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Mi Ángel Caído Del Cielo

El origen de Evangelina

Era un 25 de julio de 1990 cuando nace en Venezuela una hermosa niña cuyo nombre era Evangelina Isabel Márquez Torres, la primera nieta de su familia por ambos lados, en un hogar de clase media y colmado de amor, cuyo padre era un trabajador de la administración pública de corazón generoso y honesto y cuya madre había sido oficinista, con unos valores humanos y una determinación inquebrantable para luchar por sus ideales que se encontraba ejerciendo actividades comerciales....

Esa bebé era una dulce niña, llena de inocencia, creatividad, entusiasmo, ocurrencias y espontaneidad que le llevó a ser siempre una persona destacada en lo académico, cultural, familiar, personal y hasta deportivo dado a que desde niña estuvo en clases de nado sincronizado y formaba parte del equipo de gimnasia de la institución educativa donde curso su educación desde la etapa inicial, también tocaba el piano, cuyo talento e instrumento lo heredó de su abuela paterna de nombre Ángela, además de su ferviente fe en Dios inculcada con mucho amor y ejemplo de servicio.

Al llegar a su etapa adulta, específicamente a sus 25 años era médico de profesión que decidió como muchos profesionales de su país de origen emigrar a España, toda vez que hubo la oportunidad de optar por un cupo en una prestigiosa universidad en Madrid para especializarse en fisiatría, a los fines de ayudar a los pacientes que por razones físicas o accidentales requiriesen terapias físicas para recuperar su movilidad y mejorar su calidad de vida.

Evangelina desde niña demostró su interés por ayudar al prójimo, por lo cual siempre era una gran acompañante de sus abuelos en su niñez y adolescencia para sus ayudas y asistencia, lo cual le permitió ser una mujer con un espíritu caritativo, solidario y empático hacia sus semejantes, siendo su predilección la atención hacia adultos mayores dado a que desde su experiencia cercana vivió con desagrado como muchas personas menospreciaban a los ancianos en vez de ayudarlos a sobrellevar los inevitables cambios de la vejez.

Una vez instalada en Madrid, Evangelina se instaló en un apartamento pequeño pero acogedor propiedad de una tía que se encontraba residenciada a Córdoba pero que lo había adquirido años atrás y que en vista de la llegada de su sobrina a España, se lo ofreció sin recibir pago alguno, debiendo pagar Evangelina sus servicios públicos y demás gastos propios de mantenimiento.

Evangelina estaba usando sus ahorros de los primeros años de ejercicio profesional de su carrera mientras completaba las validaciones necesarias para ejercer su profesión legalmente en su nuevo lugar de residencia, lo cual sucedió en los meses siguientes, donde ella no tenía pensado conocer a alguien cuyo origen, condición sentimental y carácter era muy diferente en unos aspectos al suyo, pero en otros resultaría siendo sin duda alguna su media naranja o mejor aún... Su ángel caído del cielo.

El nombre de este hombre era Alessandro Sampieri, un hombre que compartía con ella la profesión de médico pero le ganaba en experiencia y estudios al menos una década, era un caballero con mucha educación, con una sonrisa y mirada que tenía a mas de una enamorada platónica dentro de su círculo social, con una voz y porte muy masculinos que le distinguía entre el resto de los demás colegas, cuyo defecto por así decirlo era que convivía con otra colega de nombre Ágata San Roman de edad similar a la suya pero que a pesar de tener varios años con convivencia, no habían dado el siguiente paso.

Lo que Evangelina y Alessandro no sabían era que con el paso de los años siendo mentor y aprendiz, una amistad y coincidencia de creencias, valores y gustos se convertiría en el amor imposible para ella desde su punto de vista moral, y para él, en esa dulce ilusión del primer verdadero amor de su vida.

El día en que se conocieron

Evangelina:

Estaba en una tarde ajetreada luego de atender a varios pacientes como era la costumbre en el Centro de Atención Especializada de Fisiatria, cuando escuché a un hombre que estaba conversando con el Dr. Luis Andrés Zapatero Director de la institución, cuya charla se escuchaba muy amena dado a que se oían risas hasta tal punto de existir un grado de ahogo en el Dr. Zapatero, y fue allí cuando me asusté al escuchar a su visitante preocupado tratando de  hacerlo reaccionar.

Entré y de inmediato e intervine dándole los primeros auxilios, y el Dr. Zapatero reaccionó, estaba muy rojo, él era un eminente médico con 40 años de experiencia y que estaba próximo a retirarse para poder disfrutar junto a su querida esposa Nancy, los frutos de tantos años de labor ininterrumpida.

Cuando el Dr. Zapatero recobró su acostumbrado buen semblante, me presentó a su acompañante.

Dr. Zapatero:

"Bueno aprovecho esta circunstancia de fuerza mayor para presentarlos ya que en un tiempo muy cercano trabajarán juntos.

