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Elección. |Trilogía Encrucijada #3

Prólogo

Río de Janeiro, Brasil.

La multitud se arremonilaba sin control, cantando, bailando y disfrutando de un día tan especial como el carnaval.

Sin duda, estar presente en un día como éste en un lugar como éste, era magnífico.

Carrozas, bailarinas, música y gente de todo el mundo que ha venido ha disfrutar de este evento quedaba maravillado del resplandor de este país y de su facilidad para alegrar corazones.

Sin embargo, para aquellos que trabajaban, una fiesta como ésta no era disfrutable, por el contrario. La preocupación de ver a tanta gente en peligro inquietaba a las tropas que se movilizaban entre la multitud, tratando de mezclarse entre ellas para pasar desapercibidos. Con un poco de ayuda y con la noche a su favor, el equipo especial que iba dirigiéndose al puerto trataba de ocultar las armas que llevaban consigo.

Tenían como misión detener de una vez por todas el tráfico de drogas más grande que tenían registrado hasta ahora.

Un barco zarparia desde el puerto con una gran carga de drogas y debían impedir que saliera.

—Equipo Rojo, vayan por el Este... Necesito que el Equipo 59 se mueva desde el hotel hacia el puerto... ¡Ya!

La mujer que daba las órdenes salía desde un bar en dirección al puerto, hoy era un día difícil como todos los anteriores, en Brasil la fiestas y celebraciones eran todo un caso.

Precisamente por ello los mafiosos habían decidido usar la fiesta del carnaval para hacer sus movimientos ya que sabían de ante mano que sería difícil moverse con tanta gente.

—¡Equipo A los quiero moviendose ahora mismo!

Corriendo hacia el puerto, todos tratan de detener al organizador del atraco, se había dicho que estaría presente uno de los más grandes mafiosos del mundo, tenían que detenerlo y con él preso, poco a poco los demás caerían como consecuencia.

Cuando todos los equipos llegan al puerto, esperan un escaneo del área de parte del miembro previamente encargado del caso.

...*Libre*...

Sin perder tiempo, deciden subir al barco listos para detener la operación esperando no llamar la atención. Ya que la misión debe ser completamente discreta... Era necesario no alterar a nadie en un evento tan importante como el que se estaba celebrando.

La mujer pide que los equipos entren y luego de lanzar gas, todos entran dispuestos a detener a cualquiera que se meta en su camino.

Detrás de ellos, la mujer entra con su arma, buscando entre los camarotes del barco algún indicio de gente o de drogas.

Aún con la niebla de gas, ella ve a alguien acercándose. Preparada para la batalla apunta con su arma y espera.

—Jefa... —un hombre alto, moreno, alza las manos cuando la ve lista para dispararle sin siquiera dudarlo un segundo —No hay nada en el barco.

—¡Maldición! —sisea y sin medir su enojo, estampa el puño en la pared del gran barco —¿¡CÓMO ES ÉSTO POSIBLE!?

La persona a su lado, lanza un suspiro claramente cansado al igual que ella —Lo que sea de cada quien jefa, pero parece que nunca hubo algo o sí lo hubo, escondieron las pruebas muy bien.

—Llevamos un maldito año tratando de dar con él y todavía no podemos, ¡Carajo!

—Tal vez hay algo que aún no vemos

La mujer mira a su mano derecha, el general que lleva por nombre Luis, un gran amigo suyo desde hace años —Tienes razón, tal vez nosotros no. Pero hay alguien que si lo puede hacer... —la mujer se pasa la mano por el cabello y recuperando la compostura, ordena con firmeza: —Buscame a la agente Rivera.

—Siendo totalmente sincero, no creo que ella quiera colaborar con nosotros.

Suspirando, la mujer sonríe sin preocupación —Lo hará, me lo debe... La quiero lo más pronto posible en la sede.

El general asiente y sale del barco mientras la mujer se queda con los demás para dar las órdenes finales sobre su operación, claramente fallida.

Capítulo 1

Junio, Sede 39

—Con esto damos por terminada la reunión, saldremos mañana a las 1,600 horas.

Todos asentimos y cuando mis compañeros empiezan a salir de la habitación, les imitó y me levanto de la silla mientras me estiro con fuerza y exhalo con deleite, he estado sentada por más de dos horas y mi trasero me pedia a gritos un descanso.

Tomó mi mochila y salgo de la habitación dándome un auto masaje en el cuello.

De pronto, mi celular empieza a vibrar y sin perder tiempo respondo la llamada.

—¿Cómo está la mujer más hermosa del mundo?

Me encojo de hombros —No lo sé, ¿Deseas que te la pase?

—Graciosa.

Suspiro —Perdón, he estado de junta en junta y la última duró más de dos horas, no siento mi trasero.

