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Ambos.

...

Debes casarte por mí.

- ¿Perdón?

- Por favor Rio, es la única forma de ser libre de mis padres por fin, tú te casarás por mí y yo me iré a Francia con mi novio lejos de mis padres y sus estúpidas reglas... - al verla dudar, suspira y ruega para sus adentro que Rio acepte.

- ¿No crees que apenas tú prometido me vea se dará cuenta de que no soy tú?

- Es ciego, ni notará la diferencia.

- La voz.

- Le inventas una escusa, eres buena para eso.

- ¡Oye! - suspira y niega al verla poner carita de becerro degollado. - que hay de mi libertad, apenas me case estaré atada a las reglas del matrimonio...

-Por favor, lo dice la chica que fue capaz de durar un mes completo en prisión por un completo vagabundo desconocido que robó según tus palabras "comida", ah, y no olvidemos el día que te lanzas te aún pozo sin seguridad nada más para rescatar aún perrito, y que no se me haga raro que salieras además del perro, con un gato y tres ratas... tú libertad, se perdió desde ese día, estás atada a rescatar y proteger a cualquiera que se atraviese en el camino, ¡pareces un ángel!, así que no vengas con chorradas.

Se ríe y asiente para luego decir.

- Está bien... pero que hay de cuando me palpe el rostro para saber si la que tocó anteriormente es la misma.

- Que parte de que es ciego no entendiste, además, que no se te olvide que esto ya lo tenía planeado, solo faltaba que tú dijeras que sí... Te diré que fue lo único que tocó - se acerca a su oreja y susurra -, mis manos, y dudo que por esa simple cosita se de cuenta de que no soy yo... tú tranquila Rio, confía en mí.

- Va.

Se levanta y se dirige a la cocina a preparar un poco de chocolisto, al regresar a su habitación, ve a su mejor amiga probando se sus vestidos cuello de bota y manga largos, tambien hay algunos de gala o noche, pero no son de Rio, son de una compañera de su UNI, se ríe al verla tropezar con un tacón que había aun lado de la cama y se acerca mientras su mejor amiga se contagia de su risa. Terminan de beberse el chocolisto y de su amiga informarle de lo más importante que debe saber de su ahora prometido, además de decirle que mañana es la boda, nerviosa pero feliz al ver que su amiga no deja de moverse de la alegría, salen de compras, aunque realmente ella no sabe lo que su amiga le tiene planeado comprar, saliendo de una tienda, Rio choca con un señor de pelo negro, ojos gris humo, piel blanca y acuerpado, que a su lado tiene a un adolescente de ojos azul oscuro, piel blanca, pelo castaño claro y delgado, quien la observa con una mirada asesina, nerviosa se disculpa, justo cuando ve aún señor lanzarle una patada aún perrito, haciendo que este corra en dirección a la calle, su mejor amiga quien va saliendo con bolsas llenas de la tienda, ve, lo mismo que Rio y se asusta sabiendo lo que ella es capaz de hacer, corre a detenerla de la muñeca, pero falla al escuchar llorar al perrito, pues Rio corre en dirección a la calle y viendo a un camión venir en dirección al perrito no lo piensa dos veces y acelera sus pasos, provocando que el del camión toque el claxon y otras personas le griten que pare, haciendo caso omiso de las advertencias, salta rodando con todo y perro y sintiendo el ligero roce del camión pasando a su lado, suspira y se levanta con todo y perro, sale de la calle con todas las miradas sorprendidas encima de ella, inclusive la del señor y el adolescente, se acerca a una llorosa y palida amiga, que al verla de frente sin pensarlo dos veces le da una cachetada que le dolió a todo aquel que la escuchó.

- ¿¡Estás loca!?

- Dais...

