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EL ANHELO DE LOS HERMANOS

El recolector

La universidad era enorme; filas y filas de aulas llenas de estudiantes sentados en interminables filas de pupitres, eso sí, todo muy moderno.

Era la cuarta universidad que visitaba en busca de talentos.

Había comenzado contratando egresados, pero no había ninguna diferencia a uno que estudiaba, ambos no sabían nada del mundo laboral.

Tenía dos objetivos, pero cubría uno con otro, nadie seguiría sus pasos por una simple búsqueda de empleados.

Libardo entró a uno de los edificios y se dirigió a una secretaria. Una mujer unos pocos años más grande que él, con un traje formal y una boca roja.

- Con el señor Sánchez, por favor, soy el recolector - Dijo con voz gruesa.

Ella lo ubico de inmediato, parecía que ya lo esperaban desde hace días. Alzo el auricular comunicando su llegada director. Se levantó para llevarlo.

En los pensamientos de ella, era un gran honor acompañar a aquel joven, conocido como " el recolector ", de quién nadie conocía su aspecto.

Se rumoreaba entre las universidades que, sí hablaba contigo unas veces, podrías obtener un trabajo en su empresa.

Eran los amigos de los escogidos quiénes esparcían los chismes pues eran los únicos que quedaban con la información, después de que los seleccionados esfumaran y reaparecieran en lugares que ni siquiera se pensaría, ocupando puestos importantes y claves.

Lo que en este momento no cuadraba, ya que se encargaba de manejar todos los asuntos del director, era porque quería asistir a clase una temporada.

La mujer le lanzó algunas miradas, ya que le tenía su altura, y continuo con sus interminables pensamientos.

El chico era demasiado atractivo, pero esa cara imperturbable que se cargaba, le hacía andar con sumo cuidado.

Un adonis como él era difícil de mirar de forma cotidiana. Si fuera un tanto más joven no dudaría en coquetearle un poco, para quitarle esa cara de piedra, puede que hasta terminaron siento algo más.

Antes de entrar por esa puerta, le dio las gracias a la dama y le regaló una sonrisa. Ella quedó petrificada en ese lugar. Una sola sonrisa basto para causarle confusión Y dejarla en blanco.

No que no podía quitar su pose imperturbable.

- Buenos días director - Dirigió su atención a una nueva persona.

- Buen día joven, es todo honor su visita, ¿en qué podemos ayudarlo? - Le invito a tomar asiento frente a su escritorio.

El lugar era sencillo y ordenado, con los muebles necesarios, algunos diplomas, reconocimientos y cuadros de la trayectoria del ocupante.

Como cabía esperar de la oficina del mayor representante de la institución.

El director era un hombre corpulento, de mirada amable y voz fuerte. Extraña combinación, que, sin embargo, le había valido el puesto.

Ambos hombres se sentaron a cada lado del escritorio. El hombre lucía ligeramente ansioso por lo que le iba a decir. Claro que sabía a lo que venía.

- Como ya habrá escuchado los rumores que circula entre las universidades, vine en busca de chicos que cumplan ciertas características para nuestra empresa, ya que los haya identificado, me gustaría llevármelos para ser entrenados de manera más profunda e intensa junto con las personas expertas de su rama, sin embargo, me gustaría que extendiera sus títulos y cédulas como si hubiesen terminado aquí, sé que el método que manejamos es único pero le será beneficioso en un futuro no muy lejano -.

Aquel hombre había escuchado de otros colegas presumir sobre aquellos ex alumnos, que solo les daban más fama a sus universidades después de aceptar la propuesta. Ahora "el recolector" había venido a tocar su puerta.

Lo que no espero fue que el chico fuera tan joven, seguramente su padre era el que había iniciado con este método.

Desprenderse de alumnos con potencial que pudieran ser productivos desde antes de salir, para ser pulidos por las mismísimas personas con renombre en esa área.

¿Quién no soñaria con eso? Y no estar perdiendo tiempo con algunas clases de relleno o servicios sociales en empresas en dónde tal vez no tenían asegurado ningún contrato.

Quería que su universidad también participará, ¿por qué dejar pasar la oportunidad?

Libardo lo observó desde su asiento, con los brazos cruzados en el apoyabrazos de la silla y recargado sobre el respaldo, de forma cómoda.

