Antes de empezar recuerden que esta es una de cuatro novelas que relatan distintas historias que al final se encuentran en la saga de venganza del Señor Li.
Son independientes, por lo que no es necesario seguir un orden, aunque si quieren buscarle uno, este sería.
Capítulo uno
En su cama
Vanesa acababa de terminar de realizar su último examen en la facultad. Estaba a punto de poder decir que al fin era toda una médica. Esos cinco años de insomnio y tortura psicológica por parte de sus docentes habían valido la pena, solo le quedaba rendir el final. Se había preparado mucho para este día. Casi sin ayuda de su familia y con mucho esfuerzo estaba por lograrlo. Tenía las intenciones de ser una de las mejores médicas del país y sus notas lo reflejaban, ya que lo era en la provincia.
Cuando terminó el día. Sus compañeras querían ir a celebrar, así que todas dejaron las mochilas en la casa de una de ellas y se vistieron para salir. Vanesa no tenía ganas de ir, pero, aun así, lo hizo. Ya no podía poner más excusas a sus amigas. Cambió su ropa deportiva por un vestido ajustado que su amiga Priscila le prestó. Otra de las chicas le planchó el cabello. Todas se veían muy emocionadas porque ella aceptara acompañarlas esa noche.
Llegaron a un club conocido de la ciudad y entraron sin problema. La noche recién comenzaba, era temprano. Por lo que una de las chicas compró una jarra de cerveza. Sus tres compañeras la obligaron a beber con la excusa de que Vanesa sería la que sacara las mejores notas, como siempre.
—¡Esto es por dejarnos mal paradas durante cinco años! —gritó Ramona y todas rieron.
Después de un par de sorbos rápidos, Vanesa ya estaba lo suficientemente ebria como para ponerse a bailar, sin sentir vergüenza, con el resto de sus compañeras. Unos chicos, un par de años más grandes que ellas, se le acercaron y las invitaron con más bebidas. Vanesa no tomó, ya que sabía que su estabilidad corría peligro si lo hacía. Su compañera le había prestado unas sandalias de taco alto. Y no estaba acostumbrada a caminar así.
Uno de los jóvenes no dejaba de mirarla. Se veía como los típicos carilindos, engreído y de poco cerebro. Por lo que Vanesa estaba segura de que no hablaría con ella. Ya que su apariencia era deplorable pese al esfuerzo de sus amigas. Siempre estaba despeinada y la ropa no era su aliada a la hora de vestirse, por lo que solía cubrir su cuerpo con sudaderas y ropa deportiva. Por lo menos así se veía ella.
Así que trató de no prestarle atención hasta que no pudo evitarlo. El mismo joven había invitado a todos a su casa. Ella ya tenía sueño y no quería ir, pero si se iba a su departamento sus amigas le harían la vida imposible. Según una de ellas, si las dejaba rompía con la sincronía de parejas. Ya que solo iban a quedar tres chicas y ellos eran cuatro.
—Mientras a mí no me toque el que me mira feo —pensó ella en voz alta y aceptó acompañarlas.
Ya en el departamento, el dueño de casa sacó cervezas para que todos beban a gusto, pero Vanesa lo rechazó.
—Como siempre su amiga es un agua fiestas —dijo uno de los jóvenes.
—No podemos obligarla a tomar —dijo el dueño de casa.
Vanesa lo miró sorprendida. Toda la noche le había puesto mala cara. ¿Y ahora la defendía? Ella tomó la cerveza y la abrió. Bebió su contenido hasta el final y todos la aplaudieron.
Después de un rato el alcohol hizo su efecto y ella tuvo que ir al baño a hacer pis. Se dio cuenta de que podía irse si les decía a todos que había vomitado. Así que se quedó un rato haciendo tiempo para darle más cuerpo a su cuartada. Al salir del baño vio al dueño de casa apoyado en la pared como si estuviera esperando algo.
—Me voy a ir. No me siento bien. Acabo de vomitar —dijo ella tratando de creer sus propias palabras.
—Mentira —dijo el joven de metro ochenta que la miraba casi rebajándola.
