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Correr El Riesgo

Prólogo

En el momento en el que subió a la tarima sentí como mi corazón se encogió, la postura de su cuerpo era la misma, la forma en que sus manos se movían, como sus dedos se deslizaban con tal agilidad, era un sentimiento extraño que embriagó mi pecho, algo me decía que esa persona que estaba allí, era la que buscaba y la que todos buscaban, de repente mis manos empezaron a temblar, la música se ensordeció, cerré mis ojos durante un segundo, hasta que sentí la mano de alguien sobre mi hombro, cuando giré mi rostro me encontré con Lucy, su rostro estaba cubierto con el velo negro de su sombrero de fascinator, sus ojos azules me miraron con tristeza, el enojo se volvió apoderar de mi corazón, no quería que nadie sintiera lástima por mí, esa pequeña debilidad que ella había dejado, no la quería mostrar así que solo me limité a soltar una pequeña sonrisa, a lo lejos escuché a mi madre hablar, su voz se cortaba entre lamentos, la observé detenidamente, mi madre sostenía un pañuelo debajo de su nariz, mientras que Emma le acariciaba la espalda con delicadeza, no alcanzaba a escuchar las palabras que le decía a mi madre, pero estaba seguro de que la estaba consolando, solté un suspiro lleno de repudio, incluso en una situación así, Emma intentó arreglar nuestra anterior relación, como si de alguna forma lo que pasó en su familia nos podría llegar a unir de nuevo, entonces la música se detuvo y fue ahí, el momento en que la vi, mi respiración se volvió más agitada y mi corazón empezó a latir adolorido.

Era la primera vez que me sentía así, la primera vez que no sabía cómo reaccionar, odiaba sentir como mi corazón latía fuertemente hacia ella, debería ser un jodido masoquista, no había otra explicación. Pero existía esa parte en mí que decía que nada de esto era cierto, que todo era una farsa. Ahora mismo quería nunca haber ido a ese lugar, haber rechazado desde un principio lo que mi madre me dijo y que ahora no debería estar aquí, aunque siendo sincero sería un jodido egoísta.

Muchas cosas habían pasado estos últimos meses sin ella, todo el odio y rencor que sentía se había esfumado con solo ver sus ojos, quería odiarla, pero no podía, no podía solo por el hecho, qué quizás, realmente sí la llegué a querer y que al escuchar su voz hizo que me sintiera como un adolescente enamorado.

Odiaba todo esto, nunca una persona había hecho que tuviera tantos sentimientos hacía ella. Que la odiara y al mismo tiempo la quisiera. Mierda. Esto cada vez era peor y me sentía un inútil porque podría hacer muchas cosas hacia ella, pero me quedé ahí como un idiota viéndola al frente de todo el mundo llamando la atención.

—No tan rápido, gente, todavía no ha acabado la función.

Eso fue lo primero que dijo y dejó a todo mundo sin aliento.

Capítulo 1

No solía hacer ese tipo de cosas, mientras manejaba me lo repetía a mí mismo para así convencerme, solamente iba a ser una noche qué más podría pasar. Conduje entre calles silenciosas con solo el sonido del motor de mi auto, tendría que llegar a mi destino antes de que fuera más tarde, me detuve al frente de un jardín que hacía parte de un grupo de casas lujosas de la ciudad, la persona que necesitaba solía ser muy ostentosa. Al bajarme del auto miré hacia la enorme casa de Lucy, pase el jardín y al llegar a la puerta dudé un poco en tocar, luego de unos cuantos minutos de haber tocado, la puerta es abierta y pude divisar a Lucy, quién tenía el cabello desordenado y estaba en pijama, parecía que estaba durmiendo, aunque no sabría con exactitud que estaría haciendo.

—Necesito un favor tuyo —le dije a la pelinegra de ojos azules que me miraba con confusión.

—Depende de lo que sea —murmuró a la vez que una de sus manos agarró mi corbata y la jaló hacia ella.

Le sonreí después de pasar al interior de la casa, le conté sobre el favor que necesitaba, mis padres tenían preparada una fiesta. Yo había visto la lista de invitados y reconocí a unas cuantas personas, una de ellas era mi exnovia, mi madre todavía no había entendido que ella y yo no éramos nada. Así que tenía planeado llevar a alguien, Lucy por obvias razones no podía ser mi acompañante, era una amiga cercana de la familia y mis padres sabían que nunca tendría una relación con ella, mi intención era que Lucy me presentara una amiga, que fuera fácil de controlar y que supiera que decir en los momentos adecuados, alguien que solo se sentara a escuchar y que mantuviera una sonrisa en su rostro sin importar qué.

