Celeste que estaba más que emocionada.
- ¡El Príncipe volvió! –
El pánico la invadió, sus fuerzas desaparecieron, haciendo la tarea más fácil para Celeste de llevarla hasta la calle principal, donde una ola de personas gritaba eufóricos.
- Mire hermana. –
Celeste la llevo al frente de la multitud, donde los demás niños saltaban llenos de sorpresa al ver a los caballeros alzando sus banderas verdes con el símbolo de 2 serpientes.
El símbolo del Imperio.
- Han vuelto después de derrotar a la bruja. – la voz de un joven se interpuso entre ellas, a su lado un chico se paró mirando también el espectáculo.
- Hermano Damián de ¿Qué bruja habla? – pregunto Celeste.
- Hablo de la malvada bruja Anastasia. –
Su nombre fue mencionado, su cuerpo se tensó en el instante que lo escucho.
Toda multitud celebraba su muerte, era una alegría para ellos, tenía tantas ganas de llorar.
- ¡De verdad hermano! – salto emocionado.
- Si, enfrente del caballero iba el Príncipe y la Santa, junto a un cofre de oro. –
- ¿Qué tenía? –
- Los abuelos dicen que era el corazón de la bruja. –
Celeste junto a Damián siguieron apreciando el desfile donde los caballeros lanzaban monedas de oro.
Celebraban que el mal había sido aniquilado, entre risas y aplauso.
Mantenido la compostura, evitaba el querer gritar frente a todos.
Era mejor morir y no volver, era cruel ver como todos se regocijaban por ella.
- “El lugar que alguna vez prometí proteger, casi lo destruyo” –
- Hermana, levante monedas. – Celeste sacudió su brazo. – Si Lady se entera que no recogió monedas la dejara sin comer. –
Ya no importaba, lo que había hecho en su anterior vida, era mejor enterrarlo.
Un futuro del cual tenía que preocuparse, por su bienestar.
Sebastián y Roxana se casarían y tendrían su final feliz, eso ya no era de su incumbencia.
- Celeste tiene razón…… Además, si llevamos bastantes monedas quizás comeremos carne. –
La niña sonrió, por un instante más se detuvo a mirar el desfile, algunas personas que pasaban logro reconocer sus rostros.
Un último vistazo, porque, a partir de ahora, no tendría nada que ver con ellos.
- Volvamos chicas. – Damián tomo las manos pequeñas. – Si se pierden los malos se las llevaran. –
Que ocurrencias eran, ya vivían entre ellos.
Fueron llevadas de nuevo al orfanato, dejando detrás el gran desfile que seguía regocijándose.
La noche cayo, desde la ventana del orfanato podían ver el brillante pueblo que resplandecía en la celebración.
- Chicos, es hora, Lady se enojará si los ve despiertos. –
Una hermana mayor, apareció detrás de los 3.
Eran las mayores quienes cuidaban y se encargaban de los más pequeños.
- Pero Lucia, todavía salen los juegos artificiales. –
Celeste hizo ojos de cachorro, tratando de manipular a Lucia, pero la castaña rio con su acto.
- Lo siento Celeste, debes dormir…… Mañana el pueblo tendrá un festín gratis para todos, no querrás llegar tarde. –
- ¡No! –
Celeste corrió a su lugar asignado, cubrió su cuerpo con las mantas delgadas; los chicos que la miraron soltaron una risa.
Damián siguió los pasos de Celeste y fue directo a su lugar junto con los varones del orfanato; solo quedaron Maylea y Lucia.
Lucia seguía recogiendo las pocas cosas que estaban en desorden.
- No cambia esa niña. – tomo la palabra Lucia.
- Es solo una niña, hermana mayor debería verlo. –
Lucia tomo asiento a su lado, al mirarla por unos instantes, acaricio su nuca.
- Solo tiene 5 años, todavía falta mucho que aprender. –
- ……. –
- Sabes May, cuando llegue tenía apenas 10 años, con la esperanza de encontrar una familia…. – suspiro. – Después de 8 años conservo las mismas esperanzas, pero el tiempo se me ha acabado. – sonó decaída, causó conmoción en su corazón, al ver el hermoso rostro de Lucia lleno de tristeza.
Al cumplir los 18 años, el orfanato ya no los necesitaba, en otros lugares sacan a los jóvenes para enfrentarse a la vida por su cuenta.
En cambio, en la Casa de los Girasoles, los chicos que llegan a la mayoría de edad, son vendidos a todo tipo de personas, para todo tipo de trabajo.
Y cuando se refería a todo tipo era cualquier cosa.
