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La Joya Del Duque

Librarnos de ella

-Es el momento perfecto para deshacernos de ella Conde, cariño mío.

-No hables así… No es necesario llegar a tanto. No olvides que es mi primera hija.

-Oh que Dios me perdone por ser la segunda esposa, mi vida es tan desdichada. Siempre debes recordarme que tuviste un primer amor…- Llevó el dorso de la mano a su frente y sollozo con la más profundas de las tristezas- Yo solo pienso en que es mejor asegurarle un futuro a Samy… después de todo, es mejor ser la esposa de un duque muerto a ser una solterona… Ya sabes que bueno, Samy no es tan agraciada como Barbara, quizás nunca pueda conseguir un buen marido.

-Ya…- El conde miraba fijamente un punto en la pared de aquella amplia sala- Tienes razón, y con la ayuda de este matrimonio podemos saldar varias deudas para que podamos seguir viviendo la vida que acostumbramos.

En la pared continua de ese mismo cuarto, los ojos de Samantha se abrían como platos mientras con sus manos cubría su boca temiendo que algún sollozo se escuchara en la otra habitación. La estaban vendiendo, prácticamente regalando, como cuando se aburren de las mascotas y las echan a la calle.

El profundo dolor en su corazón era asfixiante, aniquilaba el oxígeno de su organismo

-Me encargaré de los arreglos querido, para que Samy se vea hermosa para recibir su título.

-Habla primero con Barbara, después de todo esa propuesta es para ella…

-No se preocupe por eso querido, Barbara comprende todo perfecta y solidariamente dejara que su hermanita mayor acepte por ella

El duque quien divagaba en su mente con recuerdos de su anterior esposa ignoraba las intenciones de su actual esposa. Empuñó ambas manos destrozando el tabaco que llevaba en una de ellas

-No quiero escuchar más del tema, tampoco me avises cuando se lleven a Samantha- Descruzó sus piernas y salió despavorido de la habitación dejando a su esposa complacida de apoyar sus planes

Samantha quien escuchaba a escondidas, al sentir los pasos de su padre aproximarse corrió lo más fuerte que pudo a su habitación, dejándose caer en la cama cuyos resortes se clavaban en sus costillas bajo la tela

17 años de amarga tristeza representaba la vida de Samantha, quien al nacer perdió a su madre, sin un recuerdo de ella, sin un retrato ni figura materna de lo que su madre fue. Su padre al perder a su eterno amor no vio más opción que alejarse de Samantha quien era la viva estampa de su esposa. Luego de la muerte de su madre, estuvo a cargo de Nora, la nana de la familia materna, una dulce viejita que con amor y cariño cuidó de Samantha

Pero la vida no pudo ser más cruel con ella cuando en su cumpleaños número 3 celebraron la boda de su padre con Victoria Jones. Fue un evento glamoroso donde invitaron a cada una de las familias importantes para el reino, la celebración entera duró 3 días… En 3 días el infierno se instauró en lo que conocía como hogar

Victoria Jones era en ese entonces, una viuda con un pequeño hijo varón de 10 años. Pasó toda su vida casada con un comerciante de tierras lejanas el cual murió durante un asalto pasando la frontera. Amistades en común presentaron a los dos viudos durante el evento del año el cual celebraba la guerra ganada

Flashback

-Es un placer conocerlo…- Victoria mantenía la mirada agachada ante el Duque, su corazón latía a mil por hora, su oportunidad por fin había llegado

El conde Wilson Harris se mostraba impecable, alto, cabello dorado como los rayos del sol, nariz respingada, mandíbula cuadrada y ojos azules. Era uno de los viudos más jóvenes y apuestos del reino

-Igualmente señorita Jones- Tomó la mano enguantada de la dama y beso el dorso educadamente

