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Hermanas

Barquisimeto

Barquisimeto es conocida como el corazón industrial, urbano y de comercio. La llamada capital musical y ciudad crepuscular de Venezuela. Una ciudad que transmite una increíble vitalidad gracias a qué está llena de gente joven y con un espectacular clima fresco la mayor parte del año, sin duda un paraíso, al menos eso era para Cataleya Sallow.

—¡Ey! Cata —pasando las manos al frente de su rostro —llamando a tierra.

—Disculpa Mila, estaba pensando en algo

—Ah, sí, claro, si no lo dices, no me doy cuenta, ¿en qué pensabas?

—En lo feliz que soy, me parece que todo es un sueño.

—y me imagino que la felicidad es por qué al fin encontraste un novio

— Por favor, claro que no —rodando los ojos—. No necesito tener un novio para ser feliz, es por otra cosa, pero no te lo diré

—Y ahora, ¿por qué no me lo dirás? Se supone que soy tu mejor amiga.

—dije que no te diré nada, y deja de andar chismeando y ahora a trabajar hay mucho que hacer.

—si claro mira quién lo dice, la que tenía la mente en el novio

—¡Mila! Te dije que no tengo novio. Empieza a trabajar hasta terminar ese logo.

Así transcurrió la tarde para Cataleya, concentrada en su trabajo, estaba recién graduada como diseñadora gráfica y junto a su amiga Mila decidió montar un negocio.

 Desde que se conocieron en la universidad se hicieron muy amigas, estaba muy agradecida con contar con ella era su apoyo que tenía en ese momento para contrarrestar la soledad, que sentía por estar lejos de su familia, de sus amigos, pero todo era por su seguridad aunque sabía que algún día tenía que volver.

—¡Oh por Dios! —llevando las manos a la frente— es tarde, Mila, vámonos, terminamos por el día de hoy, recoge tus cosas, te llevo a tu casa. Disculpa, no me fijé en la hora —haciéndole un puchero a su amiga.

—Pensé que nos quedamos a dormir aquí, Cata no quiero que te conviertas en una esclava al trabajo.

—tienes razón pensaré en eso, vamos

Cerraron el local, y se dirigieron al auto un Hyundai Elantra negro regalo de su primo Dorian. Parte del trayecto iban en silencio, hasta que Mila decide romperlo

—Cata a veces no te entiendo y quisiera hacerlo, dime por qué no aceptaste, el otro auto era más bonito.

—ya te lo dije Mila era más costoso, demasiado lujoso y yo no quiero eso, quiero vivir tranquila si ¿ahora entiendes?

—No, pero si lo dices tú, lo que se es que si yo estuviera en tu lugar te aseguro que tuviera ese carro de última generación y en otro país

—Amiga, créeme el dinero, no te da la felicidad, yo soy feliz aquí en Barquisimeto me encanta y además me parece el mejor lugar para vivir. Y no quiero tener esos lujos, son dolores de cabeza

—Como digas, ya no quiero escucharte más.

—Cuídate, te quiero mucho descansa

—Igual Cata nos vemos mañana, gracias por traerme.

***

—Roberto, ¿qué noticias me tienes?

—Señor ninguna, no hay nada todavía

—Regresamos, dile a Boris que prepare todo, nos vamos hoy

—Disculpe Jefe, eso quiere decir que ¿suspende la búsqueda?

— Sí, al menos que la quieras continuar y que tu cabeza luego no esté pegada a tu cuello —lanzando una mirada de pocos amigos.

—Disculpe Jefe, no quise molestarlo y todavía pienso mantener mi cabeza, tengo familia.

—Entonces anda y haz lo que te ordené.

«Sé que volverás a mi Isabella, de eso estoy seguro» susurro Mario Anderson, sentándose en el gran sofá negro y observando una foto de su esposa Isabella.

Un año desde que ella se fue, desde que lo abandonó y que casi lo deja en la ruina y sin saber adónde, pero de algo estaba seguro la encontraría para qué pagará por todo lo que le hizo. Nadie se libraba de Mario Anderson, el gran CEO despiadado, arrogante, un hombre sin corazón, así era él.

¡Toc-toc!

Se escuchó en la puerta, lo que hizo que lo trajera a la realidad

—Adelante.

— Jefe, ya está todo listo

— Gracias, Roberto, entonces vámonos y ¿Boris?

