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ENEMIGOS

Prólogo

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  Sus pasos pesan, sus brazos no se sienten, sus hombros caen, su mirada en sus pasos pesados provocan la perdición en esos pensamientos profundos que inevitablemente muestran la oscuridad y la perdición en la vida.

  De su vida.

  Las lágrimas corren silenciosamente por esas rosadas mejillas, las gotas caen sobre esas piedras grises que se encuentran bajo sus pies.

  “– ¿Quién eres? ¿¡QUIÉN ERES!?– Su voz gruesa y firme retumba en su memoria– ¡Eres un don nadie! ¡NADIE! ¡MORIRÁS POR DÉBIL! ¡INÚTIL! ¡NO SIRVES PARA NADA!”

  Sus ojos se cierran con fuerza permitiendo una maratón entre lágrimas, sus manos se cierran con dureza formando un puño el cual se comienza a tornar blanco gracias a la fuerza, su mandíbula se tensa ante esos recuerdos devastadores que oculta a todo el mundo con una sonrisa.

  ¿De que le vale seguir?

  ¿Por qué no deja todo y ya?

  ¿No es más seguro rendirse?

  Su mirada se eleva, su vista es borrosa en ese mundo gris sin colores gracias a esas lágrimas de tristeza, dolor, y perdición... Sus lágrimas siguen cayendo con naturaleza e indiferencia, sus pasos se detienen para llevar esas manos tensas a sus ojos y así poder limpiarlos y observar mejor ese paisaje neutral, triste, de matices grises...

  Observa a su alrededor como casas idénticas son de colores grises, el césped es negro, la acera es gris como siempre, la calle solo se ha convertido en un camino de piedra teniendo a sus costados árboles negros, y un cielo blanco. Nadie transita por ese lugar, nadie, ni siquiera un anima. Un espejo aparece enfrente, mostrando como su ropa es compuesta por harapos sucios, destrozados, sin color. No tiene zapatos, por lo que esas piedras son pisadas por sus propios pies.

  El espejo se rompe en miles de pedazos, caen al suelo desapareciendo de su vista dando la oportunidad de notar como una montaña llena de piedras hace que su vista suba hasta arriba tratando de visualizar la punta.

  Dos niños atrapados en esta situación, en un mundo igual, en el mismo mundo.

  El niño número uno solo mantiene la vista en la punta de esa montaña. De repente aparecen unas voces a sus espaldas que hacen que de media vuelta con rapidez para así poder notar como esas personas lo llaman por su nombre con una sonrisa en sus rostros. En la punta de la montaña aparece una voz cálida que solo repite una cosa “Sígueme”

  ¿Qué hará?

  El niño número dos también mantiene la vista sobre la punta de esa montaña buscándole el propósito de su aparición.

De repente voces aparecen a su espalda provocando que este gire con brusquedad pudiendo ver a esas personas que añora en cada momento. Sus voces causaron conmoción en su corazón, causaron más lágrimas en sus ojos, causaron fragilidad...

  Una voz apareció repentinamente sobre las otras, distinguiéndose por su calidez, su tono amable, su sola palabra diferente a la de los demás... “Sígueme”

  ¿Qué decidirán?

  ¿Esas personas o a la voz que proviene de la punta de la montaña?

  ¿Por qué?

  ...

  El niño número uno comenzó a correr hacia esas personas que gritaban su nombre a todo pulmón, a esas personas que sonreían todo el tiempo. Sus pasos y fuerzas fueron hacia ellos dejando atrás esas montañas.

  En cambio el niño número dos, solo derramó lágrimas descontroladas por esas personas que ya no existían en su mundo, porque sabia que ya estaban muertos y que no volverían para estar a su lado. Solo de dedico a observar esa montaña llena de rocas y así poder usarlas como escalones para poder llegar a ese único lugar que era diferente, por más difícil, duro e imposible que se vea, era algo que sentía que tenía que hacer para abandonar ese paisaje neutral.

  Ese paisaje es su estado emocional.

  Ese vacío sus sentimientos oscuros.

  Ese espejo su realidad.

  Esas personas su pasado.

  Esa montaña sus desafíos.

  Esa voz... esa calidad voz, era y es su salvación.

  ¿Pero porque un niño decidió subir?

