Durante mucho tiempo, tal vez demasiado para recordarlo, he pensado que era la protagonista de esta historia. Después de todo, desde pequeña he crecido escuchando historias de hermosas heroínas que habían pasado por muchas penurias hasta conseguir su final feliz.
Pero…
Este no fue mi caso, cuando era una chiquilla de tan solo cinco años, perdí a mi madre, era demasiado pequeña para sentirme desolada, o siquiera para entender lo que aquello significaba, lo único que sabía era que aquella persona nunca más regresaría, este fue el inicio de mi historia de perdidas tras perdidas que alguna vez creí que iba a terminar, sin embargo, ahora sé que ese solo fue el principio de mi maldito final.
Mi padre después de la muerte de mi madre se volvió a casar, en aquel entonces me sentí dichosa suponiendo que por fin iba a tener una familia feliz, pero estaba tan equivocada, mi nueva madre era una condesa solamente de nombre, sin riqueza alguna, en mi padre vio la oportunidad de recuperar su gloria, debido a que él solo era un comerciante rico, sin poder alguno, ambos se estaban utilizando para escalar socialmente.
En aquel entonces, al menos por un tiempo, todo estuvo según mis expectativas, al principio mi madrastra Anabella junto con mi hermanastra Kiara me trataban muy bien, sin embargo, todo fue un engaño en el que creí ciegamente y solo vine a darme cuenta de aquello cuando tuve veinte años, cuando ya no tenía salvación, cuando mi vida terminó.
Cuando tuve quince años ya había señales de lo que sucedería, solo que fui demasiado ingenua para darme cuenta y heme aquí muriendo lentamente en una celda sin ver la luz del día.
El día de mi cumpleaños número quince también fue el día de mi compromiso con Antonio Torres, uno de los príncipes de este Imperio, uno de los que tenía más oportunidades de llegar al trono, este compromiso fue el inicio de todo. Porque para aquel joven solo era un escudo, alguien que tomaría la culpa de sus acciones.
En aquel entonces me sentí bendecida y vanidosa al ser reconocida como la prometida de un príncipe, pero en realidad ahora con la respiración sofocada me doy cuenta de que lo único que hice fue convertirme en el hazmerreír de todos.
Desde que acepte aquel compromiso, firme mi sentencia de muerte porque mi vida y mi suerte le fueron entregadas para que las utilizara en la lucha por el poder.
Pero…
Todo fue mi culpa por no darme cuenta, por creer que lo que hacía estaba bien, por ser alguien manipulable…
Esta es mi cruz por mis pecados, por creer que era la heroína cuando solo era un transeúnte en esta historia llamada vida.
Yo no era la cenicienta.
Porque…
Me convertí en la malvada hermanastra.
Con el pasar de los años, cuando la frialdad de Antonio y las calumnias de las personas se convirtieron en mi diario vivir, cuando los crímenes de los que me acusaban hacían que me fuera imposible salir, cuando me acusaron de envenenar a la Reina, cuando por más que suplicara y que alegara que yo no era la culpable, me di cuenta de que nunca tendría mi final feliz. Porque solo era un peón en el tablero de ajedrez, alguien descartable, al final siempre fui imprescindible para aquel que se había convertido en mi prometido, porque después de que me encerraran en una celda sin ver siquiera la luz del día, llegó a mis oídos la noticia del compromiso de Antonio con Kiara.
Aquel hombre que había jurado amarme se iba a casar con otra mujer y no con cualquiera…
Después de todo, Kiara era mi hermanastra…
Me sentí herida, más que herida, me enoje porque solo cuando escuché aquello caí en cuenta de que nunca fui importante para él.
Para él, los años que pasamos juntos, las acciones que había hecho por él, las mentiras que utilice para tapar sus mentiras y todo lo demás que hice por él, fue premeditado, para que pudiera tener su final feliz con la mujer que amaba.
Kiara...
Ahora entendía sus miradas disimuladas y aquellas escapadas...
Sí...
Fui muy estúpida, pero mientras sentía mi cuerpo desfallecer en mi oscura y desolada celda, lo único que pude sentir fue impotencia y un deseo de venganza...
Sí.
Quería vengarme de todas las personas que me utilizaron, quería utilizarlas como lo hicieron.
Porque...
Me quitaron mi inocencia, me quitaron mi libertad, me utilizaron solo por conveniencia.
Porque...
Yo perdí...
Yo he perdido más que eso...