La risita del otro lado del teléfono me hacen sonreír de nuevo —Bueno, la próxima ven conmigo a una misión.

—¿Cómo te va?

—Recién termino, mañana en la noche estaré ahí. ¿Deseas que pase por ti luego de tu misión?

Asiento aunque se que no me verá —Claro, salgo a las 4:00 a.m pero yo le calculo que debemos terminar antes de la cena. ¿Qué dices?

—Enterado, pasó por ti a las 8:00 p.m

—Bien, estaré...

—Jefa

Me detengo al ver a un hombre moreno, caminar entre mis compañeros y esquivarlos con dificultad en un intento de acercarse a mi.

—Maldición...

—¿Qué sucede? —me cuestionan —¿Smug?

Niego —Algo peor, me tengo que ir, luego te cuento.

—Vale...

Sonriendo, cuelgo la llamada y alzó una ceja —Bien sabes que puedes llamarme Amanda.

El hombre se detiene frente a mi y me sonríe de vuelta —Sigue siendo mi jefa, jefa...

—¿A qué debo el honor general?

—Ha sido difícil encontrarla, hace tiempo que queremos dar contigo. Pero nos dijeron que estarías de misión por dos meses

Asiento —Si, pero ya regrese.

—Tiene que venir conmigo, M la llama...

Mi buen humor se esfuma poco a poco y mi sonrisa se transforma, sin quererlo, en una mueca.

—No esperaba que M quisiese ayuda mía... En fin, estoy por partir a una nueva misión.

—M no la llamaría si no fuese importante

—Y yo no la rechazaría si lo mío tampoco fuese importante. —sonrió con elegancia —General, mis disculpas pero tengo que irme. —sin detenerme retomo el paso

—¿Sabe? Yo le dije que usted nunca colaboraria con nosotros.

Alzó una ceja y me detengo, considero las posibilidades de salir ilesa de una pelea verbal con la mano derecha de M, sin duda, salgo perdiendo, así que decido callar.

Me volteo y lo encaró —Yo no dije que no iría a verla, no puedo rechazarla si no sé de lo que me quiere hablar ¿no? —el general Rich alza una ceja —Dígale que pasaré a verla en cuanto mi misión se termine. Hasta luego...

...[...]...

—Amanda.

—Capitán...

—Diríjase con el agente Pedro y con el agente Mariano, los tres estarán en la división Alfa.

Asiento —Claro... —bostezo mientras me alejo del líder de la misión y me dirijo a mi equipo. —Chicos.

—Amanda, nos sorprendimos cuando nos dijeron que serias parte del equipo —me sonríe Mariano

Me encojo de hombros —Quería escapar de M así que por eso vine.

Ambos hacen sonidos de dolor y sonrió ante sus gestos.

—Bueno, de M no se puede escapar.

El agente Pedro me mira con una sonrisa sarcástica —¿Si sabes que tarde o temprano vendrá por tu alma? —cuestiona

Le golpeo el hombro a modo de juego —Callate o te arrastrare conmigo.

Ambos agentes sonríen.

—¡Muevanse señoritas que es para hoy la misión!

Ruedo los ojos —Con un jefe así, prefiero estar con M.

Todos reímos y empezamos a prepararnos para nuestra misión. Hoy iríamos a Los Ángeles por ordenes del gobierno a un operativo y aunque no es mi área he decidido ayudar.

...[...]...

Cuando la misión ha terminado y dejamos todo nuestro equipo en la sede, sin perder tiempo, salgo de las instalaciones a toda prisa, subo al elevador y cuando este abre sus puertas en el estacionamiento subterráneo, camino hacía la salida pero de inmediato me detengo al ver a un sensual hombre de 30 años, de piel morena clara que hacía juego con su camisa roja haciendo contraste con su cabello café claro.

Suspiro y cuando sus ojos verde esmeralda se posan en mi, contento el aliento hasta verle sonreír y caminar en mi dirección.

—Te dije, antes de la cena. —sonrió de vuelta y me acerco a él

Alik asiente y me toma de la cintura para plantearme un lento beso en los labios —Te extrañe.

—Yo igual...

—¿Hambre?

Asiento —Mucha, vámonos antes que el agente Rich venga por mi

—Oh oh, ¿qué has hecho ahora?

Miro a Alik asombrada —¿Yo? Jum' yo no he hecho nada malo, aún... —me encojo de hombros —Supongo que tarde o temprano tenían que llamarme... —tomó de la mano a Alik —Pero no hoy, ¡vamos! —sin perder tiempo corro con él, hacia el auto.

.

.

.

Miro mi reloj, 4:05 a.m. me dirijo hacia la salida de la casa, con la intención de sentarme en el porche, abro de golpe sólo para sentir el fresco de la noche, siseo y me cubro con mi bata.