  ¿Por qué el otro niño no fue inteligente?

  ¿Es más fácil rendirse?

  ¿Es mejor vivir en un pasado para no afrontar un futuro lleno de cansancio, rasguños, heridas y caídas?

  ¿Por qué tantas preguntas para solo leer una historia y así poder responderlas?

  Las respuestas ya están respondidas, pero solo aquel quien acepte su camino será quien las encuentre...

Otro Día

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...Narra Ethan:...

  – Por favor, dejen a mi esposa e hija en paz– La voz suplicante del traidor provoca unas grandes ganas de reírme en su cara.

  – Debiste pensar en tu familia antes de condenarte tú mismo y a tus seres queridos– No lo evite, una sonrisa aparece en mi rostro.

  Mi mirada acompañada de una sonrisa, pasó por el traidor el cual está bañado en su propia sangre por las torturas que pasó, ya que hay que hacerse respetar, nadie me traiciona, nadie me engaña, nadie va a lograr ganarme.

  Mis hombres se divirtieron al propinarle unas golpizas a ese insecto que se atrevió a desobedecer mis órdenes. Para agregar más diversión mande a unos de los chicos a traer su esposa y su pequeña hija.

  – Te suplico perdón, haré lo que sea pero deja que se vallan– El hombre pide dejando su orgullo de lado, pidiendo entre lágrimas que haga lo que me pide.

  – Ya no necesito de ti– Camino hacia el suertudo en que presenció mis torturas en carne propia– Pero... me quiero divertir...

  Mis hombres rieron, haciendo ecos en la fábrica abandonada hace ya un par de años, nadie puede escuchar gritos, llantos, disparos o muerte.

  – P-por f-favor señor...– Una voz de niña se escucha en ese lugar.

  – Cállate– La mujer susurra en el oído de la niña a la cual cubre su  boca con su mano.

  – Déjala hablar– Digo colocando mi arma en mi espalda, entre el pantalón y mi camisa.

  – N-no m-mates a mi p-papaaaá– Dice entre llanto y sollozos desesperados.

  – ¿Cuantos años tienes nena?– Pregunto tratando de ser amable adelante de la niña.

  – Diez años– Dice sirviendo su nariz, mientras que con sus manos sucias limpia su cara llena de lágrimas.

  – Aaaayyyy – Suspiro volviendo a mirar Roger, el traidor al que le confíe mucho, y que por una tontera, falló, y en mi mafia no hay fallas– Tienes una mujer hermosa, una niña que se preocupa por su padre, hasta estabas llegando a un puesto muy importante– Me acerco a Roger el cual está arrodillado con sus manos atadas por detrás– Lástima que en un error, perdiste todo...

  – ¡A ellas no! ¡NO LES HAGAS DAÑO! ¡NO!– Se comenzó a mover de un lado a otro, como un gusano.

  – Señor, no. Se lo ruego, no nos lastime– La esposa de Roger ruega de rodillas con llantos y sollozos ante mi presencia.

  Escuchando los llantos y súplicas de la mujer y la niña, llevo mi mano a mi parte trasera donde se encuentra mi arma.

Sujeto el cabo de ella, para sacarla y tener todo su peso en mi mano.

  Hay que terminar con este problema.

  Escuchando los gritos desesperados de Roger apunto hacia su cabeza. Se remueve de un lado a otro como si eso dependiera de su vida, y sabe que perfectamente no es así. No debo de esperar más, es mucho drama para un día jueves, así que terminaré esto rápido.

  – Roger, ¿algunas últimas palabras?– Digo con seriedad mientras apunto con mi pistola.

  – No... les... hagas... daño...– Mi mirada va a la mujer y a la niña las cuales se abrazan cubriendo sus caras.

  – Bien, gracias por tus servicios. Adiós– Sin esperar más tiempo, retiro el seguro y disparo directamente en sus brazos escuchando como grita, en sus ambas piernas dándole lo último de castigo, y por último en su pecho que es donde me detengo al asegurarme de su muerte.

  – ¡Nooo!– La mujer grita escuchándose por todo el lugar junto con el llanto de la niña.

  – Erick, ven acá– Me acerco al cuerpo con Erick detrás de mí– Deshazte de esto.