— Siempre a sus órdenes. Ya él está en el Jet esperándolo

***

Un nuevo día amanecía en Barquisimeto para Cataleya, un nuevo despertar que la hacía feliz, el sol ya se filtraba su luz por el gran ventanal de su habitación, que se levantó y abrió la ventana para admirar las rosas que estaban en su pequeño jardín. Se arregló, desayuno y ya estaba lista para empezar con su jornada diaria, se dirigía hacia su auto cuando escucho su celular, así que se detuvo a buscarlo en su cartera y contestar esa llamada.

—¡Aló! ¿Qué tal tu día?

—Buenos días, mi muñequita hermosa, ¿cómo amaneces? Por aquí excelente

—Pues bien, voy saliendo para el trabajo, me alegra escucharte que estés bien. Te extraño, ¿cuándo vienes?

—También te extraño. Bueno pronto nos veremos

—¿En serio? ¿Vas a venir? —sonrió como una niña pequeña.

—No, tú vas a venir

—¡Ah! Claro que no, no quiero ir.

—por favor Cataleya no es una opción, tienes que regresar y es ahora

—Tengo miedo Dorian

—lo sé, pero es algo que tienes que afrontarlo, tienes que venir a hacerte a cargo de las empresas, de tus empresas, ya dentro de unos meses cumplirás tus 21 y ya sabes lo que eso significa

—¿Por qué no me puedo quedar aquí?

—¡Cataleya! —gritando.

—Ya entendí, no me tienes que gritar y cuando tengo que irme.

—Hoy así que mueve tu trasero y empieza a empacar tus cosas y te vienes, por las buenas, porque si no iré yo y te traeré de arrastres por tus cabellos rubios que tanto amas.

—¡Que! Hoy no, Dorian. Tengo un trabajo pendiente dame el día para terminar y viajo mañana y ya te dije que entendí no soy una niña

—A veces te comportas como una. Está bien, mañana mandaré a qué preparen el Jet. Adiós cuídate.

Y así terminó la llamada. Sin darle oportunidad de responderle.

—¿Y ahora que voy a hacer? —suspiro—. Porque ahora malditos 21, porque tenían que llegar —llevándose sus manos a su rostro.

✉️ Amiga, hoy no iremos a trabajar. Nos vamos de paseo

✉️ ok. Es ¿en serio? ¿Dormiste bien?

✉️ te veo en él negoció.

Manejó hasta su negocio, el que había empezado un pequeño local en el centro de la ciudad, el cual ya no sabía si algún día podría volver. Solo de pensar que tenía que irse Cataleya ya se sentía mal, aunque había recibido entrenamiento para defenderse aun así se sentía vulnerable, tenía su título universitario podría valerse por sí misma, pero claro no podía olvidarse de dónde venía, ni tampoco podía arrojar a la basura las empresas por las que sus padres trabajaron tanto. Tenía que volver así tuviera miedo.

—Hola amiga, ¿te paso algo? ¿Por qué esa cara? 

—No nada, todo está bien, solo que hoy daremos un paseo

—Pues no pareces feliz, si te preocupa el trabajo, no tienes por qué hacerlo, vamos y el paseo puede esperar cata

—No, Mila, no puede esperar, quiero pasear por la ciudad y tomar muchas fotos con mi mejor amiga.

—¿En serio no pasa nada?

—Mila.

—Sí, dime.

—Mañana me voy para Miami

—¿Qué? —abrió los ojos como platos.

—Si tengo que regresar.

—Guao, amiga, ven acá —se acerca y le da un abrazo—. En verdad lo siento, te voy a extrañar.

—Yo también. Pero no quiero irme

—Cata, necesitas estar allá es tu lugar. Y Cuéntame eso quiere decir que ¿tu hermana apareció?

—No, no lo creo, ya que Dorian me lo hubiera dicho y por eso tengo más miedo, no sé en dónde está, y no sé si ella quiera hacerme daño. Pero tengo que ir, por las empresas de mis padres, al cumplir los 21 tomos el poder como CEO y para eso primero tengo que prepararme.

—Cata lo harás bien. Así que vamos a pasear, y ve el lado positivo estarás con tu familia.

Así paso, Cataleya, con su amiga Mila paseando por toda la ciudad, era su despedida de ese lugar que le abrió los brazos, Barquisimeto, sin duda alguna que lo extrañaría.

Miami

Miami es una ciudad vibrante y colorida a la que acuden personas de todo el mundo. El lienzo ideal para el crecimiento de un estilo de vida acomodado y moderno que constituye un terreno fértil para diseñadores e influencers de todo el mundo.

Esta exuberante ubicación es un polo creativo que conecta las culturas latinoamericanas con la identidad estadounidense. Ahora era su rumbo, después de dejar Barquisimeto, esa pequeña ciudad de Venezuela que le abrió los brazos, ahora retornaba a su ciudad en dónde creció, volver era difícil para Cataleya Sallow.

