Me presento, mí nombre es Zaira Martínez y tengo 25 años. Mí vida siempre fue perfecta pero hay veces que por equivocaciones increíbles suceden eventos desafortunados que pueden arruinar una vida o cambiarla para siempre.
Crecí con una fascinación por los números, amaba los cálculos, una mente brillante en las matemáticas así que no fue una sorpresa para nadie cuando decidí en la universidad estudiar administración empresarial para así también algún día tomar el control de mí herencia familiar.
Tenía mí vida planeada desde mí preadolescencia, todo lo que una señorita ejemplar debía saber y una mente sumamente madura para completar lo que era la hija perfecta, el orgullo de mis padres.
Fui una adolescente muy centrada en mis objetivos con la mente puesta en mis estudios, alejada de las fiestas y un poco antisocial. No asistía a fiestas, ni bebía alcohol, jamás me involucraba en peleas, era una chica demasiado tranquila que no vivía sin sus libros, una nerd en toda la extensión de la palabra.
Mis padres asistían a fiestas empresariales y organizaban cenas importantes en casa con posibles socios, así como también amigos. Allí conocí a Luciano Alvarado quien luego varios años más tarde se convertiría en mí esposo.
Mí vida marchaba según los planes, graduada con honores en la escuela secundaria, en primer año de universidad comencé una relación con Luciano y me sentía en el mismísimo cielo. Él era el hombre perfecto, el más hermoso a mis ojos y sólo me veía a mí, ¿Había algo mejor que eso? En aquel momento para mí no.
Nuestras familias estaban más que encantadas con nuestro noviazgo y se acordó el casamiento de nosotros para cuando nos hubiéramos graduado en la universidad.
Luciano era detallista, atento, siempre me escribía al despertar, me recogía para llevarme a la universidad, almorzábamos juntos, salíamos a comer, íbamos a citas. Mí plan personal era llegar pura al altar y él lo respetaba. Mí madre decía que eso era ya una costumbre antigua, una tradición que ya nadie seguía adelante pero yo deseaba casarme de blanco, con velo, mí padre llevándome al altar, tener una luna de miel dónde todo sea romanticismo.
Con 22 años me gradué con honores y Luciano con buenas notas también. Allí fue cuando ya nada nos impedía estar juntos y pedimos que comenzaran a planear nuestra boda ya que queríamos comenzar nuestra vida como una pareja.
Meses después, ya cerca de mis veintitrés años nos casamos en una gran ceremonia civil y religiosa que fue mejor de lo que había soñado. Luciano me esperaba en el altar y yo caminaba del brazo de mí padre súper emocionada. Todo era ideal y hermoso. La fiesta fue de ensueño, bailamos juntos entre besos y miradas cargadas de amor y deseo.
Luego llegó el tan esperado momento de la luna de miel dónde perdí mí virginidad, ya luego les contaré cómo fue todo aquello. No tenía como comparar la experiencia pero creí que había sido buena.
Vivimos en un penthouse regalo de nuestros padres, yo deseaba una casa para cuando tuviéramos hijos pero como "queríamos disfrutar nuestro matrimonio" acepté ese lugar, después compraríamos otro sitio para así tener nuestra familia.
Él primer año de matrimonio no fue todo color de rosas como esperaba. Él llegaba tarde del trabajo, el control de la empresa lo absorbía totalmente y yo lo esperaba en casa ya que no quería que trabajara.
Mis sueños de tener hijos parecían muy lejanos y él siempre se cuidaba con el pretexto de que ahora con tanto trabajo no podría ser un padre presente. Sus razones me parecieron válidas y como buena esposa obediente esperé.
Inexplicablemente quedé embarazada y él no estuvo nada feliz pero mí alegría era suficiente para los dos, o eso creía...
Cuando di a luz comenzó la pesadilla de mí vida, el inicio del fin y el nuevo comienzo de algo que prometía ser el infierno.
Chicas ésta es mí nueva historia, espero les guste. Pasarán mil cosas y habrá varios personajes que iré presentando en el transcurso de los capítulos.
Me llamo Luciano Moreno, tengo 26 años y puedo decir que mi vida fue planeada desde el momento de mí nacimiento.
Tenía que casarme con una mujer que tuviera una posición social igual o mejor a la nuestra y la indicada era Zaira.
Todos creerán que soy interesado pero nuestro círculo social es así, vivimos de las apariencias, el estatus lo es todo, con dinero y poder todo se puede. Los jueces tienen un precio, la policía, abogados, todo se compra.
Zaira es una mujer hermosa pero demasiado inocente y tranquila. Sus metas siempre las tuvo bien claras, entre ellas llegar al altar de blanco en todos los sentidos. La respeté, siempre lo hice aunque era difícil.
Creí que el matrimonio sería perfecto pero no resultó tampoco como lo esperaba. Frecuentemente me preguntaba si quizás no había cometido un grave error en casarme así, a mí edad.
Nuestra luna de miel fue buena, finalmente tomé su cuerpo pero no lo disfrutamos como creí que sucedería. Sentía que quizás algo nos faltaba. Tal vez mí culpa por no saber cómo hacerlo en éste caso o por ella con tantos prejuicios. Aunque no se lo dije jamás, hubiera preferido que llegara a la noche de bodas teniendo algunas experiencias.
Pasa el tiempo, no quiero que trabaje, lo decidimos sus padres y yo. Él dinero no es problema para ninguna de las dos familias así que guardamos mejor las apariencias si ella se queda en casa como una esposa atenta y cuidadosa conmigo aunque jamás estoy.