  – Que desperdicio... – Hace unos ademanes a unos de mis hombres, los cuales se acercan con rapidez.

  – Joss– Me acerco a él Necesito que lleves a la mujer al tráfico de mujeres, y la niña llevársela a Malcolm.

  – Está bien– Asiente con su cabeza para caminar hacia la niña y la mujer.

  Yo, solo camino hacia una esquina observando lo que les dije que hicieran. Mis ojos observan que mis hombre mueven el cuerpo de Roger hacia uno de los autos para deshacerse de él, mi vista pasó a la mujer que está siendo separada de su hija para el tráfico de mujeres a Brasil, y la niña será llevada con Malcolm, ya que de seguro necesitará una niña con sed de venganza.

  Me canso de mirar lo que hacen por lo que me dirijo a mi 4X4 de color negra con unos detalles blancos, me subo a ella para comenzar a manejar hacia el club principal.

Hoy me espera mucho trabajo, aunque después me tomaré unas vacaciones por algún lugar.

  Tras una hora de viaje, aproximadamente, llego al club. Estaciono la camioneta en mi lugar reservado que es muy espacioso. Bajo del vehículo asegurándole para comenzar a caminar hacia dentro de este.

  – Que tal, viejo– Saludo a uno de los guardias de la puerta.

  – Todo bien– Saluda con un apretón de mano permitiéndome entrar al club de mi padre, pero de cierta manera es mío.

  Al entrar aún se puede presenciar un ambiente muy sofocante, el olor a cigarro aparece junto con varias personas al rededor de la barra donde sirven bebidas de todas clases. Camino entre las personas las cuales me abren paso mirándome con una sonrisa, o esas son las chicas que de seguro mueren por mí.

  Continúo con mis pasos hacia mi oficina que está detrás de este lugar, al llegar a la puerta la abro, paso al otro lado para cerrarla detrás de mí, liberándome de ese sofocante lugar. Sigo caminando hacia donde se encuentra mi escritorio y otras cosas que no son de importancia.

  Me ubicó en la suave y cómoda silla que está del otro lado del escritorio. No tarde en sentarme que en menos de un segundo golpean la puerta.

  – Adelante– Hablo con voz rígida y fuerte.

  – Permiso– Un hombre de unos 35 años pasa por la puerta hacia mi escritorio.

  – ¿Qué lo trae por aquí?– Pregunto apoyando mis codos en el escritorio para entrelazar mis dedos.

  – Necesito de su ayuda– Dice con voz firme como la mía– Necesito un préstamo.

  – ¿De cuánto y por cuánto?– Pregunto comenzando a abrir uno de los cuantos cajones que tengo a mi alrededor.

  – Necesitaría 100.000 por dos años– Dice aún parado delante de mi escritorio.

  Rodando los ojos saco un sobre con la cantidad pedida, además de eso también dejo arriba del escritorio un papel, el cual es donde se queda nuestro acuerdo.

  – Se los daré, pero sabe cómo devolverlo ¿verdad?– De reojo observo al hombre el cual me ve algo confundido.

Suspiro volviendo mi mirada al sobre comenzando a retirar el dinero dentro de este, para contarlo– Por si no lo sabe puede devolverlo cuando quieras pero que este dentro del plazo de los dos años, de lo contrario pagará con con trabajos ilegales, sin protección a su vida, o cualquier cosa que pase para pagar su deuda, y si me encuentro de buenas lo mataré... Debe saber que esto se ve fácil pero a muchas personas les resulta muy difícil después de pedirlo, ¿aún quiere pedirlo?

  – S-si, lo necesito– Su voz tiembla, ya encontré que es... debe ser una persona, su familia, se que es eso lo que le preocupa.

  – Debería de hacerlo de un plazo más largo ¿no cree?– Observó fijamente al hombre.

  – No, gracias, así está bien. Se que lo devolveré.

  – Lea y firme– Le acerco el papel, el cual él toma para comenzarlo a leer.

  Mis ojos van directamente a su expresión ya que  la máquina término de contar los billetes, cada vez que prosigue más se puede escuchar su respiración agitada y su garganta seca, esa expresión... Es que está en duda de hacerlo o no, pero como siempre lo harán, porque piensan que los mataré.

