^^^♥︎ [ Muñeca ]^^^
—Así que has logrado venderla, eso me sorprende, aunque es hermosa nadie compraría a una esclava de su edad.—La mujer habló con asombro en su voz mientras veía mi cara a través de los barrotes.
Ella era alguien robusta y utilizaba un maquillaje demasiado espeso, como si con eso logrará ocultar las evidentes arrugas de su rostro. Su perfume era de un aroma intenso, muy molesto, su olor me daba náuseas.
—¿De qué hablas, mujer?—Exclamó el hombre con orgullo en su voz.—Esta muñeca es un tesoro, ninguna esclava es virgen con 19 años, y no sólo es virgen si no que también es hermosa la muy bastarda.
Aquel hombre cuidó de mi los últimos 3 años, gracias a él, al menos tuve un techo en dónde poder protegerme de la fría lluvia, pero eso no significa que me haya dado una buena vida.
Supongo que al ser una simple esclava, no se me tiene permitido soñar por algo mejor y es que ya no me importa, quién sea que me haya comprado, dónde sea que vaya ahora, nada de eso me importa ya, solo esperaré al día de mí muerte y le pediré a los cielos el por renacer en un mejor lugar.
Ya no siento nada, no voy ha llorar por haber tenido una vida difícil, no voy ha llorar por el maltrato que recibo diariamente, simplemente no voy a llorar y como no puedo demostrar mi tristeza, tampoco podré demostrar mi felicidad por si algún día logró encontrarla.
Hay veces que me pregunto, ¿cómo alguien sin deseos de vivir sigue viviendo?, no estoy esperando un rayo de luz que me salvé, eso seria como creer que los cuentos de hadas si existen, ni siquiera estoy deseando ser salvada, no quiero desear algo que nunca ocurrirá. ¿Entonces por qué aún estoy aquí?, ¿no sería todo más fácil si simplemente terminó con mi vida?, no creo que algo mejore en un futuro y no le temo a la muerte, pero por alguna razón, simplemente quiero morir y decir que no me rendí.
Es algo tonto si lo veo de ese modo, no quiero suicidarme porque eso seria escapar de mi destino y aún así no hago nada al respecto por cambiar algo en mi vida, ¿no es lo mismo ha que rendirse?, me estoy rindiendo ante mi destino y me niego ha rendirme ante esta vida, no lo entiendo, pero no importa, no quiero entenderlo y no busco la comprensión de alguien más.
Estoy sola, viviré y moriré como lo quiera este mundo, si hay algún Dios que me vea en este momento, entonces solo me queda darle las gracias por permitirme vivir, cualquier otro probablemente se hubiera quejado del porque de sus sufrimientos, pero yo no haré eso, fui yo quién decidió rendirse y no hacer nada por buscar una vida mejor. Solo soy yo quién no desea hacer algo al respecto.
Por primera vez en la vida he recibido un baño decente, el agua estaba limpia y era cálida. Las manos de las sirvientas al limpiar mi espalda eran suaves y gentiles. Algo en mi pecho comenzó a dolor de repente.
¿Qué tipo de sentimiento es este?, hay un nudo en mi garganta y no es agradable, bueno, nada ha sido agradable en mi vida, ¿qué es algo agradable?, ni siquiera entiendo lo que está bien o lo que está mal, no hay orden en mis sentimientos, simplemente los acepto, sea doloroso o no, ¿qué más podría hacer?, para tener una vida más fácil, simplemente tengo que dejar de preocuparme y ver que tiene que darme este mundo.
Callada, quieta y obediente..
Como una muñeca.
—Ya terminamos de bañarla, ahora tenemos que colocarle el vestido y el collar que su Majestad nos entregó esta mañana.—Una de las sirvientas habló, parecía algo preocupada o eso creo.
Por algún motivo hoy tuve una atención especial, me sacaron del calabozo para bañarme con agua tibia y con mucho cuidado ahora me estaban vistiendo con vestido negro, la tela era suave y se ajustaba ha mi cuerpo perfectamente, como si hubiera sido echo a la medida.
