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Broken

Personajes

...Charlotte Jensen/22 años /protagonista de la historia ...

...Vanessa Carpis/20 años/Mejor amiga de la protagonista. ...

...Luther Parrish /23 años/Mejor amigo de Vanessa y amigo de Charlotte aunque secretamente le atrae. ...

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*Nota de la autora: A medida que avance la historia, más personajes irán apareciendo.

Advertencia: Puede que tenga contenido que no sea muy susceptible para muchos... Leer con precaucion. Gracias y disfruta la historia* ✌🏻😊

El comienzo

Recuerdo la explosión, el sonido me había dejado completamente sorda. Lo que fue antes un aula de clases universitaria ahora eran escombros.

Sentí un líquido caliente bajar por mi frente y al palpar con mis dedos me di cuenta de que era sangre, no podía mover mis piernas, debido a que estaban atoradas bajo una pared o lo que quedaba de ella.

Mire a mi alrededor, pude notar los cadáveres de algunos de mis compañeros. De pronto algo me sacudió. Me asusté; sin embargo, sentí alivio al percatarme de que se trataba de Luther y Vanessa, mis mejores amigos. Entre los dos levantaron el escombro que me tenía presa y como pude saque las piernas.

—¿Estás bien? ¿Puedes caminar? —dijo Luther enrollando mi brazo en su cuello para poderme alzar.

—Eso creo —respondí afinando los pies hasta tener estabilidad, dolía un poco, pero si podía andar.

—¡Hay que salir de aquí! —sugirió Vanessa.

Divisamos el agujero enorme que había dejado la explosión, ya no existía la pared lateral, en su lugar, únicamente se encontraba el exterior.

Caminamos entre los escombros con un poco de dificultad pues los tres teníamos muchas heridas de modo que nos costaba movilizarnos.

Al escalar un gran pedazo de concreto, llegamos a la salida improvisada.

Quedamos boquiabiertos cuando nos dio cuenta que nos hallábamos en plena zona de guerra.

Los aviones de la Fuerza Aérea Militar sobrevolaban los cielos contraatacando a un enemigo que no alcanzaba a ver.

Fuimos desplazándonos poco a poco por las ruinas hasta tocar suelo firme.

La gente corría por las calles, huyendo de los bombardeos que venían de la nada. Apresuramos el paso dejando atrás la universidad.

Las avenidas estaban abarrotadas de autos y personas muertas, parecía estar viviendo una escena apocalíptica. Tomamos un atajo y desembocamos en una calle desierta, los disparos se escuchaban cerca y por ese motivo no nos detuvimos. No obstante el suelo comenzó a temblar como si un sismo de gran magnitud nos estuviera sacudiendo, aunque no se trataba de eso.

Justo al final de la calle se hallaba lo que se suponía que era un tanque; sin embargo, este le ganaba en tamaño a los que yo conocía.

Venía directo a nosotros dispuesto a aplastarnos como moscas.

—Co...¡Corran! —grito Luther.

Por un momento se me olvido lo lastimada que podía estar, corrí casi trastabillando. El tanque venía lento, destruyendo todo lo que había a su paso, sabía lo que nos esperaba y por eso lo hacía con calma.

¡No podía morir, tenía que haber una manera de sobrevivir!

Entonces como señal del destino, mire entre dos casas y divisé a lo lejos el bosque. ¡Esa podía ser nuestra salvación! Me desvié jalando a Vanessa del brazo e inmediatamente Luther captó mi intención y nos siguió.

Atravesamos el callejón lleno de arbustos llegando a una pequeña rejilla que conectaba con los dos patios traseros. Esta se abrió al toque de nuestros cuerpos.

El pecho me dolía por el esfuerzo de poder respirar, nunca fui buena en ningún deporte, por ende, mi energía se agotaba rápidamente.

Luther llegó primero y se apresuró en quitar algunas tablas de la barrera que daba hacia el bosque. Enseguida que lo logró, pasamos por la abertura que este creó adentrándonos.

Miramos atrás con la intención de saber si el tanque aún nos seguía y nos impresionó que el mismo desapareció.

—¡Ey! Miren allá —dijo Vanessa señalando una de las casas que acabábamos de atravesar.

Un grupo de hombres vestidos con un uniforme negro y extraños cascos estaban masacrando a la familia que allí habitaba. Tal suceso me hizo temblar de miedo, jamás había presenciado tal atrocidad.

—¡Hay que seguir! —propuso Luther; sin embargo, no podía moverme, mis pies no me respondían y mi cuerpo se paralizó.

La voz de mis dos amigos se escuchaban a lo lejos, mientras los ojos se me llenaban de lágrimas al ver como lanzaban los cuerpos por las ventanas y se reían de ese hecho.

Vanessa se atravesó frente a mí y me tomó con sus frías manos la cara, sus palabras se oían tenues y su rostro expresaba angustia. Sentí un leve bofetón en la mejilla que me hizo reaccionar y por fin volver a la realidad.

