Cristina se retiró temprano de su lugar de trabajo, aún se encontraba recuperándose de sus problemas de salud, pero en el restaurante donde trabajaba como chefs se sentía a gusto y en ese momento era lo que más necesitaba, ya que su enfermedad tenía mucho que ver con su estado de ánimo.
Debía recorrer un largo tramo de la autopista para ir desde el restaurante hasta su lugar de residencia, pero la ciudad capital era muy hermosa y aún conservaba algo de su antigua belleza, su arquitectura vanguardista y áreas verdes era impactante, aunque nada se comparaba con la vista de la enorme montaña que rodeaba el valle donde fue erigida esta vibrante ciudad y eso la bendecía con un clima agradable a pesar de que se trataba
de un país tropical, en décadas recientes fue la ciudad más importante de la región, pero ahora se había
vuelto muy insegura, debido a la mala gestión de los Gobernantes, en especial del presidente del país, Carmelo Carmona, por suerte para Cristina vivía en una urbanización de clase media alta en la zona este dónde principalmente residían personas de la tercera edad y se encontraba aislada de los disturbios que con frecuencia ocurrían a lo largo de la geografía nacional.
A pesar de su peculiar forma de ser y de vestir, Cristina era muy apreciada por la mayoría de sus vecinos, ella era una persona muy generosa y amable, cuándo las personas se tomaban el tiempo de conocerla, y
obviar su aspecto personal, llegaban a estimarla, incluso la presidenta de la junta de condominio, una mujer muy religiosa que el día que la conoció por primera vez no paraba de hacer la señal de la cruz en múltiples ocasiones, ahora siempre estaba al pendiente de la excéntrica chica, que vivía en compañía de su tres empleados porque no tenía familiares cercanos.
Cristina era una hermosa pelirroja de 26 años de edad, amaba la cultura gótica y el heavy metal, desde que tenía 14 años de edad vestía según ese estilo de moda y por eso muchas personas eran muy prejuiciosos cuándo la conocían, actualmente se encontraba enfrentando una mala etapa de su vida porque cometió el error de casarse con Gustavo un hombre que no la quería, y al cual ella tampoco amaba, pero pensaba que dada la gran amistad y cariño que compartían desde niños sería suficiente para vivir en armonía los dos, sin embargo, nada más lejos de la realidad desde el primer día todo fue un desastre, estaba llena de amargura y se sentía desgastada por su situación, finalmente debía admitir que sufría de depresión y necesitaba ayuda porque internamente se sentía muerta.
La chica conducía su auto, un Volkswagen color negro modelo beetle el cual era tan llamativo como su dueña, Cristina venía pensativa mientras escuchaba a una de sus bandas favoritas y admiraba el paisaje de la urbanización, con su gran extensión de áreas verdes y eso era algo que siempre le gustó, aunque el país estaba viviendo una de sus peores crisis económica por lo menos ellos aquí vivían en su propio mundo.
Cristina llegó a su lugar de residencia, una casa de dos pisos amplios ventanales de color blanco con un estilo arquitectónico moderno, utilizó su control para abrir la puerta del estacionamiento, sin embargo, no estaba preparada para la visión que se mostraba frente a ella, el vehículo de su flamante esposo Gustavo se encontraba estacionado, eso la sorprendió porque se suponía que regresaría de Miami donde se encontraba trabajando en un par de semanas, se alteró porque aún no se sentía preparada para encontrarse con él, acababa de comenzar con sus terapias y todavía no era lo suficientemente fuerte cómo para enfrentarlo sola, marcó un número de teléfono en su celular y la persona al otro lado le respondió de inmediato.
-¿Cristina ocurre algo? -Dijo la voz al otro lado de la línea.
-Dr. Sánchez Gustavo se encuentra en mi casa – Respondió Cristina con la voz entrecortada.
-No te preocupes Cristina y no vayas a discutir con él, espérame que ya voy en camino para apoyarte – le dijo la persona al otro lado de la línea.
Aunque temerosa, ella se miró en el espejo retrovisor de su auto, retocó su maquillaje porque no quería que se le notaran sus ojeras, ese día vestía de forma muy sencilla porque venía de su lugar de trabajo, solo llevaba puesto un pantalón de mezclilla color negro y una franelilla de tirantes del mismo color, aunque sentía un poco de ansiedad, creyó que estaba lista y se dio ánimo, finalmente descendió del auto, cerró la puerta y entró en la casa, el sonido de sus zapatos de tacón resonaban por todo el espacioso lugar.