—¿Por qué mentiría? —le preguntó ella intentando parecer ofendida. Su mala actuación no había engañado al tipejo ese.
—Porque te aburren las personas como nosotros —dijo él despectivamente.
—Ok. Entonces, ¿Qué te importa? —preguntó ella contraatacando.
—Ni siquiera sabes mi nombre —reclamó él.
—¿Por qué lo sabría si apenas te conozco? —se rio ella de manera burlona.
—Porque fuimos compañeros de facultad. ¿Por qué pensaste que las demás chicas aceptaron venir? —le preguntó él con ironía.
Vanesa se sintió avergonzada. Si bien consideraba que sus compañeras eran capaces de ir a la casa de un desconocido solo porque se viera sexi. No se había dado cuenta de que ellas lo conocían de antes. No le había prestado atención a nada, en realidad.
Vanesa quiso disculparse, pero él le dijo que no le bastaban palabras vacías. Le pasó otra cerveza y le ordenó que la tomara. Ella lo rechazó, no iba a dejarse intimidar por este tipo.
—Sigues siendo tan arrogante como siempre —le dijo él a modo de reclamo.
Vanesa ya se había cansado de escucharlo, por lo que tomó la cerveza y la bebió. Al volver al living se dio cuenta de que ya no había nadie. Le preguntó a él donde estaban todos. Le explicó que ya se habían ido. Vanesa no podía creer que sus compañeras la dejaran sola con ese tipo.
—Se fueron a otra fiesta y sabían que no ibas a querer acompañarlos. Así que les dije que te llamaría un taxi. Porque parecías descompuesta —le dijo él sonriendo de manera burlona.
¿Qué le pasaba a este tipo? Ella se sentó en el sillón a esperar. Sus ojos se cerraron por un momento. Sin embargo, lo que para ella pareció un instante fue mucho más que eso.
Abrió los ojos y se encontró desnuda en una cama. Toda su ropa estaba en el suelo. La cabeza le dolía como si le fuera a explotar y las náuseas se apoderaron de ella.
Miró a su alrededor y ubicó la puerta. Salió con la sábana enrollada en el cuerpo y corrió al baño. Vomitó ni bien se acercó al inodoro, lo que pensó que era su hígado completamente disuelto. Una cosa color verdosa que quemaba horrible.
¿Por qué había tomado tanto? ¿Qué mierda había pasado en esa habitación?
Autora: Osaku
Si quieres ver imágenes de los personajes las encuentras en mi instagram Osaku Day o en mi facebook, osaku.day@gmail.com
Capítulo dos
Extorción -
Después de que Vanesa se diera cuenta de que se encontraba sola en el departamento del tipo, ese que la había estado molestando toda la noche, se apresuró a vestirse. No sabía qué había pasado, pero le dejó un mensaje sobre una libreta encima de la mesa
—Seguramente estuviste genial, pero no lo repitamos… besitos–
Salió del departamento aprovechando que la puerta estaba abierta. Al llegar a la residencia donde vivía notó que ninguna de sus compañeras había vuelto todavía. Se tomó una pastilla para las náuseas y se fue a dormir, ya que seguía cansada.
Al despertar revisó su celular y no tenía ningún mensaje. Al parecer sus compañeras ni se habían dado cuenta de que ella había dormido con el tipo ese. Tomó la pastilla del día después e hizo una cita con su ginecóloga. Si había tenido relaciones íntimas con ese sujeto desagradable y no se habían cuidado, necesitaba hacerse un chequeo con suma urgencia. No quería que le volviera a ocurrir lo mismo que vivió tiempo atrás, tenía que ser más cuidadosa con su cuerpo.
Pasaron unos días y ella casi había olvidado el asunto. No tenía tiempo para esas cosas porque debía comenzar con su pasantía. Algo que la tenía muy entusiasmada. Había sido solicitada por un par de tutores, así que estaba segura de que le tocaría uno bueno. Por fin se iba a meter de lleno en lo que más amaba en su vida, la medicina clínica.