  Necesito algo de beber...

  Tomo mi copa el cual tiene sólo vino importado de Alemania, me gusta el vino, es muy interesante saborearlo y ver su diferencia entre otros. Mientras bebo de mi copa puedo observar al hombre el cual firma el papel para después dejar la pluma al lado de este, levantando su mirada.

  – Bien, aquí tiene su dinero– Traigo el papel hacia mí, viendo que en su aclaración está su nombre– Lo estaré viendo señor Anderson.

  – Gracias– Él se inclina un poco hacia adelante para salir con nerviosismo de mi oficina.

  Ufff esto es tan cansado y aburrido, ¿cómo no está mi padre aquí?, si después de todo él tiene que hacer esto, no yo.

  Guardo el papel junto con los otro que aún le falta tiempo, en eso que estoy tomo uno de los que se le vence el tiempo de paga mañana.

  – Pobre hombre, también le irá mal– Suspiro dejando el papel con su expediente arriba del escritorio– Bueno... a trabajar...

  Comienzo a leer lo que uno de mis detectives recolectó a mi pedido, cada detalle de su vida se resume en unos pocos papeles que utilizo para mi propósito. Al terminar de leer me coloco de pie para acercarme a la puerta de mi oficina, o mejor dicho la oficina de mi padre, para salir a ese sofocante lugar.

  Tengo ganas de matar a cada uno de ellos con un cuchillo carnicero.

  – Eeeethaaan– Esa maravillosa voz aparece a mis espaldas provocando a un más el deseo de esa matanza imaginaria.

  – Erick, Joss, vamos que hay trabajo– Digo al estar al lado de ellos para salir casi corriendo de ese lugar que tanto odio.

  Prefiero mi lugar de mando.

  – ¿Aún no la soportas?– Pregunta Erick con una sonrisa en su cara al subir a mi 4X4 en la parte trasera.

  – Solo me acosté una noche con ella, además ni siquiera recuerdo esa noche– Digo viéndolo de reojo para escuchar la risa burlesca de Joss.

Vamos, sigue riendo…

  – No, gracias– Sonríe para colocarse el cinturón de seguridad y yo para sacar escarbando a mi fuerte camioneta dejando las llantas marcadas en el asfalto.

  – ¿Con cuántos nos vamos a divertir hoy?– Erick interrumpe el silencio dentro de mi vehículo al conducir hacia Miami.

  – Solo con uno, su nombre es Andrés Miller, 45 años, trabaja en un taller mecánico, convive con su esposa y tres niños, cuya edades son de 18, 15 y 12, no creo que a Malcolm le agrade a los dos mayores pero estoy seguro que el de 12 ira con él.

  – ¿Qué piensas hacer con esos dos que sobran?– Joss pregunta al sacar su cigarro especial de marihuana para fumar.

  Al verlo freno bruscamente la camioneta haciendo que los pocos vehículos de atrás se detengan de la misma manera que el mío.

  Casi chocan a mi bebé.

  – Si quieres fumar te bajas, viejo. Mi camioneta vale mucho más que tu estúpida adicción– Digo al ver como ríe Joss para ver hacia atrás.

  – ¿Lo tienes?

  – Sí, esta todo aquí dentro– Erick señala el teléfono que en éste momento sigue grabando.

  – ¿Enserio, tenemos trabajo y lo único que hacen es jugar?– Pregunto frunciendo el ceño al verlos como solo se ríen– Par de drogados de mierda– Sonrío un poco para dirigir mi mirada hacia Erick– Pásame que quiero ver– Le pido el teléfono al escuchar la bocina de los vehículos al mismo momento en que escucho sus maldiciones.

  – Ten pero no lo borres– Dice pasándome su teléfono de última edición reproduciendo el vídeo donde muestra que freno la camioneta con brusquedad.

  – ¿Sólo para esto hicieron detenerme? ¿Están drogados?– Frunzo el ceño notándose en mi voz el enojo que provocaron.

Es divertido, pero no estamos drogados– Joss dice sonriendo– Sabes que no me drogo los días de trabajo.

  – Mejor así, solo déjenme

Mostrarle algo más divertido– Sujeto el teléfono, saco mi mano por la ventanilla y lanzo el maldito teléfono adelante de la camioneta para ponerla en marcha y pisarlo con el vehículo– Muy divertido ¿vieron?