Podía sentir la energía de los pensamientos desde hombre, fluir por su alrededor, formando las frases de su mente. No podía evitar a veces observar lo que pensaban los demás, en ocasiones se volvía de vital importancia saber qué pensaban, sobre todo si se trataba de negociaciones o en casos extremos que implicarán daños a su persona o a su alrededor.

Con la secretaria había sido simple curiosidad por esas miradas insistentes y perforantes a su persona.

Aquel hombre solo pensaba en todos los beneficios y la gloria de su escuela, en formar parte de algo grande. Podría verse sintiéndose orgulloso de tomar buenas decisiones para los chicos.

Había venido, una vez más, al lugar adecuado para buscar. Sus ojos brillaron ligeramente pasando desapercibidos.

El hombre término de cavilar y respondió encantado.

- Cuente con ello joven, mi universidad está de acuerdo con cooperar con ustedes en su metodología, espero que mis muchachos sepan aprovechar esta oportunidad, entonces tú dirás cómo quieres comenzar -.

- Vendré a observar las clases de las distintas carreras personalmente, para que informe a sus profesores -.

- Bien joven, cuente con ello, ¿algo más? -.

- Sí, avisarles que deben tratarme como otro alumno más, como un oyente, no me gustaría que supieran quién soy, si puedo pasar desapercibido estaría mejor -.

- Bien, me encargaré de decirle al profesorado que no comenten nada y asegurarme que tengas libre acceso a todas las clases -.

- Así quedamos, ya le estaré informando de los avances, que tenga un buen día director -.

- Gracias joven, e igualmente -.

Ambos se dieron las manos para cerrar el trato.

El director corrió con la idea de hacer una junta de urgencia por la tarde e informar a todos sus colegas, junto con las exigencias que le dijo.

Salió del edificio bajo un fuerte sol, que quemaba a todo incauto que se atreviera a desafiarlo por la fuerza, sin una sombrilla un gorro.

Se puso sus gafas oscuras para ocultar ligeramente su rostro sin parecer demasiado extraño. Se encaminó hacia la salida, topándose con cientos de alumnos de distintas partes del mundo.

Su aspecto atrajo muchas miradas, pues portaba un traje elegante de fina y cara tela, hecha a medida, moldeando un alto y Delgado cuerpo.

¿Quién sería que el joven de buen ver, tan rico y de finos modales? ¿sería guapo sin las gafas? ¿a que habría venido? ¿novio de quién era?

La energía de los pensamientos protab a su alrededor como finas hebras de humo que se desvanecían después de algunos minutos.

Subió a una limusina que se detuvo unos breves segundos en la puerta universitarias.

🤔 ?!

Desapareciendo al magnate

Eran ya las diez de la mañana, había arreglado algunos detalles antes de poder irse a la universidad y comenzaba a hacerse tarde.

Llamó a su chofer para poder cambiarse y pasar desapercibido. El traje solo le haría resaltar un poco más, pues le hacía ver como lo que era.

Un espécimen muy masculino y poderoso, capaz de desconcertar a cualquier fémina su pasó, y sí además le agregabas un traje a medida que le sentaba de maravilla, entonces podrías encontrar otro tanto de féminas perdidas.

No iba a ir de cacería, bueno sí, pero no de la forma en que se pensase, sino de empleados.

Dio instrucciones de recogerlo más tarde, y en un lugar lejano, no quería que el alumnado hiciera conexiones. Puede que no le conociesen el rostro, pero si la empresa, y quién aparte del dueño o un familiar ostentaria tanta riqueza para que no se fijasen.

Tuvo que prescindir de casi todos sus guardaespaldas, que eran como múltiples sombras que salían de él. La costumbre le hizo por un instante olvidar ese detalle, ya que ellos solo salían cuánto eran requeridos.

Conseguir a estos chicos le había costado, porque era un ser con poder debido a los genes de su madre.

Había buscado personas que superaran su talento sobrenatural, personas muy capaces, perspicaces, y buenas en lo que hacían.

Porque la fuerza no era su fuerte, aunque sí superaba un entrenamiento básico para auto protegerse. Era un chico demasiado brillante para que le cuidara personas promedio, tenía que ser de élite o no conseguiría en el trabajo.

