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Dulce Venganza

Capítulo 1 INTRODUCCIÓN

La puerta fue abierta abruptamente y el sonido de los pasos junto a una carcajada irónica y los aplausos de aquella persona resonaron en la habitación donde me encontraba envuelta en aquellas sábanas.

-Felicidades Brother! Lo lograste

-Te toca pagar hermano, te dije que yo si podía. Vístete y vete- contestó la persona a mí lado

-¿Qué? ¿Que sucede?

-Dejame explicartelo bien, saliste con nosotros dos pero él fue capaz de acostarse contigo y yo no. Ahora debo pagarle, ¿Verdad Bro?

-Ustedes me... apostaron- mí voz se quebró y en mis ojos el ardor por las lágrimas que debían salir

-Finalmente lo entiendes Victoria, irónico nombre para una perdedora como tú. Deberías agradecer que estuviste con los dos más deseados, no todas tienen ese privilegio- quien minutos antes había estado conmigo ya no tenía ni una pizca de dulzura.

Me vestí sintiéndome sucia y asqueada por lo que había sucedido, con dolor en mí parte íntima pero nada comparado al de mí corazón, ¿Por qué a mí? ¿Qué les hice yo?

La mancha en las sábanas celestes de aquella cama confirmaba que había dejado mí pureza allí pero no sólo eso, sinó también mis ilusiones y mí inocencia.

Salí de esa habitación donde sentía que me faltaba el aire y me dirigí a la salida a paso apresurado rogándole a Dios o a cualquier ser celestial que por favor ellos no estuvieran allí pero si estaban. Antes de abrir la puerta volvieron a reírse en mí cara y a mofarse de lo estúpida e ingenua que fui.

Me abrieron la puerta pero antes de atravesar el umbral les dije

-Algun día se arrepentirán y de rodillas vendrán a pedirme perdón- volvieron a reírse con toda la arrogancia que poseían y salí azotando la puerta

Corrí a casa lo más rápido que pude intentando no sentir el dolor de la primera vez pero fue imposible. Llegué a casa y me encerré en mí cuarto sin saber que apenas había abierto las puertas del infierno en el cual sería arrojada en cuestión de tiempo.

Mí nombre es Dulce Victoria Adams y fui víctima de los malditos gemelos Scott quienes sólo por placer arruinaron mí vida.

En menos de una semana yo pasaría de ser la chica insignificante que vive apartada de los demás a ser la burla de todos los estudiantes y no sólo de aquella maldita institución que me vio crecer sino de todos los adolescentes y preadolescentes de la maldita ciudad.

Mis sueños se transformaban en pesadillas dónde todo lo sucedido se repetía una y otra vez y sus malditas palabras no dejaban de sonar.

Dicen que la primera vez en la vida de una mujer no se olvida, que el primer amor deja una huella pero a mí quien creí que era mí primer amor me arrancó el corazón y lo pisoteó sin piedad alguna pero no lo hizo solo.

Perdonar es divino pero no todos somos capaces de hacerlo, algunos vivimos presos de nuestro pasado, presos de las malas decisiones que marcaron nuestra vida de las cuales aveces también la piel.

Los años pasaron para mí pero las huellas de mí adolescencia quedaron y de solo verme se que quedarán para siempre.

Capítulo 2 13 AÑOS ATRÁS PARTE 1

Dulce Victoria Adams

Nací en Argentina aunque me he mudado en bastantes oportunidades. Vivimos una temporada en Estados Unidos, luego en México y volvimos a mí país.

Mí padre es médico cirujano, una eminencia, una leyenda en otras palabras y por capacitaciones y excelentes oportunidades para ir a buenos hospitales y clínicas. Siempre fuimos bien recibidos en todos los sitios aunque mí caso era quizás bastante diferente al de mí padre.

Tantas mudanzas y lugares con costumbres diferentes me llevaron a que me costara adaptarme y socializar. Hacer amigos se convirtió en algo imposible debido a que entre que yo era una tímida más del montón y para colmo aplicada y con una vestimenta muy sencilla no llamaba la atención de nadie. Tener novio aún más difícil y además con nuestras mudanzas me daba miedo comenzar con alguien y acabar en otro país.

Aún así me enamoré como una idiota de alguien que sólo jugó con mis sentimientos pero que a ciencia cierta no sé cuál de los dos inútiles era porque si, gemelos idénticos vaya suerte la mía.

Trece Años Atrás

Tengo 17 años y me encuentro en Buenos Aires, Argentina cursando último año de secundaria, a punto de recibir mí diploma y cerca de entrar en la universidad. Tengo notas que están cerca de la excelencia por lo cual ser admitida en cualquier universidad no será problema.

Mí madre es odontóloga así que imaginarán que esperan que yo me convierta en algún tipo de médica de alguna especialidad pero no decido a qué dedicarme de momento.

Voy a clases y ya estamos a finales de octubre (en Argentina las clases finalizan a fines de noviembre o a inicios de diciembre). Uno de los chicos más lindos de mí clase se acerca a mí con su gran sonrisa luciendo tan lindo como cada día.

-Hola Vicky me preguntaba si a la salida quisieras ir conmigo por un helado

-Mmm está bien Franco- respondí sonrojada y avergonzada

La "cita" resultó bien sin conseguir que lo mirara a los ojos por más de diez segundos continuos. Aún no me creía que era yo quien estaba con el chico más perfecto. Él parecía agradable y simpático, además me hacía reír. Él me gustaba hace poco tiempo así que ahora estaba aún más enamorada por la oportunidad de estar junto a él.