Me concentré en la empresa para olvidar el aburrimiento que es mí hogar. Nuestra vida sexual es limitada por su culpa y estoy insatisfecho; siempre que esto no, aquello no, así tampoco. Me cuido de no dejarla embarazada porque así como somos un niño llegaría a empeorar todo.
Pasa el tiempo y me confiesa que está embarazada. Me pregunto de quién pero ella jamás sale ¿Cómo podría engañarme? Desconfío y decido darle el beneficio de la duda porque los condones pueden tener accidentes aunque siempre los compruebo.
Ella planea muchas cosas en las que intenta incluirme pero yo no estoy interesado; es como si no tuviera conexión con su embarazo.
Nuestra relación sexual es aburrida y en todo el embarazo no volví a interesarme por tocarla. Pocas veces lo hacía cuando no estaba embarazada y luego reduje el número a cero.
Me he estado conteniendo de engañarla pero la tentación cada vez es más grande. Con el embarazo ya no aguanto pero no la deseo a ella y comencé a tener una pequeña aventura con la hermana de mí secretaria que fue de suplente cuando la mía tuvo problemas de salud.
Con Liliana, todo es fuego y pasión desde que iniciamos hasta que terminamos. Si en casa todo fuera así yo jamás miraría a nadie porque Zaira es hermosa pero como tiene de linda lo tiene de fría y aburrida.
El día del parto todo entre nosotros cambió y ya no hubo marcha atrás, fue un quiebre en nuestra relación que no podría repararse de ningún modo y muy poco tiempo después pasaríamos a un amargo divorcio.
Cuando todo comenzó a cambiar, mí boda...
Zaira Martínez
Estoy con mí madre preparándome para lo que será mí gran día, el comienzo del tan ansiado felices por siempre.
Tengo la última prueba de mí vestido de novia y es cuando le harán unos últimos ajustes a mí hermoso vestido de princesa.
Vamos de shopping para comprar algunas cosas para la luna de miel. Estoy súper nerviosa por qué llegue ese momento que tanto deseo, el sello de mí gran amor.
Mí madre me lleva a comprar lencería muy sensual para el momento, conjuntos con transparencia que sólo con probarme el sostén me invade la vergüenza. Siento muchas emociones juntas ya que siempre mantuve cierta distancia con Luciano, jamás pasamos de besos en tanto tiempo de relación.
Se que el ansía estar juntos tanto como yo y sólo espero que pueda ser gentil luego de tanta espera. No sé que esperar, solo ruego que todo sea perfecto.
Me voy al spa antes de la boda para dejar mí piel hidratada, suave y hermosa. Compro algunos productos para utilizar en casa para estar perfecta.
Preparo una pequeña maleta con productos personales y mucha lencería de distintos colores que no se si me atreveré a usar ya que jamás me vió sin mí ropa puesta y me da muchísima pena.
Me preparo con mí madre y un grupo de profesionales para dejarme más bella, me ayudan a ponerme mí hermoso vestido y me arreglan el cabello más que nunca.
Uso gran cantidad de diamantes. Mí padre me regaló una hermosa tiara a juego con una hermosa gargantilla y aretes. Tengo cientos de miles de dólares en diamantes sólo para verme como una princesa.
Llega el momento de dirigirnos a mí boda. Mí madre ha llorado varias veces y mí padre intenta guardar su emoción por entregar a su única hija al mejor hombre.
Luego de estar casados vamos a nuestra fiesta donde todo es glamour y perfección con cientos de invitados. Ésta fue catalogada como la boda esperada del año, muchísima prensa y críticos de moda estarían presentes así como grandes influencias de distintos sectores de la sociedad.
Nos besamos cientos de veces en casi todas las fotos pero cuando Luciano profundizaba su muestra de amor yo me apartaba porque era vergonzoso que todos nos vean besándonos con tal ansiedad y desesperación.
-Ya quiero que nos vayamos a nuestra luna de miel- fue algo que me mencionó muchísimas veces
Bailamos, cortamos el pastel, brindamos y nos tomamos tantas fotos, suficientes para llenar cientos de álbumes.
Vamos en una limusina para hospedarnos en un hotel de mis padres que fue reservado únicamente para nosotros. No hay nadie aquí más que nosotros y personal atendiendo nuestras necesidades.
Entramos a la suite que está decorada especialmente para nosotros de una manera súper romántica y especial.
Luciano cierra la puerta con seguro y comienza a besarme hasta dejarme sin aliento. Él me quita el vestido con rapidez para quedar con una fina lencería blanca y me mira de un modo que jamás lo hizo antes.
Yo estoy inmóvil, no se que hacer ni que decir. Él me empuja hasta dejarme caer sobre la cama donde besa mí cuerpo con más brusquedad de la que quería. Se quita su ropa y después termina de quitar la mía.
Él momento de entrar en mí fue doloroso, no lo disfruté hasta casi el final, siento que no me lubrique lo suficiente pero aún así sentí placer y por ser con el amor de mí vida fue especial y maravilloso.
Luego de hacerlo esa única vez el quiso repetir pero le pedí que no lo hiciera, que estaba un poco cansada y aunque no se vio feliz ante mí negativa de todos modos lo respetó.
Salimos directo al aeropuerto por la mañana luego de desayunar y nos fuimos a una isla privada para descansar y amarnos.
Allí Luciano seguía con ganas de entrar en mí cuerpo constantemente pero creo que mis deseos son menores a los suyos porque no veo necesario hacerlo constantemente.
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