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Oscura Tentación (Libro II)

Superstición

Esta soy yo, Zoe Morgan. Tengo 20 años de edad y en este momento todo se está yendo al ¡Carajo!

Varias supersticiones están rondando en la universidad, así como en la película "El Aro" en donde veías un video y morias, aquí está pasando lo mismo con una fotografía.

Mi mejor amigo Dalas, nos cuenta lo ocurrido en clase de Oratoria porque si, estudiamos periodismo y nos encanta llegar al meollo del asunto.

—Bueno, ya ha habido tres muertos en esta semana —informo— Todos sumamente tiesos como la verga que me comí a noche.

—Podrías dejar tu lado Gay a un lado y poner seriedad al asunto —reí.

—De acuerdo damita, la cuestión aquí es que al ver la fotografía te dan un lapso de tres días y falleces —comentó—Esa foto está maldita y lo peor es que nadie sabe el ¿Por qué?

—¿Deberíamos investigar? —propuso Beth, mi otra mejor amiga quien se hallaba a mi lado.

Le encantaba todo lo relativo a lo sobrenatural, ya que, su madre vivió en la ciudad de Astalon al igual que mi padre. Sitio que muchos dicen estar embrujado.

—¡Oye si! Serviría para nuestro proyecto —alarmó Dalas—Quiero ser el mejor en esto, así llamaré la atención de mi crush.

—¿Quién es tu crush? —pregunté con curiosidad.

—Se llama Hugo —dijo emocionado—Voy a invitarlo el día de la fiesta.

Beth le lanzó una mirada sorpresiva y lo mandó a callar.

—¿Qué fiesta? —cuestione dudosa.

—Nada amiga, imaginación de este tonto enamorado —aseguró ella—Entonces si ustedes entran a este proyecto de investigación sobrenatural. También yo.

Afirme, la verdad era un tema relevante que ponía los pelos de punta; sin embargo, me encontraba dispuesta de hacer lo que sea con tal de aprobar la materia.

Después de una larga charla con el profesor Pérez, volví a casa. Papá se encontraba viendo su partido, pero al verme llegar apago la televisión y se dirigió hacia mí.

—Llegaste princesa ¿Cómo estuvo la clase? —preguntó depositando un beso en mi frente.

—Bien, aunque un poco estresante, por el tema ese de la fotografía maldita —le informe poniendo los ojos en blanco.

Este se carcajeó, y pasó su mano por su melena castaña.

—Hija, eso es en todos lados —aseguró—Hasta cuando yo estudiaba había rumores así.

Me encontré interesada en el tema y le pedí más información mientras nos sentábamos en el sofá.

—Decían que cada mes de octubre las jóvenes virgen desaparecían —explico—Al principio parecía juego, luego comenzaron a suceder cosas extrañas.

—¿Qué clase de cosas? —

—Pues las chicas se veían cansadas y pálidas, además de un grupo de jóvenes que aparecieron de la nada —recalcó—Supongo que ellos tuvieron que ver con eso, quizás fueron drogas. En ese entonces salía con una chica, su nombre era Samantha Walas y desde que empezaron a ocurrir esos eventos no la volví a ver. Espero que no se haya quedado en la ciudad cuando ese huracán acabó con todo.

Ese tema me dejó en desconcierto, papá jamás me contó sobre eso y ahora que lo sabía mi interés había crecido. Decidí navegar en Internet en busca de información, pero únicamente aparecía sobre el huracán junto al tornado que se llevó a la ciudad. Entonces tecleé de inmediato sobre la supuesta fotografía maldita y sí que salía muchísimas noticias sobre esto.

Sin duda alguna comenzaba a viralizarse y a su vez la preocupación de las personas de la ciudad de Cirus crecía. Había tantos comentarios e imágenes de las personas fallecidas y lo que me parecía curioso es que cuando ocurría el fallecimiento no se encontraba la foto.

—¿Pero qué rayos está pasando? —dije mientras miraba uno de los comentarios en donde aseguraban que esa imagen fue traída desde Astalon y por eso pasaban dichos acontecimientos.

Decidí llamar a Dalas y proponerle cierta idea que se me acababa de ocurrir.

—¿Y si vamos hacia Astalon? —le dije cuando este contesto—Muchas personas comentan que esa fotografía proviene de allá.

