En la antigüedad había una guerra entre ángeles y demonios por el dominio de la tierra, las batallas siempre eran durante el día y al caer la tarde había una tregua para levantar los muertos y a la mañana siguiente todo empezaba de nuevo, así era siempre, ya habían pasado décadas desde que se libraba aquella guerra y los humanos y las diferentes razas de la tierra estaban a punto de extinguirse, todo por el egoísmo de los reyes de ambos clanes quienes al ver las bellezas que tenía la tierra quisieron ser los que la gobernaran, al ser ellos los seres más poderosos, las diferentes razas como elfos, hadas y demás especies no pudieron pelear por defender su hogar, los ángeles y demonios tenían sentimientos igual que las demás razas, podían amar, odiar y también podían morir como los demás, lo único que los diferenciaba era su gran poder, el cual los hacía los más fuertes de todos.
un día el príncipe de los demonios y futuro rey del infierno, después de haber librado una larga batalla decidió bajar a su lugar favorito en la tierra, el cual era un hermoso lago en las profundidades de un frondoso bosque, sus aguas eran cristalinas y el paisaje a su alrededor era hermoso, aquel príncipe se llamaba Amed, era el más hermoso de todos los demonios y la envidia de muchos ángeles por su fuerza y belleza, cuando llegó hasta el lago estaba cubierto de sangre y de inmediato se quitó toda su ropa para sumergirse en el agua, pues para él era demasiado desagradable el olor a sangre, después de ingresar al agua tomo del bolsillo de su traje una esencia para esparcirla en su cuerpo, luego se sumergió por completo para limpiarse totalmente aquel horrible olor, cuando por fin se sintió libre de aquel nauseabundo olor, decidió nadar un rato para relajarse, cuando llegó hasta el centro del lago vio a lo lejos una mujer tirada en la orilla, se acercó hasta donde estaba y cuando la pudo ver con claridad se dio cuenta que era un ángel, tenía una de sus alas rotas y estaba malherida, su ropa estaba totalmente mojada por lo que se podía ver claramente su hermoso cuerpo desnudo, sin querer Amed se sonrojo al verla, pero reaccionó y pensó en matarla, al fin sería un ángel menos con quién lidiar.
Se acercó y la levantó entre sus brazos, cuando la tuvo tan cerca su corazón empezó a latir desenfrenado, nunca había visto a un ser tan hermoso, ella era blanca como la nieve, con cabello dorado como el oro y largas pestañas.
Al tenerla en sus brazos aquellos pensamiento de matarla se esfumaron, la llevó hasta una cabaña que estaba cerca de aquel lugar, el cual Amed usaba para esconderse y descansar de aquella aburrida guerra, cuando entraron la posó en su cama y él se fue a cambiarse, después de estar vestido, le empezó a retirar la ropa al ángel ya que estaba empapada, sus manos le temblaban y empezó a sudar, no entendía porqué estaba tan nervioso, un guerrero de sangre fría y príncipe demonio, que ridículo se sentía en ese momento. Respiro profundo y la terminó de desvestir, luego la cubrió con unas sábanas y la empezó a curar, vendo sus heridas y se sentó a su lado a esperar que despertara, mientras lo hacía la admiraba y así paso toda la noche sin poder retirar su mirada de aquel ángel.
Amed.
A la mañana siguiente Amed tomó su armadura y voló al cielo para continuar con la batalla, la cual para él no tendría fin si alguno de los clanes no se rendía, cuando Lily despertó noto que estaba totalmente desnuda y se sobresaltó al verse en ese estado, le empezó a doler la cabeza pero se incorporó y empezó a mirar dentro de la cabaña para ver si veía quien la había curado, pues ya se había dado cuenta que le había vendado sus heridas, al ver que no había nadie se levantó y se envolvió en la sábana blanca que la cubría, en su mente los únicos que la podrían haber ayudado eran los elfos o las hadas que eran seguidores de los ángeles, pues los humanos la habrían tomado como esclava o quién sabe qué otra cosa y los demonios pues ni se diga, ellos la hubieran matado en el acto, aprovechando su estado.
Lily camino hasta la puerta para salir del lugar y ver si podía encontrar alguno de sus camaradas que la llevarán hasta el reino de los cielos donde vivían los ángeles, cuando tomo la manecilla de la puerta y trato de abrirla, la puerta se habría bruscamente y ella callo al suelo, cuando levantó la mirada, vio que tenía al frente nada más y nada menos que a el príncipe demonio, aunque en muchas batallas lo había visto de lejos era la primera vez que lo tenía tan cerca, él era realmente alto y fornido, su cabello negro lo hacía ver más feroz y sus ojos eran hipnotizantes, ella estaba idiotizada mirándolo mientras que Amed quedó paralizado al verla, cuando Lily reaccionó se puso en posición de defensa y eso a Amed le causó gracia, ya que él traía una armadura y una gran espada, mientras ella solo estaba envuelta en una sábana, sin querer el empezó a reírse a carcajadas, mientras que Lily ni sabía que estaba pasando, al instante se dio cuenta de que él definitivamente era quien la había ayudado, de otra forma no habría reaccionado de esa manera, pero porque un demonio la ayudaría.