- ¡Dais nada, no sabes el... - no termina de hablar al ver la seriedad del señor a las espaldas de Rio, reconociendo lo enseguida como su prometido la toma del brazo antes de que el adolescente quien voltio a ver dónde había ocurrido la casi masacre, la reconozca, el señor que se supone que es ciego, sonríe de medio lado divertido y le pide al adolescente que lo lleve a casa; luego de unas cuantas cuadras, entrando en un callejón sin salida, Dais se detiene y revisando en ambas direcciones de que no la hayan visto, suspira y más calmada, le dice a Rio. - Rio, la persona que estaba tras de tí, no sé si la viste, es tu futuro esposo, no te preocupes, el adolescente no alcanzo a verme, por lo que cuando te vea a ti, ya estarás casada, vamos, debemos dejar al cachorrito en un refugio - le acaricia la cabeza, la oreja y luego le da un beso en la frente -, luego tú y yo hablaremos seriamente jovencita.

- Va.

Devuelta en el apartamento, Rio nada más escucha todas las razones, quejas y regaños de Dais, por arriesgarse así por un animal, suspira y comienza a preparar el almuerzo mientras Dais aún sigue regañando la y quejándose, termina de preparar el almuerzo y Dais aún no acaba de hablar, inclusive come y sigue quejándose, luego de acabar de comer y reposar, por fin termina con...

- Y esas son las razones por las que no debes arriesgar tú vida por babosadas.

- suspira - No sé porqué gastas saliva en esto, sabes bien que en cuanto vea a alguien o algo correr peligro, mis promesas quedará a un lado.

- Rio...

- Al menos estarás en Francia, para cuando eso vuelva a pasar, ¿no?

- Ajá.

- Por cierto, si mañana es la boda y en privado, ¿cómo debo presentarme ante mi esposo?, ¿por mi nombre o por el tuyo?

- Por el tuyo boba, te dije que ya tenía todo preparado, respira. - sonríe y se soba la nuca, mientras piensa en algo sumamente ridículo pero a la vez casi verídico. - Sabes Rio...

- Dime.

- Para mi que en tu vida pasada debiste ser emperatriz.

- Te creería si hubieras dicho un ángel, pero... ¿emperatriz?, no veo en qué tengamos de parecido.

- Verás, la emperatriz está por encima del rey o emperador, tiene poder y puede poner las leyes que quiera, como quiera y a la hora que quiera, si fueras emperatriz, nadie te juzgaría...

- En eso sí te voy a corregir, la emperatriz por mucho poder o estatus que tenga, también debe pedir o tener la opinión y consentimiento del rey, nadie se manda solo en esta vida Dais, ni en las que siguen, o estamos atados a las leyes de nuestro presidente, alcance o rey... Así es, y siempre será.

- ¡Vaya!, sabes más que yo, pero... piénsalo un minuto, si hubieras sido emperatriz en tu vida pasada, ¿cuál crees tú, que fue tu primera ley?

- Matar a todo aquel que se atreva a juzgarme.

- ¡Oye!

- Dime

- ¿Si sabes que ahí me estarías agregando a mí?

Rio sonríe malévola mente, luego se ríe y asiente, contagiando a Dais de su locura y risa, pues aquellas palabras nada más las dijo para cambiar de tema y dejar todo aquello de la emperatriz y sus sermones; a las 7 de la noche, Dais se despide de Rio, no sin antes informarle que mañana a primera hora vendrá por ella, le da un último beso en la mejilla y desaparece en el ascensor, Rio suspira y regresa a su apartamento, pensando en los ojos grises del señor con el que chocó, pues aunque su expresión seria y de importarle un pepino tu opinión o disculpas, en el fondo Rio sabe que algo oculta o que tiene un corazón bondadoso, vuelve a suspirar, se cambia por una bata y se tira en la cama, cayendo en un profundo sueño.

...

Viendo que ambos lados están de acuerdo con dar por finalizada esta unión y que ya hemos firmados los papeles necesarios - sonríe al verlos asentir - yo los declaro, marido y mujer, puede darle un beso a su esposa.

