Aquella mañana Luca Di Fazio se encontraba arribando al aeropuerto de Los Angeles, debía hacer algunos negocios allí. Era un magnate Italiano, que se dedicaba al rubro de la construcción y tenía acciones en varios negocios edilicios a lo largo y ancho del mundo. Esa semana tenía una reunión con un grupo empresarial que lo quería como inversor para una cadena de hoteles de lujo. Arribó apurado y de mal humor, ya que el vuelo llego retrasado y era una persona súper estructurada y organizada, el mínimo cambio en la agenda lo irritaba, ya que atrasaba todo el resto de las reuniones programadas.

Luca estaba viajando en compañía de su mano derecha y mejor amigo y con su hermano quién era cinco años menor que él, ellos querían aprovechar y hacer una escapada relámpago a Las Vegas y poder hacer algunas apuestas en el casino de un viejo conocido. Él era considerado el soltero codiciado del momento, al menos en Italia. Era un hombre de buen porte, atractivo, educado y con varios millones en su cuenta bancaria. Más de una vez ocupo espacio en las revistas del corazón, supo estar en varias relaciones, muchas de ellas con modelos. Pero su ritmo de vida y su ego gigante, hacia que termine soltero al poco tiempo. Tenía 35 años y muchas veces le preguntaban sino pensaba en sentar cabeza y formalizar una relación con alguien, ya sea la prensa o sus propios amigos. A él no le interesaba casarse, ni tener hijos, era en lo último que pensaba, solo le interesaba trabajar y cuidar bien de sus inversiones. Podría considerarselo fácilmente como un adicto al trabajo, también se daba la buena vida, exceso en lujos, viajes y elegancia. Su vida excéntrica y a la vez cuasi privada, era lo que atraía a muchos periodistas, que no podían terminar de descubrirlo realmente.

Aquel día llego a Los Ángeles, con un humor de perros. Llego al hotel Four Seasons y tomo su habitación enseguida. Era una suite espléndida, él no esperaba menos, sus acompañantes ocuparon otras dos habitaciones en el mismo piso. Tomó un baño y cambio su traje para dirigirse a la reunión. La mañana paso volando, y luego de las reunión se dirigió a un almuerzo con los empresarios y sus amigos. El lugar elegido fue Birch, un restaurante de moda, súper solicitado por celebridades, al que para asistir se debe reservar con dos meses de anticipación, pero él con solo una llamada consiguió mesa para todos. Los empresarios habían quedado sorprendidos, ya que incluso ellos con todo el dinero del mundo, jamás hubiesen podido conseguir una mesa allí.

El almuerzo termino y Luca aún debía ir a San Francisco a una última reunión, con un pequeño empresario local, tenía una propuesta que le había parecido bastante interesante, y ya que estaba en el lugar, iría para no tener que viajar nuevamente a Estados Unidos. Su amigo Fabrizio y su hermano Bruno, irían con él.

Como el viaje no iba a llevarle mucho tiempo, Luca decidió que iría por su cuenta, en su auto, sin el séquito de guardaespaldas, ya que no había anunciado su viaje y de todas formas los tres hombres sabían cuidarse muy bien. Emprenden el viaje, al estar cerca de su destino ellos paran en una estación de servicio a cargar gasolina, estirar las piernas y comprar cigarrillos. Luca se baja pero se queda cerca del auto fumando, Bruno se dirige al baño y Fabrizioentro por cigarrillos y algo para tomar en lo que quedaba de viaje. Luca entro para pagar y se encontró con Fabrizio dentro y luego se les unió Bruno. Estaban cerca de las heladeras viendo que comprar, cuando Bruno se dió vuelta y vio a la chica de la caja.

- Wow pero mira que belleza.- Luca y Fabrizio se dieron vuelta para poder mirar y ambos tres se quedaron embobados con la cajera.

- Si que es bonita.- Le respondió Fabrizio. Luca se hizo el desentendido, pero también le había parecido muy linda.

- Hay mujeres más bellas en Italia, y desde aquí se nota que es muy joven.

- Ay que aguafiestas!.- Le retruco Bruno.

Se acercaron a la caja para pagar y pedir cigarrillos, la chica los saludo amablemente y Bruno empezó a sacarle charla.

- Te llamas..Zha... Zhavia?.- Mirando su gafete.

- Si.- Respondió ella mientras escaneaba los precios de los productos que habían llevado al mostrador.