Me agarre fuertemente de su mano y seguimos nuestro curso, pero ninguno de los tres sabíamos a donde íbamos, lo único que sí teníamos en cuenta era que debíamos de alejarnos lo más posible de la ciudad.

Después de un largo rato de caminar, decidimos detenernos para recobrar el aliento. Nos mirábamos con una incógnita que pronto sería revelada por alguno de los tres.

—¿Qué rayos está pasando? —preguntó Vanessa, como si alguien con conocimiento sobre el tema le fuese a responder—¿Quiénes son esas personas?

—¿Vieron ese tanque? Eso no era un tanque... Eso... Eso era muy inmenso para ser un tanque, destruyó una calle por completo —exclamó Luther.

—¿Serán terroristas? Estaban vestidos de una forma extraña —continuó Vanessa.

—No lo sé —comentó Luther, se percató de mi silencio y se aproximó—¿Estás bien?

Lo mire a los ojos, esos hermosos ojos que siempre me hipnotizaban que en ese momento se hallaban oscuros debido al miedo y la adrenalina.

Afirme para que no se preocupara y me sonrió. Por un instante su sonrisa me brindó seguridad, lo amaba y el simple hecho de su gesto hizo fluir en mí un poco de tranquilidad.

Vanessa interrumpió el momento preguntando ¿Hacia dónde iremos ahora?

—Deberíamos seguir recto y llegamos a la granja del Señor Benson —opinó.

El Señor Benson o el “Loco de Benson” como le llamaban todos, era un viejo cascarrabias que se había alejado de la civilización y de la ciudad, a según él por motivo de salud.

Comenzamos a andar antes que nos llegara la noche y fuésemos presos de algún peligro. Sentía la pierna entumecida y ya caminaba más lento, hasta que Luther se dio cuenta de mi padecimiento y sin consultarme me cargo sobre su espalda.

Tras un rato caminando, mi reloj de pulsera cantaba la alarma de las cinco en punto, hora en que salíamos de clase y ahora avisaba el momento en que arribábamos en la granja.

El viejo se encontraba echado en su mecedora y cuando nos vio se sacudió frunciendo el ceño.

Luther me bajó y levantó los brazos mostrándole que veníamos en son de paz.

Este respondió, moviendo la mano izquierda dándonos a entender de qué podíamos acercarnos.

—Sr Benson ¡Por favor! Déjenos refugiarnos aquí, no tenemos a dónde ir —pidió Luther al paso de sus escaleras.

—Con que la ciudad ya está perdida —comentó el viejo en tono sarcástico — Lo vi en las noticias, como mataban a hombres, mujeres y niños.

Luego de sus comentarios dijo una frase que en verdad me asustó

¡El apocalipsis ha llegado muchachos!

Atrapados

Trague grueso, ya no sé que daba más miedo, si este viejo o lo que estaba sucediendo.

—Lo sabemos, solo necesitamos un refugió —dijo Luther cortando su paranoia.

—Pero se irán en la mañana, los de la ciudad no me caen bien y ustedes tampoco —aclaró Benson.

—Deberíamos ir a otro lugar —murmuro Vanessa.

—Oscurecera pronto, ya no podremos andar libremente por el bosque —recalcó Luther.

Tenía razón, esta era la única alternativa que teníamos, ya pensaríamos que hacer mañana.

—Como usted diga —proclamó nuestro amigo.

El hombre caminó hasta la puerta y la abrió para darnos paso.

—Como ustedes retoños, existen más que han pedido mi ayuda —dijo este al pasar por su lado.

Y tenía razón, en su pequeña sala se encontraban más personas e iguales de asustados que nosotros.

Los conté rápidamente dando un total de cinco personas. Tres mujeres y dos hombres.

Me senté en un sofá desgastado junto a Vanessa, mientras Luther se dejó caer en el piso sucio.

Una de las sobrevivientes cargaba un viejo radio, en el que se escucha a claramente la voz de un hombre: “Hemos sido invadidos por terroristas vienen de un lugar desconocido cuyo propósito es matar y esclavizar”

—¿Esclavizar? —dije de repente.

—Si —comentó una mujer que se hallaba acurrucada entre los brazos de un sujeto —Vi cuando montaban a personas encadenadas en un carro inmenso.

—A Cristin le llevaron a sus hermanos —dijo la de tez morena a su lado. Hizo un movimiento con la cabeza señalando una parte del rincón. Justo ahí se ubicaba la mujer mencionada, tenía la mirada perdida y su boca temblaba. De seguro presenció más horrores que todos aquí.

Gire mi cabeza y vi que Luther ya no estaba. A los pocos minutos apareció con una caja de hierro la cual abrió para sacar algunas vendas y alcohol.

—Déjame curarte —propuso.

Accedí. Este procedió a desinfectar la herida de la pierna, al mismo tiempo que escuchábamos los relatos de cada quién.