Roja al extremo nada más voltea a ver a su esposo y ruega para sus adentros que no lo haga, y también parece ser que Dais no mintió, pues el adolescente que estaba con él no está ahí con ellos como testigo, suspira internamente al verlo sonreír y decir que eso será para la noche. Salen tomados de la mano y al parecer su amiga falla en el cálculo, pues fuera del edificio donde se estaban casando, está el joven de ojos azules esperándolos con un ramo de rosas azul claro, confundido observa a Dais quien está atrás de ambos, pálida y sudando frío, al verlo abrir la boca corre hasta él, le tapa la boca y se lo lleva lejos fingiendo su voz y despidiéndose de ambos, Rio contiene una carcajada mientras ve la expresión de sorpresa, confusión y terror del joven.

- ¿Pasa algo?

"¡Chispitas!"

- Nada cariño, tu hermanito se fue con mi mejor amiga a comer algo, o eso parecía. - suspira silenciosamente al verlo asentir y suben al auto negro que los llevará a la casa del ahora esposo de Rio.

Con una expresión de asombro absoluto por la enorme mansión que se presenta ante el auto, Rio voltea a ver a su esposo quien nada mas observa con expresión seria al frente, "tan apuesto y varonil, inquebrantable como un roca, pero con un toque de debilidad en lo profundo de sus ojos... huele bien y que carnoso labio inferior, exquisito, aunque no es pastel... Mmm, ¿debería preparar pastel más tarde, o mejor un postre?, no sé ni que tengo que hacer, en fin, después investigo", se sorprende al darse cuenta que todo este tiempo lo estuvo viendo embobada, mientras el la observaba seriamente pero divertido por dentro.

- ¿Llegamos?

Observa afuera del auto y asiente, pero recuerda que no puede verla, se sonroja y dice.

- Sí querido esposo, llegamos. - se baja rápidamente del auto, antes de que el chófer lo haga y haciéndole una seña al chófer para que no abra la puerta, se acerca corriendo a esta, y tomando a su esposo suavemente del brazo, termina de decir. - Yo te guío corazón. - le da un beso en la mejilla.

Entran en la gran mansión y son recibidos por una ola de aplausos, "debí imaginar que no estaríamos solos en esta mansión", le brillan los ojos al ver al fondo unas cuantas flores, que aunque de lejos parecen reales, son tan artificiales como las demás, suspira llamando la atención de su esposo, quien le acaricia disimuladamente la mejilla y le acomoda un mechón rebelde tras la oreja, sonrojada agradece y saluda a todos los presentes con energía, al ver a unos hombres teniendo problemas con el arreglo de un mantel en la mesa, brinca para darle un beso en la mejilla a su esposo y luego corre a ayudar a los pobres hombres que si no fuera por los reflejos de Rio, hubieran hecho tortilla un jarrón con más flores artificiales, haciendo una mueca de disgusto por las flores, se levanta del suelo y termina de arreglar la mesa por ellos de una manera rápida, pues por nada trabaja en una cafetería, los hombres le agradecen con un toque amargo y se retiran a terminar sus labores, creyendo que hizo algo mal con la mesa, se fuerza a sonreír y a acercarse a su esposo quien espera con paciencia que le sirvan la comida, algo incómoda por no haber podido ayudar en nada o por haber arruinado el arreglo de la mesa, se sienta a su lado sin mucho ánimo de comer.

A las 4 de la tarde, su mejor amiga le marca preguntando el como le está yendo, pero al escucharla tan decaída sabe rápidamente que algo no fue bien, creyendo que el hombre con el que se supone que ella debía casarse le hizo algo, le dice.

- Si ese infeliz te hizo algo, ¡juro que voy por su cuello!

Suspira y se ríe con más energía.

- Tranquila Dais, no es por él, es porque me siento inútil en esta casa, si me hubieras dicho que era un millonario, me hubiera adaptado a la idea por hoy y hubiera buscado una forma de ser útil, pero eso sí no fuiste capaz de decirme ¿no?

- Lo lamento, no creí que fuera importante, ya que no eres interesada y te vale un pepino lo que diga la gente, pero... - hace una pausa al recordar que su mejor amiga no se comportaría así, solo por eso y vuelve a preguntar - Rio, ¿qué me ocultas?

Suspira, se talla los ojos y suelta algunas lágrimas en silencio.