  – Aguafiestas– Escucho a Erick a mis espaldas.

  – Bueno, ¿y que piensas hacer con los que sobran?– Joss pregunta nuevamente.

  – Me divertiré con ellos– Digo con sequedad para conducir bajo sus miradas y silencio.

  Luego de horas de viaje llegamos a nuestro destino donde me bajo de la camioneta junto con mis dos hermanos, comenzamos a caminar hacia la puerta de la enorme casa blanca, donde tocamos para que una joven muchacha nos atienda y nos deje pasar para esperar al señor Miller.

  – ¿¡Emilia!? ¿¡Para qué me interrumpes a estas horas!?– Grita el viejo calvo al bajar las enormes escaleras– ¡Gente mal educada…

  – Buenas tardes señor Miller, perdone por interrumpir su siesta pero hay negocios de los que se necesitan hablar– Digo viendo mi reloj de muñeca plateado– No me haga perder el tiempo que tengo otros asuntos que hacer.

  – ¡GUARDIAS!– Grita haciendo que inmediatamente unos uniformados negros aparezcan.

  – Buena estrategia pero muy común– Agrega Erick con seriedad para sacar una tableta de su sudadera.

  – Cumpla con su trato, de lo contrario hará enojar al jefe y no es una opción recomendable– Agrega Joss de la misma forma que Erick.

  – Yo gano aquí– Dice el hombre haciendo un ademán a los guardias para que ataquen.

  – Joss...– Pronuncio viendo como saca su arma para dispárale en la cabeza a ambos guardias– Venga con nosotros, y hágale compañía a su familia– Chasqueo los dedos para hacer que Erick le muestre a su esposa e hijos a través de la tableta.

  – Está bien…

  – Jaque Mate.

Un Nuevo Encargué

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...Narra Taylor:...

  Paso la mirada sobre esos cuadros pintados de diferentes colores, trazos y formas. Tan difícil de entender esas formas raras e indescriptibles, tan complicado de encontrar una figura exacta pero es simple entender ese sentimiento que emiten esos tonos de colores.

  Con pasos lentos hago que mis tacones suenen en esa silenciosa sala de arte, con mi cartera marrón en mi brazo derecho paseo en silencio, mi tapado gris hace que pase desapercibida al parar mi paso enfrente de un cuadro muy famoso de Picasso.

  – ¿Estás lista?– Pregunta Rick al colocarse a mi lado al disimular que observa el cuadro con atención.

  – Siempre estoy lista– Digo al comenzar a caminar con la misma lentitud desde que entré a este lugar.

  Observando a mis costados, disimulando ver esos cuadros que valen millones. Camino esperando a Rick, el cual solo va hacia el hombre de seguridad para entretenerlo al realizar mi hazaña. Llego a ese hermoso y pequeño cuadro para observarlo con detenimiento, aquí es donde comienza la cuenta regresiva.

  10...

  9...

  8...

  7...

  6...

  5...

  4...

  3...

  2...

  1...

  – Que tenga muy buen día– Saludo al guardia de seguridad al salir de ese museo de Londres.

  Con tranquilidad camino entre esas personas que van y vienen por la acera. Doy unos pasos más hacia la calle donde detengo un taxi para subir a él observando con disimulo.

  – ¡Espere!– Una persona detiene el mismo taxi que el mío para subir en la parte trasera donde al cerrar la puerta provoca que el taxista comience a conducir.

  – Muy buena mañana ¿no?– Pregunta el taxista al observarme a mí y a Rick el cual es el otro pasajero- ¿Cuál es el destino?

  – Ya sabes James– Rick responde al sacarse su abrigo largo para dejar ver un pantalón negro de jean junto con una remera blanca para colocarse una chaqueta negra.

  Durante el camino pude cambiarme de atuendo, no es que me desnudara delante de ellos, sino que más bien, me retiro mi abrigo y pantalón ancho para quedar en un pantalón de jean azul ajustado junto con una remera negra la cual cubro con una chaqueta marrón quedando en mis mismos tacones anteriores.

  – Toma el volante– Dice James al soltarlo con brusquedad para hacer que tome el volante.

