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El Guardián De Mi Corazón.

Hermoso tigre blanco.

A las orillas de un bosque, en una isla desolada ubicada al Sur de Japón, un barco yacía en la orilla, esperando a qué la única persona en el bajará con sus maletas.

Narumi Kimura miró los grandes árboles que cubrían el lugar con un rastro de preocupación. Levantó su pesada maleta y bajo del bote, se despidió del barquero y caminó hacia la entrada disponible entre dos árboles milenarios.

-No recuerdo mucho del caminó a casa. Me preocupa perderme- murmuró con preocupación, mordió sus labios con algo de fuerza mientras miraba la gran cantidad de arbustos y plantas que iban a lo largo junto con el caminó.

-Bien, no importa. Después de tantos años, al fin voy a volver a mi pueblo natal en la Isla Ryü- se estiró y respiró aire fresco con una sonrisa optimista. Avanzó hacía delante tirando de su maleta.

Narumi Kimura se detenía de vez en cuando y miraba sus alrededores, asegurándose de no equivocarse de camino. Sus labios se fruncian cada vez que sentía equivocarse, y luego se daba la vuelta y miraba atrás -Sí, voy por buen camino- decía cada vez que sentía completamente segura.

A pesar de estar rodeada por miles de árboles y arbustos, y no ver a largas distancias, no sentía aquella sensación de frialdad y oscuridad como cuando pasaba por un callejón oscuro en la cuidad.

Sin embargo, de vez en cuando se sentía un poco confundida por los caminos que cambiaban y se hacían más de uno. Entre el boscoso y frondoso bosque, suspiró con un poco de enojo -Debí decirle a mí padre que fuera por mí a la entrada de la isla ¡Ahora no sé dónde diablos estoy!.

Gritó enojada, tirando de su cabello. Jugó a la suerte al escoger el camino que tenía delante y avanzo con un poco de cautela, sin embargo, esa cautela desaparecía cada vez que se detenía y miraba los árboles antiguos y milenarios a lo lejos, con admiración brillando en sus ojos.

Mientras disfrutaba de la vista del paisaje que apenas recordaba, llegó a un pequeño riachuelo dónde los salmones nadaban río arriba, luchando contra la corriente.

-¡En fin, el ciclo de la vida!- murmuró antes de saltar sobre las rocas y llegar al otro lado con éxito.

Para sorpresa de Narumi, el caminó simplemente se hacía un poco más ancho cuando cruzó el riachuelo. Ella avanzó con más rapidez, creyendo que el pueblo ya estaban más cerca.

Pronto se hicieron las Gogo 1-ji (Una de la tarde), Narumi ya tenía un poco de hambre. Finalmente dejó de caminar cuando llegó a un árbol gigantesco y majestuoso. Más grande que cualquiera que haya visto durante todo su camino hacía acá.

Narumi rodeó el árbol y se dio cuenta de que el caminó terminaba allí, no pudo evitar suspirar con frustración -Esto no estaba cuando me fui a la Cuidad ¿O sí? ¡No lo sé, estoy tan confundida ahora!

Ella se lamentaba con enojo, tirando de su preciado cabello con frustración cuando de pronto, un poderoso rugido se escuchó por todo el bosque. El cuerpo de Narumi se puso rígido por completo y todos los vellos de su cuerpo se pusieron de punta.

~RUARHH~ sonó el rugido una vez más, aproximándose al lugar donde Narumi se encontraba. La chica abrazó con fuerza al árbol con el rostro pálido.

El sonido retumbante sólo se volvía más fuerte y las ramas rotas lo acompañaban. Todo el cuerpo de Narumi tembló con fuerza y sus piernas se debilitaron, por lo que se aferró con más fuerza al árbol, sus ojos miraron en dirección al sonido.

~RUARHHH~ El poderoso rugido sonó a tan sólo un kilómetro de distancia, fue en ese momento que el rostro de Narumi perdió todo el color -¡Oh, mierd*!¡Voy a morir hoy!- gritó con terror, el sudor corriendo por su espalda como un pequeño arroyo.

EL rugido se detuvo cuando una majestuosa y hermosa figura grande y blanca, con rayas negras y de ojos azules apareció delante de Narumi. El hermoso pelaje del tigre parecía relucir con sus hermosas rayas, las cuales, le daban el toque de la elegancia y grandeza.