Cristina no lo esperaba porque le dijeron que regresaría dentro de quince días y debido a ello le dio el día libre a sus empleados, después de todo lo ocurrido no quería volver a verlo ni hablar con él, mucho menos estar a solas con Gustavo porque le tenía mucho miedo, comenzó a buscarlo dentro de la casa y oyó ruidos en el área de comedor así que se dirigió a ese lugar, sus pasos eran pesados, pero firmes a la vez hoy debía terminar con lo que nunca debió haber empezado en primer lugar.
Al entrar al sitio se sorprendió porque observó que la mesa estaba servida con muchos platos, la mayoría de ellos no eran de su gusto sino el de Gustavo, pero cuando se fijó en el postre se sintió más enojada aún de lo que estaba porque entendió que la decisión que había tomado era la correcta y eso le dio el valor que aún le faltaba para confrontarlo.
-¿Es en serio Gustavo? - Le dijo señalando el postre con una expresión de frustración.
Gustavo se dio cuenta de que ella había llegado hace un par de minutos, su peculiar vehículo hacía un ruido muy característico, no entendía por qué le dio el día libre al personal, la casa era muy grande para que ella sola hiciera el mantenimiento, tenían cuatro meses sin verse desde que Industrias Alcalá lo nombró gerente de la sede de Miami y debía permanecer una larga temporadas en esa ciudad, debido a problemas en la empresa por un decreto presidencial tuvo que volver al país antes de lo esperado.
Siempre que veía a Cristina le ocurría lo mismo, quería que ella se vistiera de manera más convencional,
era muy hermosa solo que su look gótico llamaba demasiado la atención y eso lo avergonzaba, había perdido mucho peso con respecto a la última vez que la vio, la forma en que iba vestida ese día la favorecía mucho independiente de su look gótico y como hombre debía admitir que la deseaba, sin embargo, cuando observó el tatuaje en su hombro izquierdo tuvo que hacer la vista a un lado porque no entendía por qué su piel tan blanca y
delicada debía cubrirla con esas imágenes y menos con el significado que ese tatuaje tenía.
Gustavo la miró detenidamente y aunque vestía su mismo look de siempre, había algo diferente que no podía descifrar de que se trataba, por primera vez desde que se casaron tenía la intención de resolver sus diferencias,
pero algo en su interior le decía que era tarde, que la había perdido y él no estaba dispuesto, no ahora que él y Grecia habían terminado definitivamente.
-¡!!!! Tenemos cuatro meses sin vernos y así es como me recibes Cristina!!!!! – Le respondió molesto.
Estuvo por horas planificando esta sorpresa, en especial fue difícil conseguir la condenada tarta de kiwi porque en este momento con el país en crisis ese tipo de frutas ya no la importaban y era difícil comprar ese postre.
-¿Qué esperabas Gustavo, cuándo al parecer quieres quedarte viudo? – Le dijo Cristina señalando el postre.
-!!! ¡Pero de que hablas Cristina, si desde niña siempre ha sido esa estúpida tarta, tu postre favorito, solo quise complacerte!!!!
Cristina lo miró y estaba a punto de llorar, pero necesitaba
calmarse no iba a mostrarse débil ante él, Gustavo notó el dolor reflejado en la
mirada de ella, no podía siquiera imaginar cuánto le dolía, aunque no lo
amaba le tenía un profundo cariño, pero Gustavo con sus acciones acabó con cualquier
tipo de sentimiento que ella pudiera sentir hacia él.
-Gustavo tan poco te importo que olvidaste que ya no
puedo comerla – Le dijo con un hilo de voz mientras la lágrimas que estaba conteniendo
comenzaron a salir.
Gustavo cambió su expresión y se dio cuenta de la
estupidez que acababa de hacer, era verdad lo que ella le acababa de decir durante
todos estos años de matrimonio descuidó tanto a Cristina que se olvidó que ahora
era alérgica al kiwi la fruta que tenía la tarta que compró para sorprenderla y
que desde niña era su postre favorito y él tenía responsabilidad en lo que le ocurrió para que ella nunca más pudiera comerla.
-Discúlpame por olvidarlo Criss – Le dijo en un tono de
voz avergonzado.
