Los humanos, son seres que harían lo que sea para sobrevivir en situación peligrosas, hasta llegar al punto de sacrificarse entre ellos. ¿De que forma?... Pues hay una reino llamado Calipso, y otro llamado Ocaso. En Calipso viven los humanos, una gran población colorido y alegre. En Ocaso habitan los vampiros, hambrientos de la sangre de las personas. El emperador de Calipso subió más la seguridad y defensa de su reino, puesto que los vampiros atacaban sin aviso y a cualquier clase de persona, de los plebeyos hasta los aristócratas, él llegó a una idea algo extrema, pero si así evitar los atracos de la sangre de la realeza, lo hará. El emperador cita una reunión con el Rey de los vampiros.

“te ofrezco cada mes una pequeña población, a cambio de que dejes a la sociedad alta en paz"

Ofreció el emperador y el rey respondió.

“la quiero cada quince días, y no tocaré a tu gente de sangre azul"

El emperador aceptó y así empezó el sacrificio de la sangre carmesí, curioso nombre, pues los mismos seres de la oscuridad colocaron ese título en cada noche de banquete. Los habitantes obviamente no sabían de cruel trato que su emperador ofreció para él y para su círculo a cambio de mantenerse a salvos de los ataques de los vampiros. Pero lo que si sabían era que en quincena sé tendrían que ocultar, puesto que el emperador no dejaba salir a nadie del país... Masacre, horror, y muerte hasta el día siguiente era lo que se presenciaban en algunas partes del gran reino. Muchas personas sé quejaba más no eran escuchadas, ya que eran plebeyos y pobres quienes morían. El tiempo con esa costumbre transcurren. En está noche había luna de sangre, como era habitual, los vampiros iban de caza en su día de festín. Hoy es especial, el rey de los vampiros se une a esta nueva tradición, en anteriores ocasiones solo le llevaban la sangre en una copa de oro para preservar el sabor. Pero esta noche quería participar sin esperarse encontrar algo que le cambiará su vida inmortal. Entran a una casa, la más grande de todas, el rey con un pequeño grupo de vampiros. Veían el pavor plasmada en las caras de las personas que vivían ahí, sirvientes, mayordomos y entre otros empleados fueron devorados por esos chupa sangre.

— deberían estar agradecidos, están siendo alimento de alguien más poderoso que su estúpido emperador.

— por supuesto que nuestro rey no merece menos...

Fueron las palabras de algunos de ellos, el rey escupe la sangre mientras sostenía a una sirvienta medio muerta de la ropa, la lanza a un lado y afirma con asco a la vez que se limpiaba la boca con los colmillos.

— sumamente asqueroso... Si está calidad de sangre que me ofrece el emperador Vladimir sigue bajando, los siguientes seran ellos.

— mi rey, allá arriba hay más personas.

— más te vale, estoy de mal humor. Si esa sangres sabe igual de pésima, acabaré con ustedes por su negligencia.

El grupo queda mirándose el uno con el otro con algo de miedo, pues las amenaza de su majestad no son vacías y si no le agrada el sabor rodarán cabeza del mismo bando por su mano. El sube lentamente, el rechineo de la madera era lúgubre y tenebroso. Los pasos seguían y se detiene en seco, al lado tenía una puerta en peculiar, pues en la parte superior de la madera había un letrero con el nombre de “Teresa", mueve su nariz con lentitud. Sonríe ya que había encontrado lo que estaba buscando... Sangre fresca. Patea la puerta derrumbandola de una forma brutal. Encuentra a un hombre detrás de una cuna, éste estaba tembloroso, sudando y con un miedo en todo su rostro. Temía por su vida y le da un trato apresurado.

— ¡Te entrego a esa niña!... ¡Solo déjame vivir!... ¡Llévatela, no me interesa, su madre murió a darle a luz!

— ¿Eres el padre?— preguntó él fríamente mientras se acercaba.

— ¡Si, todo es culpa de esa niña, mi esposa no debía morir si no ella!... ¡Fue culpa de Teresa por complicar el parto!... ¡Ella debe morir, no yo!

El rey pasa sin mirar la cuna, el hombre arrodillado estaba, implorando a que se llevará a la criatura y que no le hiciera daño a él, el vampiro lo toma por el cuello de una mano con las uñas afilada y levanta el cuerpo de aquel miserable hasta dejarlo suspendido en el aire.

— no es tu decisión quién deba morír o no, si no mía...— suena su tráquea quebrarse por su mano, luego lo lanza con una fuerza impresionante contra la ventana cayendo al patio del lugar, el impacto del vidrio romperse hace que la pequeña se despierte con su llanto repentino...

