Él era Marco, el típico galán casanova, que detestaba las relaciones serias, impulsivo, mujeriego y de espíritu libre. Cuando conoce a Zoé, hija de su padrastro, su vida da un giro de 360°, y lo que antes le parecía imposible, ahora lo hacía caer en un sueño de unicornios rosas y nubes de azúcar... Se había enamorado de una adolescente.
Zoé, la adolescente rebelde e hija de Antoine Le Brun, el hombre más temido en el mundo oscuro de la mafia, lucha contra el vinculo que la ata a su padre y su mundo, pero en Marco encontrará lo que necesita para darle luz a las sombras que acechan su alma.
Zoé
Mi vida ha sido un tanto complicada, absurda y estúpida, si, estúpida; nací en Minnesota, crecí bajo la tutela de mi madre, Miranda Hudson, y no me enteré que tenía padre hasta cuando tuve 15 años, así que mi madre me levantó sola, sabe Dios como lo hizo, pero me dio los pocos gustos que los pobres nos podíamos permitir, estudié en una escuela pública, donde trataba de obtener las mejores notas para poder entrar en una universidad decente, o al menos cumplir los sueños de mi madre, tenía un trabajo de medio tiempo en una pequeña cafetería, y fue allí donde conocí al desgraciado que me rompió los sueños.
Ben Norton, un joven adinerado, hijo del dueño de Norton Enterprise, una firma de banqueros internacionales, lo sabía apenas lo vi, justo yo guardaba el recorte de una revista, donde posaba con su madre, sus ojos azules se movían en todas las direcciones, y yo como idiota, estaba absorta observándolo detrás del mostrador, y él ni se había fijado en ello, ¿acaso tenía por qué fijarse en mí? Uno de sus amigos le golpeó con el codo, haciendo señas con la boca, hacia mi dirección, sus ojos se posaron en mí, durante una fracción de segundos, me puse tan nerviosa que el frappé que preparaba para él, se me derramó, haciendo que sus amigos se rieran de mí, mi cara ardió, no había escogido peor momento para ser torpe, él se levantó de inmediato, y tomando un trapo que estaba encima del mostrador, y sin decir nada, me quitó el vaso de la mano y empezó a limpiar mi desastre, mi jefe me miró con censura, las había cagado, pero no me importó, ese chico guapo estaba justo allí ayudándome, sin levantar aún su mirada, me preguntó
— ¿cómo te llamas? —tuvo que repetir la pregunta dos veces
—Zo... Zoé
—mucho gusto Zo –Zoé— dijo mofándose de mí, pero me hizo mucha gracia, haciendo que una risita tonta saliera de mis labios, él terminó de limpiar, se dirigió al lavabo cercano y se limpió las manos, le ofrecí una toalla limpia para que se secara, cuando lo hizo me la devolvió, mentalmente juré no volver a lavar más esa toalla en mi vida, Ben se dirigió a sus amigos que lo miraron como si se le hubiese zafado un tornillo
— ¿qué diablos fue eso? —le preguntó uno delgado moreno, Ben solo sacó un billete y lo dejó en la mesa, y salió así, sin decir nada más, corrí a tomar la paga, paga que no merecía porque ni siquiera habían consumido nada, me quedó una tonta sonrisa grabada en mi cara, la cual desapareció cuando caí en cuenta que mi jefe me observaba huraño.