Gustavo intentó acortar la distancia entre ellos y
abrazarla, se sentía todo un imbécil cómo podía olvidar ese detalle, Cristina tenía
razón en estar dolida, pero si ella le daba la oportunidad él estaba dispuesto
a compensarla por todos estos años de abuso y abandono, la quería mucho solo
que nunca pudo amarla cómo se merecía.
-Gustavo no sigamos más con esto por favor quiero el
divorcio -Cristina halló el valor que necesitaba para decirle lo que quería y
era que saliera definitivamente de su vida.
-Criss sé que estás muy ofendida, por todo lo que ha ocurrido, escúchame terminé con Grecia, te lo juro, ahora si se acabó y voy a cambiar,
prometo no interferir más en tu carrera de artista y te voy a apoyar, voy a ser tu
mayor fan, aunque no me gusta el heavy metal, no voy a criticar tu manera de vestir,
pero por favor Criss vamos a intentarlo esta vez de verdad.
-Gustavo todas tus promesas son una gran mentira, nunca
has creído en mí y te has convertido en un gran obstáculo en mi carrera,
sientes vergüenza de mi aspecto personal pero lo peor es que tú la amas y no tengo problema con ello, porque en el corazón no se manda, pero déjame ser libre
Gustavo por favor.
-Criss te lo juro esta vez si voy a cambiar, ya Grecia no
va a estar en nuestras vidas, eso se acabó para siempre.
Habló Gustavo tratando de acercarse a Cristina, pero veía que mientras más intentaba llegar hasta Cristina, ella más se alejaba de él,
era diferente esta vez y lo sabía.
-Gustavo por el gran afecto que hemos sentido el uno por
el otro desde niños, necesito ser libre por favor.
Dijo Cristina llorando y esa visión de ella tan desesperada lo horrorizó
porque ella no era una persona de expresar sus emociones, se cuestionó si tal
vez ella tenía razón y se sentía como un ave a la cuál le cortan las alas y él era responsable debido a su egoísmo de obligarla a permanecer en un matrimonio en el cuál ninguno
de los dos se amaba.
-¡!!!Claro!!!! te quieres divorciar por ÉL pero no te lo voy a hacer tan fácil Cristina - Respondió Gustavo con ira siempre que pensaba en Leo se llenaba de ira, no iba a perder frente a ese imbécil.
-No es por Él, Gustavo y lo sabes debemos admitir que nos
estamos haciendo mucho daño los dos.
-Así que finalmente vas a admitir que lo quieres – Le dijo
Gustavo con sarcasmo – Dilo, dilo, dilo di la verdad por una maldita vez Cristina.
Cristina se sentía cansada de reprimir lo que quería gritarle al mundo, al fin y al cabo, hoy se acababa este desgraciado matrimonio
porque o se divorciaba o era capaz de acabar con su propia vida, Gustavo y
Grecia la llevaron a ese punto de desesperación.
-No lo quiero Gustavo yo LO AMO – Le dijo Cristina en un
tono de voz fuerte para que no le quedara duda de lo que quería decirle.
- No eres mejor que yo Cristina eres una cínica tú tampoco
estabas involucrada en este matrimonio.
-Tienes razón Gustavo y es por eso que no voy a continuar
con esta farsa.
- Voy a ver como logras que me divorcie de ti Cristina
porque si yo no soy feliz tú tampoco lo vas a ser y menos al lado de él.
Le dijo con
resentimiento Gustavo porque no esperaba encontrar a Cristina con esa actitud, había
discutido con Grecia en Miami y terminaron su relación, estaba decidido a que esta vez fuera definitivo, por eso quería arreglar su deteriorado matrimonio, sólo que
nunca imaginó que Cristina ya no estuviera dispuesta a seguir casada con él.
Cristina tenía miedo de lo que vendría a continuación, Gustavo
perdía la paciencia con facilidad, pero estaba decidida, no pensaba desperdiciar
un minuto más de su vida ya había perdido mucho tiempo.
Entraron al comedor tres personas, el abogado de Cristina
el Dr. Sánchez acompañado por dos hombres corpulentos que daban la impresión de ser guardaespaldas, Gustavo se sorprendió porque al lugar pocos tenían acceso, sin
embargo, Cristina cambió la expresión al verlos llegar era como si los estaba esperando,
obviamente venían por petición de ella.
-Mucho gusto Sr. Fernández soy el Dr. Sánchez y estoy en representación
de la Sra. Cristina.