-¡Este tigre es de tamaño sobrenatural!- gritó en voz baja mirando a la gran bestia que la miraba con esos hermosos ojos azules, tan profundos y misteriosos como el mismo cielo.

-Sin embargo...- murmuró relajándose un poco -¡Es tan hermoso!- jadeo un poco con asombro, mirándolo mejor.

Narumi lentamente soltó el árbol y se volvió hacia el frente para mirarlo mejor, la admiración brillo en sus ojos cuando su vista cayó sobre los ojos de la gran bestia. Su corazón comenzó a latir con fuerza por alguna razón cuando sus ojos se encontraron ¡Sus ojos la cautivaron por completo!.

La chica se obligó a calmarse por completo y dejó de sentir miedo, desde pequeña, su madre le había enseñado a respetar a los animales del bosque, así como todo lo que los rodea. Tal como decía su madre "La confianza de los animales se gana con respeto" sin embargo, no tenía ni la mínima idea de cómo hacer eso.

El hermoso tigre Blanca sólo se quedó parado, mirándola a una distancia de unos tres metros, bastante cerca. Sus perlas azules y profundas nunca dejaron el rostro de Narumi, era como si estuviese pensando seriamente en algo.

-¡Qué ojos tan hermosos!- murmuró involuntariamente, jadeando con admiración, sin querer, soltó su maleta y esta cayó al suelo, pero aún así, el tigre no se movió y sólo meneo suavemente su cola larga y gruesa.

-Tus halagos no harán nada para salvarte, humana- una voz humana y masculina sonó desde la boca del tigre cuando soltó un gruñido bajo, entrecerro los ojos hacia Narumi con un brillo en sus ojos.

Los ojos de Narumi se abrieron como platos y su quijada casi se cayó, ella no pudo evitar frotar sus orejas, pensando si había escuchado mal, se preguntó -¿El tigre blanco acaba de hablar?

Como si al escucharlo, su miedo interior desapareciera por completo, despertó el temperamento de su padre, dio una paso adelante con una postura firme, ambas manos en la cadera, frunciendo el ceño lo señalo con el dedo índice -Oye, oye, oye, aquí nadie te está halagando, no me mal entiendas amigo. Son sólo comentarios para mí en referencia a ti.

Una expresión fría apareció en el rostro de la chica -Eres un animal hermoso y tan grande que es sobrenatural, pero eso no te da derecho de tratar mal a otros- regañó con enojo.

-¡Tengo el temperamento de mi padre en su mayoría!¡Así que te aconsejo no provocarme!- se cruzó de brazos y lo miró desafiante, con una luz peligrosa en sus ojos.

Los ojos del felino brillaron con interés, dio un paso adelante, la tierra casi tembló cuando su pata presionó contra ella. El corazón de Narumi tembló, sin embargo, no cedió y lo miró con provocativamente.

La gran boca del felino blanco se abrió de par en par y bostezo como si sintiera pereza, dio otro paso adelante, acortando cada vez más la distancia entre ambos -Esto es nuevo, una humana que puede entender lo que digo. Parece que la Aldea será un poco más interesante.

Narumi sintió que sufriría un terrible dolor de cabeza a causa de esto, sentía la necesidad de salir corriendo pero no se permitió hacerlo. Ella levantó la cabeza de repente y se dio cuenta de algo en lo que dijo el tigre -¿Sabes dónde está el pueblo Kita Kara?

Sus ojos brillaron con esperanza. Al contrario de lo que esperaba, en lugar de responder, el gran animal soltó un poderoso rugido que casi deja sorda a Narumi, su cabeza pareció vibrar juntos con el sonido.

El tigre presionó sus patas con fuerza contra el suelo y saltó hacia adelante, en dirección a Narumi.

Lindo par de orejas.

La chica de repente recordó que el tigre seguía siendo un animal salvaje, y el terror creció dentro de ella como una bomba. Narumi dio un paso hacia atrás y apoyó ambas manos al árbol, soltó un grito y apartó la mirada, cerrando los ojos con fuerza.

De repente, su cuerpo se fue hacia atrás como si se hubiese ido en un agujero. Ella gritó con fuerza y acurruco su cuerpo en una bola, esperando golpear el suelo. Pero al contrario de lo esperado, nada sucedió y el dolor esperado tampoco llegó.

