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Del Más Allá...

La Mudanza

Me mudé a una vieja casa a las orillas de un lago verdoso con un ambiente sombrío que parecía tenebroso.

Creí que irme lejos de la sociedad me ayudaría a mis amargos pensamientos y al insomnio que padecía regularmente.

Mi médico... el doctor Richard dijo que me vendrían bien unas vacaciones. Lo pensé demasiado en ese entonces, mudarme a un lugar recondicto sería una extraña experiencia.

Saque el equipaje del automóvil y me dirigí a la entrada principal con las llaves en la mano.

Antes de entrar, di un vistazo a mi alrededor... el silencio era absoluto y el clima fresco era de mi agrado.

Introduje la llave y giré de la perilla, y de inmediato, la frialdad de adentro me puso los pelos de punta.

—Esta más frío que afuera. Voy a congelarme. —me dije a mi misma.

Cerré la puerta y busque la habitación principal. La casa aunque fuera vieja, todo estaba en buen estado. Solo contaba con dos habitaciones, una cocina pequeña al igual que la sala pero también había un pequeño sótano que tenía dos candado.

El dueño quien me rento la casa por un mes, dijo que no entrara ya que para bajar sería complicado.

Decidí no preguntar el por qué, tampoco me llamaba la atención ver un sótano viejo y quizás lleno de humedad y polvo.

Camine a la primera habitación y entré.

Antes de acomodar mi poca ropa, limpié la habitación ya que había polvo y telarañas por todos lados.

«El dueño dijo que habían limpiado hace una semana pero parecía que no fue así.»

Después de limpiar, desempaque y guardé mi ropa y demás cosas personales; cambié la sábana de la cama y me recosté.

A un costado había un pequeño buró y con un reloj en mal estado pero la hora era la correcta o eso supuse.

El reloj marcaba a las 3:14 de la tarde.

Tenía el móvil en la mano pero era inútil usarlo ya que la señal era nula.

Sola en medio de la nada y durante un mes realmente era nuevo para mí.

Recordé las palabras de mi prima Kate...

"No tengas miedo y recupérate pronto que te estaremos esperando"

¿Miedo?, me pregunté a mi misma.

¿Por qué tendría miedo?

Si estar sola no era tan malo y para mí era un alivio estar apartado del ruido constante de la ciudad y así también para respirar aire fresco.

Sonreí mirando el techo de madera y cerré mis ojos.

...

*Crash*

Un ruido estrepitoso me despertó.

Suspire profundamente y rote mis ojos por doquier; estaba oscuro y apenas podía ver.

Encendí mi móvil y eran a las ocho en punto.

Sonolienta me puse de pie y encendí la pequeña lámpara.

Salí de la habitación para revisar que fue ese ruido y sentí que hacía más frío que antes.

Pase al lado de la puerta del sótano y me detuve en seco cuando aquel ruido estrepitoso vino de allí.

En ese momento mi corazón empezó a latir demasiado y la piel se me puso chinita; pase saliva algo asustada por ese ruido.

Me precipite al caminar ignorando lo que escuche, y encendí las luces.

«¡No voy a tener miedo!», me grité por dentro.

Cerré la ventana de la sala que estaba abierta y aseguré la puerta. Respiré profundamente y me dirigí a la cocina también para asegurar la puerta trasera.

Sin darme cuenta las manos me empezaron a sudar y si, eran mis nervios aunque me dijera que todo estaba bien, mi cuerpo me delataba.

Busque mis pastillas y me tomé una.

Me senté en la silla intentado ordenar mis pensamientos.

Tuve un largo viaje para recuperarme de mis insomios y estrés y no deseaba arruinarlo.

—Solo quizás se calló algo de allí. No puedo ser paranoica y menos siendo la primera noche aquí.

Le di un sorbo al té de manzanilla. No tenía hambre así que no cené nada.

La ducha había calmado mis nervios, ya pasaban de las diez de la noche y el frío se sentía mucho más.