Aun cuando cierro los ojos, puedo recordar su llanto, así como su dulce sonrisa, aún puedo recordar el calor de su cuerpo.
¡Puedo hacerlo!
Un mes después de que me encerraron bajo cargos falsos, descubrí que estaba embarazada. Al principio me odié, y quise destruir la vida que crecía dentro de mí, pero, luego, mientras pasaban los días y mi esperanza desaparecía, aquel solesito se convirtió en mi razón de vivir.
Yo que había perdido todo, por primera vez tuve algo. Y mientras mi embarazo continuaba, el encierro y los dolores que me acomplejaban se volvieron insignificantes hasta qué...
Mi pequeño pedazo de cielo se vio interrumpido cuando nació mi pequeño, el parto fue complicado debido a las condiciones en las que me encontraba, sin embargo, todo salió bien, cuando estaba lista para amamantar ella llegó...
Kiara se llevó a mi bebé, me lo quitó, ni siquiera me dejó alimentarlo, aunque llore en aquel entonces, aunque luche por recuperar a mi hijo, no pude hacerlo.
— Es un bastardo— señaló— Pero, aún sigue siendo el hijo del rey, así que debe ir al palacio.
— ¡Devuélveme a mi hijo! — supliqué.
Sin embargo, ella solo me dirigió una mirada despectiva.
— ¿Por qué debo hacerlo? — contestó — Tu hijo servirá de escudo para mis hijos, será criado como un príncipe, pero solo será un peón como su madre, igual de descartable...
— ¡No! — supliqué, pero de nada servían mis súplicas porque nada iba a cambiar.
Y así, con el corazón destrozado, observe impotente como mi hijo era alejado de mí...
Mientras soltaba un suspiro cansado al recordar el pasado y mi deseo de venganza crecía más, una extraña voz se escuchó.
— He aquí tu oportunidad...
Tras escuchar aquella voz no supe qué sucedió porque cuando desperté me encontraba cinco años en el pasado, justo cuando Antonio planeaba comprometerse conmigo...
Nota de Autora.
Hola pequeñas hadas, bienvenidas a la historia de renacimiento de Elizabeth.
Debido a algunas situaciones he decidido poner algunas advertencias para las nuevas lectoras.
Primero que nada estoy muy agradecida porque les haya interesado la historia de Lizzy ya que es muy especial para mí al ser una de las primeras historias que he escrito, así que me hace muy feliz que muchas más personas se sumen a esta aventura.
Ahora sí vienen las advertencias, aunque son más recomendaciones, miren chicas está historia es larga por lo que poco a poco va a ir desarrollando la protagonista, sus emociones, sus deseos, su todo.
En segundo lugar, está no es una historia de venganza, si la tendrá, pero no es la trama principal, es más una historia de autodescubrimiento y superación.
Es decir, Elizabeth descubrirá las razones por las que tuvo ese final, su origen, su razón de existir.
Además, cabe recalcar que mi protagonista no es un loto blanco que se hace la víctima, tampoco es un loto negro que desde el inicio mata y asesina.
Ella reconoce sus faltas y trata de mejorar como persona poco a poco. También tenga en cuenta que aunque ella renace, el mundo en dónde se desarrolla la historia es un mundo antiguo, en dónde las mujeres solo quieren casarse con él chico más rico. Su mentalidad, su psique corresponden a esa época. Ella no viene del siglo XXI por eso no puede hacer todas esas cosas que para nosotros parecen comunes, se saldría del molde y bueno ustedes me entienden XD
Deben conocer su historia de fondo, la época en la que se realiza antes de juzgar, sus acciones, además deben tomar en cuenta su personalidad, después de todo, Lizzy es una chica dulce.
Sin embargo, déjenme decirles que todos los villanos tendrán su merecido final.
Por lo que, si eres de las personas que quiere que todo se resuelva rápido, que la protagonista se convierta en una carnicera destruyendo a todos sus enemigos pasados cuando estos no le han hecho nada, está historia no es para ti.
Así que, por favor no dejes malos comentarios si la historia no te gusta, siempre he dicho que para gustos los colores, por lo que solo busca algo más que sea de tu agrado.
Y para las personas que les gusta les pido de favor que la califiquen y dejen buenos comentarios, eso me haría muy feliz.
Aún podía recordar la fatiga y el cansancio que me habían acompañado durante mucho tiempo en aquella celda, pero, solamente era un recuerdo pasajero porque ahora me encontraba en una época diferente de aquel momento.
