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Tronconal

Playas de Amor

El puerto de las Playas de Amor que tanto evocaba La Piragua de José Benito Barrios, es el epicentro de la venta de pescado fresco, que trajo la subienda de la mañana. Las caras morenas de los pescadores irradian alegría por la producción generada. Hoy hay celebración, un modo de acción de gracias.

-Olga mija; necesito que vayas al puerto y me traigai unos bocachicos pa'l almuerzo... ve que tu papá llega hoy de la Loma

- Si mamá, ya agarro pa'l puerto

Olga sale de su pequeña y acogedora casa de Bareque hacia el puerto, lleva la ilusión de conseguir unos buenos pescados para ofrecerle todo un banquete a su papá que tanto trabaja para darles una buena vida a ella y a su mamá. La muchacha se lleva su palangana en la cabeza, mientras camina en una danza que hace a más uno voltear a verla.

-Oh Eriberto ¿está muy lleno el puerto?

-No Niña Olga, ya el que compró, compró

Al llegar al puerto pudo divisar el puesto de pescado de Juana Gámez, una mujer robusta y de cabellos claros al igual que sus ojos. Es difícil pensar que en su juventud hizo suspirar a más de uno, y que de tanto desechar, se quedó vistiendo los Santos de la iglesia.

-Niña Juana vengo por unos bocachicos para mi papá

-Adelante Olguita, estos son los que tengo, escoge los que gusten...

- Dame estos 5, se ven bonitos, seguro que mi viejo los va a disfrutar

-Yo también quiero 5

Una voz se oyó muy cerca ella, tan cerca que la hizo saltar.

-Claro que si Quelito ¿cuándo volviste de Bogotá?

-Hace un par de días Juana ¿cómo has pasado? ¿y tus males?

preguntó Ezequiel sin siquiera reparar a la muchacha que yacía a su lado

-Bueno, he estado un poco mejor desde que me recetaste aquella medicina... ¿ya viste a Olguita?

El muchacho entonces, dio un medio giro para mirar a la muchacha a su lado y sus ojos se abrieron con sorpresa. La última vez que la vio, era una musaraña desnutrida y rostro polvoriento. Pero ahora era una hermosa gacela morena de ojos pétreos.

-¿Olga Tavares?

-Si soy yo, joven Quelito... hace mucho no lo veía- dijo con voz tranquila, pero tímida. Ella estaba enamorada de Ezequiel desde que era una niña, soñaba con crecer para casarse con él.

-Oye cómo has crecido, ya no eres la pelaita aquella fea y lombricienta que me tiraba piedras- soltó una risa fresca, que hizo avergonzar a la muchacha

-Pues se lo merecía por estar metiéndose conmigo sin razón ¿o es que cree que se me olvida paliducho?

Los ojos verde aceituna de Ezequiel, disfrutaron ver aquel hermoso espectáculo que era Olga, jamás se imaginó que aquella niñita flaca, se convertiría en una hermosa estatua de ébano

-Pero ya crecimos, bueno, yo más que tú, pues soy mayor. Y hay que reconocer que estás muy bonita...

Aquellas palabras hicieron que su corazón se detuviera por un instante, para después dar rienda suelta a caballos desbocados.

-Niña Juana ya me voy, muchas gracias por los pescados

Olga dio media vuelta y se fue dando grandes zancadas para huir de los ojos de aquel joven hombre que siempre la hizo soñar. Los ojos de Ezequiel se fueron detrás de aquellas caderas redondas que se movían al son de la brisa cienaguera

-Niño- exclamó burlonamente Juana- la vas a desgastar con la mirada, ella vive lejos y tus ojos no la alcanzan (jajajajaja).

-Oye Juana, jamás pensé que la musaraña fea esa, se convirtiera en una hermosa muchacha

-Si señor, ella es el orgullo de Don Santos y Doña Cristina.

Ezequiel se fue a su casa que quedaba cerca a la Calle del Medio, llevó los pescados a la cocina y se fue a su cuarto a seguir trabajando en su vademecum. De pronto, una sonrisa lo sorprendió al recordar la bella imagen de Olga. Algo era seguro, la quería volver a ver.

-¿Cómo te fue Olguita? - le preguntó su mamá desde la cocina de patio

-Bien mamá, compré unos buenos pescados... oye Ma ¿sabías que el odioso de Quelito había vuelto para estas vacaciones?

-A sí mija, por ahí lo vi cuando fui a casa de su papá a planchar- respondió su mamá desde la cocina de patio- está muy bonito el galeno, la capital le sienta bien. Me dijeron que piensa quedarse trabajando por acá.

-Ay no!- exclamó la muchacha fingiendo fastidio, pero la verdad es que le hacia mucha ilusión volver a verlo

y este era el comienzo de una bonita y sufrida historia de amor...