Al regresar a casa, no pude menos fruncir el ceño, allí estaba de nuevo esa camioneta de vidrios polarizados, odiaba verla parqueada allí, llamando la atención de todo el barrio, la rodeé, observando a los 3 sujetos armados que estaban de pie, al verme, uno de ellos se adelantó a bloquearme el paso
-Señorita, no puede pasar
— ¿que? Es mi casa, claro que puedo pasar- apoyé mi mano en el pomo de la puerta, pero el tipo se me adelantó, joder, puse mis manos en mi cintura encarándome a él, quien me sacaba bastante estatura
— ¿cuánto tiempo debo esperar? Estoy cansada y tengo cosas por hacer, ¿ve esto que traigo aquí? Se llama tarea, y esas no se hacen solas, así que si ese señor que está allá dentro, quiere hacerle visita social a mi madre, que por lo menos la invite a cenar
—Lo siento señorita, pero su padre dio órdenes estrictas de no dejarla entrar todavía
—ese señor, no es mi padre, y esta es mi casa, él mandará en sus mansiones y sus matones, ¡¡¡pero en mi casa no!!! -y empecé a golpear la puerta con mis puños, la puerta se abrió, y apareció ese hombre, a quien detestaba, tenía un cigarro en su mano, y con la otra trató de tocarme la cabeza, retrocedí, mi madre estaba detrás de él, y la escuché decirme
—Zoé, saluda a tu padre
—¡¡¡ni mierda!!! Este señor no es mi padre— como pude entré a la casa, tirando mi mochila en la mesa, y aprecié dos fajos de dólares, miré a mamá con dolor y rabia, ella solo agachó la mirada, no podía soportar que le aceptara cosas a ese mafioso, que la había hecho su amante clandestina, para luego embarazarla y enterrarnos vivas en este barrio de mala muerte, me dolía que siguiera aceptando las visitas de él, aunque eran solo una vez al mes, yo lo detestaba, por que trataba de cubrir con dinero, los quince años que me dejó abandonada, quince años que no supe de él hasta hace seis meses, en que su esposa murió y se acordó que tenía una hija, y por mí que jamás hubiese aparecido, no lo quería en mi vida, pero mi pusilánime madre aún no superaba su amor de adolescente, y ahora quería meterlo en nuestras vida; entré a mi habitación dando un portazo, y escuché cuando mi madre se disculpaba con él
—perdónala, es una niña, ya sabes cómo es
—Es una Le Brun, y los Le Brun tenemos ese carácter fuerte, ya me imagino si hubiese sido niño- puse mis ojos en blanco, mientras me tapaba la cabeza con las almohadas para no escucharlo.
***************
Mi madre insistía en que nos fuéramos a vivir a un lugar mejor, pero ni muerta aceptaría vivir con el dinero de Antoine Le Brun, me importaba un comino si era rico, poderoso y bla bla bla, cada vez que mi madre sacaba el tema a relucir, yo le juraba que si me obligaba, me iría lejos donde no me encontrara, y así ella dejaba la discusión a medias, y esa noche no tenía ánimos de pelear, no después de mi encuentro con Ben Norton, aunque tenía la sensación que no nos volveríamos a encontrar de nuevo, o quizás sí.
Zoé
Esa mañana todo me estaba saliendo patas arriba, no había escuchado la alarma del despertador, y cuando desperté, iba quince minutos retrasada, prácticamente me tocó correr, salí de mi casa apresurada, con una tostada en mi mano, mientras me acomodaba el cabello bajo una gorra, mamá siempre había criticado mi manera de vestir, demasiado informal, pero así era yo, me encantaban los Jeans, más si estaban desgastados, poleras holgadas, y zapatos deportivos, aunque no fueran converse me conformaba con las imitaciones, y sobre todo las gorras, decían que vestía como niño, pero no me importaba, lo mío era la comodidad; al llegar a clases, el grupito de las que se creían de mejor clase, estaba aparcado en la entrada del aula, al tratar de entrar, una de ellas me arrebató la gorra de la cabeza, y empezó a lanzarla hacia arriba
—Mariah, devuélvemela— le dije a la rubiecita de pocas neuronas en el cerebro, mientras trataba de quitársela de las manos, joder, era más alta que yo, la muy tonta reía a carcajadas, mi paciencia se agotó y me le lancé encima, sujetando su cuello con mis manos, logré derribarla mientras la muy cobarde pedía auxilio, a nuestro al rededor se hizo el corrillo, le quité la gorra y me levanté, me sacudí las rodillas, y observé como mis compañeros salían en estampida hacia sus respectivos puestos, "díganme que no hay nadie detrás de mí" pensé, y en efecto, el profesor Morgan me miraba ajustando sus lentes gruesos y anticuados, hice el intento de entrar al aula cuando su voz me detuvo
—Srta. Hudson, a la oficina del director
—Pe- pero ella...