Lucia quien era tan dulce con todos, ya tenía la mayoría de edad y dentro de unos días seria vendida en la subasta; al ser bastante hermosa su precio era casi el triple.
- Puede encontrarla aún. –
Palabras engañosas salieron de boca, quería darle consuelo, pero no sabía que decir o hacer.
- Siempre le eh rezado a la Diosa Liora, con que pase, pero sé que solo son sueños vacíos. –
- Ella sabe que eres una gran persona, te lo cumplirá. –
Lucia la tomo entre sus brazos para darle un abrazo mientras sus lágrimas caían.
Simplemente se dejó y le dio suaves palmaditas en su espalda a la castaña.
- May escúchame. – su llanto se había calmado un poco. – Debes huir. – las manos de lucia apretaban sus hombros, se dirigieron a su rostro que lo tomo desprevenida. – Tu rostro es tu perdición y tu destino será el mismo. –
Sus dientes chocaban, se puso nerviosa al escuchar a Lucia, sabía que ese destino le esperaba y por esa razón quería salir lo más pronto posible.
- Por favor, llévate a Celeste. – moqueo. – También le espera el mismo destino. –
No tenía planeada llevar a alguien más, pero en ese momento ver la situación de Lucia no la dejo hacer otra cosa que aceptar.
Fue solo una semana, el tiempo parecía querer avanzar mucho más rápido a lo normal, dejándola con poco preparado.
Seria esta noche, la gran fuga para salir del orfanato, hoy era.
“El gran día de la subasta”
Los compradores asistirán con máscaras para esconder su identidad, escogerían entre los jóvenes a sus esclavos y la seguridad del lugar, se enfocaría solo en los mayores, dejando a los niños con llave en la habitación.
- Hoy es el día. –
Se encontraba sentada de nuevo en el pastizal del patio trasero, observando el atardecer; husmeo toda la semana entre los adultos para recopilar información sobre lo que pasaría para poder idear un plan perfecto.
Que gran cansancio no ser vista, si alguien la hubiera descubierto no quería imaginarse el castigo.
- Entonces ¿Cuál es el plan? –
- ¡Mierda! – salto de su lugar.
Dio un chillido al ser tomada por sorpresa por la voz masculina, Damián se sentó a su lado sin permiso, lanzo una manzana a sus manos.
- De ¿Qué plan hablas? – balbuceo.
- No te hagas May, te estuve mirando todo este tiempo, algo tramas. –
- ¿Qué clase de acosar eres? –
Su ceño se frunció, mostro su disgusto hacia Damián.
- ¿Que? No, no para nada. – negó con las manos. – Es difícil no tomarte importancia cuando estas tramando algo. –
- Bueno, no es incumbencia del hermano saberlo. –
Desvió su mirada ignorando al chico.
- Entonces si vas a huir. –
- Yo, yo ah…… - sus nervios la hicieron tartamudear, era difícil engañar a Damián.
Vencida dejo de defenderse, al ver el rostro ladino de Damián.
- Entonces……. ¿Cuál es el plan? –
- El plan…… -
- Huiras con Celeste, no puedo sentado mirando como huyen, no puedo quedarme solo…… A ¿Quién le hare bromas? –
- Mi plan, mi plan, serás la carnada y te lanzare a los perros. –
Damián rio, al ver su puchero formado.
- Vamos May, estoy bromeando, sabes que nunca dejaría a Celeste o a ti solas en el mundo, además……. Le prometí a la hermana Lucia que las protegería. –
Damián se puso ruborizo con un tomate, al decir con sinceridad sus palabras.
- “Tipo te jodere un rato” –
- Oh la hermana Lucia te lo pido que buen caballero. –
- Vamos no te burles. – dijo titubeando.
- El hermano es tan buen hombre le diré a la hermana para que te premie. –
- No te atrevería. –
May estallo en risas al ver el puchero de Damián.
- “Tan adorable”. -
- Jamás lo haría no te enojes. –
- Entonces no juegues. –
Oh mira quien lo decía, el tipo que le gusta jugar bromas pesadas.
- El hermano es difícil de entender, tendré que vivir con eso el resto de mi vida. – suspiro.
Lo que dijo, hizo que el semblante de Damián, dejara de verse molesto, un brillo se colocó en sus ojos verdes.
- Es bueno saberlo, este difícil hombre cuidara de ti pequeña. –
- Que cosas dices. – río. – Puf, solo tenemos 2 años de diferencia. –
Volvieron a discutir, su discusión no llego más lejos después de unas carcajadas.