Evangelina el es el Dr. Alessandro Sampieri, Médico Cirujano, Traumatologo y especialista en Fisiatria cuya amplia trayectoria incluso como catedrático en la Universidad donde tu hiciste tu especialización. Él será quien quede en mi puesto una vez completado mi proceso de retiro.

Alessandro ella es la Dra. Evangelina Márquez, ella es una de nuestras mejores médicos fisiatras de esta institución, muy querida, respetada y venerada por todos sus pacientes, ya con 2 años en nuestra institución y que desde sus inicios demostró su especial capacidad de tener un don divino para ayudar a los pacientes en su sanación y en la mayoría de los casos su plena recuperación."

Alessandro:

"Vaya, tremenda presentación que han hecho de ti Evangelina, mucho gusto en conocer entonces a casi un ángel en esta tierra".

Le sostuvo con firmeza y seguridad la mano y mirandola fijamente, a tal punto que solo este simple gesto hicieron ruborizar a Evangelina.

Evangelina:

"Encantada de conocerlo, ya lo había visto en los pasillos o incluso foros en la Universidad, no obstante, jamás nos habían presentado. Será un honor para mi trabajar con usted como lo he hecho hasta ahora con el Dr. Zapatero, el cual hizo esos comentarios benevolentes debido a su noble corazón."

Alessandro:

"Seguramente todo es cierto ya que Luis Andrés es una persona muy sincera y si te tiene en un pedestal es porque te lo has ganado".

Dr. Zapatero:

" Así es Alessandro. Evangelina solo es muy modesta, es un techado de virtudes ambulantes que me recuerda de verdad a un ángel o a una santa... Muy buena con sus pacientes, a tal punto que es la que tiene más porcentaje de efectividad de recuperación en sus terapias y en pacientes de todas las edades."

Alessandro:

"Eso es excelente, te felicito Evangelina. Noto que tu acento no es español, de donde eres?"

Evangelina:

"Soy de Venezuela, tengo 5 años acá residenciada en Madrid, y desde hace 2 años tengo la dicha de trabajar aquí".

Alessandra:

"Con razón eres tan hermosa si es del país de muchas bellezas naturales incluyendo sus damas"

Evangelina:

"Gracias" respondió totalmente sonrojada y evitando su mirada por la pena que le dio su comentario.

A pesar de que Evangelina en su etapa de niñez era mas extrovertida, ya en su adultez se convirtió en alguien mas reservado y tímido.

No era porque no tuviera ganas de expresar su alegría, sino debido a circunstancias de la vida, que la llevaron a ser mas cuidadosa de sus palabras y acciones para evitar malos entendidos. Evangelina a lo largo de su vida tuvo romances que en todos los casos fueron fallidos, algunos por demasiada entrega de su parte y otros por tener parejas celosas, egoístas y que no la valoraron como el gran ser humano que siempre fue, con un corazón muy grande, una solidaridad y empatia que en ocasiones permitía que seres inescrupulosos se aprovecharan de su bondad.

Acto seguido, Evangelina le informó al Dr. Zapatero se retiraría y que se verían al día siguiente, despidiéndose de ambos caballeros, los cuales hicieron lo mismo.

Evangelina salió de la institución y se dirigió a su departamento, para poder descansar en soledad como sucedía cada noche en su rutina sobre ir a laborar y retornar al hogar.

Al llegar a casa, luego de la cena, se puso a leer un libro de una historia romántica, ya que eran sus favoritas. Al dormir tuvo un sueño asociado a una escena de pasión de su libro y fue cuando de repente despertó muy exaltada, donde su personaje masculino era representado nada mas y nada menos que Alessandro Sampieri.

Los sueños son nuestros deseos ocultos en el subconsciente.

Evangelina, al despertar de ese sueño quedó pensativa sobre lo poco que podía recordarlo, sin embargo, la sensación de calidez la notó en su cuerpo y simplemente se dijo a sí misma

Evangelina:

"Por Dios como puedes soñar eso con un desconocido".

En los días siguientes Evangelina no podía dejar de recordar la risa, sonrisa, voz y la firmeza en la mano de Alessandro, por lo cual aun cuando trataba de evitar pensar en él, sentía una especie de ansiedad por verlo, aún cuando no tenía su teléfono o información.

Pasado un poco mas de un mes desde ese primer encuentro entre Evangelina y Alessandro, sucedió lo inevitable... El Dr. Zapatero le participaba a todo el personal que al final de esa semana que coincidía con el fin del mes de agosto del año 2008, él saldría jubilado y que durante esa semana estaría haciendo la entrega de su gestión de conformidad con la ley y asimismo estaría llevándose a cabo la transición de su cargo al nuevo Director - Dr. Alessandro Sampieri, el cual estaba presente y fue presentado formalmente a todo el personal.