Me volví acostar rogando que está noche no despertará aunque la pastilla no era tan efectiva, me ayudaba al menos a conciliar el sueño, y así fue.

Me quedé dormida enseguida hasta que...

"Teffany... Teffany... despierta"

Un susurro hizo eco en mi cabeza; abrí los ojos paralizada de pies a cabeza.

¿Quién había susurrado mi nombre?

Era la primera vez en mi vida que sentí tanto miedo que me calo hasta los huesos.

Un pavor que me sumergió en la habitación.

Para mi asombro la cortina se balanceaba porque la ventana estaba abierta, y el resplandor de la luna me llamo la atención.

3:15 a.m.

El silencio era extraño en ese momento.

No sabía que hacer al respecto.

Ya estaba más que acostumbrada a despertarme a mitad de la noche pero nunca antes había pasado por una situación extraña y escalofriante.

Suspiré en silencio.

Con las piernas temblorosas me puse de pie para cerrar la ventana.

«Quizás no la aseguré y el viento la abrió.», me dije para no entrar en pánico.

Sin embargo, lo que vería a continuación me dejaría sin aliento...

Una silueta se encontraba a través de la cortina.

No lo podía creer lo que veía; parpadee consecutivamente y la silueta seguía allí, estática como si me estuviera observando...

«¿Estoy alucinando?», me pregunté.

Las pastillas que el doctor me había recetado eran otras así que no sabía las reacciones secundarias que tendría.

Abrí la boca soltando un pequeño suspiro.

—¿Q-Qué...? —pero me quedé a medias, ni siquiera sabía que decir ante tal situación.

Aparte estaba sola en medio de la nada.

Era ilógico que alguien hubiera entrado a la casa.

No encontraba justificación y mi mente se bloqueó.

Repentinamente el ambiente cambio drásticamente, mi respiración se volvió más pesada y mi cuerpo no dejaba de temblar.

—Teffany...

Volví a escuchar mi nombre.

El miedo me consumió y mis lágrimas se deslizaron por mis mejillas.

Había algo extraño en mi interior y no podía entenderlo; la silueta seguía estatica y yo no podía moverme.

Si era una alucinación mía, entonces no había nada que temer.

Me limpié los ojos y me arme de valor.

Tan solo di el primer paso cuando la silueta también se movió.

Entonces lo siguiente que escuché me helo la sangre...

—Me has olvidado Teffany...

Escalofríos

Estaba estupefacta por lo que escuché; mi cuerpo no me respondía y mi respiración se volvía irregular.

Esa frase había causado un gran revuelo en mi interior.

Por alguna extraña razón sentí melancolía...

La silueta seguía inerte; la atmósfera era densa y la visibilidad se desvanecida lentamente.

Con ese nudo en la garganta, me atreví a decir:

—Yo... estoy alucinando. E-Esto no es real, no lo es.

Entonces sentí un pinchazo en el hombro.

—¿No soy real para ti?. —escuche decir en un tono seco.

Mi vista se nublo y me desvaneci, cayendo en el frío piso.

Todo quedó en silencio.

Al día siguiente, desperté con un dolor de cabeza . Recordé lo que sucedió y un escalofrío recorrió todo mi ser.

Estaba en la cama y la ventana estaba cerrada.

El cantico de los aves era amena.

«¿Realmente era una alucinación mía?», me cuestione un poco angustiada y temerosa.

Necesitaba hablar con el médico para saber si era normal lo que me pasó. Sin dejar pasar más el tiempo me levanté de la cama.

Tome las llaves del automóvil y viaje hasta la tienda más cercana que se encontraba a 3 kilómetros de la casa.

Estacione el automóvil y baje de inmediato.

Afortunadamente había señal y le marqué al médico Richard.

—Buenos días. —me saludó él.

—Buen día doctor. Soy Teffany, le llamo para preguntar si las pastillas que me recetó me causarían algún tipo de alucinación o lo que sea. —le dije con la voz temblorosa.

Escuché su profunda respiración.