—¿Señorita, desea tomar algo o quiere comer? —pregunto la azafata que la había notado pensativa y triste en su mirada.

—Si tráeme un poco de whisky y un poco de sandwich.

—Ya se lo traigo.

«Tienes que ser fuerte, no puedes darte por vencida» se repetía mentalmente

— Aquí tiene —le volvió a interrumpir la azafata de sus pensamientos.

—Gracias, después me iré a dormir, cuando aterricemos me avisas de lo contrario, no quiero que me molesten.

—Como usted ordene, señorita Sallow.

Seis horas de vuelo, hasta que el lujoso Jet aterrizo en el aeropuerto internacional de Miami. Al ir bajando sentía sus piernas como gelatinas que no le respondían, y solo era de pensar que hace cinco años ella tuvo que irse de dónde prefería no haber regresado.

Quería borrar, pero no podía eran sus raíces, su familia, perder a un ser querido es doloroso y sin duda alguna más al perder a sus padres, aunque tenía 15 años cuando sucedió ese trágico accidente automovilístico en dónde quedó huérfana, dónde muchas veces lloro y sentía que el aire se les escapaba de sus pulmones, un dolor que con el tiempo solo hizo menguar.

El dolor que más le afecto fue la traición de su hermana, si de su propia sangre, no solo es su hermana, es su gemela Isabella, quien la mando a qué la asesinaran solo ¿para qué? Para ella tomar su lugar y recibir la parte de la herencia que le correspondía, todo por la codicia, el amor al dinero más que a la familia.

Nunca entendió como su hermana, su otra mitad pudo hacer tal macabro plan, que arruinó su vida al verse obligada a irse lejos y tener que esconderse de ella. No poder cumplir sus metas, es cierto que pudo estudiar, pero no era lo que ella quería, fue ahí en dónde aprendió que lo material no están importante, es solo necesario para poder vivir.

Y ahí lo vio a su querido primo Dorian, esperándola quien siempre estuvo apoyándola en todo momento y que gracias a él su hermana no obtuvo lo que quería. Así que no lo pensó y salió corriendo a abrazarlo, esos brazos que siempre le brindaban seguridad.

— Dorian, no sabes lo que te extrañe.

— Yo también mi cata, te extrañé bastante, mi bella.

—Se me hicieron largas esas horas.

— ya estás aquí, ahora vamos.

Salieron del aeropuerto y quedó impresionada de ver qué él había ido a recogerla en la limusina

—Bienvenida Señorita Sallow —dijo el chófer David.

—¡Oh! Señor David, ¿cómo está?, gracias venga deme un abrazo y deje de decirme por mi apellido —dándole un abrazo.

—Estoy bien señorita, bueno usted es mi jefa y como tal tengo que respetarla

—Pero ya eres parte de la familia, siempre has estado ahí, así que dime por mi nombre—David era su chófer, ya un señor de unos 60 años, de cabellos canoso—. Dorian, creo que no era necesario utilizar la limusina, hubieras traído otro carro, esto es mucho lujo.

—Pero es tuyo y tienes que acostumbrarte a esto nuevamente, ahora sube y dime a dónde irás a vivir.

—A la casa que está en la bahía, sabes que no me gustan los apartamentos.

—Ya la escuchaste David —dijo Dorian dirigiéndose hacia el chófer, luego miro a su prima, burlándose de ella dijo—. Y me dirás qué fue lo que te hicieron los pobres apartamento.

—Es solo que me siento encerrada, como si estuviera prisionera y no me gusta sentirme así, prefiero una casa en donde pueda tener un gran y hermoso jardín.

—Así que es eso, siento como si me culpas por eso.

—Ja, ja, ja, tómalo como quieras, me da igual.

— ¡Oye! Eso dolió. Pero dejemos ese tema, qué tal el viaje, ¿muchos pasajeros?

—No seas payaso, la única pasajera era yo. Y estuvo bien, dormí en todo ese trayecto, eso sí, estoy cansada.

—Entonces bienvenida a tu vida de millonaria otra vez, ya te acostumbrarás a esto nuevamente. Y tengo una excelente noticia para ti cariño

—Si ya no me lo recuerdes, por favor, ya sé que estoy forrada en billetes, y dime ¿es mala o buena esa noticia?

—Te va a encantar, por eso supongo que es buena. Tienes un cupo en el gran instituto Marangoni Miami, la mejor escuela para que estudies, lo que amas, lo que te apasiona Cataleya, diseño de modas

—¡guao! ¿Hablas en serio? —su rostro es de asombro.