- Que bello nombre y que raro, yo me llamo Bruno.- Zhavia les sonrió

- No son de aquí verdad?.

- No, estamos de viaje, tanto se nota?.

- Si, tienen un acento raro. De dónde vienen?.

- De Italia.- Responde Fabrizio.

- Italia! Son mafiosos?.- Ambos dos ríen, Luca solo observa la escena.

- No, no lo somos, solo somos gente de trabajo, pero trabajo honesto.- Responde Bruno ya en un tono pícaro.- Y que nos recomiendas hacer en San Francisco?.

- Deben ir a la playa sin duda.- Luca suelta una risa burlona.- Que le causa gracia?

- Nada, solo que con las playas hermosas que hay en Italia, debo venir hasta este lugar para venir a sus playas? Me parece ridículo.- Sus amigos se quedaron de cara viéndolo, no podían creer que le hable así a la pobre chica.

- Jamás he ido a Italia, aunque dicen que es muy linda. Quizás para su edad las fiestas que se dan en las playas de la zona ya son demasiado. En el centro hay lugares más acordes para su tipo.- Luca la veía serio, la sonrisa de autosuficiencia que tenia, se fue desdibujando a medida que Zhavia hablaba. Lo había tratado de viejo, de viejo y de aburrido, eso le dolió más que cualquier cosa, ya que era un hombre muy egocéntrico y realmente no era viejo. Mientras sus amigos solo podían reír por lo bajo, algo que lo hizo enfurecer aún más.

- Y con esos modales trabajas en atención al cliente?! Donde está el gerente, quiero presentar una queja.- Sus amigos pararon la risa e intentaban calmarlo.

- Ey Luca está bien, no es para tanto.- Le decía Bruno mientras ponía su mano sobre el hombro de Luca que hervía en odio.

- Si, ya está hermano, no vamos a meter a la chica en un problema por una tontería.

- Ninguna tontería, quiero a tu gerente! Ahora!.

El tono de voz de Luca era tan alto que el gerente los escucho desde su oficina y apareció.

- Pasa algo señores? Puedo ayudarlos?.

- Si quiero presentar una queja, esta chica aquí me faltó el respeto.- Luca estaba furioso, demasiado ya que la ofensa no había sido tan grave, pero fue la insolencia de ella lo que lo hizo enojar, el hecho de que esa chica creyera que podía hablarle de tal forma. Nadie lo irrespetaba y ahora lo iba a pagar.

- Es eso cierto señorita Leif?.

- No señor, no es cierto, él lo está exagerando.

- Exagerando? No puedo creer los pocos modales de su personal, si tiene un depósito es ahí donde debería estar y no aquí detrás de un mostrador.

- Lo siento señor, Zhavia discúlpate.- Le ordenó el gerente, mientras Luca cruzaba sus brazos sobre su pecho y la miraba con desden.

- No haré tal cosa, no me voy a disculpar, no le hice nada. Está exagerando.

- Zhavia, ya hemos hablado de ésto. Discúlpate.

- Noo, no haré tal cosa.

- Lo siento señor, me disculpo yo en nombre de ella y de la empresa. Le piso mil disculpas y si quiere el libro de quejas está a su entera disposición.

- Está bien, creo que no hace falta. Acepto sus disculpas y espero que aprendas tu lección, Zhavia.- Luca pago.- Quédate con el vuelto.- Y el guiño el ojo y se marchó. Sus amigos no entendían el comportamiento que había tomado, les daba pena la pobre chica por qué lo más seguro era que la suspendieran o quizás peor, perdiera el trabajo.

- Hey hermano por qué hiciste eso? Lo más probable es que esa chica se quede sin trabajo.

- Así aprenderá a no ser una mocosa mal educada.

- Bruno tiene razón amigo, no era necesario, fue demasiado.- le replicó Fabrizio.

- No me importa, jamás será demasiado si alguien me falta el respeto, jamás lo será. Esa mocosa aprenderá a comportarse de ahora en más.

Fabrizio y Bruno se miraron y sintieron pena por aquella chica, pero no siguieron la charla simplemente la terminaron ahí y siguieron el viaje tranquilos hablando de otros temas.

Luca Di Fazio

Bruno Di Fazio

Fabrizio

Zhavia estaba que echaba fuego por las orejas y nariz, si tuviera dicho poder, hubiera prendido fuego todo el lugar. Masticaba una bronca tremenda, no podía creer lo que aquel tipo caprichoso le había hecho. Su jefe estaba muy molesto.

