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El Renacer De Un Nuevo Ser

Capítulo 1

¿Alguna vez han sentido tanta paz en algún momento de su vida?

Yo la verdad es que no, toda mi vida la he vivido estresada, los momentos felices de mi vida realmente son contados.  Aunque, pensandolo bien no, de hecho no, realmente no hay ningún momento en que me haya sentido feliz o con alguna emoción verdaderamente positiva.

Pero, justo ahora me siento tan bien, con tanta paz en mi alma, siento como si estuviera flotando en el mar, pero sin el miedo a hundirme en él o ser devorada por un tiburón. Me siento como si no tuviera ningún temor, preocupación o el estrés que era mi compañía diaria. Siento tanta, pero tanta calma en este momento.

Si para sentir esto necesitaba morir, realmente no me importa haberlo hecho. 

— Al parecer estás muy cómoda aquí — De la nada escucho una voz grave, aunque algo aislada. ¡Qué rayos! ¿No se supone que había muerto? Si es así, entonces, ¿por qué estoy escuchando que alguien está hablandome? ¿Acaso me he vuelto loca y ahora escucho voces?

— No, no estás loca, bueno a lo mejor un poquito. — Al escuchar eso abro los ojos de golpe, intento ver en dónde estoy y de dónde proviene esa voz, pero lo único que logro observar es agua, es como si estuviera en un lago donde el agua es bastante cristalina, pero de ahí en fuera no logro ver más allá, es como si el lago es lo único que existiera, fuera de él se ve una oscuridad total.

— ¿Esto es producto de mi imaginación? — Es la única respuesta que logro encontrar. 

— No, no estás imaginando nada, soy real. Ahora mismo te encuentras en el limbo.- Vuelvo a escuchar, pero por más que busco, no logro encontrar la fuente de esa voz.

— Si eso es verdad ¿tú quién eres? ¿Dios? — A decir verdad, nunca fui una persona creyente, no estaba segura que existiera alguien en el más allá, pero tampoco me negaba a la idea.

— ¿Dios? No, no lo soy, solamente soy un ente que administra los mundos que están a mi jurisdicción y el tuyo es uno de tantos.

— Ok? - respondo con cierta duda — Pero entonces qué es lo que sigue, si tú eres el que decide mi destino ¿me mandaras al cielo o al infierno? Aunque la verdad no creo haber hecho muchas cosas malas como para ir al infierno, pero tampoco me considero una santa que merezca ir al cielo, así que donde quieras está bien, realmente me da igual. — Lo único que quiero es descansar. 

— Aunque pensándolo bien, en el infierno no creo descansar, dicen que ahí dan torturas. ¡Ay! no, no, Admi, prefiero el cielo, ¿Cuándo nos vamos? —  digo ahora con toda la actitud del mundo.

— No existe tal cosa. — Me dice con una voz cansada, como si lo próximo que dirá lo ha repetido tantas veces.

—  ¿A qué te refieres? 

— No existe un cielo o un infierno, existen las reencarnaciones, es decir que cuando mueres, vuelves a nacer, pero en otro mundo, en otra dimensión, sin recuerdos, sin preocupaciones, sin nada. Si tuviste una buena vida o una mala, ya no importará, podrás iniciar de nuevo. 

— Oh vaya, ¿estás diciendo que volveré a vivir? Si es así, no quiero, vivir es tan agotador.

Y es que realmente lo es, nací en una familia de clase media alta, mis padres no se querían, la mayor parte del tiempo juntos se la pasaban discutiendo y la otra parte discutían conmigo, ”hija, ¿por qué eres tan inútil?” “¿Por qué no puedes hacer las cosas bien ni una sola vez?“ "¿Por qué no puedes ser la primera de la clase como los hijos de mis amigos?” “¿Por qué no eres bonita? Al menos así podría casarte con alguien”, “hija, estás engordando mucho, deberías de cuidarte, ¿o es que acaso ni eso puedes hacer bien?” un sin fin de criticas a todo lo que hacía.

Toda la vida se la pasaron regañandome por el más mínimo error, nunca me dieron un abrazo, ni palabras bonitas, tampoco es como si las quisiera escuchar todo el tiempo, pero ni siquiera se acordaban de mi cumpleaños, lo último que quería ese día era recibir una mirada de odio.  Aunque después de mucho tiempo deje de esperar algo de ellos, en sí deje de esperar algo de la gente, del mundo.  No tenía amigos y no es porque fuera una marginada o algo así, no, simplemente no quería tener a nadie cerca de mí, sentía que todos tarde o temprano te abandonarían y terminarías decepcionada, con el corazón herido, lo último que quiero es sentir esa sensación de vacío, aunque siendo sinceros, todo el tiempo la he sentido.

Yo solamente era una niña, ese monstruo que los adultos fabricaron con sus penas.