Me siento en la silla de metal que hay afuera y miro el amplio paisaje de casas pintorescas.

Tal vez la mención de M, me hicieron tener pesadillas de nuevo. No esperaba su llamado tan pronto...

Observo las pocas estrellas que se pueden apreciar entre tanto bullicio de ciudad y sonrío.

...¡Rrrrrrrrrrrriiiiiiiiiiiiiiiiiiinnnnnnnn!...

Me sobresalto, obsevo mi celular y la llamada entrante. Es un número que no conozco ya que no lo tengo registrado. Cuelgo y vuelvo a ver el cielo.

...¡Rrrrrrrrrrrriiiiiiiiiiiiiiiiiiinnnnnnnn!...

Miro mi celular con una mueca, ¿Quién llama a estás horas de la madrugada? Aunque técnicamente ya está por amanecer y siendo sincera, no iba a poder dormir de nuevo, sin embargo, ¿Por qué ese afán de molestar taaan temprano?

Suspirando, me resignó y contesto —¿Si? —bostezo y me frotó le ojo derecho

—¿Amanda? —el llanto de la persona del otro lado de la línea me dejan atónita. —¿E-eres... Tú?

¿¡Jenny!?

Imposible...

Esto tiene que ser una verdadera pesadilla. Un año, un maldito año completo que no escuchó esa voz...

Capítulo 2

—¿Qué necesitas Jenny?

—A ti, te necesitamos a ti...

Alzó una ceja divertida —Conozco un buen psicólogo por si gustas su número.

—¡Lo digo en serio!

Ruedo los ojos —Y yo también, no ejerzo como psicóloca en este momento.

El gruñido de irritación del otro lado de la línea me hacen sentir tan bien, al menos no llora más. Ha pasado un año, ¿porque justo en este mes tiene que aparecer?

Suspiro y me masajeo el cuello —Jenny, ahora mismo hablar contigo es ilegal ¿Entiendes? Y aprecio mi vida como para ir a la cárcel. —me mofo

—Bien, entonces sólo escucha y yo hablo.

Suspiro y me rindo, al final, asiento —Bien.

—Lían... Es un desastre por favor, debes ir a verlo... Te necesita.

Pongo los ojos en blanco, divertida del comentario que la ex diva ha lanzado.

—Jenny, aunque quisiera —luego hablo rápidamente —Y realmente no quiero... —toso —La mansión MackGregori ya no es la misma... ¿Entiendes?

—Rumanía, ahí es...

—I-l-e-g-a-l —le recuerdo molesta —Pero que afán de querer ser atrapada.

Su risita me relaja considerablemente, realmente no entiendo como es que no consigo enojarme del todo con ella.

—Pe-perdón. —dice en voz baja —Pero se que no me delatarias.

Alzó una ceja —No confíes tanto... En fin, no iré, no tengo motivos... Linda noche.

—Bueno, si no quieres ir por él, ve por ella.

Mi corazón se agita, no necesita decir su nombre para que me sienta ansiosa por Lucía. Pero se muy bien el resultado de ese encuentro...

—¿C-Có-cómo está ella?

El silencio se hace por unos segundos antes de escuchar un simple:

—Bien. —de nuevo silencio —Si la vieras... Te sorprenderías.

Sonrió, las lágrimas sin duda asoman por la comisura de mis ojos y el nudo en la garganta se hace presente.

Hace un año que deje a mi bebé, hoy por hoy, debe tener año y medio.

Como pasa el tiempo...

—Dime, ¿C-cómo está mi sobrino?

Trago saliva ante el cambio repentino de tema y niego apretando el celular con fuerza —N-no...

—Plis, prometo no decirle nada a mi hermano.

—Jenny... Mi... Tu... Sobrino, —aprieto los dientes —No nació.

—¿¡QUÉ!? —jadea —¿Cómo? ¿Qué pasó? ¿Cuándo?

Pierdo la noción de lo que me dice, pues una camioneta blindada asoma por la esquina de mi calle y no es buena señal si aparece algo así a éstas horas de la noche.

—¡Amanda, dime!

Salgo de trance—No nació porque yo no quise. —como lo temía, la camioneta se estaciona frente a mi casa. —Tengo que colgar. —sin esperar a su respuesta lo hago justo al momento que un agente baja de la camioneta —Que bueno que estaba despierta, sino, lo habría dejado esperando por horas general. —trato de cortar la tensión

—M quiere hablar usted ya que ha terminado su misión. —más que una opción, es una orden.

Genial, algo no anda bien.

Simplemente, de acuerdo con mi conciencia.

—Bien, le diré a...

—Sólo usted.