- Estoy harto de esta actitud poco profesional que tienes, si no quieres trabajar, si no te gusta este lugar, renuncia y deja el puesto a alguien que si lo necesite.

- Pero señor..

- Pero nada! Son solo excusas! Esto ha sido el colmo! Te suspenderé toda esta semana sin goce de sueldo, y hablare con el gerente general para ver cuál es la decisión final. Puedes marcharte

- Pero..

- puedes marcharte.

Sin darle derecho a replica ni a meter bocado en la conversación, a Zhavia no le quedó otra que cambiarse e irse del lugar. Salió de ahí furiosa con ganas de cruzarse al tipo y romperle una botella en la cabeza. Mientras se dirigía a la estación del subte, iba pensando que haría ahora que peligraba su puesto laboral.

Zhavia era una joven de 16 años que llevaba a cuestas una vida muy dura. Ella vivía con su amigo Arturo en un barrio alejado del centro, y que se podía considerar peligroso. La casa era de la abuela de Arturo y se la dejo a él cómo herencia antes de morir. Allí vivían ambos, quienes eran los mejores amigos. Al llegar ella a la casa, Arturo se sorprendió ya que ese no era su horario de salida.

- Hey Zha, qué onda?! Por qué tan temprano?.

- Me suspendieron.

- Qué?.

- Lo que escuchas, y sin goce de sueldo por una semana, no se que haré.- Le contó ella mientras se tiraba sobre un sofá maltrecho que habia en el living.

- Ey no hay problema amiga, por el dinero no te hagas drama, y por el trabajo ya déjalo y busca otra cosa.- La consolaba Arturo mientras se sentaba a su lado y le pasaba una lata de cerveza.

- Si pero no es sencillo, por mi edad y mis antecedentes no consigo trabajo y si consigo, me pagan menos de lo que me dan en la gasolinera.- Ambos suspiraron.

- Ya saldrá algo mejor, no te preocupes.- Y él le dió un beso en la frente y la abrazo.

Zhavia había estado en el reformatorio varias veces, tenía problemas con las drogas y la gran mayoría de sus arrestos se debían a ésto. Hacía unos meses ella estaba limpia, no estaba consumiendo, había retomado sus estudios y había conseguido este trabajo. Justamente por su edad y su prontuario no podía acceder a un mejor trabajo. Su vida desde pequeña había sido andar en orfanatos y en hogares de acogida. Su padre estaba preso y su madre a había abandonado. En uno de estos hogares se conocieron con Arturo, quien corrió una vida parecida, y se hicieron grandes amigos. Cuando se escaparon del sistema tenían apenas 11 años, fueron a parar a casa de la abuela de Arturo, quien era una mujer adulta con problemas de salud y apenas y podía hacerse cargo de ella misma. Pero ya que no había espacio para ellos ni en orfanatos, ni en hogares, el juez de menores les había dado un permiso para vivir allí, con visitas sorpresas de servicio social cada tanto.

Hasta que empezó el consumo de drogas, y los viajes a la corte y las estadías en el reformatorio se hicieron costumbre. A Zhavia le había costado mucho dejar su consumo, sobre todo porque aún seguía viviendo en el mismo barrio y frecuentando a la misma gente, pero se dió cuenta que ya estaba llegando a la mayoría de edad y no quería ser como sus padres. El hecho de si quiera parecerse la ponía mal, le generaba tristeza repetir esa vida, que todo sea un círculo vicioso del que no podría salir, y que el día de mañana si tuviera hijos, sus hijos estarían igual. Pensó que quizás ella era la persona en su familia que debía acabar con ese circulo vicioso y ese problema. Luego de lamentarse unos momentos decidió irse a dormir, mañana sería otro día y ya vería ella que haría.

Por la mañana la despertó Arturo.

- Levántate Zha!! Vamos que el día está genial, agarra la tabla y vamos a la playa!.

Zhavia aún estaba dormida cuando se incorporó en la cama sin terminar de entender lo que su amigo le decía. Luego de media hora ya estaba cambiada y preparando sus cosas. Zhavia era una gran surfista y también muy buena haciendo skate. En algún momento fue una gran concursante amateur y era tan buena que varias marcas quisieron ser sus sponsors, pero su problema con las drogas y la policía la hicieron perder esa oportunidad, algo que hasta el día de hoy ella lamentaba, ya que realmente amaba hacer surf, nada le gustaba más que estar en la playa, entre las olas.