Amed al ver el rostro preocupado del ángel le dijo que no se preocupara, que él era su salvador y que no le haría daño, la miró de arriba a abajo y en sus ojos solo se veía deseó, eso no lo podía ocultar, aquella mujer lo traía loco, no sabía que podría desear algo con tanta intensidad, sí él hubiese querido la hubiera hecho suya cuando estaba inconsciente, pero él quería dominarla, poseerla por completo, quería dominar aquella mirada orgullosa y altiva.
Lily tenía unos ojos rojos como la sangre que la hacían ver más hermosa, cuando por fin tomó ánimos lo primero que ella preguntó fue que le iba a pedir a cambio de su vida, ella era consciente de que no era rival para Amed, él la miró y con picardía le dijo que ella iba a ser su pago, que la iba a volver su mujer, a lo que ella le respondió con odió en la mirada y le dijo que primero muerta.
El solo se rió de su respuesta, pues sabía perfectamente que eso le iba a responder, pues nunca se había visto que un ángel tuviera de pareja a un demonio, se le acercó rápidamente a Lily y sin dejarla reaccionar la tomó de la cintura y la beso apasionadamente, ella obviamente no le correspondió, pero eso no evitó que Amed tuviera que contenerse para no volverla suya en ese instante, pues los demonios llegaban a tener deseos intensos cuando alguien les gustaba y Amed se había enamorado a primera vista de Lily, cuando él se apartó y la dejó respirar, ella le dio una tremenda cachetada y lo quitó con brusquedad.
Lily.
Ella trato de correr hacia la puerta para huir del lugar pero él lanzó un hechizo y creo una larga cadena que se envolvió en la puerta como una enorme serpiente, Lily no tuvo más remedio que detenerse, ella estaba muy débil por las heridas y no podría romper el hechizo en ese estado, al verse atrapada y conociendo las intenciones de Amed, solo tenía dos opciones, una era quitarse la vida o aceptar ser su mujer.
Ella se sentó en el suelo y no podía creer lo que le estaba sucediendo, todo por culpa de un descuido, si no hubiera sido por salvar a Mira la princesa de los ángeles de un ataque de un demonio, no habría salido mal herida y no estaría en ese estado, cuando Amed quien la había dejado tomar un respiro la vio tirada en el suelo, sintió que el pecho le dolía, pues antes de llegar a la cabaña había planeado hablar con ella y tratar de conquistarla, pero todo se había ido a la basura por su maldito deseó, se acercó a ella y trato de ayudarla a levantarse pero no pudo hacerlo, pues ella se puso de pie y lo miró con furia en sus ojos, su actitud solo lo atraía más, después de eso le dijo dónde había ropa para que se vistiera y le mostró dónde podía obtener comida y agua, ella solo lo observaba mientras él hablaba y cuando terminó de hablar le preguntó su nombre pues quería saber cómo llamarla, pero ella no le contesto una sola palabra, Amed se estaba conteniendo para no hacer otra estupidez y terminar de embarrarla, pero por su arrogancia solo le daban ganas de tomarla y demostrarle quien mandaba.
Después de eso él se quitó su armadura y quedó totalmente desnudo frente a ella, él solo quería que viera su hermoso cuerpo, pero Lily al ver lo que hacía se puso roja como un tomate y se cubrió sus ojos con sus manos y se volteo hacia la pared, sin embargo lo había podido ver claramente, cuando él entró al baño sus cachetes ardían pues estaba avergonzado por lo que había hecho, pero para él que nunca había conquistado a una mujer, lo único que tenía claro era que su cuerpo era irresistible para cualquiera.
Cuando se terminó de bañar salió envuelto por una sábana y se cambió, mientras tanto Lily permanecía volteada hacia la pared, él cocinó una comida ligera y sirvió platos para ambos, pero ella permanecía como una estatua, al querer molestarla más se fue a dormir, como si la que estuviera dentro de la cabaña no pudiera hacerle daño, al caer la noche, Lily estaba hambrienta y cansada pues todavía estaba débil por las lecciones, volteo con recelo y quedó atónita al ver dormir plácidamente aquel demonio, una sonrisa se dibujó en su rostro pues nunca había visto a alguien tan confiado, miró hacía la mesa y vio un plato de comida servido, miró nuevamente hacia la cama y al verlo totalmente dormido se acercó hacia la mesa y se comió la comida, luego busco dónde él le había dicho que estaba la ropa y encontró solo vestidos diminutos que solo lograría tapar sus partes íntimas, miró con desdén hacia la cama y en la mente maldijo a Amed por la ropa, pero eso era mejor que estar envuelta en una sábana, al fin y al cabo era un demonio que era lo que esperaba, cuando se terminó de cambiar miró hacía su alrededor pero solo había una cama y se rió al pensar que él creía que ella se iba acostar en la misma cama que él, estaba loco, ella se sentó en la silla y se durmió recostada sobre la mesa, a la mañana siguiente cuando se levantó estaba durmiendo en la cama y sus heridas estaban nuevamente curadas, pues las vendas estaban limpias, pero estaba sola y en la puerta permanecía la cadena que le impedía poder salir.
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