...Lucas...
^^^Una parte de mi…^^^
^^^DMVM ^^^
... Epígrafe...
^^^De la vida no quiero mucho. Quiero apenas saber que intenté todo lo que quise, tuve todo lo que pude, amé lo que valía la pena y perdí apenas lo que nunca fue mío.^^^
^^^Pablo Neruda ^^^
^^^ ^^^
^^^ ^^^
...Dedicatoria...
^^^A mis hijos, a esos seres que sin querer me dieron el papel de madre, a ellos quiero hoy dedicarles una vez más lo que escribo, por ser ellos mi mejor compañía y los causantes de mis alegrías.^^^
^^^DMVM^^^
...Prólogo....
Hace cinco años, Mile se graduó de la preparatoria y, junto a sus amigas, fue a celebrar en un bar conocido de la ciudad, donde bebieron como nunca antes lo habían hecho. Ellas disfrutaron al máximo su momento mientras bailaban y miraban a los chicos que se encontraban en el lugar; incluso hablaron de ellos y se reían con picardía por sus pensamientos, unos pensamientos que eran normales para su edad.
Las horas pasaron y los tragos se colaron en sus venas hasta llegar a sus mentes. Su nivel etílico era tal que ni siquiera recordaban por qué estaban en aquel lugar.
Mile no se sentía muy bien y se levantó de la barra para ir al baño. Mientras caminaba, se tambaleaba por el pasillo angosto que la llevaría a aquel lugar deseado. Sin mirar, entró por la puerta que se encontraba a su derecha. Lo demás es parte de esta historia, una historia que, sin duda, te hará ver de manera muy diferente ciertas cosas de la vida cotidiana.
Hoy ha llegado a Houston, Texas, con una maleta llena de sueños y la esperanza de brindarle a su hijo un futuro mejor.
^^^Autora^^^
...Capítulo 1....
...Mamá siempre está triste....
Vuelo AC1301 con destino a Houston, Texas; ese es nuestro vuelo, el cual tendrá una duración de tres horas y cuarenta y un minutos. Un vuelo que a simple vista se ve algo corto, pero no lo es.
Miré por el pasillo en dirección a la puerta y me di cuenta de que ya estaba cerrada; eso significa que estamos a punto de despegar. Suspiré profundo, quizá porque me emociona saber que pronto emprenderemos esta aventura, una que me produce emociones encontradas.
Tomé la mano de mi hijo, que se encontraba sentado a mi lado. Giré mi rostro para mirarlo y le regalé una sonrisa. Una que no fue correspondida. Eso fue algo que me preocupó. Y más cuando cerró sus ojos y se giró de lado luego de despegar.
El vuelo transcurrió normal, gracias a Dios. Mi hijo durmió todo el viaje. Creo que lo hizo más por miedo que por otra cosa. Era hora de despertarlo. Suspiré nuevamente cuando se giró y lo miré a los ojos. Sabía que él estaba molesto conmigo desde que abordamos el avión en el aeropuerto de Toronto, en Canadá, aunque quizá fue desde antes y yo no lo note.
Acomode mi blusa y mi cabello con la mano que tenía suelta. La otra aún estaba junto a la de él. Sé que está bastante nervioso por la manera en la que aprieta mi mano. Es su primera vez en un avión. Bueno, en realidad es su segunda vez, porque la primera fue cuando estaba en mi vientre, aunque esa para él no cuenta.
Estábamos a punto de bajarnos del avión cuando él me ha dicho:
—Ahora no veré más a mis tíos. —Me ha soltado de la mano al terminar de decirme esas palabras y se ha cruzado de brazos.
No me había equivocado al pensar en lo molesto que estaba y ahora sé cuál es la razón.
—Claro que sí, siempre podremos ir a visitarlos y ellos a nosotros, mi vida. —Le dije acariciando su mejilla derecha con mi mano izquierda.
Después de unos cuantos minutos nos hemos bajado del avión. Hoy iniciaba una nueva vida para nosotros, una que ambos deseábamos, aunque en distintos lugares.
Mi hijo desea esto, pero en Canadá, y yo aquí en mi ciudad natal. Pero nada es perfecto y tampoco debe salir tal cual lo planeamos.
Nos hemos tomado de la mano nuevamente para ir a buscar nuestras maletas que están repletas de sueños, metas y deseos que esperamos poder cumplir pronto. Luego de buscarlas nos hemos ido a la puerta de entrada a esperar a que nos vinieran a buscar. Y mientras llega nuestro transporte, me he puesto a pensar en que todo ha sucedido muy rápido; los meses se pasaron volando. Además, me parece mentira que hasta hace unas cuantas horas estaba en Canadá tomándome una copa mientras miraba por la ventana de mi antigua habitación. Y ahora mírame, estoy nuevamente aquí en Houston, Texas. Con miedo, pero con un millón de cosas en mente por hacer.
Seguíamos parados frente a la puerta de entrada del aeropuerto. Lucas, así se llama mi hijo, se ha sentado sobre las maletas. La expresión en su rostro nuevamente me preocupa. Sé que extraña a sus tíos al igual que yo, pero debe acostumbrarse a esta nueva ciudad. Este cambio será difícil de procesar, más para él que para mí. Espero que con el tiempo comprenda la razón de nuestro viaje.
Yo ya me he mudado antes o, mejor dicho, ya he salido huyendo antes. Y aún lo recuerdo como si hubiera sido ayer, pero la realidad es que ya han pasado cinco años desde que me fui de casa; por tonta, porque hoy no puedo decir que fue lo mejor que hice.
Vivía con mi abuela desde que tenía nueve años. Prácticamente fue ella quien me crió. Mi madre falleció junto a mi único hermano el día de su nacimiento. La abuela decía que le habían dado un síndrome llamado Help y que ninguno de los dos sobrevivió luego de haber entrado a la sala de emergencia del hospital.
Aún me duele que mi madre ya no esté y me da tristeza no haber podido conocer a mi hermano, pero la vida tiene sus razones y motivos para cada cosa que sucede en nuestras vidas y así lo he entendido desde que todo eso sucedió.
La abuela falleció hace dos años, dejándome un dolor profundo y un sentimiento de culpa muy grande por no haber estado junto a ella durante estos últimos años. No tengo excusa para mi huida y lo peor de todo es que ella nunca supo por qué lo hice.
Yo solo le dejé una nota pegada en la nevera que decía: “Te amo, abuela… “No me odies por esto”.
Ni siquiera conoció a su bisnieto, así como tampoco sabía de su existencia.
Yo desaparecí de su vida en el momento en el que me hice la prueba de embarazo y la misma salió positiva. Me daba miedo, pena y vergüenza que, después de tanto sacrificio que había hecho ella por mí, yo, su única nieta, hubiera cometido este error. Aunque ya no lo veo como eso, ahora sé que él, mi hijo, es una parte de mí. Una que ame desde el preciso instante en el que confirme su existencia.
Mi abuela me ha dejado la casa de herencia; esa es otra de las razones por las cuales hemos regresado. Dentro de unos días debo firmar los documentos donde dice que es mía.
El abogado tardó más de un año en dar con mi paradero.
Ha sido Andrea, una de mis amigas de la secundaria, quien le ha facilitado mi número. A quien, por cierto, esperamos para que nos lleve a la casa de mi Abú.
—Mami, ¿cuándo llegará tu amiga? —me ha preguntado y al verlo parecía angustiado.
Estábamos nuevamente tomados de la mano.
—Mi vida, en el último mensaje de WhatsApp que me envió decía que en unos diez minutos estaría aquí. ¿Por qué me lo preguntas, hijo? —Me giré una vez más para verlo y la expresión en su rostro me preocupaba.