♥️♥️♥️♥️♥️

Espero que se puedan enamorar de esta historia de amor, que habla de vidas típicas de la gente de mi tierra

soy Raquel Sánchez

un gusto saludarlos y saludarlas

Tus ojos

Pasaron tres días desde aquel encuentro en Las Playas de Amor, ni Olga ni Ezequiel se habían vuelto a ver, pese a lo pequeño del pueblo. Ella trataba de evitar un encuentro, su corazón era una feria cuando estaba cerca de él. Desde que era niña soñaba con esos ojos verdes aceituna. Anhelaba que él la mirara como Barrios había mirado a su momposina, pero ella no era más que una muchacha de pueblo y ya él había probado la ciudad. Por su parte, Ezequiel no recordaba haber visto unos ojos tan hermosos en ningún otro lugar. Había viajado a varias ciudades e incluso, a otros países, pero jamás vio una mirada tan llena de inocencia y luz como la de Olga Tavares. Ella era madreselva y campo, lo hacía recordar a las hermosas esculturas de diosas egipcias que vio el museo de Londres. Toda ella era más hermosa que cuarenta reinas.

-Ezequiel- gritó su papá- ¿Te gustaría ir conmigo a Los Placeres? Hay asuntos que debo resolver allá

-Por supuesto papá!

Los dos hombres se subieron al jeep color verde oscuro y tomaron el camino que va a Los Placeres. Ese era un paso obligado por la casa de los Tavares y Ezequiel tuvo mucha ilusión de volver a verla. Efectivamente ella estaba sentada con varios niños que la rodeaban ayudándola a armar el pesebre para la novena de navidad. Lucía tan bonita con su sencillo vestido blanco y los pies descalzos

-Adiós Garza flaca- le gritó Ezequiel cuando pasó - Por la tarde vengo para que me des un vaso de chicha...

-Un puño es que te voy a dar Amarillo Pálido- gritó ella sosteniendo una piedra en la mano, pero la dejó caer al suelo cuando vio que iba acompañado por su papá.

Los dos hombres llegaron a Los Placeres para revisar que el ganado no se había perdido. Últimamente, se les perdía una vaca semanal, lo que les indicaba que habían cuatreros cerca. Don Eulogio, había heredado la finca de su padre, amaba esa tierra más que nada. Amaba la hermosa vista panorámica que ofrecía del Banco Magdalena y del mismo muelle de su querida Chimichagua.

Ezequiel por otra parte tenía en su mente la expresión de enojo de Olga, cosa que le causaba gracia ¿Por qué no la podía sacar de su cabeza? Ella solamente era una muchacha de pueblo que de niña fue su archienemiga, pero de mujer era un destello de emociones. Esa tarde sin duda iría a casa de los Tavares con la excusa de comprar chicha de maíz. Ya por la tarde los dos hombres llegaron y se detuvieron en la casa de los Tavares para tomarse un refrescante vaso de chicha. Olga los atendió sin mirar a los ojos a Ezequiel, mostraba un enojo que no sentía, pero por dentro su alma pedía a gritos que lo mirara. Los ojos de Quelito eran para ella las hojas del árbol de ceiba que reposaba en su patio.

-Buenas tardes Doña Cristina! ¿Cómo está? - dijo Don Eulogio al llegar a la casita de bateque- ¿tiene chicha?

-Eh, Don Eulogio! claro que si- dijo la mujer mayor- arajo Niño Quelito ya es todo un hombre y todo un doctor

-Si señora, ya me recibí de médico y después la especialización, aunque voy a quedarme por acá algún tiempo ayudando a papá un tiempo en su consultorio, sabe que quiero a mi tierra demasiado y además tengo intereses por aquí- dijo esto último mirando a Olga que de los nervios dejó caer el vaso de chicha sobre él.

-Niña ten cuidado, ya bañaste a Quelito- regañó Doña Cristina

-No se preocupe, lo que pasa es que la garza flaca se pone nerviosa cuando me ve- dijo él con tono burlón

-Ni que fueras la última agüepanela del desierto- respondió ella a la defensiva

La afirmación del joven hombre la tomó por sorpresa, ¿ será que él sabía que ella lo había amado desde niña? ¿o solo quería molestarla? pero sus palabras nada estaban alejadas de la realidad.

-Don Eulogio ¿recuerda que Olguita siempre le decía que ella se iba a casar con Quelito cuando fuera grande?- dijo entre risas su mamá, y el rubor de la sangre se le subió al rostro

- ¿A si? ¿Eso decía la garcita flaca?- preguntó Ezequiel fascinado con aquella escultura de bronce- tendré que venir más de seguido a ver a mi futura esposa entonces- dijo con una risita el joven hombre

-Ya te dije que ni si fueras la última agüepanela del desierto niño

-Ya te dije, te vas a casar conmigo Garza flaca

Los mayores soltaron la risa mientras veían el berrinche que armaba la bonita muchacha de ojos pétreos.

-《Serás mía Olga Tavares, serás mía 》pensó el joven hombre mientras la admiraba como lo mas bello que vieron sus ojos verdes aceituna

La Garza

Después de aquella visita de Don Eulogio y Ezequiel a su casa, Olga trató de ocultarse bien entre las gentes del pueblo. No pensaba darle frente a Ezequiel, ella pensaba que él solo se burlaba de ella y no lo permitiría. De seguro él tendría su novia en la capital y ella soñando con él.