Por eso el día que morí, ni siquiera me importó salvarme. Fue en un tiroteo en la universidad, un estudiante, con clara tendencia a la psicopatía, sacó un arma y le disparó a cuanto estudiante pudo en la cafetería, en ese momento, todo mundo comenzó a correr para salvar sus vidas, pero yo me sentía tan cansada de la vida, que me dio igual vivir o morir en ese mismo instante, así que sentí como una bala impactó en mi cuerpo y poco tiempo mis sentidos se iban perdiendo, después todo se volvió en nada.

No era mi día, ni mi semana, ni mi mes, ni mi año, ni mi vida.

— ¿Me estás escuchando? -— Escucho nuevamente la voz de aquel sujeto. ¡Vaya! Ni siquiera me había dado cuenta que me había perdido en mis pensamientos. 

— Sí, por supuesto. — respondo intentando hacerle creer que le he puesto toda la atención del mundo. 

—Sí, claro. Lo que te estaba diciendo es que vas a reencarnar en otro cuerpo con tus propios recuerdos, quiero que cambies su final, ella no merece nada de lo que pasó.

— ¿Reencarnar en otro cuerpo con mis recuerdos? ¿No me vas a borrar la memoria? 

— No, no lo haré. 

— ¿Por qué? Por mí no hay problema que borres mis recuerdos. — Sinceramente, quiero olvidar todo, mis padres, sus regaños, sus miradas de odio, quiero olvidar que alguna vez esperé algo de ellos, quiero olvidar todo el rencor que les tengo. ¿Ni siquiera eso puedo tener?

— No, si lo hago cometerás los mismos errores que ella y eso es lo que quiero evitar.

— Pero… —  no logro terminar de hablar cuando de repente siento como si cayera de un acantilado hacia el abismo. Todo a mi alrededor desaparece y solo logro sentir como mi ritmo cardiaco se acelera cada vez más rápido. De pronto despierto, con la respiración agitada, con la vista borrosa y el corazón latiendo a mil, cuando logro calmarme un poco con las palmas de mis manos logro sentir una cama, la siento tan suave, creo que es lo más suave que he sentido en toda mi vida y eso, por muy extraño que sea, me da un pequeño sentimiento de esperanza.

Capítulo 2

— Majestad ¡Al fin ha despertado! llamaré de inmediato al médico. — Escucho una voz aguda no muy lejos de mí, pero solamente veo como una silueta borrosa se aleja. Intento calmarme, me dijo que iba a reencarnar, así que debo de estar en otro mundo y en otro cuerpo con la vida de alguien más.

Poco a poco mi vista se va aclarando y veo que estoy en una habitación antigua, pero lujosa, demasiado para mi gusto. Todo tiene una gama de colores entre rosa y café pastel, hay adornos de oro puro que incluso deslumbran mi vista.

— Saludos a la Luna de este Imperio, a la Emperatriz Sophie Myers de Acher. Soy el médico real, vine a revisar que todo estuviera en orden. — ¡Ay!, que nombre tan más largo, no puedo creer que alguien se llame así. Espera un segundo, ¿cómo dijo? Ese nombre, lo he escuchado antes, pero ¿de dónde?

— Majestad? — Vuelvo a escuchar esa voz, es la misma que oí al despertar. Es de una joven más o menos de 25 años, tiene una cabellera negra con una tez de piel morena, es muy bonita.

— ¿Quiénes son ustedes? — Es lo único que logro decir, al exteriorizarse, mi voz suena débil y ronca, como si no hubiese hablado en demasiado tiempo

— Majestad, ¿no me recuerda? — pregunta la joven con pánico en la mirada.

— Su majestad, verificaré que todo esté en orden. — Me pide permiso con la mirada y yo asiento. El sujeto, con ropa bastante extraña, se acerca y empieza a examinarme con artefactos extraños.

— Su majestad, ¿me podría decir en qué año estamos? — Después de unos minutos pregunta.

— ¿En qué año? No tengo la menor idea.

— ¿Sabe el nombre de sus padres? — vuelve a preguntar.

— No, no sé, no me acuerdo de nada. — Bueno, aunque tengo recuerdos de mi vida pasada, en parte es verdad puesto que no tengo ningún recuerdo de este cuerpo, no sé ni en dónde estoy, ni quién soy ahora.

— No se preocupe majestad, seguro es un efecto secundario debido al golpe que se dio al caer de las escaleras, lo más seguro es que recupere la memoria poco a poco. De ahí en fuera todo se encuentra bien, pero debe descansar, no puede hacer mucho esfuerzo.

— De acuerdo — respondo con vacilación, todavía con cierta perplejidad sobre todo esta situación.

— Sin más que decir, me retiro su majestad. — sale el sujeto que dice ser el médico real.