Era mi primera vez vistiendo algo tan hermoso, me sentía fuera de lugar.
—Hay que hacerle un sutil maquillaje para resaltar sus labios.—Una sirvienta dijo.
—No, mejor hay que hacerle algo para que destaquen sus ojos.—Contestó otra sirvienta.
—La chica ya es hermosa, solo hagamos que su maquillaje se vea natural.—Decidió la tercera sirvienta que también se encontraba en el cuarto.
No lo entiendo, no lograba entender la situación, he sido vendida, lo sé, ¿pero quién habría de pagar por mí?, me gustaría preguntar, pero no debo hacerlo.
No me corresponde ser yo quien haga las preguntas, solo soy una esclava y solo eso seré.
Una vez que estuve lista, las sirvientas me llevaron hacia la puerta principal de la casa, fue ahí cuando vi a un hombre alto de cabellera rubia y ojos rojos.
Lo supe de inmediato, él era un noble, probablemente de una buena casa, solo pude decir en mi mente; así que este hombre es mi nuevo dueño. No había nada más que decir, no podía hacer nada así que importaba muy poco quién hubiera sido mi comprador.
—¿Cómo se llama?.—Le pregunto al tipo que cuidó de mí estos 3 años.
—No tiene nombre, su Majestad, es una esclava que nunca ha sido nombrada ni tocada por nadie.
Su Majestad, ¿eso escuché?, ¿acaso fui vendida al monstruo del imperio?, no puedo hacer nada, pero ser vendida al hombre más peligroso es un claro mensaje del universo para mí. No hay escapatoria, no hay salvación, aún cuando no tenia expectativas, el destino logró de alguna manera demostrarme que la vida sólo me traerá infelicidad.
Debí disfrutar de mi tiempo en ese húmedo y frío calabozo, probablemente ese lugar será por lejos el lugar más cómodo en el que haya estado.
—Así que no tiene un nombre.—Dijo mientras mantenía sus ojos fijos en mí.—Candela, ¿ese nombre está bien para tí?
¿Me está preguntando a mí?
—No seas grosera con su Majestad y respóndele.—Dijo con cierto tono de autoridad en su voz, Luan, aquel que me vendió y mantuvo encerrada por 3 años en un calabozo.
Estaba a un segundo de responder, pero me mantuve callada cuando él hombre a quién llamaban su Majestad le dio una mirada fría a Laun. Lo vi en sus ojos, una sola palabra más por parte de Laun y ese hombre acabaría con su vida.
No por nada le dicen el monstruo del imperio, pues él Emperador él único sobreviviente de la masacre ante la traición de la corona y él con sus propias manos asesino a cada uno de los traidores, mostrando así, el poder de la sangre real.
—¿Puedes hablar o debo enseñarte ha hacerlo?. —Una vez más, fijo sus ojos rojos en los míos.
—Puedo hablar.—Respondí.
—Ahora veo que si, entonces, ¿Candela es un buen nombre para ti o prefieres otro?
—¿Qué significa.. el nombre?
Siempre me han llamado de distintas maneras, pero nunca por un verdadero nombre, al menos me gustaría saber que significado tiene el primer nombre que recibiré.
—Candela significa vela, eres la mujer que iluminará mi imperio, no necesito a una esclava ni a una muñeca, te necesito como mi compañera.
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^^^♥︎ [ Candela ]^^^
—Candela significa vela, eres la mujer que iluminará mi imperio, no necesito a una esclava ni a una muñeca, te necesito como mi compañera.
Eso dijo su Majestad, quien al igual que yo poseía unos ojos rojos como la sangre, pero su cabello era brillante como el Sol y el mío era oscuro como el carbón. No tiene sentido pensarlo demasiado, simplemente haré lo que este hombre desee.
Sea esclava, una muñeca o compañera, nada de eso importa realmente, porque de todos modos no podré escapar de esta realidad.
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Era la primera vez que subía ha un carruaje real, más bien, era la primera vez que subía ha un carruaje. Imaginé que podrían haberme echo caminar fuera junto a los demás sirvientes, pero aunque intente ver todo lo que podía, en ningún momento vi ha alguien sin su caballo.
