Una mañana de verano, la delgada figura de un joven se recorta a
lo lejos: asciende la ladera de la montaña hacia el castillo de
Montségur. La gente del pueblo de Lavelanet observa al personaje
vestido con ropas de montaña, corre el año 1931.
Todas eran incógnitas para aquel joven Otto Rahn, que reco-
rría detenidamente los estrechos senderos agrestes del Pog en el
inhóspito Ariége. Por entonces, este alemán tenía 27 años y sus
conocimientos y convicciones lo habían llevado a uno de los
lugares claves de la Romania cátara: la fortaleza que alguna
vez fue el último bastión hereje del catarismo.
Seguramente sus daros ojos, al llegar a la cima y encontrar el
castillo, dejaron atónita su capacidad de asombro y sus
pensamientos, hasta hacer desbordar su mente con un sinfín de
nuevas ideas...
Montségur (monte seguro), en el Pirineo francés, es un cono de
piedra de 1.772 metros de alto, con precipicios de 500 a 800 metros
de profundidad que rodean la ciudadela.
Actualmente hay una sola manera de ascender hasta el monte
tabor de los cátaros, pero se supone que en el pasado hubo una red
de galerías y pasajes cavados en la montaña que permitían distintas
maneras de llegar hasta la cumbre y el castillo, por ocultas
entradas secretas. También se cree que una larga escalera de tres
mil peldaños permitía encontrar una puerta escondida sobre la
ladera del Hars.
E1 castillo es un nido de águilas con muros de dos metros de
espesor, las murallas no tienen torres de franqueo para su defensa y
sólo el muro oriental posee una almena, que corta en un precipicio
a pique. Es una construcción singular y extraña, llevada a cabo
entre 1205 y 1211, aproximadamente. Tiene un asentamiento
estratégico de muy difícil acceso y muchas de sus características son
comunes a otros castillos occitanos, por ejemplo Quéribus y Puivert.
Mucho se ha dicho sobre el Tabor. Se supone que, en la Antigüe-
dad, en él fue erigido un templo solar, y se sabe que desde siempre se
lo consideró un lugar sagrado, mucho antes de la aparición del
catarismo y del mismo cristianismo. La orientación del castillo seña-
la posiciones solares; el eje de la simetría del castillo está orientado
de norte a sur. También se debe señalar su forma de pentágono, así
como la ausencia de líneas curvas en toda la construcción.
Su puerta principal, exageradamente grande, es la invitación a
un cofre lleno de secretos celosamente guardados. Notable es que,
tras la caída de la fortificación en 1224, la Inquisición pregunta de
manera incesante a los pocos cátaros que sobreviven, interrogados
bajo tortura, por el tesoro que guardaba el castillo.
Trágica es la historia de Montségur, y peor el final de la resisten-
cia cátara que con tanto ahínco sobrellevaron quinientas personas,
aproximadamente, durante diez meses de asedio. Una oscura noche
de 1244, en la que veinte mil soldados -que integraban la cruzada
contra la herejía- esperaban la irremediable rendición, llega el final del
del perseguido movimiento herético. Terrible destino a manos de los
inquisidores les esperaba a doscientos de los resistentes: la hoguera.
Hoy descansan en el prat dels cremats.
La historia y los hechos allí acontecidos no les eran desconocidos
al joven Rahn, por el contrario, le fascinaba la idea de estar visitan-
do e investigando aquel lugar del Languedoc (lengua de oc) en el
sudeste de Francia, de donde se llevaría apuntes y un diario de viaje
que tiempo después le servirían de notas para sus dos libros.
Otto Rahn nace en Michelstad en la región de Hesse, el 13 de
febrero de 1904. Hijo de una familia protestante (luterana) burgue-
sa, su padre fue juez de Maguncia. Asiste de adolescente al gimnasio
humanístico en Giessen, y termina sus estudios de Bachiller en
1922, también completa estudios de música, a la cual era afecto,
especializándose en la ejecución de piano.
Posteriormente estudia Derecho durante ocho meses en Giessen,
Freiburg y Heidelberg. En ese tiempo decide también asistir a
clases de Filosofía e Historia.
Enamorado de la historia romanística, sus estudios se orientan en
esa dirección; luego serán la motivación de toda su vida. Éste es tal
vez el momento en el cual se sellará su destino: ya no podrá abando-
nar sus investigaciones sobre la historia, la cultura y la lengua de
los países románicos, y desde ese momento su obsesión por la
historia de la Occitania provenzal, el Languedoc, no lo
abandonará, predestinando su vida a una increíble búsqueda.
Sus estudios lo llevan a presentar su tesis doctoral sobre la herejía
cátara-albigense y también sobre el Parzival de Wolfram von
Eschenbach. Intentan esclarecer la identidad de Kyot,
supuestamente Gyot de Provins, quien habría comunicado a
Wolfram los hechos y leyendas sobre el Grial.
Por el año 1929 comienza sus investigaciones y durante los
siguientes tres años, apasionadamente, explora de manera ex-
haustiva la región. En el Languedoc habla con los habitantes
De cada pueblo y de todo toma notas, también hace incursiones
espeleológicas en las grutas del Ariége y realiza dibujos con apun-
tes de sus visitas.
