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Konstantín Ivanov.

El comienzo.

Nota autora:

Hola.

A petición de ustedes mis amadas lectoras, está es la historia entre Elena y Konstantín Ivanov, personajes de la novela una noche entre tus brazos. Espero disfruten al 100% de ella, gracias por leer. ☺

...***...

— Mamá ¿Dónde me llevas?

— A un lugar muy bonito donde hay muchos niños que serán tus amigos.

— ¿Son niños iguales a mí?

— Escúchame bien. — Dice la mujer deteniendo sus pasos, se inclina para tomar el rostro de su pequeño hijo de solo seis años entre sus manos, y tan imponente puede ser el idioma ruso, procede a hablar. — No hay, ni podrá haber alguien igual o parecido a ti Konstantín, eres único, tienes un tesoro muy grande aquí — Dice tocando con su dedo índice la cabeza del pequeño y luego señala su corazón para seguir hablando. — Pero uno mucho más grande aquí. — El niño asiente.

— ¿Te quedarás conmigo?

— Siempre estaré contigo, no físicamente, pero mi corazón se queda contigo. Quiero que tengas claro, que tu madre te ama, prométeme qué no lo olvidarás.

— No lo haré, y si tú no vuelves, prometo que yo te encontraré. — La voz del niño suena valiente, él levanta su pecho lo más que puede, ve rodar las lágrimas de aquella mujer que a causa del maltrato al que es sometida física, verbal y psicológicamente debe abandonar a su hijo, para que este no comparta su suerte, ya que una sociedad indolente le ha dado la espalda. El valiente niño seca las lágrimas de su madre y lucha por no dejar correr las propias. Continúan caminando, aquel niño ruega porque el camino se haga eterno, no quiere soltar la mano de su madre, y aunque sus zapatos están gastados y los pies arden de tanto caminar, le duele terminar el recorrido al encontrarse frente a aquel orfanato de apariencia triste, tal vez no esté deteriorado, pero su mente lo deslumbra como el sitio de sus pesadillas.

El niño es entregado a la mujer a cargo del sitio, quien lo mira con indiferencia e indica a una joven que lo lleve a su habitación, aquella joven lo toma de la mano y camina con él hacia el interior, el pequeño se suelta del agarre de la mujer y corre a los brazos de su madre, quien llora en silencio.

— No llores mamá, estaré bien, seré un buen niño, te juro que iré por ti... Yo te salvaré.

— Lo sé, eres mi valiente y precioso héroe.

— Tú también debes ser valiente, promete que lo serás.

— Lo prometo, mi pequeño Konstantín. — La mujer se levanta de manera erguida y regala una sonrisa a su hijo. — ¡¿Lo ves?!, mamá puede ser tan valiente como tú.

El pequeño da la espalda e ingresa al lugar que marco un antes y un después en su vida. Allí conoció a Nicolás, ese chiquillo que tomo como hermano desde el momento en que lo vio un par de meses después, con tan solo cuatro años, Nicolás era agredido por niños mayores, incluso más que Konstantín. Esa fue su primera pelea y aunque no salió muy bien librado, se ganó el respeto de sus compañeros, ya que sus contrincantes quedaron aún peor. Siempre aparentó ser fuerte, en el mundo desde muy pequeño aprendió que era el cazador o era la presa, y él debía ser malo para proteger a quienes amaba.

Ese pequeño soy yo, Konstantín Ivanov, aquel que después de tantos años y de haber logrado ser adoptado junto a Nicolás, se enamoró de la prometida de su hermano y traicionó la confianza de aquel que desde el primer día se prometió proteger. A veces las cosas no suceden como quieres, por el amor de una mujer que prefirió el suicidio antes que hacer frente a sus errores, y mi cobardía por no asumir mis sentimientos de frente, no solo me aleje de mi familia, aquella que me acogió, sino que rechacé el amor de Elena. Sentí que debía proteger el témpano de hielo que tanto me costó construir para protegerme a mi mismo, ya no quiero, no tengo, ni me interesa tener un corazón.

