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La Ladrona Y El Mafioso

Nuevo Jefe

—Hace menos de un año que tomaste este puesto. Así que créeme cuando te digo que entiendo que no ha sido fácil lograr llenar los zapatos de Andrey Volkov.

—No me interesa tratar de igualarme a Andrey. Esa no fue mi intención al ocupar este puesto.

—¿Entonces cuál es?— Paula, ella sigue siendo el motivo de mis acciones. Cuidarla y asegurarme de que sea feliz es la única manera que tengo para pedirle disculpas. —Ah, ya veo. No tienes que decir nada. Es esa mujer, ¿no es así?

—Eso no es de tu incumbencia Dimitri.

—Mejor será que comiences a concentrarte en el negocio o un día de estos despertarás con una bala en la cabeza— Lo sé, esta vida no es color de rosas, pero es la que escogí y pienso enfrentar lo que sea de frente.

—Eso lo tengo claro, pero lo que no pienso hacer es tratar de ganarme el respeto de nadie a base de miedo.

—Diego, por favor, se razonable. Por primera vez un extranjero está a la cabeza de la mafia rusa. Ninguna de estas personas estarán dispuestas a seguirte fielmente si no les demuestras las consecuencias de la traición— Resolver todo con violencia solo desatará un río de sangre sin fin. No pienso manchar mis manos con sangre a menos que mi vida de verdad corra peligro.

—Ya veremos esta noche si necesitaremos usar la fuerza para convencerlos o no.

Hoy es la primera reunión que tendré con los más grandes líderes de la región. Ganarme su apoyo y formar una asociación con ellos es la mejor manera de garantizar que nadie cuestione el porqué de que esté aquí.

La mafia rusa siempre ha tenido tradiciones y la primera de ellas es que su cabecilla siempre había sido de nacionalidad rusa, pero esta vez ha cambiado, ya que ahora yo, un Italiano, he conseguido hacerme cargo de todo, suplantando a mi mejor amigo.

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Entré al salón, en el que se encontraba una gran mesa rodeada por una docena de los hombres más influyentes y temerarios de todo el país.

Al verme todos guardaron y silencio y comenzaron a sentarse en sus respectivos asientos.

La tensión en el lugar era evidente por lo que una vez que todos estuvieron en su lugar decidí hablar. Ya antes había asistido a una de estas reuniones, pero eso fue hace mucho tiempo y lo hice solo como el amigo del nuevo jefe, pero ahora, ahora yo soy el nuevo jefe.

—Señores, Bienvenidos. Algunos de nosotros ya nos conocemos, otros no. Por lo que para aquellos que no me conocen, Soy Diego Manssiani y a partir de ahora, seré el nuevo jefe de la mafia rusa— Aquellos que solían serle fieles a Andrey me dieron un leve asentimiento de cabeza en señal de respeto y algunos otros solo se miraban entre ellos confundidos.

—Disculpe señor Manssiani, pero algunos aquí nos preguntamos ¿Cómo es posible que usted mismo se haya nombrado jefe sin el consentimiento de la mayoría en esta mesa?

—¿Y desde cuándo hay que pedir permiso en este negocio para hacer algo?— Tengo que ser firme ante ellos o esto solo será un mero chiste para ellos. —Yo soy el más apto para tomar el puesto y también el más fuerte.

—Las cosas no se hacen de ese modo, tenemos regalas. Pero claro, un extranjero como usted jamás lo entendería.

—Pues este extranjero nunca le ha dado la espalda a ninguno de sus aliados, pero ustedes...Díganme, ¿Dónde estaban cuando Onür y Ricardo casi acaban con Andrey Volkov y su familia?

—Volkov había renunciado a la organización hace mucho antes de todo eso.

—Aun así, él solía ser su socio. Pero ninguno respeto eso, por lo que les guste o no, yo soy el nuevo jefe y cada uno aceptará mis órdenes o me tendrá de enemigo— Ninguno se atrevió hablar de nuevo por lo que lo tomé como una señal de que lo había hecho bien.

Aunque algo dentro de mí me decía que debía mantenerme alerta, ya que habían unos ojos clavados en mí desde que entré al lugar, observando cada uno de mis movimientos, como un león que acecha a su presa analizando el momento perfecto para atacar.

—Bien, ya que estamos todos de acuerdo, disfrutemos de la cena para que podamos ir a charlar de negocios.

Robo

Durante y después de la cena el tema focal fueron los negocios. La mayoría estaba dispuesto a ofrecer sus servicios a cambio de un buen pago y por suerte, no se volvió a tocar el tema de mi legitimidad en este puesto.

—Así que esta era la oportunidad que estabas esperando— Ya se me estaba haciendo raro que él no se hubiese acercado a mí luego de haber estado toda la noche observando con esa mirada burlona toda la noche.

—¿A qué te refieres?

—Por favor, Diego. Todo el mundo sabe que siempre envidiaste todo lo que Andrey tenía. Su familia, negocios, incluso a su bella esposa— Terminar la noche con una pelea en un cuarto repleto de hombres armados no es de las mejores ideas.

—Nunca le he envidiado nada a nadie.

—Vamos, yo también fui amigo de Andrey lo olvidas. Al menos hasta que tú apareciste y decidiste ponerlo en mi contra.

—Tu mismo hiciste que él te diera la espalda. ¿O ya se te olvidó lo que hiciste?

—Eso fue un malentendido, él no me dejó explicarle.

—¿Malentendido? Le robaste millones al jefe de la mafia Italiana— Por culpa de este imbécil fue que Ricardo se obsesionó con destruir a Andrey. Todo comenzó por ese maldito dinero robado.

