Ella jamás conoció a sus padres, su madre había muerto cuando dio a luz y que decir de su padre al parecer el fue uno de los tantos hombres que juegan con los sentimientos de una pobre chica ingenua, su abuelo materno era el único familiar que conoce su abuela había muerto a los pocos meses de nacida, su madre había ido a los Angeles California a buscar una mejor vida ahí fue donde conoció al tipo que le arruinó la vida después que jugó con ella hizo que la deportaran o al menos eso le había dicho al abuelo, Rafaela creció en un mundo lleno de carencias no pudo terminar la secundaria su abuelo había enfermado así que ella tuvo que ayudar con los gastos ella apenas cobraba con catorce años y la vida no le era fácil, trabajaba en cualquier cosa ya fuera limpiando casas, haciendo algunas diligencias e incluso ayudaba en una pequeña fonda como mesera el dinero que ella apenas ganaba no alcanzaba a cubrir todos los gastos de la enfermedad de su abuelo y que decir de los gastos del día a día, cuando ella cumplió dieciséis años entro a trabajar a una casa de las familias más importantes del país, ella entro a trabajar ahí gracias a la recomendación del sacerdote de su parroquia que era hermano de Doña Lucrecia Saavedra de las Altas Torres ella era una buena mujer aunque con muchos prejuicios sobretodo en eso de las clases sociales ella vivía con su marido Antonio Villanueva Altamirano tenían un solo hijo Rafael Villanueva de Saavedra el estudiaba en el extranjero así que Rafaela no lo conocía ella trabajaba en la casa de Doña Lucrecia de entrada por salida el sueldo ahí era bueno por lo que el tiempo que estuvo trabajando ahí comenzó a estudiar la secundaria nocturna, Daña Lucrecia era una mujer exigente pero también muy generosa, la muchacha trabajaba con gusto se esforzaba bastante, su abuelo se veía mucho mejor gracias a que podían comprar los medicamentos por fin estaban viendo una luz en el camino después de tantas desgracias todo iba muy bien hasta que el hijo de Doña Lucrecia llegó del extranjero ese día Rafaela fue más temprano a trabajar debía de estar todo a la perfección debido a que se daría una fiesta para darle la bienvenida a Rafaél, Doña Lucrecia se encontraba de lo más feliz decorando la casa, supervisando la cocina todo debía estar bien, cuando por fin el llegó Rafaela estaba en la cocina con las demás empleadas, la cocinera que ya era algo mayor estaba muy feliz por qué al fin había llegado su niño, a Rafaela la mandaron a servir los aperitivos ella estaba ofreciendo los a los invitados cuando se distrajo un poco al ver una chica con un hermoso vestido color turquesa ella soñó algún día poder vestir algo igual aunque para su condición era imposible, ella siguió caminando sin darse cuenta que había alguien enfrente de ella para su mala suerte terminó por echarle todos los aperitivos haciendo que esté se ensuciará, ella trato inmediatamente limpiar al mismo tiempo que se disculpaba, sin embargo el no paraba de insultarla y decirle que era una tonta, Doña Lucrecia al ver el escándalo se acercó a ellos estaba tan molesta por la torpeza de esa niña que no dudo en llamarle la atención Rafaela se quedó en silencio solo escuchaba los insultos de aquel hombre y los reclamos de Doña Lucrecia sabía que no podía perder este trabajo ya que era su único medio de sustento, Doña Lucrecia al ver a la pobre mucha al borde de las lágrimas mando a su hijo a cambiar de ropa que ella se encargaría de la muchacha

— Por favor Doña Lucrecia no me despida— suplico Rafaela.

—Ya muchacha tranquilizante no te voy a despedir solo tienes que poner más atención espero que no se vuelva a repetir este incidente, cambiaste el uniforme y regresa a trabajar — Rafaela hizo enseguida lo que Doña Lucrecia dijo, ella continúo atendiendo a los invitados en cuanto al joven regreso a la fiesta, todas las chicas que ahí se encontraban lo seguían como las abejas siguen a la miel, el sin embargo no quitaba la mirada a Rafaela a todas parte donde ella iba el la seguía y es que desde que la vio quedó fascinado con se belleza y es que Rafaela si que era hermosa además esa ingenuidad que reflejaba lo atraía mucho más, sin embargo el sabía que no podía tener nada con ella pues estaba comprometido con Susana la cual llevaba aquel vestido turquesa que impresionó a Rafaela, de hecho en esta fiesta se formalizó el compromiso Rafael le entrego el anillo a Susana todos los presentes aplaudieron, cuando Rafaela entre a la cocina las demás empleadas preguntaron que pasaba a lo que Rafaela les dijo lo sucedido

—No puede se que el papito de Rafael se case con esa— dijo una de las empleadas.

— Ella no se lo merece— dijo otra, la fiesta terminó Rafaela está por irse a su casa pues el chófer la llevaría ya que así lo dispuso doña Lucrecia cuando ella estaba por salir escucho

—Asi que tú eres la torpe sirvienta que me ensució, tendrás que recibir un castigo— el se acercó hacia ella pareciera que la fuera a besar cuando.