Esa mañana estaba muy emocionada por lo que se vistió y después de prepararse salió corriendo de su dormitorio. A una de sus compañeras también le había tocado hacer residencia con ella, por lo que se fueron juntas. Al llegar al hospital pasaron a buscar sus identificaciones. Después de eso subieron al tercer piso donde iban a encontrarse con su tutor y sus compañeros. Vieron a ocho personas paradas con batas escuchando a alguien hablar La voz se le hizo conocida a Vanesa. Al ver en dirección a la voz se dio cuenta de que era el tipo del departamento.
—Mierda —dijo Vanesa en voz baja y se tapó la cara.
Su compañera, Ramona, no la escuchó, ya que se había acercado al grupo. Vanesa trató de mantenerse atrás durante la charla y el recorrido. No podía creer lo que estaba pasándole. Cuando la presentación ya terminaba, el supuesto tutor les pidió que entraran a su despacho.
El maldito, tenía su propia oficina. ¿Con quién había estado esa noche? Ella esperaba que él no le mencionara el tema durante toda la pasantía. Acostarse con una alumna no le convenía, pensó ella y sonrió. Eso ayudó a que se quedara más tranquila. No buscaba problemas con él y estaba segura de que él tampoco los querría con ella.
El tutor, después de darles un sermón de responsabilidad, los despidió. Ella fue la primera en querer salir.
—Vanesa González, por favor quédese unos minutos. Necesito hablar con usted —dijo él en un tono autoritario.
Ramona, su compañera, le avisó que la esperaría en el comedor del hospital con el resto de los compañeros. Ella no había notado la palidez en el rostro de Vanesa. El terror se había apoderado de todo su ser haciendo que se desvaneciera toda la seguridad que ella solía mostrar. Todos salieron y por primera vez en el día ella quedó sola delante de su tutor. El mismo hombre con el que suponía se había pegado un revolcón el fin de semana, pero que no recordaba.
—Tome asiento —dijo él sin mirarla.
Parecía comportarse como cualquier profesor recién recibido. Era muy joven para estar dando clases por mucho más que dos o tres años. Lo que en parte hacía que ella se preguntara por qué tenía su propia oficina.
—Prefiero quedarme de pie —dijo ella tratando de sonar tranquila.
—Dije que se siente —dijo él levantando el tono de voz, ella finalmente lo hizo —. Quisiera saber que se supone que significa esto —dijo él y le acercó el papel que ella le había dejado en el departamento la mañana del domingo.
Vanesa lo miró sin saber qué decir. Deseaba que la tierra se abriera como en los dibujos animados y la tragara para desaparecer. Se suponía que iba a tomarle el pelo con la nota que había dejado en su casa y no iba a volver a verlo. Nunca imaginó que ese tipo odioso iba a terminar siendo su tutor durante todo un año.
—No sé a qué se refiere Dr. Romero ni porque trae el tema aquí. Creo que es inapropiado —dijo ella tratando de hacerle entender que esto no tenía que ver con la pasantía. ¿A caso no podía dejarlo pasar?
—Entonces, te espero esta noche en mi casa para hablar de la cuestión con más calma —le dijo él, pero ella lo rechazó.
—Usted para mí solo es mi tutor. No tengo pensado tutearlo, ni tener otro tipo de vínculo con usted. Si no tiene nada más para decirme me retiro —dijo ella tratando de poner distancia entre los dos.
Estaba segura de que era lo que necesitaba hacer. La vez anterior la había pasado muy mal y no era capaz de permitirse algo así en este momento. Además, él no le gustaba siquiera. Ni le parecía una persona interesante aunque fuera muy atractivo.
—¿Vas a volver a hacerte la tonta? ¿Por lo menos recuerdas mi nombre? —le preguntó él aparentemente molesto. Cosa que ella seguía sin entender.
—Sé que usted es el doctor Romero. Es todo lo que necesito saber —dijo y cuando estaba por irse, él le dio un golpe a la mesa. Por lo que Vanesa lo miró sorprendida.
—Sabía que ibas a ser así, por eso esta vez tomé un par de recaudos —dijo y le mostró un video que tenía en su teléfono.