—Vladimir, puedo hacer como que ninguna de las estupideces que hiciste en pasado ocurrieron, pero será mejor que te mantengas alejado de todo esto, por tu bien.

—No te preocupes, estaré esperando el momento en el que vengas a mí a pedirme ayuda. Porque sé que ocurrirá más pronto de lo que crees— Prefiero enfrentarme yo solo a toda una jauría de lobos hambrientos que tener que pedirle algún día ayuda a este tipo.

—Diego, tenemos un problema— Dimitri se acercó tratando de lucir calmado para no alarmar a todos los hombres aquí presentes.

—¿Qué ocurre?

—Alguien entró en la casa de los Volkov y se han llevado varias cosas valiosas.

—¿Sabes que se llevaron?— Demonios, y yo qué creí que tendría una noche tranquila en la que mi mayor problema sería manejar a estos tipos. —Vamos, dime— Su silencio solo me dice que tuvo que ser algo muy importante. He tratado de asegurarme de que la antigua casa de Andrey continúe en buen estado y con vigilancia y suelo ir algunas veces allí, pero es de dominio público el saber que ya no vive nadie ahí y sé que por eso muchos empleados suelen distraerse. No es la primera vez que intentan entrar a la casa a robar, pero nunca habían llegado tan lejos como para lograr llevarse algo.

— Únicamente se han llevado lo único que había en la caja fuerte— ¿Qué? ¿La caja fuerte? No, eso no. Eso es lo único que no puedo permitirme perder. Ya la perdí a ella, no renunciaré a esto también.

—Vamonos, necesito que encuentren a esos ladrones, ya— No suelo tener pensamientos vengativos, pero cuando se trata de cosas relacionadas con ella nunca puedo mantener un pensamiento claro, mi juicio se nubla por completo, mientras en mi mente resuena su nombre.

La ladrona

Pov Rachel

Rayos, no puedo creer que hice esto. Esa casa es como una jodida fortaleza, si no logro salir del perímetro de este lugar, no creo que llegué al amanecer.

Seguí corriendo entre los árboles mientras escuchaba el sonido de varios perros y hombres siguiéndome la pista.

—No lo entiendo, él me prometió que habría alguien esperándome afuera para ayudarme a escapar— Y es claro que todo fue una trampa o no estuviera ahora mismo corriendo en medio de la nada tratando de salvar mi vida.

Debió a la oscuridad de la noche. Tropecé con unas ramas y gracias a la velocidad en la que estaba corriendo terminé rodando y cayendo dentro de un estanque.

Salí del agua en cuanto pude, revisé mi bolsillo y por fortuna aún se encontraba en este la pequeña pieza que robé.

Escuché el sonido de algunas ramas quebrarse, así que tomé mi arma y comencé a apuntar al lugar de donde provino el ruido.

—Baja el arma— Una voz a mi espalda me hizo girarme nerviosa.

Sé como trabajan estas personas y nunca dejan vivir lo suficiente a quien les roba. —Sabes que no podrás salir de aquí viva, así que mejor baja el arma.

Varios hombres comenzaron a rodearme apuntándome con sus linternas.

—Bueno, si no saldré con vida de aquí, al menos moriré peleando— La verdad es que ni siquiera estoy segura de que logré dispararle a alguien de aquí, ya que sus linternas están a punto de dejarme ciega.

En este momento mi mejor opción es tratar de negociar con ellos. —Está bien, voy a bajarla— Me agaché lentamente y dejé mi pistola en el piso. De inmediato dos de ellos se colocaron detrás de mí y me sujetaron los brazos.

—Tráiganla— Comenzamos a caminar de regreso a la casa, que ahora con las luces encendidas se veía espléndida. No entiendo por qué solo me ordenaron robar una caja fuerte que prácticamente estaba vacía cuando se nota que en este lugar hay cosas mucho más valiosas.

Me llevaron hasta un estudio en donde me ataron a una silla que se encontraba allí.

—Déjennos solos— Todos salieron dejándome en la habitación con quien estuvo dando las órdenes todo este tiempo.

—¿Tú eres el dueño de la casa?

—No estás en posición de hacerme preguntas— Se sirvió una bebida y sentí como se aproximaba a mí por detrás. —El único que hará las preguntas aquí soy yo— Se colocó frente a mí y su rostro palideceo segundos después de verme. Aguardó silencio un momento y se alejó de mí de golpe.

—¿Quién eres?

—Nadie, no soy nadie— Es mejor que juegue mis mejores cartas si quiero salir viva de esta.

—Te lo preguntaré una vez más, ¿Quién eres y quién te envió aquí?

—Tan solo soy una simple ladrona, por favor, vine aquí porque pensé que podría conseguir algo de dinero fácil.

—No me mientas. ¿Cómo es que supiste de la caja fuerte? ¿Por qué solo te llevaste lo que había ahí?

—Me asusté, de verdad, tomé lo primero que vi y corrí. Tenía miedo de que me atraparan— Espero estar sonando lo bastante convincente. —Mi familia necesita el dinero, esa es la única razón.

—¿Dónde está?

—¿Qué cosa?

—Lo que te robaste, ¿Dónde está?— Señalé mi bolsillo, se acercó y sin apartar sus ojos de mí metió su mano en mi bolsillo y sacó el pequeño envoltorio.

—Lo siento, juró que no volveré hacerlo, pero por favor, déjame ir, mi familia me necesita.

—No puedo hacer eso.

—¿Por qué no? Tú eres el jefe aquí.

—Así es, pero para poder seguir siendo el jefe, tengo que demostrarle lo que les pasa a todo aquel que intente robarme— Bien, lo intenté. Pero es claro que este es mi final.

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