—Zoe ¿Cómo saben que esa foto maldita es de ahí? Solo lo dicen porque ellos mismos creen que la ciudad está embrujada —dijo suspirando— Esa ciudad es inmensa, ¿O qué, iremos de casa en casa para ver que foto falta en la pared?

—De acuerdo —reí—Es que mi padre me acaba de contar una historia que pasó en su instituto sobre unas jóvenes que desaparecían en clase y...

—Espera... Tu papi Zack, estuvo involucrado en un evento sobrenatural también —dijo emocionado.

—Si, por eso es como que mucha... —este interrumpió.

— Se me ha ocurrido la brillante idea de hacer un reportaje y así sin más no hay necesidad de darle tanta vuelta a esos temas ¡Hay que ir a esa ciudad maldita! Y grabar como en las películas de terror relatando los hechos que tu padre te dijo, será un gran reportaje—exclamo—Le avisaré a Beth, que prepare bragas y golosinas porque iremos pasado mañana.

—Pero... —este colgó dejándome con la palabra en la boca.

Este sí que era arriesgado, para hacer un simple reportaje en un sitio fantasma.

—¡Es brillante! —halago Beth cuando estábamos en el comedor —Nadie se ha atrevido hacer eso, seremos los mejores.

—Si, hasta podemos inventar varias historias —ideó Dalas—Mientras muchos se enfocarán en la aburrida economía de Cirus, nosotros estaremos en lo terrorífico.

Mentir para obtener un buen puntaje, no me parecía honesto ¡Estos amigos míos sí que estaban locos! Abrí lo que me había preparado de almuerzo y vi una nota de papá dentro de esta:

«Feliz Cumpleaños mi princesa, espero perdones mi ausencia el día de hoy sabes bien que trabajo por los dos; sin embargo, voy a compensártelo... Te dejé una sorpresa en la nevera.

Te ama papá»

Cierto, era mi cumpleaños lo había olvidado por completo, bueno ya me acostumbré a eso. Los chicos se fueron entonces me quedé en la biblioteca hasta tarde, cuando llegué a casa aproximadamente a las ocho de la noche, encendí la luz que alumbraba el pasillo y me lleve un gran susto.

—¡Sorpresa! —gritaron al unísono, mis dos mejores amigos con otras personas más. Corrieron abrazarme y a llenarme de halagos.

Comimos pizza a gusto en la sala, aún me hallaba impactada por agradable detalle.

—¿Qué te pareció tu regalo? Dalas y yo lo venimos planeando desde hace semanas —afirmó Beth.

—Me encantó, muchísimas gracias —agradecí sonriendo— Ustedes siempre me sorprenden.

El timbre sonó y Dalas se levantó emocionado.

—¿Más personas? —pregunté

—Debe ser Hugo —dijo esté corriendo abrir la puerta.

A los pocos minutos se apareció en la sala con un chico Moreno y otro que llamó mi atención. Tenía el cabello castaño, con ojos grises y el cuerpo lleno de tatuajes, este me miró e inmediatamente me sentí intimidada.

—Se los presento —dijo Dalas— Él es Hugo Sandoval y su amigo Alex Walas.

Interrogatorio

¿Alex Walas? ¿Walas? Como Samantha Walas la chica con la que salía mi padre ¿Sería posible que este chico sería su familia?

—Mucho gusto y Feliz cumpleaños —dijo esté entregándome una pequeña caja.

—Gracias —dije sentándome con él en frente.

La abrí y vi una pulsera de cuerpo con incrustaciones de piedras azules.

—La verdad no sabía que obsequiarte, me dijeron que era el cumpleaños de una chica más no me dieron detalles de tus gustos —confesó.

—No te preocupes, de hecho me gusta mucho ¡Es muy preciosa! — halagué.

Dalas tosió y Beth se levantó al igual que la multitud dejándonos con un poco de privacidad ¡Que rayos les pasaba!

—¿Te la pongo? —preguntó.

—Si —dije afirmando con la cabeza y extendiendo el brazo.

Sentí el roce de sus dedos sobre mi piel e inmediatamente percibí un escalofrío que recorrió mi cuerpo. Con delicadeza amarró la pulsera y me quedé perpleja mirándolo.

—¿Qué sucede? —preguntó este con su voz gruesa y varonil.