Habían 12 caballos para 12 caballeros con armadura, habían otros 4 caballos que se encargaban de llevar el carruaje y él hombre que se encargaba de controlarlos, creo que solo vi un sirviente entre ellos y aún así, aquel sirviente no estaba caminando el largo recorrido hacia el palacio imperial, no, él estaba detrás del carruaje junto con algunas maletas.
Era la primera vez en mis 19 años que no estaba viendo la desgracia ajena, pero aún era es muy temprano para sorprenderme, tal vez su Majestad torturaba a sus esclavos alejados de los ojos ajenos.
—Te ves pensativa.—Su Majestad rompió el silencio entre nosotros y se mantuvo viendo mis ojos por un largo rato, tal vez deseaba que le respondiera, pero no estaba acostumbrada ha entablar un diálogo con otro ser humano.
Pasé mi vida con más ratas y cucarachas que humanos, así que no tengo ni idea de como mantener una conversación apropiada con el Sol del imperio.
—Deberías saber el nombre de tu Emperador, pero sé que has estado cautivada la mayor parte de tu vida, supongo que no debería esperar mucho de ti.—Su Majestad nuevamente habló y mantuvo la mirada en mis ojos.—Me llamo Ekain.
Ekain, tal vez este hombre me muestre el verdadero infierno cuando llegue al palacio imperial, pero no tengo miedo, dejé de tener miedo hace mucho tiempo y cualquier otro sentimiento es ajeno a mí.
Más que una compañera, hubiera preferido que me tratará como una muñeca sin vida que puede utilizar en cualquier momento. No importa mucho, pero no quiero creer en un futuro más brillante que la oscuridad del calabozo de aquel hombre que me vendió al monstruo del imperio.
Creo que últimamente he estado teniendo problemas con mis propios pensamientos, hay que veces que me contradigo entre lo que pienso y en lo que siento, no lo entiendo, en realidad no lo entiendo.
Todo sería más fácil si alguien me dijera que es este dolor en el pecho, si alguien me enseñará ha conocer estos dolores que no me permiten dormir, probablemente no estaría tan confundida. Aunque, nada cambiará aún si entendiera mis propios sentimientos, ¿pero acaso los tengo?, creo recordar que hubo un tiempo en el cual lloré cuando una mujer de avanzada edad me dio un pan tan duro como los huesos que comía de las aves ya muertas. ¿En ese tiempo por que habré derramado esas lágrimas?, no lo recuerdo bien, pero si recuerdo que eran saladas, tan saladas como el agua del mar que una vez bebí por ser tan joven e ignorante.
En ese tiempo no sabía de las consecuencias de haber bebido del agua del mar, aunque ahora creo estar bien y ahora entiendo que no debo beber ni comer cualquier cosa en mal estado o eso podría afectar a mi salud.
Me dije que iba a vivir, voy a vivir tanto como el destino lo desee y cuando sea hora de irme, me iré con una sonrisa, porque sabré que solo en ese momento dejaré todos los dolores de mi cuerpo atrás.
No sé cual es la verdadera felicidad, pero quiero creer que seré feliz cuando este dando mis últimos suspiros en este mundo, para luego simplemente desaparecer o quien sabe, también podría reencarnar en una nueva persona quien si posea unos sentimientos que pueda comprender.
—Candela, ya estamos llegando.—Ekain me trajo devuelta a la realidad y abandoné esos pensamientos para encontrarme con esos ojos rojos, tan rojos como la sangre, tan rojos como el odio que creo conocer.
Ese color de ojos no es común, pero por algun motivo me resulta tan familiar y no hablo de mis ojos, su rojo es mucho más intenso y fuerte que el rojo de mis ojos. Todo en este hombre es mucho más intenso cuando lo intento comparar con alguien más.
—Su Majestad, ¿podría hacerle una pregunta?.—No soy una mujer curiosa y tampoco me importa si responde a mi pregunta o no, pero de todos modos quisiera saberlo, no me ayudará con nada, pero quisiera comprender mi significado aquí.
