La historia es sencilla.
Alyssa Rubinette es la tercera princesa del reino del sol, es una mujer hermosa. Tiene el cabello plateado y ojos dorados, características de la realeza. Fue entregada como "Premio de Guerra" al marqués Finnigan McKellan debido a su gran desempeño durante la guerra contra el reino del sur. Esto, por supuesto, fue cuando Alyssa tenía 12 años y el Marqués tenía 16, no hubo noche de bodas, no hubo ni siquiera boda, simplemente firmaron los documentos necesarios para legalizar el matrimonio y después, el marqués regresó a la frontera para continuar con la guerra.
6 años después, el marqués regresó pero al volver, lo primero que quiere es la anulación del matrimonio. Alyssa, herida por esa decisión, se niega a dicha solicitud. Al final, resulta que el marqués no es más que un objetivo de captura de la protagonista femenina, él, el principe heredero y el capitán de la guardia real. También es después de su negativa de firmar el divorcio que todo inicia, ya saben, el típico de la villana contra la dulce protagonista, le hace la vida imposible, la amenaza, la acosa, la hace sentir inferior, entonces los objetivos de captura se enfocan en protegerla, cuidarla y enamorarla y la villana termina exiliada por hacerle daño a la dulce e inocente protagonista.
Ajá, la típica novela...
"Me pregunto, ¿por qué las protagonistas siempre son descritas como "amables e inocentes" pero no son más que unas roba maridos? Se supone que las jóvenes nobles deben cuidar su honor, no arrastrarlo mientras se inmiscuyen en una pareja de hecho solo para quitarle el marido a alguien."
— Maldición...
Murmuró Esther mientras se veía en el espejo. Cabello plateado, ojos dorados, alta, esbelta, copa c, cintura pequeña, caderas anchas, piel blanca, suave y tersa, y, por supuesto, una pequeña marca sobre su corazón, la marca de nacimiento que la representaba como parte de la familia real, como si el color de ojos no fuera suficiente.
— Maldición... soy la princesa Alyssa, la villana de la historia.
Esther abrió los ojos repentinamente mientras se sentaba en aquella cama, su cuerpo temblaba, la cabeza le dolía y aún podía sentir el frío del metal atravesando su cuerpo y el calor de la sangre.
— ¿Fue un sueño? — Murmuró.
Su mirada nerviosa observó alrededor solo para notar que la habitación en la que se encontraba era desconocida a sus ojos. Se levantó de un salto pero sus piernas fallaron y cayó de rodillas en el suelo.
— ¿Qué es esto? ¿Dónde estoy?
No comprendía la debilidad de su cuerpo ni porque había pasado de estar en el suelo desangrándose, ahora estaba en la típica habitación de princesa. Si, una habitación lujosa, excesiva y rosada. Muy rosada... había tantas cosas rosadas que sentía que la habitación era la de una niña de al menos 3 o 5 años.
— ¿Princesa? Princesa, ¿está bien?
Alguien golpeó la puerta y seguía hablando, la expresión de Esther denotaba confusión.
"¿A quien le dice princesa?"
Bajo la mirada buscando la herida que recordaba tener pero al bajar la mirada solo pudo mostrarse aún más confundida.
— ¡¿Pero qué demonios?!
Se llevó las manos al pecho, confundida.
— ¿Me crecieron los senos? No no, eso no es posible, no pude "morir" y terminar con unos pechos que no recuerdo. ¡Yo era una tabla! Una bonita si pero la copa A casi parecía mucho para mí.
Ante esto, se levantó y busco rápidamente un espejo de cuerpo completo. Se paró frente a este y observó. Su boca se abrió en una perfecta "O". Llevó sus manos a su rostro, sus pechos, su cintura, dió varias vueltas e hizo muecas, y si, cada movimiento de ella lo reflejaba el espejo.
— ¿Esa soy yo? ¿Enserio soy esa muñequita? Pero si parezco salida de un cuento. Solo mira ese cuerpo, ese rostro, ese cabello y esos ojos. ¡Carajos! ¡Soy absolutamente hermosa! ¡Casi tengo envidia de mi misma!
Tenía el cabello plateado hasta la cintura, una piel blanca y suave como piel de bebé, una cintura diminuta y caderas anchas, sin duda era al menos copa C y sus ojos, eran de un hermoso dorado brillante, casi como joyas.
— ¿Quien soy?
En ese momento la puerta se abrió, Esther volteó rápidamente solo para encontrarse con tres mujeres vistiendo trajes de sirvientes.
— Lamento entrar sin esperar respuesta, Princesa pero usted no respondía. — Habló la que parecía ser la mayor de las 3.
— ¿Princesa? ¿Quien es una princesa? — Preguntó Esther confundida.
— ... — La mujer estaba aún más confundida. — Usted es una princesa, ¿No lo recuerda?
— ¿Yo? — La mujer asintió, su mirada estaba entre confundida, extrañada y dudosa. Tal vez creía que estaba mintiendo. — ¿Cuál es mi nombre?
— Usted es Alyssa Stella Rubinette, tercera princesa del reino del sol.
— ¿Qué?
Horror, sorpresa y confusión brillaron en su rostro antes de soltar un leve jadeo, cayó de rodillas y un fuerte dolor de cabeza la hizo temblar. Podía escuchar a aquellas mujeres hablarle y de un momento a otro todo se oscureció.
.
.
.
Estaba acostada en la cama, era absolutamente cómoda, las sábanas eran suaves y el dosel de la cama era realmente hermoso pero Esther solo podía observar a la nada mientras analizaba los recuerdos que invadieron su mente.
