Mirada al suelo, pateando piedras, caminaba Nicolás por las calles de buenos aires, seguramente pensando el porqué su padre le prohibiera asistir a la fiesta del sábado pasado que hizo Carlos, o tal ves furioso con su novia, va ex novia, que lo engañaba con su mejor amigo Santi, o incluso razonando el motivo por el cual su madre no dejaba el alcohol o el bulling que sufría de sus compañeros… seguramente todo ello lo estuviera consumiendo, desgastando por dentro en un frenesí de pensamientos.
Piedras van piedras vienen se topa con una singular, una de color rojo brillante, como si de un diamante se tratara, quedo atónito admirando su belleza, su particular circunferencia que la hacía única, seguramente aquella piedra tendría valor, y mucho, pero… para que perder el tiempo en levantarla, pensó él, mientras la pateaba lo más lejos que podía y seguia su camino.
En la esquina de la cuadra se encontraba una mujer de unos ochentaitantos años que esperaba la piedad de los autos para poder cruzar, Nicolás noto esto y se acercó rápidamente a ayudarla, la tomó del brazo izquierdo, mientras la anciana lo observaba cariñosamente, y con un paso lento pero seguro, comenzaron a cruzar el pavimento. Los conductores notaron está acción y de inmediato dieron paso a la pareja de audaces que se adentraba en las fauces viales para llegar al otro lado.
Al subir al cordón la señora besa la mejilla de Nicolás, quien se retuerce de un escalofrío, le demuestra su agradecimiento y antes de seguir su camino le señala al suelo diciendo -hijo, se te callo algo-, luego se da la vuelta y se aleja.
Nico mira al suelo y allí, dónde sus zapatillas se posaban, dónde la sombra de su ser nacía, estaba la piedra roja… si… la misma piedra roja que pateó hace rato. La observó curioso y pensó que podría ponerse a imaginar una escena por la cual el destino de la roca fuese terminar a sus pies, pero eso sería esforzar demaciado el cerebro, está vez solo decidió inclinar su cuerpo algunos grados al suelo y tomarla. La contempló de cara al sol, en su interior se podían observar Miles de partículas que se movían, ese detalle lo llevó a la película en dónde un perro tenía un collar con una roca muy parecida a esa, pero no recordó el nombre de la misma. En un momento dado, tomó con fuerza la roca que se posaba en su palma y la estrelló contra el suelo, ya que considero que tenía demasiados problemas personales con los que lidiar como para andar contemplando piedras. Al romperse, de su interior, salió como despedido un ser horrible, de color rojo, con cuernos, rodeado de una neblina espesa que se posó, no levitando, y repito NO LEVITANDO en frente de él.
Nicolás pega un salto olímpico hacia atrás mientras ve como el espantoso ser lo observa fijamente. Unos segundos más tarde Nico le pregunta -quien carajo sos?-, mientras se posiciona en guardia.
El extraño de color rojo le contesta con voz gruesa -soy un demonio!, un general del ejército del infierno!... Estuve preso en esa roca mágica muchos siglos, por acostarme con la hija del señor de las tinieblas-.
Nicolás confundido queda mudo sin mover un músculo.
El demonio sigue -en realidad tuve mala suerte, me delató un compañero de las fuerzas, supongo que se quería quedar con mi posición, se llamaba Jesús-.
Nico abre sus ojos desconcertado y pregunta -que Jesús?, el de acá de la tierra? el que…- con muecas y gestualidades intenta dar a entender de quien estaba hablando.
El demonio lo observa y contesta -noo no… ese Jesús noooo…, otro.. uno del infierno, deben ser medios primos por qué son parecidos-.
Nico suspira aliviado -aa bueno me quedo tranquilo entonces-, después lo vuelve a mirar fijamente y sigue -pero que estás haciendo acá?, no deberías volver al infierno?-.
El demonio contesta -si podría… pero también me gustaría agradecerte por haberme liberado-, queda pensante por un momento y dice -ya se!!, Voy a ayudarte con algo que necesites!, Podés pedir lo que sea que yo como pueda te voy a ayudar-.
Nico entrecierra los ojos y pregunta -algo así como un deseo?-.
-no no un deseo no… yo no tengo magia, soy el rojo… tengo poder y buen gusto, ademas no viste que salí de una piedra, no salí de una sartén- contesta mientras sonríe.