**
Al caer la noche, el movimiento en el orfanato era más de lo habitual, dentro de la habitación podían mirar las luces y los pasos de las personas que corrían de un lado a otro.
La noche concluía con lo habitual, la rutina de todos los días, los mayores acomodaban a los pequeños en sus respectivos lugares, sin embargo, esto se sentía diferente.
Cuando todos los pequeños se quedarán dormidos, los jóvenes serian sacados en total silencio, hombres y mujeres sujetaban a los pequeños que temblaban en sus brazos.
El tiempo avanzo mucho más rápido, uno por uno era sacado, los jóvenes hacían el mínimo de ruido para no despertarlos, aunque en su interior querían gritar.
Lucia era la más tranquila del grupo ya casi le tocaba salir de la habitación, se mantenía cerca de dos cuerpos que dormían en el frio suelo su mano acariciaba la nuca de la rubia.
Miro por última vez a May y Celeste, su labio fue a dar en la cabeza de cada una dándoles las buenas noches.
- Cuida de Celeste por favor. – susurro al oído de May.
Su cuerpo temblaba, podía sentir el otro cuerpo que estaba igual o peor; quería llorar al pensar lo que les esperaba a todos ellos.
- Tranquila, solo respira. – apretó su pecho que dolía.
El miedo de que la atraparan y la golpearan, no poseía aun magia y no sabía si en esta vida tendría y debía escapar solo con su inteligencia.
Gateo hasta el cuerpo de Damián para sacudirlo el reacciono al instante, ambos fingieron dormir excepto Celeste que si se había quedado dormida cuando ella misma había dicho que sería la primera en levantarse.
- Celeste despierta. –
Damián jaloneo suavemente a la rubia quien se quejaba.
- Solo un poco más hermano mayor. – balbuceo. – El sol aun no despierta. –
Celeste volvió a roncar, Damián quería soltarle un golpe, pero solo pudo quejarse.
- Si no te despiertas me comeré tus galletas. –
Celeste se tallo sus ojos tratando de normalizar su visión, aun veía borroso, se levantó sin preguntar y tomo la mano de Damián quien se la ofreció y sin queja alguna lo siguió.
- Celeste. – hablo May.
- Mmm. –
- No hagas ningún ruido de acuerdo. –
Asintió aun soñolienta.
Los dos mayores se miraron y sacudieron su cabeza, Damián se puso enfrente a ambas abriendo lentamente la manija de la puerta intentando hacer el menos ruido posible cuando estuvo lo suficiente abierta para que sus cuerpos pasaran, avanzaron gateando, atravesando el salón principal.
<< 3 Horas Antes >>
- ¿Quieres pasar por el salón principal? – dijo seriamente Damián.
- Si. –
- Como puedes al menos pensar en eso no quieres huir o más bien morir. – exclamo enojado. – Nos asesinaran. -
- Hermano es la única forma de llegar a la habitación de limpieza, será la única forma de salir, son tan estúpidos que la zona no tendrá ningún guardia, su prioridad será la puerta principal y la cocina y los pasillos estarán vigilados, excepto el que lleva al salón. –
- ¿Como sabes eso? –
- Escuche al jefe de cocina hablar con las criadas de la limpieza. –
- Moriremos. – suspiro.
- No si pasamos por el espacio oscuro. –
- El lugar donde se esconde Celeste cuando jugamos. –
- Exacto la luz no da en el lugar, será muy buen camuflaje. –
Damián seguía dudando, pero esta era una oportunidad y la niña que siempre temblaba y era consolada por Celeste o Lucia estaba completamente cambiada.
- Siempre pensé que sería yo quien te sacara. –
- ….. –
- Pero ahora será al revés. – sonrió tranquilamente. – De acuerdo hagámoslo. –
<< Volviendo al Presente >>
- Andando. –
Cuando Damián se dio cuenta de que los guardias habían cambiado del lugar dio la señal y avanzo arrastrándose como una oruga en el frio suelo, detrás suyo ambas niñas seguían sus pasos, Celeste siendo una niña su curiosidad la tentaba a mirar de donde venían los gritos, pero recordaba las palabras de Damián.
- “No importa lo que escuches no mires”. –
Mantuvo su mirada fija en Damián, pero la voz del hombre que anuncio el nombre Lucia la hizo mira.
- Una hermosa damisela para un buen hombre ¿Cuánto ofrecen? Comencemos. –
Lucia estaba en el centro donde los hombres le daban miradas perversas relamiendo sus labios, temblaba y las ganas de llorar no le faltaban sabía que si lloraba seria azotada por una de las mujeres.
- 15, 000 de oro. – comenzó un hombre.
