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Una Reina Bañada En Rojo.

Una reina.

En el interior de una extensa habitación de un palacio real de se encontraba una mujer postrada en su cama tomando con sus agrietados labios pequeños sorbos de aire con los que intentaba sostener lo poco que le estaba quedando de vida.

– Madre, ya estamos junto a ti.

Le hablo un joven chico de ojos violetas iguales a los de ella. La miraba con mucha preocupación mientras sostenía su helada mano de piel tan traslúcida que podías admirar sus venas.

– Cariño, ¿Sergei también está contigo?.

– Si mamá, ¿pero que sucede?, ¿Porque nos mandaste a llamar?.

Le hablo con una voz suave sentándose en la cama junto a ella, intentaba que no tuviera que levantar su voz pero aún así lo hizo.

– Que se acerque también, tengo algo importante que decirles.

Un mayordomo de avanzada edad se acercó también para que lo viera, el la contemplaba con mucho dolor.

– Aquí estoy, majestad.

– Bien... Quería decirles que mi momento se acerca, mi enfermedad empeora a cada hora y estoy cansada de luchar, en estos momentos solo deseo reunirme con mi amado Sabnok pero aún tengo que arreglar un asunto pendiente.

– ¿Con papá?, pero no es justo, no puedes abandonarme aún, ¿como haré con el reino?.

– De eso iba a hablar, Bastián, para poder gobernar necesitas primero ser un rey y para serlo, necesitas también una reina.

– ¿Eso es lo que te preocupa?, pero ya tengo como prometida a Lady Miriel.

– No, ella no puede serlo, necesitamos a otra chica así que quiero que organicen un baile real. Se detiene un momento sintiendo una punzada en la cabeza y sigue – Que no tenga mucha seguridad y debe hacerse exacto en tres días.

Bastián la mira con asombro y se levanta confundido a replicar.

– ¿Que?, ¡espera!, primero explícame ¿porque hora no aceptas a Lady Miriel cómo mi esposa?.

– Sergei, encárgate de todo y que nadie sepa que la ocasión es para encontrar una reina.

– Si, su majestad.

Sergei hace una reverencia y se retira de la habitación a cumplir su orden, Bastian seguía impactado por la repentina decisión de su madre sin su consentimiento.

– ¡Mamá!, ¡¿comienzas a delirar!?, ¿¡Cómo me voy a casar a una mujer que no sea Lady Miriel!?, ¡hemos estado juntos desde niños!, ¿no te importa almenos saber si la amo?.

– Ella es una chica adorable pero no es el tipo de reina que necesita Azalea y mucho menos tu, debemos buscar aquella que puede unirse al reino en cuerpo y alma.

– ¿Y eso solo lo puede hacer una desconocida que escoges en medio de un tonto baile real?, eso si que es muy cuerdo de tu parte, mamá.

Ella frunce el ceño enojada de la forma en como le habla su propio hijo.

– Te casarás, te guste o no, tal vez ahora no te guste pero un día vas a reconocer que fue lo mejor.

– ¿reconocer?, ¡eso lo dudo!, jamás aceptaré esto, no porque tú lo digas significa que todos debamos obedecer a ti ciegamente, ¡yo no lo haré!.

– ¡Esto es importante!.

– ¡Basura!, haz lo que quieras pero no cuentes con que voy a cooperar en esto.

Bastián sale furioso de la habitación lleno de irá, se rehúsa a aceptar que su madre decida incluso en su lecho de muerte lo que ella quiera con su vida.

En cuestión de minutos el aviso sobre el baile real se corrió por todo el reino, los sirvientes comienzan a hacer los preparativos para la fiesta en el salón principal del palacio. Los carteros se movieron velozmente a entregar la noticia a los nobles y los otros reinos vecinos llamando mucho la atención.

El pueblo se movía alegre, deseaban un nuevo gobernante porque la condición de la reina los había dejado desamparado lidiando por su cuenta con todos los problemas economicos, sociales, comerciales y de salud pero al nunca especificar para que era el baile, la duda en todos nació.

¿Porque un baile justo ahora?.

El rumor más popular fue que era para dar la noticia sobre que Lady Miriel sería anunciada cómo la nueva reina y así la duda murió.