Él, se acerca a él borde de la cuna de madera fina, el padre debía ser alguien adinerado, sin embargo, odiaba a su propia hija por haberle provocado una muerte trágica a su amada esposa, Teresa solo tiene 3 meses de edad. Su majestad miraba fríamente las lágrimas de aquella criatura, cabello castaño oscuro, piel blanca, sin duda alguna, ella era quien buscaba, el singular olor de su sangre es lo que deseaba el rey. Aparta las sábanas que la arropaba y la carga entre sus brazos, en cuestiones de segundos la niña deja de sollozar.

— Teresa...

Pronunció su nombre sin cambiar el gélido de su voz, la niña se duerme entre los brazos de aquel ser malévolo y frívolo. Al parecer, Teresa se sentía segura con el que con su propia padre, ya que ella no se dejaba cargar por él.

— mi señor...— habló uno del grupo que acompaña al rey— ... ¿Encontró la sangre de su preferencia?

Su majestad se gira ya que se encontraba dándole la espalda a la entrada, el compañero queda un poco asombrados al ver a su rey cargar a una bebé humana. El le responde con una suave sonrisa.

— por supuesto, la fragancia de su sangre en extasiantes. La criare para el futuro...

— s-su majestad, no me digas qu-...

Afinca su voz con profundidad— ¿Algún maldito problema?

— no. Disculpé mi impertinencia...— el rey pasa a un lado de él.

Una vez afuera de la residencia, mira la luna perder el rojo escarlata dando la señal de que se acababa ese fenómeno natural. Con un brazo cargaba a la pequeña dormida profundamente...

— Fausto...— Pronunció alguien de confianza pues nadie a la ligera dice el nombre del rey al menos de que quieran la muerte inmediata.

— Salomón, ya me voy a mi castillo.

— ¿No te quedarás?— mira a la bebé sin dejar algún comentario.

— no, esa sangre es asquerosa... En cambio, quiero probar a criar mi propia comida... Beber su sangre ahora no me dará la suficiente satisfacción como quiero, al contrario de que cuando sea una adulta, la podré disfrutar. Tengo paciencia para eso... Sigan en lo suyo. Yo me iré a mi castillo de la noche eterna.

Y así, el rey Fausto se fue a su morada para criar a Teresa y ser su próximo oveja de sacrificio. Sin esperarse que sus planes cambiará en el futuro por ella.

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----- nota de Afrodita 💓--------

chicas mías, pido perdón por las personas que apenas empezaban a leer la historia del villano Ares, pero es que se me juntaron los bellos problemas llamado ser responsable en la vida, aparte que la ansiedad y depresión me quisieron dar una visita sorpresa y bueno ya de podrán imaginar el desmadre que se creó en mi cabeza, por tal razón tuve que eliminar la novela de Ares, hubo un momento que se me bloqueó la imaginación y no sabía cómo continuar. pero ya gracias a Dios estoy bien y solo puedo decir como el hombre araña que eh vuelto... no, de verdad perdóneme por esa falta de respeto de borra la novela, así que le traigo una nueva, espero que la disfruten como a mí escribirla.

Fausto llega en un abrir y cerrar de ojos, gracias a unos de sus poderes, que es usar a las sombras para transportarse a otro lugares, mayormente los vampiros utilizan eso para moverse de un lado hacia otro más rápido y sigiloso. Este es su palacio de la noche eterna, un lugar donde solo los más poderosos de la jerarquía vampiresa viven ahí.

Por supuesto que el rey llega a una parte específica que es adentro de su habitación, deja a Teresa en el medio de la inmensa cama. Esta empieza a llorar al no sentir el tacto del vampiro. Fausto mira sin sentimientos.

— que mocosa tan ruidosa...— se gira y habla al vacío de su habitación — quien sea que esté ahí, hazte presente.

Un pie, seguido de un cuerpo completo sale de las sombras de la esquina de dicha habitación. Un hombre vestido elegantemente, pues era unos de los sirvientes personal del rey.

— ¿Mandó a llamar, mi señor?

— Alejandro, llévate a esa niña, dale de comer para que se quede en silencio. Por ahora la quiero fuera de mi vista.

— como ordene...— el sirviente toma a la pequeña y la carga en su hombro mirando hacia atrás, Teresa abrió completamente los ojos mostrando su color tan hermoso, ámbar con un toque brillante, el rey miro fijamente ante ese brillo mientras que las lágrimas salían de ella. Puede mostrarse de piedra por dentro y por fuera, pero no pudo evitar sentir una pequeña pulsada en su pecho, decidiendo así ver a otro lado a la vez que la criatura se alejaba entre sollozos.

Los vampiros regresaban de su noche de festín. Lo de alto rango que vivían en el castillo llegan a la morada de la noche eterna. Algunos de ellos entran más allá y sin importar lo inmenso que era el lugar, el llanto de un bebé resonaba con el eco del palacio...

