Mi nombre es Natalie Wilson, me dicen Natt, tengo 17 años, estoy cursando mi último año en la Secundaria "Saint Duppont" de Misterious City donde acabo de mudarme junto a mis padres, Robert Wilson y Monique Jenner. Mi padre es Licenciado en ingeniería en sistemas, mi madre diseñadora textil, mis héroes y mi mundo entero.En cuanto a mí, soy el prototipo de chica delgada, con apenas 50 kilos, de piel clara, ojos color miel, cabello lacio, castaño y con un fleco rozante sobre mis cejas.Me considero una persona simple, más bien corriente y respecto a mí relación con los demás, para nada exagerada, inteligente, pero de perfil bajo, mi fuerte nunca fue llamar la atención del resto. Me consideraba más bien una chica solitaria, no tenía muchos amigos, meros conocidos; la soledad fue mi mejor amiga y mi mayor consejera, puesto que de niña sufrí el tan temido "bullying escolar", me sentía acosada, siempre estaba sola con el libro de Charles Dickens sentada en un rincón. Me llamaban la "nerd", era una de las pocas que cumplía con la tarea diaria, siempre dispuesta y prestando atención a los maestros. Con el paso del tiempo, debí usar brackets ya que mis dientes no habían crecido correctamente, además de nerd me había convertido en el patito feo de la clase. Fueron años terribles, tratando de soportar cada día las burlas de los niños. Afortunadamente, el tiempo paso, crecí, dejé de usar aquellos brackets molestos, mi cuerpo al fin empezaba a enmarcar sus curvas naturales, con una cabellera sedosa y mejillas rosadas, aunque mi contextura delgada me acompañaría para una nueva oleada de burlas hacía mí; todo ésto fue mi motor para exigir a mis padres la oportunidad de empezar de nuevo y ser feliz, ellos lo comprendieron muy bien, siempre amables y amorosos prometieron una solución. Recuerdo que cierta noche, cenábamos juntos como de costumbre, mi madre había preparado una deliciosa carne asada, el ambiente cálido y las sonrisas complices imposibles de disimular y una gran noticia me toparon por sorpresa luego de una larga jornada escolar. Era viernes por la noche, de aquellas noches serenas y estrelladas en la ciudad de AguasBlancas; una vez terminada la cena, mi madre se puso seria en su silla, me miró fijo y éstas fueron sus palabras: -Natt, hija querida, se que has tenido un día fatal de exámenes finales, el año está acabando ya, tienes que estar tranquila, con él muchas cosas se irán, pero tu padre y yo, tuvimos una larga conversación, tomamos decisiones en favor de nuestra familia, lo pensamos mucho, y antetodo, elegimos tu felicidad, es hora de un cambio. Hija, en dos semanas nos mudaremos de ésta ciudad, logramos rentar una casa en Misterious City, ¡te va encantar! No lo podía creer. ¿Acaso es ésto un sueño? Estoy extasiada. El momento más feliz de mi vida, se había echo realidad. Y hoy, en esta ciudad, muy diferente a mi lugar natal, con un clima muy extraño, un tanto frío, lluvioso, con algunos bosques y exuberante vegetación, habían hecho de mí una nueva chica, diferente, con nuevos gustos y aficciones hacía la tecnología, la imagen y la fotografía. Sabía que todo estaba destinado a cambiar, me lo aseguré a mí misma, y no tengo duda de ello. El primer paso estaba dado, no había vuelta atrás, para bien o para mal, quién sabe por cuánto tiempo nos quedaríamos en ésta ciudad y cuanto me llevaría descubrirla. Atrás quedarían las burlas, las risas, los empujones, las bolitas de papel, y todo aquello que tanto me aquejaba.
Tantas noches me sentaba a los pies de la cama, o en aquella ventana desde donde veía mi niñez pasar, reflejada en el rostro de los niños del vecindario, no entendía que era lo que estaba mal en mí, quizás, ¿Mi cabello? ¿Mi cara? ¿Mi cuerpo? No lo sé. Mis amigos eran solo imaginarios, mi sombra como fiel compañera. Sola. Aquí. Allá. Donde fuera que estuviera. Sentía lástima de mi misma. Dolor. Indiferencia. Siempre más de lo mismo. Amaba a mis padres, eran mi razón de seguir viva, pero ese sentimiento de vacío y de estar absolutamente incompleta no se quitaba con nada. Hojas sueltas, arrancadas de cuadernos eran mi consuelo dónde plasmaba mis más oscuros sentimientos para luego quemarlos y esparcir sus cenizas en el viento, ya no era una pequeña, había crecido y mis miedos oscilaban como las llamaradas del fuego.