Todos estaban muy nerviosos por tener listos los preparativos en el pueblo, excepto en una joven de ondulados cabellos castaños y ropas sumamente desgastadas que no paraba de fantasear con la ocasión.

– Me pregunto cuáles nobles vendrán, ¿será tan bello el palacio por dentro como se ve por fuera?.

Ella lo decía con mucha felicidad mientras jugaba con su cabello, sentada contra una farola a un lado de la calle.

– Niniel, ¿No deberías ayudarnos a decorar en vez de estar soñando despierta?.

Replicó enojado un chico un poco bronceado y sudoroso que estaba arriba de la farola colocando un listón. Se estaba parado sobre una banquillo de madera a un lado de Niniel para lograr eso, banquillo que se supone ella debía cuidar.

– Yo también quisiera saber cómo es por dentro pero solo la realeza puede entrar, como siempre.

Se encogió de hombros una chica muy bajita de brillante cabellera roja como el fuego barriendo el frente de una tienda de ropa y costura.

– Dicen que como todo es de plata y oro, el lugar resplandece mucho con la luz.

– A mi me interesa es ver los detalles de sus trajes, todos siempre son de diseñadores reconocidos entre los 9 reinos, sería genial examinar cómo los hacen.

– Dejen de soñar...

Suspira el chico bajando del banquillo quejándose de sus sueños imposibles pero ambas siguen con la conversación ignorandolo.

– ¿Que tan grande será adentro?.

– De seguro lo suficiente para que camine erguido un gigante.

Ambas rien y Niniel se queda observando el castillo con anhelo y esperanza.

– Sería grandioso asistir... así sea por cinco minutos e irme, explorar ese mágico mundo desconocido en el que no podemos pertenecer.

Su amiga miraba atentamente sus suplicantes ojos, se quedo pensando un momento sobre eso en silencio y luego se le escapó en voz alta.

– Ellos... ¿Realmente saben quiénes entran y quiénes no?, no parece que repartieran invitaciones, solo dieron el aviso de que nobles y realeza debían asistir.

Los ojos de Niniel se abrieron ampliamente volteando a ver a su amiga con admiración, Ignam nota esto y se apresura a detenerlas.

– ¡No!, ni se les ocurra hacer una estupidez.

– ¡Peggy eres un genio!, podría-

– !No!, no, no, no, no.

Niega desesperadamente buscando aplastar esa esperanza pero era tarde, ambas chicas se observaban como si ya estuvieran armando el plan mentalmente con telepatía.

– Demonios, ¿porque tenías que decir eso, Peggy?, ¿cómo si quiera lograrían algo así.

– Tal vez... ¡Ah!, haciéndome pasar por un noble.

Hablo Niniel muy convencida, Ignam solo podía pensar que realmente era muy tonta.

– Ni hablar, es la estupidez más grande que haz dicho este año.

– Talvez si te vistes como una condesa o Baronesa puedas entrar, ellas al ser un rango bajo suelen llevar vestidos elegantes no muy destacados o elaborados.

– Condesa, sería grandioso presentarme de esa manera.

– Condesa Bauty, suena genial.

Ambas se ríen divirtiéndose con la idea comenzando a jugar entre ellas.

– ¿Se encuentra agradable su vino, Madam?.

– Oh sí, puedes sentir sus mil años en tu boca.

Ríen aún más abanicando sus rostros con sus manos como si fueran señoritas refinadas. Ignam las veía con incredulidad sin poderse hacerse bien a la idea de las dos.

– Ni siquiera tienes una ropa decente que no esté maltratada o remendada con retazos, ¿De dónde sacarás un vestido?, ¿Piensas ir con uno de retazos?.

– Ah, cierto.

Respondió un poco desanimada mirando su cuerpo, Peggy le molestó mucho eso dándole un puñetazo a Ignam en el brazo.

– Si que eres malo, Ignam, ¡por eso no le gustas a nadie!.

– ¡Auch!, hey, soy realista o ¿acaso tú le pagarás el vestido?.

– No puedo pagar algo así pero no sé... Soy costurera, ¡puedo intentar hacer uno!, será mi gran obra maestra.

– ¿Enserio?.