—¡Un tanque! Un enorme tanque que apareció de pronto —dijo Vanessa narrando Lo sucedido— Jamás habíamos visto tal cosa.

—Yo me encontraba en el centro, cuando uno de sus aviones cayó —dijo un hombre Moreno cerca de la ventana— El avión no era común, tenía como una especie de escudo que lo protegía.

—¿Osea que usan vehículos más avanzados? —preguntó Luther cuando pasó a curarle el brazo herido a nuestra amiga.

—No sólo eso —mencionó el chico que abrazaba a la mujer —Los vi matar a una familia completa con un artefacto luminiscente. Con solo un movimiento de esa cosa les hizo estallar el cerebro.

Hubo un momento de silencio, no sé si fue por lo que acababa de contar el hombre o porque simplemente analizábamos cada uno de las anécdotas para llegar a una conclusión.

—Son demonios —dijo el señor Benson cortando el silencio— Son demonios, que vienen a acabar con el mundo. Este es el juicio final y nadie va a sobrevivir a este apocalipsis.

Todos lo miramos este sacudió su mano en su franelilla grasienta y desapareció del cuarto.

— Ya he perdido cuenta cuántas veces ha venido a proclamar el fin de los tiempos — dijo el hombre moreno— No creo que sean demonios, pero sí sé que no deben ser de este mundo. Esa tecnología ni los chinos la tienen.

El silencio volvió a gobernar entre nosotros, solo escuchábamos atentamente la voz en la radio que ya comenzaba a sonar nerviosa e intermitente.

«Parece ser que están en todos los países... Es... Tan... Invadiendo...todo...mierda...estan arriba... Ya llegaron»

Enseguida se escuchó un ruido de desgarro y la transmisión se cortó. La chica apago la radio colocándola sobre la pequeña mesa de enfrente. Eso último que comentó de "Qué estaban en todas los países" me tenía la cabeza hecha un lío. Si habían invadido todo el mundo quería decir que ya no existía ningún gobierno que nos defendiera y nos ofreciera asilo.

—Ya no hay escapatoria —susurro la castaña del rincón —Así como se llevaron mis dos hermanitos nos llevarán a nosotros ¡Vamos a morir!

Aunque muy amargo se escuchara eso, tenía razón, íbamos a morir y nada lo evitaría. Me levanté como pude y camine hasta el final del pasillo de esa vieja casa. El miedo parecía comerme por dentro, esa misma sensación la tuve en aquel accidente en donde mis padres murieron. Hubiera deseado Morir con ellos y no aquí, y de esta manera.

La silueta de Luther frente a mí me sobresalto. Lo mire detenidamente, me hubiese gustado decirle lo que siento y haber pasado más tiempo con él, tomar su mano e ir al cine, o quizás ser su esposa, tener a sus hijos y formar nuestra propia familia.

Una lágrima rodó por mi mejilla, la cual él se apresuró en secar.

—¿Qué tienes? —

—¡Vamos a morir! Esa chica tiene razón ¡No existe escapatoria! —solloce.

Luther corto nuestra distancia acercándose lo suficiente como para colocar sus manos en mi cara.

—No dejaré que te pase nada, voy a proteger a ambas, así tengamos que sobrevivir huyendo ¡voy a salvarte! —

Sus palabras me reconfortaban, pero aún temía por Vanessa, por la familia de cada uno, y por él pues no quería perderlo.

Me aproxime a sus labios y deposite un beso. Quería que supiera que lo amaba, ya no tenía nada que perder.

Él quedó perplejo, sin embargo, unió su boca con la mía dándome a entender que sentía lo mismo. Enredé mi mano es su cabello negro y alborotado mientras él me tomaba por la cintura haciendo nuestro beso más intenso.

Nos separamos para tomar aire, no hablábamos de lo que acabamos de hacer, para que explicar en esta situación podría ser la última vez que lo haríamos.

De repente sentimos que alguien nos observaba desde las escaleras. Era el señor Benson, este masticaba una zanahoria y parecía que se entretenía con nosotros.

—No quiero orgias aquí ¡Si van a coger háganlo fuera de mi casa! — informo con tono carrasposo subiendo de nuevo las escaleras.

Luther comenzó a reír y también hice lo mismo.

—Ese viejo sí que está loco — dijo Luther cuándo Benson ya no estaba.

— Al menos su locura persiste aunque estemos en el fin del mundo—añadí.

El tomo mi mano y me miro directo a los ojos.

—Vamos a sobrevivir, esto pasará... Tendremos una cita y reflexionaré porque no me atreví a confesarte lo que siento hasta ahora —recalcó— No te tortures aquí sola ¿Bien?

Sonreí

—De acuerdo —dije afirmando levemente con la cabeza.

Volvimos junto a los demás y más tarde nos acomodamos para dormir un poco.

Cómo se esperaba el señor Benson no amabilidad alguna en hospedarnos cómo es apropiado, así que tuvimos que resolvernos entre nosotros.

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