- 25. – dijo otro.
- 40. –
- 52. –
- 95. –
Fue la última apuesta.
- Alguien ofrece más. –
Hubo un silencio.
Por otro lado, Celeste se había quedado congelada no avanzaba de su lugar y se había puesto dura, que el forcejeo de Damián no la movía para nada.
“200”
Un hombre viejo dijo la cantidad dejando a todos en silencio, la campana sonó dando por terminada la compra y comenzando con una nueva. Lucia miro al hombre y la valentía se había ido, comenzó a gritar y forcejear con los hombres que la llevaban a quien sabe dónde.
- ¡No quiero! – grito. – ¡Por favor! ¡No quiero! –
Sus gritos desesperados llegaron a los oídos de Celeste que estaba asustada no terminaba de entender que estaba pasando, pero ver a Lucia tan asustada le daban ganas de llorar, un hombre se acercó a Lucia para soltar un golpe en su rostro.
Asuntado a Celeste quien grito.
- “Estamos muertos” -
Fue lo que los dos chicos pensaron, cuando las personas voltearon a verlos, ninguno podía mover un musculo temblaban porque sabían lo que les esperaba, Lucia los miraba atónita quien se encontraba en el piso.
Los hombres se acercaron a los tres y los tomaron de la fuerza, forcejeaban y gritaban todos incluso los adolescentes los miraban sorprendidos y sin poder creer que iban a escapar. Los tres cayeron cerca de los pies de Lady Camelia como todos la llamaban, la dueña del orfanato.
- Ratas. – dijo enojada. – ¡Así es como me agradecen! –
En su mano sostenía una vara con la que iba a golpearlos, Damián se puso enfrente de ellas, cubriendo el cuerpo de ambas mientras era azotado por la mujer, los gritos desesperados de Celeste salían sin parar, May trataba de calmarla si no ellas serian golpeadas más fuerte.
- ¡Calla a esa rata! – grito la mujer.
Camelia se acercó con la vara en manos, cubrió el cuerpo de Celeste para evitar ser dañada; Damián estaba inconsciente lleno de sangre.
Camelia se aproximó llena de rabia, sus intenciones de golpearlas al asustaron.
- ¡Basta! –
El grito de May hizo que las copas y los objetos se rompieran, todos habían quedado impactados en el momento en que sus cuerpos quedaron inmóviles, la risa de Camelia salió tan exagerada al entender de que trataba.
- Quien diría que una bastarda como tu estuviera en mi orfanato. –
May alzo su rostro para chocar con la penetrante mirada de Camelia, ella tampoco se podía creer que había pasado.
- Una hechicera. – dijo con vigor Camelia.
Su cuerpo se congelo, ella había rencarnado con magia y podía usarla, sin embargo, aún tenía un cuerpo débil y poco cuidado usar magia en este momento la mataría.
- Una mina de oro. –
Levanto a la chica y tomo de su rostro que aún seguía temblando, ya no era el miedo también había perdido fuerzas con solo romper unas cosas.
- Y aparte bonita. –
Dijo perversa la mujer, la jalo del brazo y la paro enfrente de las personas que la miraban sorprendidos, Camelia tomo lugar al lado de ella para hablar.
- Damas y caballeros hoy es su día de suerte con ustedes una hechicera. – señalo con una sonrisa a May. – Solo por hoy les venderé a esta preciosa señorita. –
Ahora todos los presentes las miraban con sus ojos lujuriosos, sus rostros llenos de perversión la asustaban y quería llorar, su plan había fracasado.
- 100, 000 de oro. – dijo un hombre.
- 123,000. – dijo otro hombre.
- 200. –
- 300. –
Todos estaban eufóricos, tanto los vendedores como compradores, era la primera vez que el orfanato recibía tan grandes cantidades. May era el pez gordo de Camelia.
- Un millón de oro. –
Todos se quedaron en silencio mirando al hombre que tenía una capucha y una máscara que cubría la mitad de su rostro.
- Señor un millón de monedad de oro. – dijo asombrada. – ¿Tiene esa cantidad? –
El hombre le dio una sonrisa de media luna cuando escucho sus palabras, rio dejando a todos desconcertados.
- Señora. –
- Señorita para usted Señor. – dijo ofendida.
- Madame. – dijo nuevamente sonriendo. – En qué momento dije monedas. –
Miraron confundidos al hombre quien trono sus dedos y los hombres detrás de él lanzaron bolsas delante de Camelia quien se hinco al piso llena de alegría.
- Un millón de barras de oro y 2% de las minas de rubís del imperio. –
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