Después de retirarse, veo a la joven, tiene una vestimenta como de sirvienta, pero de la época antigua.

— ¿Cuál es tu nombre?

— Majestad, ¿en serio no se acuerda de nada? — pregunta con algo de incredulidad.

— ¿Acaso crees que miento? — pregunto con bastante seriedad, más de lo que pretendo.

— No, claro que no majestad, no me atrevería a pensar eso — responde mientras baja la cabeza, como si se sintiera avergonzada por haberme cuestionado. — Me llamo Isla y soy su doncella personal.

— Su majestad. — Interrumpe una joven encontrando a la habitación. — Sus padres, los Marqueses Myers han venido a verla. — Se hace a un lado y entra una mujer y un hombre, en cuanto hago contacto visual con ella, camina aún más rápido y me abraza.

— Hija, por fin despiertas, temía tanto perderte. — Dice la mujer, veo al hombre que la acompaña, cabello rubio oscuro, ojos color azul con una mirada inexpresiva, con un porte bastante elegante, es bastante atractivo a decir verdad. Pero con tanta indiferencia a la situación. En eso la mujer se separa de mí, tiene el cabello rubio platino, ojos color gris que me ven con tanto amor, jamás había visto esa mirada, lo cual me hace sentir una sensación bastante extraña e incomoda.

— Pero dime, ¿Estás bien? ¿Te duele algo? ¿Quieres que llame a los mejores médicos del imperio para que te revisen? — pregunta la Marquesa.

— Marquesa, no se preocupe, ya la revisó el médico real y dijo que todo se encuentra en orden, que solo necesita descansar. — responde en mi lugar Isla.

— ¿Entonces todo está en orden? — veo alivio en su mirada.

— Sí, no se preocupe, solamente hay un pequeño detalle, la caída logró dejar una secuela.

— ¿Una secuela? — Esta vez habló aquel hombre y logro escuchar en su voz una cierta alteración.

— Sí, su majestad la Emperatriz ha perdido la memoria.

— ¡¿Qué dices?! — Escucho hablar a la mujer con mirada de preocupación sincera.

— ¡¿Y por qué dices que es un pequeño detalle?! ¡¿acaso no te das cuenta la magnitud del problema que la madre de este imperio no recuerde nada, ni siquiera a sus padres?! — Le dice mi padre, si lo puedo llamar así, a mi doncella personal.

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— Estoy bien, no se preocupe Marquez, el médico dijo que con el tiempo poco a poco iré recuperando la memoria. — Aunque lo dudo mucho ya que reencarne y no soy la dueña de este cuerpo. — Sólo necesito descansar así que les agradecería que me dejaran sola.

— ¿Estás segura? No quieres que me quede a cuidarte.

— Estoy bien, no se preocupe.

— De acuerdo — responde con algo de inquietud, como si no se quisiera ir. — Descansa, muy pronto vendré a visitarte.

— Descansa — Es lo único que dice aquél hombre antes de irse, vaya, desde aquí pude sentir todo el amor que le tiene a su hija.

— Tú también puedes retirarte, quiero estar sola. — Le digo a la doncella.

— Como ordene majestad. — responde para luego irse de la habitación.

Por fin sola, no lo puedo creer, no llevo ni un día aquí y ya me siento bastante agotada, ¿Cómo demonios se le ocurre hacerme reencarnar en una emperatriz? Eso requiere mucho trabajo y esfuerzo, la vida de una emperatriz nunca es una vida en calma, y eso es lo único que yo quiero, vivir una vida tranquila, ¡maldita sea! ¿Ni siquiera eso merezco?

Regresa a mi memoria ese nombre, Emperatriz Sophie Myers de Acher, siento que he escuchado ese nombre antes. Pero, ¿De donde? a ver, piensa piensa.

Ay no, no, no, ese es el nombre de un personaje extra de la novela que leí hace un tiempo. No, no te espantes, seguro es una coincidencia, tiene que ser eso. Pero aguarda, dijo que los Marqueces, que dicen ser mis padres, se apellidan Myers. Creo que son demasiadas similitudes para ser una simple coincidencia, sólo hay una manera de confirmar esto.

— Isla — llamo a mi doncella.

— Su majestad, ¿necesita algo? .— pregunta entrando a la alcoba.

— ¿Me podría decir el nombre del emperador al igual que del imperio? — la cuestiono luego luego que entra.

— El sol del Imperio se llama Edrick Acher, emperador de Mongolia.

Cuando terminó de decir el nombre, sentí como se me bajaba la presión, no, no puede ser, de todos los cuerpos en los que me pudo hacer reencarnar, tuve que reencarnar en una emperatriz de 22 años, un personaje extra que muere a manos de la villana.

Capítulo 3

Hace un tiempo, alrededor de dos o tres años, leí una novela que me dejó un mal sabor de boca, el cual por cierto era muy cliché.