Flashback end

Desde ese día jamás se volvieron a separar. Las cosas cambiaron rápidamente para todos, la servidumbre que hacía vida en el castillo del Duque y que habían conocido a la antigua Duquesa, fueron despedidos. Los muebles y hasta las pinturas que revestían las paredes fueron cambiadas… Y por supuesto, Samantha también

La habitación de Samantha fue dada a Barbara y sin previo aviso, la mudaron a una habitación al final del pasillo, alejada de todos, claramente más pequeña, con menos lujos y apenas una pequeña ventana por donde se colaban algunos rayos del sol

Todas las noches lloraba en los brazos de su nana Nora, quién fue la única empleada en conservar su puesto, Victoria necesitaba alguien que pudiera controlar a la antigua hija

La vida del castillo para Samantha era miserable, poco a poco dejaron de llegar regalos, todo lo material que le rodeaba se iba deteriorando y con ello su estado físico. No lograba aumentar de peso, su cabello blanco despuntado rosaba sus muslos y en su cuerpo los relieves óseos salían a simple vista. Su madrastra estaba segura de que incluso, era infértil puesto que aún no tenía su primera regla

-Niña, ve a bañarte a ver si se te quita lo andrajosa… Hoy mismo saldrás de aquí.

El corazón de Samantha latía frenéticamente, las lagrimas no dejaban de caer, cada palabra dolía aguda e intensamente

-¿A dónde iré madre?- Desde su llegada, Victoria la había obligado a decirle madre

-Llegó tu momento de suerte, te casaras con el Duque que probablemente este muerto en estos momentos.

-No entiendo…

-Con lo bruta que eres no entenderás, aunque te lo dibuje. NORA!!!- Gritó desde la entrada- Arregla a la andrajosa y haz su maleta, también prepara la tuya ya no harán falta tus servicios aquí

Si el mal tenía forma, de seguro se parecía a Victoria

Adiós sin adiós

-Madre, no creo que este bien mandar a Samantha sola…

-Víctor, siempre te lo he dicho, ella no es tu hermana, no tiene que importarte nada de lo que suceda con ella

Madre e hijo estaban sentados en el jardín tomando té. Aunque su madre no supiera, Víctor guardaba cierto aprecio mal definido por Samantha

-Yo sé quien es James, ese maldito si sobrevive, la destrozara… Solo sabe usar a las mujeres para tener sexo y dejarlas tirada

-¿No escuchaste? No consiguen su cuerpo… Están en la guerra hijo, en algún momento podría pasar. Tenemos que aprovechar que con esa propuesta de matrimonio que hizo a la hija de la Casa Harris es prueba suficiente de compromiso y al no tener esposa… Ella podría quedar como viuda por compromiso, además es la mejor forma de sacarla de aquí

-¿Por qué la odias tanto?

-Es suficiente Víctor no tengo por qué…

-MADRE!!!- La aguda voz de Barbara se hacía escuchar por todo el lugar

En plena adolescencia, Barbara de 16 años era igual a su madre, prepotente, ansiosa por experimentar la vida con hombres llena de excesos. Su cabello largo color azabache contrastaban con el color de su piel y sus ojos azulados

-Madre ¿Cómo es posible que Samantha se vaya a casar primero que yo y sin debutar en la sociedad?

-Cálmate… Mi amor, tu madre solo está dejándote el camino libre, cuando esa bastarda se largue de aquí, tendrás el Ducado para ti, serás la única hija de esta casa y todas las invitaciones, propuestas y demás serán solo tuyas hija como siempre ha debido ser

-¿Cuándo se irá?