Cuando me desperté hace dos días me encontraba desorientada, pensé que todo era un sueño de mi yo de antaño, sin embargo, con el pasar de los días el sueño que creí que estaba viviendo se convirtió en mi realidad. Aún no podía encontrar una explicación lógica y creíble para entender lo que estaba sucediendo, pero, si esto era una oportunidad para rehacer mi vida, la tomaría sin duda alguna y compensaría todos mis arrepentimientos. Mire mi reflejo en el espejo por última vez antes de salir de mi habitación.
Los ojos azules y desganados de una chica con el rostro pálido me devolvieron la mirada, ojos que en algún momento perdieron su visibilidad, aquella chica en el espejo que era tan diferente a mí, yo de cinco años en el futuro poseía un extenso cabello negro que alguna vez se vio reducido a jirones, ella se veía bella, pero, solo yo sabía que su belleza era un cascarón que ocultaba el monstruo en el que alguna vez se convirtió...
En los últimos días, pasé encerrada en mi habitación, tratando de adaptarme con todo aquello que en su tiempo lo sentí tan natural, pero debido a las circunstancias anteriores se habían convertido en algo inusual para mí que alguna vez había tenido como comodidad el heno y los roedores.
Además, aún no estaba lista para ver el rostro de ese par de madre e hija, ni siquiera estaba lista para mirar la cara de mi propio padre sin querer echarme a llorar por las injusticias que había padecido durante cinco años, cinco años en los que mi alma moría cada día debido a la desdicha.
No me encontraba lista aún, pero, era algo que debía hacer. No podía esconderme para siempre...
No podía hacerlo...
Así que con pasos lentos, pero decididos, abrí la puerta y mientras bajaba las escaleras de tipo victoriano y le echaba una mirada a aquellas pinturas grotescas que le encantaban coleccionar a mi madrastra, llegue al comedor en donde una chica de cabellos rubios como el sol se encontraba sentada, ella vestía un largo vestido rojo que hacía que su piel pálida resaltará, aquella chica de belleza etérea es Kiara mi hermanastra.
Kiara se encontraba contándole alguna anécdota a mi padre, el cual la escuchaba con una sonrisa. Aquella imagen me dolió en lo profundo de mi corazón porque el tiempo que estuve encerrada en mi habitación ninguna vez vino a visitarme mi padre.
— Elizabeth, ven siéntate— comentó mi madrastra al percatarse de mi presencia — Creí que te quedarías un día más — continuó mientras sonreía de una manera deslumbrante.
Esa sonrisa, esa maldita sonrisa.
¿Por qué no me di cuenta de lo falsa que era?
— No importa — respondí tratando de sonreír, pero, se me hacía imposible, luego me senté al lado de mi padre, el cual solamente asintió en reconocimiento, haciendo que me diera cuenta de su indiferencia — Muchas gracias por su preocupación — añadí mientras tomaba una rosca.
— Estás pálida, hermana — alegó Kiara mientras me pasaba un vaso de zumo de naranja — Toma, debes reponer energía.
Me contuve de tirarle el vaso encima antes de agregar un gracias mientras los observaba interactuar.
Y...
Me di cuenta de lo ciega que fui al sentirme parte de esta familia cuando no había lugar para mí. Solo era una desconocida para ellos, no había diferencia si no estuviera aquí. Dejé de deprimirme y desayuné con mis enemigos de vidas pasadas con toda la calma que poseía, aun cuando deseaba tomar el cuchillo con el que untada mantequilla al pan para clavárselos en el pecho a estas personas y poder comprobar si tenían corazón, pero me contuve tanto como pude. Aun cuando sentía que mi alma moría.
— ¿Niñas irán a la academia este año o el próximo año? — cuestionó mi madrastra una vez que terminamos de desayunar, esta era la pregunta que había estado esperando, aquella que cambiaría mi destino — Enviaron su carta de aceptación ayer, sin embargo, esperé a que estuvieran juntas para comunicarles.
—Siempre he querido ir madre — señaló Kiara con una sonrisa haciendo que quisiera voltear los ojos.
— ¿Y tú, Beth? Tengo entendido que alguien que te agrada planea proponerte matrimonio en tu cumpleaños, así que supongo que dejarás de lado tus estudios y te dedicaras a aprender el manejo del hogar — dijo mi madrastra mirándome con ojos llenos de dicha.
— Eres tan afortunada al poder casarte con el príncipe Antonio, quedó...