— ¡¡¡A HO RA!!!! —articuló, miré a Mariah con ira, esta sonreía por lo bajo, pero su rostro palideció al escuchar su nombre también ; las dos nos sentamos frente al escritorio del director, que al contrario de lo que se pensaba, era un tipo divertido, de unos treinta y tantos años, bastante atractivo, y que no dejaba de hojear mi ficha educativa, mientras murmuraba mi apellido materno, de repente dejó caer mi ficha con fuerza, y observé que estaba más llena de anotaciones que las demás, me miró a los ojos, cruzando los dedos y apoyándose en ellos, con los codos en el escritorio
— ¿Hudson, que haré contigo? Tienes más visitas a mi oficina, que idas al baño, ¿a que se debe tu agresividad? Esto no puede seguir así y... - ignoré el resto de su sermón, pensando en el rostro que ocupaba mi mente a todas horas, Ben Norton, en sus ojos azules, inquietos e infantiles, en su pelo castaño y...
—Hudson ¿me está escuchando? — escuché que el director me preguntaba, asentí por inercia, el director continuó hablando
—Mañana quiero a sus padres aquí, necesito hablar con ellos
—no estamos muy grandecitas para que nuestros padres acudan solo por una... ¿Broma? - replicó Mariah, wow, las dos neuronas de esa chica debieron encenderse para haber dicho eso, mínimo su cerebro haría corto circuito, me enderecé en la silla, esto estaba interesante
—de hecho Srta. Millers, no es una simple broma, al menos eso dicen los moretones en su cuello— dijo el director, ups, resolví ponerme la capucha de mi saco en mi cabeza, esta vez se me había ido la mano, debía controlar mi humor, me puse de pie cuando el director nos abrió la puerta, al estar fuera de la oficina, el director me llamó de nuevo, me detuve y volteé a mirarlo
—Zoé, me gustaría que vinieras esta tarde conmigo a un lugar
—por las tardes trabajo en la cafetería director
— ¿te parece esta noche? Yo pediré permiso a tu madre... Claro si tú lo permites- me encogí de hombros y seguí mi camino, no sé qué se traía el director entre manos, pero me importaba poco, lo que quería era que llegara la tarde para irme a trabajar y con suerte, Ben aparecería de nuevo, me puse los audífonos mientras escuchaba mi grupo favorito.
La tarde pasó lenta, uno que otro cliente, pero sin rastro de Ben, ¿porque rayos iba a aparecer? Hacía ya una semana desde que había estado aquí. Me dediqué a fregar algunos frascos, y a limpiar estanterías, cuando ya se hacía la hora de salir, me quité mi uniforme de trabajo y tomé mi mochila escolar, me puse mi gorra y salí, y allí estaba él, con su cabello arreglado y vestimenta impecable, apoyado en su auto, mi corazón latía como loco, vi como hacía señas para q me acercara, miré en todas las direcciones para cerciorarme que era a mi quien llamaba, me acerqué tímida, desde cuando actuaba tan tonta? Ben sonreía
—Hola Zo Zoé — ¿nunca superaría mi error? Me reí
—Hola Benjamín
— ¿Solo Ben, ya vas a casa? —asentí, abrió la puerta de su auto
—Ven, sube, te llevaré a tu casa
— ¿como? No creo que sea buena idea
— ¿por qué no? ¿Pasa algo malo?