Video…
Ella estaba en cuatro patas gateando desde su living hasta el dormitorio en la casa de él.
—¿Ahora qué? —preguntaba ella mirando a la cámara. De manera sensual y atrevida.
—Desnúdate —decía la voz del hombre, pero no se veía él en el video.
Ella comenzaba a quitarse la ropa y poco a poco se iba acercando a la cama en ropa interior, para terminar recostada sobre ella.
… fin del video
El doctor Romero alejó el teléfono celular con una sonrisa victoriosa en su rostro. Sabía que esto la ponía en muchos problemas. Ella, por su parte, estaba pálida como un papel y sus ojos abiertos como dos faroles.
—Esta noche a las veinte horas en mi casa. Si no vienes, voy a publicar este video en Internet para que todo el mundo admire lo divertida que puedes ser —dijo él amenazándola —Ahora sí, retírese señorita González.
Ella salió de su oficina sin entender lo que estaba pasando. Era como si una pared hubiera caído sobre su cabeza.
¿Quién era este tipo? ¿Y qué pretendía de ella?
Autora: Osaku
Todos los hechos y personajes de esta novela pertenecen a la ficción. Cualquier semejanza con la realidad son pura coincidencia.
Capítulo tres
El video
Vanesa bajó al comedor del hospital y se encontró con Ramona. Le dijo que no se sentía bien y que iba a volver a casa. Su amiga y todos los otros pasantes estaban almorzando charlando muy a gusto, por lo que no le prestaron demasiada atención.
—Está bien. Debe ser lo que comiste anoche —le dijo Ramona.
Vanesa no saludó a nadie, solo se marchó. Le temblaban las manos. ¿Cómo había llegado a avergonzarse a sí misma de esa forma? ¿Por qué otra vez un hombre la hostigaba? ¿Qué esperaba conseguir con ese video? Mil preguntas daban vuelta por su cabeza.
Al llegar a los dormitorios de la facultad, una de sus compañeras la felicitó porque le había tocado de tutor el Dr. Romero. Todos decían que por ser su primer año como tutor iba a ser sencilla la residencia. Vanesa la miró y le preguntó si ella lo conocía, lo que hizo que Priscila la mirara con desagrado.
—Sí que tienes la cabeza en cualquier parte. ¿No recuerdas que él estuvo a cargo de nosotras en primer año? Él era de último año y nos ayudaba en biología 1 —le dijo su compañera mientras empacaba sus cosas. Priscila se iba a ir a hacer la residencia a otra ciudad.
—¿En biología? —preguntó Vanesa sin entender.
Él le había dicho que se conocían. Y que incluso habían sido compañeros en una clase. ¿Por qué no lo recordaba?
—Sí. Además, creo que vino varias veces a estudiar al departamento, ya que tenía una materia trabada cuando nosotras estábamos en segundo año. ¿No lo recuerdas? —le preguntó su compañera.
—No había ningún Romero como él en segundo año. Tengo memoria fotográfica —dijo Vanesa molesta por su pregunta.
—Si encuentro una foto que nos sacamos un fin de año te la voy a mostrar para que veas. Ahora hasta yo dudo con la cara que me pones, pero pienso que es el mismo —dijo Priscila riendo.
¿Acaso que ella se olvidara de él era suficiente para que la molestara de esa manera?
Vanesa fue a su dormitorio y siguió leyendo. No podía recordar a ningún instructor ni compañero que se pareciera a él.
Se hicieron las ocho de la noche y Vanesa se vio frente a la puerta del departamento del Dr. Romero. Debía encontrar la forma de conseguir que borrara el video que tenía en su teléfono. Así que iba a tratar de averiguar porque la odiaba tanto. Algo esperaba conseguir de ella y era lo que Vanesa estaba a punto de descubrir.
Tocó el timbre tratando de darse ánimo. Él bajó vestido de traje. Ella se miró y se dio cuenta de que su ropa deportiva, remera larga y calza parecían fuera de lugar y se sintió algo incómoda.
—Entra —dijo él sin mirarla mientras hablaba por teléfono. Ella pasó y se quedó de pie junto a la puerta.