—Ejem. Puede que le causen hipersensibilidad a la luz pero ninguna alucinación. ¿Qué fue lo que le pasó? ¿Cómo va su estadía? —me preguntó a la vez y eso me abrumo.

Suspiré en silencio.

—Em. Todo bien solo necesitaba saber si tendría otro tipo de reacción doctor pero yo... estoy bien y gracias por preguntar. Adiós. —y colgué de inmediato.

No quería sentirme bombardeada por sus preguntás llenas de preocupación, aparte no sabía cómo explicarle lo que sucedió en la madrugada.

Guarde el movil en mi bolso y me dirigí a la tienda para comprar algo de comer.

Después de comprar lo necesario, subí todo al automóvil.

Antes de marcharme del lugar, quise explotar un poco más la zona rural.

No quería pensar más en lo que aconteció.

Camine hasta la parte trasera de la tienda y para mi sorpresa habia un banco que daba la vista hacia el enorme mar...

La brisa del aire era agradable así como las nubes grises que se formaron.

Me senté admirando la hermosa vista; relajándome y dejando mi mente en blanco.

A decir verdad no extrañaba la ciudad y mucho menos a mi familia.

«Siempre estaban detrás mío para saber cómo me sentía.»

No me gustaba para nada que me trataran cómo una niña a pesar de tener 28 años...

No entendía el por qué de mis insomios y esos pensamientos que me hacían sentir menos.

Sentía un vacío en mi interior como si hubiera dejado algo pendiente.

Repentinamente mis pensamientos fueron interrumpidos.

Un joven apareció a mi lado.

—Buenos días. Es raro ver una joven mujer sola y por estos rumbos. —me dijo con una sonrisa coqueta.

Sus ojos color miel se clavaron en mi cara y el aroma de su colonia me inundó las fosas nasales.

«¿Y este quién es?», me pregunté mientras él sonreía amenamente.

—Quizas porque soy nueva por aquí. —le respondía medio afable.

Él se sentó a un lado mío y soltó una pequeña carcajada.

—Lo digo en serio, es raro ver una mujer por aquí. No me lo tomes a mal pero me ha pillado abruptamente. —lo escuché decir.

Claro que no me lo tomé a mal pero para mí era un joven desconocido y lo más extraño es que me hablará con amabilidad.

Supuse que así era gente que vivía allí.

—¿No te da miedo vivir sola?

Su pregunta me saco de órbita.

—¿Cómo? —inquiero.

Él se pasa la mano en su cabellera.

—Aunque sea un lugar alejado de la ciudad hay personas que habitan por estás tierras así que los rumores de que alguien más ha venido por aquí no se hacen esperar. —dijo algo apenado.

—Oh vaya. Bueno no tengo miedo de vivir sola ya estoy mas que acostumbrada a la soledad.

Realmente no le tengo miedo a nada...

—Oh no me presentado. Que tonto soy.

Lo veo a la cara y él me tiende su mano derecha.

—Mi nombre es Axel. Mucho gusto en conocerte. —me dice con una sonrisa.

—Mucho gusto. Yo soy Teffa...

Me quedo a medias al sentir un pinchazo en el estómago; inconscientemente llevo mis manos en mi estómago mientras Axel me pregunta sí estoy bien.

No podía entender qué diablos pasaba conmigo y mucho comprendía el extraño escalofrío que envolvía mi cuerpo.

Era una sensación asfixiante.

—E-Estoy bien... yo tengo que irme ya. —dije precipitadamente.

Ví como él mostraba esa expresión de preocupación.

¿Como un extraño se preocupa por otro que ni conoce?

Me levanté del banco.

—¿Segura que te sientes bien? ¿No necesitas ayu...

—No. —lo interrumpí.

—Gracias pero estoy bien. —agregue con una sonrisa falsa.

Sin esperar un segundo más caminé rápidamente, entre al automóvil y di marcha sin mirar atrás.

El dolor en mi estómago se volvía cada vez más grande e insoportable.

«¿Qué es lo que me pasa? ¿Por qué este dolor?»