Gustavo comenzó a discutir con el abogado, sin embargo, se contenía
porque vio que esta persona venía preparada para su reacción y por eso trajo consigo a los
guardaespaldas, recibió una llamada y pensaba ignorarla porque Grecia lo llamó
innumerable cantidad de veces en el transcurso del día y no pensaba hablar con
ella hasta que se dio cuenta que se trataba de su padre y sabía que no podía ignorarlo.
-Ven a la casa de inmediato – Le dijo Gustavo padre en un
tono de voz muy molesto y que no daba pie a la discusión.
-Papá tengo una situación en este momento con Cristina,
dame tiempo – Respondió Gustavo.
Gustavo sentía temor hacia su padre porque era una
persona de carácter muy fuerte y si lo deseaba podía hacerle su vida muy
complicada por eso jamás se atrevía a retarlo.
-Precisamente por eso o vienes de inmediato a la casa o atente
a las consecuencias.
Gustavo se dio cuenta de que probablemente su padre tenía
conocimiento de toda la situación y que le pedía que se retirara porque Cristina tenía a su lado a un abogado.
-Bien ya voy en camino – Respondió con irritación.
-Esta conversación no ha terminado Cristina, y a usted Dr.
Sánchez está perdiendo su tiempo porque no estoy dispuesto a divorciarme.
-Eso lo discutiremos en tribunales Sr. Fernández, por ahora llévese sus cosas – Le entregó a Gustavo una orden de alejamiento y lo
dejó sorprendido porque el abogado de Cristina era muy eficiente
Salió muy molesto de la casa, pero cuando se fijo en unas
cajas que estaban colocadas cerca de su auto y que no estaban cuándo llegó a la
casa se dio cuenta de que eran sus objetos personales, los subió a su vehículo lleno
de mucha ira, lo dejaría pasar por ahora pero esto no se iba a quedar así y salió
rumbo a la casa de sus padres, no era tonto y era obvio que Cristina tomó su decisión
y necesitaba hacerla cambiar de parecer, pero tampoco podía contrariar a su papá y necesitaba ir a su encuentro tal vez en un par de días ella se calmaría y podrían
hablar y arreglar el conflicto, desde niños él siempre la manipulaba.
Gustavo no lo sabía, pero “Ahora que se iban a divorciar” finalmente se daría cuenta de que perdió a una gran
mujer la cuál no valoró debido a sus prejuicios y a no aceptarla tal cual ella era y negarse a ver que había más allá de la forma de vestir.
Cristina Martínez era producto de una infidelidad de su
padre Cristian Martínez con su secretaria Fernanda Duarte, durante sus primeros
cuatro años, vivió junto a su abusiva madre la cuál siempre la culpó de todos
sus problemas y aunque jamás la golpeó siempre le dijo muchas palabras llenas
del resentimiento.
Cristian no quería hacerse responsable por Cristina así
que únicamente le hacía llegar una cantidad miserable de dinero todos los meses la
cuál era insuficiente para cubrir todos los gastos y comprar el silencio de
Fernanda, obviamente se negaba a reconocerla y a darle su apellido como correspondía,
menos aún saldría a pasear con la niña o siquiera se la presentaría a sus padres,
Cristina ignoraba quién era su padre porque este negaba su existencia a pesar de que sabía que de hecho era su hija.
Fernanda tenía el mal hábito de fumar y desarrolló un enfisema pulmonar poco después
del nacimiento de Cristina, por dos largos años la mujer batalló con la enfermedad y en todo momento intentó que Cristian se hiciera responsable por su
hija porque los tratamientos no estaban funcionando, y, cuándo era evidente que
no superaría la enfermedad decidió ponerse en contacto con Saúl el padre de Cristian porque necesitaba que alguien se hiciera responsable de Cristina, siendo este el único acto de amor verdadero hacia su hija.
-Sr. Saúl una ex empleada llamada Fernanda Duarte dejó un
sobre para usted y dijo que era urgente.
-Seguramente es para pedir dinero no tengo tiempo para
eso en este momento.
El empleado que conocía la historia de esta mujer sintió compasión
por la pequeña, en otro momento no hubiera intervenido, pero cuándo vio a
Fernanda en horas de la mañana notó que estaba gravemente enferma y en la
empresa siempre hubo un rumor de que esta secretaria tuvo un romance con el
hijo del dueño además la niña que venía acompañándola era demasiado parecida a
la esposa del dueño.
-Disculpe el comentario Sr. Saúl, pero hace cuatro años
en la empresa hubo un rumor sobre su hijo y esa secretaria y ahora ella aparece
con una niña muy parecida a la señora Laura.