—Voy a cambiarme. Ponte cómoda —dijo el tipo con naturalidad.
Ella se sentó en una silla alta frente a la barra y mientras esperaba prestó más atención al departamento. El sitio se veía muy ordenado y bastante amplio. Tenía muchos libros y los muebles eran relativamente modernos. Sus padres seguramente tenían dinero, así que Vanesa asumió que no pretendía extorsionarla por ese motivo. ¿Entonces qué quería?
Él volvió del dormitorio vestido con una musculosa que dejaba ver sus brazos fornidos y un jogging que marcaba ligeramente su entrepierna. Sacó de la heladera un par de cervezas y abrió una.
—Toma, quiero que bebas —dijo, pero ella se negó—. No es una pregunta —le aseguró serio.
Ella tenía deseos de partirle la cara con uno de los golpes que había aprendido haciendo defensa personal, pero no lo hizo. La tenía atada de brazos y piernas con ese maldito video, por lo que era necesario comportarse. Aunque lo denunciara con la policía, él aún podría arruinar su reputación. Además, no le había mostrado todo el video aún. Quizás podría usarlo para demandarlo por violación o acoso.
—Listo —dijo ella después de terminar la lata como si verdaderamente estuviera sedienta —¿Ahora me vas a decir que quieres a cambio de borrar el video?
—Quiero sex* —dijo él sonriendo y ella empezó a toser.
—¿¡Estás loco!? —le reclamó ella. ¿No era eso lo que habían tenido hacía unos días? —. ¿Por qué yo? —preguntó molesta.
Él era un hombre muy llamativo para las mujeres. Sus tres compañeras se habían quedado hablando de lo musculoso y sexi que era. No necesitaba ese tipo de extorsiones para conseguir sex*.
—Porque sigues sin recordarme —dijo él respondiendo a su pregunta y le dio otra cerveza.
¿Otra vez con eso? ¿Por qué ella no lo recordaba? ¿Por qué él estaba tan obsesionado con eso?
—Vas a alcoholizarme para que te sea más fácil abusar de mí —lo increpó ella y él empezó a reírse con más fuerza. Toda la situación parecía divertirlo.
—Si quisiera abusar de ti no te daría alcohol. Tal vez te daría un hipnótico y te lo haría mientras estuvieras inconsciente o mejor te colocaría una intravenosa para paralizar tus músculos y hacértelo con tranquilidad mientras me miras sin poder hacer nada. Pero tranquila que no soy de esos todavía. Prefiero hacer las cosas a la antigua, con mujeres que disfrutan conmigo como yo disfruto con ellas —dijo él de manera arrogante como si necesitara destacar que era bueno en la cama.
Vanesa empezó a pensar que se había equivocado al ir a ese lugar sola. Este hombre estaba completamente loco. Hablaba sin tapujos como si todo esto fuera una broma.
—Cuando tomas alcohol te vuelves más dócil —dijo él y le mostró su celular.
Video…
El video comenzaba con ella siendo filmada en el living el día que salieron a bailar.
—¿Por qué me sacas fotos? —preguntaba ella mientras se encontraba casi dormida en el sillón.
—Porque me pareces linda cuando cierras los ojos —le respondió él sin aparecer en el video.
—Y si te parezco linda ¿Por qué me estuviste mirando con cara de perro toda la noche? —dijo ella acercando la cara a la pantalla.
—Porque me decepciona que no me recuerdes después del año maravilloso que vivimos juntos uno al lado del otro —respondió él y acarició su rostro.
La cámara dejó de enfocarla y se escuchó cómo se besaban. Ella le preguntó qué era lo que tenía que hacer para que ya no esté molesto.
… Video
Vanesa no podía creer lo que estaba viendo. Se desconocía ebria. Ella se comportaba de una forma muy juguetona. Siguió mirando el video completamente avergonzado. Duraba unos veinte minutos y recién iba por el minuto cinco.
Autora: Osaku
Todos los hechos y personajes de esta novela pertenecen a la ficción. Cualquier semejanza con la realidad son pura coincidencia.
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