Debía de pensar que era una acosadora por mirarlo tanto ¡Qué vergüenza!

—No nada yo, nada —Carraspee mi garganta y cambié de tema —¿Eres de por aquí?

—Sí, vivo cerca de aquí. Al otro lado de la manzana —Informó.

—¡Oh! ¿Vives solo? —solté de repente, no debí preguntar eso. Sonó tan atrevido.

A este se le marcó una media sonrisa y vi claramente como se mordió el labio.

—¿Por qué? ¿Quieres visitarme? —preguntó seductoramente.

Hicimos una pausa y comenzó a reírse dando a entender la broma pesada que me había jugado.

—Es chiste, pues vivo con mi madre y mi abuela —aclaró.

Suspiré y me arriesgue a interrogarlo más a fondo, después de todo iba a ser una futura periodista.

—¿Tu madre se llama Samantha Walas? —

—Si ¿Por qué? —respondió de inmediato.

—Es que papá me comentó que salió con ella una vez —dije para no levantar sospechas—Me llama la atención este romance juvenil.

Este paso una mano por su barbilla y tomó un trago de refresco.

—Por un momento pensé que me estabas interrogando —dedujo.

¡Vaya! Alex Walas, sí que tenía agilidad para descubrir mis intenciones.

—No para nada además ¿Pará qué te interrogaría? —contradije.

En un instante se acercó más, se hallaba tan cerca que ya falta poco para que su respiración caliente chocará contra mi mejilla.

—Hay tantas razones —Comentó—Curiosidad, gusto, placer. O una mezcla de todas las mencionadas.

Enseguida adiviné el tipo de chico que era Alex Walas. Egocéntrico, inquietante y sobre todo seductor, imagino que muchas chicas estarían a sus pies, pues no cabía duda de que con ese rostro enamoraba a cualquiera.

—Si estás tratando de coquetearme déjame decirte que no está funcionando —asegure cruzándome de brazos y mirándolo serio.

—No hay necesidad de eso —dijo esté pasándose la mano por su melena alborotada—Tarde o temprano pasa.

—¿Pasa que? —pregunté distrayéndome con su vista.

Él se levantó y llamó su amigo para irse.

—Nos vemos, Zoe Morgan —hizo una reverencia y se marchó.

Dalas se acercó y me aplaudió en la cara.

—¡Vaya! Zoe te ganaste ese Adonis —

—Es un tarado, cree que por tener bonita cara puede comerse al mundo —comenté.

—Lo traías embobado —dijo Beth uniéndose a la conversación— Y mira que precioso regalo, deberías aprovechar, no has tenido novio desde ya sabes.

"El innombrable" apodo que le pusimos a mi ex por ser tan descarado y engañarme con su mejor amiga.

—No gracias, paso —dije quitándome la pulsera y poniéndola en la mesa.

Luego de esa larga noche y buscar el pastel sorpresa que mi padre había guardado para mi, me fui a la cama. Mañana nos esperaba un día intenso y por tal motivo necesitaba dormir con urgencia.

De un momento a otro el sonido de un golpeteo me alertó. Al mirar con claridad la situación, tenía las manos en la espalda de un chico, mientras este se movía haciéndome suya, cuando este alzó su rostro me di cuenta de que era Alex.

—¿Te gusta así? —preguntó al mismo tiempo en que apretaba las almohadas acelerando los movimientos.

—¿Qué está...? —Este me cayó con un beso y saco un gemido de mi boca. ¿No podía ser real? ¿Aunque se sentía muy real?

Un líquido caliente empapó mi zona íntima, y este tras dejar besos por mi cuerpo desnudo, desapareció bajo las sábanas. En el momento en que me destape para verlo no lo ubique y en un parpadeó tenía la pijama puesta, no obstante mi respiración aún se encontraba agitada.

¿Un sueño? ¿Acaba de tener un sueño húmedo con Alex? Me deje caer y trate de controlar la excitación de mi cuerpo, no le di mucha importancia y volví a dormir

A la mañana siguiente, me desperté con el sonido de la alarma y un mensaje de Dalas.

«Hoy no iremos a clases, nos vemos en el puente de Richclan a las tres de la tarde»

—Todo por una buena nota ¿No es así Zoe? —me dije a mi misma.