Una sensación cálida la rodeaba y dos brazos fuertes y firmes la sostenían. Cuando abrió los ojos, miró sus alrededores con curiosidad, su rostro pálido.

Una risa baja y suave se escuchó desde un lado, cuando volvió la cabeza, se encontró con un par de hermosos ojos azules y profundos, como un océano sin fin.

Un rostro lo suficientemente hermoso como para destruir un país y enamorar a todo un continente apareció a su vista, con cejas gruesas y rizadas, labios delgados y de color cereza, tan antojables como para morderlos, una nariz perfectamente recta y una barbilla afilada y bellamente definida.

La masculinidad que exuda el hombre es simplemente demasiado. Un poema voló inmediatamente a la mente de la chica al verlo "El mar bajo el límpido cielo, azul tal cual hermoso y resplandeciente océano. Bajo la luz del sol crece la perla más brillante y divina, esculpida por los mismos dioses con las cosas más puras del mundo".

Sus ojos recorrieron aturdida el rostro del hombre que parecía sacado de un mismo cuadro antiguo. Su mirada finalmente se detuvo sobre las dos cosas adorables que estaban sobre el cabello blanco como la nieve del hombre.

-Que lindo par de orejas...- murmuró aturdida, extendiendo la mano para tocarlas, el hombre no se movió, sólo continuó mirándola con una expresión cálida.

Las dos adorables orejas se movieron al suave toque de la chica, sacándola de su aturdimiento y haciéndola gritar -¡Son reales!¡Mierd*, yo quiero un par!¡Yo quiero un par así!.

Cuando estaba a punto de tocar la otra, los brazos que la sostenían desaparecieron y su cuerpo cayó al suelo sobre su trasero. Un suave gemido doloroso escapó de su boca y su expresión se volvió un poco dolorosa.

Ella levantó la cabeza y lo miró con vergüenza, su rostro parecía estar a punto de gotear sangre. Se sintió avergonzada al pensar que se aprovechó del hombre mientras estaba aturdida con su belleza.

Narumi se levantó del suelo con una sonrisa culpable y avergonzada en su rostro, ya no se atrevió a mirar el hermoso rostro del hombre delante de ella.

-Ten cuidado, humana- dijo con frialdad el joven, haciendo que Narumi levantara la cabeza y lo mirará con sorpresa "¿Porqué esa voz me suena tan conocida?" se preguntó mentalmente, llena de curiosidad.

De pronto se dio cuenta de algo, miró apresuradamente a su alrededor y su cuerpo tembló -¡¿Dónde?!¡¿Dónde esta el tigre?!¡Joven hombre, le aconsejó que corra, hay un tigre hermoso pero feroz en esta zona!- le dijo con preocupación, el miedo brillaba en sus ojos.

El hombre la ignoro y se dio la vuelta, luego comenzó a avanzar hacia adelante con una expresión fría en su rostro. La chica se sintió aturdida por unos segundos antes de comenzar a seguirlo -Muchas gracias por salvarme de esa fea caída, señor.

Lo miró con gratitud y sonrió cálidamente. El hombre con orejas de tigre sólo agitó la mano y continuó caminando, sin prestarle mucha atención.

Narumi se quedó mirando la espalda del hombre con una expresión indiferente, luego miró a sus alrededores, buscando alguna señal de aquel tigre. Ella suspiró con enojo y pateó contra el suelo cuando no vio su maleta por ningún lado.

-Es tan extraño, recuerdo estar apoyada al árbol cuando de repente sentí irme en un agujero ¿Talvez el árbol es algún tipo de puerta o algo así? Si no ¿Cómo podría haber llegado hasta aquí?- se preguntó confundida, mirando a la nada.

-Oye, humana ¿No querías que te mostrara la Aldea Kyodaina Ki?- la voz del hombre sonó desde el frente, sacando a Narumi de su contemplación. La chica se quedó aturdida por unos segundos antes de señalarlo y decir con un grito -¡Eres el... el tigre!.

Sus ojos estaban llenos de incredulidad mientras miraba las orejas en la cabeza del hombre, ella cerró con fuerza la boca cuando pensó en otra cosa "¿Será que debajo de su kimono esta su cola?¡Yo quiero verla!" pensó emocionada, un rubor se extendió sobre su rostro.

El joven hombre frunció el ceño, preguntándose que estaba pensando la chica, realmente no podía ver a través de ella y eso lo hacía interesarse un poco en ella.