Alzo una ceja y mirando el interior de la casa, suspiró y al final asiento y sigo al general hasta la camioneta.

...[...]...

Sin perder tiempo y sin dejarme si quiera ponerme una ropa decente, soy llevada a la sede central ubicada en Los Ángeles, EE. UU.

A diferencia de la sede donde recidia, San Diego, California. La central estaba a casi dos horas en auto.

¡Yei!

El viaje es en silencio y el agente Rich es el que maneja mientras me han sentado en la parte de atrás, para ser precisos, entre dos soldados, uno a mi derecha y otro a mi izquierda.

¿Creen que vamos a escapar?

Bueno, si puedo hacerlo, pero no ahora, no sin ropa decente.

El movimiento del auto de vuelven de pronto, arrullos oscilantes y el sueño me invade.

.

.

.

¡Ay! la que les parió... ¡Aj!

Abro los ojos cuando una gran sacudida me despierta, desorientada, me separó del soldado en quien estuve recargando mi cabeza todo le viaje.

Perdón...

Miró a mi alrededor y de pronto mi estómago se contrae cuando entramos a un túnel subterráneo con rapidez y todo queda a oscuras unos segundos antes de ser todo iluminado a mi alrededor.

Ish, mis ojos azules.

Ruedo los ojos y los enfocó acostumbrandome a la luz, hemos llegado a la central. O mejor, a las instalaciones llamadas "Élite" la única sede con nombre, supongo que es porque es la central, la madre de todas las demás sedes alrededor del mundo.

Cuando el auto es claramente estacionando, valga la redundancia, en el estacionamiento, el general Rich lo apaga y me mira.

—Baje.

—O... K... Eh...

Un soldado, el de mi izquierda, abre la puerta y baja dándome libertad de hacer lo mismo.

Cuando bajó, el general Rich lo hace igual y el soldado que ha bajado sube al asiento del conductor.

—Sigame.

Ya había estado aquí antes, cuando me interrogaron por la "complicidad" que tenía con Lían. Si bien, no conocía todo el esquema de lugar como la palma de mi mano, si sabía a dónde me llevaban.

Era llevada a una habitación especial, aquellas personas que han logrado salir con vida de ahí, al pasar de los años, pesadillas infinitas sobre abundan en sus sueños, atormentandoles todas las noches.

Si bien, no he estado nunca ahí, si he pasado frente a dicha habitación.

Mi hermano y algunos de mi familia (los que si han entrado) me han contado que no es un lugar agradable.

Realmente no me sentía preocupada, si bien, en esa habitación estabas indefenso, realmente me intrigaba el haber sido llamada hasta aquí. Bien M pudo ir a mi sede, pero no fue así...

Nunca creí que M necesitase mi ayuda.

Eso, sólo quería decir una cosa: era importante.

Cuando el agente Rich se estuvo frente a la puerta de la habitación, me di cuenta que estuve vagando en mis pensamientos y no presente atención al recorrido por si necesitaba huir.

Tragando saliva, alce la mirada ante la placa que había sobre la puerta y leí: "Despacho M"

—¿Lista? —me pregunta con diversión el general Rich

—Terminemos con esto de una vez. —bostezo sin quererlo —Me faltan horas de sueño.

El general abre la puerta dándome acceso a aquella habitación grisasea con tonos blancos.

Nadie, nadie desea estar delante de M, la líder de la sede y por ende de sus vidas.

Ella es la que supervisa el correcto manejo de las sedes, de los agentes y de las misiones.

Todos le temen, ella viene del ejército a diferencia de los demás agentes, que vienen de entrenamientos policíacos o especiales, dados por la misma sede. Su equipo de trabajo, entre ellos el general, son del ejército, su poder e influencia es asombro, casi casi, como un mafioso. Su historial es tan largo, que me da pereza decirlo ahora mismo.

Cuando doy un paso dentro, la primera en verme es M —Agente Rivera.

Asiento sin expresión en el rostro —M... —saludo como siempre lo he hecho

Ella estaba a cargo de las misiones más "difíciles" y estar en su presencia era un honor, pero también una preocupación para muchos, sin embargo, para mi era normal, tarde que temprano tendría que estar en está conversación.

—Salgan todos... —ordena, recostandose en su silla

Aproximadamente 7 hombres vestidos de ropa de espionaje salen del despacho. Todos menos el general.

¿Por qué no me sorprende?

—También tú. —con una mirada de autoridad, M, observa a su mano derecha

El general Rich asiente y sale detrás del último hombre cerrando la puerta tras de si.

Ok, esto no es para nada bueno.

—Siéntate Amanda, tenemos mucho de lo que hablar.

Observó el asiento que ella me ha señalado con su mano y acercándome a el, obedezco.

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