Camine hacia el closet en busca de ropa y luego fui por lo que mis amigos me pidieron que llevara. Después de un rato de arreglarme me dirigí hacia el lugar acordado en donde me esperaban con varios instrumentos para grabar.

—Hasta que al fin llegas Señora de Walas —dijo Beth de manera sarcástica.

—¡Van a seguir con eso! —exclamé con tono aburrido— Alex, no me gusta ni me gustará jamás.

Entonces llego a mi mente el sueño de ayer y me avergoncé.

—Eso dices ahora —dijo Dalas— Ya te escucharé ¡Oh si! ¡Vamos Alex! ¡Así más, duro!

—Cierra el pico o reveló de que color son tus tangas —le amenace y este dejo la risa.

Con la situación controlada, nos adentramos por el lado norte de la ciudad. Nos ubicamos con un mapa y comenzamos con la exploración.

Todo el lugar daba terror, las calles llenas de hojas y matorrales. Casas destruidas, edificios, ni siquiera se escuchaban el sonido de las aves.

—¡Qué miedo! —susurro Beth activando la cámara para grabar—Hasta siento la piel de gallina, y saben lo que dice mi abuela.

—Que cuando eso sucede es porque hay fantasmas cerca —recalcó Dalas.

Mire al suelo, vi unas pequeñas grietas que se extendían y se perdían de vista. Tomé fotografías recolectando evidencias.

—Zoe ¿Ese no es el instituto donde estudió tu padre? —preguntó Beth señalando una edificación destruida.

—Si, lo es —dije caminando hasta allá.

Entramos y anduvimos por todos los planteles. En donde grabamos varios cortos interesantes.

—Esto me lo llevó —dijo Dalas guardando un pequeño trofeo— Nos servirá de evidencia ¡Oh! Y también eso.

Tomó una placa conmemorativa y la guardo. De pronto escuchamos un ruido que nos hizo saltar del susto.

—Hay algo que nos ha estado siguiendo desde que entramos aquí —aseguró Beth.

Misterio

—¡Deja de bromear! —protesto Dalas.

—No es broma —aseguro—Escucho pasos, deberíamos irnos ¡Ahora!

—¿No será eso lo que te asusto? —pregunté alumbrando una rata que corría despavorida por nuestro lado.

Estos pegaron un grito mientras yo reía ¡Y qué valientes!

—Si, bueno. De todas maneras vamos a apurarnos, este lugar cutre me tiene asqueado —exageró mi amigo.

Después de grabar unos cinco minutos más, decidimos que ya era tiempo de marcharnos pues comenzaba a oscurecer. Pasamos la verja que rodeaba la entrada; sin embargo, al momento de pasar mi suéter se quedó enganchado en el alambre.

—Oigan, esta cosa me atrapó —

Los chicos se devolvieron y desataron torpemente, pues parte de la tela del suéter quedó ahí.

—No te preocupes, te regalaré uno nuevo —prometió Dalas.

Me aseguré de estar bien y nos fuimos a casa. Cuando llegue a la mía, fui directo a mi habitación y conecte la cámara en la computadora para revelar todas las imágenes y guardarlas en una carpeta.

Mientras eso sucedía, me di una larga ducha y luego volví cuando todo el traspaso había finalizado. Las imágenes habían quedado fenomenales, visualice cada una de ellas, pero hubo varias que me llamaron la atención.

Una especie de mancha negra aparecía, detrás de nosotros o a un lado. Al principio pensé que era un error del lente o un efecto de sombra; sin embargo, decidí llevarlo a un experto.

Llame al profesor Pérez quien aceptó gustosamente en recibirlas para realizarles una evaluación. Fui a su edificio le entregué el sobre y luego volví a la parada de buses.

Necesitaba saber que era esa mancha ¿Y si se trataba de algo más? ¿Y si Beth tenía razón y un fantasma nos seguía?

Percibí el humo de cigarro en mi nariz y fue ahí que me di cuenta de que no me encontraba sola. El chico tatuado, arrogante estaba sobre una moto Ducati roja y tenía su mirada en mí desde hace rato.

—¿Qué? —pregunté cruzándome de brazos.

—¿Siempre eres tan quedada? —preguntó soltando el humo de su cigarrillo.

Rodee los ojos y no le preste atención.