  – ¿¡Estás loco!?– Pregunto al esquivar algunos vehículos.

  – Si llego a morir, dejo todo a mi hermanita. Tay, te dejo mi Lamborghini y James te dejo el inodoro de mi casa– El exagerado de Rick comienza hablar tonteras haciendo que ría por un momento.

  – Son unos escandalosos– James toma el volante del auto para entrarlo al estacionamiento donde cambiamos de vehículo.

  Bajo de ese auto común y amarillo, para caminar unos cuantos metros más con el bolso marrón el cual meto dentro de una mochila de viaje al llegar a lado de mi Honda. Subo a esa belleza roja para colocarme el casco del mismo color solo que con unas franjas negras y otras blancas que rodean la letra T.

  – Nos vemos está noche– Digo al encender a mi bebé para escuchar el rugido de su motor.

  – Ponte linda, como siempre lo haces– Oigo que James dice al salir primero de nosotros tres, logrando un leve rubor.

  – Como odio que haga eso- Rick frunce su ceño al hacerme sonreír un poco– Nos vemos, lindura– Saluda con una mano para ir por el lado contrario al que se fue James.

  Salgo de ese estacionamiento en mi Honda al usar mi mochila de gran tamaño. Salgo a la carretera donde comienzo a conducir entre esos autos pasándolos a una velocidad increíble, para mí, es muy grato sentir esa brisa que entra por mi cuello.

  Durante treinta minutos estuve conduciendo en dirección al sur, viendo esos edificios interminables, esa cantidad de personas caminar con lentitud, vehículos a velocidades diferentes y claramente vi esos móviles policiales pasar con sus sirenas, eso hizo hacer que sonría de lado al aumentar mi velocidad.

  Llego a la gran casa de mi hermano, Vladimir Anderson, la cabeza de México que ordena los asesinatos, secuestros, contrabando de narcóticos, robo y otros delitos que hacemos en vez de cuando, obviamente también tenemos trabajos legales, como yo, trabajo en directora de unas empresas distribuidas por el país.

  Estaciono mi Honda en la entrada de la mansión de mi hermano para bajar con esa mochila colgada en mi espalda, sin retirarme el casco, entro a esa casa observando que la criada me mira de manera critica cosa que la ignoro completamente. Continúo caminando hacia la oficina de Vlad, que es donde entro a los pocos segundos para sacarme la mochila y dejarla sobre su escritorio, atrayendo su mirada a mí mientras retiro mi casco.

  – Aquí tienes lo que me pediste– Digo al sentarme en la silla que esta enfrente de mi hermano.

  – Espero que no sea falsa_ Dice al verme de reojo para abrir la mochila y sacar el cuadro que quería- Muy bien... pasaste la prueba.

  – Era obvio ¿no?– Con media sonrisa observo que Vlad rodea el escritorio.

  – Ahora se que no eres una bebé– Dice como si fuera uno al hablarme tan tonto, mientras toma mis mejillas para tirar de ellas– Pero para mí igual lo sigues siendo– Retira sus manos para dejarme mis mejillas ardiendo mientras me quejo– No importa cuanto hagas para mostrarme lo fuerte que eres, se que es lo que exactamente puedes hacer, así como se que aún sigues siendo esa niña de hace doce años atrás. Aún eres mi bebé– Con una sonrisa en su rostro me abraza con fuerza como siempre lo hace.

  – Vlad... no voy a morir hoy– Digo al sentir como mis huesos crujen en su fuerte abrazo.

  – No sabemos...

  – Bicho raro– Digo al corresponder ese abrazo.

  – Bien...– Se separa de mí para acomodar su chaqueta– Esta noche tenemos una subasta, ¿lo sabes, no?

  – Lo sé a la perfección, ya tengo la lista de los invitados. Déjamelo a mí, sabes que de una manera u otra lo conseguiré– Sonrío de lado para escuchar un portazo a mis espaldas.

  – Señor Vladimir, Ethan Wells solicita verlo urgentemente– Dice el hombre de mi hermano como si ese tal Ethan Wells fuera el mismo diablo.

  – Déjalo pasar– Dice mi hermano al tomar una postura seria haciendo que ese hombre se retire.