—Porque tengo ganas de ir al baño, mami. —Ha cruzado las piernas al decirlo.
—Ven, vamos al baño; yo creo que aún tenemos tiempo. —Tomé las maletas con la mano izquierda porque en la derecha llevaba a Lucas de la mano. Fuimos al baño prácticamente corriendo porque él tiene la costumbre de decirme que tiene ganas de hacer pipi justo cuando ya no hay tiempo.
Aunque últimamente hemos estado trabajando para mejorar esto, debo reconocer que aún no logro hacer que lo cambie por completo y necesito que lo haga para poder inscribirlo en el colegio.
—Listo, mami —me ha dicho—. No se me ha escapado ni una gota. —Se acomodaba el pantalón en su lugar mientras me decía esa frase. Yo sonreí ante lo que me dijo.
Ya ha dejado el pañal desde hace poco más de un año y, aunque es un niño muy inteligente, incluso diría que mucho para su edad, esa parte le ha costado cambiarla.
—Qué bueno, mi vida, ahora lávate bien las manos para que regresemos a la sala de espera.
Salimos del baño y cuando caminábamos de regreso me ha llamado Andrea.
Llamada
—¡Mile! —dijo con alegría. Estoy feliz de que sea ella la que nos busque. Nosotras tenemos cuatro años sin vernos; la última vez fue cuando Lucas nació.
—Andrea... —La saludé—. Ya vamos para allá. —le dije por el móvil.
Tomé las maletas con la mano izquierda y con la derecha la mano de mi hijo. Nos miramos y sonreímos a la par. Su rostro había cambiado. Estaba feliz porque sabía que, al cruzar aquellas puertas de cristal, iniciaba una nueva vida para nosotros. Una que esperaba fuera mejor que la que acabábamos de dejar en Canadá.
Andrea corrió en nuestra dirección, y nos miraba a ambos con una sonrisa que iluminaba el lugar; su rostro era de felicidad.
Lucas tenía pena y se colocó detrás de mí.
—Mile —Me abrazó sin dejar que soltara las maletas, y menos la mano de Lucas.
—Mami —ha dicho Lucas con angustia. El pobre estaba entre nosotras dos, pero esa llamada de auxilio había hecho que Andrea se apartara.
—Hola, Lucas, qué grande estás. —Andrea ha querido saludarlo, pero él estaba asustado y se tapó por completo el rostro con mis piernas.
—Dale tiempo… —le dije sonriendo—. No está acostumbrado.
—¡Tranquila! No te preocupes por eso. —sonreía—. Que nosotros seremos grandes amigos con el tiempo, ya verás; además, sabes que nadie puede resistirse a mis encantos. —Le ha tocado el cabello a Lucas y le ha guiñado su ojo derecho.
Nos subimos al auto, luego de intentar meter todas las maletas en él. Unos cuantos minutos después emprendimos el viaje rumbo a la casa de la abuela. Decirlo me deja un vacío en el corazón.
—Lucas, ¿te ha gustado el aeropuerto de Houston? —ella trataba de sacarle conversación a mi hijo para romper el hielo.
—Hijo, Andrea te ha hecho una pregunta… respóndele, por favor, deja la pena. —Le dije, girándome para verlo.
—Lucas, yo fui la primera en cambiarte el pañal, no debería darte pena conmigo. —Le ha dicho ella, mirándolo por el retrovisor. Andrea no ayudaba; la cara de mi hijo estaba tan roja como un tomate. Si antes no le había contestado, dudo que lo hiciera ahora.
—Mami, quiero ir a casa de la tía Sara. —Tenía ganas de llorar cuando lo dijo, lo supe en lo que le escuché el tono de su voz y al mirarlo lo confirmé. Este sería un cambio duro para él.
—Ya casi llegamos a nuestro nuevo hogar, mi vida. Sé que te gustará. —Lo miré unos segundos y nuevamente vi la tristeza en su rostro. Inhale profundo y exhale lentamente.
Sara es una buena amiga; aunque no es nuestra familia, es una tía para él. Realmente, ella y su hermano son las únicas personas que él ve como su familia porque fue con ellos con quienes él creció y, bueno, al final sí son la única familia que tenemos.
Faltaba poco para llegar a casa, pero no hablamos el resto del camino, luego de que Andrea atendiera una llamada de Carlos, su novio; una llamada rápida, pero llena de discusiones.
La situación se había puesto tensa luego de esa llamada. Entonces no quise hablar y ella tampoco lo hizo. Creo que tenía rabia porque se le notaba en el rostro. Uno que, además, estaba lleno de lágrimas; que se secaba disimuladamente para que yo no notara, según ella, que lloraba.
Llegamos luego de unos cuantos minutos. Suspiré al mirar la casa de mi abuela. Estaba algo deteriorada. Tendré bastante trabajo que hacer en la casa para que se vea como cuando yo vivía en ella.
—Adiós, Lucas, luego los vendré a visitar. —Estaba desanimada. Se le notaba en su actitud; no era alegre como la que tenía antes de aquella llamada. Teníamos mucho de qué hablar, pero era ella la que debía propiciar ese momento, no yo.
—Cuídate, sí —le dije, frotando su espalda—. Ve con calma, sabes que te quiero un montón. —Nos abrazamos fuerte y ella sollozaba.
Me dio dolor verla de esa manera, una vez más, porque esta no era la primera. Ellos han sido novios desde la preparatoria y siempre han discutido. La realidad de su relación es que son más los periodos en los que están molestos que los que han estado bien. Pero sé que ella lo ama. Quizá sea esa la razón de soportar tanto. Aunque eso no justifica la manera en la que ellos se tratan.
—Gracias, Mile, te quiero, me alegra que estés de vuelta. Mañana o pasado vengo para que hablemos un rato. —Nos abrazamos de nuevo antes de que se subiera a su auto.
—Seguro, aquí estaré. —Me giré en dirección a mi hijo, quien estaba sentado jugando con su Spider-Man—. ¿Entramos? —le he dicho a un Lucas que estaba muy serio pese a estar entretenido jugando. Tan serio que me ha respondido encogiéndose de hombros.
Abrí aquella puerta de color madera desgastada. Y me dio tristeza ver la mecedora vacía; era ahí donde la abuela pasaba la mayor parte del tiempo. Entre sus hilos y agujas tejiendo.
—Mami, está muy oscuro aquí, además huele mal y me da miedo. —Se ha colgado de mi mano derecha cuál mono.
—Tranquilo, ya enciendo la luz y verás lo hermosa que es. —Pero me equivocaba porque no se parecía en nada a aquel hogar que había dejado hace años atrás.
Miré todo lo que tenía ante mi vista y no se había caído el techo porque era lo último que habíamos acomodado antes de yo irme.
Luego de haber observado todo, comprendía el miedo que sentía mi hijo.
Dicen que la primera impresión es la que cuenta y esta no había sido para nada alentadora, y menos si no deseas estar en un lugar. Y sé que él no quería venir, pese a lo emocionado que está por iniciar una vida nosotros dos solos.
—Mami, la casa de la abuela está fea. ¿Estás triste por eso? —jalaba mi mano para que lo viera.
—No, mi vida, mamá no está triste. Mamá solo extraña a la abuela. —Pero si estaba triste, y quizá mucho, me daba dolor ver lo deteriorado que está el lugar donde por años viví.
—Mami, ¿qué te parece si lo limpiamos, lo pintamos y botamos todo lo que no nos guste? —había cambiado su rostro, incluso el tono de su voz al preguntarme; ahora era él quien me hablaba con entusiasmo mientras yo me sentía triste.