—¿Por qué tan lejos de casa? —

—Qué te importa ¿No? —dije al mismo tiempo que este reía a carcajadas.

—¡Ouch! La señorita sabe defenderse—Halago— ¿Si quieres te llevo?

—No gracias, esperaré un taxi —

—Osea que piensas quedarte aquí por varias horas, llevando frío —dijo este con voz sarcástica—Has de tener una buena salud.

—Pues... Este... Obviamente —dije insegura.

—¡Excelente! Suerte con eso —Exclamó arrancando en la moto; sin embargo, di varios pasos y este se detuvo.

—¿Si o no? —preguntó de manera directa.

—Ok, si —dije recibiéndole el casco, me monte con cuidado y este pidió que me sujetará de él, cosa que no hice.

Apreté las piernas y me agarre de las rejillas de atrás.

—¿Es en serio Zoe? —preguntó en manera de burlona— Bueno allá tu.

Aceleró a tal punto que me vi obligada a rodearlo con mis brazos, por lo menos cumplió en dejarme frente a mi casa. Él bajó primero, luego me agarro de la cintura y me ayudo y quedamos cerca, entonces llegó a mi mente la escena de nosotros dos en la cama.

Mis mejillas se pusieron calientes y este no dudo en besarme sin mi consentimiento. De un momento a otro me cargo y me colocó sobre el asiento quedando en medio de mis piernas ¡Mierda que estaba pasando! ¡Por qué me calentaba! ¡Por qué era tan jodidamente excitante!

Coló sus manos por debajo de mi falda shorts y me tensé un poco. Luego esas mismas caricias dieron en mi espalda y me estremecí chocando mi boca con la suya.

—¿Qué rayos está pasando? —pregunté con la voz entrecortada.

—Estás experimentando una nueva sensación —dijo esté dejando besos en mi cuello— ¿Jamás te han tocado así Zoe?

Negué con la cabeza, a la vez que mis manos tomaban su camisa y la sujetaba con fuerza.

—¿Quieres hacer más que eso? Te prometo quedará entre nosotros —propuso.

¿Tener sexo con un chico que apenas y conocía? No lo negaba, estaba muy guapo pero pasar la noche con él y luego fingir que todo fue para apagar el momento ¡No era lo mío! Quite sus manos y baje del asiento mirándolo a esos intensos ojos grises.

—Conmigo no es fácil Alex —le susurré—Si me quieres, vas a tener que demostrarme que si vale la pena. De lo contrario, no.

Le pasé, por un lado, y justo cuando iba a entrar a mi casa este grito desde el otro lado de la calle.

—¡Lo haré! ¡Acepto el reto! Pero cuando llegue ese momento, no quiero quejas —

Escuché su moto alejarse y sonreí un poco ¡Aparte de arrogante, testarudo! No obstante si estaba dispuesto a luchar por mí, no me quejaba.

Al siguiente día, me encontré con el señor Pérez en su oficina, este habló sobre las fotos y lo mucho que le consternaba la mancha negra en esta.

—No parece algún tipo de error del lente, ni tampoco un efecto —comento—Es simplemente una mancha oscura quizás producto de un insecto que voló cerca, es muy similar al de la foto que anda por ahí rondando que dice supuestamente estar maldita.

—Espere ¿Usted ya vio esa foto? —pregunté curiosa.

—Si, ayer y como ves aún no he muerto —dijo carcajeándose.

—¿Y como es? —cuestione prestándole atención.

—Es una foto de preparatoria, un grupo de chicos posando y al final se ven varias sombras gigantescas —aclaró— Muy interesante, pero nada tenebrosa.

—¿Aún la tiene consigo? — interrogué.

Este suspiro y se acomodó la corbata.

—No, se la entregué al profesor de cálculo —

—Bueno, ya no le quito más tiempo — recalqué—Muchísimas gracias.

Me marché aún pensativa, el profesor confirmó que se parecía a la fotografía maldita, misma que viene de Astalon. Cabe la posibilidad de que si provenga de allí, tenía que averiguar más, esto cada vez se volvía una incógnita que merecía ser resuelta.

—¡Zoe! —grito Dalas corriendo en mi dirección —Hay algo que debes de saber.

—Las evidencias que Dalas recolectó, desaparecieron de su bolso —dijo Beth alarmada.

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