- Solo me siento inútil en esta gran mansión, tú mejor que nadie sabes lo inservible que llegó a ser papá y sentir que me arrevuelco en su lodo me pone los pelos de punta y los recuerdos me torturan a cada segundo... - fuera de la habitación, el joven de ojos azules escucha todo, y recordando las palabras de la que debería estar casada con su hermano mayor, aprieta los labios y sigue escuchando, pues aún no confía de mucho en las palabras de Dais. - no quiero que mamá me compare con él, no soy él, no quiero ni...

- Rio, olvídalo, no eres él y mucho menos inservible, ya verás que algo conseguirás hacer en esa mansión...

- Eso es fácil de decir, pero aquí todos me miran como si hiciera algo mal cada que los ayudo... Sabes bien que ayudar para nada no sirve... - tocan a la puerta y Rio se seca rápidamente las lágrimas, suelta un poco de aire para tranquilizarse y cuelga, sabiendo que Dais entenderá, se acomoda el vestido blanco que aún no se quita y dice. - Adelante.

- Mi hermano saldrá aún viaje de negocios con su secretaria mañana a primera hora, así que me quedaré a cuidarte... solo venía decirte eso, adiós.

- Va.

Se molesta un poco por la frialdad de sus palabras, pero ignorando lo se cambia rápidamente por una sudadera y camisa de mangas largas, sale al balcón y viendo que un árbol no está muy lejos de este, se para en la baranda y salta a una de sus ramas, haciendo una pirueta en el aire, cae poniendo las manos y pies en el suelo, para evitar torcerse el talón, mira en ambas direcciones que nadie la haya visto hacer esa locura y corre en dirección al bosque, "si está mansión queda cerca del bosque, quiere decir que el está aquí", sonríe mientras se adentra en este sin percatarse de que su esposo la observa con una expresión de interés y de que el joven de ojos azules la sigue silenciosamente por órdenes de su hermano. Al llegar a la mitad del bosque, sin percatarse del joven que la sigue, comienza a silbar una suave pero preciosa melodía, casi pareciera un canto de ave, "sal de dónde estés, sé que me encontraste, vuelve a mí otra vez y no te apartes... Creo que así iba la letra de mamá, pero, qué más llevaba", piensa mientras sigue silbando la misma estrofa, al cabo de un minuto, a lo lejos en unos arbustos, un lobo gris, salta sorprendiendo al joven que se escondía pero que pudo guardar silencio antes de llamar la atención de Rio, cayendo sobre Rio, comienza a lamer la, con fuertes y felices carcajadas, Rio lo abraza, acaricia y besa su suave pelaje de la frente.

- También te extrañe pequeño, perdona, no pude venir ayer, estaba preparándome para casarme... Escucha, a unos cuantos kilómetros de aquí, queda una mansión... ese es mi hogar ahora, puedes visitarme todas las noches que quieras... ¿¡qué dices!? - como respuesta, recibe varias lamida en el pelo, se reí y luego de unos minutos abrazados, por fin se levanta para comenzar a jugar con el con una rama gruesa que encontró, la lanza lejos para que vaya a buscarla mientras ella aprovecha para esconderse tras unos arbustos que no estaban muy lejos de donde estaba el joven, quien al verla acercarse se aleja del árbol, sin dejarse ver y trepa en otro ocultándose tras unas ramas, para seguir observando la asombrado.

Luego de una hora de diversión y risas, Rio mira al cielo y dice un poco triste.

- Ya tengo que volver, mi esposo debe estar buscándome, - le da un beso en la frente y acariciándolo finaliza - nos vemos mañana.

El lobo le hace una reverencia y desaparece tras los arbustos de unos cuantos metros más allá con un aullido de felicidad, sonríe sintiendo un extraño escalofrío en su espalda, pero lo ignora y regresa a casa, no percatándo se del peligro que casi surge tras los arbustos, pues si no fuera por el joven que logro detener a la cascabel con su navaja, Rio no hubiera regresado sana y salva a casa... O eso cree él.

...