Niniel e Ignam la observaron con curiosidad, ella frotó su cabeza con su puño haciendo chistosas expresiones intentando pensar.

– Puedo intentarlo pero supongo que si tendrá que ser un vestido de retazos, siempre sobran en la tienda pero necesitaré más, tendrás que poner de tu parte, Niniel.

– Espera... ¿es enserio?.

Niniel la miro muy confundida, Ignam levantó la mano queriendo preguntar.

– En el hipotético caso de que puedas materializar uno, ¿eso es si quiera posible en menos de tres días?.

– Solo queda confiar en mí misma, Niniel, trata de buscar más tela y también requiero tus medidas.

Niniel sonríe ampliamente con una gran entusiasmo.

– ¡Peggy, serás mi bella hada madrina si lo logras!, hermosa, preciosa, te quiero.

Niniel se levanta rápido y sale corriendo a buscar. Ignam mira con mucha seriedad a Peggy.

– Sabes que posiblemente no lo logres, ¿verdad?.

– Lo se.

– Y que la idea de meterse al palacio puede costar su vida, ¿no?.

– Lo se y ella también lo sabe.

– ¿Entonces porque la motivas a hacerlo?, ¿Que pasará si dañan a Niniel?.

Peggy le sonríe cálidamente.

– No lo puedo explicar pero lo comprenderás cuando llegue tu momento.

Peggy da media vuelta y entra a la tienda para ayudar a acomodar algunas ropas en la vitrina.

Ignam mira el palacio y luego a la dirección a donde corrió Niniel sintiéndose muy ansioso por todo esto. Respira hondo rogando no arrepentirse.

– Que problemáticas. Murmurar para el mismo – tal vez pueda ayudar en algo también.

Ignam se fue a seguir con su trabajo.

Dos noches pasaron con rapidez y el momento del baile al fin llegó.

Los nobles poco a poco iban pasando en sus carruajes por el centro del pueblo hasta reunirse en el castillo, carruajes de los otros reinos se vieron pasar también con sus cortinas cerradas, ignorando a los del pueblo.

Aquella entusiasmada chica de ojos avellanas corría hacia la tienda tratando de no llamar la atención, se escabulle por la parte de atrás de la tienda y entra directamente a la habitación de su amiga buscando saber cómo está.

– Peggy, ¿como va to...do?.

Murmuró lo último dificultad por el asombro, se había quedado paralizada en la puerta de la habitación. Su amiga que estaba casi desfallecida del sueño acostada en el suelo a un lado del vestido la miro con gran satisfacción por su expresión.

– ¿Y bien?, ven a probarlo.

Muriendo de nervios.

Ignam vigilaba sigilosamente los alrededores de los muros del palacio, en el portón había mucha vigilancia porque constantemente estaban entrando personas al lugar pero en todo lo demás no había mucha vigilancia, eso lo hacia sonreír tontamente.

– ¿Que estamos a punto de hacer?.

Dijo para si mismo comenzando a correr hacia los callejones tomando un camino directo hasta la parte trasera de la tienda que servía también como la casa de Peggy.

Se infiltró silenciosamente por la puerta yendo a la habitación de Peggy sabiendo que podría encontrar a ambas ahí.

– ¿Está todo bien aquí?.

Hablo entrando a la habitación pero cuando sus ojos se cruzaron con los de Niniel, se quedó impactado al instante.

Ella se encontraba en el centro de aquel desordenado cuarto luciendo un encantador y ajustado vestido marrón de corset, su falda era algo esponjosa y arrastraba contra el suelo junto a una abertura de detalle blanco, era la primera vez que Ignam veía tan arreglada a Niniel como si fuera una tierna señorita de la clase alta.

Niniel se avergonzó mucho cuando Ignam entro provocando que agachara la mirada tímidamente roja, jamás había visto una expresión así en Ignam o en algún chico directamente dirigido hacia ella.

– ¿Bueno?, di algo.

Hablo Peggy cortando la tensión penosa entre ellos, Ignam se recompuso hablando firmemente parpadeando un par de veces.

– Sabía que las encontraría aquí, ah... se cómo entrar al palacio.

– ¿De verdad?. Dijeron ambas al mismo tiempo.