  – ¿Quién es?– Pregunto al dirigir mi mirada a él.

  – Le debo dinero por la ayuda de hace dos años atrás. Cualquier cosa rara que hagas, te sugiero que lo pienses dos veces antes de hacerlo. No es un tipo con el que se pueda jugar, así que ten cuidado con lo que dices, que no eres bastante recatada con tus palabras– Dice mi hermano al acomodar su cuello de la chaqueta.

  – Por favor...– Ruedo mis ojos con ironía– No es más que una persona común y corriente.

  – Su alias es "El Lobo Plateado", con eso ya más o menos te debes ubicar.

  – Eso no es un alias, y sabes que no me quedare quieta si quiere intimidarme en mi territorio. Ese tipo no es más que un engreído– Digo con una sonrisa para luego escuchar unos golpes en la puerta haciéndome fruncir mi ceño– Yo abriré– Digo al caminar hacia la puerta para abrirla– ¿Sí?

  – Vladimir Anderson– Dice un hombre de cabello negro cuyos ojos cafés resaltan en su rostro.

  – ¿Quién eres?– Pregunto con seriedad al ver que usa un traje.

  Típico uniforme de la casa.

  – Erick...

  – Bueno. Ten, Erick– Digo al pasarle las llaves de mi moto– Estaciónala en el garaje y tráeme unas papas a mi habitación, y no vuelvas a molestar que estoy esperando a un viejo gruñón de negocios– Cierro la puerta para ver que mi hermano esta serio al ver que solo tengo una mirada neutral.

  – ¿Quién era?

  – Un tal Erick... nuevo supongo– Digo al subir mis hombros para caminar hacia el sofá de piel que tiene en medio de la enorme sala– No sé para que...– Mi oración es nuevamente interrumpida al escuchar golpes en la puerta– Maldita sea...

  – Voy yo– Dice Vlad al caminar hacia la puerta para abrirla y quedar inmóvil por unos segundos.

Pasen...– Mi hermano se corre de la puerta para dejar pasar a un hombre que jamás vi antes. Su cabello castaño claro y sus ojos grises resaltan su alias al pasar con ese aire de superioridad, en verdad es como uno de esos idiotas que se notan a leguas, imaginen, se nota de entrada que es egocéntrico.

  Detrás de ese horrible hombre, se puede ver que entra otro tipo más de cabello oscuro pero de ojos claros, como verdes que salieron de una selva; detrás de este entra el tipo que acabo de ver, el tal Erick que supongo que debe ser uno de los acompañantes de ese viejo gruñón.

  – Buenas...– Saluda el tipo que entró primero. Cosa que ni contesto.

  – Siéntese en el sofá, señor.

Wells– Dice mi hermano como si le temiera a ese novato– Taylor, déjale el lugar a Wells– Mi hermano me apresura a salir con sus palabras cosa que solo abro mi boca de sorpresa.

  – ¿Por qué? Si yo llegué primero– Digo al ver a esos tres cosa que me provocan un repugnante pensamiento de ellos.

  – Taylor...– La mano de mi hermano en mi brazo hace que me levante de un solo tirón– Disculpen, ella es mi asistente.

Novata...– ¿Novata? ¿¡NOVATA!? Huy Vlad, esto te costara caro...

  – No te servirá si la quieres para asistente– Agrega el tipo que supuestamente es el tal Ethan Wells.

  Ya me cayó gordo.

  – Y usted no sirve ni para papel higiénico en un restaurante de cuar- – Mi hermano cubre mi boca con su mano provocando una sonrisa en los otros dos hombres, menos al que intento ofender.

  – Taylor, si quieres quedarte te quedas en silencio– Dice al hacer que asienta para soltar su agarre– Bien, ¿Qué lo trae por aquí, Wells?

  – El pago– Dice con neutralidad al acercarse al sofá y tomar asiento junto con los otros dos.

  – Perfecto– Mi hermano se sienta enfrente de ellos– Taylor, trae unas bebidas para los invitados y la maleta que esta en el escritorio también.

  Asiento con la mirada para acercarme a la repisa de licores donde sirvo en cuatro vasos el liquido transparente de Vodka, con molestia termino de servir esos cuatros vasos para ver de reojo como los cuatro hablan atentamente de sus negocios.