— ¿Que diablos es eso?... Parece un bebé.

— es un bebé, Idiota.

— cállense ustedes dos. Ahora no te estoy para soportar a un bebé... Quién sea el que haya traído a ese ser inferior se la verá conmigo...— un escalofríos traspasa el cuerpo del individuo que comentó esa amenaza, ya que una sombra emergue a sus espaldas dejando en claro que era el rey que apareció de repente.

— ya veo... Así que quieres que despegue tu cabeza de un solo jalón de tu cuerpo ¿O, no?Roma...

— s-su majestad... Yo...— los otros dos se arrodillan de inmediato, Roma mira a los lados y ve el gesto que sus compañeros hicieron, en menos de un segundo el también aplica el mismo respeto.

— a partir de ahora, la criatura humana se quedará bajo mi mando, no quiero que la toquen ni mucho menos intenten robar su sangre. Quién se atreva eso no tendrá una muerte piadosa. Quiero que rieguen la información ante todos en el castillo y el reino entero, deseo que sepan que la humana Teresa me pertenece y que estarán con nosotros desde ahora... ¿Entendido?

Los tres responden atentamente— ¡Sí!

Y mientras que el rey autorizaba la nueva ley de este imperio, otro aún no le habían llegado el mensaje de él.

— Claudia, espera...

— no, ya no aguanto más ese llanto insoportable. Lleva toda la noche con ese problema. No me importa qué la haya traído el rey, yo soy su amante y tengo más prioridad que ese humano.

Claudia, concubina del rey, junto a su dama de compañía. Ambas entran en la recámara de Teresa que lloraba sin consuelo, Alejandro no se encontraba puesto que fue a buscar algo para calmar a la pequeña. La niña estaba en su corral.

— ¿Es esta la criatura?...— Claudia mueve su nariz — huele delicioso...— ella saca sus colmillos afilado y su vista se posa en el pequeño cuello de la bebé, sin embargo, la vampira hace un gesto de dolor con asombro con su voz, puesto que una mano atravesaba su pecho desde su espalda. Ella gira su cabeza lentamente y mira encima de su hombro...— m-mi señor...

— como te atreves, Claudia... ¿Acaso el tiempo que la has pasado a mí lado no entendiste que no tolero que toquen lo mío?...— saca su mano ensangrentada y el cuerpo de esa mujer se desploma.

La vampiresa no morirá, solo agoniza y al menos de que no beba sangre no sanará la herida. Su dama de compañía se va a su lado eh implora para que no la mate.

— solo sácala de mi vista y váyanse...— Fausto se limpia la mano con un pañuelo que había en el corral, la dama carga a su señora y la saca de la habitación. Una ligera risa se escucha de parte de Teresa, seguido de una carcajada de bebé.

Fausto miró ese gesto de ella. Parecía feliz de presenciar una escena horripilante. O... Estaba feliz de nuevamente ver al vampiro. Esas dos ideas se cruzaron en la mente de él. Sin más, el la carga. Se dió cuenta que solo con el, ella se mantenía en serenidad.

— no te encariñes conmigo. Teresa. Dentro de unos años tu sangre será mía y la presa no puede querer a su cazador...— ella sonríe dulcemente ante esa declaración.

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Los años transcurrían en un parpadeo, ya no era un bebé la pequeña Teresa, ahora era una niña de 13 años. Criada bajo la tutela de Fausto y de su mano derecha que es Salomón, la niña siempre se la ah pasado al lado de ellos dos, el rey aveces no soporta la alegre presencia de esa joven y ella adora hacerlo enojar junto a Salomón que es el típico hermano obstinado. Teresa corría por el bosque en un intenso sol...

— oye mocosa, volvamos al castillo, no soporto este calor de porquería...

Teresa se gira con una pequeña sonrisa.

— ni que el sol te fuera a matar, solo es un mito, hermano Salomón...— suena el reloj con su din don, anunciando el mediodía...— oh, es hora del almuerzo.

— el único que me va a matar es Fausto por no llevarte a tiempo en sacarte la sangre. Vamos...

Teresa se encamina al lado de Salomón. Ella lleva una dieta equilibrada y saludable por su sangre, Fausto encontró una forma de tener su suministro de sangre fresca en la palma de su mano. Todos los días ella le da su sangre, hasta trajeron a un humano médico para hacer esa labor de sacarle el líquido a Teresa, pues si un vampiro huele la fragancia de esa sangre lo inevitable pasará y Teresa podría acabar muerta por el hecho de que los vampiros no se controlan a su instinto salvaje si ven una mínima gota salir de ella.