Al menos algo hice bien, pude encontrar a mi madre y salvarla de la miserable vida que le tocó llevar durante tantos años. Luego del abandono del que alguna vez dijo llamarse mi padre y de sus constantes maltratos, mi madre se vio obligada a dejarme en aquel orfanato, posteriormente tuvo que vivir en las calles y dos años después cuando considero que podía darme una vida medianamente digna, ya no me encontró, yo hacía parte de la familia Thompson, pero mi apellido pasó a ser Ivanov una vez encontré a mi madre, decidí usar su apellido y no el de aquel hombre.

...***...

— ¡Ivanov, ven hermano te encantarán las amigas que traje!, viene directo de la ciudad de Los Ángeles y nos acompañaran esta noche; no tienen nada que envidiarle a una estrella de cine. — Me llama Tony, mi abogado y mejor amigo.

En este momento nos encontramos en una de las mejores discotecas de la ciudad.

— No juegues conmigo, no me pienso levantar de la mesa, tráelas aquí.

— Jajajajajaja no esperaba más de ti. — Lo veo perderse entre la gente, poco después regresa acompañado de un par de chicas, no le doy importancia y continuo revisando mi celular.

Las chicas se acercan a la barra antes de llegar a la mesa y Tony se sienta junto a mí, luego me habla.

— Te lo advierto, La morena alta, es mía. — Solo sonrío ante su comentario.

— Buenas noches. — Saludan ambas chicas al acercarse. Ellas hablan al unísono y en voz alta, por encima de la música. Llevo mi celular al bolsillo y me coloco de pie para saludar, mientras lo hago mis ojos se pierden en las piernas de la morena su piel es extremadamente bella y delicada, mi mirada continúa subiendo, es perfecta, es... ¿Elena? — Después de un año la vuelvo a ver, desde aquel día en el matrimonio de mi hermano, donde supo mantener las distancia entre los dos, hoy vuelvo a mirar sus lindos ojos.

Veneno letal.

— ¡Hola! — Saluda efusivamente la mujer que la acompaña, depositando un beso en mi mejilla. Elena solo me observa en silencio.

— ¡Eh Ivanov! parece que te comieron la lengua los ratones, igual a ti preciosa.

Él es mi amigo, Konstantín Ivanov. — Habla Tony.

— Ya nos conocemos. — Comento sacándolo de su error.

— Así es, nos conocemos. — Recalca Elena.

— Ella es quien se encarga de transportar nuestros vehículos a Estados Unidos.

— ¡¿Ella es Elena?! ¡¿Tu Elena?! — Dice en voz alta el imprudente y abriendo los ojos como platos.

— Simplemente Elena, si tiene alguna definitivamente no soy yo. — Mi mandíbula se tensa al escucharla hablar. Su amiga le susurra algo al oído y luego para romper el hielo dice que es hora de bailar y nos conduce a todos a la pista de baile, declino de su oferta y vuelvo a sentarme mientras ellos tres bailan, solo puedo beber mientras la observo, ¿Por qué mierda tenía que reaparecer en mi vida?

Un rato después los observo volver.

— Me voy. — Digo poniéndome de pie cuando ellos llegan. — Elena se sirve un trago doble y lo bebe en un trago.

— Adiós. — Es lo único que me dice.

Tony se acerca a mí y me habla de cerca.

— ¿Tengo vía libre?

Solo puedo mirarlo y creo que mi mirada lo dice todo.

— Entiendo, igual solo me gusta. — Vuelve a hablar.

Empieza a sonar una canción lenta y veo la intención de Elena en pedirle a Tony bailar, Tony se percata de ello, me mira y toma de la mano a la amiga de Elena y la lleva a la pista.

— ¿Qué esperas? — Pregunta una vez estamos solos.

— ¿Para qué?

— ¿No te ibas?

— ¿Tanto te molesta mi presencia?

— No, es solo que no serías tú si no huyes.

— No tengo porque o de quien huir.

— Cierto, eso solo haces cuando amas, no hay porque hacerlo.