Una sonrisa de interés apareció en el rostro del hombre cuando la miró, levantó una ceja, se cruzó de brazos y dijo -No eres tan estúpida como pareces- luego se dio la vuelta y continuo caminando.

Narumi lo pensó por unos momentos antes de seguirlo aún sorprendida, en su mente aún procesaba todo lo que le había sucedido en tan solo unos minutos. No pudo evitar preguntarse si estaba inconsciente en algún lugar y en estos momentos solo estaba soñando. Miles de emociones extrañas pasaban por su corazón en ese instante.

Dos horas después...

Después de caminar durante mucho tiempo, llegaron a una Aldea muy bien construida, los edificios estaban hechos de madera muy buena, que parecía fuerte y resistente. Todo el lugar exudaba un aire antiguo, como si hubiesen viajado en el tiempo a unos mil años atrás.

Narumi jadeo sorprendida mientras sus ojos vagaban por todo el lugar, deslumbrada. El pueblo Kyodaina Ki no era en nada parecido a lo que recordaba, ciertamente ya no era como cuando jugaba con los niños de su misma edad en el lugar en aquel entonces.

De hecho, Narumi tenía 14 años de no volver a su pueblo natal, ya que desde era una niña, sus padres la enviaron a vivir con la hermana de su madre a la Cuidad capital de Japón. Así podría aprender mejores cosas y conseguir un buen trabajo, estos eran los pensamientos de sus padres para su hija.

Cada año la visitaban durante los días festivos y se quedaban con ella al menos dos semanas antes de volver a la isla Ryú, por miedo a que algo sucediera en su pueblo.

Narumi nunca se quejó de ello, ya que sus padres sólo querían lo mejor para ella, sin embargo, eso la alejó de su verdadera cultura.

La chica, por ir distraída, chocó con algo duro, fue cuando se dio cuenta de que el hombre que caminaba delante de ella se había detenido, provocando la pequeña colisión.

-Muchas gracias por traerme, señor- le dijo en voz baja, su voz llena de gratitud. Él se dio la vuelta y la miró con pereza, un segundo después, su figura blanca desapareció en el aire, dejando a la chica desconcertada y un poco enojada -¡Qué tipo tan mal educado!¡Ni siquiera se despidió!

Narumi tuvo que preguntar a varias personas del pueblo para saber la dirección de la casa de su familia. En toda la isla Ryú, sólo su familia tenía el apellido Kimura, así como los otros tres clanes, también tenían un solo apellido el cual sería el que dominara en esa zona.

Cuando finalmente llegó a su casa, su boca casi se abrió por completo mientras miraba atravez de las rejas las pocas cosas que podía ver, sin embargo, ya era suficiente para dejarla muda.

-Realmenye no puedo creer que yo valla a vivir aquí de ahora en adelante- murmuró con cierto asombro, luego camino hacia las puertas de la gran mansión antigua.

La ubicación de la familia Kimura estaba algo lejos del pueblo, pero también al final de la calle principal. Como jefe del pueblo, el padre de Narumi tenía que estar siempre al tanto de todo pero también le gustaba el silencio, por lo que eligió esa posición para más facilidad de la gente y también para su propio gusto.

Narumi camino hacia los dos guardias que custodiaban las puertas, ambos la miraron de pies a cabeza con una expresión extraña, no hacía falta decir que era su ropa, pues en el pueblo todos utilizaban kimonos, como en la era antigua para mantener viva su cultura. No eran las primeras personas en el camino que miraban a Narumi con esa expresión.

-¿Quién eres, forastera?- pregunto el guardia más robusto con frialdad, su rostro amargado y rasguñado hizo que Narumi frunciera el ceño y lo mirará un poco más.

-Soy la hija del jefe Kimura...- respondió con una sonrisa gentil, mirándolo con calma.

Guardián de ahora en adelante.

Sin decir nada, Narumi sacó una ficha con el emblema familiar de los Kimura. Su madre se lo había dado hace ya varios años atrás, por si en algún momento quería volver a su pueblo natal.

Ella se lo entrego al guardia que habló anteriormente y lo miró con una sonrisa confiada.

-Esto testifica que soy la hija del jefe Kimura ¿Ahora puedo entrar, por favor?- preguntó con tranquilidad, mirándolo.