La trama era sobre un príncipe heredero, Edrick Acher, el protagonista. Un joven bastante atractivo de cabello color negro, piel blanca pálida y ojos color verde, quien estaba perdidamente enamorado de la protagonista, Alessa Rider, hija de un vizconde, una joven de cabellera rubia, tez clara y ojos azules. Se conocían desde niños, él planeaba hacerla su Emperatriz, pero cuando murió el Emperador y asumió el trono, se vio obligado a casarse con Sophie Myers hija de un Marqués, debido al poder político que tenía su padre, que a pesar de ser un Marqués, tenía bastante riqueza, él era uno de los hombres más respetado del imperio, claro que después del Emperador.

Sophie era una joven de cabello color rojo oscuro, piel blanca y ojos color turquesa. Una chica bastante ingenua, que todo el tiempo desprendía felicidad, la cual se enamoró perdidamente del príncipe heredero en cuanto lo vio en un festival. "Amor a primera vista" así ella describía su amor por él.

Edrick jamás mostró el mínimo interés hacia ella, puesto que cuando se conocieron ya tenía a alguien en su corazón y, cuando lo obligaron a casarse con ella, Edrick sintió un profundo odio, puesto que no pudo convertir en Emperatriz a su amada Alessa, así que no tuvo más remedio que convertirla en su concubina. Con el pasar del tiempo Edrick se vio obligado a aceptar más concubinas por presión de la corte real con el pretexto de asegurar el linaje, aunque en realidad sólo eran excusas para meter a sus hijas como concubinas, en total fueron cinco, incluida Alessa.

Hubo una en especial, Rose, hija de los Duques Stone, la villana de la novela, una mujer que desprendía arrogancia a más no poder y con un profundo odio hacia Sophia, por ser la Emperatriz y hacia Alessa, por ser la favorita del Emperador. Su principal objetivo era ser la Emperatriz, ya que pensaba que por ser la hija del Gran Duque Stone tenía más derecho a ese puesto que una simple hija de un Marqués. La villana poco a poco empezó a deshacerse de las concubinas, primero fue Darlene, hija de un Conde, la envenenó en una fiesta de té. Las siguientes víctimas fueron Tessa y Arley, hija de un duque y de un barón. Ambas eran muy buenas amigas, puesto que ninguna de ellas planeaba ser una concubina, sino por la ambición de sus padres se vieron obligadas a entrar en la familia real. Al salir de viaje fueron atacadas en su carruaje por bandidos.

La siguiente iba a ser Alessa, pero por más que intentara matarla no lo lograba, así que decidió primero matar a la Emperatriz, fue atacada en su alcoba por asesinos profesionales y lo hicieron parecer un suicidio, ahí mismo plantaron evidencia de que ella había sido la responsable de la muerte de las tres concubinas y el intento de asesinato de Alessa.

Al enterarse el Emperador de esto, se enfureció, haciendo que a la Ex Emperatriz no la dejaran enterrar en el cementerio real por ser considerada una traidora. Aunque también se apaciguó un poco, puesto que después de tres años, ya tenía la oportunidad de coronar a Alessa como su Emperatriz y más ahora que por fin estaba esperando un hijo de él. Cuando la villana se enteró de los planes del Emperador y de que Alessa estaba embarazada, mandó a asesinar de inmediato a Alessa, pero fue descubierta, también se descubrió que ella era la causante de las muertes de las concubinas y de la muerte de la Ex Emperatriz, lo cual fue condenada a muerte. Y así pudieron vivir felices los protagonistas, después de pasar por adversidades, su amor pudo más que todo.

Lo que más odié de la novela, no fueron los protagonistas, ni su historia de amor, sino a la Emperatriz, que era feliz a pesar de la indiferencia de su padre, a pesar de que el “amor de su vida” siempre la ignoró y la vio con odio. Ella nunca perdía su sonrisa. No sé si era muy ingenua con un buen corazón o muy estúpida.

No puedo entender como alguien que ha sido rechazada y humillada muchas veces no pueda tener rencor en su corazón, ¿Es acaso normal no querer vengarte o al menos querer alejar a esas personas de tu vida? Porque hasta los últimos días de su vida siempre miró con amor al Emperador.

Realmente no lo puedo entender. Yo creo que seguir amando a alguien después de que te hizo mucho daño, ya no es amor, sino más bien una obsesión.

Pero ahora reencarne en ella y me siento frustrada debido a que ahora más que nunca sé que nunca viviré una vida tranquila, no al menos siendo la emperatriz, aunque claro, si es que no me matan antes.

Necesito un plan, tengo que huir de esta historia, y la mejor opción es dejar de ser la Emperatriz, al fin y al cabo soy simplemente un personaje extra.

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