Nico entiende la situación y sigue -bueno está bien, pero en este momento nose en que me podrías ayudar, déjame pensar y mañana te lo digo-, termina y comienza a caminar.
El demonio lo sigue, caminando a la par. Nicolás se percata de ello, frena y pregunta -a dónde vas?-.
-con vos… a tu casa-, contesta.
-pero no podés ir a mi casa, que les digo a mis viejos-, retruca Nico.
El demonio abre los brazos y contesta -dale de enserio se van a enojar?, Un extraterrestre convivio con una familia 4 temporadas y vivía de chistes y gatos, no creo que tus papás tengan problema-.
Nico piensa un segundo -bueno está bien, pero solo 1 dia, hasta que sepa en que me podés ayudar, está claro?.
-me parece perfecto- contesta el demonio.
Y allí comenzaron a transitar las calles manchadas de alcohol y vómito, de lluvia y lágrimas, pisadas por sueños rotos y amores eternos, allí iban los dos, como si sus destinos se entrelazaran, como si una amistad comenzará.
Juntos llegaron hasta la puerta de la casa de Nicolás, desde su posición se escuchaba una discusión y muchos gritos tanto del padre como la madre. Fue cuando decidieron entrar. No pensaron que decir, no gastaron tiempo en crear un plan, solo ingresaron.
Se pararon en la puerta y observaron el panorama, desde allí, se podía apreciar a Inés, madre de Nicolás, sentada en la mesa, apoyada con un brazo y en el otro una copa vacía, en la cocina su padre, Esteban, eligiendo un utencillo para revolver el arroz.
Inés levanta la vista, los observa y dice -Nico, cómo estás mi amor?, Quien es tu amiguito?-, antes de dejar hablar a nadie continúa -para para!!, No me digas nada!, Es uno de esos que se disfrazan de muñequitos, los de la tele?, Cierto?-.
El demonio rápidamente contesta -si si!, Soy un Otaku!!-, Se acerca al oído de Nicolás y le susurra -conosco a los Otakus, van todos al infierno, son copados-, retoma su postura y sonríe.
Inés contenta dice -que lindo!, Y de que te disfrasaste?, Pareces Caperucita roja-.
-la callas o te la prendo fuego-, le comenta el demonio por lo bajo a Nicolas.
Este último, comienza a empujarlo hasta las escaleras con prisa para subir a su habitación, cuando el padre les dice -esperen muchachos!-, ambos lo miran, y continúa -van a comer?-.
El demonio se frota la panza mientras se relame y pregunta -que hiso de rico para comer señor?-.
Esteban orgulloso contesta -arroz con polenta, también le puse un huevo, ajo y pimenton… estoy seguro que les va a encantar-.
Nicolás se tapa la boca para no vomitar y mientras suben las escaleras dice -no gracias pa, estamos bien por ahora-.
Entran a su cuarto y el demonio exclama -mira que e escuchado de comidas de la tierra, pero esa nunca la había oído, me retorció la tripa-.
Nico le contesta mientras se tira a la cama -tranquilo, papa está aprendiendo a cocinar, desde qué mamá sale a trabajar el se encarga de los queaseres-.
-si… me di cuenta…-, contesta el demonio levantando las cejas.
Juntos comenzaron a ordenar un poco la habitación para poder dormir, uno en la cama y otro en el suelo. Al rato se escucha de fondo el timbre de la casa, Inés abriendo la puerta, saludando, se la escucha decirle a alguien que suban, luego, un instante más tarde se oyen pasos subiendo las escaleras, muchos pasos, Nicolás se aproxima a la puerta y ve a sus amigos, si es que se les puede llamar así, subiendo a su cuarto.
Ante la cituacion se da la vuelta y le dice al demonio -dale rápido escondete en el ropero-.
Éste mira en todas direcciones y contesta -que ropero si tenés tu ropa en una silla-.
Nicolás mira la silla, mira al demonio y observa la ventana -por ahí!, Salí por ahí!-.
El demonio se da la vuelta a la ventana -pero por dónde querés que salga si tiene barrotes, de que tenes miedo?, Que te roben peluches-, se ríe.
Nico le contesta -pero dónde te pensas que vivo en Qatar?-...
De repente la puerta de la habitación se abre y comienzan a entrar varias personas, quienes se paran en frente de este. El demonio se queda parado junto a la ventana resignado a la cituacion, su idea, era fingir ser un Otaku.