– Bueno... he estado recorriendo los alrededores y cada diez minutos queda algún espacio sin vigilar por un buen rato, podría entrar por el jardín que está cerca del salón.

– Ignam, ¡Eres grandioso!.

Exclamó Niniel muy alegremente poniéndose un poco emocional, Peggy toma la mano de ambos y las junta mientras los va empujando hacia la salida.

– Eso es genial, ahora vayanse antes de que lleguen mis padres.

Ambos asintieron y salieron con prisa hacia el lugar de donde vino Ignam, correr con un vestido como hacia que Niniel no pudiera correr muy bien pero no de detenía, toda su concentración estaba en aquellos altos muros que la separaban del palacio.

– ¿Tienes tacones?.

Menciono Ignam revisando que en los alrededores no hubiera alguien.

– No.

– ¿Que?, ¿estás descalza?.

– Si.

– ¿Estás loca? ¿y si alguien lo nota?.

– Apenas conseguí un vestido, ¿de dónde iba a sacar unos tacones?.

– Olvídalo, prepárate para saltar.

Ignam juntó sus manos y Niniel salta sobre ellas consiguiendo impulsarse hasta la cima quedando sentada sobre el, desde ese ángulo se podía notar que el interior del vestido no era más que capas de retazos de telas diferentes camufladas por la capa principal.

– Peggy, eres realmente increíble.

Murmuró Ignam admirando el vestido, Niniel pensó igual cuando lo noto.

– ¿Como haré para salir?.

– Hazlo por el portón principal cuando hagan cambio de turno.

– Si se podía entrar por el portón, ¿porque estoy pasando por aqui?.

– Sigue llegando personas así que está muy cuidado, cuando todos estén dentro podrás salir por el sin problemas, ahora vete, alguien viene.

Ignam corre de vuelta al callejón más cercano para esconderse. Niniel se dejó caer hacia el otro lado del muro aterrizando de rodillas sobre el suelo con dificultad, no se lastimo y se levantó rápido acercándose al salón buscando que nadie la hubiera visto pero cuando estuvo a pocos metros del lugar sintió como si todo su cuerpo perdiera el equilibrio bajo un fuerte mareo que la dejo helada, luchando por poder respirar.

– "¿Que es esto?. Pensó inmóvil mientras luchaba con la desorientación y su falta de aire.

Un guardia que venía del interior se percató que estaba extraña y fue preocupado a ayudarla a ella.

– Disculpa señorita, ¿se encuentra bien?.

Niniel fija su mirada en el intentando actuar con normalidad asustada de que la descubran.

– Si, estoy bien.

Murmuró con suavidad pero para el era obvio que no se encontraba nada bien.

– No parece tener buena cara señorita, déjeme llamar un médico para usted.

– No, enserio estoy bien, solo necesito un poco de aire fresco y después volveré adentro.

Niniel intenta dar unos pasos hacia el salón pero casi cae al suelo haciendo reaccionar rápido al guardia con tomarla entre sus brazos.

– Cuidado, ¡enserio necesita ayuda!.

– ¡No!.

– ¿Porque no?.

Ella agachó la cabeza pensando en que hacer con el.

– Me... dan miedo los doctores, se que si me relajo un poco estaré bien.

El guardia podía sentir que eso era una mentira pero no lo ignoro no queriendo presionarla más, la llevo al interior del salón y bajo sobre un sillón que estaba apartado de la multitud.

– Permítame quedarme a su lado hasta que se encuentre mejor, por favor, mi trabajo es velar por su completa seguridad.

Niniel se queda viendo un rato a ese gran hombre, sus brazos se sintieron sumamente fuertes cuando la cargo, le llamaba la atención la diferencia de contexturas entre ambos, haciéndola parecer pequeña.

– Gigante.

Murmuró distraída y luego se sonrojo por completo al darse cuenta de lo que acaba de decir pero el solo le sonrió amplio ante su comentario.

Niniel se giró rápido para observar a las personas que bailaban felizmente en medio del salón.