No era normal sentirme más mal de lo normal.

Llegué a la casa y entre de inmediato.

Me dirigí a la cocina y busqué cualquier pastilla que me aliviará el dolor. Después de eso me fui a recostar en el sofá acomodando en posición fetal para apaciguar el dolor.

Estaba sudando frío y sentí el cuerpo muy cansado.

—¿Voy a morirme...? —murmuré.

No era consciente de mi misma; cerré mis ojos para dormir pero...

—Teffany... recuérdame.

Ese susurro volvió a causar estragos en mi interior.

«No, no. Las pastillas están provocando que escuché cosas. Esto no es real.», me repetí una y otra vez hasta quedar totalmente dormida.

Y después de mucho tiempo, tuve un profundo sueño; soñando con algo que me conmocionó hasta las lágrimas...

¿Mi Príncipe?

Así es, durante el lapso que estuve durmiendo en el sofá tuve un sueño que me conmocionó hasta las lágrimas haciéndome preguntar qué fue lo que pasó hace dos años en aquel fatal accidente que me arrebato mi sonrisa...

...***...

Me encontraba totalmente sola con una espesa neblina a mi alrededor; la ropa que llevaba puesto era un vestido de seda color blanco que me llegaban hasta los talones.

Era extraño que yo misma me preguntará sí estaba soñando...

Al siguiente segundo, la neblina empezó a esfumarse dejando a la vista un enorme castillo; aunque suene ilógico si era un castillo con una fachada indescriptible.

Mire por doquier buscado al menos una salida o algo pero lo único que veía eran grandes árboles con las hojas secas.

Suspiré profundamente.

Sabiendo que estaba soñando no estaría nada mal explotar dicho castillo.

Sin más preámbulos, camine directamente a la entrada de ese castillo, arrastrando el vestido que llevaba puesto y que por cierto tenía los pies descalzo.

Llegué a la gran puerta de color dorado con símbolos raros a su alrededor.

Antes que yo tocará de esa puerta, está se abrió inesperadamente haciéndome respingar por el escabroso rechinido.

«Esto parece una película de terror.», pensé en ese momento.

Sin temor alguno, entre a lo desconocido.

Enseguida mis vellos se erizaron ante la frialdad de la "sala" y mi respiración se destabilizo por unos segundos. Estaba en penumbras, no podía ver casi nada.

*ZAZ*

La puerta se cerró de golpe.

Debo admitir que me asusté tanto que solté un pequeño grito.

La atmósfera cambió de un segundo a otro.

—Por fin, mi querida Princesa ha llegado.

Me quedé atónita ante tal frase pero eso no era todo, sino que esa voz era idéntica a esos susurros que escuché anteriormente.

No lo podía creer.

Aunque fuera un sueño se sentía tan real...

«Dijo que soy su "querida Princesa".»

¿Qué es lo que está pasando?

Incrédula ante tal situación me atreví a preguntar: —¿Quién...eres tú?

No sabía si habría una respuesta concisa o quizás solo era cuestión de tiempo para despertar pero estaba decidida a enfrentar a ese "alguien o cosa" que me acechará.

En un cerrar de ojos, varias velas se encendieron consecutivamente, iluminando toda la habitación.

Me quedé asombrada ante eso pero sobre todo cuando ví aquel sujeto, sentado en un gran silla con la mano en su barbilla, mirándome directamente.

Su aspecto me saco de órbita; no parecía ser un humano...

No podía desviar la mirada de él, me tenía literalmente hipnotizada ante su aspecto escabroso.

Pase saliva fuertemente.

Intenté retroceder pero mi cuerpo no me respondía.

Entonces sucedió lo inesperado...

Esa "cosa" se puso de pie y camino lentamente hasta a mí.

Al mismo tiempo yo trataba de mantener la compostura pero fue inútil, mi expresión de terror debía de ser muy evidente.

"Eso" llegó frente a mí.

Era alto y con una complexión grande.

Subí la mirada poco a poco y su rostro me puso pálida.

Sus ojos eran siniestro y de un color egnimático.