Con maldad sonrío al sacar de mi bolsillo interior, un poco de droga especial que tenia como prueba de la mercancía, esta es la oportunidad para probarla... Coloco un poco mucho en un vaso, para comenzar a caminar con la fuente en mi mano.

  Observo a mi hermano el cual está nervioso, ya que conozco a la perfección sus mañas. Dejo los vasos delante de cada uno para retirarme a buscar el maletín el cual le llevo a mi hermano con prisa. Ellos entre charlas y charlas, llegaron al momento donde Wells toma el maletín para abrirlo y observar la cantidad de dinero en su interior.

  – Muy bien, fue un placer hacer negocios contigo, Anderson– Dice el tal Wells con seriedad como ha estado todo este momento.

  – Lo mismo digo– Mi hermano bebe de su licor al igual que los demás– Espero verlos en la subasta de esta noche.

  – Más que seguro, ese cuadro ya tiene dueño– Dice al ponerse de pie para beber de su vaso.

  – No sabe hasta que se acabe la subasta– Dice mi hermano al imitar su acción.

  – Obviamente que lo tendré yo– Agrega Wells haciendo que ruede los ojos.

  – Wow...– Agito mi mano sobre mi cara– Me siento sofocada...– Digo al hacerme la que me falta el aire.

  – ¿Qué tienes?– Pregunta mi hermano bajo las miradas atentas de los invitados.

  – Su ego, es tan grande que me asfixia– Digo al ver exclusivamente a una persona.

  – Recapacita mi consejo, Anderson– Dice Wells al verme como si me tuviera asco– Me retiro, con tu permiso.

  – Te acompaño–  Dice mi hermano.

  – Deja, lo haré yo como disculpa– Digo con una sonrisa falsa al ver que dos de ellos sonríen de lado mientras que mi objetivo principal permanece neutral– ¿Hay algún problema?.

  – Ninguno– Responde el hombre al que aún no le se el nombre.

  – Síganme– Digo amable para caminar primera. Salgo de la oficina de mi hermano para comenzar a caminar por el pasillo hasta bajar las escaleras y llegar a la puerta de salida– Bien, ya están en la salida.

  – Tenga– Dice el tal Erick al pasarme las llaves de mi moto.

  – Oh, gracias...– Sonrío un poco– No pensé que fuera uno de los secuaces del señor gruñón– Digo con una sonrisa al percatarme de que él me mira fulminante– Disculpen...

  – Que tenga buen día– Dice Erick al retirarse primero con una sonrisa.

  – Cuídese señorita– Agrega el otro para salir dejándome con ese tal Wells.

  – Adiós...– Digo al saludar a ese viejo con mi mano.

  – Debería de lavar trastes en vez de estar en este lugar– Ataca con dureza cosa que ni siquiera me inmuta.

  – Y usted debería de estar limpiando caballerizas– Respondo con una sonrisa– Si quieres intimidarme, te advierto que no sucederá.

  – ¿Cuándo perdimos la formalidad?– Pregunta retorica-mente por lo que me mantengo en silencio– Taylor Anderson, te advierto que no soy alguien normal, deberías de temerme como todos lo hacen, no me conoces y eso te juega en contra.

Estate atenta, que en cualquier momento el lobo puede aparecer.

  – Wells... el lobo aparecerá cuando su debilidad desaparezca, un cachorro asustado no hace nada, en cambio no olvides que una rosa puede ser frágil, pero tiene su defensa. Cuídate, no te vallas a pinchar con las espinas– Sonrío de lado– Que el mejor gane esta noche.

  – Mis juegos son más extremos, pero si quieres empezar así. Supongo que podre pasar el rato– Con la misma neutralidad en la que entró, se retira al darme la espalda.

  – ¡Viejo gruñón!– Grito al cerrar la puerta con brusquedad para subir las escaleras corriendo– ¡VLADIMIR! ¡¡QUIERO INFORMACIÓN DE ESE VIEJO DE WELLS!!

  "No pienso perder delante de ese hombre egocéntrico, aburrido, gruñón y orgulloso.

Le enseñare lo que una mujer puede ser... no soy normal... y nunca lo fui. No pienso perder delante de él nuevamente".

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