—Tengo una amiga —dice luego de estar en un largo silencio, peculiar en ella.

—De verdad —digo con sarcasmo—, ¿cuándo no tienes amigos?

Ella empieza a caminar hasta la gran sala de su casa, enciende la luz y tengo que apartar la vista, su casa siempre había sido de mi desagrado, colores como el rojo, no me gustaban, la mayoría de las cosas de su casa predominaban en ese color, lo ultimo que noté fue el típico sillón francés felpudo color rojo en su sala, solté un suspiro, tanto color rojo me daba dolor de cabeza, ella me indicó que me sentara allí, así que sin más le hice caso, se sentó a mi lado y una de sus manos terminó golpeándome en mi hombro, ella me muestra su celular y busca entre sus contactos, cuando encuentra un contacto en especial me lo muestra, observé el nombre como la tiene agendada “Biblia”, me resultó bastante extraño que alguien como Lucy tuviera a alguien agendado así, guardé mis comentarios para mí mismo, no quería empezar un discusión innecesaria, Lucy se pone un dedo en sus labios cuando el timbre empieza a sonar, está en altavoz.

—¿Qué quieres? —es lo primero que dice su amiga tras la otra línea.

—¡Ay pero que grosera! ¡Se saluda primero Evan! —dice una muy afligida Lucy.

—Agh... —tras un sonido de hojas moviéndose dice—: Hola ¿cómo estás? —su voz fingiendo alegría me causó gracia.

—Así está mejor —Lucy se acerca más a mí.

—Últimamente, solo me llamas cuando necesitas un favor, así que ¿qué quieres?

—¿Eres buena en actuación? —sin rodeos Lucy lo soltó, no esperaba que ella se lo dijera así a la primera.

—Sí —se escucha como vuelve a mover unas hojas—, se me da muy bien —Lucy se ríe.

—¿Podrías fingir ser la novia de un amigo? —dice tan rápido que creo que la chica del otro lado no la escuchó.

—No —su negación fue inmediata.

—Oh vamos, Evan no seas mala —dice con voz empalagosa.

—¿Por qué no vas tú? —responde a la defensiva.

—Porque no, además no tienes nada que perder —levanta las manos como si ella la estuviera viendo—, oye necesitas tomar un poco de aire, salir y sociabilizar un poco.

Un resoplido se escucha tras la línea y pienso durante unos segundos, ¿ser sociable?

—Está bien —deja de mover las hojas—, ¿qué tengo que hacer?

—Espera, así de fácil —al parecer no puede creerlo—, ¿no vas a discutir y decir cuáles son las probabilidades de que salga mal?

—No —un silencio inunda la otra línea, no está moviendo las hojas—, pero sí las probabilidades de lo que tú me digas y por qué tengo que ir y tu “bla bla bla” y tampoco quiero que me estés llamando para que te haga favores, sólo te haré este, pero con la condición de que no me molestes más por lo que me queda del semestre.

Lucy aprieta sus labios, al parecer no le gusta la limitación que le dio su amiga, me dedica una mirada llena de reproche.

—Será muy difícil de cumplir tu condición, pero lo intentaré —dramatiza y deja caer su cabeza en mi hombro.

—Espero que no mueras en el intento —la chica se ríe y Lucy la sigue después de unos segundos.

—Bueno es una fiesta de los padres de mi amigo —la mirada de Lucy se suaviza y siento como su mano sube por mi muslo—, tendrás que colocarte un lindo vestido y tacones.

—Hmmm...

—¿Tienes vestidos, verdad? —pregunta con preocupación.

—Sí, tengo vestidos —responde arrastrando las palabras.

—Te colocas bien bonita para esta noche, tienes que estar aquí a las seis —su mano se detiene muy cerca de mi entrepierna, levanto una ceja en dirección de Lucy y ella me sonríe con inocencia.

—¿Está noche? —la incredulidad de su voz es tanta que logré captarla tras la línea.

—Sí, está noche —dice antes de colgar.

Lucy tira el celular a un lado de ella y se empieza a reír como una maniática, no entiendo el porqué de su risa, así que me mantengo serio a su lado.

Capítulo 2

Después de escuchar a Lucy hablar con su amiga, muchas dudas empezaron a surgir, tantas que quité su mano y me incliné un poco sobre ella, haciendo que ella me mirara con fastidio, ella colocó una mano por debajo de sus ojos para limpiar las lágrimas que se escaparon mientras su risa iba disminuyendo.

—¿Evan? ¿Tiene el nombre de un hombre? —ella deja de reírse durante unos segundos y vuelve a reír de nuevo y con más fuerza.