Su vestimenta era lo que más me confundió en ese instante, no era normal que viera manchas de sangre...

Al menos así me pareció.

Volví a subir la mirada, atónita ante lo que presenciaba.

—No hay nada que temer. —me susurró al oído.

Y si, era la misma voz de dicho susurro.

Me pasmé totalmente y no sabía que pensar.

Su cabellera blanca golpeó mi rostro y fue cuando sus grandes manos tomaron mi rostro haciendo que lo mirará fijamente.

Entonces pude ver con claridad los rasguños de su cara; abrió su boca y sus filosos dientes quedaron al descubierto.

A ese punto estaba impactada, era una pesadilla lo que estaba viviendo, el miedo me cubría poco a poco pero no quería sobajarme ante lo que veía.

¿Era un demonio o vampiro?

No estaba muy segura pero no me quedaría para averiguarlo.

«¡Quiero despertar!», grité en mi interior.

Lo siguiente que escuché me pertubo.

—¿Despertar? ¿Ya te quieres ir Teffany? —dijo en un tono molesto.

Sentí como sus largas uñas se encajaban en mi piel.

—No puedes irte todavía, mi Princesa.

Soltó mi rostro y sonrió siniestramente.

¿Por qué me llamaba Princesa?

Todo ya era muy confuso.

—¡Muy bien!

Su exaltada voz me tomo por sorpresa.

—Que suene la melodía para bailar con mi Princesa. —dijo mirándome a los ojos.

«¿Bailar? ¿Qué tontería está diciendo?»

Súbitamente empezó a sonar una melodía al fondo pero al escucharla me empezó a doler la cabeza...

Sentí una terrible nostalgia y no lo podía entender.

Sin previo aviso, tomó de mi cintura y me pegó junto a él...

Yo estaba inmóvil por esa melodía que me llenó de nostalgia.

Su grande mano tomo la mía y se empezó a mover al son de la música.

Yo solo podía dejarme guiarme por él.

Por alguna extraña razón me empecé a relajar e inconscientemente lo mire fijamente mientras él hacía lo mismo.

Si su rostro era aterrador pero eso para mí desapareció por arte de magia.

Había algo en su mirada... Una extraña sensación de querer no soltarlo.

No me gusta bailar ni nada de eso pero en es sueño yo disfruté de ese baile y de la melodía.

Olvidé que era un sueño y que alguien con un aspecto de un demonio me tenía entre sus brazos.

Sin embargo, todo terminaría.

La melodía llegó a su fin y el baile se detuvo.

—Teffany. —me llamo con una voz distinta.

Me soltó abruptamente.

—Te falta mucho para que me recuerdes.

—¿Cómo? —pregunte desconcertada.

Si había algo raro en este sueño y no quería quedarme en ascuas.

—T-Tú...¿por qué dices esto? ¿cómo sabes mi nombre?

Quería respuestas sino terminaría más confundida.

Las velas empezaron apagarse una a una.

—Yo... —murmuro.

—¿Por qué me llamas "Princesa"? —lo cuestione.

Él me miró directamente con una expresión indescriptible.

—Porque soy tu Príncipe. —dijo con firmeza.

¿Mi Príncipe...?

—Pronto nos volveremos a ver. —finalmente agregó y las velas se apagaron por completo.

Quedé en la oscuridad.

Mis lágrimas se deslizaron sin saber el por qué.

«No comprendo absolutamente nada.»

Me desvanecí en la oscuridad y desperté.

Al instante que abrí los ojos me percate de mis lágrimas, no solo llore en ese sueño sino que también en la realidad.

—Me volveré loca sino encuentro una razón lógica ante los sueros y este sueño tan extraño.

¿Qué es lo que está pasando conmigo?

¿Quién será ese "alguien" de mi sueño?

¿Acaso se trata de un demonio...?

Eran tantas preguntes que me hice y no había lógica para ningúna pero no me quedaría de brazos cruzados, tenía que investigar que fue lo que pasó en aquel accidente.

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