No se había percatado de lo sumamente inmenso que era, los detalles en mármol y plata eran impresionantes para ella combinado con los invitados cubiertos de extravagantes vestidos y joyas que la cegaban con su brillo ante la luz, realmente era un lugar mágico para alguien tan sencilla como ella, la expresión en sus ojos tan inocente y cautivadora hacían sonreír al guardia que no había parado de admirarla desde que se giró.

– Hermoso, ¿verdad?, he estado en muchas bailes y siempre me quedo asombrado con ellos.

– Si, es tan lindo.

– ¿Conoces a alguien de aquí?.

– ¿No y tú?.

– Varios, pero más al anfitrión.

Ella rie sintiéndose tonta por haber preguntado eso.

– Claro, eso era obvio.

– ¿Es tu primera vez en un baile?.

– Si, estaba inmensamente feliz por venir, quisiera admirar cada rincón que tiene este increíble palacio.

– Pero no se puede recorrer las instalaciones, algunas áreas están restringidas para los invitados.

– Ya me lo imaginaba.

– Almenos no sola.

Dice provocador cerca de su oído, ella lo mira algo sonrojada interesada en sus palabras.

– ¿Que quieres decir?.

– Si te sientes mejor, te puedo escoltar por todos los lugares que se nos sean posibles acceder.

Niniel sonrió amplia y cálidamente ante su propuesta.

– Eso me encantaría.

Sin dudarlo, ella se levantó pero se seguia sintiendo extraña. El la ayuda dejando que se apoyara de su brazo comenzando a escoltarla por los largos e imponentes pasillos del palacio.

Caminaban en guardando un poco de silencio pero no era molesto para ellos, disfrutaban la compañía del otro y en algún punto a él le dió curiosidad.

– ¿Puede decirme su nombre, madam?.

– Yo... soy... Miel.

– Dulce.

El responde al instante haciéndola reír avergonzada.

– ¿y tú?, no sabía que los guardias pudieran ser tan familiares con las personas del exterior.

– Mi nombre es Luck y si estamos en servicio no lo hacemos pero del resto podemos interactuar, por ahora no tengo nada que hacer más que supervisar a mis soldados y disfrutar de la fiesta.

– Eso es muy interesante señor suerte, es un buen nombre para ti.

El también se sintió avergonzado por su comentario y continuaron vagando por los pasillos hablando de cosas triviales y al azar.

Muchos minutos pasaron inmersos entre los dos, Niniel se había olvidado de su malestar pero la interrupción de una sirvienta le hizo recordar su propósito del porque estaba ahí.

– Coronel Lutrein, el señor Sergei está pidiendo que todos estén en el salón para recibir a su majestad la reina.

– ¿La reina?.

Eso la sorprendió pasando a ver a Luck.

– Dile que voy enseguida.

Ella asiente y se aleja rápido perdiéndose por el pasillo. Luck comienza a caminar de vuelto al salon con Niniel.

– Creí que ella estaba en cama sin poder moverse.

– No puede pero se hicieron varios preparativos para que pudiera salir unos minutos de su habitación a presentarse en el baile.

Cuando llegan de vuelta al salón, ambos se separan tomando distintos caminos perdiéndose de la vista del otro.

– Así que coronel.

Murmuró Niniel quedando inmóvil en el centro del salón junto a todos los demás, la tensión subía a cada segundo, los invitados estaban muy expectantes haciéndola sentir mal otra vez, las cortinas del balcón del primer piso se abrieron empezando a hacer que todos aplaudieran al mismo tiempo con entusiasmo.

– ¡Todos reciban con gran respeto a nuestra amada reina, Sophia Beristain de Azalea!.

Anuncio con una fuerte voz un guardia mientras otros dos sentaban a la frágil mujer en su trono. Ella levantó su mano en un saludo que todos respondieron con una reverencia, reverencia que Niniel no sabía que se tenía que hacer por lo que trato de reaccionar rápido en hacerlo para que nadie se diera cuenta pero la reina Sophia, si lo noto. Su mirada se quedó clavada en la pequeña Niniel que había comenzado a moverse para salir de ahí.

Sophia le hace señas a un guardia para que se acerque y ella le susurra pacientemente en el oído.

La entrada del jardín parecía estar siendo cerrada pero aún así Niniel se acercó tratando de lucir natural.

– Disculpe señorita, no puede pasar.