—Ben, donde vivo no es cómo crees
— ¿y cómo creo yo que es? No juzgues mis decisiones
—pe- pero yo... — me empujó suavemente al interior de su coche, me acomodé en el asiento de copiloto, el rodeó el auto y entró, se inclinó hacia mí, quedando su rostro cerca al mío, podía sentir su respiración cerca, apreté los ojos con fuerza, no podía creer que el chico que me traía loca, estuviese a punto de besarme, estiré mis labios hacia adelante esperando a que los suyos hicieran contacto, pero no ocurrió nada, escuché un click, y abrí los ojos, Ben acababa de abrochar mi cinturón de seguridad, y me observaba divertido
— ¿qué haces? — me preguntó, al sentir que aún continuaba con mis labios estirados hacia adelante, no pude menos avergonzarme, una ola de calor me bañó, para disimular, me limité a mirar por la ventanilla, dejando que la brisa me diera de lleno en la cara, Ben encendió la radio y justo en ese momento sonaba Green Day empecé a mover mi cabeza al ritmo de la música, y dejé que la música invadiera mi cabeza y borrara todo rastro de preocupación, Ben preguntaba cosas sobre mi vida, y tuve cuidado de no revelar nada sobre mi progenitor, él parecía atento a cualquier cosa que yo decía, hasta que empezó a transitar la calle por donde se ubicaba mi casa, lo noté algo nervioso, una sonrisa amarga se asomó a mis labios
— por eso no quería que vinieras
— no digas eso, es solo que... Me parece increíble, está súper— este sí que se chifló
— ¿súper? ¿Estás loco? ¿Ves ese tipo de allá que tiene un cigarro en las manos? Hace poco salió de la cárcel por vender metanfetaminas a tías de mi edad— lejos de asustarse, le vi un brillo extraño en los ojos, le indiqué con el dedo mi casa, y se dirigió hacia allí, estacionó su auto cerca de otro que yo conocía bastante, el del director, desabroche el cinturón y salí, hacía algo de frío, así que me froté las manos, Ben llegó a mi lado
— bueno preciosa, ya debo irme, se está haciendo de noche, ¿te veo pronto?
—si claro, cuando quieras— sin previo aviso me quitó la gorra de la cabeza, haciendo que mi cabello se soltara como cascada sobre mi espalda, y me dio un beso en la mejilla, apenas si pude reaccionar, se dio vuelta y entró a su coche, me hizo señas de adiós con la mano, al cual correspondí torpemente, mientras acariciaba mi mejilla, apenas desapareció el coche, entré a la casa, escuché como mi madre se reía de los chistes malos de mi director, saludé de mala gana, mi madre se veía radiante, wow, nunca la había visto así, me senté a su lado, mientras mi madre pasaba su brazo por mis hombros
—cielo, Charlie me contaba que eres una alumna excelente, que tienes muy buena relación con tus compañeros— ¿Charlie? ¿Desde cuándo se llamaban por sus nombres? Ni siquiera yo sabía el nombre de pila de mi director, ¿buena relación con mis compañeros? Si cada dos días me agarraba con alguno a los golpes, digo alguno por que no me importaba si era hombre o mujer, para mi todos eran iguales, ¿a que venía todo esto? Miré a mi director con el ceño fruncido, pero el pasó de mi gesto olímpicamente
— Hudson, le decía a Miranda que me encantaría que me acompañaras a un lugar muy especial esta noche y ha accedido— Ahora si la terminaron de liar, ya este tío también llamaba a mamá por su nombre, mientras que a mi si me llamaba por el apellido
— ¿mamá estás segura? Soy menor de edad, y él es un extraño, no creo que debería dejar salir a estas horas de la noche a tu hija única, tu primogénita, con este... Adulto desconocido— mamá lo tomó a modo de broma
—Zoé, es tu director, es un adulto responsable, sé que te cuidará, ¿no es así Charlie?