—Me parece perfecto, mi vida. —Le di un beso en la punta de su nariz.
—La abuela estará contenta cuando desde el cielo vea cómo va a quedar su casa. —No he podido lograr que le diga bisabuela. Dice que no le gusta.
Dejamos las maletas a un lado para que no nos estorbaran mientras nos cambiamos la ropa por algo más cómodo para empezar a limpiar.
Luego de cambiarnos, revisé por toda la casa para buscar algunas cosas que nos permitieran limpiar: bolsas, guantes, pañitos y una o dos escobas. Al encontrar parte de lo que necesitábamos, nos miramos y sonreímos porque estábamos con la peor ropa que teníamos guardada en las maletas, parados en toda la entrada de la casa, lugar por donde hemos decidido iniciar nuestra limpieza.
Coloqué música desde mi móvil, una que le encantaba a Lucas. Y de esa manera iniciaba nuestra jornada de trabajo.
Había pasado media hora y nosotros estábamos cantando y bailando mientras quitábamos el polvo que había por todo el lugar.
Hicimos un pedido de tacos por delivery porque teníamos hambre; era lógico, ya era tarde y debíamos de comer algo. Ahora esperábamos ansiosos a que nos trajeran nuestro delivery. Estábamos tan limpios como gran parte de la casa porque ya nos habíamos bañado.
Lucas estaba emocionado por los tacos. Los probaría por primera vez, y yo los volvería a comer; la verdad, los extrañaba. Creo que no los comía desde que me fui de casa.
Ha sonado el timbre, y Lucas estaba ansioso. Aplaudía de rodilla sobre el sofá, mi sofá favorito de toda la vida.
—Mami, corre que llegó la comida. —Me ha dicho al escuchar el timbre de la puerta. Colocó sus manos juntas formando un puñado de cruces, arrugó su nariz como solo él lo sabe hacer; no he visto hasta ahora a nadie que lo haga igual.
—Voy, déjame buscar la propina. —Le di un beso en la frente antes de levantarme para buscar el monedero.
—Mami, estoy feliz. —Me ha dicho con una sonrisa que iluminaba todo el lugar. Lo miré y sentí una vez más que él era mi mundo. Que ese ser tan pequeño me daba más alegría que cualquier otra cosa en esta vida.
Abrí la puerta para recibir el pedido y, al hacerlo, lo coloqué a un lado, justo sobre la cómoda que está junto a la puerta. Le entregué la propina al chico del delivery y miré a Lucas. Entrecerré mis ojos mientras él tomaba la bolsa de los tacos con emoción. Era nuestro premio luego de una tarde llena de basura, polvo y cualquier cantidad de cosas más que pudimos encontrar durante nuestra jornada de trabajo.
Mi hijo ahora tenía otra cara: estaba feliz, no solo por todo lo que habíamos hecho juntos, también lo estaba porque había visto el jardín trasero de la casa y eso le había gustado. Ahora sabía que tenía un lugar muy grande donde jugar.
—Toma mi vida. —Le dije, entregándole sus tacos de pollo; estaba segura de que serían sus favoritos porque eran los míos a su edad.
—Gracias, mami. Se ven deliciosos. —Con emoción destapaba su comida. Le ha dado el primer mordisco, y se ha echado para atrás—. Mami, está muy delicioso. Creo que dos no son suficientes, quizá la próxima vez pida más. —Frotaba su barriga. Me he echado a reír a carcajadas con lo que me acaba de decir. Se parece en algunas cosas a mí, aunque otras de seguro serán de su padre, y la mayoría son propias de él.
—Mi vida, los tacos son lo máximo; además, es una de mis comidas favoritas. —Nos comimos todo, no quedó nada; estábamos agotados y, además, llenos de tantos tacos.
Era la hora de hacer la digestión y nada mejor que contarle un cuento de esos que él ama desde pequeño para esperar un rato antes de acostarnos a descansar.
Aún no limpiábamos las habitaciones porque eso lo haríamos mañana. Se nos habían acabado las bolsas, y son cinco habitaciones las que debemos limpiar. Sería algo imposible de terminar hoy. Como no las limpiamos, hicimos un campamento en la mitad de la sala y es ahí donde tenemos pensado dormir.
—Mami, no es tan fea la casa de la abuela. —Me ha dicho —mientras se acomodaba entre mis brazos para que le leyera el cuento.
—No, mi vida, la casa de la abuela es hermosa, aunque recuerda que te he dicho que ella era tu bisabuela. —le dije muy cerca del oído. Desde pequeño le he hablado de ella. Le he contado todo, incluyendo que era madre soltera, como lo fue mi mamá al quedar en embarazo de mi hermano y de mí y como lo era yo.
—Mami, es más fácil decirle abuela. —Me ha dicho muerto de la risa y tapándose la cara con su cobija, una que se ha traído de casa de la tía Sara. Ella se lo ha regalado, es de Cars.
—Eres un pasado, pero está bien, le puedes decir abuela. Al final, ella es parte de ti. Y un nombre no cambiará esa realidad. —le dije mientras buscaba la página donde habíamos quedado la noche anterior.
Comencé a leerle el cuento y no pasaron ni diez minutos antes de que se durmiera. Estaba agotado; se había portado muy bien pese a todo lo que había sucedido desde que llegamos aquí.
Lo veía dormir y pensaba en Frankie… Lucas lo quiere y me imagino que estar sin él, incluso sin Sara, lo pone triste. Sí, yo lo estoy. No quiero ni imaginarme cómo está él. ¡Dios, qué difícil es y será olvidar todo lo sucedido! Exclamé.
Mis pensamientos una vez más eran para él, quizá porque no puedo sacar de mi mente lo que pasó entre nosotros antes de terminar. Además, eso es algo que deseo reparar, aunque sé que es imposible porque él desea algo que yo no sé si puedo darle. No deseo ninguna relación en este momento. Mi mente solo está puesta en Lucas y el deseo de encontrar algún día a su padre. —Cerré mis ojos porque el sueño también se había apoderado de mí.
...❁Una parte de mí…...
...Capítulo 2...
...El colegio ...
Mientras preparaba algo de café, un vicio que era de él y no mío, pero que había adquirido en los últimos meses luego de haber terminado con Frankie. Incluso creo que beberlo me trae su recuerdo, no lo sé. Lo cierto es que aquí me encuentro con taza en mano y con mi mente puesta en los pensamientos de anoche nuevamente. Con la única diferencia de que ahora estoy más clara en todo que anoche y he llegado a la conclusión de que no necesitamos de otros para ser felices, aunque en el fondo desearía tener un buen padre para Lucas, tal vez porque sé que es imposible que aparezca el biológico. Ni siquiera recuerdo su rostro. Cualquiera podría venir y decirme: "¡Soy yo!" Y nunca me daría cuenta si lo es o no, pero la vida debe continuar, y gracias a Dios, tengo buenos amigos que son como mi familia, y junto a ellos he criado a mi Lucas, aunque a partir de ahora seremos nosotros dos solos en esta ciudad.
Me bebí mi taza de café, con un único pensamiento: No dejar que la adversidad se apodere de mí.
Tengo muchas cosas por hacer y darle una mejor vida a mi hijo es una de ellas, además de ser una prioridad para mí.
Lo veo dormir mientras estoy sentada aún junto a la taza, pero ya sin café. Suspiro profundo, quizá porque no puedo creer que este ser tan pequeño sea mío y que además forme parte de mi vida. Tal vez no lo planeé y tampoco lo desee, pero ahora lo amo más que nada en este mundo.
—Hola, mi vida. —le dije a mi hijo Lucas, quien se está estirando sobre la cama improvisada.