Conforme el tiempo pasaba, había adoptado conocimientos diversos de libros, no había malgastado energías en ello, estaba siempre preparada ante cualquier evento.
Con todas mis fuerzas elevaba mis plegarias al cielo, añoraba no fueran ignoradas. Deseaba, soñaba, imploraba, la suerte estaba echada que algún día todo aquello se volviera realidad. Cuántas veces acabar con todo me parecía una posibilidad, pero no, que sería de mis pobres padres, no podía hacerles eso, se habían esforzado mucho por salir adelante juntos, darles la espalda no era una opción válida, los amaba y era incapaz de verlos sufrir, por ellos debía seguir, soportar, rendirme tampoco era una opción, más bien un desafío, tarde o temprano la rueda debía girar a mi favor, sí, así es, tarde o temprano, quizás no hoy, quizás no mañana, pero podía sentirlo, solo un poco de fé me ayudaría.
Conforme pasó el tiempo, y sacando agallas no sé de dónde, poco a poco las circunstancias congeniarían para mí, cuando una buena y a la vez gran noticia llegaran tal como un premio de lotería, debería estar preparada para recibirlo pues sabría que la espera jamás fuera en vano.
Siempre se dijo que el camino al éxito nunca fue fácil, pues está lleno de obstáculos, también tropiezos y caídas, solo dependía de la voluntad de cada quien para lograrlo, pero estaban muy dispuesta a atravesarlo con coraje y valentía sabios consejos de mi familia.
Misterious City, allí voy por tí....
Vamos por tí...
A perseguir cada uno de mis sueños, aún no sé lo que me espera, pero pase lo que pase estaré preparada.
No sé como, pero todo pasó demasiado rápido desde aquella noche cuando mis padres me dieron la noticia, aquella bendita noticia, la de mudarnos de ciudad y empezar una nueva vida juntos. Es increíble como a pesar de lo malo, siempre exista la posibilidad de una oportunidad, de un cambio.
Me acomodo en la silla de mi habitación a pensar y aún me cuesta mucho aceptar que una decisión como ésta implica que ellos dejen atrás toda su vida, sus trabajos soñados y estables, sus logros personales, sus amigos y más, pero si hay algo que siempre estuvo presente en mi mente es, que nuestro gran amor familiar nos mantiene unidos frente a cualquier adversidad, y que nuevas metas y sueños llegarían una vez asentados.
Observo una pila de cajas desparramadas en mi habitación, como pidiendo a gritos que me apure a empacar, pero me es tan difícil que no sé por donde empezar, vaya, cuántas cosas hay en este lugar.
Libros, cuadernos, revistas, fotografías en la pared, en mi mesa de estudio, Dios, que desastre, definitivamente, demasiada carga para llevar. Necesito relajarme, estoy un poco cansada, algo tensa y apenas es martes, los exámenes finales hicieron estragos en mi cabeza, me es imposible concentrarme. El cable de mi iPad yacía escondido bajo una pila de papeles, oh, aquí estaba, de pronto sentí antojos de un poco de buena música, el aleatorio marcaba la canción de Brian Adams "Heaven", presioné play, y mil imágenes vinieron a mi mente, los recuerdos de nuestros paseos diarios por la playa junto a mi padre llevándome de la mano siempre y repitiendo una y mil veces que todo estaría bien, algún día...
La playa, la arena tibia entre los dedos de mis pies, la suavidad de la espuma del mar, un verdadero paraíso, ese paraíso que me hacía olvidar por momentos lo malo de mi día escolar. La playa perfecta, el cielo infinito y el cantar de las gaviotas, ese pequeño regalo del Universo que pronto dejaría atrás para conocer una nueva ciudad; mis padres solo dijeron que era un lugar muy diferente pero que estaríamos bien, fue una promesa, y creo que con eso basta.
Son las 9 de la noche, estoy exhausta, me perdí en mis pensamientos y jamás bajé a cenar, quizás me prepare un sándwich o con un vaso de leche sea suficiente, me quiero recostar.
Bajé a la cocina, mis padres cual adolescentes enamorados disfrutan una película romántica, no tengo afán de interrumpir. Voy por un poco de leche, no me apetece un sandwich, mi hambre se esfumó. Bebo con prisa mi vaso, vuelvo a la sala de puntillas, abrazo a mis padres desde atrás del sillón, los beso y les deseo buenas noches. Me retiro a mi habitación, y me dejo caer pesadamente sobre la cama. Quizás mañana sea un día mejor, quizás.