El rostro del guardia robusto se puso pálido al ver la ficha, ambos cambiaron sus expresión de arrogantes a respetuosas y se inclinaron ante la joven, sin atreverse a mirarlas, ambos dijeron al unísono -¡Bienvenida, Joven Señorita!.

Narumi no pudo evitar sentirse extasiada al ver al hombre arrogante de antes saludarla de esa manera, ella tomó la ficha de vuelta y la guardo con una sonrisa gentil.

-Por favor, déjense de formalidades, solo quiero apresurarme y ver a mis padres- dijo con una cálida sonrisa, mirándolos gentilmente. Este era sin duda, el temperamento de su madre.

-Por favor, Joven Maestra, permítame guiarla- dijo el guardia que estaba al lado del hombre frío y arrogante, hizo una reverencia y abrió las puertas para dejarla pasar. La chica asintió con la cabeza y lo siguió dentro de la residencia.

Los ojos de Narumi vagaron por todo el lugar con curiosidad, como una niña que entra a un mundo nuevo y desconocido. Para su sorpresa, en el patio principal nadaban muchas carpas coloridas y lindos pez cois de distintos tamaños. Sobre ellos, habían pequeños lotos de agua de distintos colores, se veían muy hermosos.

El jardín estaba repleto de flores que nunca antes había visto, eran exóticas y hermosas, los aromas que desprendían también eran agradables y frescos, dando una sensación cálida y de tranquilidad.

-Mamá tiene tan buen gusto para las flores, que aveces me pregunto si soy su hija- murmuró la chica mirando fascinada el hermoso jardín.

Los labios del guardia se crisparon al escuchar las palabras de la mujer que caminaba detrás de él, aún así, no se atrevió a decir nada al respecto y simplemente la llevó hasta la entrada principal de la mansión Kimura.

Al llevar, él hizo una reverencia y señala la puerta principal, invitandome a entrar como un caballero. Después se agradecerle y permitir que se retirará, abrió la puerta y entró, se quitó los zapatos y levantó la cabeza para mirar mejor. Sus ojos brillaron cuando vio la belleza del lugar.

Todos los muebles estaban hechos con una madera muy parecida al caoba, sólo que más oscura de color y con un aroma más agradable. La elegancia y hermosura era simplemente demasiado grande, aunque no se veía excesivo como en esas películas de millonarios.

Narumi busco los sofá para sentarse pero no había ni uno sólo, solo sillas hechas con excelente trabajo artesanal. Ella miró las mesas que eran tan bajas que apenas llegaban a sus rodillas, en ella, los cubiertos estaban acomodados de manera elegante, como si algunas personas estaban a punto de comer.

Tres floreros de colocaron cuidadosamente en jarrones de porcelana y se acomodaron en fila en el centro de la mesa, dándole un poco de sabor femenino a la madera oscura.

El gran salón se separaba en dos partes: Comedor y la sala de té. Narumi sonrió al ver que sus padres no habían perdido los gustos de antes y siempre mantuvieron la cultura viva. Aunque también le pareció un poco extraño que separaran el comedor de sala de té, supuso que lo demás se distribuía en los distintos edificios en la mansión.

-¡Papá!¡Mamá!- gritó en voz alta para llamar la atención de sus padres que estaban quien sabe donde en la gran mansión Kimura. Narumi se sentó en un cojín colocado en la sala de té para esperar la llegada de sus padres.

Ella frunció los labios, sintiéndose triste por haber dejado la maleta perdida ¡Allí estaba su celular! la chica sintió ganas de llorar por un momento pero no tenía lágrimas, así que solo suspiro y miró la puerta que daba al patio trasero.

Sólo pasaron unos minutos antes de que pasos apresurados se escucharan desde fuera de la sala de té, en el patio trasero. Varias figuras aparecieron en la puerta, guiadas por una pareja de mediana edad, todos vestidos con kimonos elegantes y sencillos.

Narumi se levantó de un saltó y corrió con los brazos abierto hacia la pareja de mediana edad, los abrazo a ambos a la misma vez y sonrió felizmente. La familia de tres se abrazó, pues ya tenían casi dos años sin verse.

-¡Padre, madre, los extrañé tanto!- exclamó emocionada, apretando sus brazos en la pareja.

