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La Última Princesa.

La granja.

Son casi las seis de la mañana y acabo de despertar, el día es frío una ligera llovizna entra por mi ventana, frente a mi veo a Naybella mi hermana sigue dormida, sonrió al verla descansar tan en paz, miro hacia la ventana y un frío recorre mi cuerpo mi primer impulso es tomar la manta de lana color morado que esta junto a la cama de mi hermana, la cubro y salgo de mi habitación.

La granja en la que vivo no es muy grande, de hecho, es bastante pequeña, la entrada dirige a un pequeño salón en donde se atenderían a las visitas si tuviéramos alguna, después un pasillo lleva a la cocina y ahí hay una puerta trasera que da a la granja, en donde tenemos un establo ahí viven algunos animales como vacas, gallinas y cabras también tenemos una parcela con algunas cosechas como trigo, maíz y patatas, dentro de la casa hay un solo baño y dos cuartos uno el que comparto con Naybella y el otro el de mis abuelos Gladis y Edward; Mi estomago ruge y me saca de mis pensamientos necesito desayunar si quiero rendir el día de hoy, tomo un vaso de leche y un poco de pan con mantequilla, la vida aquí es muy sencilla, no tenemos ninguna clase de lujos, la gente de los alrededores vive igual, son solo granjeros y mercaderes que salen a vender sus productos para sobrevivir mi familia hace lo mismo tenemos un pequeño puesto en el mercado de víveres en donde vendemos leche, queso y mantequilla, solo espero que esta vez le toque a mi hermana ir al mercado me siento exhausta solo de pensar en el largo camino de la granja al mercado de víveres.

Pese a lo sencillo mi desayuno esta delicioso, tomo asiento y veo a mi abuela a través de la ventana, esta abrigada se puso un enorme sombrero que la protege de la llovizna, y ese espantoso suéter agujerado, mi mirada se cruza con la suya veo que me sonríe y vuelve a lo suyo, me doy prisa en terminar y salgo por la puerta hacia ella.

-Te levantaste temprano verdad? – la miro inquisitiva, ya se la respuesta, pero es una costumbre para mi preguntar lo obvio.

- A las 4:30 am, como todos los días -Me mira y agrega - Ya les dejé preparados los productos de hoy están junto a la puerta, necesito que alguna de ustedes vaya con el boticario por algunos frascos ya se terminaron y no tenemos donde poner la leche y mermelada.

-Está bien yo me arreglo con Naybella – me giro y camino en dirección hacia los gallineros, solo hay una cosa que odio más que ir al mercado, ir con el boticario.

No es que no me guste hacer nada, sino que más bien el joven William hijo del boticario siente una profunda atracción por Naybella, siempre que ella no va por los frascos y yerbas que nos vende su familia se pone a alardear sobre el negocio de su familia y en lo importante que sería para él, su esposa incluso le dijo a mi abuelo que no necesitaba una dote para poder desposar a alguien.

Cuando por fin termino de recoger los huevos y limpiar el gallinero son casi alrededor de las 8:00 am, a lo lejos veo a mi hermana recién levantada.

-Ya es tarde Nay, sabes que debes ayudar -Le digo un poco molesta.

-Lo lamento, me quede dormida -sonríe mientras pone ojos de cachorro regañado.

- No pasa nada, pero en compensación iras tu a la botica por algunos frascos, ya no quedan en casa y yo iré al mercado de víveres – le sonrió burlonamente, yo salgo ganando ella odia aún más que yo ir a la botica.

-NO, por favor ya sabes cómo es William- dijo casi murmurando, me quede atónita, - ¿Acaso te gusta? - no obtuve ninguna respuesta de su parte, solo tenía la cabeza gacha mirando el pasto como si este fuera lo más interesante del mundo.