En una recamara estilo enfermería, llevan a Teresa ahí. Esa habitación es especialmente para ella, ya que como es humana, aveces se enfermaba de gravedad, hasta tiene su propio médico que vivía ahí bajo la amenaza de los vampiros, fue secuestrado del reino calipso desde que a Teresa le entró una grave enfermedad de bebé y solo las manos humanas podían curarla, buscaron al mejor de ese reino, sin embargo, el vivía oprimido por los seres de la noche en un principio, al pasar el tiempo en el mundo de los vampiros, no le tocaba más de otra que aceptar su realidad y quedarse en el mundo de las sombras, pero llegó a un punto que se acostumbró de tal forma que hasta una pequeña familia construyó con una condesa de este palacio durante los últimos años.

— bienvenida, señorita Teresa.

— que bueno verlo, doctor Moon.

— los dejo, no puedo estar aquí en el momento de que a ella le saquen la sangre — declaró Salomón que se alejaba de la habitación.

— es hora...— el doctor prepara los utensilios y extrae la sangre tan roja de Teresa.

— ¿Como está la condesa?

— va excelente. Pronto nacerá nuestro hijo. El primer en su clase...— se ríe suavemente—... Bueno, el primero que reconoce está especie, de seguro hay más por ahí, pero siendo rechazado por tener la sangre humana. Gracias al rey nos aceptaron en esta sociedad. Jamás imaginé tener a una vampira como esposa y madre de mi hijo.

— me alegra escuchar eso... Yo también espero forma una familia así aquí, con él.

— aún eres pequeña para pensar en crear una familia y también para tener un interés así con cierta persona.

— no importa, solo me interesa estar a su lado. Aunque aparenta ser frío por dentro y por fuera, el ah demostrando todo lo contrario conmigo.

— pequeña Teresa. Suenas como si estuvieras...

— ¿Enamorada?... Tal vez haya dejado llevar mi imaginación muy fuera de lugar por los libros que eh leído. Mucho de eso son de romance, y aveces me proyecto como una de esas protagonista que es amada por el villano...

— ¿No es por el héroe?— preguntó con una risita.

— no. Los héroes siempre quieren lo predecible, la victoria, las mujeres rubias y ser los más fuerte de todos... Los villanos son todo lo contrario, te sorprenden y son generalmente interesantes... ¿Como no enamorarse de ellos?

— eres muy joven, pero posees una elocuencia de una mujer inteligente. ¿Que pensara el rey sobre tí?

— eh, supongo que soy un fastidio viviente para él por ahora.

Una vez lista la sangre, como es de costumbre, la vierten en una copa de oro. Se lo entregan a su majestad en su trono, el coloca ambos colmillos en el borde del dorado cáliz y va succionando el líquido carmesí con gusto puesto que para él era sumamente deliciosa.

— como siempre la mejor sangre. Exquisita en todo los sentidos...— tocan la gran puerta de esa sala, poniendo de mal humor al rey por interrumpir su almuerzo.

— ¿Quién es y que quiere?— preguntó él con su tono malhumorado.

— soy Teresa, Fausto. Voy a entrar.

— cuántas veces te eh dicho que no me llames así...

Teresa se acerca, caminado en la alfombra roja sin sentirse menos por el ambiente tan pesado que Fausto provocaba.

— hmmn. Creo que cuando dije mi primera palabra— se sienta en el antebrazo del trono al lado del rey.

— ¿Como va tus clases de defensa?— le da un sorbo a la sangre.

— de maravilla, hasta que Salomón se molesta y ya no me deja ganar. Ahora creo que el debe estar esperándome. Solo vine a visitarte, ya me voy...— Teresa se levanta pero tan pronto ella hace eso, Fausto la detiene tomándo su muñeca

— espera... Voy contigo. Quiero hablar con Salomón...— bebe las últimas gotas de sangre y deja la copa en el muro del trono. Se levanta y sin soltar a Teresa caminan juntos.

Ella se aclara la garganta— Fausto... Se te olvidó soltarme.

— no, estoy consciente de eso...— mientras que seguían su camino, Fausto pregunta— Teresa, ¿Jamás has temido a este mundo?

— para nada, lo encuentro fascinante.

— ¿No te molesta el hecho que mato a cada tiempo a tu gente?

— puedo ser humana, pero me siento más de aquí ¿Sabes? Supongo porque me crié bajo tu mando... Eh leído libros sobre ellos, historia de la humanidad, y puedo entender que no somos la mejor especie. Y por lo demás que tú me has contado, menos creo en ellos.

El rey desde un principio le contó la verdad a Teresa, cuando el emperador de Calipso hace sacrificar a su gente por el bien de la realeza, hasta cuándo el padre de ella la ofreció a cambio de no morir, siempre Teresa a comprendido que los humanos son traicionero por naturaleza en el momento de que sus vidas depende de un hilo... Fausto mira a un lado para luego ver al frente.

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