—Hola, mami. —Se ha sentado cruzando los brazos y haciendo caras de molestia.
—¿Qué pasó? ¿Acaso dormiste mal?
—No mami, yo solo pensé que todo esto era un sueño y que al despertar no estaríamos aquí sino en Canadá. —Se ha puesto a llorar, y en ese momento me sentí mal porque traerlo era algo que no podía evitar; además, soy yo la única culpable de todo esto.
—Perdón, mi vida. Me acerqué a él y lo abracé tan fuerte que dejó de llorar.
Unos días después...
Hoy me he levantado demasiado temprano para mi gusto, incluso creo que tengo algo de sueño acumulado porque deseo quedarme en la cama un rato más, pero sé que no debo. Además, los días pasan y yo me siento más acorralada.
—¡Dios, qué sueño tengo! —he exclamado en voz alta, estirando todo mi cuerpo.
Levantarme temprano es algo que hago todo el tiempo. Ni siquiera sé por qué dramatizo tanto. Creo que el cansancio es mucho hoy.
Toda la semana pasada y la antepasada hemos estado arreglando la casa de la abuela; además, también hemos estado saliendo para que Lucas conozca Houston.
—Mami, ven. —Me ha tomado de la mano derecha para llevarme a rastras por la sala hasta su habitación.
—Lucas, hijo, me voy a caer.
—Mira —abrió la puerta de su cuarto y el lugar se veía hermoso.
—Hijo, ¿cuándo hiciste todo eso? —mi rostro denotaba el asombro que sentía no solo mi vista, sino mi corazón.
—Mientras tú dormías, mami, ¿te gusta?
—Me encanta mi vida, ha quedado mejor de lo que estaba cuando yo dormía aquí.
—Tengo una lista de cosas que quiero y que creo que hacen falta en mi habitación. —Ha buscado debajo de su almohada y ha sacado una hoja rayada y llena de cosas escritas.
—Aja... ¿Qué es lo que tienes anotado ahí? Ven. —Lo he cargado y me ha entregado la lista.
—Necesito una papelera, un espejo, una lámpara de lava y otra del universo, una alfombra, unas cortinas de Cars, un banqueta, unos cojines y todos estos juguetes; ha girado la lista para que viera todo lo que no me había leído. —Sonreía con timidez.
—Bueno, veamos qué podemos hacer con todo lo que has pedido. —Le quité la lista.
—Mami, lo mejor que podemos hacer es compararlo. —Sonrió.
—Ja, ja, ja, me imagino, hijo, pero debemos esperar, tenemos poco dinero, y aún nos falta mucho por hacer, pero te prometo. —Tome su barbilla—. Que lo compraremos todo. —Le di un beso en su mejilla que ahora estaba triste y luego lo bajé de mis brazos; debía darme un baño antes de hacer el desayuno.
Un rato después...
Me tocó llamar a los técnicos del servicio de internet. En casa no teníamos ni televisión por cable, entonces los llamé para que me instalaran el Wifi porque nos hacía falta.
Recuerdo que no teníamos cuando yo vivía aquí. Algo normal para la época, aunque la realidad es que la abuela apenas tenía dinero para mantenernos. Cómo desearía que estuviera con nosotros justo ahora. No tenemos comodidad económica, pero eso pretendo. Realmente son mis planes a corto plazo.
Perdida en mis pensamientos, observo a los técnicos del internet trabajar, y nuevamente lo recuerdo a él. A veces no comprendo cuál fue la razón por la que lo dejé. Es que lo extraño tanto.
Mis suspiros van y vienen mientras ellos trabajan. Dicen que si piensas en alguien muy seguido es porque esa persona también te piensa, y yo puedo dar fe de eso, porque sé que él me piensa. Frankie me ha dejado claro durante todo este tiempo que me ama.
—Sra. Sra. —me ha llamado dos veces antes de que yo reaccionará—. Ya está todo listo. —Me ha dicho el señor al entregarme el contrato del servicio de internet.
—Muchas gracias. —Le he respondido, luego de colocar mi firma al final.
Con el internet instalado, puedo decir que ahora sí está completo nuestro nuevo hogar, uno que, después de todo lo sucedido, le ha gustado a Lucas, y si a él le gusta, a mí me gusta más.
Otra de las cosas que le han gustado a mi hijo de Houston son sus colegios, quizá porque ya tiene edad para comenzar a estudiar. "¡Guau!" —suspiré—. ¿Edad? Dios, cómo pasa el tiempo.
Hace dos días conseguimos un lugar cerca de la casa, el cual nos ha gustado mucho. Además, se ve muy interesante, y según la información obtenida, ofrecen varias actividades integrales, algo importante para su formación.
Aún no sé quién de los dos está más emocionado con todo esto, si lo está él o lo estoy yo. Aunque es lógico que sea él, porque será quien comience a estudiar, mientras yo lo voy a extrañar.
Se me aguaron los ojos de tan solo imaginarlo. He suspirado una vez más, tal vez por la sensación que siento al pensar que estaré lejos de él cuando comience a estudiar.
...❁ Una parte de mí…...
El día ha pasado volando. Realmente las horas se han ido sin darme cuenta. Ya es de noche y todo está en calma; incluso Lucas está durmiendo como un angelito, mientras yo estoy en la comodidad de mi sofá buscando información sobre un local para alquilar. Sé que suena a locura, pero no lo es. Es un sueño que tenemos los dos, uno que, además, esperamos que se nos cumpla pronto.
Este emprendimiento lo ha ideado él, un día después de cumplir sus cuatro años. Aún recuerdo cuando me lo dijo aquella mañana: «Mami, ¿por qué no vendemos tus cupcakes? Mira que a todos les han gustado». Aquella idea no era descabellada y la acepté luego de pensarlo por unos días, incluso por semanas. Es por eso que estamos en Houston.
Regresamos para hacerlo realidad. Aunque Lucas desea quedarse allá.
No me quedé en Canadá por varias razones: la primera, ya no podía pagar el alquiler; la segunda, me había quedado sin empleo; y la tercera, no teníamos suficiente dinero para subsistir. En cambio, aquí tengo donde vivir sin necesidad de pagar nada; solamente me tocaría pagar los servicios.
La abuela había sido generosa al dejarme la casa y algo de dinero que tenía ahorrado, pese a su poca estabilidad económica. Entonces esta era mi mejor opción, aunque me alejaría de mi única familia, ellos, mis amigos. Esos que habían estado durante tanto tiempo ayudándome.
...❁Una parte de mí…...
Ha pasado una semana desde que iniciamos la búsqueda del local donde estará nuestro pequeño negocio familiar. Lucas estaba muy agotado y ya se había quedado dormido.
Mañana comienzan las clases y es bueno que descanse. Por mi parte, estoy terminando de hacer cuentas por qué no tengo mucho dinero disponible, y si no resuelvo esto pronto, no sé cómo haremos para sobrevivir.
Eso es algo que me preocupa, y tal vez demasiado. Ahora estamos solos y no permitiré jamás que le falte nada. Además, me conozco muy bien y sé que haría lo que fuera para que eso no sucediera.
Cuando somos madres solteras, no nos resulta fácil, y sé que eso es verdad porque para mí no lo ha sido. Puedo decir con firmeza que amamos tanto a nuestros hijos que hacemos hasta lo imposible para que no les falte nada, y mucho menos amor.
Aquí estoy en la puerta de su habitación, observándolo, mientras bebo un poco de vino, uno que no me cae nada mal en este momento de tensión. Sé que en unas horas será otro día, y espero poder concretar aquello que ha estado en mi mente desde el sábado… Pero ahora es hora de apagar las luces e irme a dormir.