¿Dónde estabas? - pregunta seriamente y algo cortante, pues aunque ya sabe por su hermano, no le agrada la idea de que le oculten las cosas.

- Estaba...

- No trates de mentirme Rio.

"Uf, que bien suena mi nombre pronunciado por él, aunque, ahora que lo pienso claramente, ¿qué hubiera pasado si Dais si se hubiera casado con él?"; sale de sus pensamientos al escuchar un suave carraspeo a su lado, levanta la vista y observa a Dais, sorprendida casi bota el jugo que acababa de tomar en sus manos.

- ¿Qué haces aquí? - susurra bajito y un poco lejos de su esposo para que no las escuche.

- Vine a despedirme tonta, no creerás que me iré sin despedirme de mi ángel, ¿o sí? - achica los ojos y espera una respuesta sincera de Rio.

Sonríe y niega, le da un abrazo y le pide que se cuide.

- Si es necesario, patea le las pelotas... O lo haré yo cuando lo encuentre.

Dais se ríe bajito, para no delatarse ante el esposo de Rio, quien espera disimulando su interés.

- Lo tendré en cuenta, adiós. - se dan un beso en ambas mejillas para luego correr a sentarse al lado de su novio en el taxi que los llevará a la terminal, Rio suspira silenciosamente y vuelve a sentarse sin hacer mucho ruido, aunque falla al tratar de ocultar a su amiga.

- ¿Tratas de ocultar me a tu amiga Rio?, sabes bien que perdí la vista, no el olfato.

Se atora con la cucharada de sopa que se mete en la boca y para no escupirlo le lagrimean los ojos, luego de toser y toser, por fin se recupera y explica todo de una manera sincera pero no delatadora.

- Querido esposo Issey, mi mejor amiga le manda saludos, lamenta no quedarse debido a que vino con prisas, ya que irá a terminar sus estudios en Francia, y respecto a dónde estaba hace unas horas, me adentré en el bosque buscando una flores preciosas para el jardín, pero no las encontré así que volví.

Asiente sabiendo la verdad, pero no la delata, simplemente continua comiendo en silencio, un silencio frío y desconfiado, algo incómoda termina rápidamente su sopa, le da un beso en la mejilla a su esposo y se dirige a la cocina a preparar un postre, pues en su ahora no apartamento, siempre preparaba postres de tarde para en la noche poder saborearlos con Dais, pone música en su celular y a volumen medio saca y prepara con ritmo cada ingrediente, al ser música clásica, se le hace más fácil seguir cada ingrediente con la melodía, sonríe al recordar la primera vez que le enseño a Dais a preparar unos hockey, pero que por un pequeño descuido de Dais casi incendian el apartamento, se ríe bajito y sigue batiendo la mezcla, sin percatarse del hombre que la observa en silencio y el adolescente que trata de ocultar una sonrisa.

Una hora después, en la oficina del señor Issey, su hermano le pregunta algo pensativo.

- ¿Cuando piensas decirle a Rio, que ya sabes que ella no era su prometida y que no estás ciego?

- Cuando llegue el momento lo sabrás, por ahora, haberme casado con ella es importante, pues su amiga no sabe lo que sus padres me ofrecieron para hacerla sufrir hasta el día de su muerte...

- Sí, pero al no haberte casado con ella, ¿cómo piensas cumplir eso?

- En primer lugar, nunca lo acepte, ¿por quién me tomas?, y en segundo lugar, ella me gusta, es interesante, tanto que la voy a conservar, incluso después de que se entere de está - señala sus ojos - mentira.

- Como quieras, pues a mí también me interesa...

- Mantén tus manos lejos de ella Zak. - Gruñe casi montando en cólera.

- alza las manos en son de paz - Tranquilo hermano, no soy Nick.

Bufa recordando el día que encontró a su hermano mayor con su ahora ex novia en la cama de ambos, ese día hubo una casi masacre en esa casa y también fue el día que se delató ante su novia como alguien no ciego, lo cual ayudó más para ellos, que para él, desde entonces ha denegado el contacto con su hermano mayor y padres, pues fueron los primeros en ponerse del lado de Nick que el de él.