Estaban en la orilla de la playa descansando luego de varias horas de estar sobre las olas, cuando le pareció ver a lo lejos tres caras conocidas. Arturo que la noto fijar la mirada en algo lejano miro hacia la misma dirección.

- Qué pasa? Quién es?.

- No puede ser, creo que es el viejo que me hizo perder el trabajo.- Arturo miró junto con ella. A lo lejos se veían tres hombres sentados tomando algo en un parador que se encontraba en la playa.

Cuando Zhavia pudo ver qué si, que sin duda era el mismo tipo tuvo ganas de ir a golpearlo, pero Arturo la convenció de que no lo haga, podría meterse en problemas con la policía y ella aún debía tener buena conducta, su condena estaba en revisión, la mínima falta y podía volver al reformatorio, no le quedaba otra que tragarse el enojo.

Zhavia Leif

Arturo

Estaban en un parador en Ocean Beach, disfrutando la vista y el día soleado, cuando Bruno quiso ir al agua, Fabrizio se sumó y a Luca no le quedó otra que ir tras ellos. Cuando se estaban acercando Bruno reconoció a Zhavia, que estaba en la orilla con Arturo aplicaban parafina a sus tablas de surf mientras hablaban.

- Hey! No es la chica de la gasolinera?.- Fabrizio miró en la dirección que Bruno señalaba y asintió.

- Si, es ella.

En ese momento Zhavia volteó a ver el mar y pudo observar al grupo de hombres que la estaba mirando. Ni lerda ni perezosa, ella se incorporó y se fue a pasos largos, con cara de pocos amigos y señalando con su dedo índice a Luca.

- Tú! Tú! Desgraciado!.- Los tres hombres se quedaron quietos por su reacción, Bruno y Fabrizio miraron a Luca, quien no se había inmutado ni un poco por la escena. Ella estaba furiosa, y supusieron que fue por lo sucedido ayer en la gasolinera. - Maldito italiano, por tu culpa me suspendieron del trabajo!.

- No hubiese pasado si fueras educada.- Respondió Luca en absoluta calma.

- Sabes muy bien que exageraste! Lo hiciste todo más grande y por tu culpa ahora quizás me quedé sin trabajo. Y todo por qué? Por un comentario.

- Un comentario fuera de lugar.- Luca seguía en total calma.

- Por qué usted fue grosero, y de todas formas .. no está en la playa?.

- Si, y ahora que la veo en persona, sigo pensando que las playas de Italia son mejores.

- Es una persona asquerosamente arrogante.

- Y tú una mocosa mal educada.- Zhavia lo veía con furia y a Luca solo le parecía divertido verla tan enojada.

- Basta Luca, termina con la pelea.- Intercedió Bruno entre su hermano y la chica.

- Basta a mí?! Es la mocosa la del escándalo, no yo.

- Dejé de decirme mocosa, viejo tarado!.

- Cuántos años te parece que tengo niña?.- Le dijo Luca enfurecido, ya que era un hombre sumamente coqueto y el que lo traten de mayor no le hacía gracia alguna.

- No sé, supongo que la edad de mi papá!.- Le espeto Zhavia y Fabrizio que se había mantenido al margen no pudo evitar largar una carcajada. Luca lo miró irradiante de rabia y Bruno solo empezó a poner paños fríos a la situación.

- Zhavia verdad?.- Le pregunto y ella asintió - Mira me disculpo por lo de ayer, y en verdad, ahora mismo iremos al lugar de tu trabajo y hablaremos con el gerente o quien sea para que te reincorporé.

- No haré tal cosa!.- Le dijo Luca alzando la voz.

- Basta Luca, por favor!.

- Vamos Zhavia, no perdamos más tiempo aquí con estos vejetes, aprovechemos las buenas olas, vamos. Y ustedes aléjense de ella.- Les dijo Arturo mientras les dirigía una mirada a cada uno de ellos y abrazaba a Zhavia para alejarse de allí.