— Vamos. — Digo cambiando de tema.

— ¿Dónde?

— A la pista, ¿no querías bailar?

— No he dicho eso. — La tomo de la mano y la llevo a la pista de baile. Necesito demostrarle a ella y a mi mismo que no estoy huyendo.

Una vez en la pista, mis ojos se encuentran con los de ella, me sostiene la mirada y descubro que no hay nada en sus ojos, ya no existe aquella chispa que se encendía en ellos cuando me encontraba cerca, la atraigo hacia mi pecho.

...***...

Pov Elena.

Desgraciado Ivanov, porque tiene que reaparecer en mi vida, ahora que por fin sentía que lo olvidaba y que podía continuar como antes, sin ataduras emocionales, entonces reaparece. La diferencia es que está vez no estoy dispuesta a abrirle la puerta para que haga daño.

La canción termina y ambos nos soltamos como si el simple contacto de nuestra piel fuese un veneno letal.

Los cuatro volvemos a la mesa.

— ¡Ivanov, pensé que te marchabas! — Comenta Tony.

— Eso pensamos todos. — Agrega mi amiga Clara.

— Decidí que es mejor quedarme un rato más.

— Salud por eso, levanto el vaso, los demás me imitan y se da el primer brindis de la noche.

— Después de un rato me encuentro bailando junto a Clara en medio de la pista, nuestros cuerpos danzan al compás del sonido y me siento liberada.

— ¡Es hora de irnos! — Le digo por encima de la música.

— ¡Eso suena bien!

Volvemos a la mesa donde se encuentran Tony e Ivanov.

— Tony, gracias por invitarnos, pero debemos irnos.

— ¿Irse?, son las dos de la madrugada, ¿Qué compromiso pueden tener a esta hora?

— Quedamos de encontrarnos con unos amigos. — Le respondo, aunque a decir verdad es un evento de carreras clandestinas en el que voy a participar, y siendo así, no considero prudente ir gritándolo a los cuatro vientos. Él levanta ambas cejas sorprendido, observa a ivanov quién está concentrado en su vaso y no muestra ninguna expresión, depósito un beso en su mejilla y sin más que decir, Clara hace lo mismo con él y después con Ivanov, me acerco a Ivanov y le tiendo la mano, él la sostiene en señal de despedida.

— Espero que les vaya bien con sus amigos. — Es lo único que dice. Se levanta, coloca unos billetes sobre la mesa y sale.

— Discúlpenlo, Elena tú qué has trabajado con él ya sabes cómo es, no hay que darle mayor trascendencia.

— Definitivamente, no hay que hacerlo. — Es lo único que respondo, posteriormente Tony va tras Ivanov, Clara y yo tomamos nuestro camino hasta llegar a mi auto deportivo y con el cual correré, ambas subimos, doy arranque y el sonido producido por el motor es sencillamente alucinante.

...Pov Ivanov....

Estando en el auto junto a Tony observo a Elena y a su amiga en un descapotable, esta última se levanta del asiento y grita con ambos brazos abiertos "¡A correr!" Se dibuja una sonrisa en mi rostro, los supuestos amigos no existen.

— ¿Sabes dónde es ese sitio donde hacen carreras de autos? — Pregunto a Tony.

— ¿Las ilegales?

— Sí, las ilegales.

— Eso creo.

— Vamos.

— ¿Qué acabas de decir? ¿Qué carajos haríamos tú y yo allá?

— Va a correr. — Comento como si fuese algo obvio.

— ¿Quién? — Pregunta aún sin entender.

— Elena, ella correrá.

— Valla cajita de sorpresas. — Dice con una sonrisa divertida.

Partimos rumbo a aquel lugar. Al llegar, la calle esta llena de autos deportivos con gran potencia, debo decir que de los mejores, si lo sabré yo.

— observo a Elena en la distancia, su auto está rodeado de personas, en su mayoría hombres que admiran el vehículo y a ella, No sé por qué demonios eso hace hervir mi sangre. Muchos consumen alcohol, la veo a ella beber de una cerveza. Esta mujer no conoce lo que son los límites, pues ya ha bebido suficiente whisky como para ahora mezclar con cerveza e ir al volante.