– Solo quiero un poco de aire fresco.

– Perdone, acaban de dar la orden de no dejar salir a nadie.

Niniel hizo como si fuera a volver al centro del salón y en el momento en que el guardia se despistó, no dudo en correr con todas sus fuerzas hasta lograr salir al jardín.

– ¡Oiga!.

Grito el guardia sin poder hacer nada alertando a los demás y a los invitados en el salón. Casi de inmediatamente se escuchó la profunda voz de la reina provenir del balcón con mucha ansiedad impactando a todos.

– ¡Detenganla!.

Los guardias no dudaron en correr tras de ella, las personas se asustaron por la exaltación de la reina que hasta se había levantado de su silla asustando también al príncipe que creyó que se iba a caer.

– Mamá tranquila, los guardias atraparán a la chica y se encargarán de ella por su cuenta, tu no tienes de que preocuparte.

– Esa es mi preocupación, no quiero que ellos le hagan daño, díganle a Lutrein que valle por ella.

– ¿Que?.

Bastian veía a su madre sin poder entender que tenía en la cabeza, sus acciones cada vez le parecían demasiado, ahora intenta velar por una chica que allanó el palacio y que ahora corre por su vida rodeada de guardias en el jardín.

Lo siento

Niniel estaba muy alteraba mientras intentaba correr de prisa cargando con la pesada falda de su vestido que le dificultaba mover esquivando los guardias tanto como le fuera posible.

– ¡Detente ahora!.

– ¡Cierren el portón!

Gritan los guardias poniendo en alerta a los que estaban protegiendo la entrada justo en el proceso de intercambio de horario pero aún así Niniel logro pasar mientras estaban distraídos hasta que a pocos metros de haber cruzado el portón, uno de los guardias había logrado reaccionar en tomar la tela trasera del vestido y después sujetar su cintura tumbando todo su cuerpo sobre sus hombros. Los ojos de Niniel se cristalizaron instantáneamente al borde de las lágrimas forcejeando sin parar del miedo.

– ¡Niniel!.

Grito Ignam en ese mismo instante corriendo hacia ella para tomar sus manos impidiendo que se la lleven pero el guardia era muy fuerte como para soltarla y los demás ya habían llegado hacia ellos, sujetando a Ignam entre varios para amarrar sus brazos con una cuerda.

– ¡Ignam, no!, ¡Déjenlo ir, suelten!.

Ella gritaba y pataleaba con desesperación al ver que tambien lo habían capturado pero el guardia que la sostenía era muy firme.

– Están detenidos por conspiración contra la familia real.

– ¡Déjenlo ir, el no tiene nada que ver en esto!, ¡todo lo hice yo sola, tienen que liberarlo!.

– Acaba de intentar ayudarla a huir, eso es complicidad señorita.

– Niniel, está bien, todo estará bien....

Murmura Ignam en un tono suave queriendo tranquilizarla mientras se los llevan pero eso solo la hace querer llorar aún más.

Los guardias se dirigen a una extraña puerta a un costado del palacio y entran por el caminando al interior de uno húmedo, helado y poco luminoso calabozo.

– ¿Ignam, porque?, no debiste venir por mi, esta tonta idea fue mía, debiste permanecer lejos.

Le hablo entre sollozos completamente aterrada por el lugar a donde los están llevando, que todo estuviera apenas iluminado con antorchas extrañas y rodeado de jaulas con un terrible aspecto le estaban dando una terrible idea de que les va a ocurrir.

– No podía simplemente dejarte sola... Jamás podría hacerlo.

– ¡Ya cállense!.

El guardia que sostenía a Niniel de repente la tiró con fuerza al suelo provocando que la piel de sus brazos saliera lastimada con pequeñas raspaduras ligeramente profundas.

– ¡No la lastimes, mal nacido!.

Esto molesto enseguida a Ignam intentando forcejear para atacarlos pero el segundo guardia encargado de sujetarlo, golpeó la parte trasera de sus rodillas obligando que cayera al suelo sobre ellas con dolor.

– Odio tanto cuando son tan ruidosos y sentimentales.

– ¿¡Como pueden tratar a una chica así!?.