Por mi parte yo no sabía que pensar, mi hermana es una joven hermosa, pero aun es muy pequeña no la veía en una relación con nadie, jamás había pensado que Naybella se iría de la granja para casarse y formar su propia familia, si bien era cierto que las hijas de los nobles se casaban a una temprana edad, ni mi hermana ni yo debutaríamos en la corte, no éramos para nada ricas solo vivíamos en una granja y no teníamos dote, es por eso que el matrimonio a esta edad jamás se me cruzo por la mente, pero tal vez yo no conocía a mi hermana tanto como pensaba.

-Niñas ya es tarde - era mi abuela gritándonos desde el otro lado de la granja nos despedimos con la mano y nos dimos la vuelta a la casa, ninguna dijo nada, ambas tomamos diferentes rutas, yo solo estaba segura de que esta caminata me ayudaría a pensar.

Para poder llegar a mi destino, antes debía pasar por un bosque sinuoso en donde con suerte encontraría algunas bayas que me encantaban desde niña, también recogería algunas para mi mejor amiga Sarah Grapham e iría a llevárselas cuando terminara de vender mis productos en el mercado.

Cuando recién llegue al mercado comprobé que los productos estuvieran aun en su lugar, pues caminar por el bosque era bastante agitado y de vez en cuando se rompían ya fuera porque chocaban entre sí o porque hacíamos algún movimiento brusco, esta vez por suerte todo estaba bien, la mantequilla seguía fresca al igual que el queso, ninguna botella de leche se había abierto y para mi suerte ningún huevo se había roto, cerré mi canasta y camine hacia la entrada de pronto sentí un profundo dolor.

-Arghhh -grite, pero el hombre que me había aplastado el pie ya se había ido y ni siquiera se giró para ver si me encontraba bien, lo mire mal mientras levantaba mi pie y sacudía la tierra de mi zapato, de repente alguien me había empujado, bendita suerte tenía el día de hoy.

-Oiga, casi me tira la canasta – Oh, lo siento es que estoy tan nerviosa, la regente Arianne está en el mercado, nos dará su bendición, todos esperamos con ansias que pase a nuestros lugares. – la mujer tenía una sonrisa de oreja a oreja, se veía extasiada por la idea de conocer a la esposa del regente Arianne era una mujer importante en Shekinah, sin embargo tenía una fama de ser cruel, mala con la gente del palacio y sobre todo de derrochar las arcas del reino en cosas tan banales como un pedazo de tela, el pueblo se moría de hambre, apenas teníamos dinero suficiente para poder pagar nuestros impuestos y a ella no le importaba, solo de pensar que la vería hacía que se me revolviera el estómago, como carajos era posible que esta gente olvide lo que los nobles nos hacen, para mantener su estilo de vida.

La mujer al ver que yo no le decía nada simplemente se giró y se fue. Cuando llegue a mi puesto acomode mis productos y saque un libro que me había regalado mi abuela el año anterior en mi cumpleaños número veintiuno; la gente pasaba cada poco a comprar cosas de mi puesto, mi abuela era una mujer muy querida en el mercado casi siempre nuestros productos se vendían por completo.

Yo seguía en mis cosas cuando sentí que alguien me miraba gire mi cabeza y la vi, era lady Nicola la hija del regente, ella estaba ahí frente mío, mirándome como si yo fuera una imbécil, sabia que ella me estaba preguntando algo, pero no sabía lo que era.

- ¿Disculpe? – conteste mirándola a la cara.

- Como es que alguien como tu sabe leer? – me miro con mucho asco, como si yo tuviese la peste, lo cual me molesto.

-Mi abuela, ella me enseñó a leer a escribir, hacer matemáticas – reí y la mire un instante y me senté de nuevo en mi silla tome de nueva cuenta mi libro e intente seguir leyendo.

- Y si tienes una abuela culta, ¿Cómo es que no te enseño a hacer una apropiada reverencia? – en ese momento todo me quedo claro, lo que le molesto fue que no me inclinará como toda la gente del mercado.

Justo en ese momento sentí miedo, mi abuela me enseño que debía mantener un perfil bajo, nunca explico porque, pero esa era una regla en casa, ni Naybella ni yo debíamos llamar la atención, no debíamos ser notadas, y esto estaba lejos de ser parte de un perfil bajo.