— ¡Vamos, esto será emocionante! — Exclama Tony.

— No, no lo haremos.

— ¿Cómo que no? Entonces ¿qué hacemos aquí? — Guardo silencio, ya que ni yo mismo lo sé, solo me encojo de hombros. — Jajajaja literal estás jodido.

— No seas imbécil.

— No, imbécil tú que vienes y pretendes quedarte en la sombra, a mi me gusta brillar, es más, quédate aquí, yo si iré, si quieres escóndete, no diré que vinimos juntos.

Da un par de palmadas a mi hombro y emprende el camino. Lo conozco y esta es la mejor forma que tiene de acorralarme para que lo siga, algo así como psicología inversa. Lo veo caminar y acercarse al grupo de gente, no lo pienso más y sigo sus pasos.

Al estar cerca la observó, se ve tan radiante, derrocha esa alegría característica de ella, es evidente que me ha superado, así como yo a ella.

¿De qué hablas?

...Pov Elena....

— Tony, ¿Qué haces aquí? — Me sorprende su presencia e instantáneamente busco a Ivanov con la mirada.

– Nada, es solo que vine a ver a un amigo correr.

— ¿Sí? ¿Quién es tu amigo? — Pregunta Clara.

— Es...

— Buenas, otra vez. — Interrumpe Ivanov.

— Hola, ¿También bienes a ver correr a tu amigo? — Vuelve a preguntar Clara.

— No es mi amigo, es más no lo conozco, ha sido Tony quien me invito.

— Eso no importa, nosotras vinimos a lo nuestro.

— Elena, muñeca ven, necesito prepararte. — Dice Maick tomándome de la cintura y guiándome hacia mi auto, le regaló una sonrisa.

— Por su puesto.

Clara, si quieres me esperas aquí, en veinte minutos iniciará la carrera.

— Por supuesto, ve.

Maick posa su brazo sobre mis hombros y yo rodeo con uno de los míos su cintura, juntos caminamos. Revisamos que todo esté bien, una vez lo hacemos ya se han ido diecisiete minutos, él besa mi frente y me desea la mejor de las suertes.

— ¡Ve por todo, tú puedes!

— Gracias.

— Te amo.

— Y yo a ti, le digo desde el asiento del piloto donde ya me encuentro lista, él se encuentra de pie en el exterior. Acaricia mi mejilla y luego se retira dejándome con una sonrisa en el rostro, la cual se borra de a poco al encontrarme con la mirada penetrante de Ivanov.

El tiempo ha llegado, el sonido de los motores de todos aquellos autos es melodía para mis oídos, ya es tiempo de correr. La castaña parada en frente que luce una minifalda de cuero y cuyo pecho es cubierto por un pequeño crop top, deja caer las banderillas.

Acelero a fondo, las llantas hacen un estridente sonido que traducido a mi idioma es adrenalina pura, todos los autos parten.

Actualmente, me encuentro en el tercer puesto de quince en total.

— ¡Tranquilos bebes, que mami ya llego! — Procedo a aumentar la velocidad en plena curva y aunque para alguien en sano juicio es lo más arriesgado, para mí simplemente lo hace más emocionante, segunda prueba carriles del tren, es un poco compleja, sobre todo teniendo en cuenta que el tren se encuentra a escasos metros y avanza a gran velocidad, solo veo a mi contrincante quien hace un par de segundos llevaba la ventaja sobre mí, ahora ambos sonreímos y a toda marcha cruzamos al tiempo las vías del tren, el cual pasa en cuestión de segundos luego de haber logrado nuestro cometido, sonrío ampliamente, ahora solo queda pelear por tomar la siguiente curva en primer lugar, solo un auto pasará a la vez y muy seguramente quien lo logre será el ganador.

...Pov. Ivanov...