—Se llama Evangeline —dice interrumpiendo su risa y luego con seriedad agrega—: yo le digo Evan.

Aquella información no me tranquilizó ni un poco, cómo podría ella haber escogido a la primera persona a la que llamó, no quería pasar ningún tipo de vergüenza en la fiesta de mis padres.

—¿Por qué le dijiste que tenía que salir a tomar aire y sociabilizar un poco? —esa pregunta la tomó desprevenida.

—Hmmm... ella está estudiando y pues como es un muy buen estudiante casi no sale y termina dedicándole todo su tiempo a la universidad —se separa de mí y luego se deja caer en el sofá.

—Eso es normal —dije recordando mis tiempos en la universidad.

—Sí eso ya lo sé, como ella siempre tiene que ser la mejor en su facultad y algunas veces le dan trabajos extras, eso le consume mucho tiempo... —el sonido de una notificación la interrumpió, miró su celular y se coloca a escribir en él.

Una sonrisa burlesca traza sus labios y luego se ríe. Escribe en él y vuelve a reír, la miro durante un rato y recuerdo algo que no le había preguntado.

—¿Cómo es ella? —despega la vista de su celular y me mira durante un momento.

—¿Quién? —dice con fingida confusión.

—¿Tu amiga? —gruñí en respuesta.

—¿Cuál amiga? —sonríe y yo solo la miré con una clara irritación.

—Evangeline —al decir su nombre ella sonrió.

—Ahhh, ella —se coloca un dedo en sus labios y luego mira hacia el techo.

—¿Cómo es? —exijo saber, como no habla la presioné—, ¿joven? ¿bonita? ¿elegante?

—¿Elegante? —dice después de unos segundos—, ummm… nunca la he visto con un vestido.

Aquellas palabras me hicieron entrecerrar mis ojos, cómo llamaría a alguien quién nunca ha visto con un vestido puesto, solté un suspiro era mejor ni siquiera haberle pedido un poco de ayuda.

—Entonces ¿Por qué la llamaste? —pregunté esperando una mejor respuesta.

—Porque es alguien de confianza —se levanta y se coloca al frente de mí, su pijama de seda negra se arruga en el momento que se sienta sobre mi regazo a horcajadas—, ¿a tus padres le gustan los tatuajes? —pregunta acercándose y yo ignorando su extraña pregunta pongo mis manos en sus muslos—, responde —pide rozando sus labios con los míos.

—No, no les gustan —le respondo subiendo mis manos por debajo de su corta bata y luego agrego—, pero igualmente los toleran.

—Evan tiene tatuajes.

Y ahí está la respuesta a su pregunta tan extraña. Mis padres no le gustan los tatuajes y es un hecho que no se puede cambiar, con mi hermano nunca se nos cruzó la idea de hacernos un tatuaje, probablemente a mis padres no les molestaría, aunque a mí nunca me han interesado.

—No hay problema con eso —susurro subiendo mis manos por su cintura.

—Pero no son tatuajes bonitos —sus manos suben por mi pecho y se detienen en mi cuello—, son unos que se hizo cuando estaba borracha.

Al decir eso la separo un poco, yo también tolero los tatuajes hasta cierto punto. A mí me gustan que sean tatuajes dignos de ver, como un arte andante y no un caos de algún principiante que ni siquiera sabe dibujar.

—No me jodas —digo y detengo mis caricias y aprieto su cintura—, ¿son muy notables?

Se ríe.

—Tiene uno enorme en la espalda —sus labios se posan contra los míos—, no es muy agradable de ver y los de sus brazos, ni qué hablar de ellos.

Se separa y siento como el horror invade mi rostro, no puedo llevar a alguien así. Ella se levanta y la bata cae delicadamente de nuevo a su lugar.

—Me tengo que ir a cambiar —dice a la vez que se da la vuelta, no la dejo ir a la vez que agarré su brazo dándole la vuelta para que me mire.

—No sé te ocurrió decirme primero eso, antes de que llamaras —amonesto con enojo.

—Suéltame —como no lo hago ella retira su brazo con fuerza y este se libera solo—, de todas maneras, ya está muy tarde y me tengo que cambiar, de seguro ella ya se está arreglando y yo ni siquiera me he cambiado.

Cuando termina de hablar se da la vuelta y sube la escalera. Maldita. Ahora lo único que espero es que esa chica se sienta avergonzada de sus tatuajes y que sepa cómo cubrirlos. Me dejo caer en el sofá y sacó mi móvil para matar tiempo esperando a las dos. Creo que Lucy es una de las únicas que conozco que se arregla demasiado rápido para ser mujer y aun así quedar siempre increíble.

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