Los niños y adolescentes de la cuadra fueron a buscarla para que fuera a jugar fútbol con ellos a la orilla de la ciénaga. Su mamá luchaba con ese gusto que ella tenía por el fútbol de barrio. No lo veía nada femenino de ninguna manera. Pero Olga disfrutaba jugar con sus amigos de vez en cuando, sobretodo por las tardes serenas. Ezequiel había salido a caminar la orilla de la ciénaga, disfrutaba mucho de aquel exuberante paisaje, donde se logra divisar una de las cordilleras. Pero el paisaje mejoró cuando divisó a su bella Garza morena jugador como un muchachito más. Sus ojos se iban detrás de aquella muchacha de calderas redondeadas y largos cabellos de sueltos rizos.

Decidió tentar suerte y desafiarla a un duelo de balón pie, cosa que ella aceptó al azuse de sus demás compañeros. El duelo a muerte inició y ella con la habilidad una gacela, logró llevar a la victoria a su equipo.

-Debo reconocer Garza flaca, que eres buena para esto- añadió él, mientras tomaba aire respirando cansado, no se adaptaba aún a aquel calor abrasador de su pueblo

-Que no me digas así Amarillo Pálido- gritó ella con impetud

-Si vieras lo bonita que te ves cuando te enojas mi Garcita.

El masivo grupo que los acompañaban abuchearon a la hermosa joven, que deseó que la tierra se la tragara.

-Yo no soy tu Garcita- dijo aún más alterada ella y rápidamente se fue corriendo, más por vergüenza que por enojo.

Llegó a su casa hecha un relámpago y se encerró en su pequeño dormitorio sin saber que hacer. Era notorio que Ezequiel se había propuesto molestarla ese diciembre y ella no se lo permitiría.

Para Ezequiel la historia era otra. Aquella muchacha se había convertido en el eje de su estancia allí. Anhelaba verla todo el tiempo. incluso la observaba cuando iba por la calle y ella ni se percataba que se había instalado en su corazón. Quería hacerla suya de manera que ella jamás miraría a ningún otro hombre.

Los días transcurrieron y ya solo faltaban dos días para el día de la Concepción, la Santa Patrona del pueblo. Ese día innumerables familias y personas salían a los diferentes eventos del pueblo con sus mejores ropas. Las familias más distinguidas donanaban juegos pirotécnicos que iluminarían el evento.

-¿Quelito y viene tu novia la cachaca?- preguntó Alonso el hermano menor de Ezequiel

-Ella y yo hace rato no somos nada, digamos que ahora tengo mis ojos puestos en una diosa de bronce

- Uug carajo ¿Quién será esa?

Ezequiel sonrió mientras miraba su reflejo en el espejo de armario.

-Ya lo sabrás

Olga se hallaba cosiendo su vestido para el día de la Concepción, quería hacer un vestido perfecto. Le encantaba hacer sus propios vestidos. Su padre le había regalado una máquina de coser y ella le daba muy buen uso siempre.

-Olga está anocheciendo, ¿podrías ir donde los Queruz a buscarme el pago de la ropa?

-Claro que si mamá- no pudo negarse. Le ponía nerviosa llegar a casa de la familia de Ezequiel pues temía verlo otra vez

No tardo mas de quince minutos llegar a la casona, la puerta principal se abrió y ella pudo ingresar hasta la sala de aquella hermosa casa republicana.

-Buenas noches Olguita ¿cómo estás? - preguntó Don Eulogio amablemente

-Buenas noches Don Eulogio, estoy bien ¿Y usted?

-Bueno, he estado mejor, pero la edad no viene sola, los achaques la acompañaba de manera casi que instantánea. Por ahí anda tu prometido (jajajajaja) ! soltó una risa aquel hombre mayor

-Mire Señor Eulogio, yo con ese hijo suyo...

-Con ese hijo suyo ¿Qué mi futura esposa? - reprochó sonreído Ezequiel

-Que contigo ni de aquí a la esquina

-Conmigo de aquí al altar mi Garcita flaca- y le lanzó un beso coqueto

La muchacha prácticamente salió corriendo del lugar, no entendía por qué jugaba con ella

-Mejor ve a buscarla y la acompañas a su casa- ordenó el padre

- Ya voy papá

Corrió detrás de ella y la alcanzó llegando a casa de ella. Carajo, realmente corría y caminaba rápido

-Oye Garcita flaca, espera- dijo él con vozagitada

-¿Qué querei? ¿Burlarte más de mi?

-Claro que no! - contestó él- yo lo que menos quiero es eso, solo que me gusta verte enojada

La muchacha se detuvo dándole el frente y le encestó una patada en la parte baja de la pierna. El se dobló del dolor, mientras la miraba alejarse. No pudo evitar sonreír

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