-Si, me enseñó a rendir pleitesía a la gente noble, sin embargo, tengo entendido que solo los nobles de sangre real tienen el derecho a exigir reverencias y usted solo es hija del regente un hombre que si no me equivoco es como nosotros, personas comunes que solo cuidan el trono para alguien más. -me arrepentí de inmediato, que carajos hice acaso quería morir.

La sonrisa de Nikola se borro de inmediato, su cara se deformo, ella era conocida por ser impulsiva pero nunca había cruzado los límites. – Guardias, lleven a esta imbécil fuera, le daré una lección.

-¡!-

Sentí un frío recorrer mi cuerpo, los guardias me jalaron los brazos, yo intentaba por todos los medios soltarme, pero era inútil ellos evidentemente eran mas fuertes que yo, cuando me di cuenta ya estaba encadenada al poste, todo el mercado estaba ahí la gente me miraba, algunos hasta lo estaban disfrutando.

-QUE ESTO SEA UNA LECCIÓN PARA TODOS - grito la regente Ariann, era obvio que apoyaría a su hija, le hizo una señal al guardia y este me miro de pronto todo se nublo, creo que me había dado una bofetada sentí un sabor amargo escurrir hacia mi boca, alguna parte de mi cara estaba sangrando de eso estaba segura, algo en mi interior esperaba que todo esto terminara con un simple golpe en la cara, pero la cara del guardia y sobre todo la de la regente Ariann me decían que esto era solo el principio.

Preguntas sin respuesta.

Aun estaba aturdida, me sentía confundida podía ver rostros familiares entre la multitud sin embargo nadie hacia nada, entonces la vi, se me rompió el corazón en ese momento Naybella estaba entre la gente, mirándome triste y a punto de llorar, podía ver la confusión en su rostro no entendía nada, daría todo porque mi hermana no viera lo que me harían.

De pronto la tela de mi vestido se rasgó, creí que me desnudarían, pero no fue asi solo mi espalda quedo expuesta, mis pechos por suerte aun seguían tapados gracias a que las mangas de mi vestido estaban apretadas, el guardia sostenía un látigo, ya sabia lo que me esperaba.

Naybella dio unos pasos, una señora la tomo por el brazo deteniéndola, mire a mi hermanita y le hice una señal con la cabeza para que no hiciera nada, cerro los ojos y lágrimas escurrieron por ellos, gire mi cabeza a otro lado y espere.

-Arghhh – grite, llevaba el conteo de los azotes, veintisiete, veintiocho, veintinueve, treinta, esperaba el siguiente pero no llego, levante mi cabeza y vi un carruaje familiar, era el del gran duque Grapham, bajo de su carruaje, me miro con tristeza y camino hacia la regente Ariann, no se que le dijo, pero me miro con demasiado odio, se acomodo el vestido y dijo; - SUFICIENTE- me sorprendí, y mire a Nikola ella estaba aun más sorprendida que yo, no se esperaba que su madre detuviera el castigo, solo se limito a asentir y se dirigió a su bonito carruaje cubierto de oro rosa, los guardias también subieron a su caballo y avanzaron, note que el hombre que me había golpeado le dio la llave al gran duque y se fue.

- Pero que le hiciste niña - me miro sorprendido, Naybella corrió hacia nosotros y le ayudo a liberarme, la herida de mi boca me ardía demasiado quise decirles algo, pero no pude, el duque le hizo una señal a los guardias que estaban junto a el y me ayudaron a subir al carruaje, mi mente se nublo y perdí el conocimiento.

...* * * * * * * * * * ...

- Quien carajos es ella - pregunto muy molesta Nikola a su madre, sin embargo, la regente no decía nada, lo único que su cara expresaba era terror, una arruga se formaba en su cara como si estuviera pensando.

- Cállate Nikola – dijo la regente y se giro hacia la ventana.