—Así es... Vamos Hudson, no te arrepentirás — accedí antes que se pusieran más pesados, deje mi mochila, me hice una trenza rápidamente y me subí la capucha de mi cazadora
— estoy lista... ¿Nos vamos Charlie? —dije sarcástica, él se puso de pie, mamá me miró incrédula
— ¿irás vestida así? — y me señaló, me reparé frente al espejo de la sala, y no vi nada fuera de lo normal
— ¿así como? Me veo bien, ¿no es así Charlie? — el aludido asintió, y dijo
—está perfecta para el lugar al que vamos— le di un beso a mamá en la mejilla y espere afuera hasta que esos dos se despidieron.
*************
El trayecto del viaje pasó entre preguntas tontas de mi director, y monosílabos en respuestas de mi parte, hasta que llegamos a un lugar bastante raro, era un edificio de tres plantas, sin pintar, sin fachada alguna, e iluminada por una sola farola, el director estacionó su auto, bajamos y me indicó que lo siguiera, atenta a todo, le seguí, entramos por la puerta, y pasamos un corredor oscuro, prácticamente yo iba pegada a las espaldas de Charlie, cuando una ráfaga de luz me hirió los ojos
—Llegamos Hudson, dime que te parece— Wow, estaba alucinada, siempre había querido entrar a un lugar así
—Bienvenida al gimnasio de Taekwondo, en algo debes emplear esa fuerza, que no sea en peleas estudiantiles— no podía decir nada, estaba emocionada, a donde quiera que mirara habían chicos entrenando, todos ellos varones
— ¿y que te parece? - me preguntó un hombre de edad mediana, bastante fornido, que se saludaba coloquialmente con mi director
—es... ¡¡¡Estupendo!!! Siempre quise practicar taekwondo, pero mamá me decía que no era lugar para chicas, ella quería aprendiera ballet, pero andar en tutú y zapatillas no es lo mío— el tipo me tendió la mano, y mientras se la estrechaba se presentó
— Soy Dylan, desde hoy, tu entrenador
— es un placer entrenador, Llámeme Hudson... Zoé Hudson
Zoé
La adrenalina fluía por mis venas al mirar el uniforme de Taekwondo que se hallaba en mi casillero asignado, mi entrenador Dylan Lee, era oriundo de Oklahoma, pero de padre Coreanos, medallista olímpico en su deporte, hace buenos años, pero que como todo en la vida, quedó relegado en el olvido; fue una tarea difícil convencer a mi madre para que me dejara entrenar, tuve que hacerle mil y una promesa, que iban de mantener mis notas en nivel superior, hasta no dejar que me patearan el trasero en el gimnasio, omití que mis compañeros y futuros oponentes eran varones, si se lo hubiese dicho, me habría encerrado de por vida en mi habitación, y Charlie hizo su contribución al comprometerse a recogerme todas las noches al salir de los entrenamientos, creo que mamá maldijo mas de una vez, al adulto que estaba entrenando a su hija como una marimacho, a lo que a mi me causaba mucha gracia, debía distribuir bien mi tiempo, entre preparatoria, trabajo y entrenamiento, pero donde quedaba Ben en todo esto? Pues Ben ocupaba el poco tiempo libre que me quedaba, no es que estuviésemos saliendo ni mucho menos, pero sus visitas a la cafetería iba en aumento, a veces solo, otras, acompañado de sus amigos, sin ignorarme aunque estuviese acompañado por ellos, en el instituto, el rumor falso, pero bien fundado, de que mi madre y el director salían en secreto, se propagó como pólvora, y mas de una vez tuve que aguantar mis impulsos para no romperle los dientes a más de uno, y ese día no fue la excepción, miré mis nudillos lastimados por el fuerte golpe que le di a una pared cuando disputaba el honor de mi madre, el cual era arrastrado de mil maneras posible, en la boca de un guarro, Victor Brown, un estúpido de 1.83 de altura, y unos 66 kg de peso, quien me sacaba ventaja en altura, pero al que le di una buena paliza, aunque con mis nudillos en carne viva.