¿Cómo había terminado ahí? Era sencillo. Murió en su mundo y reencarnó en el mundo de la novela "Como ama una rosa".
Pero... ¿Por qué en Alyssa? Eso no lo sabía, lo que si sabía era el porque de ese dolor en todo su cuerpo. La Alyssa original había ido a saludar a sus padres, algo que hacía una vez al mes, de algún modo se molestó e hizo berrinche y cuando regresaba, tropezó y cayó por las escaleras.
De hecho, aún seguía en el palacio y llevaba una semana en cama.
Tres golpes en la puerta le avisaron que habían llegado las doncellas que la atendían, Esther se sentó en la cama y las observó mientras entraban.
— Princesa, es hora de su baño y luego su desayuno. — Habló la misma mujer de antes, ahora sabía que se llamaba Dora y que era quien la había atendido desde que era niña.
— De acuerdo. — Asintió y se levantó.
Caminó detrás de la mujer, su mirada estaba perdida mientras seguía pensando en su situación. Las doncellas la miraban confundida por su actitud pero no mencionaron nada, en cambio, la bañaron, secaron, vistieron y peinaron para después hacerle una trenza. Ella observó la comida, soltó un suspiro y comenzó a comer aún pérdida en sus pensamientos, de esa forma de mantuvo por largo rato
— Bien. Si ahora soy Alyssa... — Exclamó mientras soltaba los cubiertos. — Solo debo sobrevivir sin importar qué.
Alyssa estaba sentada frente a un escritorio, tenía las piernas cruzadas y estaba escribiendo tranquilamente. Había decidido escribir lo que recordaba de la historia original, también había hecho una lista de eventos importantes y de los personajes principales e influyentes.
— Laila se gana a prácticamente todos, lo peor es que solo lo hace porque sonríe bonito y se la pasa en los barrios pobres.
Soltó un suspiro y se llevó las manos al rostro. Laila era la protagonista, una que aparecería en aproximadamente 3 años para arruinar los matrimonios y compromisos de sus objetivos de captura y de los villanos.
— Malditas recomendaciones de internet que me hicieron leer esta estúpida novela. — Murmuró y soltó un suspiro.
Apoyo la barbilla en su mano derecha, observó la lista de personajes que hizo y comenzó a dar pequeños golpes en la mesa con la uña.
— Basura... todos son basura. Infieles estúpidos que no valen nada y los que no, son idiotas manipulables. Ahh... si tan solo hubiera alg...
Su mirada se detuvo en un nombre, abrió los ojos con sorpresa antes de soltar una carcajada y alzar los brazos en señal de victoria.
— ¡Si! ¡Lo encontré! — señaló el nombre con una sonrisa. — Archiduque Montana Eagle, su territorio queda en la frontera norte, limitando con el bosque oscuro y es nuestro escudo contra los monstruos. Un territorio grande, tierras fértiles pero con el problemas de que en ocasiones los monstruos bajan de las montañas o aparecen en la misma línea fronteriza. Es un amante inusual, muy bien dotado y capacitado pero no se mete con mujeres casadas o comprometidas, es respetuoso y todo con el es consensuado. Además... fue el único que realmente apoyó a Alyssa y considero que el que hizo mal fue el marqués al no considerar su matrimonio. Lamentablemente nadie le hizo caso por estar cegados con Laila...
Sonrió con tristeza ante eso último y negó.
— De cualquier forma, él es el único que vale la pena pero no puedo solo buscarlo... — observó la lista de eventos. — El festival de primavera... Si, él debe acudir a ese porque hacen reunión de nobles y lord de territorio. Sucede anualmente y dura una semana. Esa es mi oportunidad, aunque por ahora solo puedo intentar acercarme a él, al menos hasta que consiga una forma de poder pedir el divorcio y que el rey lo apruebe.
Si, ese definitivamente era su plan aunque no era en lo único que se debía centrar. Cerró los ojos por un momento y cuando los volvió a abrir tenía una mirada fría, peligrosa.
— La tercera princesa. Una hija que sus padres no esperaban, una hermana que no deseaban, caprichosa, mimada y egoísta. Si decía que no quería aprender, no le enseñaban porque a nadie le importaba. Nadie le preguntó si quería casarse, un día simplemente tuvo que soltar las muñecas para aprender a ser esposa de un hombre desconocido y ausente... Vivía encerrada en el marquesado, si intentaba ir a reuniones o fiestas, la humillaban por la falta de modales y la ausencia de su "esposo", sus padres nunca sacaban tiempo para ella pero a pesar de todo esto, era la más hermosa e inteligente. Su único error fue buscar un amor que nadie le dió, esperar que alguien le tendiera la mano aún cuando nadie la miraba.
Suspiró mientras negaba y se levantó. Recogió todo lo que había anotado, se acercó a la chimenea, la encendió y ahí lanzo las hojas y observó cómo se quemaban.
— Los recuerdos son borrosos, algunos son muy lamentables pero todos son solitarios. Al final, solo decían que era una niña tímida porque nadie nunca le preguntó nada pero eso se acabó. Yo soy Alyssa Stella Rubinette, tercera princesa del reino del sol, Marquesa de McKellan, actual esposa del marqués McKellan, futura mujer divorciada y si no me dan el divorcio, solo debo quedar viuda. No callaré ante nadie, no bajaré la mirada ante nadie y lo que me hagan, lo devolveré al doble.
Se alejó de la chimenea y en cambio fue a revisar el closet y comenzó a sacar los vestidos, todos claros, con moños y cintas, lindos y tiernos... eran realmente lindos, por supuesto, eso era si fuera una niña buena y tierna.
— La chica buena y tímida dice adiós.
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