Ivanna que estaba junto a su madre y su hermana, conocía bien cuando su madre estaba molesta, el viaje al castillo Browbear se hizo en silencio, ninguna volvió a mencionar nada, una vez que llegaron, los sirvientes como de costumbre estaban en la puerta, esperando a sus amos y dándoles una cálida bienvenida, pero en esta ocasión, no había nada cálido las tres habían tenido un día muy duro.

El regente Malcolm les había dicho que debían visitar el mercado de víveres para que las personas las reconocieran y cuando el príncipe Chandler llegara al palacio, Nikola tuviera buena reputación y pudiera tener la oportunidad de que la Reina Mar Ibeth, que era conocida por su benevolencia, la apreciara tanto que la quisiera como esposa del joven príncipe.

En principio ellas aceptaron, odiaban a los plebeyos y campesinos, eran personas inferiores, pero si esa era la única opción de conservar el poder lo harían, lo único que no esperaban era que todo se saliera de control, ¿Y si el príncipe escuchaba los rumores sobre la hija del regente?

- Gracias a todos, pueden retirarse – dijo Ariann, nerviosa mientras los sirvientes se dispersaban, ella se dio la vuelta hacia sus hijas y les dijo que las quería ver para cenar, no les dio tiempo de responder, se dio la vuelta y se dirigió a la oficina de Jamie, el secretario y consejero privado de la realeza.

- Toc, toc – sonó la puerta de madera, Sir Jaime, inmediatamente se paró y abrió, tenia una cara de sorpresa, la regente Ariann jamás venía a visitarlo, sin duda el tema serio complicado.

- Pase mi señora – le hizo una débil reverencia, si bien no era obligatorio, por costumbre y por mantener su empleo se había acostumbrado a hacerlo.

- Muchas gracias, Sir Jaime - la regente entro y se sentó, rompió el incomodo silencio diciendo. – ¿Que sabe sobre la familia real? - no tenía tiempo de mantener una conversación, si quería evitar que algo malo sucediera tenia que saber todo y lo antes posible.

- Eh, bueno - titubeo Sir Jaime – Desaparecieron hace dieciocho años mi señora – dijo la verdad, pero sabia que la regente estaba ahí, para algo más que simples suposiciones.

- Yo se eso, Sir Jaime, pero quiero que me cuente absolutamente TODO - recalco estas ultimas palabras, Sir Jaime llamo al criado que estaba a su servicio y le pidió que trajera una bandeja de te y algunos bocadillos, pues la conversación seria larga.

Pasaron alrededor de tres horas en las que hablaron acerca de la familia real, del bebé que nació y que desapareció, probablemente si apareciera les quitaría todo el poder acumulado por años, Ariann estaba muy asustada camino a su dormitorio, necesitaba hablar con sus hijas sobre lo que el duque le había dicho.

Cuando llego a la gran habitación que compartía con su marido, entro a la galería y vio a su hija mayor sentada esperándola para cenar.

- ¿Y tu hermana? – rompió el silencio, mientras le hacia una señal a su hija para que se enderezara, su voz era ronca y se notaba que estaba preocupada, su hija menor Ivanna era un libro abierto y si su padre o su abuela le preguntaban acerca de lo sucedido era obvio que les contaría todo.

- Esta con mi abuela – respondió Nikola, sin ganas de escuchar las preocupaciones de su madre, su hermana era una chismosa y eso no cambiaría siempre había sido así, no entendía porque esta repentina preocupación.

- Bien, tal vez así sea mejor, escúchame con mucha atención - se giro y cerro la puerta con seguro, era necesario que nadie mas escuchara lo que estaba a punto de revelarle.

El relato.

No sé cuánto tiempo había pasado me encontraba recostada boca abajo al poder recuperar mis sentidos me di cuenta del inmenso ardor en mi espalda, estaba desnuda de la parte de arriba me asuste, pero pude ver que en la posición en la que me encontraba era prácticamente imposible que algo quedara expuesto.