-Hoy en la noche pediré que salga su carruaje… el camino es peligroso y el viaje largo, con suerte y no llega a su destino, así no sabremos más de ella

Ambas se rieron al unisonó. Mientras Víctor se limitaba a ver las plantas a su alrededor, no podía dejar de pensar en que quizás no volvería a ver a Samantha, si su madre no la odiase tanto, quizás ellos podrían haber terminado juntos

Al otro lado del castillo, la nana restregaba suavemente la piel de su pequeña niña

-Nana… Ese hombre… ¿Cómo será ese hombre? Tengo miedo

-No temas mi pequeña niña, de seguro es un buen hombre

Las lágrimas corrían por ambos rostros, Nora, con el corazón partido por las tragedias que día a día le ocurrían a su pequeña hija, si Amanda estuviese viva, hoy las cosas no serían así

-Nana, escuché que esta en la guerra y que no consiguen su cuerpo, pero también escuché que es un monstruo que ha matado a mucha gente… Quizás para eso me mandan con él… A lo mejor soy afortunada y acaba con mi vida, así de una vez por todas me reúno con mi madre

-No mi señorita, no diga esas cosas- En la puerta resonaron los golpeteos de una inquieta mujer

-Samantha, en dos horas el carruaje estará listo para que te marches. No quiero verte aquí al amanecer- Nadie se atrevió a contestar y tras el silencio, solo se escucharon los pasos alejarse

El tiempo fue veloz, como si de una carrera en su contra se tratase. La hora había llegado y una Samantha triste y solitaria se encontraba subiendo al carruaje con solo una maleta donde había metido los pocos recuerdos que le acompañaban en sus 17 años. Los empleados miraban a través de las ventanas bajo la orden de no salir a despedirla. Se iba de allí cuan insignificante presencia

-Señorita, me llamo Joseph, estoy encargado de llevarla al Ducado Carnegie- Sonrió amablemente para luego enderezarse hacia el frente tras cerrar la ventanilla del carruaje

Sin ser notado, el duque Wilson miraba desde su despacho con las luces apagadas a través de la ventana. Hace mucho tiempo se culpaba así mismo por la vida desgraciada que Samantha llevaba, pero no podía verla a los ojos, esos ojos morados iguales a los de su querida Amanda, día a día su belleza, aunque descuidada, se asemejaba más a ella

-No puedo perdonarte el haberme quitado al amor de mi vida…-

 

-MARTHA! ESTHER!- Barbara gritaba desde su amplia habitación

Apenas entraban los primeros rayos de sol por el gran ventanal de la habitación revestida de rosado pálido y detalles dorados que asemejaban oro. De puntitas saltando en la cama gritaba sin parar llamando a sus mucamas

-Díganos honorable señorita

-Prepárenme ya. No sé qué debo ponerme

-¿Quiere usar vestido en tonos suaves o fuertes?

-Hoy debo estar radiante, las dejaré escoger mi mejor vestido en tonos suaves para verme angelical. Vendrán los hijos de los amigos de mi padre después de ir a cazar

Ambas mucamas se miraron y marcaron seriedad en la expresión

-Señorita… me temo que su padre a cancelado la caza de hoy. Esta encerrado en su despacho desde que la honorable señorita Samantha se marchó

¡Maldita sea! Siempre me arruina todo esa bastarda

-Preparen el baño entonces…- Saltó de la cama y se acercó a sus mucamas para que la desvistieran

Habían pasado 3 días desde que Samantha había emprendido su viaje en el carruaje a lo que sería su nuevo hogar, pero nada más alejado que los deseos de su familia política, Samantha seguía con vida

-Joseph…

-Dígame honorable señorita- El hombre detuvo el carruaje y se asomó por la ventanilla

-¿Cuánto falta?

-Lady… estimo que podríamos llegar al amanecer si seguimos andando. Si paramos en una posada para su descanso entonces demoraríamos un día más

-Ya te dije que no… No quiero ser una carga por más tiempo, solo quiero llegar a mi nuevo tormento…- Susurró las ultimas palabras de la oración y Joseph asintió en silencio cerrando la ventanilla y emprendiendo el viaje de nuevo

¿Qué será de mi vida ahora?

¿Qué clase de persona será el duque?...