A media noche, Rio despierta sudando frío por una pesadilla, una que llevaba tiempo que no tenía, "hola de nuevo", saluda en sus pensamientos con ironía a su antiguo trauma, sonríe sin gracia, se levanta de la cama para dirigirse a refrescarse un poco la cara, aunque no contaba con que su esposo estaba despierto y que la había estado observando dormir, casi como un acosador, si no fuera su esposo. Luego de salir con sigilo al balcón y observar distraídamente las estrellas, observa la de su mamá y hablando en susurros le dice.

- Mamá, hoy me casé y aunque aún no nos hemos besado como se debe, ni tenido la noche de ¿placer eran tus palabras?, en fin, esto me gusta, aunque él piensa que soy Dais - se ríe bajito y vuelve a mirar al cielo - espero encontrarme contigo, y que estés orgullosa de mí, ¡daré lo mejor y conquistaré ese corazón! - baja la vista, justo cuando ve al hermano menor de Issey dirigirse al bosque, interesada e intrigada, sube al balcón sin importarle lo oscuro y aterrador que se ve el bosque luego de su pesadilla y salta al árbol volviendo a bajar de la misma forma, solo que está vez, si hubiera habido alguien, su ropa interior sería lo primero que verían, corre en dirección al bosque antes de perder a Zak, sonríe al encontrarlo silbando su melodía, de una pésima manera, carraspea suavemente sorprendiendo lo, y achicando los ojos silba su melodía mucho mejor, para luego de que aparece el lobo, decir. - Tú estabas aquí, ¿por qué no dijiste nada, tratas de matar a Figus sin que me entere? - se le aguaparan los ojos y con un susurro casi inaudible dice - No lo permitiré - se lanza encima de él y tomándolo del cuello lo estampa contra un árbol ahorcando lo hasta casi hacerlo perder la conciencia, Zak, al ver que no tiene otra alternativa, pone las manos en son de paz rogando porque Rio entienda que no hará nada y lo suelte, lo cual lo consigue, pues afloja un poco su agarre y le permite hablar.

- Perdona Rio, solo quería saber que se siente tocar a una bestia - Rio lo aprieta más por la última palabra, pero respirando hondo lo suelta, para luego escucharlo toser sin parar, pasado unos minutos por fin logra recuperar el aire que perdió, y termina de decir. - tienes fuerza, incluso más que yo, y eso que soy más alto que tú... no creo en lo sobrenatural, pero déjame decirte que esto me impresionó.

- Trabaje duro para conseguir la fuerza de un hombre, no te asustes tanto, no suelo utilizarla por mucho tiempo, ahora... ¿qué haces aquí?, escucharé sin alterar me.

- Ya te lo dije, pero no quería que te enterarás de que te había visto...

- Eso ya da igual, ¡Figus! - detiene al lobo que se preparaba con sigilo para lanzarse al cuello de Zak. - es alguien bueno.

El lobo se acerca a este y acerca la cabeza a la mano de Zak, quien con precaución la alza lentamente y lo toca, para quedar embelesado y encantado por aquello, sonriendo al verlo lamer le la mano, no se percata de la expresión neutral de Rio, sacude su cabeza y llama la atención de Zak.

- Debemos volver, si tú hermano se entera de que estamos aquí en el bosque solos los dos, puede mal pensarlo, no quiero problemas... Un consejo, mañana usa camisa cuello de bota, tendrás un leve moretón.

- Con tu apretada, no creo que sea leve - se ríe para luego carraspear tratando de disminuir el dolor.

- Lo lamento, no suelo controlar mi fuerza o mi cuerpo cuando alguien o algo corre peligro, y menos si se meten con mis seres queridos... Tú y tu hermano ya son parte de mi vida, espero y no lo olvides.

Al llegar a las puertas de la gran mansión, Rio se despide de un aún sorprendido y sonrojado Zak, para luego subir las escaleras, entrar en la recámara compartida con su esposo, susurrarle un 'te quiero' y tomar su mano para por fin poder volver a dormir.

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