Aun me sentía mareada y algo confundida, sentía que la habitación en la que me encontraba estaba dando vueltas; supe de inmediato que me encontraba en la mansión Grapham, probablemente en la habitación de mi mejor amiga Sarah, la verdad no lo sabia con mucha seguridad pues casi no venia a esta parte del reino, mi abuela no me dejaba acercarme mucho a casi ningún lado supongo que era para evitar que me metiera en problemas justo como hoy,

Escuché la puerta abrirse, pero por mi posición no pude no pude voltear me dolía mucho la espalda para hacer tal esfuerzo.

- ¿Cómo te encuentras? - reconocí esa dulce voz, era mi amiga Sarah, sonaba preocupada y algo molesta, desde muy pequeñas nos hicimos amigas aunque al principio ella me rechazaba y yo lo entendí, pues ella era la hija del Gran Duque Grapham su familia pertenecía a la nobleza y bueno mi familia era de simples granjeros, eso no me molestaba en absoluto, solo que más bien que era normal que ese tipo de personas no se relacionara con gente inferior la excepción era esta increíble familia, en un principio la obligaron a ir a la granja a convivir conmigo, y con el paso del tiempo nuestra amistad se dio por sí sola ella me enseñó muchas cosas como por ejemplo a tocar el piano recuerdo que su madre siempre nos sentaba en el banquillo del piano y nos obligaba a tocarlo dos horas al día ya fuera en solitario o acompañado supongo que sentían lástima de mí.

- Estoy bien, no te preocupes - sonreí, pero esta vez no me creyó, si bien era cierto que no podía ver mi propia espalda, si estaba segura de que se encontraba muy dañada, en ese momento sólo pude pensar en una persona y en cómo reaccionaría.

- Sarah, mi abuela sabe algo? – dije preocupada, podía ver que era tarde y tenía miedo de que estuviera muy asustada.

- Viene en camino, Justin fue por ella hasta la granja, esto segura que querrán verte - dijo creyendo que esas palabras me harían sentir mejor, pero en realidad fue todo lo contrario, me sentí sumamente ansiosa.

El tiempo parecía que pasaba más lento que de costumbre, Sarah seguía junto a mí, esta vez me estaba leyendo un libro de romance eran sus favoritos, yo sólo le sonreía de vez en vez, pues no quería hablar a que cuando lo hacía sentía como si se me desgarrara la espalda, además la boca me ardía por la bofetada que me dio ese guardia, por suerte mi amiga al parecer también lo sabía ya que no me preguntaba como de costumbre la opinión sobre el libro o los personajes.

- Entonces la corte imperial se quedó en silencio, aquella dulce joven parecía ser otra, portaba con orgullo aquella hermosa corona demostrando quién se sentaría en el trono, su caminar era seguro ya no titubeaba más, mantenía la mirada alta mientras observaba a todos reverenciarla, y ahí estaba el, justo frente al trono un apuesto joven le sonreía mientras se acercaba a ella de un modo seductor y salvaje. – el relato de mi amiga se interrumpió de pronto cuando alguien llamo a la puerta, una de las criadas de la mansión que servía a mi amiga abrió la puerta dejando entrar al médico, al ver su cara note que no era el médico del pueblo así que intuí que era el medico que atendía a los nobles, su expresión me confirmo esto cuando me vio recostada en la cara e hizo una mueca sintiéndose incomodo, aun así siguió manteniéndose profesional me pregunto.

Como se encuentra señorita – me miro con lastima al ver mi espalda, así que supuse que estaba peor de lo que había pensado en un principio.

- Lo mejor que puedo estar - respondí sin mucho ánimo, estaba molesta pero no quería desquitarme con el médico, esta situación en definitiva no era culpa mía pero tampoco de él, además debía estar calmada pues mi abuela llegaría en cualquier momento y no quería que se asustara.

El medico se acercó a mí, abrió su gran maletín se giro a las sirvientas de mi amiga para que trajeran un balde con agua caliente, algunas telas que sirvieran como vendas y algún dulce, el medico pensaba que del dolor era probable que perdiera el conocimiento, me gire a ver a mi amiga su expresión era de pánico y ansiedad respire profundo mientras hundía mi cara con la almohada.