Cuando Evangelina lo vió, sintió su corazón acelerarse y se preguntaba a si misma, que le sucedía con ese hombre que en resumen solo era un desconocido.

Muchas de las damas presentes rumoraron lo atractivo que era el nuevo Director, mucho mas joven que el saliente, que no llevaba alianza matrimonial, que vestía y lucía impecable.

Llegó la oportunidad en que Alessandro dedicara unas palabras a los presentes donde se expresó con fluidez y seguridad, no obstante Evangelina también notó que Alessandro Sampieri no tenía un acento español marcado, por lo cual presumió que su idioma de origen era otro.

Culminada la intervención de Alessandro, éste se acercó a Evangelina y la saludo.

Alessandro:

"Buenos días Evangelina, es un gusto volver a verte". La saludó con una mirada penetrante, acompañada de una amplia sonrisa y un apretón de manos firme.

Evangelina:

"Buenas tardes, bienvenido", asintió y tomó el saludo.

Posterior a su saludo ambos Directores se reunieron en su despacho para comenzar con la transición y dieron un recorrido completo a las instalaciones.

Llegada la hora del almuerzo, todos los trabajadores del Instituto, incluyendo los Directores se reunían en el cafetín para almorzar, esto considerando que desde la 1 hasta las 2:30 de la tarde no se colocaban terapias o consultas para permitir el descanso legal y almuerzo del personal.

Allí, nuevamente Evangelina vió a Alessandro, quien al verla le dedicó una sonrisa a la cual ella correspondió de manera nerviosa.

Evangelina había decidido tomar por almuerzo una lasagna de carne acompañada de focaccia.

Alessandro, al percatarse que Evangelina estaba almorzando sola en una mesa, decidió acercarse y preguntarle si podía sentarse con ella, lo cual a ella le tomó desprevenida, incluso con la boca llena, por lo cual Alessandro tuvo que esperar un poco para obtener su autorización.

Ambos conversaron un poco durante ese periodo de descanso.

Alessandro:

"Gracias por permitirme almorzar contigo... Veo que escogí el mismo menú que tu"

Evangelina:

"Si, la lasagna de aquí es muy buena, en realidad el chef de acá es excelente en todos los platos, pero de todos mis favoritos son los italianos".

Alessandro:

"En serio?... Que bueno que te gusten, casualmente también son los mios, esto por mis orígenes y crianza en Italia, me recuerdan a mi nonna."

Evangelina:

"Ah... Había notado que tu acento no es español, sino como que lo aprendiste luego".

Alessandro:

"Tan mal lo disimulo?"

Evangelina:

"No, no es eso, sino que por mas que uno hable un idioma fluido, siempre surge de fondo la acentuación propia del idioma de origen".

Alessandro:

"Noto que eres muy observadora y detallista entonces".

Evangelina:

"Pues si, en realidad soy mejor escuchando que hablando".

Alessandro:

"En serio?, yo diría que eres una persona muy desenvuelta. Durante la mañana pude ver como conversabas con un paciente, lo mucho que él se reía contigo y como lo estimulabas para su rehabilitación"

Evangelina:

"En que momento fue eso?".

Alessandro:

"Fue cuando atendías a un chico rubio y corpulento que te observaba con mucho entusiasmo".

Evangelina:

"Ah... Ese era Arturo Medina, un chico que tuvo un accidente vehicular y lleva varios meses en rehabilitación, ha mejorado muchísimo... Cuando lo comencé a tratar, él apenas y podía sostenerse en muletas por segundos y hoy en día está próximo a ser dado de alta".

Alessandro:

"Excelente... Llegué a pensar que no era solo un paciente por la forma en que te miraba, mas aun cuando tienen edad similar."

Evangelina:

"En realidad él es unos años menor que yo, él tiene 25 y yo recién cumplí 28 años".

Alessandro:

"Bueno, dejame decirte que se ven los 2 de 25, sin embargo la diferencia de edad no es impedimento para una relación".

Evangelina:

"No, no lo es, sin embargo yo no estoy interesada en relacionarme sentimentalmente con alguien menor que yo, prefiero alguien mayor, no por mucho pero tampoco menor".

Alessandro:

"Entiendo... Bueno respeto tu punto de vista, sin embargo, como dicen, el amor no tiene horario ni fecha en el calendario... En ocasiones nos negamos a conocer a una persona por criterios que en definitiva, al momento de existir amor, no son siquiera importantes, como la edad, la apariencia, la ideología, e incluso para algunos la orientación sexual".

Evangelina:

"También respeto tu punto de vista, pero considero que cada persona tiene sus propios límites y los mios no son solo la edad, sino además no relacionarme con pacientes o compañeros de trabajo"

Al decir esto Evangelina pensó que había incurrido en un comentario de más, que si bien, siempre había mantenido para evitar perjudicar su reputación profesional... Con el nuevo Director, desde el fondo ese su corazón, comenzó a sentir la necesidad de no cumplirlo.

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