❁Una parte de mí…
Amanece en Houston, y con este amanecer llega un nuevo día. Uno en el que tengo las pilas al 65% porque no dormí bien anoche debido a que pensé demasiado. Lucas ya está despierto y creo que su energía está al mil por ciento. Además, él ya está listo para su primer día de clases y yo aún estoy pensando si me levanto de la cama o no.
Definitivamente, mi hijo está creciendo; incluso se viste solo, y estoy completamente segura de que, si pudiera, se iría solo también.
Después de que mi hijo me sacó prácticamente de la cama a empujones, y de que yo literalmente me arrastrara hasta el baño, me paré frente al espejo y justo en ese momento recordé que hoy tengo una reunión. ¿Con el Sr.? ¡Demonios! No recuerdo su nombre. Mi memoria está fatal hoy; menos mal que lo guardé en mi iPhone (uno que me regalaron para mi cumpleaños el año pasado).
Aquel día que concreté la reunión con el arrendador, el señor me dijo que hoy a primera hora tenía que confirmar la cita, así que debía regresar a mi habitación para buscar el móvil, y cuando lo hice, Lucas estaba cruzado de brazos mirándome fijamente.
—Mami, ¡no quiero llegar tarde! —entrecerró sus ojos y se puso serio. Estaba muy molesto y eso se notaba a kilómetros.
—Y no lo haremos, hijo. —Le acaricié el rostro al decirle. Tranquilo, no tardaré, solo vine a buscar algo y regresaré al baño. ¿Puedo? —le pregunté.
—¡Está bien! Pero me quedaré aquí esperándote. —Se ha sentado en la cama. Le di un beso en la frente antes de tomar mi iPhone de la mesita que está junto a mi cama para regresar al baño. Al cerrar la puerta, entré en los contactos de mi móvil; bajé, bajé y bajé en la lista, pero no encontraba nada, hasta que por fin lo vi.
—¡Aquí está! —exclamé—. Me reuniré con el Sr. Augusto para lo del contrato del local.
Resulta que hemos conseguido un sitio para arrendar. Digo "hemos" porque mi hijo también participó en esto. Él me ayudó y el sábado fuimos juntos a verlo. Sé que no es la gran cosa, pero está bien para empezar.
Realmente estamos muy emocionados porque pronto podremos abrir nuestro nuevo negocio de venta de cupcakes. Es por eso que no podía olvidarme de esto. Envié el mensaje de confirmación y ahora sí estaba lista para arreglarme.
Me quité el pijama y me duché tan rápido que no creo haberme bañado como Dios manda. Salí del baño con mi bata de mine y mi hijo Lucas estaba mirando fijamente por la ventana. Caminé hasta el closet y saqué la ropa que me iba a poner.
—Mami, es bonito este lugar. ¿Crees que pueda jugar más tarde con mi pelota? —me ha dicho mientras hacía figuras en la ventana que estaba empañada con el rocío de la madrugada.
—Sí, mi vida, sabes que puedes hacerlo luego de hacer tus quehaceres. —Me peiné con una cola alta, me maquillé flash y estaba lista para irnos—. ¡Vamos! —le dije. Lo tomé de la mano y salimos hasta el auto.
...❁Una parte de mí…...
He dejado a Lucas en su nuevo colegio, y no sé quién lloraba más. Si lo hacía el bebé que tenía la señora que estaba a mi lado o lo hacía yo. Suspiré profundamente antes de subirme al auto. Estoy muy nerviosa, así que me da por hablar sola. Sé que suena raro, pero eso es algo que hago desde pequeña; incluso he grabado notas en mi móvil cuando no tengo tiempo de escribir lo que me sucede durante el día. Creo que así es más fácil para mí, luego solo lo transcribo y ya.
Amo escribir y no hay mejor ejercitación que llevar un diario para anotar absolutamente todo lo que me pasa durante el día.
Escribo desde pequeña, pero no de manera profesional; lo hago más como un hobby que como escritora.
Tengo estudios de mercadeo y me gradué con honores de la Universidad de Toronto. Por cierto, mi regalo de graduación fue un Audi último modelo, uno que me fue dado por mi padrino, a quien conozco poco o, mejor dicho: nada.
Seguro que mis amigos me odiarán cuando les cuente esto, o tal vez no, no lo sé. Aunque creo que sí, es más, quizá ni me hablen cuando les diga que antes de regresar a mi ciudad natal, Texas, lo vendí y al llegar aquí me compré uno más económico. La razón de esa locura fue todo lo que tenía en mente para hacer y nada de dinero para lograrlo. También lo hice con otras cosas que tenía. Algunas eran valiosas, otras eran un total fiasco, pero con la venta de todo eso, Lucas y yo hemos sobrevivido desde que me quedé sin trabajo en la universidad.
Pasaron las horas... Y la espera llegó a su fin...
Estoy tan feliz... que cuando se lo diga a Lucas, él se pondrá igual. Mi reunión fue excelente; mañana será la firma de mi contrato, el cual tendrá un año de duración. El arrendador me ha dicho que me dará las llaves el miércoles.
Me alegra saber que todo está pasando tan rápido; eso facilita las cosas para nosotros porque tenemos mucho por hacer. Apenas me entreguen las llaves, debemos comenzar a acondicionar el lugar para poder tener todo listo a tiempo. Lucas me dirá hoy el día exacto de su inauguración; eso me dijo esta mañana antes de dejarlo aquí en el colegio, justo donde estoy ahora, esperando su salida.
Me hizo mucha falta, no lo negaré, tal vez sea porque estoy muy acostumbrada a estar con él.
Por fin salió y estoy feliz por eso. Viene caminando de la mano de una de las maestras. Está a punto de subirse al auto; realmente se ve tan adorable con su mochila.
Lo veo y quiero comérmelo a besos.
Él ya es todo un hombrecito, pero se ve tan tierno despidiéndose de sus compañeros. ¡Amo a mi hijo! Y jamás me arrepentiré de haber tomado la decisión de traerlo al mundo.
Junto a la cola de autos hay unas patrulleras que ayudan a agilizar la subida de los más pequeños a los autos. Abrí la puerta del copiloto para que se subiera.
—Hola, mami —me ha dicho, y me ha dado un beso y un abrazo, antes de pasar de mi asiento al suyo en la parte de atrás.
—Hola, mi amor. —le respondí antes de atosigarlo con mis preguntas—. ¿Cómo estuvo tu primer día? ¿Te gustó? ¿Te hice falta? Perdón, hijo, te hago mil preguntas y aún no te doy ni un beso. —Mientras le decía todo esto, salí de la fila de autos y me dirigí a la avenida. Él solo sonreía y jugaba con mi cabello—. Hijo, me hiciste mucha falta. Siéntate para que te coloques el cinturón y me puedas contar todo con más calma. Discúlpame por hacerte tantas preguntas. — Sé que lo había atosigado. Es que realmente me hizo mucha falta. Quizá yo no sé cómo expresar la falta que me hizo.
—Mami, tengo… —abrió su mano derecha y tomó uno a uno sus dedos con la otra—. Déjame contarlos: uno, dos… creo que son como cinco amiguitos nuevos y dos amiguitas, en total son siete. —Me enseñó sus manos y sus dedos formaban un siete—. Dos maestras, muchos colores, juguetes y además hay un gran parque infantil. —Estaba emocionado; la voz lo delataba—. También dormimos la siesta, aunque realmente no tenía sueño, pero dijo la maestra que debíamos dormir, entonces cerré mis ojos y luego no sé qué pasó porque me desperté y ya era la hora de salir. — Estaba tan feliz que a mí se me escapó una lágrima mientras lo escuchaba.