Ellos se alejaron del lugar con sus tablas y se adentraron en el mar, los tres hombres se quedaron en la orilla observando la situación. Bruno reprendió a Luca por su actitud arrogante y desafiante, se sintió mal de que por culpa de ellos, ahora Zhavia esté sin trabajo o pueda perderlo. Luca seguía ofendido porque lo habían tratado de viejo y no pensaba ir a la gasolinera a pedir por el trabajo de nadie y menos de ella. Si bien Luca era el mayor de los hermanos, a veces podía ser muy inmaduro en algunas cuestiones, ésta era una clara demostración de ello. Luego de un pequeño discurso de su amigo y su hermano, Luca pensó que quizás podía intentar una especie de disculpa, después de todo él se iría de ese lugar en unos días y no necesitaba perjudicar la vida de alguien insignificante para él. Zhavia que estaba sobre su tabla flotando en el mar los vió allí parados y cuando notó que Luca la miraba le hizo seña con su dedo medio.

- Listo, ésto es todo, que se quede sin trabajo!- Espeto enojado y se fue nuevamente al parador. Fabrizio no podía más de la risa, y Bruno solo miraba como su hermano se iba.

Ya todos en el parador nuevamente bebiendo algo, estaban hablando de la reunión que habían tenido el día anterior, un proyecto de casas sustentables y ecológicas. Luca era un visionario más allá de un buen empresario e inversor, y sabía que era lo que venía, el futuro. El cambio climático era un hecho y mucha gente en el mundo entero estaba decidida hacer algo para evitarlo o ralentizar dicho problema. Las viviendas sustentables eran el nuevo paradigma de la construcción y de la vida. Cuando se le propuso el proyecto, realizó un estudio de mercado y los resultados fueron que las nuevas generaciones mostraban una conciencia de responsabilidad ambiental. Estás viviendas lejos de lastimar el entorno, lo favorecen al crear un desarrollo sostenible que sea generador y regulador de los recursos naturales . Veía un buen negocio, en San Francisco había una pequeña comunidad de casas pequeñas, llamadas tiny house, y muchas de ellas contaban con paneles solares, tenían un buen uso, regulación y ahorro tanto de energía como del agua.

- Entones que te pareció el proyecto?.- pregunto Fabrizio mientras pedía más bebidas a la camarera.

- Súper interesante, sin dudas son las edificaciones del futuro, las nuevas generaciones quieren vivir así, tienen otros valores.- Respondió Luca mientras veía el proyecto en su laptop

- Resultaste ser todo un ecologista! Quién diría.- Respondía Fabrizio con una sonrisa en su cara.

- No soy ecologista, sé ver dónde hay un buen negocio. Y éste es uno de ellos, si se lleva a cabo de la forma correcta puede generar mucho dinero.- Bruno mientras tanto estaba absorto con su mirada hacia el mar, veía maravillado como Zhavia surfeaba.

- Vaya, realmente es muy buena.- Luca y Fabrizio lo miraron sin saber de qué hablaba, hasta que siguieron su mirada y pudieron dar con el objetivo, era Zhavia en su tabla sobre las olas. Realmente era una buena surfista.

- Vaya, tienes razón, es buena.- Se unió Fabrizio al comentario.

- Es de California, todos aquí surfean, no hacen otra cosa que estar en la playa con esas maderas y fumando marihuana.- Luca agrego y volvió su mirada a su laptop.

- Vaya hermano, si que estás gruñón, tal y pareces un viejo con ese humor.- Le dijo Bruno - Voy a meterme al mar, quieren venir?.

- Gracias, paso, mi camisa es una edición limitada, no puedo simplemente dejarla en la arena se arruinaría la tela.

- Yo si me sumo.- Respondió Fabrizio y salieron ambos por la arena, rumbo al mar. Luca se quedó trabajando en el proyecto, quería mejorar algunas cosas, y agregar otras. En algún momento dejó de tipear y alzó su vista al mar y observó a la chica que estaba sobre la tabla, realmente sabía surfear, si no la hubiese visto el día anterior de cajera en la gasolinera tranquilamente podría pensé que ella era una surfista profesional. Se veía muy bella en el mar con sus pelos atados en un enorme moño, su cuello era delgado y su rostro era fino y delicado, su figura se podía apreciar gracias al traje de neoprene ceñido a su cuerpo. Luca pensó que no le había prestado demasiada atención pero aquella chica era bella. Recordó sus palabras y no pudo evitar sonreír y chasquear su lengua.

- Tss mocosa insolente.- Y con la sonrisa aún en su rostro volvió la mirada a su laptop y siguió trabajando.