Caigo rendida. Me desvanezco y me pierdo en un extraño sueño, imágenes confusas, un camino largo, de árboles frondosos, observo el lugar, no me veo a mi misma, como si fuera una realidad virtual, solo ese camino que me conduce al interior del bosque, me siento tranquila, de pronto los rayos débiles del sol que a duras penas lograr atravesar la copiosidad de los árboles produce un destello al ras del suelo, me pregunto que será aquel brillo llamativo que me inevitablemente me obliga a mirar, me acerco con cuidado, observo una pequeña piedra clara y preciosa que apenas sobresale entre la tierra del lugar, miro a mi alrededor, no hay nadie cerca, una absoluta soledad; con las yemas de mis dedos cavo y logro desprender del suelo un precioso anillo con una delicada piedra de Luna, conocía esa piedra, mamá me había hablado mucho de ella y de el mito que poseía. Era perfecto.
Lo coloco en el dedo anular de mi mano izquierda, cuando de repente escucho un extraño sonido bosque adentro. Me enderezo rápidamente, puedo sentir que alguien o algo me observa, miro, no logro ver nada, continúo mi camino, al darme vuelta logro ver lo que parece ser la figura de un chico, o eso creo, con ropas monótonas y oscuras, sin poder identificar su rostro del todo, solo su cabello corto cubriendo parte de su mirada y desvaneciendose fugazmente. Despierto de repente, con mi respiración agitada, y la frente húmeda.
- Maldición, fue tan solo un sueño. Todo parecía tan real, nunca estuve en ese lugar, nisiquiera conozco un bosque ya que aquí no los hay.
Me quedé pensando, con los ojos apenas adormecidos, me había despertando tan de golpe, necesitaba tiempo para relajarme nuevamente. Hacía calor, debió ser eso lo que me hizo alucinar con ese extraño sueño. Debía hacer todos los intentos posibles para conciliar el sueño nuevamente, me esperaban días pesados con lo de la mudanza, lo que menos necesitaba era estar débil y desvelada. Tenía un ritual, lo que me ayudaba a dormir, mi secreto era encender un sahumerio de rosas, pero, dónde carajos los habré puesto, encontrarlo entre tantas cosas y a ésta hora sería toda una odisea. Perdí un buen rato, no tengo idea donde están, bueno, debía dormirme, por lo pronto, mi única opción fue rociar un poco la almohada con mi perfume de coco, así fue, acomodé un poco la cama y me volví a acostar.
Un momento después, había quedado rendida nuevamente, sumida en la comodidad del colchón y el perfume a coco abrazándome.
Una vez más, inmersa en sueños otra vez, un extraño resplandor que me hacía dudar si realmente soñaba o aún seguía despierta. Fue muy raro. ¿Una coincidencia? Quizá lo leí en algún libro de los sueños, si interpretación. ¿Freud? La próxima vez prestaré más atención a mis lecturas. El momento no era el oportuno para hacerme esos planteos, pues en ese momento, apareció otra vez, no logro comprender si se trataba de una premonición, un simple sueño o un producto de mi imaginación, mis ansias por cambiar de vida habían creado en mí un mundo de fantasía, alentado por mi rotundo deseo de marcharme y empezar de nuevo. Ésta vez mi visión fue fugaz, apenas pude verlo, y así de pronto, despareció.
Había pasado lo que quedaba de mi semana empacando y estudiando un poco para sacarme de encima los últimos exámenes orales.
Llegó el día de partir, al fin... Era sábado por la mañana, son apenas las 8, la ansiedad casi no me dejó dormir, estoy somnolienta y con ojeras, ja, quién no, apenas pude pegar un ojo y desperté a las 5, mil vueltas dí en mi cama pero fue imposible dormitar de nuevo, encendí la lámpara de mi mesa de noche, no deseaba que mis padres supieran que ya estaba de pie, me habían advertido la noche anterior que el viaje sería un tanto largo, pero, que más da, revisé en penumbras mi habitación, no parecía haber dejado nada librado al azar, estaba casi todo empacado, me tranquilice y me tiré a la cama otra vez, no se como pasó pero sin querer caí en un profundo sueño.
Mi alarma sonó a las 7, era hora de entregarse a lo que sería una nueva realidad. Bajé a la cocina, mis padres casi y comienzan el desayuno sin mí. Lo que un momento fue euforia y felicidad se había convertido en un dejo de melancolía, es verdad, extrañaríamos nuestro hogar. El ambiente era un poco tenso, hasta que mi padre me preguntó: —¿Está todo en orden cariño?, a lo cual respondí:
— ¡Está todo perfecto papá, mejor que nunca!