Siguió gritando Ignam pero rápidamente el segundo guardia le da un puñetazo en la cara, partiendo su labio y haciendo que escupa algo de sangre para silenciarlo.

– ¡Dije que guardaran silencio!, ustedes no tienen ningún tipo de derecho aquí.

El tercer guardia, encargado de guiar a los otros dos hacia la celda, les da una fría mirada escasa de piedad ante una pequeña idea.

– igual ya sabemos cual será el veredicto así que ¿porque no mejor terminemos con ellos rápido y volvemos arriba?.

Ellos sonríen y el segundo guardia toma el cabello de Ignam tirándole hacia atrás para que muestre completamente el cuello. Niniel se intenta acercar a el cuando escucha eso en un intento desesperado de protegerlo.

– ¡Esperen!, ¿¡Que le van a hacer!?, ¡mejor tomen a mi y déjenlo ir!.

El primer guardia posa su pie sobre ella manteniendo su cuerpo contra el suelo y toma también su cabello para que no pueda apartar su vista de Ignam.

El tercer guardia se coloca en frente de Ignam desenfundando su espada y posa la punta de el suavemente sobre su cuello, observando expresión llena de irá que tiene Ignam ante el.

– Tienes agallas niño, tranquilo, la chica será la siguiente para que se puedan ir junto en paz.

– ¡No, no, no, suéltalo, ayuda!.

Niniel grita desesperadamente raspando su garganta mientras aquel guardia levanta la espada listo para cortar pero en el momento en que baja su mano, otro hombre había llegado pasando el filo de su espalda por el brazo del guardia que ahora se encontraba en el suelo justo frente a Niniel, estando Ignam a salvó y salpicando de aquel cálido liquido carmesí cualquiera que estudiara cerca, inundando también de un fuerte alarido de dolor el lugar.

El guardia, ahora sin mano, retrocedió hasta pegarse a la pared sosteniendo su brazo mientras los otros dos miraban al otro hombre aterrorizados y en silencio.

– ¿Quien les ha dado la orden de ejecutar a las personas que se supone deberían protejer?, ¿tendré que hacer una purga entre mis subordinados?.

Niniel no podía ver bien por el shock y las lágrimas que cubrían sus ojos pero reconoció aquella fuerte y furiosa voz.

– ¿Luck?.

Pronunció levantando su rostro hacia el y Luck también la observo fijamente a los ojos con horror, sus inocentes ojos ahora rodeados de lágrimas y pequeñas gotas de sangre lo hicieron temblar con profundos sentimientos de culpa.

– No señor, nosotros solo cumplíamos con la ley.

Hablo rápido el primero guardia mientras soltaba a Ignam intentando excusarse pero eso solo enfureció más a Luck, dándole una terrible mirada.

– La ley dicta que hay que encerrarlos hasta que sea la reina la que de el veredicto, no tratarlos como algo menor a un animal y ejecutarlos de esta.... El se tranca un momento y luego respira hondo intentando mantener sus emociones en orden. – De esta manera tan... inhumana y lamentable... ¡Largo!, lleven a su compañero a la enfermería y esperen en la central noticias sobre su futuro.

– ¡Si, señor!.

Dicen ambos guardias tomando al tercero junto a su mano y huyen de ahí. Luck se acerca a ellos y corta con una daga la cuerda que ata a Ignam y el no duda en abalanzarse contra Niniel, abrazando con fuerza su tembloroso cuerpo. Ella permanecía inmóvil del shock pero apenas sintió su cálido cuerpo, se desmoronó por completo aferrándose a el con mucha fuerza entre lágrimas.

– ¡Lo siento, lo siento tanto, perdóname Ignam, perdón!.

Balbucea entre sollozos mientras el la acomoda como una pequeña bolita contra su pecho acariciando con cuidado su cabello.

– Tranquila, no tienes la culpa de nada, conocíamos muy bien las consecuencias, lo importante es que estamos bien.

Susurra suavemente soportando sus propias emociones por querer calmarla, esa deplorable vista haciendo sentir a Luck con más culpa en silencio, deseando haber llegado un poco antes.

– Gracias.

Dice Ignam sin ver directamente a Luck, sintiendo como Niniel se iba calmando poco a poco.