He sido tan mala en esta vida que ni si quiera mi padre salió a despedirme…

Su piel estaba seca y opaca, llevaba todo el viaje sumergida en llanto desconsolado, torturándose con sus propios pensamientos

Así entre lagrimas se quedó dormida nuevamente en el asiento del carruaje

El castillo en la colina

-Samantha ¿Ha enviado alguna carta?

-No querido… quizás no ha llegado aún a su destino

-Estaba a 4 días de camino ¿Cómo es eso posible? - El conde tapo su rostro con sus manos restregando su frente repetidas veces

-Mi lord… No estes preocupado por eso- Victoria se acerco por la espalda del sillón donde reposaba el conde y acaricio sus hombros- Por otro lado, tenemos noticias del Duque

-¿Qué tipo de noticias?

-Está vivo, aceptó el compromiso… Se dice que llegará en 3 meses al ducado así que no debemos preocuparnos más por Samantha

-Siempre será mi hija Victoria- Empuñó su mano y golpeo el escritorio con fuerza -Fuera de mi vista

Asombrada ante el extraño gesto de su esposo, salió furiosa del despacho azotando la puerta con firmeza

-Madre que bueno que…

-No es el momento Víctor ¿A que viniste hoy?

-Madre… ¿Qué te tiene de tan mal humor?

-Esa maldita bastarda, aunque este lejos sigue amargando mis días

-Se llama Samantha madre… Hasta cuando seguirás odiándola- La mejilla del barón quedó adormecida y rojiza con la mano de su madre marcada

-Basta de defenderla, debiste hacerme caso, violarla y dejarla tirada, pero no, con tu dulce amor no pudiste ayudar a tu madre, ahora espero que el Duque si la deje tirada, así como dicen los rumores

Víctor respiró profundo y concentró su ira en que lamentablemente su madre estaba ciega por el odio

-Te amo madre, ya me marcho

Giró sobre sus pies y salió a largas zancadas del castillo, dejando a su madre mordiéndose los pensamientos de rabia

-Estoy rodeada de inútiles- Tomo con ambas manos su vestido pomposo y continuo su camino hacia su habitación.

-Joseph… Por favor al regresar encárgate de que mi nana vaya a un buen lugar y escríbeme una carta con su dirección- Hurgo entre sus pertenencias y sacó una pequeña bolsita con algunas monedas de oro que había guardado desde niña

-Por favor entrégale esto a mi nana y dile que, si sobrevivo, iré a por ella- Los ojos de Samantha estaban cristalizados de solo pensar en no ver más a su nana

-Si señorita, me aseguraré de que esté a salvo. Usted… manténgase a salvo también señorita

-Lo intentare Joseph, adiós

Samantha tomo su maleta y empezó a caminar por lo que sería un largo camino

El castillo estaba en una colina con bastante inclinación, a pesar de que Joseph insistió, no dejó que la adentrara

-Es precioso- Inhalo profundamente el aire fresco, estaba rodeado de abundantes arboles y flores preciosas por doquier

20 minutos mas tarde, había por fin llegado a la entrada principal

-¿En qué podemos ayudarle señorita?- Un viejo mayordomo la recibió amablemente

-Soy Lady Samantha Harris… Hija del Conde Wilson Harris V

-Oh my… Lady Harris ¿Por qué ha venido caminando hasta acá? ¿Dónde está su carruaje? - El mayordomo la miraba con preocupación mientras quitaba de sus manos la maleta ligera que traía consigo

-Se fue… quería ver el paisaje, es todo- Sonrió ruborizada

Atravesando la entrada de altas puertas de madera, se adentró a un castillo impecable, majestuoso, era el triple o más lujoso que el castillo donde creció

Rápidamente el mayordomo llamó a todos los empleados quienes se alinearon frente a Samantha

-Atentos todos, Lady Samantha Harris, hija del Conde Wilson Harris V prometida del Duque James Carnegie III

Pronto todos se inclinaron y con una sonrisa en los labios saludaron dando la bienvenida