—Puedes preguntar lo que desees, Candela.
—¿Por qué yo?.—Nadie compraría ha una esclava de 19 años que está en tal mal estado.
He escuchado que soy hermosa, pero estoy prácticamente en los huesos, he escuchado que mi cabello es la envidia de muchas jóvenes, pero puedo contar con una mano las veces que ha sido lavado, el mundo es extraño o tal vez sea yo quién sea la extraña, de todos modos, puedo ver que muchos envidian lo que para otros podría ser una desgracia.
—No entiendo tú pregunta, tienes que ser más clara o no podré responder a lo que deseas.—Su Majestad me dedico una sonrisa de boca cerrada, aquello me sorprendió.
Estoy segura de que a esto se le llama sorpresa, no me esperaba recibir una sonrisa de nadie, al menos no en esta vida. ¿Cómo puede sonreír tan fácilmente?, no lo entiendo, pero si es tan fácil dar una sonrisa, ¿entonces por que no recuerdo haber echo una en estos 19 años de vida?, tal vez sea que no soy normal, soy una extraña o bien podría ser una muñeca en realidad que fue poseída por el alma de una joven que no logra entender los sentimientos ajenos ni mucho menos logra entender sus propias emociones.
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^^^♥︎ [ Candela ]^^^
Al final no logré obtener una respuesta a mi pregunta, estoy segura de que su Majestad sabía a que me refería cuando le pregunté: ¿por qué yo?, pero por alguna razón decidió fingir que no había entendido mi pregunta y si decidió eso, entonces ya no habían motivos para preguntar nuevamente.
El viaje fue más cómodo de lo que podría imaginar, este carruaje era tan cálido que por un momento desee quedarme aquí de por vida, supongo que es tonto desea algo imposible, debería dejar de pensar en cosas innecesarias.
—Hemos llegado al palacio, su Majestad.—Él cochero abrió la puerta del carruaje e hizo una revencia cuando Ekain bajo de este.
Desde mi perspectiva, podría decir que acabo de llegar al cielo, pues, el lugar era hermoso, tan hermoso que con solo haberlo visto ya podría morir pensando que he logrado conocer uno de los lugares más hermosos que podrían haber en este mundo.
Las flores que rodeaban el camino hacia el palacio tenían distintos tipos de colores, habían más colores de los que podría reconocer y es que nunca en mi vida había visto algo tan extraordinario, puede ser que haya llegado al infierno, pero por fuera de este, sin duda alguna era algo celestial y mágico.
—¿Qué esperas para bajar, Candela?.—Su Majestad estaba esperando fuera del carruaje y tendía su mano hacia mí, ¿por qué haría eso?, no creo que sea su intención ayudarme ha bajar, no soy digna de ser tocada por alguien tan importante como lo es el Sol del imperio.—Toma mi mano de una vez, niña, no me hagas esperar por tí.
Y con eso, he descubierto que si tenía que tomar su mano para bajar del carruaje, que falta tan grave, la próxima vez debería intentar comprender ha este hombre o pondré mi vida en riesgo.
Sostuve su mano como lo ordenó y por un momento mientras bajaba del carruaje pude notar la calidez de otro humano. Siempre estuve encerrada en lugares fríos y húmedos, no recuerdo haber recibido la calidez de nadie, de nadie hasta ahora, y ya sea porque estábamos bajo el intenso Sol o por cualquier cosa, la mano de este hombre era cálida, un calor que no quemaba pero que si me hacía sentir algo extraño en el pecho.
Me pregunto que tipo de sentimiento es este, aunque eso no importará cuando sea encarcelada o torturada por este monstruo que tiene fama de ser un verdadero demonio sin piedad.
—Te voy a presentar al mayordomo del palacio, él te llevará a tu habitación y te entregará unos cuantos vestidos, aunque no creo que sean de tu talla.—Ekain me ve de pies a cabeza.—Necesitas alimentarte, de ahora en adelante pide lo que gustes y Damon debería traerlo para tí.
—¿Damon?.—Pregunté.