—Claro que sí, Cata.

—Muchas gracias, Dorian, eso realmente me hace feliz.

—Y te ayudará para la empresa, tu empresa Beauty World.ca serás la mejor de eso, no tengo duda.

—Me esforzaré cada día, y seré la mejor.

—Hemos llegado —informo el chófer.

Bajaron de la limusina y ahí estaba al frente de su vista, una hermosa mansión que heredó de sus padres, y su favorita no solo por lo grande y lujosa, sino porque tiene a la bahía cerca, algo que ella ama, ir a la playa, y ver la variedad de árboles y flores que rodeaban a la mansión.

En la entrada se alzaban unas hermosas palmeras, con un diseño contemporáneo, moderno, mediterráneo e independiente, ese ahora iba a ser su nuevo hogar, nada que ver con la pequeña casa que dejó en Barquisimeto al cuidado de su amiga Mila.

Su Mansión ahora de 3 niveles, en dónde el último nivel se encontraba la terraza, un spa y una cocina/comedor al aire libre. El piso era de mármol y de algunas habitaciones de madera. Aparte de eso, también cuenta con una gran piscina, un pequeño gimnasio, un campo de golf.

Al entrar fue recibida por todos los que trabajan ahí, y a cada uno les dio un gran abrazo, para ella los veía a todos por igual, eran personas que también se merecen respeto y un trato digno, aunque no tuvieran tanto dinero como ella.

A pesar de la tristeza que la había embargado, se sentía feliz de estar con quiénes ama, a pesar del miedo de que su hermana volviera a intentar asesinarla, tenía que seguir adelante y buscar la manera de poner fin a eso, era la única manera para vivir en paz por el resto de su vida. Vivir feliz y sin tener que ocultarse. Al menos eso era lo que ella pensaba, pero más lejos de la realidad para llegar a ese punto tendría que afrontar nuevos desafíos, nuevos obstáculos en dónde esta vez su inocente e inexperto corazón se verá implicado.

💜💜💜

Es ella

El viajar siempre es algo que agota, y Cataleya no era la excepción, un día muy agotador, pero gratificante, se sentía muy feliz de estar ahí en su casa. Se encontraba en su habitación cuando le indicaron que la cena estaba lista. 

Así que se levantó y decidió bajar, ya su estómago le indicaba que hoy no le había proporcionado mucha comida. Al llegar al comedor se encontró con un par de personitas muy importantes para ella, su querida prima Luna, hermana menor de Dorian y su gran amigo surcoreano Lee Seung-ho.

—Bienvenida Cata —fue abrazada por esa rubia de ojos verdes como esmeralda.

—Gracias Luna me alegra verte

—Y a mí que me coma el tigre —carraspeó Lee.

—Ja, ja, ja no sería mala idea, ven acá te extrañé bastante mi querido coreano, como extrañaba tus abrazos

—Igualmente, mi catira preciosa, te ves hermosa, tu cabello está más largo y veo que el entrenamiento hizo su efecto.

—Voy a hacer oídos sordos a lo último que has dicho Lee.

—Ja, ja, ja, vamos, es la verdad, antes parecías un palo de escoba de lo flaca que eras… —no termino de hablar cuando sintió un pellizco en su brazo —¡Ay! Eso dolió.

—Bueno, sigue diciendo cosas así y ten seguro que la próxima será tu cara.

Lee no paraba de reír.

—Lamento interrumpir tan amena conversación, pero yo muero de hambre, así que vamos —dijo Dorian.

—Ja, ja, ja, tú, siempre te estás muriendo de hambre querido primo.

—Es cierto hermanito.

—Buen provecho para todos —dijo Lee

—Gracias, igualmente —menciono Cataleya

—Y que es lo primero que harás Cata.

—Pues la verdad no lo sé Luna, tengo que esperar las instrucciones de tu hermano, y todavía no me ha dado mi agenda.

—Lo primero de mañana tienes que ir al instituto para presentarte y saber tus horarios, después tendremos que ir a la empresa para que estés al día con todas las cosas.

—Guao, así que estaré ocupada, pensé que tendría unas mini vacaciones.

—No, ya esas las tuviste en Barquisimeto.

—¡oye! Eso no se vale.

—Es verdad, no te quejes cata, no creo que allá la vida sea igual que aquí —intervino Lee.

—así que nadie me va a apoyar —haciendo puchero.

—¿y la llevarás tú? Dorian.

—No, Luna, no puedo a esa hora, irá con el guardaespaldas.

—¿Qué? Sabes que no me gustan los guardaespaldas, sé cuidarme.