—Señorita es tiempo de que la lleve a su casa— dijo el chófer Rafael se apartó de ella, ella parecía asustada nunca había tenido un contacto tan cercano con un hombre y este hombre si que era lo que cualquier mujer pudiera desear tenía un físico envidiable y que decir de su rostro parecía galán de telenovela de esos que solo se podía ver por televisión, ella subió al auto a toda prisa

—No seas tonta niña esos hombres no se fijan en gente como nosotros, el solo busca un pasa tiempo contigo es mejor guardar tu distancia con el— le dijo el chófer que era ya una persona mayor Rafaela sabía en el fondo que el tenía razón que lo mejor era guardar su distancia, llegó a su casa y su abuelo la esperaba como de constumbre se tomaron un café mientras hablaban de todo lo que había pasado, vieron la televisión estaban viendo una novela donde el joven de la casa se había enamorado de la sirvienta para Rafaela fui inevitable suspirar pues recordó aquel encuentro con el joven de la casa, Rafaela al ver qué su abuelo la observo fingió un gran bostezo argumentando que se encontraba muy cansada y que lo mejor era dormir ya que mañana tenía que trabajar, sin embargo no pudo dormir di miles de vueltas sobre la cama pensó en todo lo que le había pasado pero tomo la desición de mantener distancia con el joven, como de costumbre Rafaela se dio una ducha con agua fría debido a que se había acabado el gas, ni modo será hasta mañana que lo compre pues será mi día de paga, haciendo el ánimo se lanzo a la regadera sin pensarlo, tomo un poco de café con pan tostado y mermelada, después de eso salió a toda prisa tomo el camión y como el camión no la dejaba directamente en la casa de Doña Lucrecia, caminaba un poco, ahí lo volví a ver el corría por el pequeño parque que estaba por su casa mientras Rafaela decidió entrar rápido a la casa como todos los días hizo sus quehaceres tratando de no estar en el mismo lugar que el y vaya que tuvo suerte en ningún momento se lo encontró, después de varias horas de trabajo Rafaela ayudaba en la cocina cómo de costumbre cuando el joven entro ella trataba de pasar desapercibida mientras las otras chicas de servicio se desvían por atenderlo, Doña Lucrecia entro a la cocina y al ver a su hijo dijo: —Que bueno que te encuentro e invitado a Susi a comer así que ducharte y has que ella te encuentre hecho un galán, también vendrán sus padres y hermanas fijaremos la fecha del matrimonio claro que tendrá que ser después de un año ya que hayas terminado tus estudios —

—Esta bien madre— dijo Rafael mientras abrazaba a su madre y le daba un beso, Rafael siempre creyó estar enamorado de Susana pues era una chica bella tanto por fuera como por dentro, ella era humana no era de esas chicas superficiales de hecho era muy distinta a sus hermanas y a cualquier chica de su posición.

Rafael siempre creyó estar enamorado de Susana pues desde que eran unos niños siempre estaban juntos primero fueron grandes amigos hasta convertirse en prometidos y su que Rafael en un principio había sido un mujeriego desde que Susana lo había aceptado le había sido fiel, todo iba muy bien entre ellos, aunque Rafael desde que conoció a Rafaela no había podido sacársela de la cabeza algo en ella le atraía pero sin dudarlo el creía que Susana era el amor de su vida y es que ellos parecían la pareja perfecta se entendían muy bien, la cena con la familia de Susana no fue precisamente algo grato ya que Rafael no le tenía el mínimo apresuró a las hermanas de Susana Valentina y Marina ellas eran algo insoportable cuando Rafaela empezó a servir la cena Marina hizo un comentario

—Doña Lucrecia, que está muchachita no fue la que ensució a Rafael, usted debió de despedirla gente como ella no debería servir a una familia tan prestigiosa como la de Usted —

Rafaela estaba muy enojada sin embargo tuvo que cuidar sus modales, ella sabía que lo único que tenía era este trabajo y no podía arriesgarlo además doña Lucrecia siempre se había portado muy bien con ella incluso le daba permisos especiales cuando acompañaba a su abuelo al médico por eso no debía dejarla en mal, pero Susana no se cayó y le dijo a su hermana: —Marina no te debes de expresar así además está muchacha cometió un error como cualquiera— Rafaela entendió el porque el joven se había enamorado de esa muchacha además de ser hermosa se veía que era buena persona, en cambio las hermanas de esa joven eran insoportables no perdían oportunidad en molestarla y tratarla de humillar, cuando la cena termino Rafaela se fue a su casa como de costumbre, pasaron varios días y Rafaela seguía con la misma rutina de siempre sin embargo ya no había tenido encuentros con el joven y por una parte ella se sentía tranquila ya que cada vez que lo tenía cerca era inevitable sentir revoloteando miles de mariposas en su estómago. Rafael regreso a estudiar al extranjero y todo siguió igual en la vida de Rafaela así paso más de un año, la señora le ordenó arreglar la recámara del joven ya que el llegaría en unas horas, Rafaela subió dispuesta a limpiar entro a la habitación y comenzó a limpiar pero escucho ruidos en el baño como si alguien se estuviera duchando ella tuvo miedo sin embargo la curiosidad fue más fuerte, tocó la puerta para abrirla pero se detuvo por un momento , el agua había dejado de correr quizá fue solo su imaginación pero justo cuando se iba alejar escucho un ruido sin dudarlo ella abrió la puerta comenzó a gritar, lo había visto desnudo, si había visto desnudo al joven de la casa ¿Pero que hacía el ahí?, Si se suponía que llegaría mucho más tarde, el cubrió la boca de Rafaela mientras se cubría con una toalla

—¿Qué hace usted aquí?— dijo ella cuando él la soltó.

—Esta es mi habitación, la pregunta sería ¿Qué haces tu aquí?—

—Su madre me mandó a limpiar ya que usted llegaría mucho más tarde—

—Es cierto, mi madre no sabe de mi llegada es una sorpresa, mi padre me ayudó— la puerta de la habitación que permanecían entre abierta se abrió por completo era doña Lucrecia, al ver a su hijo fue directamente abrazarlo.

—Pero por qué no me has dicho que ya has llegado —

—Lo siento madre pero quería darte una sorpresa, pero la sorpresa se la he dado a esta niña que pensó que había un ladrón en casa —