Flashback
-no se preocupe entrenador, esta noche sin falta estaré allá - le respondí a Dylan, quien se hallaba preocupado por mis llegadas tarde a los entrenamientos, pero estaba full de trabajo y deberes escolares, y tomar un autobús para llegar al gimnasio era una odisea, me acomodé la mochila en el hombro, y salí de casa, rumbo a clases; llegué sin problemas, pero justo al entrar al aula, escuche que gritaban de nombre desde afuera
-hey no es Zoé la machorra? Ohhh si, la misma cuya madre se folla al director para que su hijita tenga las mejores notas!!!! - una serie de aplausos y vitoreo se encendió al rededor del granuja, suspiré dejando mi mochila al respaldo de mi silla, di un paso y justo en ese momento sonó el timbre, retrocedí sin dejar de mirarlo, grabandome bien su cara, y los lugares que me alegraría romperle, empezando por esa cara llena de espinillas. A la hora del receso merodee de un lado para el otro hasta que lo encontré, de espaldas a mi, fanfarroneaba y molestaba a niños menores que él, obligándolos a entregarle todo su dinero, era un asco ; le toqué el hombro, y apenas se dio vuelta, le di un golpe con mi puño derecho en su, justo donde quería, partiéndole la comisura de los labios, aunque sus dientes me arañaron los nudillos, haciéndolos sangrar, sin percatarme, ya una gran cantidad de chicos nos rodeaban, unos arengaban a Victor, otros a mi, y alcancé a escuchar una voz que me gritó
-Dale en la madre a ese maldito hijo de puta!!! - volteé rápidamente mi cara, y para mi sorpresa vi a Mariah, wow, esta chica si que manejaba un amplio vocabulario, sentí cuando Victor se abalanzó contra mi, usando su fuerza bruta, pero fácilmente lo esquivé, se dio la vuelta encárandome, lanzándome varios puños ciegos, yo solo retrocedí para evitar cualquier confrontamiento cuerpo a cuerpo, bloqueaba sus golpes ágilmente
-deberías mandarte a poner un par de huevos machorra!!! - me gritó enfurecido
-los mismos que a ti te faltan gilipollas- le contesté pausadamente, no podía perder los estribos, sonoras carcajadas sonaron a mis espaldas, no podía desconcentrarme, si lo hacía corría el riesgo que el grandullón me noqueara de un golpe
-debería pasar esta noche por tu casa, y decirle a tu madre que me haga las mamadas que debe hacerle al direc... - no lo dejé terminar, le lancé una serie de patadas a las pantorrillas, y luego una al pecho, que lo empujó contra la pared, el muy maldito se reía, la ira inundo mi cabeza, y arremetí contra él, pero el muy cabrón se movió, y mi puño fue a estrellarse contra la pared, haciéndome daño, no tanto como para partirme la mano, pero si lo suficiente para hacerlos sangrar, me di vuelta contra él, pero corrió la voz de que el director andaba cerca, todo el mundo empezó a dispersarse, nadie estaba dispuesto a meterse en problemas, metí mi mano lastimada en el bolsillo de mi sudadera y me escabullí, sabía que Victor no abriría su bocota, su registro disciplinario no aguantaba una expulsión mas; los aplausos no se hicieron esperar por parte de mis compañeros, pero en el fondo, yo sabía que había perdido al ceder a la provocación de alguien como Victor.
*************************
Pronto la cafetería debería ser cerrada, me apuré a limpiar y recoger todo, hice mis deberes escolares lo mas rápido posible, no quería llegar tarde al entrenamiento, no de nuevo, o Dylan se enojaría conmigo, metí las cosas en la cosas en mi mochila rápidamente, cuando el sonido del claxon de un auto, captó mi atención, miré hacia la calle, y allí estaba el coche de Ben, estaba acompañado de dos de sus amigos, y me hacía señas con la mano, sonriendo, me despedí de mi jefe, quien me dijo
-has que te curen esa mano- asentí y me marché rápidamente, me acerqué al coche de Ben a saludar
-hola guapa, vas a algún lugar?