-Estaré a cargo de ustedes a partir de ahora, por favor cuiden de mi en todo momento

-Por supuesto mi Lady. Esto es para usted- Entregó un sobre con sello rojo- La envió el Duque. Le mostraré su habitación

Samantha asintió y caminó en silencio siguiendo al mayordomo

Estaba maravillada con todo lo que veía. El piso brillaba impecablemente, las paredes estaban decoradas con detalles que sin duda alguna era oro puro, las escaleras no crujían, al contrario, eran totalmente silenciosas mientras escalón por escalón subía en la aterciopelada alfombra color vino que contrastaba con los blancos escalones. Después de caminar de un pasillo al otro, el mayordomo abrió una de las altas puertas frente a ellos y dejó ver el interior de la habitación

El suelo estaba tapizado de alfombra color champagne con hebras doradas, 4 columnas servían de pilares para una gigante cama en el centro de la habitación que daba paso a un ventanal con cortinas doradas. Lucía un poco exagerado entre tantos destellos, pero era una clara habitación de dama

-El señor encargó que preparásemos la mejor habitación para usted mi Lady, por favor póngase cómoda. Ana y Lía estarán a su servicio- Dejó la maleta al pie de la puerta dentro de la habitación y se giró sobre si para marcharse dejando sola a Samantha

-Wow… No podría haber soñado con tener una habitación así

Emocionada miró hacia los lados para asegurarse que nadie estuviese viendo y corrió tras cerrar la puerta hacia la cama donde se tumbo de espaldas

Suave… muy suave ¿Hace cuanto no tocaba una cama tan suave?

-Ojalá pudieras ver esto nana… ¿Cómo estarás?

Movió sus manos como si tratase de hacer un ángel en la cama cuando de pronto recordó la carta del duque, la tomó entre sus manos y rompió el sello, tenía un peculiar olor masculino

Estimada Lady Harris he decidido aceptar el compromiso entre ambos

La guerra es dura y no sé cuanto tiempo más estaré aquí, estimo 3 meses

Por favor, siéntase libre de estar en el castillo que pronto será suyo también

Pedí que preparen una habitación exclusivamente para usted

La diferencia de edad podría también significar diferencia entre gustos

Espero pronto conocernos, saludos James.

-Es muy bonita su letra…- Volvió a tumbarse a su espalda y miró detalladamente el techo -Serán 3 largos meses, pero me alegra, así no tendré que celebrar mi cumpleaños… Después de todo somos desconocidos

-Permiso mi Lady- La puerta se abrió tras golpeteos ligeros que Samantha no escuchó por estar sumergida en sus pensamientos -Estaremos a su servicio a partir de ahora… Venimos a preparar su baño

-Oh… adelante ¿Tu eres Lía o Ana?- Se incorporó a la orilla de la cama golpeteando sus pequeños pies en el grueso cobertor de la cama que caía hasta el suelo

-Soy Ana mi Lady, Lía está preparando todo para el almuerzo- Caminó atravesando la habitación y descubrió el apartado donde estaba la bañera- Prepararé su baño con aceites que harán lucir su piel brillante y saludable mi Lady

-Gracias…-

Hace tanto tiempo que no me atendían así… Salvo por mi nana, los demás sirvientes no se acercaban a mí.

Samantha detallaba cada movimiento dedicado de la mucama, era extraño pensar que todo lo hacía con cuidado para ella cuando la ultima vez que se bañó en una bañera estaba rota, con tantas grietas que raspaban su piel por lo que tenia que meter sabanas al fondo para poder sentarse… Era la misma bañera de su infancia

Lía terminó de preparar la bañera y con sumo cuidado, bañó a Samantha cuan bebé, impregnando su piel con aceites y bálsamos.

¿Cómo es posible que la señorita tenga una piel tan descuidada? ¿Acaso su familia está en ruinas?... Esta desnutrida, es una lástima, pobre señorita

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