Ya vestido de incógnito se dio unos toques más; se despeinó por completo su bien peinado cabello, se froto la ropa con fuerza para que luciese algo arrugada y no tan pulcra.

Debía tener un aspecto de universitario y no magnate.

Quedó ligeramente satisfecho. Cómo que faltaba algo, pero no daba con qué.

Ocultar color de sus ojos con lentillas cómo lo hacía siempre que estaba rodeado de gente, ya que su simple mirada podía provocar distintos tipos de accidentes.

Bajo de la limusina, oculto en una de las calles aledañas a la universidad, menos transitadas, para ir a hacer su trabajo.

El chofer le alcanzo. Alzandole una mochila con lo básico. Se dió un golpe mental, no iba a darse uno real frente a su empleado.

- Gracias Simón, puedes retirarte - Estaba acostumbrado a no llevar nada que había olvidado ese insignificante detalle.

Entró junto con la marea de alumnos que se apresuraban a llegar a su salón a tiempo, antes de que el profesor les vetara de la clase por retardo.

Paso por el salón de los profesores para conocer al primero que se lo llevaría a su clase y recoger el calendario de distribución de las siguientes semanas.

- Buenos días joven, debe ser "el recolector" ¿verdad? - Dijo un hombre muy delgado con grandes gafas cargando un portafolio.

Asintió.

El hombre le había dado una rápida mirada.

- Sígueme, mi clase está cerca - Le condujo a través de una hilera de puertas y se detuvo en una.

Entró detrás del profesor de la materia, no hacía falta ninguna explicación de su presencia para los demás.

- Puede tomar cualquier asiento que guste, joven. Es un placer tenerlo primero en mi clase - El hombre le hablo con respeto olvidando que aquel chico debía pasar desapercibido.

Le palmeo el hombro y le señaló el aula, ya ocupado por los estudiantes en su mayoría.

Escogió un asiento que le permitiera mirar por completo a cada individuo; un asiento del fondo.

Por la mente del profesor pasó algo interesante. "Me gustaría ser joven para trabajar en empresas desde joven".

Los ojos de las chicas lo siguieron como metales a un imán. Su presencia había causado cierto impacto en ellas. Aún tenía la sensación de haber olvidado algo.

- ”Qué chico tan bueno", "¿será que va mucho al gym?", "Qué sexy es", "está buenísimo", "¿que estará haciendo aquí?", "es más lindo que un modelo", "He encontrado al hombre de mi vida", "está más bueno que el pay"... - Todos esos pensamientos fueron escuchados por él, al ir sondeando las mentes en su breve reconocimiento del terreno.

Algunos chicos no se quedaron atrás con sus evaluaciones.

- "Niño bonito de papi", "¿qué deporte practicaba para verse tan bién?", "oh dios, ya tiene babean todas las chicas", "parece un buen tipo", "¿será otro modelo sin cerebro?", "demasiado bonito para ser inteligente" -.

Apretó la mandíbula para no reír, pareciendo estar estreñido. No quería distraerse más de lo que debía, o no podría realizar su trabajo.

Durante la clase, su análisis de los alumnos no le aportó ningún avance, porque muchos estaban distraídos por su presencia.

¿Por qué le dedicaban tantos pensamientos y a un alumno como tantos otros?

Cerro su cuaderno al terminar la clase, con la hoja en blanco, y el rostro pegado al pupitre, molesto por las arduas miradas.

Alzo la vista y les dedico una mirada fría para ahuyentar a toda aquella valiente que intentara acercarse. Nadie se atrevió a acercarse a ese lugar donde manaba el frío.

¿Qué había estado mal con él? ¿Que se le había olvidado? Sí portaba su disfraz de alumno despistado.

Tomo sus cosas para salir de esa aula, después de ver salir a la mayoría. Revisó la hoja con el segundo salón. Camino rápidamente para ser el primero en llegar.

Tuvo suerte, solo estaba el profesor y unos pocos alumnos. Se sentó en uno de los asientos del final, en espera de que comenzará la nueva clase.

Está universidad le gustaba, por sus alumnos de todo el mundo. Chicos que se esforzaban para encontrar un cupo que les deparará un buen trabajo remunerado.

Podría encontrarse latinos, rusos, coreanos, alemanes, africanos, hindis, japoneses o chinos, lo poco que podía identificar.