Yoshito miró a su hija con una sonrisa cariñosa y le acarició el cabello -Mi preciosa hija ha crecido tanto en estos dos años. Te has vuelto cada vez más hermosa, como tu madre- le dijo cariñosamente.

-Papá, ya estoy muy grande, no tienes que decirme eso- sonrió gentilmente y dijo haciendo un puchero. Luego miró a su alrededor con una expresión seria -Todo es tan diferente de lo que recuerdo. Es como sin nunca hubiese estado aquí.

Ella los soltó lentamente, volvió a su apariencia seria y elegante normal. Sus ojos cayeron en las personas detrás de sus padres, hizo una reverencia formal y elegante como un saludó, sonrió gentilmente y dijo -Buenas tardes, mi nombre es Narumi Kimura. Espero disculpen mi mal comportamiento.

Tres de las cuatro personas presentes eran desconocidas para Narumi, sin embargo, entre ellos, se encontraba un rostro hermoso, el gran tigre hermoso estaba parado detrás de su padre como un guardián.

-Hija mía, este joven es Keitaro Nishimura. Es el hijo del jefe del pueblo del oeste... y también es...- Yoshito, el padre de Narumi, tosio un par de veces y dijo con seriedad -...Tu posible prometido.

La expresión de Narumi se oscureció, pero aún forzó la sonrisa en su rostro y no cuestionó a su padre "Sólo esperaré a que estas personas se vallan antes de armar un escándalo" pensó con furia, temblando de rabia por dentro.

Yoshito palmeo el hombro del joven parado delante de los dos hombres de negro y dijo -El joven maestro Keitaro escuchó la noticia de que hoy vendrías y quiso darte la bienvenida a la isla Ryú.

El joven Keitaro mostró una sonrisa gentil, sus ojos brillaron cuando recorrió con ellos el cuerpo de Narumi. Dio un paso adelante y se inclinó como todo un caballero -Es un placer conocer a la Joven Señorita Kimura, mis ojos se deleitan con su belleza- dijo gentilmente.

-El placer es todo mío, Señor Nishimura- respondió Narumi con una sonrisa elegante y cortés, asintiendo con la cabeza. Ella apartó la mirada y sus ojos cayeron sobre el joven de cabello blanco parado detrás de su padre con una expresión fría.

Yoshito se dio cuenta de la mirada de su hija y sonrió, luego se volvió hacia el hombre detrás de él y lo presentó con una sonrisa cálida -Este es mi guardia personal y de mayor confianza, su nombre es Towa Kotsu, se encargará de cuidarte de ahora en adelante. Él será tu guardián.

Narumi miró sobre la cabeza del hombre, Towa Kotsu, buscando las orejas blancas y hermosas que estaban antes, pero ahora habían desaparecido.

Una sonrisa gentil pero a la vez significativa apareció en el rostro de Narumi mientras miraba directamente a Towa a los ojos -Entonces tu nombre es Towa Kotsu, me pregunto si realmente tienes esa eterna habilidad como lo dice tu nombre- sus ojos brillaron con enojo.

Ella inclinó un poco su cuerpo con una sonrisa maliciosa -Mi nombre es Narumi, pero debes llamarme Señorita de ahora en adelante. Como mi guardián, no tienes que pasar los límites- sus ojos casi parecían disparar dagas al hombre.

Yoshito sintió que la atmósfera era mala entre las dos personas y no pudo evitar preguntar -¿Ambos se conocieron antes?- los miró a ambos en busca de preguntas.

Towa hizo una reverencia y explicó con tranquilidad -Ayude a la Señorita a salir a salvo de una bestia, Maestro- nunca miró a Yoshito directamente a los ojos y tampoco a Narumi.

"Parece que realmente respeta a mi padre como su maestro" pensó Narumi con interés. Una sonrisa llena de un significado apareció en su rostro por unos segundos antes de que desapareciera.

La chica miró una vez más al joven Keitaro, quien lucia una sonrisa cálida y gentil en su rostro, el cabello negro y corto del hombre le daban un toque de erudito y sofisticado. Sin embargo, esa sonrisa solo provocó que se sintiera enferma, ni siquiera el aura cálida y suave que exudaba el hombre fue de su agrado.

"Veamos si eres apto para casarte conmigo" una luz fría brillo en sus ojos mientras sonreía elegantemente al joven Keitaro, este también la miró con una sonrisa capaz de volver loca a cualquier mujer.

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