Logré notar una luz esperanzadora brillar en sus ojos y una sonrisa cálida acompañada de un apretón de manos entre los tres, mientras a mi madre también le brillaban los ojos, pero en un intento de contener las lágrimas.
Una vez terminado el desayuno, fue solo un manos a la obra que nos impulsó a sacar nuestras cosas de la casa, el camión de la mudanza había arribado hacía ya un rato. Eran las 9, y con la mitad de la mudanza cargada, todos parecían caminar de puntillas, como flotando, mientras el reloj parecía no perdonar, pues antes del mediodía debíamos emprender nuestro viaje.
11:30 de la mañana, con nuestra casa desmantelada y un cartel de "Se vende" en el jardín del frente, en la contemplancia por última vez de nuestro amado hogar, nos fundimos con un gran abrazo, subimos al auto y emprendimos el viaje rumbo a Misterious City.
Llevábamos apenas un rato arriba del auto, y el camino de a poquito empezaba a hacerse largo; yo escuchaba música en mi iPod, también la llevaba cargada en mi celular pero preferí no gastar su batería y conservarla para fotografiar cuanto paisaje me resultara atractivo, miro todo y aprovecho para tomar un par de postales que no le enviaría nunca a nadie, quizás pudiera enseñárselas a alguien en Misterious City mientras le contaría todo aquello que dejé un día; la primera postal fue al dejar nuestra querida AguasBlancas, una última toma de mediodía en la playa, pronto y a medida que nos alejabamos, el paisaje fue cambiando completamente como si de una escala de colores se tratara, el paso del blanco al negro me resultó un poco inquietante.
Paramos un par de veces, en gasolineras diferentes para cargar combustible y aprovisionarnos de un poco de comida. Fue muy necesario estirar las piernas, respirar un poco y tomar otro par de fotografías.
Partimos nuevamente, eran casi las 3, aún faltaba la mitad de camino, no puedo explicar lo que siento, nervios, ansiedad, dudas, un popurrí emocional y ni hablar de cansancio y sueño. Mi padre hacía un buen rato que me observaba por el retrovisor, notó mi ausencia, mi silencio, pero él siempre tan perspicaz sacó un pendrive de su bolsillo y se puso a cantar al son de Creedence Clearwater Revivel, apagué mi iPad y le seguí el ritmo, mi madre también, después de todo no venía nada mal un poco de felicidad a nuestros rostros, acortando distancias, entre risas y charlas. Así el tiempo pasó como agua entre los dedos, era una experiencia casi aventurera de los tres sobre una larga carretera. Siendo casi las 7 de la tarde, estábamos muy cerca ya, una cúspide de nubes negras nos acompañaban. ¡Demonios! Por poco y lo olvido, estábamos entrando a una especie de pueblo londinense, como lo solía llamar yo, solo faltaba la niebla, lluvia, truenos y relámpagos para no tener nada que envidiarle a aquella ciudad europea.
- Cariño estamos llegando y como podrás notar, a ésto nos referíamos cuando te dijimos que el lugar era un tanto especial y otro tantito muy diferente al nuestro.
- Estupendo mamá, en AguasCalientes había un clima hermoso y no lo podía disfrutar por no tener amigos, aquí lloverá todo el tiempo y aunque tenga amigos el clima me lo impedirá.
- Creo que te pasaste un detalle por alto, Natt.
- ¿Cuál?
- Existen los paraguas de colores para darle vida a días grises y lluviosos -lo decía mientras me guiñaba un ojo.
- Que sería de mí sin mi madre que tiene una solución para todo, ¿Verdad papá?
- Así es. Y bien, aquí estamos, solo nos separan un par de manzanas para conocer nuestra casa.
No puedo negarlo, moría de ansiedad de saber como sería, quizás una vivienda con aires de modernismo o una casa vieja y aburrida, con que conserve un poco de decencia sería suficiente, lo único que faltaba era llegar y toparnos con una casa embrujada o algo así y convertirme nuevamente en el hazmerreír de toda la escuela.
Y finalmente ¡Hemos llegado!
No puedo describirlo, no era lo que me imaginaba, sin embargo, no estaba nada mal, me tomé el tiempo para observar lo más que pude, el estilo exterior de cada casa, sus jardines, los lugares tales como tiendas y restaurantes, los automóviles, si tuviera que definirlo, podría asegurar que aquí todos parecían ser parte de un buen status económico, al menos la mayoría de lo que ví, quizás todo eso luciera mejor para un cielo estrellado o una luna gigante, pero para nuestra mala suerte, estaba nublado, aunque la buena iluminación del lugar parecía dejar de lado ignorando a ese cielo pálido y sin gracia.
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