Su espíritu inquieto y sediento de conocimientos lo lleva a las
universidades de Toulouse, París y Friburgo, en las que consulta
documentación y fuentes en archivos y bibliotecas.
En aquella época es cautivado por las reflexiones de Deódat
Rodé, Maurice Magre y Antonin Gadal, con los cuales traba rela-
ción personal de amistad.
Luego de su viaje por Francia, Rahn escribe su primer libro, Cru-
zada contra el Grial (Kreuzzug gegen den Greal), que es publicado
por la editorial Urban, de Friburgo, en 1933. En la primera
edición de éste, se anuncia en él prologo el siguiente libro del autor,
que iba a ser titulado Konrad von Marburg, el inquisidor germano
-sobre la persecución de herejes y paganos en Alemania
durante la Edad Media-, pero este proyecto no llega a concretarse
nunca.
Es evidente que Otto Rahn ya había encontrado un rumbo en sus
investigaciones y dio forma de manera atrevida a sus hipótesis y
conocimientos. Seguramente, por aquel entonces, este hombre de
espíritu libre era llevado por la imperiosa necesidad de su vida inte-
rior. Construyendo su destino en profunda soledad, Rahn
emprendía la búsqueda esencial de la tradición y la gnosis.
Gracias a la ayuda de un profesor de la Universidad de Burdeos,
llamado Robert Pirou, en el año 1934 Cruzada contra el Grial es
traducido al francés y editado con el título Croisade contre le
Graal Grandeur et chute des albigeois.
Otto Rahn estaba convencido de que había una estrecha relación
entre la Occitania medieval y el mito del Grial-Graal,
pensamiento que definiría la orientación de sus investigaciones.
Su fascinación por la historia del movimiento cátaro y la herejía
atribuida al mismo deja traslucir en Rahn ese inconformismo
existencial, ávido de búsqueda y saber trascendente, que
manifiesta cierta rebeldía y oposición a verdades consideradas
absolutas.
En la historia de la humanidad hubo muchos buscadores que die-
ron luz a infinidad de misterios. El mito del Grial, sin embargo, fue
manipulado y despojado de su contenido legendario primordial.
Antes de Otto Rahn se le había dado al Grial una historia y signi-
ficados asociados a una ideología determinada por la Iglesia
católica, que no profundizaba en la verdadera esencia del mito del
Grial; el legado es mucho más profundo en su origen.
Otto Rahn devuelve el misterio al Graal, su insondable y verda-
dero significado como leyenda, mito, símbolo y tradición.
Leyendas de pueblos paganos que fueron asimiladas por el
cristianismo, transformándose luego en lo que sería la tradición del
Santo Grial.
Rahn concluyó que la herencia del Graal-Grial fue tomada por
los cátaros albigenses de Occitania, quienes también absorbieron
los conocimientos esotéricos de la doctrina mazdeísta.
El término graaus (graal en función de complemento), se supone,
tiene su origen en la lengua de oil (hablada en la antigüedad en
Francia, al norte del Loira). Se corresponde con el latín gradalis,
que significa gran plato hondo, bandeja utilizada en el medievo
para servir alimentos. Términos latinos equivalentes son grádale
(también plato hondo o fuente) y garale (vaso), donde se servía una
salsa latina llamada garum, según Helinandus.
Otra posibilidad es que la palabra Graal provenga de los términos nos del francés antiguo greal o grasal, del provenzal grazal o del
catalán antiguo gresal (recipiente hueco). Puede provenir
también de garalis o de grais, de origen incierto.
La palabra latina cratus puede haber derivado en cratalis, en
provenzal, grazal y en francés graal. Existe también una relación
de gratum, gratia, gráce con reliquias del cristianismo; de san
greal se obtiene sang real, haciendo clara referencia a la sangre
de Cristo.
En el medievo se habla de una copa sagrada o un plato místico,
descripción que aparece en poemas e historias de caballería.
Esta imagen sirvió para la institución de la eucaristía.
Se dice que el Santo Grial es la copa en la que José de
Arimatea recoge la sangre de Cristo, de la herida infligida por la
lanza del centurión Cayo Longinos, Cuándo Cristo estaba
agonizante en la cruz.
La historia del Santo Grial no tiene un origen cierto, pero la Igle-
sia católica la interpreta de manera eucarística, y con el correr de
los tiempos la transforma en un relato épico religioso. En estas
historias se encuentran héroes como Carlomagno o Roldan, y se
gesta la fe en las cruzadas.
También se encuentra otro componente, el alegórico-romántico,
que define la aventura romántica y mística. Es Cuándo aparecen
héroes como Arturo y Lancelot. En estas historias legendarias se
manifiesta de manera literaria la leyenda del Grial, en el siglo XII,
con Chrétien de Troyes y Robert de Boron. En los siglos XVI y XIV
aparecen versiones alemanas, islandesas, castellanas e italianas, ex-
tendiéndose así la leyenda por toda Europa.
Otto Rahn analiza la obra poética de Wolfram von Eschenbach
(Parzival, 1210), y concibe la idea de que el Parzival, en realidad,
tiene una narración oculta, en la que se relatan los hechos
sucedidos durante la cruzada contra los albigenses.
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