Una semana pasó donde salimos cada día y él fue todo un caballero que hasta me acompañaba a mí casa. Me besó, mí único y primer beso. Naturalmente no supe responder pero me sentía en el cielo, un gran sueño cumplido.

Aveces Franco se comportaba un poco distinto o no recordaba puntualmente algunas cosas pero ignoraba aquellos momentos porque así sea algo disperso o distraído yo tenía su atención y era lo único que importaba.

Nuestro romance era a escondidas por petición de él y yo estuve de acuerdo porque planeaba presentarselo a mis padres al finalizar el año y recibir mí diploma.

Franco me invitó a su casa algunos días pero sus padres jamás estaban porque tenían una empresa que consumía su tiempo completamente. Cada vez había más besos, algunos días más caricias rozando mis límites personales,ya que me daba vergüenza que me tocara más íntimamente debido a que jamás nadie lo había hecho antes.

-Vicky te amo, me gustaría que confiaras en mí- se veía algo triste al mencionar aquello

-Yo también te amo y confío en ti, ¿Lo dudas?

-Es que no lo parece, cada vez que quiero tocarte me pones peros, ¿No me quieres lo suficiente o no te gusto?

-Solo me da vergüenza, lo siento- me disculpé avergonzada y volvimos a besarnos

Aquel día luché por no poner barreras entre los dos y finalmente dejé que me tocara por sobre la ropa. Después él me acompañó a casa y se fue. Nuestra relación avanzaba pero era normal, algo que todas las parejas de novios hacían ¿O no?

Capítulo 3 TRECE AÑOS ATRÁS PARTE 2

Dulce Victoria Adams

Una semana pasó desde que Franco comenzó a besarme con más pasión y a prolongar la unión de nuestros labios por más tiempo hasta dejarme con la respiración agitada mientras sus manos recorrían mí cuerpo.

Las caricias ya no eran sólo sobre la ropa sino que aveces metía sus manos debajo de las prendas que usaba. Había días que me tocaba más brusco y otras veces más suave. Algo que creí natural.

Llegó diciembre, donde íbamos sólo por gusto a clases porque ya los exámenes que definirían nuestras últimas notas ya habían sido tomados. Solo esperábamos que nos dieran los resultados y después la graduación.

Nos vimos Franco y yo en su casa y los besos ésta vez eran más desesperados, más ardientes. El calor era demasiado, una temperatura superior a los treinta grados y yo usaba un vestido fresco que me quedaba debajo de las rodillas.

Fuimos a su habitación con la excusa de que lo ayudara a buscar unos papeles para la universidad pero sólo fue un pretexto para ir a ese lugar. Nos besamos hasta que mis labios sentían cierto ardor porque era un poquito brusco y el me quitó el vestido que estaba usando, después su ropa y la parte inferior de mí conjunto de ropa interior. Lo vi desgarrar una envoltura plateada y después se posicionó en mí entrada.

Miré su rostro cuando se apoyó en mí intimidad haciéndome sentir su punta. El me sonrió y yo cerré los ojos, comenzó a entrar pero un poco más fuerte de lo que esperaba. Él me decía palabras que me hacían sentir más tranquila y en cierto modo querida pero con un tono de voz diferente por la excitación del momento.

Finalmente él terminó y fue el inicio de la pesadilla de mí vida.

Sentí pasos, alguien abrió la puerta de golpe y posteriormente aplausos. Era el hermano de Franco quien entraba riéndose. Estaba demasiado avergonzada, en la primera vez que tienes relaciones que entre tu cuñado cuando acabas de hacerlo es incómodo aunque estaba tapada con la sábana celeste.

Esperé que Franco le pidiera salir del cuarto pero jamás que le dijera algo tan horrible como que todo fue una simple apuesta entre ellos para ver quién conmigo se acostaba como si yo fuera un simple objeto inanimado incapaz de sentir emociones.

Las palabras de los dos se oían fuertes y en sus rostros la burla reflejada, habían jugado conmigo de la peor manera. Allí comprendí todo, ellos habían estado conmigo quizás alternandose, algo repugnante y todo encajó en su lugar. Los cambios de actitud, la manera de besar, la manera de tocarme y el humor diferente, hasta las cosas olvidadas tuvieron sentido.

Me sentí sucia, enferma, arruinada, con gran asco y repulsión hacia ellos pero sobre todo hacia mí misma, ¿Cómo es que podía superar esto y olvidarlo? Exactamente no podía hacerlo, jamás lo haría.

Quien me engañó para quitarme la virginidad me ordenó vestirme y salir de la habitación tan fríamente como si nada hubiera pasado. Sin siquiera preguntar si me sentía bien apesar de lo que había sucedido. El cuerpo me dolía pero el corazón aún más. De mí nada quedaba ya.

Me vestí y salí del cuarto, ver aquella mancha roja en la sábana me revolvió el estómago y me dio ganas de retroceder el tiempo para no caer en sus falsos encantos.

Conocía el camino a la salida, solo deseaba no tener que verlos otra vez pero me esperaban en la puerta para darme la estocada final, para burlarse de lo estúpida que fui por última vez quizás. Les hablé con furia y dolor para decirles que algún día se arrepentirían y vendrían de rodillas a pedirme perdón pero cuando la puerta se cerró pude escuchar sus risas.

Ya no lo oculté más, corrí mientras lloraba y limpiaba mis lágrimas porque no podía ni siquiera ver con claridad y llegué a mí casa directo a encerrarme en mí cuarto.

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