— Planeó rechazar el compromiso, así que iré a la academia — respondí serena mientras mi familia me observaba estupefacta.
Bueno...
Solo yo que conocía el futuro que me esperaba podía sentirme racional al tomar esta decisión, pero, para ellos, debería parecer una loca que no sabía lo que era bueno y quien era Buda.
— ¡¿Qué?!
Todos tres exclamaban con diferentes expresiones en sus rostros.
Anabella, mi madrastra se veía desconcertada, mi padre se veía enfadado y Kiara se veía aliviada, la entendía, nadie quiere que el hombre que ama se relacione con otra mujer de manera sentimental.
— No me quiero casar, quiero conocer más personas, además de que solamente una vez me vio el príncipe no creo que se haya enamorado tan rápido de mí, prefiero comprometerme con alguien del que me encuentre enamorada —señale.
— No sabes lo que dices, sabes los beneficios que nos traería, el que te comprometas con su alteza — refutó mi padre.
¡Oh! Ya veo...
Él nunca me vio como su hija, si no como alguna mercancía...
— Piénsalo bien aún eres joven Beth y no vas a encontrar mejor partido que su alteza Antonio —aconsejo mi madrastra mientras se mordía el labio.
Kiara se mantuvo en silencio durante todo nuestro intercambio, pero, por su mirada, podía decir que estaba feliz por lo que estaba ocurriendo.
— Ya lo pensé durante estos dos días y llegué a la conclusión de que no quiero casarme ni comprometerme con su alteza — mencioné con calma — Y no puedes obligarme a menos que sea un decreto real, aunque el mismísimo Rey lo ordené no lo haré.
Tras decir aquello me retiré a ordenar mi equipaje con algo de expectativa debido a que la Academia era algo que nunca había experimentado.
Cuando subí las escaleras bajo la mirada de mi familia, no pude evitar derramar unas lágrimas amargas debido a que había dado el primer paso para romper con mi destino.
La academia Imperial es un lugar donde nuestros jóvenes cortesanos comienzan sus sueños. Integridad, ética y responsabilidad son los valores por los que se rigen las enseñanzas impartidas...
Al leer la carta de aceptación de la academia imperial venía integrado otro documento con su información sobre la institución.
Leí ambas cosas con ilusión y algo de amargura debido a los recuerdos agobiantes, aun cuando cerraba los ojos podía ver a mi yo de antaño romper la carta sin siquiera echarle un vistazo, en aquel momento me sentía superior al resto debido a que el príncipe Antonio estaba enamorado de mí, sentí que ir a la academia era solamente una pérdida de tiempo, ahora me doy cuenta de que yo misma cabe mi propia tumba, mi arrogancia lo hizo.
Cuando aún era hija de mi padre, una persona sin estatus y sin clase alguna en la sociedad, en ese entonces era feliz, pero cuando la codicia de mi padre hizo que se casará con aquella mujer entre a un mundo al que no pertenecía, al que nunca soñé pertenecer, después de todo el título de la hija del conde solo me fue otorgado por el matrimonio de mi padre y en esta sociedad clasista sin educación alguna ni conexiones yo estaba destinada al ostracismo por parte de los nobles, por esta razón, cuando mi compromiso con el príncipe Antonio se hizo oficial muchos nobles protestaron en contra.
Ja.
En aquel momento creí que estaban envidiosos, que se oponían a nuestro amor sin siquiera escuchar sus razones...
Todos esos recuerdos eran tan lejanos ahora, la carta de aceptación en mis manos se sentía como una papa caliente, era como una bomba a punto de estallar.
Yo era una bomba a punto de estallar, porque mi mundo fue arruinado por el poder y eso era lo que conseguiría en aquella academia, que lejos de ser un lugar de enseñanzas, más bien era un sitio para formar conexiones.
En el espejo de mi recámara la misma chica de ojos tristes me devolvió la mirada, pero esta vez sus ojos no estaban muertos, ni desprovistos de vida, su mirada poseía un fuego que era capaz de quemar todo porque en sus manos sostenía la entrada al infierno que ella crearía...
Toc Toc Toc
Cerré los ojos mientras escuchaba cómo alguien tocaba la puerta.
— Pase.
Ante mi aceptación la puerta se abrió y una chica de cabellos rubios como el sol con un vestido rosa entró.
Kiara, mi hermanastra.