-hola Ben, si, voy a casa, pero no te preocupes, mamá pasará por mi- le mentí, no quería que se enterase que practicaba Taekwondo, hizo un gesto algo desilusionado, sus amigos empezaron a acosarlo para que se marcharan rápido
-bueno hermosa, te parece si quedamos mañana?
-mañana?
- es sábado recuerdas?
-oh si, trabajo hasta medio día
-entonces paso por ti, bueno? - asentí, aceleró su auto mientras sus amigos lo abucheaban, vi el coche perderse en una curva, y salí corriendo a la farmacia mas cercana y compré una venda, me la puse como pude, y tomé el autobús rumbo al gimnasio, quince minutos tarde, ahora si que Lee me mataría.
Apenas si terminaba de anudar el cinturón blanco de la chaqueta de mi uniforme de práctica, cuando la voz molesta de Lee me llamaba
-HUDSON, DE NUEVO TARDE!!- mientras señalaba el reloj de su muñeca
-tendrás que reponerlos!! - terminó de decirme, Cerré con fuerza la puerta de mi vestier, sentí a alguien a mis espaldas, y en efecto, un chico rubio, bastante atractivo se hallaba repasándome con descaro, eso me molestó
-se te perdió algo? - le pregunté molesta
- eso mismo me pregunto yo, aquí no se juega a las muñecas - me contestó de forma chulesca, me le acerqué lo suficiente, y al ser mas alto que yo, inclinó su torso, hasta que su cara quedó muy cerca a la mía, sus ojos negros me miraban inquietos y traviesos
-estas serán las únicas muñecas que jugarán en tu cara si sigues molestándome— y le mostré mis puños cerrados, el chico sonreía, de repente sentí un fuerte agarrón en mi cuello, que me obligó a inclinarme un poco, y me arrastraba rumbo al interior del área acolchada dentro de de las lonas, que me servían para practicar, traté de zafarme pero me fue inútil
-llevo mas de cinco minutos esperándote, Si no vienes con disposición para entrenar, mejor no vuelvas - maldición, era Lee, me soltó para luego plantarse en frente, no podía ni mirarlo, oí un suspiro que salió de sus labios
-Hudson, cuando te vi entrar por esa puerta, me vi a mi mismo cuando tenía tu edad, no me decepciones por favor, estamos?
-si señor entrenador
-NO TE ESCUCHO!!
-SI SEÑOR ENTRENADOR— grité a todo pulmón, Lee con su impecable uniforme blanco y cinturón negro, me miró con malicia, junté mis manos en forma del saludo habitual para empezar el entrenamiento, escuché cuando alguien gritó
-mejor vete a casa princesita!!! - busqué con la mirada al inoportuno, y allí estaba el chico del vestier, le saqué el dedo corazón a manera de respuesta, y el muy gilipollas se carcajeaba con sus compañeros, sentí un fuerte golpe, seguido del dolor en mi pantorrilla izquierda, y antes que reaccionara, un barrido de pies me mandó al suelo engomado, me levanté rápidamente, apretando con fuerza mi manos lastimada, Lee me increpó
- vamos Hudson, es todo lo que tienes? O de verdad eres una princesa!!! Ustedes que opinan chicos!!!???- dijo mirando hacia el resto de los que se encontraban allí, estos se reían y abucheaban, malditos sacos de hormonas, aproveché el descuido de Lee para enviarle una patada directo a su pecho, que le impactó, pero no con suficiente fuerza para derribarlo, Lee me miró sonriente
-eso es muñeca, dame todo lo que tengas
-a la mierda sus apelativos entrenador - comencé a fintar y a lanzarle patadas y golpes con mi mano izquierda, los cuales el bloqueaba, esto era solo un entrenamiento, pero mi vida dependía de ello.
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