Le hacía falta compartir con personas de su edad; creo que ya era suficiente de tanto adulto.
—Mi vida, me alegra saber que te gusta el colegio. —Lo miré por el retrovisor—. ¿Qué te parece si vamos a almorzar a un restaurante? Así celebramos que todo nos ha salido bien hoy. —Volví a mirar por el retrovisor y él bailaba sentado de la emoción.
Me ha respondido con un movimiento de su cabeza.
Aprovecharé que estamos juntos para ir a comprar algunas cosas que necesito a la tienda por departamentos.
...❁Una parte de mí…...
El día había sido agotador para ambos, así que dejaría las compras grandes para el fin de semana. Por fin llegamos a casa; él se fue a duchar y yo preparé algo ligero para cenar, pero primero saqué del auto algunas cosas que había comprado para la casa y otras que eran para el nuevo local. Las coloqué en el garaje y solo dejé en la maleta lo que necesitaba para limpiar. Espero poder hacer eso el miércoles para luego pintar.
Realmente, mis días son cortos de tiempo debido al horario de Lucas y a las demás diligencias que tengo que hacer: el registro, los permisos, la publicidad, el logo y mil cosas más que serán necesarias para emprender esta nueva etapa de nuestras vidas, pero tengo entusiasmo y mucha fe.
Apenas tengo 23 años recién cumplidos; sé que soy joven para ser madre, pero así es como sucedió. Además, hay que seguir adelante y, aunque a veces me agobio un poco, cuando lo veo todo eso desaparece.
Me duché rápidamente para que pudiéramos cenar y, mientras lo hacíamos, hablamos de lo más importante del día: ¡El colegio! Realmente sé cuándo algo lo cautiva porque me habla de ello durante días; hoy ha sido durante horas, pero está bien, porque verlo feliz me hace feliz a mí.
—Mami, ahora cuéntame sobre tu día, aunque aún tengo como tres cosas que contarte. José le dijo a Carlos que su mochila estaba fea y él se enfadó. Maite se molestó conmigo porque me reí de su dibujo, pero la maestra nos explicó que debíamos respetar al otro. — ¿Cómo hago para preguntarle o contarle algo? Sí está fascinado hablando de lo suyo, mientras yo solo lo escucho y sonrío.
—Tranquilo, hijo, luego tendremos tiempo para hablar de lo demás. Lo importante es que tú estés feliz y que además tengas el estómago lleno. — Le di un beso en la frente antes de recoger todo, pero él me abrazó por las piernas y me llevó al sofá.
—Se llamará Sweet Mile & Lucas —me ha dicho ese nombre.
—Mi amor, ¿a qué te refieres? —Me senté y él se sentó en mis piernas.
—Nuestra pastelería, mami, tendrá nuestros nombres. —Me regaló una sonrisa—. Ya regreso—. Me dijo—. Espera aquí. —Se bajó de mis piernas y se fue corriendo a su habitación. Al regresar, traía algo en sus manos y lo escondió en su espalda para que yo no lo viera; quería darme una sorpresa.
—¿Qué tienes ahí? —pregunté y él se sentó nuevamente en mis piernas y me lo entregó.
—No lo hice solo; realmente me ayudó la maestra. Como aún no sé escribir, ella me dijo que tenía recortes y me dio las letras; entonces las pegué lo mejor que pude, pero el dibujo sí lo hice yo. ¿Te gusta? —Luego de todos sus gestos y de enseñarme su gran obra de arte, se me empezaron a salir las lágrimas.
—¡Claro que sí, hijo! —exclamé—. No solo me gusta, también me fascina, sobre todo porque está hecho por ti. Además, ¡el nombre me encantó! —Mis lágrimas fluían por mis mejillas, pero esta vez eran de felicidad—. Gracias, hijo, eres mi mayor bendición. —Lo abracé y le di un beso, mientras sostenía su dibujo con cuidado para no dañarlo. Era hora de descansar, entonces lo llevé a la habitación, una que, por cierto, era mía cuando vivía con la abuela. —Suspiré ante ese recuerdo—. Le leí nuestro cuento habitual, y antes de apagar la luz me ha dicho la fecha. Es increíble cómo tiene presente cada cosa que me promete.
—¡En un mes, mami! Tendremos la gran fiesta de Sweet Mile & Lucas —. Volví a suspirar; la razón de aquel suspiro es que solo tendré un mes, ni más ni menos, para tener todo listo.
—Está bien, hijo, así será —le dije sonriendo—. Deseo poder cumplir tu fecha, una que esperaba todo el día. ¡Te amo! Que tengas una feliz noche —me despedí para luego apagar la luz y salir de la habitación rumbo a la mía.
Al entrar me acosté a pensar, pero en cuestión de segundos, me dormí.
...❁Una parte de mí…...
Los días pasaron rápido, aunque a veces pienso que es, al contrario. Por fin llegó el día de la inauguración de nuestra pastelería; debo decir que estoy muy feliz por nuestro logro. Fueron días de mil cosas por hacer, pero gracias a Dios y a Lucas, todo salió como lo esperábamos. Aunque aplazamos la fecha de apertura por cinco días. Nos fue imposible hacerlo antes porque hubo un retraso en la entrega de nuestro logo, uno que iba en la puerta, y eso era algo que no nos podía faltar.
Aquí estamos parados frente a nuestro local, tomados de la mano. Mirando nuestra mini pastelería: Sweet Mile & Lucas, además estamos completamente solos porque no teníamos a nadie para invitar a la inauguración. Aunque no negaré que deseaba escribirle a él para contarle todo, pero era mejor que no; es que ni a Sara le he dicho nada. Quizá porque sé que me atosigará a punta de llamadas o mensajes cuando se entere, pero qué más da, ya está hecho.
Luego les contaré todo esto.
Pusimos la cinta y trajimos al cura de la iglesia para su bendición. Compramos refresco para brindar, de ese que parece vino.
Debo confesar que no soy experta en esto y tuve que revisar por internet para comprar el mejor, incluso para hacer todo esto. Según lo que decía en los videos que vi, al parecer todo me había quedado bien. Ahora procederemos a cortar juntos el gran lazo que estaba en la puerta para poder entrar.
—Creo que lo hicimos al revés —le dije a Lucas mientras sonreía. No sé si lo hecho estuvo mal, pero lo hicimos juntos y eso es lo que importa.
Al entrar y ver cómo nos había quedado todo, respiramos profundo. Se veía realmente bello, ni hablar de la decoración, el mobiliario, los colores; todo estaba tal cual lo habíamos imaginado, aunque no había nadie a nuestro alrededor más que el cura. Nosotros dos y un perro en la mitad de la calle.
Estábamos felices porque nuestro sueño se había hecho realidad. Volteamos el cartel de la puerta que decía "Cerrado" a "Abierto". Y así iniciamos este sueño, una mañana de enero del año 2017.
Este día fue fugaz, realmente pasó rápido. Hoy es viernes, día de colegio de Lucas, aunque por la inauguración no fue a clases.
Al cerrar, hemos regresado a casa; eran más o menos las 8:00 p. m. El pobre está muy cansado, tanto que hoy no se bañó, pero está bien, ya lo hará mañana.
Lucas se acostó y se quedó dormido tan rápido que no alcancé ni a leerle su cuento; entonces apagué la luz y salí de su habitación para poder cuadrar mis cuentas, porque necesitaba saber cómo nos había ido en nuestro primer día en la pastelería.