— ¡Demonios! Fue mala idea venir a este lugar, no sé en qué rayos pensaba cuando lo hice, primero la veo con ese hombre que el parecer es su novio y ahora poner su vida en riesgo, sinceramente no entiendo por qué lo hace, no tiene la menor necesidad. Actualmente, posee una de las mejores y más reconocidas empresas de envío junto a mi cuñada, de buena fuente sé que el dinero es la última de sus preocupaciones y; sin embargo, está aquí. Aunque debo admitir que es realmente buena, es la única mujer en la carrera, no sé como lo ha hecho, pero justo en este momento acaba de dejar atrás a aquel que ocupaba el primer lugar.

La multitud empieza a gritar y festejar, es Elena la ganadora. Su amiga y Tony se acercan a felicitarla al igual que aquel hombre, yo prefiero sacar un cigarrillo, ya me quiero marchar, mañana es un día importante en mi trabajo.

Maldición, el lugar se llena de patrullas, todos corren hacia los autos, me había alejado un poco para fumar a gusto.

Corro hacia dónde quedó mi auto, pero está un poco lejos.

— ¡Sube! — me grita Elena quién se acerca en su auto, sin pensarlo lo hago.

— Mi auto está por allá le señalo.

— Tony se lo ha llevado, él está con Clara. — La veo maniobrar el auto y rápidamente salimos del radar de las autoridades. Ahora nos encontramos en la autopista.

...Pov Elena....

El silencio entre los dos es algo incómodo.

— ¿Qué tal el trabajo?

— ¿Qué tal el trabajo? — Hablamos al unísono, así de tétrica es la situación. Ambos suspiramos.

— Elena, te debo una disculpa.

— ¿Por qué? —

— Por haber actuado como un crío.

— Tienes razón, actuaste como un crío. Pero ya no importa, es pasado.

— Me alegra saber que estás bien y que te has vuelto a enamorar. — No entiendo a que se refiere, y menos entiendo el porqué me molesta que le alegre el hecho de que crea que me he vuelto a enamorar.

— ¿Te alegra?

— Sí, creo que eso he dicho. — Acelero el auto, él no dice nada. — ¿Te molesta qué me alegre?

— Me molesta tu jodida actitud, no soy tu amiga.

— Pensé...

— Deja de pensar, sobre todo si se trata de mi vida. — Me molesta su actitud tan serena cuando por dentro estoy ardiendo de ganas de qué me bese y eso me molesta más conmigo que con él.

— De acuerdo, te molesta que te diga que me alegra verte con otro, entonces seré sincero. — Freno abruptamente.

— ¡Muero de ganas porque lo seas!

— ¡Me molesta, maldita sea me fastidia ver que alguien se acerque a ti! ¡¿Pero qué puedo hacer?! ¡Solo tragarme mi maldito orgullo, todo es mi culpa!

— ¡Tienes toda la razón, es tu culpa, así que trágate tu maldito orgullo! ¿Dónde te llevo?

— Déjame en la siguiente intersección, tomaré un taxi.

— No es sano hacer esto.

— ¿Hacer qué? — Vuelve a su pose de todo está bajo control.

— Tú y yo no debemos estar cerca.

— ¿Me has olvidado? — Pregunta como si fuese una pregunta casual.

— Por su puesto que lo he hecho, estoy mejor que nunca. — Le muestro una amplia sonrisa que no me llega a los ojos.

— Entonces no entiendo porqué no debemos o podemos estar cerca, a menos de que no intentes mentirme a mí si no a ti misma.

— ¿Y tú me has olvidado? — Le devuelvo la pregunta, cortando su lógica del porqué no hay inconveniente en estar cerca.

— No soy bueno para ti, y tú no eres buena para mí.

— ¿Por qué no?

— No me gusta sentirme débil y mucho menos expuesto.

— A mí tampoco, una razón más para no acercarnos. Por favor baja.

— Ya que no sientes nada por mí ni yo por ti, esto es algo que no cobrará trascendencia.

— ¿De qué hablas? — Pregunto fastidiada, pero mi fastidio pasa a ser asombro cuando silencia mi boca uniendo nuestros labios.

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