El proceso de curación transcurrió en silencio, el medico me aplicaba un aceite que ardía demasiado al contacto con mi piel, mojaba un paño de tela en agua lo exprimía y me lo colocaba en las heridas. La curación por fin culmino después de una hora aproximadamente, me dijo que me recetara un ungüento y que lo antes posible debía aplicarlo en mi espalda, de pronto su expresión se oscureció.

- Le quedara una cicatriz - dijo el medico apenado.

- No importa - le respondí lo mas amable que la situación me dejaba ser, para ser honesta ya estaba muy cansada, había sido el día mas largo que recordaba la verdad no tenia ganas de pensar en las futuras cicatrices de mi espalda.

- Importara en el futuro, seguiremos sus instrucciones al pie de la letra para que le daño sea el menos posible - hablo el Duque Grapham desde la puerta, no sabía cuanto llevaba ahí, de pronto me sentí apenada le estaba causando molestias a su familia.

El medico le dio la receta y se retiró, de pronto el Duque también se marcho con la excusa de acompañar al medico a la puerta, no me dio tiempo de preguntarle porque razón era tan importante evitar cicatrices, aunque intuía la respuesta tal vez por si me casaba a mi futuro marido le incomodaría mi espalda, lo cual me tenia sin cuidado ya que el matrimonio no era una de mis prioridades.

La puerta volvió a abrirse, pero para mi sorpresa era mi familia, mi abuela Gladis, mi abuelo Edward, mi hermana Naybella y mi madre, mi expresión cambio de inmediato, no la quería ver ahí Elisbeth era mi madre biológica, fue la mujer que me había dejado apenas nací, tengo entendido que el parto fue complicado y que estuve apunto de morir pero eso a ella no le importo, pues me dejo a la semana de haber parido y no la volví a ver hasta dos años después cuando trajo a Naybella a la granja, paso unos meses con nosotros y después también se fue, a mi hermana le costo adaptarse a su nuevo entorno si bien era una bebe ya reconocía los brazos de su madre. Nos escribía cartas de vez en cuando, hace seis años supe que se caso con un Lord y dos años después tuvo un hijo, Archie es mi hermano menor, no lo conozco aun, pero lo quiero mucho, esperaba desde el fondo de mi corazón que por fin fuera una buena madre y se ocupara de ese niño.

Nuestras miradas de pronto se encontraron y como si ella supera lo que yo estaba pensando, pude notar ¿culpa? En realidad, no sabía que expresaban sus ojos, la triste realidad es que yo no la conocía. Desvié la mirada y me centre en mis abuelos, estaban tan preocupados les sonreí y les tendí la mano, quería sentirlos cerca de mí, cuando la tomaron mis lagrimas comenzaron a salir, realmente en ese momento fui consciente de todo, realmente estuve en peligro, si el Gran Duque Grapham no hubiera llegado, ¿realmente esa mujer se habría detenido?

-Tuve miedo - dije llorando, estaba por fin segura en los brazos de las personas que me habían criado desde bebe, por fin pude llorar sin reprimir mis emociones, mi pecho subía y bajaba mientras se contraía, tuve ligeros espasmos tarde bastante en calmarme, los sirvientes del Duque trajeron te y dulces los dejaron en una mesa de cristal junto a la cama y se marcharon, Naybella fue la única que comió galletas, mi madre tomo te y mis abuelos se sentaron en unas sillas junto a mí, sin duda esperaban que les contara todo.

- Cuéntame como sucedió todo - Lo mire e inmediatamente baje los ojos, el era muy impulsivo, pero si le mentía terminaría enterándose ya que la gente del mercado de víveres había visto todo, así que suspire y opte por relatar toda la verdad, si bien sabía que se molestaría, aquí junto a el se encontraba mi abuela y mi madre que sin duda podrían calmarlo.

Les conté absolutamente todo, desde el pisotón hasta la burla de la señorita Nikola y la respuesta que le di y que tanto la provoco, así como lo que me hizo el guardia y lo que me rompió la voz fue que el puesto de mi abuela había sido destrozado por completo….

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