— Elizabeth — dijo mi nombre con una sonrisa en los labios que deseaba tanto borrar, pero, sabía que eso no era lo más inteligente que pudiera hacer, debía esperar, ser paciente porque a pesar de todo ella en esta vida aún no se ha metido conmigo.
Antes de mi compromiso teníamos una buena relación, o al menos eso era lo que creía, en este momento no estaba tan segura de cuanto de ella es real y cuanto es una falsedad, por eso no se me hacía extraño que viniera a visitar mi habitación.
— Habla conmigo — pidió — ¿Por qué no quieres casarte con el príncipe Antonio? — cuestionó mirándome con dulzura.
No podía decirle que sabía mi destino y conocía los planes que tenían y como solo me planeaban utilizar de escudo para ascender al trono. Cómo no podía decirle, aquello solo podía mentir.
— No me siento digna de ser la esposa de su alteza — respondí, aunque me sentí asqueada por dentro porque él no era digno de mí — Soy alguien de origen humilde, además de que no estoy enamorada y el deseo de mi madre era que me casará por amor...
Mi madre...
Mi dulce madre...
— Pero si hace unos días te sentías feliz, ¿por qué cambiaste de opinión tan de repente? — mencionó aún dudosa, pero, sabía muy bien que todo su cuestionamiento era solo algo que estaba haciendo por obligación, tal vez mi madrastra le ordenó que me convenciera de cambiar de opinión diciéndole las razones por las que debería ser yo la prometida, razones que Kiara escucharía, pero, que no las aceptaría obedientemente debido a su apego por el príncipe Antonio.
— Lo pensé mejor — respondí con algo de cansancio — No deberías preocuparte tanto — añadí.
— Bueno, es tu decisión hermana — respondió risueña, demostrando sus verdaderos sentimientos.
La Kiara de quince años era muy diferente de la persona que sería dentro de tres años, aún más diferente de la que sería dentro de cinco años, aún no había aprendido, ha ocultarse bien.
Eso era bueno, aunque desde antes ella conspiraba contra mí, pero no en gran medida, era algo que podría manejar y contraatacar porque solo así podía sobrevivir.
— Deberías estar feliz, estaremos juntas en la academia — comenté sonriente haciendo que la sonrisa desapareciera de su rostro por un instante antes de que sus labios dibujaran una sonrisa de nuevo.
— De eso hablaremos después — evadió.
Conocía sus motivos.
Toc Toc Toc
— Alguien viene — mencionó Kiara — Bueno, sabes Beth que siempre puedes contar conmigo — comentó antes de salir.
— Lo sé — mencioné de manera inaudible — Lo sé — repetí cuando vi a mi padre, Edmund Castilla, entrando con un rostro indiferente.
— Elizabeth, debemos hablar — anunció con voz fuerte haciendo que tiemble por un momento, porque en tiempos lejanos cada vez que él me pedía hablar terminaba llorando, porque aunque no tuviera la culpa, aunque ni siquiera supiera de lo que me acusaban, para él siempre era la culpable.
Solo ahora me doy cuenta de lo desesperada que me sentía por ser amada, por tener una familia, por esa razón cuando mi padre me castigaba nunca lo contradecía de ninguna manera.
Edmund, mi padre, solo me veía como un objeto que podía intercambiar para ascender en la sociedad, por eso me abandono cuando ya no le servía para nada.
Para este hombre tenía sentimientos muy complicados, mi corazón aún añoraba su cariño, pero, también, se sentía resentido por mi yo pasado. Sabía muy bien lo que debía hacer con estos sentimientos complicados.
Matarlos...
— Hablemos — le dije suavemente mientras esperaba que él comenzará.
— No te voy a convencer de que aceptes el compromiso porque lo harás si no quieres vivir encerrada en esta habitación por el resto de tu vida.
— Yo...
Quise protestar, pero, me ignoró olímpicamente mientras seguía hablando, dejándome anonada por sus palabras.
— Sé que quieres ir a esa academia y lo harás, pero, el compromiso sigue en marcha, solo será pospuesto hasta que termines tu educación y es mi última palabra.
— Yo...
— Piénsalo bien te daré hasta la noche — tras decir esto salió de mi habitación dejando un huracán de sentimientos en mi interior.
Quería venganza, pero, también deseaba olvidar todo y vivir libremente sin sentimientos pesados, pero parecía que aquello sería imposible porque mi padre nunca renunciaría a que me case con su alteza Antonio y he aquí la realidad me daba una cachetada al creer que podía cambiar mi destino.
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