-Escuché sobre ese rumor, pero no pensé que Cristian
sería tan irresponsable, bien dame el sobre porque ahora si tengo curiosidad.
Saúl no tenía mayor interés en conocer a la niña porque
estaba muy enojado con su hijo debido a esa situación, era evidente que Fernanda se
había embarazado intencionalmente solamente para obtener dinero y era posible que estuviera fingiendo su enfermedad, pero dentro de la información que ella le proporcionó
estaban las copias de los informes médicos además que no pedía dinero solo quería
que alguien se hiciera responsable de Cristina porque a ella no le quedaba
mucho tiempo de vida.
El hombre estaba muy molesto y apenas llegó a su casa le
contó a su esposa Laura la historia y la reacción de ella era que debía ir a
conocer a la niña, sin embargo, seguía indeciso pero
presionado por su esposa decidió visitar a la mujer enferma, y al ver a Cristina supo de inmediato que esa niña era su
sangre, físicamente era exacta a su esposa tenía incluso su mismo color de ojos y color
de cabello, y, aunque exigió que se hiciera una prueba de ADN sabía que era su nieta,
además que de inmediato sintió un gran afecto por la niña que tenía evidencia
de no haber sido cuidada adecuadamente, pero en cuánto se enteró de que esta mujer tenía
dos años lidiando con una grave enfermedad entendió el motivo y sintió una
enorme ira con su hijo, porque siempre estuvo al tanto de la precaria situación
en la cual vivía su hija.
-¿Cómo te llamas pequeña? – Saúl se arrodilló y se puso
al nivel de la niña de tres años y era la viva imagen de su esposa.
-Cristina Señor- Respondió la niña con una voz angelical
-No me digas señor soy tu abuelo ¿puedes darme un abrazo?
– Saúl abrazo a la pequeña que se veía muy escuálida para tener tres años de
edad y lo rechazaba era evidente que la niña no tenía una buena calidad de vida.
Lo mismo le ocurrió a Laura desde la primera vez que la conoció
inmediatamente quiso hacerse responsable de la niña, aunque no le dijeran que
era su nieta era evidente su parentesco con ella, Saúl y Laura se reunieron con
su irresponsable hijo Cristian.
-Cristian ¿Cuándo te enseñé a ser un hombre tan cobarde e
irresponsable?
-Mamá esa mujer dice que esa niña es mi hija, pero yo no estoy
seguro.
Laura, aunque siempre consintió a su hijo se llenó de ira
por su cinismo y le dio una bofetada ante el asombro de los presentes, porque Laura
era una mujer de carácter apacible.
-Cristian no me avergüences más tengo una prueba de ADN
que confirma que es tu hija – Dijo Saúl muy molesto con su hijo.
-¿Cómo es posible Cristian que aún sabiendo que la madre
de la niña esta muriendo te atrevas a negarla? – Le dijo Laura que estaba
horrorizada por el cinismo de su hijo.
-¿Que quieren ustedes que haga? si reconozco a esa niña Roxana
va a estar furiosa.
-Me importa poco lo que sienta o deje de sentir Roxana,
ese es tu problema, pero ninguna nieta mía va estar en un orfanato porque eres
un cobarde Cristian – le dijo en tono de advertencia Saúl a su hijo.
-¡!!!Papa voy a perder a mi familia por una niña que no pedí
que naciera!!! – Respondió Cristian en un tono de voz desesperado.
-Te lo advierto Cristian si no la reconoces y le das el apellido y me obligas a solicitarlo a través de tribunales con el escándalo que
eso implica no voy a dejar que toques ni un centavo de mi fortuna JAMÁS.
-PAPÁ en el momento en que haga eso mi matrimonio se acaba.
-Eso debiste pensarlo en el momento que tuviste una
aventura con tu secretaria siendo un hombre casado.
Saúl obligó a su hijo a que la reconociera con la amenaza
que de no hacerlo perdería su herencia, era urgente porque la madre de Cristina
se estaba muriendo y si ella no era reconocida por su padre biológico la niña
iría a un orfanato porque los abuelos maternos habían advertido que ellos no
tendrían nada que ver con Cristina, y mientras Saúl y Laura hacían la solicitud de
custodia ante los tribunales de menores del país cuyo proceso es muy complicados
y se la concedían,: la niña tendría que
entrar al sistema de adopciones.
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