Estoy muy cansada y deseo relajarme, entonces me quité los zapatos y me senté en el sofá un rato. Como de costumbre, me había quedado dormida por unos segundos o minutos. Eso no lo sé con certeza. Lo que sí sé es que me desperté exaltada. No había pasado nada malo, solo acababa de tener un sueño, uno quizás algo extraño.
Me he soñado que estábamos Lucas y yo juntos, pero había un hombre de rodillas pidiéndome matrimonio. No le vi el rostro, solo sé que se veía alto y algo musculoso; realmente no recuerdo más nada. Me da rabia que fuera solo un sueño, aunque sé que eso no pasará nunca, porque nadie me pedirá matrimonio, y menos con un hijo en mi historial. En ese momento coloqué mi cabeza hacia atrás y se me vino a la mente la única persona que sé que estaría dispuesta a casarse conmigo, pero esa historia es para otro momento porque ahora debo sacar cuentas y escribir como siempre en mi diario personal, donde plasmo todo lo que me sucede casi a diario.
...❁Una parte de mí…...
...Capítulo 3...
...El cliente es un imbécil....
Sábado, 4:30 a. m. Sé que es muy temprano, pero debía levantarme a esta hora; tengo mucho por hacer antes de irme a la pastelería. Estoy bastante cansada porque anoche me dormí casi que a las 12:00 a. m. y realmente no descansé nada. Aunque el cuadre de las ventas fue bastante rápido, la pensadera fue la causante de mi trasnocho.
...❁Una parte de mí…...
Creo que me estoy estirando más de lo normal; incluso he bostezado como diez veces desde que me desperté, entonces es necesario ir primero a la cocina por una taza de café. Odio esta bendita hora.
He suspirado profundamente y sé que es él el único culpable de esto y de otras cosas más que me han estado pasando últimamente. Ahora me da por sonreír cada vez que recuerdo ciertos momentos vividos a su lado. ¿Será que lo extraño? Yo sé que sí; la realidad es que me muero por escribirle, además, deseo ver sus estados, pero me he cohibido porque no quiero darle esperanzas.
Me bebí mi taza de café sentada en la encimera y, sin hacer mucho ruido, me comí unas galletas "María"; así se les llama en algunos países, pero aquí las conocemos como "Marie Biscuit". Soy adicta a estas galletas.
Yo soy de las que disfruta de tomar un buen té o una taza de café junto con estas galletas.
Me lavé la cara con agua fría después de disfrutar de mi pre-desayuno, uno que me trae recuerdos de él.
Llegué hasta la habitación de Lucas, me asomé y me di cuenta de que aún dormía, y no es para menos. Ayer fue un día agotador y además hoy es su día de descanso; aunque me duele despertarlo, él debe estar conmigo. Lo miré por unos segundos más antes de cerrar la puerta para regresar a mi habitación.
Lo dejaré dormir un poco y en un rato lo despertaré para irnos.
...❁Una parte de mí…...
Estamos en la pastelería desde las 6:30 a.m., pero aún no hemos abierto porque estoy terminando de hornear mis cupcakes de arándanos, chocolate y naranja. Ellos son los responsables de este emprendimiento y además los famosos del cumpleaños de Lucas.
—Mami, huelen delicioso, ¿tú crees que pueda probar uno de cada uno? —me ha dicho sonriendo. Sus ojos le brillaban de la emoción.
—Claro, mi vida, haremos dos más para que los probemos. —Le guiñé mi ojo derecho—. Porque necesitamos control de calidad, y nada mejor que nosotros para eso. —Le sonreí de vuelta, mientras seguía batiendo la mezcla de los cupcakes.
...❁ Una parte de mí…...
Son las 8:30 a. m., ya llevamos dos horas aquí. Además, he terminado con los cupcakes y está todo listo para comenzar nuestra mañana.
Debo cambiar el horario de apertura. Realmente me gustaría poder abrir antes de las ocho. Ojalá algún día pueda hacerlo, quizá cuando tenga personal.
Ya es hora de la apertura, entonces miro a Lucas, y justo en ese momento le hago una señal con la mano derecha para que voltee el letrero. Suspiré profundo.
Iniciamos un nuevo día en nuestra pequeña pastelería...
Acomodaba algo en la vitrina cuando, por arte de magia, entró nuestro primer cliente del día.
Es un hombre alto. Realmente me impacté al verlo porque me pareció que lo había visto antes, incluso pensé que era el hombre de mis sueños, pero no, eso es algo imposible; además, parece alguien importante. Y alguien, así como él, no se fijaría en mí nunca. De eso estoy completamente segura.
Aquel hombre caminaba a lo largo de la pastelería, mientras yo pensaba en tonterías. Él estaba hablando por su móvil y a su vez lo estaba observando todo.
Lo observo, y me siento intranquila; necesito ir a la cocina y él camina con tranquilidad por la pastelería con una mano en el bolsillo de su pantalón y la otra en la oreja. El móvil hacía juego con su corbata. Sonreí de medio lado.
Estaba tan entretenido que nunca me dijo "Buenos días" y tampoco me respondió al saludo de bienvenida que le dije cuando entró por la puerta. Parece un robot o un ser sin corazón. —Pensé.
5 minutos después...
Seguía haciendo lo mismo mientras yo sigo esperando a que él deje de hablar para poder moverme de la barra.
Creo que me impacienta la gente que entra hablando a un lugar donde espera ser atendido. Ese es el caso de mi único cliente en este momento.
Debo ir a revisar algo en el horno y él no ha dejado de hablar por su teléfono móvil. Pasados unos minutos, su oreja se quedó por fin sola, pero lamentablemente yo me había ido a la cocina, entonces ahora era él quien debía esperar. Lucas está conmigo porque no me gusta dejarlo solo. Terminé lo más rápido que pude y salí para atenderlo. Ahora sí estaba desesperado por que yo lo atendiera.
Es una persona cómoda y con poca educación. Ya había tocado dos veces la campana antes de que yo saliera, y salí, pero al estar frente a él, de nuevo se ha puesto a hablar por su móvil.
Se nota que es alguien muy ocupado.
Mientras habla, me señala con las manos lo que quiere. Ni siquiera me mira. Entonces, sin decir nada, le preparé su pedido y se lo entregué. Me ha pagado y se ha marchado sin mirar ni una sola vez en mi dirección; tampoco me dio las gracias, eso solo confirma lo maleducado que es. Además, se llevó lo que compró sin siquiera mirarlo.
Parecía un ser automático o algo así.
—¡Millonarios, al fin! —exclamé ante la mirada de mi hijo y, como siempre, me encogí de hombros y continué haciendo aquello que hacía, quizá porque sé que hay cosas que no tienen arreglo en la vida.
Lucas se dio cuenta de que esto me había afectado y me abrazó por las piernas. Entonces lo cargué para abrazarlo y le di besos en la mejilla derecha para luego colocar mi frente en la suya.
—Estoy bien, quédate tranquilo, mi vida, solo me incomodó que nuestro primer cliente fuera tan insensible, eso es todo; además, jamás lo volveremos a ver. —Aunque realmente sí deseo verlo, porque no es para nada feo. Mile, Mile… ¡Mile! —exclamé… Debía regañarme porque no era momento de estar pensando en nadie y menos en alguien que es tan odioso y pedante como él.
—¡Te quiero, mami! —me ha dicho jugando con las tiras de mi delantal.
—¡Yo te quiero más! —le dije, dándole un beso en la frente.
...❁Una parte de mí…...