—Ese soy yo, señorita...—Un hombre joven, alto, pero no tanto como Ekain se acercó a nosotros.—Disculpe, ¿su nombre es..?
—Candela.—Respondí.
—Señorita Candela, un gusto en conocerla.—Hizo una revencia y volvió a posar sus ojos verdes en mi.—Yo soy Damon, el mayordomo de este palacio y me encargo en su mayoría de casi todos los pendientes de este lugar, le daría una sirvienta para ayudarla en su día a día, pero creo que sería demasiado apresurado para usted, he sabido que no ha vivido en las mejores condiciones y que no está acostumbrada a la presencia de extraños.
Damon parecía tener mi edad, pero posiblemente sea un poco más mayor. Su manera de hablar no mostraba ninguna amenaza hacia mí, estoy algo confundida.
¿Por qué intentarían ser amables conmigo cuando me piensan utilizar de alguna manera?, sería más fácil si mostrarán su verdadero rostro antes que me de una idea equivocada de este lugar.
Nunca he tenido fe en que podría tener una mejor vida y no quiero tener fe ahora, bien he sabido que el peor dolor de todos es la decepción que podrías llevarte de algo que solo tú pensabas que podría ser diferente.
Me mantuve callada en todo momento, de todos modos no tenía mucho que decir.
—Asegúrate de darle de comer, la chica está en los huesos y llévala a la habitación contigua de la mía.—Ekain le habló ha Damon.—Quiero mantenerla lo más cerca posible para que no vuelva a desaparecer.
¿Desaparecer?, su Majestad dijo eso como si ya hubiera escapado de su lado o tal vez simplemente lo entendí mal, no lo entiendo, pero hay muchas cosas que no entiendo, así que no me importa no entender otro cosa más.
—Como lo ordené, su Majestad.—Contestó Damon.
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La habitación era enorme, tan enorme que podría pasar una vida aquí sin sentirme ahogada, todo era hermoso, había una cama, tenia grandes ventanas y cortinas en ellas, incluso tenía su propio baño privado e incluso el baño era más grande que aquel calabozo en el cuál estuve tres años encerrada.
—¿Está es mi habitación?.—No pude evitar preguntar con asombro, esto ni siquiera podría haberlo imaginado en mis mejores sueños, debía haber una trampa en todo esto.
—Esta es la habitación que su Majestad eligió para usted, si le gustaría cambiar algo solo tiene que decírmelo, señorita.—Damon me sonríe.
—¿Y el calabozo?.—Pregunté.
—¿Qué calabozo?.
—¿No me voy a quedar en algún calabozo húmedo con ratas en el y algún que otro cuerpo sin vida?.—Pregunté asombrada.
—¡No!, por Dios, mi señorita, usted no irá ha ese horrible lugar.—Damon parecía sorprendido, bastante sorprendido ante mi pregunta.
—Pero si tienen un calabozo, ¿no?.—Algo me decía que podría preguntarle todo lo que quisiera a este hombre y que sin importar que, él nunca me llevaría con los perros para ser mordida o algo por el estilo.
—Bueno.. si tenemos un calabozo, pero no es un lugar para una dama como usted.—Respondió con algo de preocupación en su mirada.—Me imagino que habrá sufrido mucho en estos últimos años.
Damon tenía una apariencia relajante, su cabello era negro como el mío, pero sus ojos eran de un verde muy hermoso, no era tan alto como Ekain, pero era mucho más alto que yo.
—Señorita Candela, el palacio imperial puede tener sus secretos y no somos personas buenas, pero usted estará a salvo aquí.—Damon se arrodilla ante mí y sostiene mi mano derecha gentilmente con sus frías manos.—Le juro en nombre de mi familia que daré mi vida por protegerla, ya fue suficiente el haberla perdido una vez, así que por favor, intente borrar esos malos recuerdos y sea feliz aquí en su nuevo hogar.
No lo entiendo, no sé de que habla este hombre y no quiero entenderlo tampoco, no quiero creer en sus palabras y aún cuando no deseo creerle, algo me dice que no miente.
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