Ludmila es quien dice las primeras palabras de los intrusos mirando al demonio -el quien es?-.
Nicolás rápidamente contesta -es un amigo Otaku-.
Ella se acerca al maligno y le pregunta -un Otaku?... Y se puede saber de qué personaje te disfrazaste?-.
El demonio la observa a los ojos empoderados de ella, sintiendo la seguridad y el poder que emanaban pero antes de que pueda decir algo, Nico, interrumpe y comienza a presentarle a los cinco imprevistos invitados -el es Santiago, mi mejor amigo-, señala a su lado -ella es Verónica, mi ex novia, y ellos son Carlitos y Joaquín, quienes no conozco mucho pero acá están-, luego se gira y señala a la chica que los interrogó -y ella es Ludmila, la bella Ludmila-.
Santiago da un paso adelante y dice -Nico, vinimos a hablar con vos… nos pusimos de a cuerdo y queríamos decirte algo todos juntos.
Luego de él se adelanta Verónica y continúa -Niquito, corazón… estamos acá para pedirte disculpas… para decirte que estamos arrepentidos por lo que te isimos. En mi caso por engañarte con Santi-.
Este último dice -y yo mi amigo, por no hablarte de frente y decirte lo que sentía por Vero, fui un mal amigo-, agacha la cabeza triste.
Carlitos los acompaña en sentimiento diciendo -Joaquin y yo también estamos mal por el bulling que te hacemos en el Cole, queríamos pedirte disculpas-.
Ludmila concluye -si… y yo también te pido perdón por rechazarte tanto… no digo que te dé bola ahora, pero capas te contesto algún mensaje-.
Nicolás los mira casi aliviado, como contento, sintiéndose importante para ellos, cuando en un momento observa en su pared el calendario, y allí, una fecha marcada, frunce su rostro y se vuelve a sus amigos -están acá para que les consiga entradas para el concierto del sábado no?-.
Todos se miran y Santiago contesta -si, la verdad es que si. Ya no conseguimos en la tienda, se agotaron!, Queríamos saber si tú mamá nos podía conseguir algunas-.
Nicolás furioso dice -váyanse ahora de mi casa. Ya!-.
Los invitados sin poder dar explicación al respecto, comienzan a salir, solo Ludmila se queda más atrás aún observando fijamente al demonio, como si sospechara algo. Este se percata de la situación, la cual lo tiene nervioso arrinconado contra la ventana -Nico!, Que la loca también se valla por favor!-.
Nico se vuelve a ella -Ludmila, andate por favor-.
Ella empieza a irse sin sacar su mirada del ente, y al salir le dice -nos volveremos a ver… Otaku-.
Nico cierra la puerta, y se desploma en la cama, algo cansado y algo triste.
El demonio se le acerca -tenemos que charlar de tus gustos personales, por qué si no son infieles, son locas-.
Nicolás tapando su cara con la almohada contesta -bienvenido a mi vida-.
A la mañana siguiente, el demonio abre los ojos y se encuentra con Nicolás dando vueltas de un lado a otro de la habitación. Se sienta y le dice -Nico que te pasa?-.
Éste pensante contesta -estoy analizando que pedirte-, se da la vuelta, se sienta en frente del demonio y sigue -mira… podría pedirte que ayudes a mi mamá con el alcohol, o acaso a encontrar un trabajo para mi viejo, también podría pedirte que castigues a Santiago por traición, o que les des una lección a Carlos y Joaquín… podría pedirte muchas cosas pero no estoy seguro de que…-.
-y si los hago desaparecer a todos?, no sería tan facil como chasquear los dedos, pero con ayuda de algunos amigos del Inframundo te arreglo el asunto sin problema-, le contesta y ríe.
Nico abre los ojos espantado -nono… no vamos a desaparecer a nadie…-, se levanta toma su campera -vamos abajo, desayunemos algo-.
Ambos bajan por las escaleras y se sientan en la mesa, atras de ellos aparece Esteban -chicos buen día!, Están preparados para cargarse de energías con un poderoso desayuno!-.
-que nos tiene preparado para desayunar señor?-, pregunta intrigado el demonio.
-hice avena, le puse leche, pasas de uva, y un poquito de polenta para espesarla-, sonríe.
El demonio se acerca a Nico y le susurra -que tiene tu papá con la polenta?-.