Un lugar perfecto para encontrar la clase de personas que necesitaba para recuperar a su padre.

Recargo su cabeza sobre su puño mirando a los demás entrar.

¿Cómo había ocurrido el accidente? Su casa era una fortaleza controlada por su madre, un lugar impenetrable e inaccesible, rodeado de un espeso bosque y muy accidentado, desde donde la forma más segura de llegar era un helicóptero y puedas que a pie, pero fuertemente armado, por la fauna salvaje nativa.

¿Por qué tenía que volver a sufrir su madre? Ella lucia decaída desde el accidente y lo seguiría mientras no encontrará una solución.

La clase comenzó, lo único que pudo obtener de nuevo fueron cientos de pensamientos relacionados con él.

Si fuera de creencias, diría que este día se había levantado de lado equivocado de la cama, pero sabía que debía estar relacionado con algo que no recordaba.

Al terminar la clase aventó sus cosas dentro de la mochila y salió, intentando recordar que había olvidado. Repasando cada detalle del día.

Un destello vino a su mente. había olvidado el glamur.

Iba tan distraído, que ni en su mente escucho lo que pasó.

Una puerta se abrió de repente, un golpe le dio de lleno en el rostro.

Su nariz comenzó a sangrar.

🙀✏️👀

:)

Interesante bienvenida

Un chico salió enojado del interior, pero al verlo cambió su expresión.

- Lo . . . lo siento - Saco una bola de papel higiénico y se la tendió - Yo. . . no te vi - Se retorció los dedos nervioso - ¿Estás bien? -.

El golpe lo había dejado noqueado. Miro hacia arriba para detener poco a poco la hemorragia.

- Va mejorando -.

- Creo. . . será mejor que consigamos un lugar para que te sientes - Recomendó mirando la sangre escurrir de su nariz.

El chico lo guío a uno de los salones contiguos y le arrimó una silla.

- Lo siento . . . estaba molesto. . . tenía un proyecto entre manos - Se pudo percibir al coraje en su voz - Me lo quitaron . . . era muy importante - Lucía decaído - Fui quien lo descubrió, quién hizo la estructura, quién busco con ahinco cada subtema . . . noches de desvelo y decenas de cafés, para que venga otro que se lleva bien con los profesores y le den mi proyecto como si nada - El chico parecía costarle pronuncia la oración completa.

Podía percibir que estaba en verdad enojado. Ese hecho solía pasar muchas universidades. Era tonto pensar que eran perfectas, pero era mejor seguir teniendo esperanza, aunque sea una pequeña pizca de esperanza.

- No te preocupes amigo, tal vez te esté esperando un proyecto mucho mejor, solo se está están acomodando las piezas -.

El chico de cabello gris lo miro con timidez. Al parecer le había dado confianza porque instantes después se miro relajado.

- Tal vez - Cedió pensativo.

El chico pareció mirarlo más detenidamente y luego volvió a bajar su vista.

- ¿Cómo va tu nariz? - Pregunto recordando el golpe.

- Creo que mucho mejor -.

Al quitarse el papel vio sangre fresca. Aun sentía el eco del dolor. Le vio buscar una botella de agua y rociar un poco en el papel. Se lo tendieron para que se quitará sus restos de sangre.

- No te había visto por aquí - Dijo el de ojos grises.

- jaja, de hecho, es mi primer día, y tú me has dado un interesante bienvenida por aquí -.

- Oh, no era mi intención golpearte, disculpa, venía enojado y yo. . . -.

Por un instante se vio tentado de mirar su mente, pero eso le quitaría lo interesante a la plática.

- No nos hemos presentado, me llamo libardo - Le tendió la mano para estrecharsela y sacarlo de lo que sea que estuviera pensando.

Aquel parecía dudar en tocarlo, pero igualmente le tendió la mano.

- Mucho gusto, Soy Logan - Y volvió a desviar su mirada.

¿Por qué parecía que se apenaba? Por un instante le vino una idea la mente; joder, vaya que si era cierto. . . Qué más daba, el chico le agradaba.

Podría haberse quedado un rato más con esta agradable persona, si una campanada no hubiese indicado el inicio de clase.

- Será mejor que nos apresuremos, me gusta la puntualidad a pesar de hacer mi primer día - Le sonrío para ver su reacción.