El día ha pasado muy rápido; además, hoy hemos tenido más movimiento que ayer. Ya son las 19 horas y estoy a punto de cerrar cuando la puerta se abre una vez más. Al mirar en esa dirección, me di cuenta de que era él nuevamente. Es increíble porque está haciendo exactamente lo mismo que esta mañana. Entonces suspiré profundamente en señal de cansancio y, aun así, él no me miró. Se acercó al mostrador y simplemente hizo su pedido; de nuevo se lo entregué sin que él me dirigiera la palabra y se marchó.
Apenas salió de la pastelería, cerramos y nos fuimos a casa. Al llegar, hice algunas cosas pendientes antes de cenar y nos acostamos en la cama de Lucas para poder leer nuestro cuento antes de dormir.
—Esta será nuestra rutina diaria, hijo —le dije acariciando su rostro.
—Ok, mami, pero yo sé que seremos felices, ¿verdad? —me ha preguntado con sus ojitos inocentes mientras le terminaba de leer nuestro cuento.
—Claro que sí, hijo, lo seremos. —Le di un beso y apagué la luz antes de irme a dormir porque realmente estaba agotada.
Un mes después…
Ha pasado un mes y aquel hombre hace lo mismo todos los días. Entra hablando por su móvil, para luego pedir lo que desea señalando con los dedos y, luego de entregarle su compra, se marcha sin siquiera pestañear. Ya ni me molesta, la verdad es que me da igual, quizá porque me di cuenta de que no iba a cambiar.
El negocio ha prosperado; incluso tengo a una persona trabajando conmigo, la cual empezó hoy. Esa fue una buena decisión; además, necesitaba ayuda en el mostrador.
Ahora podré hacer más cosas para ofrecer en la pastelería porque tengo a alguien encargado de la atención de los clientes.
...❁Una parte de mí…...
Lucas está tan feliz como yo; lo veo jugar en la oficina mientras yo trabajo y me doy cuenta de que realmente le gusta estar aquí, al igual que a mí.
Este lugar es nuestro sueño hecho realidad y me siento satisfecha al ver que cada día es mejor que el anterior. Además, él está disfrutando de esta nueva vida que hemos construido para nosotros dos y yo me siento complacida de que eso sea así.
La única molestia es ese hombre y lo que me provoca. Siento indignación al ver que le gustan mis dulces, pero no es capaz de agradecerme cuando lo atiendo y mucho menos de mirarme.
Gracias a Dios, ahora es Camile quien lo atiende y no yo, pero lo veo llegar e irse por el vidrio ahumado de la oficina y tiene la misma actitud con ella. He tratado de que esto no me afecte por Lucas, pero es algo imposible de evitar.
Sé que él está triste de ver el efecto que esto tiene en mí, quizá porque los hijos notan todo lo que nos pasa y más.
...Un año después......
Después de una Navidad bastante movida debido a las fiestas, nos tomamos dos días de descanso porque estábamos agotados. Gracias a Dios tuvimos muchos pedidos. Fue nuestra primera Navidad en casa de la abuela, bueno, en nuestra casa, porque desde hace tres meses que firmé los documentos de propiedad.
La abuela solía decorar toda la parte del frente y yo siempre la ayudaba; esta vez ha sido diferente: yo tuve la iniciativa y Lucas me ayudó.
...❁Una parte de mí…...
Hoy, 29 de enero, es nuestro primer aniversario. Parece mentira que haya pasado tanto tiempo. Creo que este primer año lo celebraremos en la misma pastelería porque realmente no tenemos mucho tiempo. Aunque ahora tengo más empleados, también es verdad que tenemos más trabajo. Algo que agradezco; incluso Lucas y yo estamos viviendo mejor. Pude comprarle cada una de las cosas que había pedido en aquella lista y las acomodamos juntos estos dos días que tuvimos libres. Él estaba feliz porque por fin tenía todo lo que había deseado. Aunque la última petición no se la pude cumplir, tener un padre para su cumpleaños.
...❁Una parte de mí…...
Estoy muy emocionada porque desde hace 4 meses, Sweet Mile & Lucas ha sido contratada para eventos importantes. Ahora llevamos mis cupcakes, pasteles, dulces, canapés y tapas, entre otras cosas, a reuniones familiares, eventos empresariales y a donde nos digan que necesitan de nuestros servicios. Realmente estoy exhausta, pero feliz.
Camile, Marcos y los demás chicos recibieron un bono de mi parte porque no los pude llevar a celebrar. Me sentí algo mal por ponerlos a trabajar tanto, pero los recompensé bien y ellos estaban satisfechos y yo feliz de verlos sonreír. Tuvimos días en los que no teníamos tiempo ni para respirar. Pero cada sacrificio ha valido la pena, no solo para mí, sino también para los chicos que día a día trabajan junto a nosotros.
...❁Una parte de mí…...
Llegamos a casa después de un día de trabajo fuera de la pastelería. Lucas estaba muy cansado y yo me sentía agotada.
—Mami, tenías razón. —Me ha dicho, dejando su mochila sobre el sofá.
—¿En qué tenía razón mi vida? —le pregunté mientras encendía las luces de la cocina.
—¿Recuerdas que me dijiste que hiciera las actividades del colegio en la pastelería porque no me daría tiempo de hacerlas en la casa? —sonreía mientras me lo preguntaba.
—Ya lo recuerdo, gracias a Dios que me hiciste caso. Mira la hora en la que estamos llegando a casa hoy. —Le dije. Le devolví una sonrisa.
Amo a mi hijo y verlo crecer es maravilloso.
—Sí, mami, gracias a Dios. —Él se fue a su habitación y yo a la mía. Me duché antes de cenar, luego leímos el cuento y él se ha quedado dormido en lo que terminé de leerle la última frase de ese capítulo.
Me quedé un momento más a su lado y lo observé mientras dormía; se veía tan tranquilo y relajado. Sé que no la ha tenido fácil últimamente debido al ritmo de trabajo que hemos llevado, pero ambos sabíamos que sería así.
Necesito solucionar esto; realmente debo conseguir a alguien que me ayude en casa para que Lucas se pueda quedar.
Su último cumpleaños lo celebramos en cama hace tres meses porque estaba enfermo. Espero poder hacerle una fiesta este año como él se merece. Aunque le di mucho amor, sé que le hizo falta reunirse con sus tíos, sus amigos y sus compañeros del colegio.
Antes de levantarme de su lado, suspiré profundamente. Le di un beso en la frente y salí de su habitación. Caminé hasta la cocina porque tenía sed y necesitaba un vaso de agua. Miré el sofá; adoro acostarme en este lugar luego de llegar a casa, pero deseaba irme a dormir. Hoy quería mi cama más que nunca. Realmente estaba agotada física y mentalmente.
Mi amiga Sara había estado escribiéndome todo el día, pero no le respondí por lo ocupada que estaba. Seguramente está molesta porque la dejé en visto.
Hoy fue un día lleno de mucho trabajo; tuvimos tanto que hacer que creo que ni siquiera almorcé, quizá por eso tenía tanta hambre.
Veamos, Sara, qué ha pasado y por qué me dejaste tantos mensajes…
Me acosté en la cama a revisar uno a uno sus mensajes…
Espero no quedarme dormida.
Sara me contaba en los mensajes lo triste que se sentía porque Lucas y yo le hacemos mucha falta. Me ha dicho también que se muere por venir a vernos y yo por contarle todo lo que ha sucedido desde que llegamos aquí.
Le respondí todos y cada uno de los mensajes; aunque esta vez no hemos coincidido en la hora para chatear, sé que ella en lo que pueda los leerá.
He estado a punto de quedarme dormida con el móvil en la mano, pero antes de que eso sucediera, lo he puesto a un lado de la almohada.
...❁Una parte de mí…...
Download MangaToon APP on App Store and Google Play