– Siento mucho todo esto, Miel, lo siento mucho por ambos.

Hablo en un tono bajo agachando la cabeza despertando curiosidad a Ignam por lo que acaba de decir.

– ¿Miel?.

Un poco más calmada, Niniel alza la mirada hacia el y dice en un tono bajo doliendo su garganta.

– Lo siento Luck... mi verdadero nombre es Niniel, no sabía que podía confiar en ti antes así que me ti.

– Tranquila, sabía que mentias pero no dije nada porque sabía que tenías algún motivo especial y que eras una buena persona.

– Eso suena un poco imprudente.

– Lo es y momentos así me alegra haberlo sido.

Luck esbozó una pequeña sonrisa y se arrodilla a un lado de Niniel extendiendo su mano para ella.

– "Niniel", también es un muy bello nombre.

Ella sonríe un poco tomando su mano y se levanta sintiendose mejor pero no para de temblar afectada por lo que acababa de ver, Ignam también se levanta sintiendose un poco incómodo por Luck.

– Muchas gracias señor Luck.

Luck le entrega a Niniel una pequeña toalla de mano que saca de un bolsillo de su saco y lo coloca entre sus manos observando a ambos con seriedad.

– Esto no sonara muy bien pero necesito que me sigan al interior del palacio, la reina quiere verte, Niniel.

– ¿Yo?, ¿porque yo?.

Ella se asusta abrazando el brazo de Ignam, eso tampoco le agrado mucho a el.

– Ella no tiene nada que ver con nosotros, preferimos irnos ahora.

– Lo siento pero esas son mis órdenes y espero que comprendan que debo cumplirlas sin excepción, necesito que me sigan por las buenas a ver a la reina.

– ¡No me jodan!, Nada bueno puede venir de ustedes, ¿ahora quieren que Niniel valla como si-

Antes de que Ignam pudiera terminar, Niniel lo interrumpió.

– ¡Iré!... Iremos.

– ¡No! ¿y si quiere hacernos algo peor que esos guardias?.

– La reina está tan demacrada que parece que hasta su propia ropa la va a romper.

– No me refería directamente ella, Niniel, sus sirvientes, sus guardias, puede ordenar que nos hagan daño.

– La reina fue la que me mandó a asegurarme de que estuvieran a salvó, sabía que esto podría pasar porque desde que enfermo las cosas en el reino han estado muy inestables, no tenemos rey, la reina no está en condiciones y el príncipe no está muy bien encaminado sobre como ser un rey, las cosas están difíciles, no les digo que no desconfíen pero por favor denle la oportunidad a su majestad de hablar.

Ignam abre la boca para negarse pero Niniel se la tapa rápido reafirmando su posición.

– Iremos.

– Gracias, por favor, síganme.

Ignam le dió una mala mirada a Niniel y ella sigue a Luck con la vista clavada al suelo, se sentía muy asustada pero curiosa de lo que tuvieran que decir, caminaron un rato entre los pasillos hasta llegar a otra puerta, distinta a la que entraron antes y que los dejo directamente en el interior del palacio.

Apenas salieron, fueron cegados por las luces por un momento y cuando Luck se acostumbro, pudo notar la toalla entre las manos de Niniel manchado de sangre junto a las heridas de sus brazos.

– ¿¡Que te hicieron!?.

Esa reacción la exaltó un poco y luego le sonrió escondiendo sus brazos.

– No es nada.

– Si es algo, apenas los dejé con la reina iré a buscarte un médico.

– Enserio, estoy bien.

Ignam palmea su hombro estando parte de Luck.

– También prefiero que te atiendan, fueron muy bruscos contigo.

Ella asintió avergonzada y siguieron caminando hasta llegar a la puerta de una recamara cerca del salón, una vez que Luck abrió la puerta se encontraron cara a cara con ella haciéndolos sentir extraños.

– Su majestad, aquí le he traído la chica que me pidió, portando un vestido marrón como su cabello.

Los ojos de la reina se posaron rápidamente sobre Niniel volviendo a sentir aquel golpe de emociones que la habían abrumado cuando entro al palacio pero ahora era un sentimiento más de calidez que de un terrible malestar.

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