Aquel rostro mostró un leve sonrojo. Creyó mejor no volver a sonreír a ningún género, por las dudas.

- Sí, igual a mí, vaya coincidencia -.

Salieron del salón para dirigirse en diferentes direcciones, por ahora.

- Espero encontrarte pronto Logan -.

- Yo . . . yo también -.

Lo vio marcharse por unos segundos, luego se dirigió a la nueva clase. No volvería a olvidar ocupar el glamur.

¿En qué estaba pensando? Había sido una idiotez olvidar tan importante detalle.

Al dar su primer paso por la puerta, anclo en todas las mentes que era un tipo feo, de mirada dura y fría. Recorrió los asientos tranquilamente hasta el lugar escogido.

La mejora fue notoria. Esta vez comenzó su trabajo sin problemas.

Hay dos tipos de personas que forman parte de su empresa. La gente que le gusta perseverar y los genios, los cuales muchas veces se deja llevar por todo lo que saben.

Los primeros, los dejar en su empresa y a los segundos, les da una razón más poderosa para continuar; un desafío.

A veces es un trabajo complicado, porque muchos pueden aparentar lo que no son. Por eso le encanta explorar sus mentes sin que lo reconozcan, para no influir en los resultados.

En su primer día logró visitar un total de seis clases de diferentes carreras, incluyendo los dos primeros fracasos al iniciar.

El campo era enorme y con muchas carreras y materias opcionales. Haciendo sus cálculos determinó que en un aproximado de tres meses estaría completada su tarea.

La cuestión era de cuántos genios se encontraría para llevárselo a su madre.

Era hora de marcharse por hoy, tenía más asuntos que atender desde las sombras de su empresa farmacéutica, junto con algunas personas de confianza. Estaba algo cansado de tanto ajetreo.

En su camino, un grupo de chicos surgió en medio del pasillo, bloqueándolo. Formaban parte del primer salón al que había entrado en la mañana.

- Chico bonito, que bueno volver a verte - Se acercó uno de ellos hasta quedar frente a él.

- ¿Sí?, ¿a qué debo el honor de tu atención noble caballero? - Carecía de expresión para ese tipo de gente que buscaba problemas, siendo insondable como una piedra.

Aquél lo miro a los ojos tratando de desafiarlo.

- Espero no estés pensando molestar a nuestras chicas, eres muy bonito para tu propio bien -.

- Me alaban que se tomen tantas molestias, pero no estoy interesado - Además no tenía tiempo para chicas y problemas.

- ¿Acaso eres gay? Porque muchas de la uni están muy buenas - Rebatió esperando encontrar algo por lo que pelear.

- No amigo, solo que no son mi tipo, la mía es más como una pequeña ratona de biblioteca - Por no decir con suficiente cerebro para ser capaz de ser su igual y no una chica caprichosa.

Pero, ¿acaso este tipo lo entendería? Se veía más musculoso que cerebro. Era una pérdida de tiempo explicarse. ¿Cómo habría entrado a tan prestigiosa escuela?

- Oh, ya veo, si que eres un raro tío, mejor para nosotros - Chasqueo los dedos y todo el pequeño grupo se marchó siguiendo al sujeto.

¿Qué pasaba con ese sujeto? ¿Acaso estaba delimitando su territorio? Y él que creía que los humanos eran más racionales.

Tenía mitad humana y podía entender un poco su forma de actuar. Había crecido con decenas de científicos a los cuales les leía la mente cuando quería.

Pero estos hombres por lo general estaban centrados en investigaciones y muy poco en la vida familiar y social. Puede que le faltará un poco de vida social porque la familiar la tenía con creces.

Su familia era sumamente unida, sobre todo antes del accidente, ahora solo tenía a su madre para él solo, por ser hijo único.

No había hecho movimiento alguno para unirse a la vida social estudiantil. Más que pasearse por las dos primeras clases siendo el tipo más atractivo que hubieran visto decenas de chicas jóvenes en edad de casarse.

Qué tonto de su parte había sido eso. Ahí tenía el pago de su olvidó. Negó con la cabeza y siguió su camino.

Al parecer le iba como un guante el disfraz de chico despistado.

Se perdió entre los pasillos para volver a la calle poco transitada dónde lo esperaba su chofer Simón para regresar a su departamento.

?!🤔🤨😼

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