Nico le contesta en la misma frecuencia -nose ni idea-, se levanta de la silla, y con su campera en mano se dirige a la puerta -te agradecemos pa, pero vamos a desayunar afuera-, abre y acompañado de su nuevo amigo salen.
En la vereda de la casa Nicolás empieza a gritar "zanahoria!, Zanahoria!" Sin para y sin respuesta.
El ente lejos de entender pregunta -que estás haciendo?, Quien o que es zanahoria?-.
Nico mientras busca en los arbustos -es mi perro, se llama asi-.
El demonio comienza a reírse sin parar -le pusiste zanahoria a tu perro!, Jajaja, no amigo… cuando valla al infierno se le van a cagar de risa-.
En ese momento llega a la casa Inés con una botella en una bolsa de papel se detiene ante ellos -que están buscando muchachos?-.
Nico deja los arbustos -a zanaho…- observa la botella en su mano -estas tomando tan temprano?-.
Ella mantiene con fuerza la bolsa -no es alcohol… es yogurt para el desayuno, quería que tomen algo antes de arrancar-.
Nicolás furioso -no me vengas a decir que eso es yogurt, no puede ser que estés todo el día en pedo, cada vez que te veo… a cada instante… si querés matarte, me parece bien, pero no lo agas de esta forma-, pasa a su lado y se aleja por la vereda, el demonio lo sigue detrás.
Inés queda muda, sin palabras, unos instantes después sigue su camino, entre lágrimas, hasta la casa. Su mano tiembla al introducir la llave, y tiembla al cerrarla cuando entra, luego se dirige a la cocina, pasa junto a Esteban, le da la botella -les traje yogurt a los chicos… guardalo para más tarde-, y sigue recto hasta su habitación quién la esperaba para fundirse en una amarga tristeza. Esteban abre la bolsa de papel, mete la mano, saca una botella de yogurt de durazno, y lo guarda en la heladera con todo y bolsa.
En la esquina el demonio y Nico se sientan en la vereda. Este último se encuentra en un estado de enfado que no puede controlar.
El demonio se queda atontado observando un montículo de algo en medio de la calle siguiente, se estira, para ver mejor -que es eso Nico?-, pregunta.
-nose ni idea chabón… no puede ser que mi mamá sea así…-, se seguía lamentando.
El demonio se va para ver más de cerca lo que observaba y grita -Nico!!, Vení para acá, creo que este era tu perro Batata!-.
Nico cae en razón y corre a su ubicación. Al llegar se encuentra con zanahoria destrozado en el pavimento, arrollado una y otra vez, como si la furia al volante hubiera recaído en esa pobre criatura. Nicolás se arrodilla ante los restos, lo observa perplejo -no se merecía esto…-, lo acaricia -tenemos que enterrarlo-, luego comienza a analizar cómo levantarlo.
-tenia tres patas nomás?-, pregunta el demonio
-no, como tres patas?- retruca Nico.
-entonces le falta una…-, dice el ente, mientras observa a sus alrededores para ver si la encuentra, luego se rinde y se arrodilla a ayudar a Nico levantando partes de zanahoria.
Juntos lo llevan al fondo de la casa, hacen un pozo y lo entierran y a lo largo de lo que queda del día Nicolás se petrifica frente a su tumba, pensando y pensando.
Al caer la noche suben a su habitación. A Nico se lo nota triste, y más aún enfadado, como conteniendo una ira difícil de guardar. Éste se sienta en la cama y exclama cómo rendido -mi mamá y su problema… mi papá y sus defectos… mi novia y mi amigo… mi perro… ya no puedo más...-, se queda inserte unos instante y de repente pega un salto en dirección al demonio, lo encara y le dice -ya se que pedirte!, ¡Ya lo sé!-.
-¡Excelente!, Decime que querés!, Ya me estaba cansando tu lado sensible-, contesta éste.
Nico toma aire, espera unos segundos y observandolo a los ojos fijamente contesta -quiero que el mundo se vaya al carajo… repito, quiero que el mundo se vaya al carajo!!!-.
El demonio se acerca a él, le besa la frente mientras sonríe -tranquilo joven pasawan, ve a dormír un poco, descansa que mañana será un nuevo día, de una nueva vida, dejalo todo en mis manos-.
Nicolás se recuesta en la cama exhausto y al cabo de unos minutos se queda dormido.
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