—Eso tampoco está en discusión, además que te gusta a ti, casi nada de lo que hay aquí es de tu agrado. Es por tu seguridad, todavía no hemos encontrado a Isabella y hasta que eso no pase no puedes andar sola por ahí. Entendido.

—A veces suenas como si fueras mi padre, y no mi primo mandas mucho.

—Y tú, una niña consentida.

—Sabes Lee, creo que estás en graves problemas —lanzando una mirada fría

—Vamos Cata, Dorian tiene razón, no puedes andar así como así, ya sabemos que no quieres todo esto, pero solo disfrútalo y el guardaespaldas es por tu seguridad, sabemos que has entrenado para defenderte, pero aun así es necesario y no te comportes como una niña, acuerda tienes 20

—Ya lo sé, fin de la conversación, quiero terminar mi cena tranquila, por favor.

Siguieron conversando de distintos temas. Esa noche pidió que se quedaran, no quería estar sola en esa gran mansión

La alarma sonó, cuando ya estaba amaneciendo, era el comienzo de su día, así Cataleya se levantó de su gran cama matrimonial elaborada de la mejor madera del mundo, y que decir del colchón era el mejor, cubierta por unas delicadas y suaves sábanas color fucsia bordadas con pequeñas flores blancas. Después de terminar con su aseo, y arreglarse bajo a desayunar

—Buenos días, ¿cómo pasaste la noche?

—¡Buenos días, Cata, pues muy bien, guao! Estás hermosa con ese vestido, estoy segura de que muchos estarán botando la baba por ti hoy.

—Me alegra, hay por Dios, no seas tan exagerada.

—¿Exagerada yo? Para nada mi vida, es la realidad, tienes un cuerpo monumental

—Ya deja de decir esas cosas, y ¿Dorian y Lee?

— Ah, ellos, ya se fueron. Tenían que hacer unas cosas primero antes de llegar a la empresa.

— Ya veo. ¿Me acompañarás?

— Si tú quieres, iré, no tengo nada que hacer hoy.

Después del desayuno se fueron hacia el instituto, era la primera parada de Cataleya, esta vez no iba en la limusina, más bien en un carro más práctico, así lo definía ella.

Al salir del auto empezó a caminar y sin percatarse por dónde iba tropezó con una persona.

—Niña tenga cuidado por dónde camina —le decía el señor que la sostuvo para que no cayera al piso.

—Lo siento, no fue mi intención tropezar con usted —dirigiéndose hacia él —Gracias por no dejarme caer.

—Señor, ¿se encuentra bien, lo lastimé? —pregunto al ver que no le respondía.

—No se preocupe, estoy bien —mirándola, no lo podía creer lo que sus ojos veían, estaba seguro de que era ella.

—Que pase bien día —dándose la vuelta y procedió a seguir su camino, pero fue interrumpida por unas manos que la sujetaron de su brazo con cierta brusquedad

—Disculpe Señorita, ¿me permite un momento?

—¿Podría soltarme? Me está lastimando un poco, ya le dijo que lo sentía por haberlo tropezado.

—¿Pasa algo amiga? —dijo luna acercándose

—No, nada Luna. Con su permiso señor feliz día.

— Señorita, espere, señorita —dijo gritando y se dirigía hacia dónde ella iba, pero no pudo seguirla porque su guardaespaldas se lo impidió.

—Señor, no puede acercarse a ella.

Así que no tuvo más opción que irse.

...ΩΩΩΩΩΩΩΩΩΩΩΩΩΩΩΩ...

—Dime Boris, que es lo urgente que tienes que decirme.

—Disculpe que lo moleste, señor, sé que está ocupado, pero esto lo considero más importante.

—Dime te escucho.

— Vi a la señorita Isabella.

— ¿Qué?

—Que me encontré con la señorita Isabella, su esposa

—¿En dónde? ¿Y por qué no la trajiste? —grito.

—Señor, lo iba a hacer, pero andaba escoltada y preferí dejarlo pasar porque solo estaba yo.

—Así que escoltada.

«Zorra, seguro que engaño a otro por ahí» pensó

—Gracias Boris, ahora averigua en ¿dónde está? ¿Con quién está? Vigila, vuelve a dónde la viste.

—Sí, señor, me retiro.

—Así que estás aquí en Miami, pensé que eras más inteligente Isabella, pero ¿por qué estás aquí si sabes que te encontraría, que planeas? Pequeña, demonio— reflexionó Mario Anderson, sentado en su gran oficina, tiene que planear como traerla de vuelta y hacerla pagar por todo, aparte que su familia ya empezaban a preguntarle por ella.

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